- Descripción de la Orquídea Rodriguezia leeana
- Hábitos de nidificación
- Sitios de nidificación
- Características de los nidos
- Nidificación
- Estructura de los nidos de Euglossa nigropilosa
- Lugares de nidificación
- Arreglo de las celdas
- El papel de las abejas en la estabilidad de los ecosistemas
- El papel de las abejas en el proceso de polinización
- Interacciones y estabilidad de las comunidades vegetales-animales
- Introducción de las abejas en sistemas agroforestales
- Las orquídeas
- Tallos y hojas
- La flor
- La polinización
- Ecología
- Usos
Las Orquídeas cumplen un papel importante en el ecosistema por cuanto son plantas sumamente evolucionadas e indicadoras de paleoambientes en el caso del género Cattleya. En la Reserva de la Planada no se han hecho estudios profundos sobre el tema de los polinizadores en Orquídeas; sin embargo se han realizado trabajos en otras áreas como sistemática vegetal, en la que se realizó un inventario florístico de las plantas con flores de dicha zona.
En cuanto a la polinización de las Orquídeas no se reportan estudios en el área que presten soporte a la presente investigación.
La razón del presente proyecto, es conocer los polinizadores (las abejas) de la especie de Orquídea Rodriguezia leeana, pues no se conoce con exactitud las especies que la polinizan siendo de gran importancia debido a que permite conocer y mantener las poblaciones naturales tanto de las orquídeas como de las abejas en la reserva.
Además suministrar información sobre densidad o grado de abundancia, hábitat y distribución altitudinal de las especies de abejas registradas.
PALABRAS CLAVES: Rodriguezia leeana; Abejas; Polinización; nidificación; Néctar; Euglossina; Euglossa; Celdas; Ecosistema; Interacción; Orquídeas.
Uno de los ejemplos más interesantes y extraños de engaño, en trampas y manipulación de los polinizadores se encuentran las orquídeas que son polinizadas por abejas euglosinas machos. Los machos de estas abejas son atraídos por el olor producido por estas flores. La abeja no encuentra alimento si no que recoge en la superficie la flor las sustancias químicas que se componen el olor.
Estas abejas visitan otras flores que producen néctar para procurarse el alimento. Al visitar las flores que produce el arma se posan en ellas frotan la superficie y absorben las sustancias químicas con unas almohadillas provistas de pelos que tiene en sus patas delanteras.
Después de cerca de un minuto se lanzan al vuelo y exudan las sustancias de los pelos y las pasan a las tibias traseras aprisionados los pelos entre las tibias y los fémures del par medio de patas. Al efectuar este proceso de pasar estas sustancias aromáticas a las tibias traseras, ocurre la manipulación de la abeja por la orquídea.
Descripción de la orquídea Rodriguezia leeana
Autores de su nombre: H. Ruiz & J.A. Pavon, FL. Peruv. Et chil. Prodr.115.1794.
Etimol: dedicado a M. Rodríguez, botánico español, se distribuye en América tropical
Epifita pequeña que crece sobre arbustos en borde de caminos o zonas abiertas con pseudobulbo pequeño terminado en una o dos hojas. Inflorescencia basal con pocas flores; flor mediana de color vede claro o blanco sépalos laterales unidos y formando una especie de estolón curvo dirigido hacia atrás; sépalo dorsal y pétalos semejantes, lávelo basalmente estrecho, apicalmente ensanchado y con dos lóbulos redondeados, columna con aletas laterales hacia el ápice, polínios dos, estipitados y visidio.
Hábitos de nidificación de las abejas
Se conoce muy poco sobre los hábitos de nidificación de las euglosinas (Dressler, 1982; Young, 1985; Garófalo, 1992) ya que los nidos de estas abejas no se encuentran fácilmente; existen datos solo para aproximadamente el 15% de las especies (Dressler, 1982; Garófalo et al., 1993). Dentro del género Euglossa, la nidificación se caracteriza por incluir principalmente resinas vegetales como material de construcción (Sakagami et al., 1967; Zucchi et al., 1969). Los nidos pueden ser desde ocultos hasta aéreos (Zucchi et al., 1969a).
En el grupo de especies bursigera y cybelia los nidos aéreos de resina pueden ser elipsoides, esferoides aplanados o en forma de gota invertida, unidos a tallitos o en el envés de las hojas (Dodson, 1966; Dressler, 1978; Otero Eberhard, 1989).
Especies del grupo "Piliventris" se destacan por hacer nidos en cavidades (Dressler, 1982), las cuales pueden ser de muy variados tamaños y formas. Sin embargo, Euglossa ignita construye cavidades en masas de musgos y raíces de helechos para hacer sus nidos (Dodson, 1966). De forma similar, E. viridisigma y los grupos de especies purpúrea y cordata, nidifican en cavidades ocultas (Dodson, 1966; Sakagami et al., 1967; Zucchi et al., 1969a) bajo el suelo, en nidos de termitas, madrigueras de Xylocopa spp. (Garófalo, 1992), segmentos de bambú y en otras cavidades aéreas artificiales.
Además, varias especies fabrican sus nidos en frutos secos de cacao (Young, 1986; Olsen, 1988). Las cavidades y otros sitios de anidamiento son forrados con resina y las celdas usualmente son construidas de manera agrupada en una masa irregular. Se ha observado la reutilización de las celdas viejas en E. interfecta (Zucchi et al., 1969b) y en Eulaema nigrita (Santos & Garófalo, 1994).
Euglossa nigropilosa Moure fue descrita de unas abejas procedentes de Tunguragua (Ecuador), colectadas a una altitud entre 700 y 1400 m por el Dr. C. H. Dodson quien reporta la especie como visitante de Costa laevis (Costaceae); los machos fueron colectados con polinarios de las orquídeas Stanhopea florida, Sievekingia jenmani, Rodriguezia leeana, Cycnoches egertonianum y Gongora grossa (Moure, 1965).
En Colombia, E. nigropilosa se distribuye en la zona Andina y existen colecciones para Antioquia y Nariño (Bonilla, 1991). La Reserva Natural La Planada es la localidad de mayor altitud para el género (1800 m), y el registro a mayor altitud para nidos de euglosinas.
Este trabajo describe la estructura de los nidos de E. nigropilosa en la Reserva Natural La Planada.
Esta especie construye nidos en cavidades preformadas, Y cubre con resina los sitios que están en contacto directo con el exterior. El tamaño de los nidos depende de la cavidad en la que esté construido. Siete de los nidos estaban escondidos en cavidades aéreas preformadas, el uno (D) se encontraba semiexpuesto.
A pesar de estar los nidos en sitios protegidos, las abejas construyeron involucro, (Pared de resina que limita la cavidad interna del nido y que cumple una función de protección). Las cavidades en ocasiones no tenían un limite fijo (B, E, y A). Es notable que todos los nidos estuvieran asociados a construcciones humanas entre 0.5 y 3 m del suelo.
Los nidos de las abejas se componen de resina y limitaba con tablas por debajo y por el frente, por una viga de madera en el lado izquierdo y por un involucro resinoso de forma semiesférica que fue retirado para estudiar la parte interna del nido. Había un grupo de celdas dispuestas en diferentes direcciones que dejaban cavidades por donde transitaban las abejas.
En la parte frontal del nido se encontraban dos orificios redondos de entrada, uno arriba y otro abajo en los espacios entre la viga del techo y la tabla frontal. Las dimensiones del nido fueron: 6.7cm de ancho por 9.7 cm. de altura y 4.3 cm. desde la celda más externa hasta la tabla de en frente; la entrada tenía un diámetro de 0.6 cm.
Además se forman segmentos en forma de triángulo rectángulo de 6.2 cm. de base por 12.2cm de alto, el cual en ocasiones contaba con una apertura de salida. La cavidad tenía una profundidad de 5.2 cm. Esta cavidad contenía una agrupación compacta de celdas de resina que medía 1.4 x 1 cm. En la parte inferior de la cavidad había depósitos de residuos de la actividad de las abejas. Tenía 22 celdas activas, de las cuales cuatro estaban en construcción. Se encontraron ocho adultos.
Las partes laterales del nido eran de resina y presentaban una entrada a cada lado; estas entradas eran cerradas en las horas de la tarde y reabiertas en la mañana. Sus dimensiones eran de 3.3 cm. de largo x 2.1 de alto x 2.3 de ancho. En su interior había cuatro adultos.
Kimsey (1987) plantea una hipótesis filogenético para los géneros de Euglosinas basándose en caracteres morfológicos. Las especies que construyen nidos, y que podrían desarrollar actividades sociales, pertenecen a los géneros Eufriesea, Euglossa y Eulaema. Tomando como base las relaciones filogenéticos de estos tres géneros, y los datos sobre características de nidificación en euglosinas que presentan (Zucchi et al. 1969), se discutirán las características de los nidos de E. nigropilosa y se presentarán hipótesis para la aparición de las diferentes características de nidificación dentro de los euglosinos.
Estructura de los nidos de Euglossa nigropilosa.
Orificio de entrada: La entrada a los nidos de E. nigropilosa consiste de un orificio circular en una pared de resina que es construida tapando el acceso a la cavidad interna del nido; está cerrado durante las noches. En E. nigropilosa existe la tendencia a desarrollar este tipo de entradas. Tan solo el nido E no lo presentó, quizás por motivos similares a los que causan que este nido no tenga
Involucro. Este es un comportamiento común en el género Euglossa. E. ignita y E. cordata cierran la entrada (Roberts & Dodson, 1967; González & Gaiani, 1990).
Involucro: Muchas de las cavidades internas de nidos de euglosinas no están limitadas por ninguna construcción realizada por sus ocupantes, ni por involucros, pero los nidos aéreos expuestos de algunas Euglossa spp., que no están limitados más que por paredes de resina, serían arquitectónicamente los más avanzados (Zucchi et al., 1969). Otro caso es el de nidos construidos en el interior de cavidades cerradas sobre el suelo (Zucchi et al., 1969a; Zucchi et al., 1969b; Garófalo, 1985, 1992; González & Gaiani, 1990). Los nidos de
E. nigropilosa son intermedios entre los dos extremos anteriores, ya que aunque son realizados en cavidades preexistentes, presentan una pared de resina que limita el espacio interno del nido. El carácter facultativo de la construcción de este involucro muestra las dificultades que implica el desarrollo de nidos totalmente expuestos, ya que en éstos se genera un gasto energético considerable, mientras se construye la cavidad de nidificación, antes de iniciar las posturas.
No sucede así en nidos construidos en cavidades preexistentes, donde la construcción de celdas de cría puede ser inmediata, y según la cavidad pueden llegar a coexistir un número relativamente alto de hembras adultas, aun sin la construcción de un involucro. La presencia de involucros en algunos de los nidos de E. nigropilosa puede limitar el ataque del parasitoide Monodontomerus argentinus (Otero, 1995a, 1995b), o proteger de ataques de depredadores como arañas.
Las abejas tropicales utilizan diferentes tipos de lugares para hacer sus nidos. Pueden ir desde la excavación de nidos subterráneos con muchos túneles que terminan en celdas para la cría, o la apertura de agujeros en la madera como los hechos por Xylocopa spp., así como la apertura de orificios en plantas herbáceas con tallos huecos como los hechos por las abejas lodalpinas (Michener, 1974).
Las abejas también pueden construir estructuras aéreas de materiales cerosos o resinosos, o vivir dentro de cavidades preformadas que pueden ser subterráneas, en la superficie del suelo o aéreas tales como nidos de otros insectos o aves, madrigueras de mamíferos entre otras. Durante el presente estudio nunca se observó algún nido en el bosque
Las euglosinas pueden tener arreglos desde sus celdas que van desde celdas organizadas en forma irregular, hasta celdas en panal, pasando por celdas en contacto estrecho, celdas dentro de un involucro y celdas en serie (Zucchi et al., 1969a). Este autor presenta una secuencia hipotética de pasos que conducirían a la aparición de esta característica. Combinando esa información con la hipótesis de (Kimsey 1987) planteo una hipótesis sobre la aparición de las preferencias de nidificación en euglosinas. Es de esperar que el ancestro común de las euglosinas habría tenido celdas con un arreglo irregular (Zucchi et al., 1969a). Las celdas en contacto.
El papel de las abejas en la estabilidad de los ecosistemas
En los últimos tiempos se ha establecido que las actividades humanas agotan los recursos naturales, hasta el punto de alterar la composición y la dinámica de los ecosistemas. No obstante, las consecuencias de estos fenómenos no podrán conocerse en el corto plazo (Bawa, 1990). La capacidad que tengan las especies de fauna y flora de adaptarse a estos cambios es incierta, lo cual podría incluso llevar a la extinción de algunas de ellas.
Estos cambios están asociados con usos inadecuados de la tierra como la intervención de terrenos no apropiados para prácticas agrícolas, la utilización indiscriminada de plaguicidas, la introducción irracional de especies no nativas, el cambio climático, las expansiones urbanísticas, entre otros (Monge, 2001; Blanche, 2003). A nivel del ecosistema, las acciones antropogénicas han provocado la fragmentación de los hábitat; esto ha deteriorado la frágil relación entre plantas y polinizadores.
El papel de las abejas en el proceso de polinización
De la polinización depende el éxito reproductivo de las plantas y por tanto la disponibilidad de semillas viables y sanas que permitan la regeneración natural de los bosques (Monge, 2001). Las abejas representan el grupo más importante dentro de todas aquellas especies que sirven como polinizadores, Incluyendo otros insectos, mamíferos y aves (Bawa, 1990).
Las especies de abejas sin aguijón son abundantes en las regiones tropicales y subtropicales del mundo y comprenden uno de los grupos de insectos más diversos e importantes. Poseen una organización social, viven en colonias permanentes y se multiplican a través de enjambres, lo que posibilita reclutar muchos individuos de una misma colonia cuando se tienen las suficientes fuentes de alimento. Pueden ser responsables del 40-90% del éxito reproductivo de las plantas que tienen flor (Brilhante y Mitoso, 1997). Según (Araujo, 2004), 40-90% de las plantas que componen los bosques en Brasil y 33% de las plantas presentes en la mata atlántica, son polinizadas por abejas sin aguijón (Araujo et al, 2004).
Según Bawa, 51,9% de las especies de dosel y 38,6% de las especies del sotobosque son polinizadas por abejas (Bawa, 1990). Se conocen cerca de 400 especies de abejas, de las cuales más de 300 se encuentran en América (Monge, 2001). Alrededor de la mitad de las 1000 especies de plantas que son cultivadas en los trópicos para alimento, producción de especias y medicinas, son polinizadas por abejas.
Por añadidura, cuando los sistemas agroforestales están bien implementados se incrementan los beneficios ofrecidos por estos insectos, ya que las abejas producen más miel bajo condiciones de equilibrio ecológico y multifloral (Monge, 2001). Las abejas sin aguijón se han utilizado ya en forma experimental para la polinización de cultivos al aire libre y bajo condiciones de invernadero. En el Japón, Nannotrigona testaceicornis se ha utilizado para polinizar la fresa; en Costa Rica, Trigona (Tetragonisca angustula) para polinizar la Salvia farinacea; en México, Partamona bilienata para polinizar corcubitáceas; y en Australia, especies de Trigona para la polinización de la macadamia (Monge, 2001).
Interacciones y estabilidad de las comunidades vegetales-animales
La investigación sobre restauración de áreas degradadas por perturbaciones antrópicas se ha enfocado en particularidades del establecimiento, tales como el diseño de los proyectos de reforestación y el costo-efectividad de los proyectos.
Las dinámicas de las áreas restauradas raramente se han considerado en periodos prolongados de tiempo. Sin embargo, son estas dinámicas las que determinan si los esfuerzos para el reestablecimiento de especies en zonas de perturbación antrópica pueden llegar a ser efectivas (Bawa, 1990).
La estabilidad de las comunidades se afecta fuertemente por la especialización de algunas interacciones planta-polinizador. Algunas especies vegetales del bosque húmedo tropical son muy especializadas en sus requerimientos de polinización: el higo (Ficus sp.), por ejemplo, es polinizado por solo una especie de avispa Pegoscapus sp. (Bawa, 1990; Pereira et al, 2000). La alta especificidad está correlacionada con la riqueza de especies en varios niveles taxonómicos (Bawa, 1990). Ficus es el género más grande de la familia Moraceae. Localmente, Ficus tiene un mayor número de especies que cualquier otro género de esta familia.
En el neotrópico, muchos géneros de las familias Annonaceae, Lauraceae y Rubiaceae exhiben alta especificidad y una considerable riqueza de especies. Cerca de 250 de estas especies están adaptadas para ser polinizadas por abejas sin aguijón, por ejemplo, café, aguacate, ajo, cebolla, mango, pepino, tomate, papa, yuca, zanahoria, entre otros (Brilhante & Mitoso, 1997). La deforestación amenaza el papel que las abejas ejercen en la polinización de las plantas con flor (Monge, 2001).
Los árboles son esenciales para la sobrevivencia de las abejas, éstos proveen sitios para la anidación y materiales para la construcción de las colonias (resinas), además se elimina o reduce la disponibilidad de especies que proveen comida a las abejas en estado larval, tales como frutos podridos (Blanche, 2003). El aislamiento espacial, provocado por esta fragmentación, se incrementa, mientras que los rangos de vuelo de los polinizadores se mantienen iguales, por estas razones se reducen el número de colonias de abejas y la polinización. La fragmentación de los bosques evita que los insectos puedan moverse libremente, lo que reduce la disponibilidad de especies de plantas que proveen de néctar y polen (Monge, 2001).
Introducción de las abejas en sistemas agroforestales
La capacidad que poseen algunas comunidades de abejas para incrementar la producción de frutos, así como para elaborar productos de usos múltiples como miel, polen o cera, hacen atractiva su implementación en sistema agroforestales.
Algunas especies de abejas participan de estos tipos de especialización en la polinización. Muchas especies de orquídeas del neotrópico, por ejemplo, son polinizadas por machos de abejas del género Euglossine. Cada especie de
Orquídea puede ser visitada por solamente una o dos especies.
Similarmente, la mayoría de las 20 especies de Dalechampia (Euphorbiaceae) son polinizadas solo por las obreras de las abejas Euglossine (Bawa, 1990).
El ciclo de vida de la avispa está íntimamente ligado con el ciclo de la inflorescencia de la especie de Ficus que es polinizada. Muchas especies de avispas Aganoideas polinizan solo una especie de Ficus, lo cual se mantiene por la respuesta de la avispa a una señal emitida por la planta a través de una feromona. La hembra de la avispa entra y poliniza la flor femenina de la planta cuando cruza por una estructura floral similar a un túnel estrecho, llamado ostiolo, el cual se cierra luego de que la avispa entra. Sin embargo, ella también oviposita en los ovarios de la planta. Luego, tanto las larvas de la avispa como las semillas de la planta se desarrollan por varias semanas. Los machos de la avispa eclosionan primero y fertilizan a las hembras que se encuentran aún en el huevo.
Las flores masculinas de la planta están maduras para entonces, y las avispas adquieren así polen para ser dispersado. Finalmente, los machos de la avispa abren agujeros con sus mandíbulas en el ostiolo, permitiendo a las hembras de su especie dispersarse y buscar una nueva flor receptiva.
La ruptura de estas interacciones influencia la estabilidad de dos maneras. Primero, el efecto puede ser directo: por ejemplo, la pérdida de uno de los participantes de la interacción conduce a la extinción del otro.
El efecto también puede ser indirecto: la pérdida de especies de higos (Ficus) y de las especies de avispas que las polinizan produce la pérdida de especies que no polinizan, pero parasitan las especies polinizadas, este es el llamado efecto de dominó, que puede extenderse en gran parte de la comunidad, dependiendo del número de especies que interactúan y de lo estrecho de las relaciones (Bawa, 1990). Se espera que las fluctuaciones poblacionales de las especies que interactúan en los mutualismos, y que proveen fuentes de hábitat o alimento cuando otras están escasas o no disponibles, tengan efectos drásticos en la comunidad. Los higos, por ejemplo, son una de esas fuentes fundamentales porque proveen frutos y alimento a un gran número de primates y pájaros cuando no existe abundancia de otros frutos.
Así la ruptura del sistema de polinización específico de los higos trae consecuencias en la propia especie, las avispas que lo polinizan y, también, en un largo segmento de la comunidad frugívora.
Los hábitats aislados y pequeños pueden disminuir las poblaciones de otros polinizadores durante algunas épocas del año. Se sabe que los murciélagos, consumidores de néctar y de hábitos nocturnos, y las polillas estacionales, usan fuentes alimenticias de distintos hábitats, donde se involucran diferentes tipos de vegetación, separados por varios kilómetros (Bawa, 1990). Claramente, las interacciones planta-polinizador pueden romperse en estos casos. Las consecuencias para las plantas pueden no ser solamente la disminución del rendimiento reproductivo, sino también la alteración de los patrones del flujo de genes vía polen y semilla (Bawa, 1990). La endogamia resultante puede además reducir la producción de frutos (Bawa, 1990).
El efecto de la fragmentación del bosque en las interacciones planta-polinizador debe asumir especial significancia en los esfuerzos que se realizan para conservar la biodiversidad. La fragmentación extrema y el aislamiento de hábitats pueden afectar drásticamente este tipo de interacciones por lo cual es importante reconocer el papel de las abejas nativas en estas dinámicas e implementar mecanismos que permitan mantener el equilibrio de los ecosistemas en el bosque húmedo tropical.
Las orquídeas son plantas que los botánicos incluyen en las Monocotiledóneas, gran grupo que engloba a familias muy importantes que tienen en común que las semillas al germinar sólo forman un único monocotiledón. Dentro de las monocotiledóneas pertenecen a la familia Orchidaceas, una de las familias botánicas en las que se incluyen algunos de los vegetales más evolucionados.
Las orquídeas han llegado a un enorme grado de complejidad en lo referente a la polinización y germinación de las semillas, de manera que estas plantas tienen una dependencia enorme de otros organismos, como los insectos y los hongos, con los que han establecido asociaciones biológicas complejas y muy especializadas. Tanto es así que incluso podríamos preguntarnos que sentido tienen estos mecanismos tan complejos, cuando otras plantad realizan esas mismas funciones de manera más simple y probablemente eficiente.
Quizás este sea uno de los motivos que haga a este grupo tan fascinante, no sólo para el biólogo o el aficionado a las orquídeas, sino también para cualquiera que tenga la suerte de poder contemplarla; pues aunque las flores de las orquídeas europeas no presenten el exotismo y la vistosidad de sus hermanas tropicales, no por ello dejarán de sorprendernos cuando las observamos en la naturaleza.
Quizá debido a todas las ventajas adaptativas que poseen las orquídeas, es por lo que son unos buenos colonizadores y su distribución es cosmopolita, es decir, se encuentran repartidas prácticamente por todo el mundo; sólo están ausentes en la Antártida, algunas islas y en los más áridos desiertos.
Se estima que el número de especies de la familia Orchidaceae puede ascender hasta las 30.000, pues prácticamente todos los años se descubren nuevas especies, Limneo (siglo XVIII) describió unas 100 especies, y en la actualidad el número de especies silvestres conocidas oscila entre 18.000 y más de 20.000 que se en 750 a 1.000 géneros. Es con diferencia la familia del Reino Vegetal que agrupa a un mayor número de especies y de híbridos naturales; y a pesar de ello no predomina en la vegetación ni excluyen a otras especies. La mayor diversidad pueden encontrarse en regiones tropicales , mientras que en Europa, aunque no están muy bien representadas, podría costar trabajo creer que existen unas 120 especies de orquídeas incluidas en 36 géneros y además son precisamente los países mediterráneos los más ricos en orquídeas del Continente, aunque algunas muy bellas son exclusivamente de la zona norte.
Las orquídeas son plantas herbáceas, perennes, sus tallos generalmente tienen capacidad de almacenamiento de agua; en la base presentan rizomas o tubérculos que quedan enterrados durante los periodos desfavorables para la floración, pero que podrán desarrollar nuevas plantas cuando las condiciones ambientales sean adecuadas, pues son órganos de reserva de agua y nutrientes. En general estos dos tubérculos no se forman simultáneamente, sino que uno es más viejo, el que ha dado lugar a la planta, y que acaba por arrugarse; y el oro, de menor tamaño, irá creciendo y será el encargado de florecer en la primavera siguiente.
En algunas de nuestras orquídeas en vez de tubérculos podemos encontrarlas de dos pseudobulbos, y en otras, raíces rizomatosas. En general, nuestras orquídeas presentan un tallo erecto que oscila entre los 20 y 50 cm. de longitud, aunque con frecuencia encontramos especies que alcanzan los 60-70 cm. Las hojas poseen nerviación paralela como es característico en las Monocotiledóneas, son enteras y con formas diferentes según las especies, aunque generalmente son más largas que anchas; pueden ser gruesas o algo carnosas para almacenar agua; se disponen en el tallo de forma alterna, distica o en espiral, y frecuentemente forman una roseta basal laxa
Las orquídeas que viven en nuestro país, y las europeas en general, presentan unas flores relativamente pequeñas en relación con las más espectaculares tropicales. Al ser menos llamativas, se suelen agrupar en inflorescencias (espigas, racimos, panículas, o umbelas) haciendo que la planta en conjunto sea mucho más espectacular, sobre todo en aquellas en que las flores se agrupan densamente. En esta familia, la flor, se dispone en la axila de una bráctea, presentan una gran diversidad de formas. Sin embargo, existen una serie de caracteres comunes; son flores zigomorfas y poseen dos verticilos, uno externo y otro interno, cada uno de ellos con tres piezas florales o tépalos, en general coloreados, que forman el periantio.
La pieza central del verticilo interno suele estar lobulada y ser de mayor tamaño, coloración y vistosidad que las demás, pues su función es actuar como reclamo y lugar de "aterrizaje" del insecto polinizador; a esta pieza se le llama lávelo, y frecuentemente tiene en su base una bolsita o espolón. La mayoría de las orquídeas son bisexuales, es decir la misma flor posee órganos femeninos y masculinos, y aunque esto sea así, lo normal es que la flor posea mecanismos para asegurar que la fecundación ocurra entre dos plantas diferentes.
Las Flores de las orquídeas han desarrollado los sistemas de polinización más complejos del reino Vegetal. Casi la mitad de las especies de orquídeas son polinizadas por abejas; polillas, mariposas, moscas, hormigas, escarabajos, colibríes, murciélagos y ranas; incluso muchas de ellas se han especializado en ser polinizadas por una única especie de insecto. Nuestras orquídeas están adaptadas exclusivamente a la polinización por insectos; por ello, para aumentar la atracción han ido modificando la estructura del ginostemo y la forma de la flor durante muchos siglos de coevolución. Además del lávelo, el néctar es otro reclamo más, suele depositarse en el fondo de bolsas o espolones cuya longitud y entrada, justo delante del ginostemo, limita el acceso sólo a determinados polinizadores. Los mecanismos de los que se valen nuestras orquídeas para llevar a cabo con éxito la fertilización de sus flores son muy variados, y podrían resumirse en obligar al insecto a adoptar una posición en la cual las polinias se adhieran a su cuerpo, y en segundo término que éste ponga en contacto a las polinias con los estigmas de otra flor.
El hábitat de las orquídeas europeas, y en general las de zonas templadas y frías, es siempre el suelo; cosa que no ocurre en la mayoría de las especies exóticas, que son rupícolas y epifitas. Algunas incluso son parásitas o saprofitas, pues carecen de clorofila, y en ellas las hojas están reducidas a pequeñas escamas. Nuestras orquídeas las podemos encontrar a diferentes altitudes y en distintos tipos de hábitat (prados, bosques, zonas encharcadas) dependiendo de la especie que consideremos.
A pesar del alto número de especies, las orquídeas tienen muy pocos usos. Sin duda el más importante es el ornamental, como flor cortada o viva. El cultivo de orquídeas es la base de una industria de floricultura que alcanza su máxima importancia con las especies tropicales, generando enormes sumas de dinero por el alto precio que adquieren los nuevos híbridos o ciertos ejemplares exóticos. Pero todo este interés, junto con la destrucción o alteración de los ecosistemas en los que viven las orquídeas, ha derivado en que al menos unas 5.000 especies en el mundo se hallen en peligro de extinción.
Afortunadamente, la legislación actual protege a muchas especies de orquídeas frente a la recolección y su comercio; lo que unido a las técnicas de propagación vegetativa y a la declaración de muchos enclaves como Espacios Naturales Protegidos, están ayudando a la conservación de las orquídeas.
Por todo ello se recomienda que se las admire en el campo, se las conozca y las respete, pero que no las recolecte.
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Guerly Muñoz Motta
Bibiana Maria Bonilla Hernández
Bibian Acosta
Carolina Romero
Facultad de ciencias.
Universidad del Tolima
República Colombia
17 DE NOVIEMBRE DE 2005