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Vinculo afectivo de preadolescentes con ausencia del cuidado de uno de sus padres biológicos

Enviado por vianny Barrera


    RESUMEN

    Los individuos no solamente se desarrollan de forma individual, sino que necesitan de la formación familiar e interacción con la sociedad para poder descubrirse a sí mismo y modular sus conductas. Esta interacción entre la persona y el medio es fundamental en el proceso de personalización y formación de vínculo en la convivencia con los demás, y es que, desde el nacimiento, es el entorno el que favorece y potencia el crecimiento, el conocimiento del sí mismo y por ende las conductas de apego que posteriormente definen al sujeto como ser social. Las conductas de apego son fundamentales para que se desarrollen comportamientos como la disrupción y la agresividad, fenómeno conductual cada vez más presente en los establecimientos educacionales. Este tipo de constructo refiere a la tendencia de provocar daño físico o emocional (verbal) a otro –compañero u otro – adulto responsable.

    En la familia es donde se crean los lazos afectivos con las personas que son reconocidas como significativas, lo que ayuda a la formación de sentimientos y percepciones en la construcción de personalidad y en la formación de relaciones de apego y posterior vínculo seguro. Al ser dentro de la familia estas dinámicas complejas y difusas, se desarrollan sujetos con distintos tipos de apego patológicos. Dichas conductas de apego acompañan al sujeto en su desarrollo evolutivo y en la formación de nuevas relaciones.

    En este trabajo se investigó el tipo de vínculo afectivo en preadolescentes con conductas disruptivas, la dinámica familiar que desarrollan, las consecuencias de la relación de apego y su influencia en el desarrollo de conductas violentas en el Establecimiento Educacional San José de Cerrillos.

    ABSTRACT

    Individual person, develop, not only individually but, they need family education and interaction in the society and the person to find out by themselves and to modulate their behavior. This interaction between the person and the environment is important in the process of personal growth and attachment formation in the coexistent with others, and that is, since birth the environment that promotes and improve in growth the knowledge about itself and therefore the attachment behavior that later define it as a social person. Attachment behaviors are important for the behaviors formation as disruption and aggression, behavioral phenomenon increasingly present in the educational establishments. This kind of construct refers to the tendency of causing physical or emotional damage to another-partner or another – responsible adult.

    In the family is where people create the attachment behavior whom people that are recognize as relevant, which helps the formation of feelings and perceptions for the construction of personality and formation of attachment relationships and lately healthy attachment. If relationships between its members inside the family are a complex dynamics and diffuse, they develop different kinds of personalities with pathological attachment. Those attachment behaviors are the person´s company in its development´s growth and the formation of new relationships.

    This aim investigated different types of attachment in teenager"s family dynamics and the behavioral consequences of these variables and how they influence in the violence´s behavior subjects inside the educational institution at San José de Cerrillos.

    I. INTRODUCCION

    Pues todo hombre mata lo que ama, y que lo sepan todos, uno lo hará con su mirada torva, otro mientras adula, el más cobarde lo hará con un beso, y el bravo con su espada!

    (Oscar Wilde)

    1.1. Antecedentes.

    En Chile la Institución Familiar ocupa un lugar de privilegio dentro de la estructura socio-política, es así como la Constitución Política del Estado de Chile la denomina "núcleo fundamental de la sociedad" (Art. N°1 Constitución Política del Estado Chileno), entendida gracias a las circunstancias de la historia, se sintetiza en la formación de una identidad cultural donde es aquel núcleo primario de la sociedad en el cual todos sus integrantes son participantes de su interacción cuya unión o configuración requiere del encuentro entre un hombre y una mujer y los hijos como resultado de esta relación.

    Esta concepción de familia se ha modificado de manera radical en este último tiempo, tanto en su estructura1 como en su dinámica2, fenómeno que ha tenido indudablemente repercusiones en las tradiciones, estilos de vida familiar en la socialización parental y, por ende, en los holones familiares; proceso que perjudica la socialización individual de los seres sociales, ya que para este proceso es importante interiorizar las normas para formarse la imagen del mundo que les rodea.

    Con estos cambios en la estructura familiar, se han remodelado sus funciones y roles dentro de la dinámica de ésta; es así como Rodrigo y Palacios, en Arancibia, S. (2010) enfatizan que las funciones familiares se distribuyen en tres instancias: como agentes de crianza y socialización de los hijos; padres como sujetos en proceso de desarrollo y aquellas funciones básicas prototípicas en relación con los hijos.

    Desde este enfoque, cuidadores, padres y madres, al constituirse en agentes de crianza y socialización en relación a sus hijos, deben enfatizar estos contenidos de carácter psico-socio-educativos, situación que se produce con la llegada del primer hijo y continua con el proceso de crianza y socialización en etapas primarias, las que se deben transformar en el apoyo en etapas de la adolescencia y en las siguientes, para finalizar en un nuevo encuentro con los hijos a través de sus nietos. Se infiere de este modo, que el rol que cumplen los cuidadores, padres y madres significa una intensa implicancia tanto afectiva, como de protección y cuidado en el transcurrir de la propia existencia de estos niños, niñas y adolescentes y sus cuidadores, comprendiendo de este modo, las otras dos etapas mencionadas anteriormente. Desde esta perspectiva y en este continuo cuidado por parte del adulto en construcción con el niño, de manera inevitable, experimenta fases de crisis, cambios y procesos de evolución, y es en estas situaciones donde se espera que ese adulto se convierta en el protector de esa construcción, con la tarea de normar, cuidar y educar al niño (a) (Moneta; 2009).

    Además de la familia consanguínea nuclear biparental modelo, formada por un padre sostenedor en la mayoría de los casos, madre e hijos, se ha expandido esta crianza a familias monoparentales, cuyo jefe de hogar puede ser el padre, madre, u otro cuidador, familias mixtas o ensambladas, familias restituidas, familias compuestas, familias extensas, familias extendidas o familias extensas o extendidas monoparentales donde el cuidador es un miembro de la familia que no es el padre, ni la madre. Son múltiples los factores que pueden influir en estas transformaciones, como la insatisfacción familiar por uno de los miembros, deslealtad familiar, deslealtad conyugal, deserción escolar en los niños, deprivación sociocultural, problemas de alcoholismo y/o drogodependencia de uno o más miembros de la familia, cesantía en uno de los cuidadores o de ambos, abandono familiar por uno de los cuidadores o padres, negligencia parental, violencia intrafamiliar, infidelidad conyugal, en la relación de pareja o delincuencia por parte de uno de los miembros de la familia3. Con lo anterior, esta transformación en la sociedad a nivel cultural y relacional, ha conllevado a que los integrantes de las familias tengan importantes cambios conductuales, estructurales y formativos dentro de subsistemas; situación que favorece o perjudica las dinámicas internas, los estilos de crianzas y las relaciones vinculares.

    Por otro lado, se torna indiscutible que para todo niño, niña y adolescente, la calidad educativa y sus resultados a nivel social y familiar son aspectos complejos donde intervienen múltiples factores provenientes del propio alumno, del profesorado y de las políticas educativas (Valdés, Urías, Tapia y Carlos; en Sánchez, 2011). Sin embargo, se reconoce que los factores contextuales de los estudiantes, como el aprendizaje en sus logros y desventajas, el éxito y fracaso educacional y, sobre todo los referidos a la familia, como el grado de participación de los cuidadores en el aprendizaje de los alumnos y el vínculo de los apoderados con el establecimiento educacional, ejercen influencia en los resultados de estos mismos (Valdés, Carlos y Ochoa; en Sánchez, 2011). Es por esto que el conocimiento relativo al rol de la familia en el desarrollo especialmente en el logro educativo se ha incrementado en forma considerable en los últimos 25 años, lo cual aporta una teoría mas certera, preguntas de investigación mas amplias, un mejoramiento de métodos de análisis y un aumento del interés de los educadores y lideres educativos en el tema (Vera y Montano en Epstein y Sánchez, 2011). Con esto, es importante destacar que la relación familia- escuela es una brecha sumamente estrecha para el cuidado y enseñanza de los niños, niñas y adolescentes. Dicha situación se torna compleja a la hora de poner en práctica estos factores, debido a que como menciona Cavas, M; Musitu, G; y Murgui, S., (2006) existe una amplia lejanía entre el rol del colegio y la familia.

    Con lo anterior y según plantea Valdés y Urías (Sánchez; 2011), cuando se ha analizado la influencia de la familia en el logro escolar, se ha reconocido el efecto de dos grupos de factores: Unos son los conocidos como de insumo o estructurales (condición socioeconómica, nivel de escolaridad de los padres y recursos para el estudio entre otros); y otros son los denominados procesales o de proceso (expectativas de los padres, dinámica familiar, relaciones vinculares y participación en la educación de los hijos).

    Sin embargo, el estudio de los diversos factores que afectan el funcionamiento familiar es importante, pues afectará de manera positiva o negativa, según sea el caso a todo el núcleo familiar. Esto puede explicarse por los efectos negativos que conlleva un mal funcionamiento familiar en la participación efectiva de los cuidadores en la educación de los hijos, la cual comprende aspectos relativos a la crianza, relación vincular, supervisión del aprendizaje en casa y comunicación con la escuela, todos ellos limitados cuando la familia no consigue ser funcional (Valdés y Urías, 2010), situación que permite muchas veces, que el niño o niña penetrado ya con los valores y normas establecidas en sus hogares o transmitidas en su medio social, ingrese a la escuela con toda su carga de violencia aprendida con anterioridad, que solo en estos espacios, al sentirse este niño, niña o adolescente cuestionado y normad de manera diferente a la de sus cuidadores le será ajeno, extraño y de desprotección, lo que lo llevará a actuar de manera agresiva en respuesta defensiva con estos nuevos personajes extraños a su entorno cercano o de cuidados para éste mismo (Castro, 2008).

    Desde esto, existen numerosos estudios sobre la influencia de las familias en el comportamiento agresivo y violento de los niños en las escuelas, específicamente cuando existen episodios violentos y negligencia de cuidados dentro del núcleo familiar (Spitz, 1945 y 1986; Bowlby, 1976, 1983, 1986; Schaffer, 1983 y 1994; Krevans y Gibbs, 1996; Kochanska, 1997; Sarrado, 1997; Ferradis, 1998; Merino, 2000; Castro 2001 en Merino, 2006). Lo que manifiesta que las familias constituyen un contexto importante tanto para el aprendizaje de la violencia y como recurso para resolver los conflictos para el aprendizaje de la convivencia pacífica.

    1.2. Planteamiento del problema

    "No podemos ser libres en relación con los padres, Maestros y sociedad,

    Puesto que ellos constituyen

    Las fuentes extracerebrales de nuestras mentes"

    José Delgado

    1.2.1. Descripción.

    En nuestro país, se ha considerado desde hace algunos años que la calidad en el proceso de educación es una aspiración dentro de nuestro sistema educativo y que, para lograrla, es necesario procurar que las familias funcionen adecuadamente en relación a la crianza de sus hijos y en relación a la red de apoyo que encuentren en el Establecimiento Educacional de los niños. Dicha situación se ha tornado compleja, ya que puede ocurrir, que padres o cuidadores no tengan los conocimientos adecuados respecto de la red de apoyo existente con los establecimientos educacionales, o bien, que sea una familia disfuncional con dinámicas de abandono, abuso y/o violencia, lo que impide una comunicación efectiva entre los integrantes de la familia y, por ende, negligencia en el cuidado personal de uno de sus progenitores. (Cid, P.; Díaz, A. y otros; 2008).

    Para esta investigación se analizó la relación vincular en el tipo de familia de preadolescentes, donde existe la carencia de uno de sus cuidadores biológicos, es decir, una estructura familiar compuesta por un progenitor y su progenie, donde un padre, madre u otro cuidador mayor de edad se encuentra solo criando a los niños (Barrón, S. 2002). Al respecto, Mendes (1979, en Barrón, S., 2002) señala que en la caracterización de este tipo de familias, la tendencia suele ser la de contemplar «qué» y «quiénes» están ausentes y no tanto «qué» y «quienes» están presentes, ésto debido a que en la ausencia de uno de los padres o de ambos, o en la negligencia de cuidados hacia niños, niñas y adolescentes es donde se hace hincapié para la futura formación de estructura de personalidad, tipología de vínculo y de relaciones interpersonales en estos sujetos, los que pueden ser favorables o desfavorables en el momento en que se inserten en la sociedad (Moneta, M., 2009). Es decir, en situaciones en que niños, niñas o adolescentes no tienen los cuidados necesarios para crear una base segura de apoyo por parte de uno de sus cuidadores o por ambos, además de vivir en este tipo de familias que hoy están presentes en nuestra sociedad, sobre todo, en sectores más vulnerables, se generan muchas veces comportamientos de hostilidad en estos adolecentes como muestra sintomatológica a las vivencias en sus hogares o contexto social. Las investigaciones4 que se han abordado acerca de comportamientos agresivos dentro de los sistemas educativos en sectores de riesgo social en Chile, apuntan a comportamientos antisociales por parte de estos niños – preadolescentes no solo en sus áreas educativas, sino mas bien en toda la globalidad de su contexto social, situación que lleva a un sesgo hacia lo que falta en este tipo de sujetos, lo que ha generado un consenso sobre la composición familiar específicamente monoparental: núcleos en los que falta uno de los dos progenitores.

    En el caso de esta investigación se describió la relación vincular familiar de la crianza de preadolescentes, donde exista ausencia de cuidados de uno de los padres biológicos o de ambos; y la consecuencia conductual que conlleva el tipo de apego afectivo desarrollado por éstos dentro del establecimiento educacional.

    La ausencia del cuidado parental desde la temprana infancia, es decir, la privación del vínculo, especialmente la del vínculo materno en el primer año de vida y la ausencia del vínculo paterno desde los 8 meses de edad del infante, genera el desarrollo de una personalidad en la edad de la preadolescencia y adolescencia en una dirección que lleva a la caída depresiva, al descontrol de impulsos y a enfrentarse al mundo entero de una forma insegura, provocando conductas desadaptativas en todos los ámbitos del desarrollo de ese sujeto como forma de pedir ayuda, enviando señales exageradas para llamar la atención de figuras significativas (Moneta; 2009). Una manera de llamar la atención es la agresividad, ya que ese pequeño que espera ser atendido en sus necesidades de afecto y atención en su infancia, no son suplidas por su figura de mayor apego (madre), y muchas veces tampoco por su sucesor (el padre), convirtiéndose de este modo, en un niño y posterior preadolescente agresivo en el plano de las relaciones sociales vinculares, ya que la proximidad relacional le provoca un malestar ansioso que solo puede calmarse con la agresión cuando se siente en intimidad, "Agredo a los que quiero porque la intimidad me angustia mucho, y soy amable con personas anónimas porque están a una gran distancia afectiva de mí" (Cyrulnik, B.; 2005; p.204)

    De acuerdo a lo anterior, se espera que dentro de las conductas preadolescentes, la agresividad se vea potenciada en los establecimientos educacionales, sobre todo en sectores periféricos, donde las relaciones familiares, interpersonales o sociales de estos alumnos se manifiestan como expresiones de relaciones violentas y, los cuidados entre estos mismos no sean los adecuados para potenciar sus habilidades personales y sociales, situación que conlleva a enfrentar a estos pares en las situaciones de riesgo vivenciadas por ellos mismos como tal, de una manera conductual inadecuada, "las aulas son, a veces, el único lugar del barrio donde se conserva una vida común y donde se reflejan situaciones de emergencia o violencia" (Tzvetan, en Castro; 2008; pag. 20).

    Sin embargo, llama la atención en el caso del Establecimiento Educacional San José de Cerrillos de la comuna de Cerrillos, debido a que presenta ciertas características que son interesantes de considerar para abordar las problemáticas sociales en los diferentes contextos donde se requiera intervenir; cuenta con 367 matrículas mixtas, que cursan entre primer año básico y segundo año medio, de las cuales, dentro del primer ciclo de educación (primero básico a sexto básico) se presentan matrículas masculinas de 174 y femeninas de 121 y el segundo ciclo (séptimo básico a segundo medio) las matrículas son de 38 masculinas y 34 femeninas. Dentro del perfil de estos alumnos, sus características psicosociales5 varían entre negligencias parentales, violencia intrafamiliar, baja motivación escolar, altos índices de ausentismo escolar, conductas agresivas reiterativas, escasa inserción en las redes sociales, familias biparentales, familias extensas y familias monoparentales disfuncionales, insuficiente apoyo comunitario, estigmatización y (auto) exclusión de actividades comunitarias, lo que se presume facilita que proyectos que desarrolla el establecimiento educacional se mantengan con alto grado de obstáculos para cumplir con los objetivos propuestos6; y en su minoría, se destacan alumnos connotados, pese a su situación familiar disfuncional y/o faltas de cuidados parentales.

    Desde esta problemática a nivel psicosocial y educacional entregada por antecedentes del Establecimiento, mediante informes estadísticos del Departamento de Psicología e Inspectoría General, además de la necesidad de que todos los niños, niñas y adolescentes deben estar educados bajo normas, criterios y modelos competentes por sus cuidadores y el entorno en el que se desarrollan7, se convierte en un fenómeno interesante de analizar

    y comprender, considerando además que en Chile la convivencia escolar ha estado marcada por episodios de violencia y conductas que conllevan sanciones reiteradas, siendo su comienzo, según los últimos datos entregados por la OMS (2007) en la etapa pre-escolar, donde un 62% de las conductas agresivas ocurren en la sala de clases. De este 62%, un 40% es practicado por los mismos compañeros de sala. En el caso de conductas agresivas por género, el 42% de las mujeres la vivencian como víctimas y el 50% de este tipo de agresiones son experimentados por varones.

    Por otro lado, la última Encuesta Nacional de Violencia Escolar realizada por el Ministerio de Educación en el año 2007 indicó que el 10,7% de la totalidad de los estudiantes en Chile reportan haber sufrido violencia escolar por parte de sus compañeros, con una presencia de un 7,6% en colegios particulares, un 9,8% en colegios subvencionados y un 12% en colegios municipales. Con lo anterior, y considerando como una necesidad a nivel país el lograr terminar con este paradigma de violencia escolar mediante la promoción de convivencia social escolar como temática específica en los programas de prevención y desarrollo socio afectivo y de convivencia escolar, ha sido complejo la inserción y trabajo de estas políticas nuevas gubernamentales en los niveles familiares monoparentales y monoparentales extensos, debido a disfuncionalidades en sus dinámicas y negligencias afectivas que estas situaciones implican, contexto que complejiza la internalización de prácticas de convivencia escolar a nivel familiar, porque muchas veces estas familias no son y no han sido intervenidas en niveles de atención primaria (Sánchez, 2011).

    En estos casos, al existir abandono de cuidados y cariño, los niños repiten sorprendentemente el mismo comportamiento: luego de la búsqueda exasperada de este vínculo, manifiestan desesperanza, luego indiferencia afectiva, lo que produce que estos niños sin apoyo no posean la base de seguridad que les permite partir a la conquista del mundo (Cyrulnik, B., 2005), situación que favorece en este tipo de niños potenciar trastornos graves de apego, por ende, de conductas y de límites relacionales; las que en ocasiones de mayor vulneración pueden llegar a actitudes desadaptadas con prognosis8 de trastornos de personalidad antisocial, trastornos oposicionistas, trastornos evitativos dependientes y/o trastornos no especificados de conducta y personalidades psicopáticas.

    Como antecedente, se puede señalar que dentro de las problemáticas del establecimiento San José de Cerrillos, del 100% de alumnos con conductas agresivas (46 alumnos), que representan en su totalidad el 12,53% de la población escolar; un 19,56% de alumnos con estas características (9 alumnos) tienen de base una familia no tradicional, cuyos cuidadores no son su madre biológica o padre biológico, de este 19,56%, un 44,4% (4 alumnos) pertenecen a alumnos del segundo ciclo de enseñanza educacional, es decir, entre séptimo básico y segundo medio9.

    Esta dinámica resulta interesante de investigar, ya que, existen dificultades que deben enfrentar las personas que adoptan nuevos roles como miembros auxiliares dentro de una familia donde falta el cuidado de uno o de ambos padres biológicos, por motivos que uno o ambos padres se encuentran inhabilitados para brindarle los cuidados necesarios al niño/a. En este caso, los adultos responsables que asumen el rol de encargados del cuidado de este preadolescente subestiman o no están conscientes de las cargas adicionales que su nuevo papel como cuidadores responsables les son impuestos o adquiridos, ya que a menudo asumen que su desempeño frente al cuidado de estos niños/as ha de ser el de nutrir y recompensarlos por la carencia de uno de estos padres sin tener que establecerles límites claros necesariamente, dejando de este modo de cumplir las normas de la familia (Castro; 2008).

    En el caso de otros familiares que cumplen el rol de cuidadores responsables o padres, tienen que aprender a establecer límites y controles como hicieron en muchos casos con sus propios hijos, considerando, no obstante, que las estrategias educativas apropiadas que utilizaron con sus niños/as pueden no ser las adecuadas con estos otros niños con carencia de cuidados parentales, crianza que se dificultaría en esta nueva relación familiar (Pinazo-Hernandis, S., 2011). De este modo, se plantea que los otros integrantes de esta nueva familia pueden sentirse presionados en esta aceptación de la crianza y cuidados de los niños/as por uno o ambos padres, no recibiendo una formación específica para dicho cuidado. Y en otras ocasiones, entre los familiares cuidadores y sus hijos o padres de los niños/as o preadolescentes, puede que existan relaciones de convivencia complicadas, situación que dificultaría de mayor manera la crianza y el normal desarrollo en las relaciones de apego en estos preadolescentes o niños/as (Pinazo-Hernandis, S., 2011).

    Se considera además, que niños/as que se crían sin los cuidados y la atención de sus padres desde su temprana infancia generan en su desarrollo evolutivo y aprendizaje vínculos afectivos carentes de confianza y una relación de apego poco segura con el entorno que les rodea en su edad de preadolescencia, es decir, poseen una dificultad en la disposición que tiene un niño o un adulto para buscar la proximidad y el contacto con otro individuo, sobre todo bajo ciertas circunstancias percibidas como peligrosas o adversas (Cyrulnik, B.; 2005). Esto explicaría en cierto modo las conductas desadaptativas de este tipo de sujetos al momento de enfrentarse a situaciones de estrés o cuando son normados, como por ejemplo, en el Establecimiento Educacional.

    Con lo mencionado anteriormente, se plantean las interrogantes en relación al comportamiento agresivo que presentan preadolescentes en el Establecimiento Educacional San José de Cerrillos de la comuna de Cerrillos, cuyos cuidados son en familias donde existe la carencia de cuidados de uno de sus padres biológicos o ambos:

    1. ¿Cuáles son las características de la dinámica vincular familiar monoparental con ausencia de cuidados de la madre biológica o padre biológico en alumnos con conductas agresivas reiterativas del Establecimiento Educacional San José de Cerrillos?

    2. ¿De qué manera influye la dinámica familiar de estos preadolescentes y su formación de vínculo afectivo en sus conductas agresivas en el Establecimiento Educacional San José de Cerrillos?

    3. ¿Cuáles son las características conductuales reiteradas que presentan los alumnos en el Establecimiento educacional San José de Cerrillos y su relación con sus conductas de apego?

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