- Las generaciones del 37 y 80
- Asimetrías regionales y tensiones sociales
- La estratificación social de Pergamino, Provincia de Buenos Aires
Las generaciones del 37 y del 80
La institucionalización no es una preocupación de los hombres de la generación del 37, al menos como lo fue para los de la generación del 80 que vieron en el orden legal un cimiento necesario para la "Paz y la Administración".
La generación del 37 se siente heredera de la gesta de mayo aunque no se resigna con la dialéctica unitaria-federal sino más bien intenta una superación de este esquema que considera caduco, perimido y antinacional.
La del 80 siente que debe encarar la construcción de un nuevo país desde un modelo económico coherente, la agroexportación. Lo económico no cabe casi en la posición idealista con toques de utopía que plantean hombres como Echeverría y Alberdi. Ellos son teóricos, mientras que sus sucesores del ochenta son más pragmáticos, les cabe concretar las ideas más que pensarlas, llevar a la práctica el modelo más que su diseño.
Los hombres del 37 desdeñan muchas veces la función pública refugiándose en la postura del teórico que da consejos desde el púlpito mientras que los hombres del 80 consideran los puestos políticos como puertas abiertas a la posibilidad de cambio. Tampoco se detienen en discusiones que consideran agotadas sino que muchas veces, apostando al progreso indefinido, procuran su propio beneficio confiando en que el progreso nacional vendrá como una consecuencia insoslayable. El carácter inalienable de su obra otorga también una nota de inescindibilidad a su accionar privado junto a la tarea pública.
Asimetrías regionales y tensiones sociales
En primer lugar. Conviene caracterizar, aunque sea brevemente, los tipos de asimetrías regionales que se dan en nuestro país. Estas estuvieron y están necesariamente condicionadas por factores geográficos y demográficos propios cuyos indicadores delatan claramente las diferencias culturales que las provocan.
Recordemos, al igual que el texto de Gerlero y Cardinaux que el desarrollo de la economía de nuestro país no ha tenido el mismo efecto en el Interior del mismo como en la zona pampeana o si se quiere Litoral. Desde los comienzos de la aplicación de proyectos más o menos serios y firmes sobre el desarrollo económico de Argentina se evidenciaron un diferente tratamiento de ambas realidades otorgándole preponderancia a la zona litoraleña sobre el resto del país.
La mayoría de los dirigentes políticos y que a su vez conformaban la elite social y económica de la Argentina gobernaron para sus propios intereses y estos se encontraban mayoritariamente localizados en la zona pampeana. Si a esto le sumamos que el proyecto elegido – después de la segunda mitad del siglo XIX sobre todo – fue el agroexportador, y teniendo en cuenta que este modelo tuvo su epicentro en la pampa húmeda, podemos inferir que el interior del país no se vio favorecido por políticas proteccionistas de sus industrias y explotaciones.
Solamente algunas de ellas, como fue el caso de Tucumán y Mendoza, –y porque convenía coyunturalmente – fueron protegidas ya muy entrado el siglo XX.
Cuando se produce la afirmación y consolidación del modelo económico liberal, ya existen en el país dos zonas bien diferenciadas: el Litoral – cuyo centro es el puerto de Buenos Aires – y el Interior siempre dejado de lado al diseñar políticas económicas.
Aún más tarde cuando este modelo se extingue por diferentes factores internos y sobre todo externos, comienza un proceso de industrialización por sustitución de importaciones que también tiene sus centros de producción en las grandes ciudades del Litoral argentino. Una vez más- y con otro modelo- el Interior queda excluido. Esto nos lleva a pensar que las asimetrías se deben más a factores culturales que a coyunturas de planes económicos, ya que pasando por diferentes proyectos o modelos la situación de marginalidad continuó sin demasiadas variantes. La pugna actual por la coparticipación federal, por ejemplo, puede mostrarnos pistas para empezar a extrapolar estos conceptos a la realidad argentina actual.
La región pampeana fue, entonces, una zona privilegiada a la hora de aplicar modelos económicos provocando una clara distancia de intereses.
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