Para determinar alguna relación entre los conflictos sociales y las asimetrías regionales debemos primero especificar de qué tipo de conflictos estamos hablando. Si tomamos como marco lo expuesto por los autores del libro Sociología Argentina que nos ocupa tendremos que explayarnos dentro de las tensiones provocadas exclusivamente por la superposición de culturas y dejar de lado otro tipo de conflictos sociales, lo cual a mi entender no agota el tema sino se convierte solamente en una mera introducción.
En este sentido, cabe preguntarnos si las asimetrías regionales constituyen o no un caso de culturas superpuestas. En efecto los códigos que manejan grupos tan distantes como los habitantes de Buenos Aires y los que por ejemplo alcanza a dominar un habitante de la Puna son bastante disímiles. La diferencia en el uso de estos códigos constituyen una prueba de que existen asimetrías regionales en lo cultural, – en el lenguaje, en este caso – y que este estado de cosas se puede considerar como una estructura de causalidad.
Con respecto a la aplicación de la globalidad – cultural, al menos – en lo local se manifiestan también características sui generis que dependen tal vez de los mismos factores que dieron origen a las asimetrías regionales (Vgr. los aspectos geográficos)
Con respecto a la clasificación bastante acertada que los autores hacen con respecto a los sistemas culturales superpuestos podemos inferir que entre el Litoral y el Interior han existido ejemplos elocuentes. En primero lugar se pueden registrar casos de sistemas complementarios al considerar la manera única cómo algunos aspectos culturales, por ejemplo la religión católica, se sumerge en lo pagano y da lugar a una idiosincrasia religiosa bastante original.
Se registran sistemas contradictorios evidenciados en la intransigencia demostrada por los actores de los modelos políticos que intentaron ponerse en vigencia durante los comienzos del siglo XIX y estos modelos también coinciden – aunque a veces con débil precisión – con las regiones bien diferenciadas de nuestro país: asimetrías regionales y "asimetrías" políticas. A esto se le suman todas las expectativas sociales provocadas por dicho enfrentamiento.
No cabe duda que existe una relación de lógica causal entre los conceptos relacionados en este breve análisis. Por un lado aspectos geográficos como la magnitud de estos territorios, aspectos culturales como la herencia recibida del antiguo virreinato y la superposición de la vorágine inmigratoria, aspectos económicos como el monopólico comercio porteño o la marginación de las economías regionales, provocan asimetrías entre regiones bien diferenciadas y estas asimetrías a su vez, serán necesariamente causales de tensiones sociales siempre que grupos humanos locales no logren expectativas básicas de igualdad y justicia.
A su vez, estas asimetrías se potencian y se alimentan desde estas tensiones sociales y conflictos. En Pergamino, nuestra ciudad siempre se afirma que somos "porteños" de segunda o provincianos de cuarta. En Buenos Aires nos hacen sentir, a veces como provincianos y en el interior, somos porteños. Triste falta de identidad la de los pueblos que descansan a la sombra de la gran urbe pero no gozan de su privilegios.
Hábitat, desempleo y proceso de socialización.
En el texto se plantea una idea que me parece importante analizar. La condición de pobre no necesaria o exclusivamente se relaciona con la no adquisición de bienes económicos. Resulta, sobre todo, de las formas de interacción social y de las relaciones de poder que la condicionan.
Ahora bien, esta "condiciones" que le impone la estructura social al sujeto en situación de pobreza también influye en su manera particular de socialización.
Teniendo en cuenta, por otra parte, que el hábitat en que el sujeto desarrolla su actividad cotidiana le permite interactuar con diferentes y determinados miembros de su comunidad – piénsese por ejemplo en las relaciones entre vecinos de un barrio – se llega a la conclusión de que el hábitat también contribuye a la efectiva socialización del individuo.
He tenido en las clases la posibilidad de experimentar con los micro-hábitats de los alumnos – por ejemplo la ubicación de ellos en relación con la de los diferentes compañeros – demostrando que la ubicación de los alumnos dentro del aula condiciona – favoreciendo o dificultando – su proceso de socialización.
La especificidad del hábitat le otorga a éste una inserción en un contexto histórico y contribuyen a conformar su identidad.
El habitar un determinado lugar mientras influye sobre los procesos de socialización lo hace además sobre las posibilidades del sujeto para acceder a los empleos. La imposibilidad de integrar el ámbito laboral implica para el sujeto la renuncia al ascenso social y a a los niveles superiores de la educación, la resignación frente a las posibilidades de conseguir seguridad social o manejo de la tecnología, lo que le impide además iniciar importantes procesos de socialización.
El texto analiza acertadamente distintos tipos de hábitats como lo son la villa, los barrios autoconstruidos y los asentamientos. En cada uno de ellos se aprecia una especial manera de condicionamiento sobre los procesos de socialización y a la vez se lo relaciona con aspectos psicológicos de autoafirmación, mejoramiento de la autoestima y crecimiento de la personalidad, aspectos que, por otra parte le facilitan o dificultan al individuo el acceso a los empleos.
Así como el hábitat "villa", por ejemplo, impide al individuo desarrollar procesos adecuados de socialización, los barrios autoconstruidos – al fomentar la cooperación, y el desarrollo de capacidades de autogestión – los favorece notablemente.
La estratificación social de Pergamino, Provincia de Buenos Aires
Me parece conveniente, antes de referirme al análisis de la estructura social de nuestro medio explayarme sobre los datos demográficos más relevantes.
La población del Municipio de Pergamino se eleva a 94.592 habitantes, según el Censo Nacional de Población y Vivienda de 1991, distribuidos en un área de 2.950 kilómetros cuadrados, esto significa que tiene una densidad de aproximadamente 32 habitantes por kilómetro cuadrado.
La población de Pergamino se distribuye de manera poco uniforme en el territorio municipal, solamente la localidad de Pergamino concentra el 83,77 % del total de la población municipal.
Respecto a la distribución por edades se puede observar que la pirámide poblacional pergaminense presenta, en proporción una base ligeramente más estrecha que la del total del país mientras que el 18.41 % de los habitantes del municipio posee entre cero y nueve años de edad. Esta franja etaria representa el 20,32 % del total de la población del país.
Los habitantes menores de 14 años representan el 27,27 % de la población del municipio, ligeramente inferior que el guarismo correspondiente a la población argentina.
La proporción de la población económicamente activa asciende a un 63 % del total, ligeramente inferior que la media del país, lo que indica un coeficiente de dependencia potencial levemente superior al del total del país.
Con respecto a las viviendas se puede indicar que un 10.90 % de la población que habita en viviendas particulares sufre alguna Necesidad Básica Insatisfecha (NBI), siendo la condición de hacinamiento la que afecta en mayor grado a la población municipal: casi un 7%.
Predomina en el municipio la vivienda tipo "A" y el departamento (74,30%). El 66,22 % de las viviendas ocupadas posee servicios de agua corriente. En promedio cada vivienda particular ocupada alberga a 1,04 hogares y a 3,45 personas.
So observamos la concentración de viviendas particulares ocupadas en las áreas metropolitanas se deduce que existe un polo de asentamiento poblacional en la localidad de Pergamino donde se localiza el 89 % del total de viviendas.
La situación de precariedad habitacional más frecuente en las viviendas del municipio es la falta de disponibilidad de agua potable o no disponibilidad de baños internos adecuados.
La Población Económicamente Activa municipal representa un 56 % de la población de 14 años o más. La población ocupada se distribuye por categoría ocupacional de la siguiente manera: obrera o empleada: 55,68 %; trabajadores por cuenta propia o patrón: 34,04 %; trabajadores familiares sin remuneración fija: 4,25% y servicio doméstico: 5,94 %.
La privilegiada situación geográfica, tierras llanas y fértiles y el espíritu de trabajo de sus habitantes determinaron un rápido crecimiento del partido que se manifestó en el volumen de su producto bruto interno. Existe una importante incidencia del sector primario, cuya actividad más importante es la agricultura.
No obstante, el sector de mayor crecimiento en los últimos años del siglo XX ha sido el terciario (comercio, transporte y otros servicios). El sector secundario, por el contrario muestra un continuo proceso de involución.
Estos indicadores socio demográficos, y otros que por razones de espacio no podemos exponer aquí, denuncian la existencia de una estructura social bastante similar a la que plantea el autor. Efectivamente existe una clase alta formada sobre todo por propietarios de campos y empresarios, relacionados íntimamente con los sectores primarios – sobre todo en relación con la agricultura. Esta clase incluye a algunos profesionales autónomos, algunos de los cuales inclusive participan de la política local.
La clase media presenta un estrato autónomo comprendido por profesionales y propietarios de pequeñas empresas, muchas de ellas dedicadas a la confección o relacionadas con la producción metalmecánica. Existe un estrato asalariado constituido por empleados públicos y privados que reciben un salario, vendedores libres, profesionales y técnicos contratados por empresas agropecuarias y comerciales y empleados de servicios como el comercio, el transporte y entidades financieras.
En la clase obrera, se hallan obreros de empresas del sector secundario y peones y jornaleros del sector primario. Además se registra la existencia de trabajadores marginales, sin inserción fija en el ámbito laboral: son peones no calificados y empleados domésticos.
Autor:
Fernando R. Morro
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