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Acerca del Proyecto Educativo Nacional

Enviado por esjourvi


    1. Consideraciones básicas
    2. La historia y la coyuntura
    3. El Proyecto Educativo Nacional, soporte básico del proyecto de país
    1. A estas alturas del debate, empieza a rendir sus frutos la persistencia en la necesidad de un Proyecto Educativo Nacional (PEN) que encare la crisis de la educación, dé unidad y sentido a las políticas del sector, acabe con la anarquía y la improvisación y termine con el tradicional "borrón y cuenta nueva".

      Hoy nadie niega que el PEN debe ser considerado como viga maestra, como el soporte obligado de cualquier Proyecto de Desarrollo Nacional, o proyecto del país. Ahora estamos más convencidos que no es posible hablar de desarrollo o de cambiar el país, si es que no se articula una propuesta integral educativa en función del país que se quiere construir.

      Es bueno que la propuesta de PEN empiece a fijarse en la mentalidad de la comunidad política y educativa como una necesidad. Sin embargo, se mantienen algunas concepciones atrasadas que en el fondo tienden a entenderla y manejarla distorsionadamente como política de coyuntura. La propia Ley de Educación recorta el sentido histórico del PEN al considerarlo como "la suma de políticas educativas" y ello no es así. El PEN es una política de estado y como tal, un referente obligado a tener en cuenta por los gobiernos sucesivos; no está sujeto a la moda o a los caprichos de los ministros de turno, si no al horizonte del país que se quiere edificar.

      El PEN, visto de manera integral, es una propuesta política, una obligación nacional a cumplir y construir, un referente obligado no solo para la ciudadanía, si no fundamentalmente para todo aquel que aspire a conducir el país, a administrar el estado, en su totalidad o en parte.

      Resulta irresponsable que a estas alturas se persista en conductas, no solo lamentables y precarias en el enfoque de la educación, si no en la obsesión por "llegar" al gobierno, no para construir o servir, si no depredar, promover el clientelaje y seguir improvisando.

      La crisis de la educación es integral, como integral es la crisis que agobia al país, de la cual ella es una de sus innegables expresiones. Por eso resulta indispensable que examinemos la crisis histórica y el rol de las clases dominantes, para explicarnos mejor la crisis de la educación y la necesidad de un Proyecto Educativo Nacional para un nuevo país.

    2. CONSIDERACIONES BASICAS

      Falta menos de dos décadas para recordar dos siglos de la independencia política de España y de la fundación de una república que hoy observamos vieja, atravesada por una crisis irreversible, más excluyente y centralista que nunca, con sus instituciones básicas agotadas, desprestigiadas y corrompidas. Manejada desde sus inicios por clases dominantes que nunca tuvieron un proyecto nacional o de país, animadas únicamente por un afán compulsivo por depredar la caja fiscal y los recursos naturales, fueron incapaces de reconocer y afirmar nuestra identidad nacional porque desde un inicio se enfeudaron a los patrones foráneos, a la dependencia enfermiza de lo extranjero.

      La inestabilidad permanente, marcada por los vaivenes políticos entre una democracia formal y burocrática, con autoritarismos y golpismos, reflejan, desde un principio, que la república nacida de la independencia de España tenía como conductores a clases y caudillos incapaces de mirar más allá de la coyuntura, de trazarse objetivos nacionales y trabajar a mediano y largo plazo siquiera un proyecto capitalista articulado a un aparato productivo y mercado respetable. Fueron incapaces de sentar las bases de un estado soberano, realmente independiente; en su lugar, en casi dos siglos, han hecho de nuestro país el lugar de las oportunidades, guerras y soberanía perdidas o vendidas. No es casual que hasta la fecha tengamos doce constituciones y siete estatutos de gobierno de diversos orígenes y tristes finales; tampoco es casual, entonces, que de un día para otro se transforme automáticamente la conservadora demarcación política departamental en flamantes "regiones" que, como no podía ser de otro modo, hoy no hacen si no reproducir las mismas taras del centralismo limeño; por eso, no nos debe extrañar que ahora tengamos más de 80 universidades y el triple de filiales, la mayoría afincadas como vulgares negocios sin planificación, orden ni concierto; menos que existan alegremente más de 400 centros de formación magisterial que, con las excepciones del caso, es la más evidente demostración que las cosas marchan de cabeza.

      Hace más de 3 décadas el Estado y los sucesivos gobiernos restringieron la jornada escolar completa y diaria. Con la imposición de "turnos" con el mismo presupuesto y la misma infraestructura, se disminuyó drásticamente el número de horas por alumno y nuestro país pasó a los últimos lugares en el horizonte de horas de clase en América y el mundo. Esa fue una decisión de Estado que los gobiernos han mantenido hasta hoy. El continuismo toledista, sus funcionarios de turno y la infinidad de comerciantes de la educación "olvidan" este detalle, culpan tramposamente de ello al magisterio, e interesadamente hablan de la necesidad de ampliar el numero de horas de enseñanza para "igualar los estándares internacionales", pero acabando con el derecho vacacional de los maestros o imponiéndole la rudimentaria "jornada cronológica de 40 horas", desconociendo lo peculiar del trabajo pedagógico y docente. No dicen nada de volver a la jornada íntegra, con la decisión de estado de mayor presupuesto para más infraestructura y más maestros en las aulas.

      Cada gobierno y los innumerables ministros de educación, han pretendido "marcar la diferencia" y hacer de la educación el principal soporte propagandístico de su gestión. Sin visión de país, sin proyecto educativo, siempre terminaron manoseando la educación y ahondando su crisis. La llamada "reforma educativa" del decenio de la corrupta dictadura fujimorista, es uno de los más recientes ejemplos de la política del "borrón y cuenta nueva" en la politiquería y negocios en educación. Nadie habla de hacer un balance cultural, educativo y pedagógico de esa "reforma"; su currícula embrutecedora sigue aplicándose "oficialmente"; tampoco se habla de los programas estrellas de la reforma neoliberal, como el Plancad, Plang, Constructivismo, Bachillerato, etc., etc.; impuestos como la última moda en nuestro país e implementada festivamente por una abultada cofradía de ONGs que fagocitaron más de 600 millones de dólares en sus "esfuerzos" implementadores, de lo cual ni en el ejecutivo, ni en el Congreso, ni en los medios se quiere hablar. Nada raro, en tanto muchos de esos mismos implementadores continúan haciendo su negocio implementador con el actual gobierno; ahora están empeñados en "terminar con los aspectos pendientes" de la reforma neoliberal, entre ellos, unsir a los designios del Banco Mundial al magisterio peruano, imponiéndole una carrera pública magisterial regresiva.

      Hace dos años se declaró la educación en "emergencia"; ¿en qué ha cambiado el enfoque de la Educación con su declaratoria en emergencia?. En nada; en los planes del continuismo toledista no figura honrar sus declaraciones y promesas, menos de priorizar la Educación como correspondería. Se mantiene el mismo presupuesto del año pasado a pesar de haber crecido las necesidades educativas y para colmo a lo único que se atina es a rematar los bienes del sector para "hacer caja". En ese camino, ni por asomo nos aproximaremos al 6% del PBI que como política de estado fue asumido por el gobierno y en consecuencia, la mayor precariedad de la educación será el resultado lógico.

      Acaba de decretarse el inicio del año escolar para todo el país en una misma fecha para "recuperar las horas perdidas desde décadas atrás", a decir de las autoridades educativas. Se ha pretendido cubrir el fracaso de querer "standarizar" la escolaridad en un país cuyas diferencias regionales, geográficas, climáticas y culturales, lo que menos necesita es una medida centralista y burocrática como la que a duras penas a cubierto un 10% en todo el país. La "standarización" del inicio del año escolar es una medida conservadora y regresiva que contradice totalmente cualquier criterio sensato descentralizador y pedagógico, que incluso se la pretendió usar como cortina de humo para encubrir el fracaso de la llamada emergencia educativa y la marginación presupuestal del sector.

      Este manejo errático del país y la educación, tiene causas fundamentales: falta de clase dirigente (que se quedó pasmada en su naturaleza dominante) y carencia de Proyecto Nacional que diera sentido y unidad a la vieja república fundada en 1821.

    3. LA HISTORIA Y LA COYUNTURA
    4. EL PROYECTO EDUCATIVO NACIONAL, SOPORTE BASICO DEL PROYECTO DE PAIS

    El agotamiento de la vieja república es inocultable; la necesidad de refundarla o fundar una nueva que tenga como referencia un proyecto nacional de desarrollo y se sustente jurídicamente y políticamente en una nueva constitución es nuestra propuesta política.

    La Nueva Republica acometerá las tareas pendientes democráticas y nacionales que las clases dominantes desde 1821 fueron incapaces de acometer y resolver: la construcción del Perú como país soberano, independiente, unido, prospero, descentralizado. Ello implica acabar con el estado excluyente, centralista y antidemocrático para construir una nueva institucionalidad democrática, confiable, transparente, asentada en la organización y protagonismo ciudadano; para ello es necesario recuperar el rol dirigente, articulador, planificador y social del estado, recuperar la confianza en sus instituciones principales; propuesta integral que además debe ser capaz de comprometer todos nuestros esfuerzos para afirmar nuestra cultura, fomentar el orgullo patriótico y nacional y, desde allí, encarar y asimilar los avances de la cultura y civilización universal. El proyecto nacional es el norte y referente de esa nueva república; una nueva constitución, rediseñará el país que queremos y significará el nuevo pacto social y político para salir de la crisis.

    Pero ¿es posible hablar de un proyecto nacional, si condenamos a la marginalidad y al manoseo politiquero a la educación?; la respuesta es un sonoro NO.

    El proyecto educativo nacional (PEN) es el soporte ineludible, fundamental de cualquier proyecto nacional de desarrollo serio. El PEN está llamado a responder a la pregunta ¿Educación para qué?, para qué tipo de país, para qué tipo de republica y sociedad. Hoy más que nunca, la educación debe ser considerada como palanca irrenunciable de desarrollo.

    EL PEN, no es "suma de políticas", si no es una política de estado, que obliga a partidos, gobiernos y actores sociales sucesivos a respetarla e implementarla y solo pueden ser entendido como propuesta de largo plazo, en función y como parte del proyecto de desarrollo nacional.

    El PEN con seguridad va a contribuir a redefinir el rol social del estado y sus más diversas instituciones, como de toda la sociedad, de la escuela, de los medios de comunicación. Tal redefinición parte del tipo de proyecto nacional de desarrollo y consiguientemente del modelo educativo que queremos.

    Finalmente es cierto que el PEN, está obligado a postular una educación reformada, profundamente democrática, patriótica y descentralizada que, orientada a la transformación social y teniendo como eje la escuela pública y la gratuidad y calidad de la enseñanza, afirme la igualdad de oportunidades, respete y proyecte las potencialidades del educando, termine con el abismo entre la teoría y práctica y engarce todo el proceso con el trabajo, con el empleo y el desarrollo.

    Prof. César Barrera Bazán (*)

    Abril del 2005.

    (*) Ex Secretario General del SUTEP y actual

    Miembro del Consejo Nacional de la Educación