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Y la selva se hizo Aborigen (Novela)

Enviado por oscar matute Ortiz


Partes: 1, 2

  1. Abriendo un horizonte
  2. La iracundia de un Río
  3. Los Dioses que Determinan la Naturaleza
  4. De la Orinoquia al Pao y del Pao al Gran Rio
  5. Y la Meseta se Hizo Ranchería
  6. El Piache Guatamoro y sus seguidores
  7. El invierno y el verano…
  8. El Dunare hace la Vida

Novela escrita en San José de Guanipa

Año: 2013.

ISBN:

If:

Abriendo un horizonte

Centellean las estrellas y cohabitan las elegantes aves que se dispersan por aquellos terrenales vacios en busca de un reposo taciturno. No mengua el estribillo arrinconado de un turpial que canta en la lejanía. Matas gladioladas serpentean las alocadas brisas que se entremeten sin baquianos aires que se enrumban hacia el Sur. Luchas y vericuetos ofrece aquella meseta que desde tiempos inmemoriales habia hecho su núbil residencia. Aquel destino creativo habia tenido por ocio abrir un horizonte donde germinaran la plantas, las hierbas y colosales arboles, no dando tregua a los gentiles animales que comenzaron a balbucear sobre aquellos gélidos terrenos que se convirtieron en sabanales y agrestes arreboles que se abrillantaban con la luz del sol. Se habían acercado desde la Orinoquia cientos de antropos obligados por la aventura incontenible. Lejanos horizontes habian dejado aquellos chapuletes hombres que habian pasado por el estrecho de Bering. El pasado no contaba, y se hacían eco de una raza que cohabitaba con la elegancia de las verdozales gramíneas que formaban el planchado ajeno de un nuevo escenario. Alli tan cerca, creando culturas, creando dialectos, pero tambien haciendo germinar la tierra con cientos de aborígenes que habian impactado en esta zona. La Meseta comenzaba desde la Quebrada de Salsipuedes hasta llegar a las herrumbres tierras de Azaca (Antiguo San Pablo). Alli estaba el estremecido Dunare que adornaba aquella estepa solitaria. Lejano tiempo tenia tributando aguas hacia una mar malograda. Colgada va de las nubes que se derraman sobre su cajon unarense. Torbellinos de aguas se cuelgan sobre sus brazaletes horizontes. Hace vida, hace existencias. He alli aquel palmario Rio que cruza un sabanal, pero entra en la pingué Meseta haciendo ecos impávido de un rio que se crece. El anochecer del tiempo no lo detiene y se empalma con la vida de los aborígenes que van entrando poco a poco en aquella caverna secuestrada por la naturaleza. Se abre una ventana y por alli van colgado aquellas legiones de hombres, mujeres y niños, que en una búsqueda de aposento, habian encontrado un hábitat. Desde el año 200 despues de Cristo aquella soleadas, montañas, bosques, sabanetas , habian pernoctado una especie que era muy diferente a cualquier vivo que habia transitado aquellos verdolagales cimientos que la naturaleza pueda dar. Flácidos eran los momentos. Atrevido los aletargados animales que fueron superando la escoria de una naturaleza furiosa. No habia panacea para nadie, ni flora, ni fauna estaban en total tranquilidad. Las aguas gestoriaban aquel místico silencio ante el avestruz, la guacharaca, la pantera, el león, el tigre y pare usted de contar cuanto animal salvaje se encubría en aquellos pantanales montes que se hacían oscuro por lo tupido y abrazado que se presentaban el uno con el otro.

La celada del sol abría solapas escondidas en aquellos tupidos montes, cuando el verano llegaba se comenzaba a deteriorar aquella cimarronera vetusta y tapiada selva que se hacía impenetrable cuando los invierno alcanzaban sus elegancia lluvias sin tregua, día y noche el relámpago cocía aquellos senderos con flases de luces y estallidos de truenos huracanados sobre aquella salvaje estepas de miles de colores aterciopelados como los arcoíris. En aquel silencio se escuchaba el chirigoteó de los pájaros, el latido de león, el aullar de los perros de aguas selváticos cazando presas descuidadas, el arrendajo glosando cantos rítmicos al compas de un anochecer, pero tambien al compas de un amanecer, las guacharacas sembradnos impávidos ruidos que se iban alejando hasta que el amanecer se hacía brillante con las ráfagas solares que se hacían fuerte cuando la tierra levantaba sus ariscos movimientos. Alli va el día y los animales comienzan a salir de cuevas, ratones, tortugas, morrocoyes, culebras, mato de aguas, sabandijas alineadas en correlones sin tregua, colibríes brincoteando flores, abejas aguijoneado cuanta flor se encontrara entre montañas, selvas, bosque y sabanales. He alli el vocerío de cuantos animales tenia aquella Meseta balbuciente por la floreada fauna y la anidada flora que latía en aquellos terrenos. Estaba surcado por grandes verdolagales, matas de cujíes negros, blancos, Guatacaro, pardillo, ceiba, pira, tucána, tártago, bejuquillos, matapalo, pardillo, aceituna, cundiamor, fregosa, pasote, hierbas malas, hierbas buenas, tártago, lechocero, cartan, guamacho, cardones, tua, tuatúa, sebucán , cedro, y cuanta matas y hierbas creo el Creador .Habia toda una germinación permanente que ahogaba los poros de la tierra, no habia lugar ya, para que aquellas solapadas semillas pudieran brotar en aquel semental que cada día se hacia se hacía mas estrecho. Alli estaba la perennidad del tiempo y la lejanía de los orígenes. Una mareada situacion se presentaba con aquel dinámico movimiento de la flora. No se diga de la fauna cuando alborotado animales pertrechaban el escenario de mucho movimiento, movimiento iracundo de unos animales que se habian vueltos incontrolables porque no habia una mente que los controlara.

La iracundia de un Río

Una culebra de agua se habia comenzado a formar cuando las tempestades terráquea habian sufrido el látigo de terremotos y la mar se habia salpicado terrenos adentro. Todo habia comenzado cuando la naturaleza se comienza a equilibrar o va buscando el equilibrio. Aquella soledad estaba tapizada por las olas del Mar. Habia irrumpido de manera cismática y habia abierto un canjilón de agua. Una tierra que se habia comenzado a compactar buscaba la formas de aperturar una corriente de agua en esta zona. Una fuente habia creado la misma naturaleza. A través de aquellas fuentes se habian extendido otras fuentes que han descargado a través del tiempo millares de litros de aguas. Aquellas fuentes recogen aguas de sabanales de alturas, de selvas, de montes intrincados como los que dieron en etapas de miles de aguas. Hacer que el Gran Rio que despues se convirtió en el Rio Dunare y paso a ser Unare, eso no nacio de un día para otro, ya se sabe cuál fue su origen. Tal vez en un principio no nacía en las praderas de Pariaguan. Nacía cerca de Zaraza, pero los vericuetos de la naturaleza lo fueron alargando, porque la naturaleza tiene sus propios procederes y sus propios movimientos que cada día va fraguando. Para ella nada es eterno, ella va con lo que dice Heráclito, que todo es movimiento, y nada es eterno." Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, pues cuando nos bañamos por segunda vez, ni nosotros ni el río somos los mismos." Asi va pasando todo en la existencia, en la vida, y precisamente el Rio Unare, fue lo que fue en miles de años anteriormente. Es evidente que antes, el galopar de agua era mas intenso. Antes de la venida de los palenques a estas tierras, era más elocuente, los arrastres de aguas eran más intensos y revoltosos. Era la pura selva salvaje correteada por animales salvajes, y selvas y morichales y matas salvajes. Eran selvas brutas y crudas. Alli bajaban muchos animales salvajes como el tigre, el león, la danta, culebras de alto alcance, caimanes, tortugas, boas, pirañas. Eran un rio que se guarecía en la placidez del tiempo, un rio que en tiempo de verano permanecía media caja.

Los inviernos se hacían prolongados, los veranos se hacían cortos y de pocas densidad en el calor, aquellos bosques frondosos cubrían el cajon del rio, porque el ser humano todavia no habia explorado este siniestro copo de agua que se correteaba por aquellas inhóspitas selvas, pajonales, montes y "matas" que cubrían estos escenarios alrededor del rio Unare. El saltar de animales se observaba en aquellas aguas que corrían muy alborotadas en tiempo de invierno. Alli se esparcía cuantos palos, basura, hojas y hasta animales que morían por las crecientes iracundas que se atrincheraban en aquellos mugrientos terrenos que se expedían a lo largo y ancho de aquel vetusto rio de las mil arengas. Alli se recogían por medio de quebradas, afluentes y riachuelos el basural destemplado que se le entregaba a aquel cajon que estaba plantado alli donde el sol disparaba sus rayos cuando le tocaba aruñar aquellas aguas con sus rayos destemplados.

El hervidero de moscas verdes, de mosquitos, de tábanos de plagas insoportables, las aguerridas chicharras que lanzaban aquellos bullicioso gritos, las miles de ranas, sapos, que se la pasaban en un laberinto de voces al compa de un troquelado momento. Aquellos animales estampaban miles de gritos alrededor de aquel iracundo rio, porque en sus huestes llevaba millones de litros de aguas. Un compas se habia abierto, no era la única vez que el griterio de la naturaleza estaba en esa pose. Miles de años tenía este rio formando jolgorios. No era novedad, no habia clandestinidad. Era el aventajado rubor de un rio que formaba un paradigma estelar en todo momento.

Las vegetaciones cada día se reverdecían y atónitas, antes aquellos vapuleados aguaceros se presentaban como sorna y elocuencia. El tigre mariposo se iba gateando sobre la orillas de aquel tributado dios, el tenia algo, que sustenta todo ser vivo. Tenía el agua, y el agua es vida. Si hubiese sido, un cajon sin agua, hubiese sido un cajon de muerte. He alli el detalle de ese rio iracundo. Ante aquel vasallaje de agua y tormentosa corriente, no habia seres que pudieran doblegarlo. Es la ensenada de un agua que se dispara y se moviliza sin contemplación de nadie, su escatología es entregarse en los brazos amplios del mar Caribe. Una caída maltrecha, pero es el desahogo que tiene para no inundar tantos espacios; aunque en algunas remetida lo hacía, cuando se elevaba a montañas adentros, o cuando en su paso estaban algunos ríos que le detenían la corriente, como era Quebrada Honda, La Madrevieja, El Corozo, Guere, El Guaribe y cientos de quebradas que se salían de sus escenarios para desembocar y asi desahogar sus trémulas aguas recogidas en aquellos pantanales y someras selvas e intrincadas de árboles frondosos y bosque tupidos der matas y hierbas atosigas por las verdes praderas que se consustanciaban con los pantanales de aguas risueñas caídas de aquellos cielos túrbido de aguas claras y penetrados por la insolencias del tiempo y la existencia sideral. Anegadas de aguas se encontraban muchas áreas, pero aquellas áreas no eran habitadas todavia por el antropos.

El antrpos vendria despues con el tiempo. Todo tiene su tiempo y todo tiene su hora. Un reto tiene este iracundo Rio que cada día agiganta sus fauces y hace rechinar las bocas de cuantos peces anidan en sus turbulentas aguas, Alli frenéticos peces se comen los unos con los otros y muchos de ellos son desplegados hasta las fauces del Mar Caribe donde son presas de otros peces con sabor a lo salado. Es un entronque de lo dulce con lo salado. Tal vez mueran por no saber estar en lo salado y aquel sabor dulce que más de una vez hicieron vibrar su vida, ya no lo encuentren en aquel desplegado vado de agua salada. El Mofeteo del iracundo rio va sembrado una vida que sus elocuentes aguas dan tributo tambien a la destrucción. Por eso las cosas en abundancia pueden ser muerte. La muerte es el silencio del agua y de la biología, por eso un rio demasiado atado con agua puede ser la antivida, y sin agua tambien la antivida. Por eso al granarse en estos pabellones de tierras se yergue como una estocada de briosos estímulos. El ocaso no muere y se perpetua en aquel acallantado topete de agua que se pavonea sobre las simientes tierras de la Meseta. Mesa alli originada por los pliegues de las tierras, del fuego, del aire, del agua. Nunca sería posible hablar de ella si estos cuatro elementos no estuvieran presentes desde un inicio.

El somero tiempo de la eternidad pudo batallar los cinturones y elevados tapices que cubrieron aquella dilatada Mesa partida por el espesor de un Rio que batanea sus espectro escenario. Es un nido de agua, es un nido de peces, y de animales que se cuelan en aquel gran colador que hace florear las aguas para llevarlas a puerto seguro como es el Mar Caribe. Alli esta latente aquel rio, que se cimarronea con las turbulentas aguas, pero tambien, con las aguas que lentamente se desplazan cuando estas han pisado la flaqueza de los cúmulos. Alli se puede notar un rio tranquilo, que todos los animales de lejanos horizonte pueden bajar a calmar las tormentas de su sed. Te baja el tigre, el chiguire, el acure, la lapa, el león, los morrocoyes, los sapos, las culebras.

Se filtran en aquellas pajas gramíneas que han adornado las orillas del rio. Alli el rio con un sol que estalla sobre aquellos brocales contubernios que se alojan en la orilla, he alli aquellos horizontes que se observan en toda la dimensión del rio desde donde comienzan hasta donde desemboca, he alli aquellos platanillales que se arrostran sobre las palmarias solapas del rio. He alli aquellas lumbres de aguas que se van resoplando a lo largo y ancho de aquel manantial del rio acogido por aquella Meseta que le hace el señorío atribulado por los años y la tempestad del tiempo. Alli tendido y balbuciente va cuajando muchas vidas, que hasta ahora ha sido y es vida. Su aventura no termina, y va granjeando los dias, los meses, los años, los lustros y los centenares de años que le queda por vitalizar vidas.

La noción del tiempo no mengua sus atribulados dones que le ha brindado a una meseta, pero tambien una humanidad que se ha colocado con el tiempo en este dimensional territorio. He alli desde que los palenques fueron habitando poco a poco las orillas de aquel arsenal de agua que se convirtió para ellos, el alborozado arsenal de vida. Rio que no muere, rio que se hace elenco de vidas de peces, de pájaros, de anfibios, de batracios, de bípedos, pero tambien de antrpos que fueron plasmando su vida alrededor de Él. Los dias van cayendo silenciosos, los dias van abrumando lo seres vivos, pero su cajon de agua se hace indeterminable a pesar de los azarosos tiempos que pueden ir viniendo.

Los Dioses que Determinan la Naturaleza

Antes que naciera aquella solapa terráquea, ya existía aquella luminaria que resplandecía en aquel infinito firmamento trebolado por los astros, las estrellas y planetas. Se acerca el bing bang y hace una operación energética que va formando planetas poco a poco en millones de años luz. No se detiene la operación por la chispa de la inteligencia de un Creador esta haciendo su trabajo interminable. Sibilino es el tiempo, pero aguerrido son los espacios de aquellas pelotas que se van formalizando en el espacio sideral. Se dispara la locomoción, se pone en movimiento todo un contorno de sincronizaciones que van dando como resultado una galaxia que va cubriendo los espacios vacios de aquel infinito sin palabras, sin voces, sin seres, sin animales, sin plantas, sin especie, sin aire.

Es un soterrado silencio que esgrime el impávido miedo para quien fuera un ser animal, o tal vez un ser vegetal. Se van formando seres, porque hay dioses que se conjugan y se juntas para dar como resultado la vida. He alli el dios sol, he alli el dios agua, he alli dios aire, he alli el dios tierra. Ya hay un apareamiento que va sincronizando vidas. Se van jaloneando con el devenir del tiempo como lo dijera Heráclito. Se forma aquella pelota, pero aquella pelota va creando los elementos necesarios para hacer brotar la vida. Hay un sol, hay una luna, hay oxigeno, hay hidrogeno. Ellos se ligan, se aderezan y van resultando especies que luego van resultando vidas en aquel formalizado planeta que llamamos tierras. Vienen las especies vegetales, vienen las especies animales y del animal surge el hombre. Es el ántropos erectus que se hace un bípedo correteando por los lares de África, de Asia y se despliega por todos los escenarios terráqueos.

Se cuela el antropos por una ventana que ha abierto la propia naturaleza. Ella es asi, tan dinámica como la misma energía que no tiene parangón. Miles de años antes de que Jesús llegara al planeta tierra, ya se habia concebido una raza que habia llegado por el estrecho de Bering. Fue el estrecho de la aventura humana. Caminar por instinto no fue la terquedad de aquella raza que sintonizo con los animales y las plantas de aquel enervado espacio que se presento en un tiempo que la misma naturaleza sincronizo con Siberia y ALASKA. Ella permitió y quiso que los homos erectus transitaran hacia un territorio de lo desconocido. Hubo motivaciones especiales. Caminar y adentrarse en aquellos inhóspitos suelos fríos plagados de fieras, plagas, de una naturaleza virgen ante la mirada y el palmoteo del antropos, no era imaginable. Vegetar por aquellas inconcebibles montañas, montes, arreboles y tantas zonas quebradizas por la misma naturaleza, era un riesgo, pero bienvenido el riesgo que tributa la valentía. Aquel desplazamiento se hizo lento e instintivo. Habia toda una mescla de miedo con valentía, aquellos cuerpos, aquellas mentes que todavia estaban en una situacion de precariedad, iban avanzando en el caminar de los dias y de los años.

La humanidad ha ido en un proceso de evolución y la evolución en la especie es indetenible. Alli va poco a poco con los años y los siglos creciendo en conductas, pensamientos, procederes. Alli con los 5 sentidos va ahondado la mirada, va absolviendo olores, va gustando de muchas especies animales, pero tambien de especie vegetales. Alli con sus manos y pies va correteando miles de kilómetros, va por terrenos altos, bajos, fríos, calientes, templado sami fríos, semicalientes, va tomando rumbos, retrocede, se inclina, medita, avanza, retrocede, se decide, vuelve a retroceder, vuelve avanzar, entra la inquietud, no se detiene, amanece, oscurece, come, caga, mea, pare, siembra, silba, grita, llora, se intranquiliza, caza, monea palos, quema monte, rebuzna, salta, muere. Se vuelve a levantar, guiñe, es ocioso, descansa, fabrica canoas, se enrumba por montes insólitos claros, oscuros, penumbrosos, avasalladores, llenos de serpientes, de arácnidos, culebras gigantes, mato de aguas, tigres, leones, dantas. Alli va con aquellos tajos, con aquellos avances que no son colosales, pero alli van.

Un amanecer les da para ponerse en movimiento, un anochecer las siembras de sueño en un chinchorro, pero tambien en la altura de una mata, alli entrecruzado con las ramas, echan sus sueños. Pasan su rato de silencio con una flecha terciada a la espalda. Se bajan de nuevo, toman rumbo, van en búsqueda de una presa, corren veloces sobre ella, la gritan, la agarran o la flechan, pero alli van en la trémula noche del olvido, para un luego amanecer. Vuelven de nuevo a la faena dejada atrás, no hay descanso, la vida le ha impuesto un ritmo, y la naturaleza esta en movimiento. Los bruscos vientos sacuden aquellos arreboles donde hay rancherías, alli en las rancherías hay grandes movimientos, los movimiento de aquellos hombres, mujeres, niños y muchachos desnudos semidesnudos, van comiendo alagunas cosas especiales para la gastronomía.

Se presentan riñas hay gritos, hay dolores, hay furias, hay rabias, hay venganzas, hay tormentos, de repente agarran un palo, un piedra, se enfurecen, entran en batalla, hay una algarabía, hay sangre, hay mierda, hay excremento, hay sacudidas, patadas, estrangulamiento, hay griterías. Se tuerce la mañana, o se tuerce la tarde, pero hay un silencio sepulcral sobre aquel escenario preñado de insultos, preñado de balbucientes palabras, hay quienes forman su grupo aparte, para hablar sobre el delicado momento, asi van avanzado aquellos hombres y mujeres que se van internando en aquella Amazonia de los miles de detalles ecológicos.

El travieso tiempo los va cuadrando ante aquella naturaleza inhóspita, aguerrida, selvática, silenciosa, abrumadora, sepulcral, el aguerrido griterío de los pájaros, el zumbido de las plagas enorme cuadriculadas, tábanos aguerridos, fieras fastidiadas por galopes de animales que los atacan, microbios bien formado por esa naturaleza de antaño, aguas que destilan por serranías y grandes serranías que van abriendo estrepitosas caídas de aguas de aquellos acantilados y reservorios de aguas que a la ciada de lluvias estruendosas van salpicando sabanales, aquellos cielos nublados de sempiternas nubes que se ponen como indecorosa brisas salpicadas sobre aquellos escenarios vulgarizados por la misma naturaleza . Galopa el tigre, galopa el león, la danta, y cuanto animal se escenifica sobre aquella faz terrestre. Se atornilla aquella naturaleza con los movimientos de cada animal. Es la naturaleza en movimiento. Hay toda una termodinámica funcionando en aquel escenario. No se detiene y es palpitante mientras existan los seres vivos, exista el sol, el agua, el aire, Alli va andando aquella raza que algún día cruzo estos galopantes escenarios y se esta acercando a la Orinoquia, cientos de años le valieron en entrar y salir, retroceder, avanzar, hacer sus incursiones e ir adelantando escenarios hasta formalizar en cada escenario un rancherío. Llegaron a la Orinoquia poco a poco. Porque poco era como esta raza iba avanzando hasta cubrir rancherías a lo largo de aquellas aguasales salvajes que se estrechaban los unos los otros, aquellas selvas, aquellos sabanales, aquellos esteros, aquellas serranías que salían de vez en cuando al tropezar la mirada del horizonte. Todo se iba consustanciando con el ajetreo, los pies y las manos de aquellos aguerridos humanos, que iban venciendo los obstáculos que la misma naturaleza les proveía. Eran hombres y mujeres que los dioses no les abandonaban, alli estaban cercado del dios agua, del dios aire, del dios sol que le daba el calor el fuego, por supuesto que la diosa tierra no los desamparaba, pero la misma que los habia parido, perro era la misma que los tragaba, y los desarticula de los movimientos biológico y de la termodinámica del funcionamiento humano.

De la Orinoquia al Pao y del Pao al Gran Rio

Una vez que las rancherías habian cultivado los escenarios de aquel ampuloso Rio hasta convertirse en hombres del agua, estos recibirían el nombre de waraos. Ese hombre Warao tomaría el nombre del medio, del dios agua, de una consustanciación por sus habilidades náuticas, o sus habilidades del nado en aquellas grandes curiaras o canoas que se le hacían fácil al tomar grandes palos y hacer de esos palos unas grandes canoas o barcas para trasladarse por el agua de un lugar a otro.

Los ríos eran sus nuevos caminos, los ríos eran sus guías y sus orientaciones para llegar de un sitio a otro. El instinto no se perdía con estas orientaciones. Se bajaban por la corriente, remontaban contra la corriente, sufriendo mas cuando iban contra las corrientes de los ríos, cuando los ríos eran de brusca corriente que podían arremolinar las aguas. Sin embrago, las cosas dependen de la practica y los indios se habian acostumbrado a estas faenas, que ya era un modo de agua en aquellos escenarios de aguas que se revolcaban en aquellos cajones de agua dinamizadas por los grandes aguaceros que le caían de pecho a estos cajones. Alli en esos cajones de agua deliraban todo tipo de peces, saltaban en aquellos tinglados de aguas. No se diga de aquellos grandes caimanes monstruosos, sacando sus emblemáticas bocas para atenazar cualquier especie que le fuera apetecible para su gastronomía.

Alli iba tambien las babas, los tiburones, los tembladores haciendo sus descargas contra cualquier animal que intentara cruzar sus fronteras .Allí garzas blancas, garzas rosadas, animales sobrevolando aquella empacada agua deslizándose por aquel anaquel de tierras duras. He alli el hombre warao observando aquella naturaleza inhóspita. Se decía para sus adentro: — ¿Podre vencer o no vencer estas severas aguas que han hecho de estas tierras un acantilado de aguas?—–El tiempo lo iba a decir, y de ello no habia la menor duda, pasaron centenares y lustros de años en que la costumbre hizo la ley, y ya los waraos con el tiempo tenian su dominio. T

ierras de circulares rocíos, de panorámicas agua, de verdes praderas remontando serranías, plazoletas, pero tambien hincando su vida sobre alta selva que no dejaban respirar a nadie. El broquelo de los animales consustanciaban una escena digna de colorido, ante una faz que cada día se veía cautivada por los seres vivos. Siempre habia existido el ánimo en aquella raza indómita que se sometía a los vaivenes de los escenarios ecológicos, muy puros para aquellos tiempos. El día tria una nueva hazaña, los dias no eran rutina, de alguna maneras habia una novedad en aquel palaciego suelo de las miles de aventuras ejercidas por animales y tambien seres humanos. Era una selva y unos sitios que se iban humanizando con la presencia de aquellos antropos que habia cruzado la Amazonia para aterrizar en aquellas longevas tierras de la Orinoquia. Alli iba creciendo una nueva situación, las tierras para aquellos incognitos seres iba levantando vivencias y hábitat que perennizarían las lúgubres aguas de aquel territorio extensos en marcar la pauta de múltiples peces que cada día se introducían en aquellas tierras de ancha y crucial vivencia.

Allá en el Pao existía un escenario virulento por la cantidad de animales palaciegos que cada día se iban multiplicando, cuando el espacioso territorio que los observaba con el tiempo, fuera nutrido por la vertiente inteligente de aquellos seres vivos que comenzaban a desplazarse por otros senderos, tenian como guía los ríos, alli en el Orinoco desaguaba el Pao, y este iba a ser su guía hasta introducirse tierra adentro por los senderos de la zona Norte hasta penetrar en tierras desconocida. El Epígrafe de la vida es asi, corto, pero buscando la veteranía de ser nómadas. El aterciopelado cielo les daba la garantía de irse colocando en aquellos terraplenes de tierras, pero tambien era la intuición de ir hacia adelante hasta adentrase en tierras inhóspita por la misma curiosidad del ser humano. Alli van ciertos indios que retoman aquellos parajes, alli van Pao, Wuayo, Cuato, Raigo, Aguato, Anato, ruano, Suvato, Otaca, Guasicama, Otoñaos. Guareto, Guacho y Bauco. Habian sido herederos de todos aquellos aborígenes que se habian interconectado cono la Amazonia y la Orinoquia. Esto habia marcado toda una ruta que con el tiempo seria el transito y la levadura de una raza que se iba haciendo fuerte por su hábitat, por sus costumbres que ya eran fuerte en aquel invernadero espacio, Aquel escenario se iba embridando por los impulsos naturales de una raza que comenzaba a impulsar otro escenario muy diferente a las floras o la faunas.

El toleteo de la vida surcaba un horizonte rayado por la inteligencia, la sabiduria tal vez no muy profunda, pero si por encima de la conducta de un león, un mono, o tal vez un tigre. Los aborígenes jugaban otras cartas ante un silencio de millones de años de una selva inhóspita y secular que se hacía aletargado por el tiempo y los cimarrones animales que vegetaban en todo aquel escenario que cada día se perfilaba en una batalla por permanecer y ser en aquellos paraje ante una raza que cada día se afirmaba e iba creando condiciones antropológicas para saber equilibrase ante e ante la fauna y la flora. Alli estaba el gran reto de aquel revelador momento que iba aflorando unas condiciones para vivir, pero tambien para protegerse. No era una vida confusa y agitada por los vaivenes de la existencia. Es la vida misma que se va dinamizando en aquel escenario que no de otra, sino ir mutilando senderos y abriendo espacios. Ante la presencia del antropos, es verdad que la selva va tomando un ritmo diferente. Ya la selva, las espesuras, los sabanales, las alturas, los picachos de monte, aquellas alturas insólitas y hasta misteriosas han sido prorrumpidas por la mirada del hombre, y en este caso particular por la presencia del hombre venido de Asia. Poco a poco le van dando larga y se van metiendo por las espesuras y aquellos sabanales que cubren al Rio Pao.

El genio de aquellos hombres va surtiendo un efecto elemental en aquel escenario cubierto de muchas matas, arboles espinales, mayales, cardones, ceibas, pata de ratón, de pardillos, guatacaros, almendrón, jabillos, cartanes, muchas gramíneas en algunos espacios abierto. Alli donde hay una celada vacía de matas y arboles los aborígenes comienzan a sembrar de rancherías aquellos tumultuosos montes y hasta redobladas arboledas, que con el calor de la naturaleza se habian hechos intricadas de muchos árboles tupidos. Los dias, los meses los años, los lustros van cultivando el ánimo en aquellos pingues hombres del desnudo, de la flecha, de la macana, de la piedra, del palo, de la hierba, de la caza, de la pesca, de la siembra, de la canoa, de la cerámica, del sueño, del despertar, de la cría, de la búsqueda y del futuro hacia una nueva eventualidad. Hay todo un concierto de eventos que van a trajinar en el futuro aquellos allegados que van haciendo camino en el galopar del tiempo. Por supuesto que las costumbres no las cambian de un día para otro, sin embargo, en ese portatalismo que tienen se inclina la balanza para ir combinando situaciones, porque la proxemia del ambiente le va brindando otros valores y otros tipos de hábitat. Der alguna manera los escenarios hacen a los hombres, y en esto los Waraos, guaraunos, que son los mismos caribes van haciendo destellar visiones distintas en aquellos escenarios selváticos. Llegan al sitio a un sitio que no tiene nombre, pero ellos le ponen nombre, el nombre del Pao. Bautizan aquel afluente con el nombre de un gran indígena que se habia debatido en esta área desde hacía algunos años, cuando otros se habian empezado a adelantar en aquella pantagruélica y rocambolesca selva de millares de kilómetros que no había sido tocada por ningún pie del antropos.

Era la novedad de un escenario que acribillaba toda situacion nueva. Adaptarse no era una cosa fácil. Los aborígenes entraban y volvían de alguna ranchería fija, para luego ir adaptándose poco a poco al ir sembrando de rancherías aquellos parajes que estaban alli a la orilla del rio Pao. Un rio que desemboca en las riberas del Orinoco. Un rio que llevara el nombre por la cantidad de carey, y de terecayas que se daban en aquel acantilado de aguas, pero el indio más bravo de aquella zona habia tomado el nombre de estos seres acuáticos, pero tambien terrestres. Ese río y su desembocadura le ayudo de alguna manera a penetrar rio arriba a estos aborígenes hasta insertarse en aquella montaña impávida por vegetaciones y carrizales muy tupidos. Despues que habian preconizado aquellas entradas, casi todos los dias iban agarrando anchura y vivencia en aquel escenario inhóspito de selvas tan llenas de arboles de unas alturas inmensas, el ruar de las ranas, de los sapos en muchos acantilidados formaban un sinfónica de laberintos en aquella siniestra montañas. Alli el grito del aborigen que cada día se tornaba duro en su avanzada y en su vivencia mantenia una lealtad con la zona.

La zona les iba creando un hábitat que luego en cientos de años formarían toda una comarca agrestes y de pormenores sobrios. Indios Arawacaos, Caribes iban dejando huellas de sus caminatas, de sus hijos que obtendrían despues de un encuentro sexual con sus hembras. Sus huellas han permanecido durante todo un tiempo. Sus huellas permitían adentrarse hasta los copos de aquellos carrizales. Llegaron hasta las Bocas de aquel Rio y luego alli formalizaron unas rancherías que permitía central una base para luego desde alli bucera otras zonas y asi permitir avanzar y explorar otras zonas que los llevaría hasta el Mar Caribes. Tamaña hazaña se formaría en la mente de aquellos hombre y mujeres que su vida era la nomadia. No tenian parajes fijos, la inquietud, lo asombroso siempre lo tenian en mente, y los avances de espacios era un rutina en su mentalidad. Por ello era muy difícil que se quedaran en un solo paraje. Cuando se establecieron en aquel paraje que hoy se denomina Boca del Pao fueron avanzando hacia la parte Noreste hasta llegar a lo que es hoy Pariaguan, rancherías que estaban sujetas a todas la rancherías que se habian forjado alli lo que era y sigue siendo la zona de las Bocas del Pao. Alli tremolo la vida de aquellos salvajes que ser habian ido formalizando con su hábitat y costumbres, aunque sus costumbres las traían raída desde tiempos inmemoriales. La porfía del tiempo, la entrega cotidiana iba amasando en ellos un tipo de cultura y tambien un tipo de idiosincrasia que se consustanciaba con todo el ámbito, el ecosistema, se creaba asi una relación de proxemia. Todo un conjunto, todo un hábitat, pero un hábitat que se podía convertir en una ensenada portátil, porque ello no determinaba lugares, sino que los lugares lo determinaban a ellos. Alli en el Pao se cuadraron con aquellas llanuras, pero tambien se cuadraron con los arreboles de la selva y los acantilados de aguas que surcaban aquellas tupidas y serenas selvas tupidas por grandes árboles, pero tambien arboles de bajas estaturas.

Alli en aquel paraje colocaron una ranchería de veinte bohíos, en cada bohío habian por lo menos 5 personas. Esto permitió en un primer momento mantener una solidez de hábitat, que con el tiempo y el parir de algunas mujeres, se iban integrados otros seres en aquel determinado escenario.

Los dias pasaban impávidamente, la luna cumplía sus momentos de estaciones y los aborígenes le guardaban su culto. Sol en el día y luna de noche en algunos dias de menguante. Alli atisbaban escenario de culto y de adoración a aquellos astros que solo son las huellas de Dios verdadero. Aquí en el Pao construyeron una vida. Se fueron adiestrando a los quehaceres cotidianos, la pesca, la caza, la siembra de yuca, batata, plátano, maíz, ají, frijoles, caraotas y algunas hierbas muy conocidas en su hábitat. Esperaban que los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre les sirviera de plataforma para la siembra.

La fisiocracia un gran elemento determinante en su vida, si llueve se siembra, si no llueve no habrá nada. Cuando habia momentos o dias que no lloviera era un mal augurio para aquellas tierras. A veces caían chubascos repentinos y aquello despertaba movimiento y algunos animales que estaban solapados en cuevas o sitios recónditos, lo que permitía que aquellos aborígenes le pusieran las manos sobre lustrosos cuerpos: cachicamos, morrocoyes, terecayas, iguanas, rabipelados, monos, araguatos que se ponían en movimiento. El tigre se ponía a la defensiva, las dantas, los leones. De alguna manera el aborigen iba dominando aquellos insólitos animales que se creían reyes de la selva. Los aborígenes no mermaban sus estrategias para poder sostener las razias de fuerza que tenian aquello animales indómitos y salvajes que la selva les imponían. Eso, si, eran muy cautelosos para liquidarlos, sin embargo, a pesar de cautela, muchos aborígenes murieron bajos las garras de aquellos erguidos animales que presentaban un carnibalidad con sus horrendos colmillos que asustaban a cualquier ser humano, cuando no tenía a su mano una fiel defensa. Su boca, sus colmillos y la destreza que tenian en su patas y en su boca era un gran peligro para el hombre que habia tenido la dicha de ajetrear aquel indómito escenario de lo desconocido, pero que ellos, los aborígenes se iban imponiendo poco a poco sobre aquella vetusta selva. La historia iba diciendo si aguantaban o no aguantaban, la lucha era cotidiana.

El acecho esta alli mismo en sus propios escenarios. Cada ser humano estaba en el acecho de una naturaleza vertida de luchas intestinas entre animales y vegetales, ahora venia una tercera especie: El hombre. El hombre que no habia nacido con aquellos ramales de arboles, ni con aquellos animales, ni tampoco con aquellos ríos, riachuelos, ni menos con aquellos hábitat que estaban sembrando en aquellos sabanales ni la incógnita selva fierosa. Alli tenia que luchar con el microbio, con las especie mosquitos, tábanos, garrapatas, niguas, avispas, abejas, moscas, moscas verdes, gusanos, gusanos de matas, palos, gusanos peludos, gusanos que tienen espinan y cuando tocan a alguien provocan piquiña y alergia en el cuerpos. Con todo estos seres tenian que luchar cotidianamente los aborígenes., No eran cosas por tiempos si no todos los dias. Luchando en ese galopar estos aborígenes con los hombres mas secuaces y mas indómitos fueron desplazándose hacia la parte Norte, fueron rumbo a lo que con el tiempo se llamaria El Rio Dunare.

Para llegar alli tuvieron que enfrentar aquella área que ce alguna manera tenia sus partes planas, y llenas de mucha gramíneas, y muchos sitios que no eran arropados por la selva silvestre, sin embargo cuando comenzaron a abrazar aquel territorio fueron encontrándose una tupidos bosques llenos de cuantos bejucos, pardillos, robles, guatacaros, guamaches, cocales, palmeras habia en aquel escenario. Era menuda cada especie vegetal, no se diga de los animales silvestres que bullian en aquel huidizo terreno. Alli estaban y alli tenian millones de años produciéndose y viviendo la intemperie del tiempo, lo mismo se puede decir de aquellas vegetaciones que se iban perpetuando a través del tiempo. De alguna manera los aborígenes fueron trepando terrenos hasta formar sus palenques alrededor de lo que sería con el tiempo el Rio Duanare, su nombre un legado del Cacique Dunare, quien se convirtió en un legendario guerrero de aquella selvática montaña que cubrían toda una eventualidad y un concierto de admiración por sus elocuentes vegetaciones silvestres y su ambulantes animales que se paseaban por aquellos altercado terrenos. En cada escenario que fueran habitando aquellos indigentes hombres de la selva tenian que bregar con los escenarios de la flora y tambien de la fauna. Era una dinámica del ecosistema que estaba alli presente.

El hombre sin el ecosistema no puede vivir. Su existencia se debe a Él, y en él es como se moviliza y se sostiene. Imaginarse una tierra sin ecosistema es como imaginarse al planeta Marte, que no tiene ninguna flora, ni tampoco ninguna fauna. Por eso, las proxemia es un modo de la vida de los seres vivos interconectados. Sin embargo, es factible que las plantas y los animales puedan vivir sin la existencia del ser humano, porque de alguna manera cuando el ser humano es avanzado en su mente, la naturaleza comienza a ser destruida por esa mente humana. Cuantos escenarios en la tierra no han sido destruidos cuando el hombre los usa con malos propósitos. Por eso en ese rincón del Gran Rio se iba levantando una generación de aborígenes que luego por su forma de ir fabricando sus chozas, sus bohíos se le denomino palenques.

Todos los laterales de aquel gran Rio hasta llegar a la desembocadura del Guere fueron de palenques. Alli en aquellos parajes habian niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres. En aquellos parajes vivían, morían y se multiplicaban. Alli en aquellos parajes cazaban, pescaban, sembraban la yuca, el maíz, la batata, los frijoles las caraotas, el ají, el plátano, la guayaba, la guanábana y una cantidad de hierbas propicias para curar muchas enfermedades. Alli en aquellos parajes los palenque sufrieron, les daba enfermedades, pero tambien tenian el sistema de enterraban los muertos en tianajitas, fabricadas de tierra cocida, como las muchas que se encontraron en el siglo XX en los parajes de Mamon Raíz, Granadillo, la Bernaera, La Culebra, San Antonio, La Lagunas, San Rafael de Unare y El Batey. Alli los aborígenes habian aprendido otro lenguaje que la misma naturaleza les imponía. Alli aprendieron a defenderse de fierras bravías como el león, el tigre, la danta el caimán la culebra de agua, las serpientes venenosas, la araña mona, el jaguar, la danta, la baba, los perros de aguas y una cantidad de animales que con el tiempo fueron desapareciendo por alguna peste o porque el mismo aborigen las fue liquidando poco a poco.

Con su presencia se estaba generando un contubernio de cosas. Una selva bajo los pies del hombre va recibiendo otra nomenclatura. Se va convirtiendo en una selva humanizada aunque los aborígenes no tuvieron muchos adelantos mentales, pero su presencia que era muy diferentes a los animales y los vegetales era otro escenarios violentado por otras significaciones que no tenian ante del llegar el antropos. Hay una nueva visión hay una nueva eventualidad.

Y la Meseta se Hizo Ranchería

Jamás habia existido una ranchería antes que el hombre divisara en aquel escenario donde más tarde se formara una ranchería. Las rancherías no pasaban de 10 personas en sus comienzos Aquella ranchería habia comenzado porque antes que existiera, ya se habian formado algunas muy cerca de la Meseta. Se habia formado la ranchería de El Batey, del Urapal, de la Culebra, de Mamon Raíz, de la Quebrada de Salsipuedes, de El Corozo, de la Madre Vieja, de lado a lado del Rio se habian formado mucha rancherías y aquellas orillas de aquel gran rio estaban cobijada por muchas rancherías ya que el Gran rio les servía de medio acuático, pero tambien para alimentarse del agua, de lavar, de cocinar, de bañarse, y por ello estos palenques habian formado sus rancherías con cercados de tuna, cardones, Guamachos, mayas que se daban mucho en aquellos parajes, usaban los horcones, que eran palos gruesos como el roble, pardillo, guatacaros, quiebrahacho, el saldé, cedro, cují negro, cují blanco, habia en aquel escenario todo un baluartes de maderas propicias para las chozas que se iban fabricando por parte de esta gente que estaba agarrando escenario.

Partes: 1, 2
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