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El proyecto de la Revolución Ciudadana: hacia el socialismo del Sumak kausay (buen vivir) (página 2)

Enviado por Marcelo Villamarín


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El cambio de la matriz productiva se sustenta en varios pilares: la transformación de la matriz energética que permitirá producir y exportar energía limpia, lo cual a su vez, redundará en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población tanto urbana como rural; el desarrollo de la industria con alto valor agregado, entre cuyas ramas se mencionan la metalmecánica, la petroquímica, la construcción de astilleros, la farmacéutica (aprovechando la riqueza de la biodiversidad del Ecuador), para solo citar unas cuantas; la potenciación del talento humano que debe orientarse a la producción de bio-conocimiento y la generación de recursos infinitos[41]el fortalecimiento del sector servicios, especialmente el turismo comunitario, etcétera, etcétera.

Pero, más allá de los aspectos puramente económicos, relacionados con el proceso de acumulación de la riqueza social, imposible de conseguir bajo las condiciones de dependencia estructural de nuestra economía con respecto al mercado mundial, el cambio de matriz productiva tiene como norte, según se dijo, la construcción de la Sociedad socialista de conocimientos, en la cual el acceso a la ciencia, la tecnología, al arte y todas las manifestaciones culturales, y a los conocimientos en general, tenga como finalidad el goce y el disfrute de los bienes naturales y espirituales, mediante la superación de la "esclavitud cognitiva e ideológica" (Antonio Salamanca S., 2013, 10) a la cual nos tiene sometidos la sociedad capitalista del conocimiento.

A modo de conclusión digamos solamente que el proyecto político de la revolución ciudadana tiene un largo camino por recorrer. Ese camino es complejo, presenta avances y retrocesos, y no siempre es posible visualizar la meta de largo plazo debido al carácter impredecible de la historia. Admite varias lecturas, desde aquellas que le niegan la posibilidad de convertirse en una alternativa viable para salir del capitalismo, hasta las lecturas que lo descalifican por ser utópico. Pero, en lo fundamental, creo que es una invitación a asumir el reto de ser históricamente nosotros mismos. Quizá por primera vez en la historia ecuatoriana se ha logrado formular, desde la izquierda, un proyecto que pretende conjugar las posibilidades reales de nuestra historia con las grandes utopías del pensamiento emancipador.

Cuenca, junio de 2014

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Autor:

Marcelo Villamarín[42]

 

[1] “Fascinados”, es el adjetivo que emplea el filósofo ecuatoriano David Cortez, especializado en la investigación sobre temas relacionados con el Buen vivir desde la óptica de las culturas ancestrales. “Muchos intelectuales críticos del mundo– dice – tanto de los llamados nortes como de los llamados sures, quedaron fascinados pocos años atrás ante la puerta que se abría con la emergencia en las constituciones de Ecuador (2008) y Bolivia (2009) del buen vivir (sumak kausay en kichwa, suma qamaña en aymara), una forma alternativa de entender el desarrollo……”. Ver En busca del sumak kausay (dossier), Revista Iconos, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), No. 48, enero 2014, Quito.

[2] Distingo entre sectores de izquierda socialista e indigenista debido al peso específico de las reivindicaciones programáticas. En términos generales, la izquierda socialista tiene como eje matriz la lucha por la igualdad social y la justicia redistributiva, mientras la izquierda indigenista principaliza el paradigma del “reconocimiento” y la “identidad”. Ver Nancy Fraser, “La justicia mundial y la renovación de la tradición de la teoría crítica”, en Christian Laval et alia, Pensar desde la izquierda. Mapa del pensamiento crítico para un tiempo en crisis, 1era. edición, Errata naturae editores, Madrid, 2012.

[3] El término “populismo” ha sido degradado por la literatura sociológica no solo del Ecuador sino de América Latina, hasta que Ernesto Laclau ha logrado reivindicarlo con una fundamentación filosófica muy fuerte. Puede consultarse al respecto su libro La razón populista, 1era. edición, 6ª. reimpresión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011.

[4] El autoritarismo de Correa es juzgado tanto por la derecha como por las izquierdas desde la óptica de la utopía liberal. Se parte del supuesto de que la “esencia” de la sociedad es la armonía (Ernesto Laclau), la misma que genera consensos a través del diálogo como el único instrumento válido para la gestión de la política. Bajo esta óptica, el ejercicio legítimo, pero fuerte, del poder que se sitúa en medio del antagonismo propio de las sociedades de clases es condenado como autoritarismo.

[5] Atilio Borón plantea sustituir el término “recursos naturales” por el concepto de “bienes comunes”. El primero tiene una connotación utilitaria y no refleja el verdadero significado de la relación recíproca entre el ser y humano y la naturaleza; por el contrario, el de bienes comunes es un concepto que dimensiona el respeto por la naturaleza sin dejar de aprovechar sus frutos para el bienestar humano. Ver Atilio Borón, Pachamamismo vs. Extractivismo, Campaña Nacional por el Libro y la Lectura, Quito, 2013.

[6] Solo una fracción minoritaria, dirigida por los “líderes históricos” del PSE-FADI, plegaron a la oposición, mientras que el grueso de sus filas continúa apoyando a la revolución ciudadana.

[7] René Ramírez Gallegos, ex Secretario de SENPLADES y actual Secretario de la SENESCYT es, probablemente, el teórico más importante del nuevo socialismo ecuatoriano, creador – hasta donde yo conozco – del concepto de “biosocialismo republicano”. Su formación de economista se complementa con los estudios especializados en políticas públicas, realizados en Estados Unidos, México, Holanda y Ecuador. A lo largo de esta exposición aludiremos con mucha frecuencia y de manera preferente a sus obras por la razón mencionada. La obra en la cual alude específicamente al concepto en mención se titula Socialismo del sumak kausay o biosocialismo republicano.

[8] “Creo, y creemos en el gobierno, dice Correa, que falta racionalizar mucho esta noción – porque todavía está a nivel de noción – del Socialismo del siglo XXI; falta empaquetarlo, falta darle fuerza conceptual, teórica…”. Ver “Por fin América Latina se atreve a generar pensamiento propio: el Socialismo del Siglo XXI” en Ecuador y América Latina, Socialismo del siglo XXI, Nina Comunicaciones, Quito, 2007, p. 19.

[9] Leonardo Ogaz, “Nuestro juramento, manifiesto ideológico de Alianza País”, versión en internet difundida por mail. Puede consultarse también en www.rebelion.org, y en www.kaosenlared.org. Al leer estas palabras uno no puede dejar de preguntarse en qué están soñando algunos intelectuales ecuatorianos. ¿Tal vez habrían esperado que la Constitución eliminase el mercado y la propiedad privada en nombre de un imaginario proletariado, para que deje de ser el proyecto de las clases medias izquierdosas?

[10] Alejandro Moreano, “Que se vaya”, www.lineadefuego.org, octubre 2013.

[11] Mateo Martínez Abarca, El Cascabel del Gatopardo. La revolución ciudadana y su relación con el movimiento indígena, FLACSO –ABYA YALA, Quito, 2011, p. 42. Lo que dice Martínez es parcialmente cierto, pues – desde la óptica de la revolución ciudadana – los procesos históricos no son lineales y estamos lejos de superar las diferentes formas de capitalismo que en la actualidad son dominantes en la economía ecuatoriana. Y en siete años de gobierno no puede haber un “giro copernicano”, dadas las condiciones objetivas en las que se desenvuelve el proceso. Tales expresiones son una muestra más de lo que Bolívar Echeverría denomina el “mito de la revolución”.

[12] Eduardo Gudynas es investigador del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES) en Montevideo, Uruguay. Es uno de los críticos más acérrimos de las políticas “neoextractivistas” de los “gobiernos progresistas” de América latina. En otros trabajos hemos tratado con mayor extensión y profundidad el tema del neoextractivismo.

[13] Gudynas, hablando de los “gobiernos progresistas”, entre los cuales incluye sin ninguna discriminación a los de Pepe Mujica en Uruguay, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, junto a Michelle Bachelet, Cristina Fernández de Kirtschner y Lula-Russef, señala que “han desembocado en un capitalismo benévolo”: se aceptan las condiciones básicas del capitalismo, pero se entiende que pueden existir reformas y ajustes que podrían reducir o amortiguar algunos de sus efectos más claros tales como la pobreza y la desigualdad…” Ver Eduardo Gudynas, “Si eres tan progresista, ¿por qué destruyes la naturaleza? Neoextractivismo, izquierda y alternativas”, Ecuador Debate, No. 790, 61 – 68, CAAP, Quito, 2010, p. 68.

[14] Mateo Martínez, op. c. p. 42. Tal vez éste es el ejemplo más expresivo de la tendencia a mirar el socialismo como resultado en lugar de verlo como proceso. Empleando los mismos argumentos estadísticos de Martínez, se podría decir todo lo contrario: son síntomas de un cambio que, ciertamente, no implica un giro copernicano como quiere el autor, pero es un cambio que se orienta hacia este nuevo socialismo.

[15] Sin tratar de ser exhaustivo y ciñéndome a los límites de este trabajo, puedo señalar los nombres de Atilio Borón (argentino), Michael Lowy (argentino) Martha Harnecker (chilena), Isabel Rauber (cubana), Juan Carlos Monedero (venezolano), David Cortez (ecuatoriano), Juan Paz y Miño Cepeda (ecuatoriano), Alberto Acosta (ecuatoriano), Germán Rodas (ecuatoriano), Valter Pomar (brasileño), Boaventura de Sousa Santos (portugués), Alvaro García Liniera (boliviano), Roberto Regalado (cubano), Atahuallpa Oviedo Freire (boliviano) Francisco Eduardo Flor (ecuatoriano), Fander Falconí (ecuatoriano) y un larguísimo etcétera. Personalmente me ha llamado la atención el caso del pensador portugués Boaventura de Sousa Santos, a quien conocí como referente intelectual durante la Asamblea Constituyente de Montecristi, quien señala, en uno de sus últimos artículos, que “el proyecto” de Rafael Correa consiste en “modernizar el capitalismo ecuatoriano”. “Se trata, dice, del capitalismo del siglo XXI. Hablar del socialismo del siglo XXI es, por el momento, y en el mejor de los casos, un objetivo lejano”. Esta expresión de Boaventura debería interpretarse, a mi juicio, como un involuntario desliz semántico, pues, aunque nuestro pensador no se cuente entre los fieles admiradores de Marx, estoy seguro que no quiso decir que el socialismo debe ser propuesto como un objetivo cercano. Incluso la expresión “modernizar el capitalismo ecuatoriano” resulta extraña, cuando él mismo afirma, descalificando a los opositores de las izquierdas, que “se puede discutir si los gobiernos de Correa son de izquierda o de centroizquierda, pero me parece absurdo considerarlos de derecha, como pretenden algunos de sus opositores de izquierda”. Ver el artículo “¿La revolución ciudadana tiene quien la defienda?”, versión obtenida a través de Facebook.

[16] Ver el artículo “Las vicisitudes históricas del marxismo” de Marcelo Villamarín, publicado en la Revista Ecuatoriana de Pensamiento Marxista, número 17, Quito, 1990.

[17] Roberto Regalado, “De Marx, Engels y Lenin a Chávez, Evo y Correa. Reforma y revolución entre imaginario y realidad”, en América latina hoy, ¿Reforma o revolución?, Oceansur, México, 2009, p. 35

[18] Éste es un concepto que está siendo construido por la filosofía política, razón por la cual su contenido no es unívoco. Sin entrar en mayores detalles, por no ser motivo de este trabajo, digamos que se emplea el término para expresar la idea de que en el centro del accionar político se encuentra la idea de poder. Es realista una política que se orienta a conquistar, defender y /o consolidar el poder, para lo cual a menudo tiene que hacer concesiones en cuanto a sus principios universales de carácter ético o filosófico.

[19] El concepto de “función utópica” le corresponde al filósofo latinoamericano Arturo Andrés Roig, quien lo utiliza para diferenciar la utopía como relato, la cual efectivamente ha perdido vigencia, y la función utópica vigente en los discursos emancipadores que mantienen la esperanza en un mundo igualitario, libre y soberano, la misma que alimenta la acción de los sujetos sociales y de las voluntades colectivas que no se someten al sistema imperante. El tema ha sido abordado en Marcelo Villamarín, “Crisis de paradigmas y nuevas utopías: el socialismo del siglo XXI”. marcelovillamarin.blogspot.com.

[20] GoranTherborn, “Las nuevas fronteras de la izquierda en el siglo XXI”, en Blackburn, Robin et alia, Nuevas fronteras de la izquierda, IAEN, Quito, 2012, p. 130.

[21] Esta expresión, conceptualmente muy rica, es frecuente en la Teología de la Liberación, especialmente en ese importante pensador latinoamericano Franz Hinkelamnert, pero ha sido trabajada también por pensadores marxistas que ven con simpatía todos los movimientos de liberación y emancipación anticapitalistas. Es el caso, por ejemplo, de Michael Lowy, pensador marxista, que trabaja el tema de la idolatría del mercado en un ensayo publicado en la Revista Pasos. Ver, “La idolatría del mercado. La crítica del fetichismo del mercado capitalista. De Marx a la Teología de la Liberación”, en Revista Pasos No. 86, Departamento Ecuménico de Investigaciones, DEI, Costa Rica, 1999.

[22] La noción de “bienes comunes” ha sido explícitamente empleada por Atilio Borón en reemplazo de aquella otra de “recursos naturales”, porque expresa mejor la idea de respeto a la naturaleza, acorde con la nueva concepción del socialismo del sumak kausay, enriquecida además por la postura de Fander Falconí expresada en su Conferencia, “El socialismo del siglo XXI y la aplicación de modelos políticos y económicos en Suramérica”, SENPLADES, Quito, mayo 2012.

[23] Patricio Carpio Benalcázar, “Ecuador. El buen vivir, más allá del desarrollo: la nueva perspectiva constitucional”, ponencia presentada en La Habana, junio de 2008, publicada en ALAI, América Latina en Movimiento.

[24] René Ramírez, “Una gran transición para una gran transformación”, en Las nuevas fronteras de la izquierda, p. 135.

[25] Orlando Pérez, El socialismo ya no es lo que era… Y su nuevo rostro, ¿se perfila más latino? El Telégrafo, viernes, 13 de abril de 2012.

[26] David Cortez es un filósofo y sociólogo ecuatoriano graduado en la PUCE, con estudios de posgrado en el exterior, dedicado a investigar el tema del buen vivir en la constitución de 2008 y la correspondiente génesis del concepto, recurriendo a las tradiciones ancestrales.

[27] El filósofo marxista ecuatoriano Bolívar Echeverría, recientemente fallecido, se planteó ya hace algunas décadas el problema de cómo construir desde América Latina una modernidad no capitalista, lo cual conviene rememorar en momentos en que sus reflexiones parecerían encontrar un cauce apropiado en el ejercicio de la política. En su ensayo “Modernidad y capitalismo” (15 tesis), señala lo siguiente: “… no está fuera de lugar poner una vez más en tela de juicio la vieja certeza – remozada ahora con alivio, después de la “lección del desencanto” – que reduce el camino de la modernidad a esta huella y da por sentada la identidad entre lo capitalista y lo moderno; averiguar otra vez en qué medida la utopía de una modernidad post-capitalista – ¿socialista? ¿comunista? ¿anarquista? – es todavía realizable”, Ver Bolívar Echeverría (Echeverría, 2011), Ensayos políticos, con el estudio introductorio de Fernando Tinajero, Ministerio Coordinador de la Política, Quito, 2011, p. 118.

[28] Helio Gallardo, Crisis del socialismo histórico: ideologías y desafíos, 1era. edición, San José Costa Rica, DEI, 1991, p. 16.

[29] Rafael Correa D., “El socialismo del siglo XXI y su aplicación en modelos políticos y económicos en Sudamérica”, Conferencia Magistral dictada en la Academia de Guerra Naval, Guayaquil, 8 de mayo de 2012. www.presidencia.gob.ec

[30] Al respecto del papel del mercado y su relación con el Estado y la sociedad, Robin Blackburn, científico social británico, profesor e investigador de las universidades de Boston, La Habana, Londres y México, plantea una hipótesis sugerente que merece mayor atención de la que podemos prodigarle en estas páginas. Señala que una de las razones más plausibles que explican la crisis del socialismo histórico es la supresión o el intento de supresión del mercado por parte de los regímenes de la ex – URSS y Europa del Este. Ver el libro de autoría colectiva, Heraclio Bonilla (editor), Después de la caída: el significado de la crisis del socialismo para América Latina y Europa del este, 1era. edición, FLACSO, Quito, 1992.

[31] No podemos, como es obvio, abordar a profundidad los temas enunciados y nos vemos obligados a remitir al lector hacia otros autores. Recomendamos leer atentamente el ensayo de Martha Harnecker, “El nuevo modelo económico del socialismo del siglo XXI. Algunos elementos para la discusión” en Los nuevos retos de América Latina: socialismo y sumak kausay, SENPLADES, Quito, 2010, p. 78 – 89.

[32] René Ramírez, “Una gran transición para una gran transformación. Reflexiones a partir de la iniciativa Yasuní – ITT”, en Nuevas fronteras de la izquierda, p. 135.

[33] De acuerdo a la SENPLADES, EL 64% de ocupados a nivel nacional pertenecen al subsistema de la Economía Popular y Solidaria (EPS), el 29% a la economía privada y el 6% a la economía pública, En el sector financiero popular y solidario, existen cerca de 20 mil entidades financieras, frente a 37 del sector privado Y 9 del público. ¿No podría pensarse, aunque sea hipotéticamente, que ésta es la base social en la que deben reproducirse las nuevas relaciones sociales susceptibles de entrar en competencia con las relaciones capitalistas de producción? Ver SENPLADES, Plan Nacional del Buen vivir, 2013 – 2017, p. 263.

[34] El problema de los opositores de izquierda es que adoptan una postura metafísica desde la cual elevan su crítica. Esta postura les obliga a tomar una parte del proceso como si fuese el proceso total; o a confundir el proceso con sus resultados. Para muchos el proceso es neo desarrollista, cuando en realidad este llamado neo desarrollismo puede visto desde otra óptica como un conjunto de medidas limitadas por la relaciones de fuerzas a nivel nacional e internacional, es decir como una fase transitoria del proceso en su conjunto.

[35] René Ramírez, “Izquierda y “buen capitalismo”…, p. 37.

[36] Fernand Braudel (1902-1985), historiador y filósofo francés, creó las categorías de larga duración (cambios estructurales), mediana duración (coyuntura) y corta duración (acontecimiento) para interpretar los fenómenos históricos.

[37] “El mito de la revolución como una acción que es capaz de refundar la sociedad después de arrasar con las formas cultivadas y transformadas por el ser humano durante milenios, de borrar la historia pasada y comenzar a escribirla sobre un página en blanco, corresponde a ese antropocentrismo idolátrico de la edad moderna”, Bolívar Echeverría, op. c. p. 163.

[38] El tema de la civilización capitalista y la crisis civilizatoria que conlleva ha sido abordado, entre otros pensadores latinoamericanos, por Fander Falconí a cuyo texto remito al lector para profundizar en el enunciado que esbozamos en esta parte. Ver Fander Falconí, Al sur de las decisiones. Enfrentando la crisis del siglo XXI, Editorial El Conejo, Quito, 2014.

[39] Ver Antonio Salamanca Serrano, Sociedad Socialista de Conocimientos, Cuadernos subversivos, IAEN, Quito, 2013.

[40] SENPLADES, Plan nacional del Buen vivir, 2009-2013, Quito, 2009, p. 93.

[41] El conocimiento es un bien infinito, a diferencia de los bienes materiales cuya existencia fenece con el consumo. El conocimiento, en cambio, se reproduce constantemente a través de la experiencia, la reflexión y la práctica social, sin ninguna limitación. Una cosa es producir una máquina, pero otra cosa es crear la idea de la máquina. La máquina se consume pero la idea permanece infinitamente y puede ser aplicada a otros procesos para producir nuevas máquinas. En el contexto del cambio de matriz productiva que se analiza, se trata precisamente de desarrollar al máximo el talento humano mediante el aprendizaje de los mecanismos y habilidades para aprender, crear, innovar, inventar. No es lo mismo vender una máquina que vender la idea de la máquina. Aquella es finita, ésta es infinita. Estas consideraciones implican la insistencia con que el gobierno nacional impulsa los cambios en la educación y una radical transformación de la educación superior para superar el colonialismo cultural.

[42] Doctor en Filosofía, catedrático universitario, ex docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito. Ha escrito varias obras y ensayos relacionados con el socialismo y el marxismo. También ha cumplido funciones políticas como asesor de la Asamblea Constituyente de Montecristi, Presidente de la Junta Provincial Electoral de Imbabura y Gobernador de la misma Provincia, entre otras funciones.

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