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Monografía de Justo José de Urquiza

Enviado por vanesabarth


    Indice1. Introducción3. Urquiza Estadista4. Urquiza Militar

    1. Introducción

    La historia de este ser, es rica en actos y acciones que lo definen como un patriota con gran visión del futuro y poseedor de un tesón y voluntad indomables.

    Para poder efectuar un retrato, más o menos hilvanado y que refleje su trayectoria, es necesario comprender que dadas las múltiples facetas de su actuación, resulta imprescindible dividir esta historia en tres capítulos que, aunque parecen diferentes, no lo son así y están perfectamente ligados, reflejando sus acciones y su razón en los distintos momentos de su existencia.

    Por esta razón considero que es necesario estudiar a Urquiza bajo los siguientes capítulos a saber:

    1. Urquiza hombre
    2. Urquiza militar
    3. Urquiza estadista

    Solo así se llega a comprender las virtudes que supo plasmar en páginas memorables de nuestra historia patria.

    2. Urquiza Hombre

    Es necesario conocer su actuación y/o actividad antes de ser llamado por el destino para desempeñarse en cargos públicos.

    En rápida síntesis se llega a entender que lo animaba un espíritu batallador, con clara inteligencia para emplearla cabalmente en sus proyectos particulares.

    Su trabajo, su visión de futuro y de progreso, lo llevaron a poseer una gran fortuna, producto de sus afanes y desvelos para progresar y lograr una desahogada posición económica.

    Urquiza fue un gran hacendado y empresario de primer orden. Organizó un saladero, de su propiedad, situado sobre el Arroyo de La China, en los alrededores de Concepción del Uruguay, comenzando a funcionar en 1847, llegando a movilizar un capital superior al presupuesto de la provincia de Entre Ríos.

    Allí se industrializaron vacunos, equinos y porcinos, calculándose alguna faena en más de cuarenta y cinco mil animales.

    Además de la salazón de carnes y cueros, se elaboraban velas, jabón blanco, amarillo y negro, también perfumado.

    Los productos industrializados se exportaban, casi totalmente a Brasil, Cuba, Londres, Río de Janeiro y Montevideo.

    Cuando fue llamado a la función pública, era un terrateniente de sólido presente y promisorio futuro. Señalo este aspecto, con particular énfasis, con el fin de dejar en claro que su fortuna fue lograda con anterioridad a su designación.

    Sus antecedentes familiares se remontan (para nosotros) al mes de marzo de 1774, en donde un niño de solo doce años, Joseph Narciso de Urquiza abandonó su casa paterna en España para emprender la tentadora aventura de la América.

    Niño aún llegó a Buenos Aires recomendado a su tío materno Don Mateo de Alzaga, quien lo inició en las actividades comerciales.

    Años después, siendo un experimentado comerciante, contrajo enlace con la joven Doña Cándida García y con el corres del tiempo y con permanencia en Buenos Aires nacieron algunos de sus hijos. En esta situación, apreciaba que su panorama futuro se veía limitado ya que el quería para si y para sus hijos un futuro venturoso y con posibilidades de progreso ilimitadas.

    Fue entonces que, con su familia, decidió dejar Buenos Aires y afincarse en Entre Ríos donde se transformó en un próspero terrateniente, llegando a ocupar el cargo de mayor jerarquía en la costa del Uruguay, Comandante General de los Partidos de Entre Ríos.

    El 18 de Octubre de 1801 nació su hijo Justo José en su estancia del Talar del Arroyo Largo, hoy Arroyo Urquiza, a escasos kilómetros de Concepción del Uruguay.

    Justo José cursó sus estudios primarios comunes impartidos por sacerdotes. Posteriormente ingresó al Colegio San Carlos, en Buenos Aires. Dos años después el colegio se cerró, por lo que él, aún muchacho, regresó a Concepción del Uruguay donde ejerció desde 1819 diversas actividades. La prosperidad de sus negocios fue la base de su cuantiosa fortuna y poco después llegó a alcanzar una posición espectable en la vida de la provincia y del país.

    Las luchas surgidas entre Federales y Unitarios, agitaba la vida de los pobladores lugareños.

    Urquiza se suscribió al partido federal y fue elegido Diputado Provincial en 1826.

    Varios proyectos de su autoría revistieron singular importancia, mereciendo destacar entre ellos el auspicio del fomento a la educación.

    El Congreso lo aprobó y en ese decreto se establecía la construcción en cada villa de la provincia y en los pueblos de un edificio escolar y la contratación de maestros idóneos para la impartición de la enseñanza.

    En 1841 fue elegido Gobernador de Entre Ríos y a partir de ese comienza a mostrar sus grandes dotes de estadista.

    3. Urquiza Estadista

    Urquiza que inicialmente era partidario del accionar de Juan Manuel de Rosas experimentó un cambio en su pensamiento y accionar cuando con clarividencia que secundar la política rosista, como lo venía haciendo, significaba acentuar y prolongar indefinidamente los desencuentros argentinos.

    Algunas de las medidas tomadas por Rosas, como el cierre de los ríos a la navegación extranjera perjudicaban la economía de las provincias del litoral y de los países vecinos. Al respecto, se le atribuyen palabras cargadas de sentimiento federal y contrarias al monopolio de la ciudad porteña: "Rosas pone trabas a fin de que Buenos Aires sea la aduana de toda la República y las provincias sean tributarias perpetuas"

    Urquiza meditó un plan institucional con la misma cautela con que trazó su estrategia militar.

    Nada quedó librado al azar y advirtió que aún no estaba en condiciones de enfrentar a Rosas militar.

    Sabía que el tiempo era su aliado y sus miras estaban puestas en la organización del país a través de una constitución que reconociera el sistema federal como expresión genuina de los pueblos del interior.

    Luego de la exitosa campaña correntina, Urquiza ya estaba en condiciones de ocuparse personalmente de las tareas de gobierno y poder dedicar sus esfuerzos al proyecto nacional.

    La adopción de medidas de orden educativo, cultural y económico surgieron en gran profusión, sin contar las administrativas, judiciales y militares.

    Entre Ríos adquirió tal prosperidad que sobresalió netamente entre sus hermanas de la confederación y solo rivalizó con Buenos Aires.

    Se preocupó por la mejora del ganado, principal riqueza de la provincia y además impulsó la agricultura para la que proveyó medidas adecuadas.

    La economía entrerriana puede decirse que al promediar el siglo XIX era muy próspera. Según estadísticas, las exportaciones superaban a las importaciones lo que permitió encarar obras de envergadura, tales como edificios públicos y escuelas.

    Entre las escuelas también debe contarse la que fue su obra cumbre en la educación, me refiero a la fundación del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, el cual tenía un designio bien marcado: formar las generaciones dirigentes del país a organizarse.

    El Colegio tuvo categoría superior e incluso funcionaron el él una Escuela de derecho y otra de Estudios militares.

    Finalizada la campaña a Corrientes Urquiza pensó resarcirse de la dura vida de los campamentos militares y para ello contrató a arquitectos italianos para proyectar y dirigir lo que sería su suntuosa residencia campestre en San José.

    Merece destacarse que en ese predio ordenó también la creación de una capilla, la que puso bajo la advocación de San José.

    Para la ocasión de la inauguración asistió el Nuncio Pontificio Monseñor Marino Marini, lo que constituyó un hecho auspicioso para el país, pues este acercamiento facilitó la reanudación de las relaciones con el Vaticano, suspendidas desde 1810.

    Las desinteligencias con Rosas llevaron a Urquiza a acelerar su proyecto para la organización del país. Para este fin trató el tema con distintos gobernadores, más en su mayoría, por temor u obsecuencia, le negaron su apoyo.

    Fue entonces que, demostrando la firmeza de su carácter y la claridad de sus convicciones dio a conocer el 1 de Mayo de 1851 el decreto conocido con el nombre de pronunciamiento, que fuera redactado el día anterior por su secretario Dr D Juan Francisco Seguí, en el Palacio San José.

    Por ese decreto, la provincia de Entre Ríos reasumía las facultades inherentes a un estado soberano y retiraba los delegados en el gobierno de Buenos Aires.

    Desde ese momento, Entre Ríos quedó en aptitud de entenderse directamente con los países de la comunidad internacional hasta que la reunión de un congreso nacional constituyera definitivamente la república.

    Los sucesivos acontecimientos y, latente aún la conmoción producida por la derrota de Rosas en Caseros, reavivaron los deseos de lograr una Argentina unida sólidamente. Con este fin se lograron acuerdos entre los protagonistas de manera que las medidas que en el futuro se adoptaban debían ser el reflejo de los términos del acuerdo y nadie podía argumentar sorpresas o desconfianzas en su proceder.

    El acuerdo de San Nicolás constituyó un trascendente documento de nuestra vida institucional, en el que se aunaron las voluntades de las provincias para organizar definitivamente el país bajo una conducción federal.

    Sin embargo, no sucedió lo mismo con la recelosa Buenos Aires, que luego de Caseros renovó la cámara de representantes, y los miembros que la integraban eran, en su mayoría, contrarias a Urquiza, las cuales impugnaron lo actuado por el Gobernador Vicente López y Planes.

    Los desencuentros entre porteños y provincianos afloraron con tanta o mayor virulencia que antaño.

    Con posterioridad, los Diputados designados como congresales fueron llegando a Santa fe, lugar escogido para que en él funcionara el Congreso Constituyente.

    Este, luego de intensas deliberaciones, sancionó el 1 de Mayo de 1853 la Constitución Nacional, que con algunas reformas, hoy nos rige.

    Urquiza cumplió con el plan establecido, y con legítimo orgullo puede expresar: "Alzese, pues, bien alto la ley nacional y sea de todos profundamente respetada, puesto que a mi me ha cabido el deber de hacerla ejecutar".

    Una vez en vigencia la constitución, se procedió al llamado a elecciones para la integración del ejecutivo y en su sesión del 20 de febrero de 1854, el Congreso proclamó la fórmula Justo José de Urquiza para presidente y como vice al Dr Salvador María del Carril.

    Merece dejar en claro, que para la elección del vicepresidente había dos postulantes, el antes mencionado y el Dr Facundo Zuviría. La elección se presentaba sumamente reñida por lo que en el deseo de evitar posibles obstáculos y/o rozamientos, presentó su renuncia el Dr Zuviría.

    Su alejamiento produjo el alejamiento de Santiago Derqui al gabinete. De inmediato se declaró a Paraná, capital de la Confederación, al mismo tiempo que se federalizó la provincia de Entre Ríos.

    Todas estas medidas tuvieron su rechazo por parte de Buenos Aires, lo que, mediante su acción opositora, puso en serios problemas económicos a la Confederación.

    La secesión y el activo contrabando operaron en detrimento del pujante desarrollo a que aspiraban.

    Buenos Aires hizo sentir la ventaja que representaba el tener el puerto, el cual permitía el contacto directo con los puertos de ultramar.

    A las provincias litoraleñas solo podía llegar barcos de escaso porte, los cuales debían, por fuerza, transportar su carga a barcos de gran porte y que estaban construidos para soportar los embates del mar durante las largas travesías.

    Se intentó obviar estas dificultades recurriendo al puerto de Montevideo. La idea de recurrir a los puertos chilenos de Copiapó y Cobija en el pacífico, solo fue viable para los productos de las provincias del noroeste y de Cuyo.

    El Congreso desarrolló febril actividad y se adoptaron medidas de gran importancia, todas ellas muestran la clara disposición para hacer todo lo que sea posible para mejorar las condiciones de vida de la población, para lo cual se buscaba aumentar las fuentes de trabajo y por lo tanto el empleo de mano de obra, y simultáneamente posibilitar el incremento de la economía merced al aumento de la producción.

    El Congreso tenía plena conciencia de la necesidad de fomentar la inmigración, a fin de intensificar la producción proveniente del agro y por lo tanto incrementar los saldos exportables. A tal fin se enviaron agentes a Europa para fomentar la inmigración y al mismo tiempo difundir mediante folletos y libros con noticias del país para conocimiento de los potenciales inmigrantes.

    Sería demasiado extenso seguir enumerando logros y realidades alcanzadas por ese gobierno.

    Considero que lo expuesto permite formarse una idea cabal del extraordinario impulso dado en procura del engrandecimiento del país y de la independencia argentina que soñaban.

    Los últimos años de su presidencia se vieron perturbados por el agravamiento de las relaciones con Buenos Aires, pese a los tratados de amistad y los deseos de integridad nacional.

    Buenos Aires y la Confederación se hallaban en virtual estado de guerra. De nada sirvieron las gestiones oficiales y oficiosas de extranjeros y particulares simpatizantes de la unión.

    Ya planteado el problema y como única solución apelar a la lucha armada, corresponde en la semblanza de Urquiza hasta aquí tratado, considerar la última faceta del mismo, vale decir al Urquiza hombre y estadista, ahora en su rol de militar.

    4. Urquiza Militar

    Previo a tratar este aspecto en particular, creo conveniente mostrar rápidamente, cual si fuera una pincelada costumbrista, la situación política existente en el país en aquella época, a saber:

    Buenos Aires, la poderosa provincia, era la llave de entrada y salida de todos los productos que se importaban o se exportaban.

    Las arcas del tesoro recibían fuertes ingresos provenientes de la aduana, en desmedro de las economías provinciales, las que se veían compelidas a comerciar bajo la intervención monopólica del mayor estado de la época.

    Las provincias eran independientes entre si, pero padecían de un mal que se había enquistado en las clases gobernantes de aquel entonces, y este mal consistía que en su gran mayoría estaban gobernados por gobernadores que en realidad eran caudillos para los cuales su palabra, sus deseos y sus actos constituían la ley, y dejaban sentado que vulnerar sus designios era una falta gravísima y por lo tanto eran pasibles de sanciones y castigos de variada índole.

    Como es lógico suponer, dentro de cada provincia existían hombres que se consideraban en condiciones de ser gobierno, potenciales enemigos de la autoridad existente y promotores de múltiples trabas en la acción gubernamental regional.

    Además, varios gobernadores tenían aspiraciones de expansión territorial, por lo que tenían en su mente la idea de conquista basada en la fuerza y contundencia de las armas.

    Esta situación produjo cruentos enfrentamientos, los que en realidad no eran luchas entre provincias sino guerras entre caudillos.

    Mucha sangre se derramó en estas contiendas, sangre que regó los campos de batalla, y que lo único que se logró fue el atraso regional y el retorno a una vida semi-salvaje.

    Urquiza, si bien no tenía ansias de expansión, debió intervenir en distintos combates en defensa de ataques que se llevaron a cabo contra su provincia, la que era apetecida por caudillos que aspiraban adueñarse del as inmensas riquezas de sus provincia, riquezas logradas en base al trabajo, buena administración y espíritu de progreso, como así también el sentido de respeto y dedicación que supo inculcar a sus subordinados y a sus gobernados.

    No entraré en detalle respecto de las luchas en que intervino, pues no hace mucho más a esta somera monografía, para ello cito estos enfrentamientos armados al solo título infinitivo, en Corrientes, la Banda Oriental y en la propia Entre Ríos.

    Los teatros de operaciones en que intervino fueron: Pago Largo, Sauce Grande, Caaguazú, Arroyo Grande, India Muerta y Laguna Limpia. Por esos lugares mostró su figura victoriosa y su comportamiento correcto y condescendiente para con el vencido.

    El problema suscitado con Buenos Aires llevó a la intervención al Ejército Entrerriano a un enfrentamiento contra las fuerzas porteñas en los campos de Cepeda.

    Desde el mismo campo de combate, Urquiza lanzó una proclama destinada a los hombres de Buenos Aires y expresaba: "Deseo que los hijos de esta tierra y herederos de una misma gloria no se armen más los unos contra los otros, deseo que los hijos de Buenos Aires sean argentinos".

    La actuación cumbre de Urquiza militar se produjo cuando se decidió derrotar a Rosas, culpable y responsable de los virulentos desacuerdos entre porteños y provincianos.

    Para la ocasión Urquiza formó el ejército grande, el que llegó a contar con algo más de veintiocho mil efectivos, y debía concentrarse en Diamante, Entre Ríos.

    El posterior cruce constituyó una hazaña extraordinaria. Urquiza y su Ejército se internaron en territorio santafecino, en dirección a Buenos Aires. Rosas delegó transitoriamente el gobierno de su provincia para ponerse al frente de los efectivos.

    El 3 de febrero de 1852, en las cercanías del Palomar de Caseros tuvo lugar el encuentro entre ambas fuerzas.

    Pocas horas duró la lucha y el Ejército de Rosas se derrumbó y con él a un largo periodo inconstitucional.

    Urquiza triunfador se instaló en la residencia de Rosas en Palermo y entre sus primeras medidas nombró gobernador de Buenos Aires a Vicente López y Planes.

    Secuela de este triunfo fue el Protocolo firmado en Palermo, donde se sentaron las bases para una reunión en San Nicolás de los Arroyos.

    El 3 de mayo de 1852 se suscribió un acuerdo por el cual los gobernantes signatarios manifestaron su propósito de reunir un Congreso constituyente en Santa Fe.

    Reunido el mismo, el Congreso sancionó la Constitución Nacional.

    Urquiza, en el orden interno de su provincia, tenía un acérrimo enemigo llamado Ricardo López Jordán, el cual tenía aspiraciones de gobernante, pero fue dos veces consecutivas postergado por su rival al cual profesaba intenso odio y sorda envidia.

    López Jordán reunió y dio instrucción a un grupo de trámite insurgente de asesinar a Urquiza.

    El 11 de abril de 1870, ese grupo irrumpió en el Palacio San José, donde el héroe de tantas luchas recibió un balazo en la mejilla izquierda y aún herido marchó hacia su dormitorio en busca de un arma, pero fue ultimado antes de cumplir su propósito.

    Luego de estos hechos, la Cámara Legislativa nombró como gobernador de Entre Ríos a López Jordán.

    El Gobierno Nacional sabedor de quien ordenó el asesinato de Urquiza mandó la intervención a Entre Ríos y se generó una lucha civil durante varios años en los cuales la provincia se vio inmersa en el caos, el terror y la muerte.

    La posteridad reconoció tardíamente la obra de Urquiza y comprendió que la organización nacional por él diagramada fue el factor decisivo para lograr la grandeza y prosperidad que posibilitaron que la Argentina tuviera un papel preponderante en el mundo.

     

     

    Autor:

    Lic. Vanesa Barth

    Autor: Cnel. (R) Alfredo Juan Valdez