- Los tres problemas principales: qué y cuándo, cómo y para quien
- Los tres principales problemas y la organización de la actividad económica
- Oferta y demanda
- Teoría del consumidor
- Teoría del productor
- Modelos de mercado
- Conclusiones
- Bibliografía
El análisis de la escasez de los recursos productivos y de las inmensas necesidades humanas nos debe haber llevado a la conclusión de que la economía es una ciencia esencialmente hacia tres tipos de problemas. El primero se relaciona con la determinación del limite conjunto de bienes y servicio que deben producirse, lo mismo que sus respectivas cantidades; ese primer problema resulta de la imposible practica de producir todos los bienes y servicios deseados en cantidades ilimitadas. El segundo se relaciona con la utilización optima de los recursos disponibles; es lógico que si los recursos son escasos, se haga necesario, además de la selección y la limitación de aquello que debe producirse, adoptar procedimientos tecnológicos que permiten extraer en la mejor forma el máximo posible de su capacidad productiva a cada a cada uno de los recursos disponibles. El tercer problema se relaciona con los procesos y la estructura de distribución de los bienes y servicios producidos; este ultimo problema también resulta de la imposibilidad de atribución a cada uno de los participantes en el proceso productivo, una parte igual en el producto final obtenido; como las capacidades productivas individuales son diferentes, las participaciones en el producto final no pueden ser iguales. Sin embargo, ¿la estructura de distribución a que se llego fue realmente justa?
Estos tres problemas principales, por su fundamento económico, están relaciones dos directamente con la escasez de recursos y lo ilimitado de las necesidades. De ahí por que la solución de cada uno de ellos conduce a la toma decisiones. Frente a todas las opiniones concebidas siempre ha habido muchas alternativas. No se puede decir lo mismo de las posibilidades. Frente a los escasos recursos optaron preferentemente por la subsistencia, por la seguridad y por la guerra como medio de alcanzar el objetivo básico de supervivencia. Las sociedades modernas, complejas y organizadas, no han conseguido superar las limitaciones tecnológicas y mucho menos reprimir las necesidades humanas. Las numerosas alternativas que hoy se ofrecen a las sociedades modernas, lejos de eliminar el problema de las opciones, tal vez lo han complicado y hayan llevado a los economistas contemporáneos a pronosticar que tales inconvenientes serán cada vez mas graves.
Sin embargo como veremos, las opiniones básicas -espadas o arados, consumo o inversión– constituyen solamente una primera aproximación al análisis de los problemas económicos fundamentales.
Además de estas opiniones básicas se abren nuevas e innumerables alternativas. Si la sociedad, sacrificando el bienestar y las posibilidades inmediatas de consumo, opta por la inversión en producción de base y de infraestructura, queda por saber cuales serán las industrias básicas que se deben desarrollar, cuales los productos que se elaboran, como repartirán el producto de esa actividad entre los miembros de la colectividad. De igual manera, si la sociedad opta por la producción de bienes de consumo de uso inmediato, falta saber, frente a las grandes posibilidades de producción de bienes de esa naturaleza, en que cantidad y cuales serán producidos efectivamente. Una vez escogidos los productos y decididas las cantidades, la sociedad tendrá que optar por los posibles métodos de producción y, finalmente, por la repartición del producto social entre los individuos que componen en cuadro de la actividad económica.
En esas condiciones, detrás de las opciones básicas se ocultan problemas mas graves, cuya solución representa, como señala Shackle "la propia razón de ser de nuestra rama del conocimiento". Estos problemas se refieren a tres cosas conocidas, contenidas en tres preguntas aparentemente simples:
1. ¿Qué y cunado producir?
2. ¿Cómo producir?
3. ¿Para quién producir?
Estas preguntas abarcan prácticamente todo el vasto campo de la Teoría Económica.
Decidir entre seguridad o bienestar, entre bienestar inmediato o producción básica para el aumento del bienestar futuro, son hechos que constituyen dos dilemas fundamentales de las sociedades siempre tendrán que afrontar. Pero, acabamos de señalar, además de esos problemas fundamentales las sociedades tienen otras interrogantes que contienen más específicamente toda la complejidad de la organización económica. Esas otras interrogantes, que existen sea cual fue la decisión básica adoptada, se clasifican en tres niveles diferentes. En el nivel económico se decide que y cuando producir; en el tecnológico, sobre como producir; en el social, para quien producir, o mas claramente, como distribuir el producto.
La escasa disponibilidad de recursos lleva a las sociedades a un sinnúmero de decisiones económicas, sobre la naturaleza y la cantidad de bienes que deberán producirse en cada uno de los sectores del sistema productivo. El sentido económico acerca de que y cuando producir se desarrollo a partir del conocimiento de las máximas posibilidades económicas, pues la eficiencia existe que las diferentes combinaciones se ubiquen sobre la curva de posibilidades de producción. Si hay por determinadas cantidades de un conjunto de bienes y servicios, la sociedad se sitúa dentro de los límites de su capacidad productiva, aunque ese conjunto de bienes y servicios satisfaga perfectamente los deseos de la sociedad, el sentido económico de las alternativas adoptadas no habrá sido alcanzado. La posición dentro de la curva implica desperdicio de posibilidades no compartibles con la necesidad económica de la plena utilización de los escasos recursos. De igual manera, no debe olvidarse que el conjunto de las combinaciones sobre que y cuando producir no podrá, en virtud de los principios económicos, situarse fuera de los limites de producción por que en ese caso, advierte McMonnel "la sociedad estaría situando sus objetivos en lugares obviamente inalcanzables".
Al nivel tecnológico, corresponde solucionar la interrogante de cómo producir. Se trata de obtener la máxima eficiencia productiva que deberá alcanzarse no solo por la movilización de todas las posibilidades de producción, sino también por la mejor combinación posible de los recursos disponibles. Deben adoptarse los mejores métodos. Las unidades de producción tendrán que saber combinar, en la mejor forma posible, sus recursos patrimoniales y humanos y la sociedad tendrá que saber graduar la absorción de tecnología, de manera que la introducción de la técnica en el aparato productivo no implique desperdicio del potencial humano por el desempleo tecnológico. Por el contrario, al hacer compatibles las metas del empleo con las de la expansión tecnológica, la sociedad no deberá alcanzar el empleo de técnicas que realmente le posibiliten la máxima eficiencia productiva.
Finalmente, a nivel social, el sistema económico deberá optar por el más complejo de los tres principales asuntos. Se trata de decidir en que forma será repartida la producción total obtenida. En ese nivel, no se pensara solamente en alcanzar la máxima eficiencia productiva, sino también en fomentar la distribución ideal de la producción obtenida.
Ese objetivo es tan antiguo como los anteriores. Los primeros pensadores economistas, aun en la etapa precientifica de la economía, se preocuparon por la eficiencia distributiva, tal vez tanto como la eficiencia productiva. El mismo Adam Smith, a pesar de haber desplazado el objeto de la economía hacia el terreno de la producción, escribió en su "Riqueza de las Naciones" que "ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayoría de los que la constituye son pobres y miserables". Con Ricardo y los socialistas, el objeto de la economía se traslado al terreno de la distribución y en el siglo XIX seguramente este fue el asunto que más interés despertó entre los economistas. En el siglo XX, el análisis económico tuvo que atender el problema de las fluctuaciones de la actividad. El pleno empleo de los recursos disponibles y la crisis de los años ´30 llevaron a los economistas a analizar con profundidad las determinantes del ingreso nacional y del volumen de empleo. No obstante, el propio Keynes, admite que la incapacidad para garantizar el pleno empleo y la arbitraria y desigual distribución de la riqueza constituyen los dos principales defectos del mundo en que vivimos.
Los tres problemas principales: qué y cuándo, cómo y para quien
Dentro de esta línea de análisis, podemos ver que todas las sociedades siempre se han enfrentado, además de los dilemas básicos, a tres problemas fundamentales, que se interrelacionaba en los aspectos económicos, tecnológicos y social.
La cuestión económica solo se solucionara completamente si hay eficiencia tecnológica convenientemente dosificada que se complemente con un eficiente sistema distributivo. Por el contrario, la solución de la cuestión tecnológica solamente alcanzara su plenitud si las opciones económicas y sociales son lógicas y pertinentes. Como observo Shckle, la eficiencia técnica presupone la eficiencia económica; ningún método de producción puede lograr su máxima eficiencia económica, si no alcanza su mas alto grado de eficiencia técnica para determinada combinación de cantidades de factores de producción. En igual forma, la cuestión social, ligada íntimamente a los problemas del bienestar, solo será satisfactoriamente solucionada, cuando se integre a la solución de los asuntos económicos y tecnológicos.
En la tabla 7.1, partiendo de sus niveles de referencia, resumimos los esquemas básicos de solución aplicable a los tres problemas económicos principales. Como se observa, la solución del problema que y cuando producir implica la adopción de opiniones lógicas, situadas necesariamente dentro de las fronteras de producción de la economía. Las unidades de producción instaladas en el sistema, solamente deberán dedicarse a la producción de te, cacahuate, revistas, lana, medicamentos, aparatos eléctricos de uso domestico y carne, si la colectividad (o quien por ella este decidiendo) juzga que esos bienes en las cantidades en que se están produciendo, son los que responden mas adecuadamente a las necesidades y a los deseos existentes. En caso contrario, como la finalidad esencial de la maquinaria productiva de la economía es atender en escala optima las prioridades sociales manifiestas, so esos bienes no satisfacen plenamente las aspiraciones colectivas deberán tomarse otras decisiones, hasta que las unidades de producción realmente se ajusten a las escalas ideales de preferencia. Por otro lado la solución a la pregunta como producir implica la obtención de máxima eficiencia en la combinación y en la aplicación de los recursos disponibles. Como los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, esas reservas de factores productivos deben combinarse con el fin de lograr niveles óptimos de producción. Las técnicas de producción empleadas deben conducir a la óptima relación entre la producción total obtenida y la cantidad de recursos empleados. Si la combinación y la aplicación de los recursos movilizados no llegan a los máximos niveles posibles, habrá que poner en practica nuevos métodos de producción para que no se despidiesen los potenciales existentes.
Finalmente, la solución a la pregunta para quien producir implica lograr eficiencia distributiva. No se trata de alcanzar los limites de producción, sino los del bienestar social e individual. Sin duda, maximizar el producto es una meta importante, pero, distribuirlo satisfactoriamente entre los que participen en el proceso productivo, también en un objetivo importante y fundamental. Es asi los sistemas económicos enfrentan no solo los problemas relacionados con la optimización de las posibilidades de producción y de empleo de los recursos, sino también con los resultados de la atribución de parte justas y compatibles con las atribuciones individuales, a los propietarios de los recursos movilizados. Esas consideraciones indican que la constitución de un sistema económico social, capaz de armonizar perfectamente la solución de los tres problemas económicos fundamentales, tal vez represente el objetivo principal de la organización económica de las naciones. Como indicamos en la figura 7.1 los tres problemas económicos principales se encuentran estrechamente relacionados, de suerte que -al hacer compatibles las soluciones implícitas- un sistema ideal deberían obtener elevada eficiencia productiva, combinada con apreciable eficiencia distributiva. La primera se alcanzaría mediante decisiones económicas y tecnológicas acertadas; la segunda, a través de la correcta distribución de la producción obtenida.
En tal sentido, la solución integrada de los problemas implícitos deberá llevarse hasta su punto máximo, en tal forma que se eleven, a la máxima expresión posible, el área representada por la superposición de los tres círculos de la figura en referencia. En una situación extrema, si hubiese prefecta armonía y compatibilidad en el encauzamiento de los tres problemas fundamentales, los tres círculos deberían yuxtapuestos y el área de superposición alcanzaría su mas alta expresión. En cualquier otra situación extrema -naturalmente indeseable en todos los aspectos si no hubiera alguna armonización en el encantamiento y en la solución de los tres problemas fundamentales, cada uno de los tres círculos estaría distante de los otros dos. La total falta de superposiciones evidenciaría un sistema incapaz de armonizar la solución de los tres problemas económicos fundamentales, en sus niveles económico, tecnológico y social.
Esa esquematización sugiere que si fuese posible medir el grado de perfección de un sistema económico, la medición se había a través de elementos que hicieran posible la correcta delimitacion del área de superposición de los tres círculos -mientras mas grande sea, mayor será el grado de perfección del sistema. Por el contrario, mientras mas alejados estén entre si los circulo, menor será el área de superposición y menor el grado de perfección correspondiente.
No es fácil alcanzar la armonización de los tres problemas principales. Ella constituye la propia razón de ser del análisis económico. Cada uno de los tres problemas básicos es de difícil solución, ya que resumen objetivos económicos, tecnológicos y sociales no siempre alcanzados plenamente, ni siquiera en forma aislada. Hay sistemas que tal vez han conseguido elevados grados de eficiencia económica y tecnológica, sobre todo en periodos de plena movilización. Otros tal vez se han aproximado a la ejecución de programas distributivos aparentemente justo. Sin embargo, serán menos comunes los ejemplos de sistemas que han conseguido en el pasado o que consigan en la actualidad una satisfactoria combinación de la necesaria eficiencia técnica productiva con la justicia distributiva requerida.
Figura 7.1 Interrelación de los tres problemas económicos fundamentales
Los tres principales problemas y la organización de la actividad económica
Las discusiones que acabamos de plantear deben haber dejado en claro que los tres poblemos económicos principales, sobre todo cuando se examinan conjuntamente, distinguen un conjunto de cuestiones de mucha complejidad no solo por sus raíces económicas, sino por su contenido sigla, ético y político. Es tal el grado de complejidad, que los pueblos de todas las épocas y lugares siempre se vieron frente a la necesidad de organizar mejor sus sistemas económicos tratando de optimizar la solución de sus problemas fundamentales.
La organización de la actividad económica se encuentra directamente relacionada con la solución de los problemas económicos fundamentales -que y cuando, como y para quien producir. Siempre con el objetivo de asegurar mayor eficiencia para la asignación de sus recursos, las naciones económicamente motivadas se dedicarían a la difícil y controvertida búsqueda del sistema económico ideal. En el ámbito económico y tecnológico, incluso los pueblos primitivos, que practicaron el autoabastecimiento, descubrieron que la polución de sus problemas economitos fundamentales podría facilitarse por la división del trabajo– recurso que implique mayor eficiencia de actividades económicas. Las ventajas de este descubrimiento serán comprobadas definitivamente después de la Revolución Industrial, afianzándose durante el siglo XIX y conduciendo a la especialización extrema de las funciones individuales, como se observa en la actualidad.
Paradójicamente, si la división del trabajo condujo al condicionamiento y a la mejor solución de los asuntos relacionados con la eficiencia productiva, tal vez haya dado mayor complejidad a las cuestiones relacionadas con la justicia distributiva. El aumento de la eficiencia económica y tecnológica, observado en las primeras décadas del siglo XIX, durante el periodo formativo del capitalismo industrial había sido paralelo al agravamiento de los problemas sociales atribuidos a los insatisfactorios patrones de distribución del producto social. A medida que las actividades se especializan, se hace más compleja la valoración de las contribuciones individuales. De ahí por que, junto con los objetivos de supervisar y coordinar las tareas desarrolladas por los millones de individuos y unidades de producción que componen el cuadro de las actividades económicas, es necesario desarrollar y aplicar modelos de organización que reduzcan los desequilibrios de la distribución.
Los liberales de los siglos XVIII y XIX propusieron que las bases del modelo de organización económica deberían ser el individualismo, la libre iniciativa y la competencia empresarial. Según su propuesta, el libre funcionamiento del sistema de precios y de los mecanismos del mercado conducirían a la optima aplicación de los recursos disponibles, garantizándose el pleno empleo y la eficiencia económica general. En contraste con el modelo, los críticos del sistema liberal capitalista, partiendo del as bases ideológicas elaboradas por Marx, propusieron el bloqueo de la libertad empresarial, el colectivismo y el intervencionismo de estado. En lugar de los mecanismos libres antes propuestos se implantarían sistemas centralizados de control capaces de coordinar las metas de producción de la economía, la aplicación de los recursos y la distribución del producto.
Con estas dos proposiciones presentadas como diametralmente opuestas, aun son posibles infinidades de modelos menos extremistas. Todos ellos, en relación con el análisis de su eficacia, implican juicios de valor debido a sus contenidos éticos y políticos. ¿Cuál seria -se pregunta- el modelo ideal? Entre las diferentes opiniones, ¿Cuáles son las que combinan mejor los supuestos de la eficiencia económica con los ideales de la justicia distributiva? ¿Cuál será la forma de organización ideal? ¿la sociedad deberá instituir una autoridad central que dirija y coordine todas las actividades individuales? Deberá realmente existir esa autoridad suprema, para que sea la que decida sobre cuales serán los bienes que deben producirse, sus cantidades, como se producirán y como se distribuirán? O por el contrario ¿las sociedades confiaran en la acción autorreguladora de una organización espontánea y liberal? ¿Cómo organizar la actividad económica? La planificación global, tipo colectiva, ¿se muestra mas eficiente en la solución de todos los problemas fundamentales, comparativamente con el laissez-faire? ¿Cómo soluciona cada uno de esos sistemas los complicados problemas fundamentales con que se enfrentan todas las sociedades?
La evaluación del a eficiencia del os sistemas alternativos constituye uno de los asuntos mas complejos del análisis económico. Debemos tener presente la acertada observación de Delfim Netto ¨no hay sortilegio capas de reprimir la expansión de las necesidades de la colectividad ni forma mística capaz de superar las limitaciones tecnológicas ni la limitación de los recursos¨.
FACTORES DE LA PRODUCCION
Son todos aquellos elementos que constituyen a que la producción se lleve a cabo. Tradicionalmente se ha agrupado en: tierra, trabajo, capital y organización o habilidad empresarial.
Tierra.- En el sentido más amplio se refiere a los recursos naturales que pueden ser transformados en el proceso de producción: tierra, agua, minerales, vegetales, animales. Etcétera.
Trabajo.- Es el desgaste físico y mental de los individuos que se incorporan en el proceso productivo. El trabajo también se define como la actividad humana mediante la cual se transforma y adapta la naturaleza para la satisfacción de sus necesidades.
Capital.- Son todos aquellos bienes que nos sirven para producir otros bienes. Son aquellos recursos económicos susceptibles de reproducirse y que ayudan en el proceso productivo; esta constituido por las inversiones en: maquinaria, equipo, mobiliario, instalaciones, edificios, etcétera.
Organización.- También llamada habilidad empresarial, es el conjunto de actividades encaminadas a la dirección, organización, sistematización y conducción para llevar a cabo el proceso productivo. La habilidad empresarial la desarrollan los administradores, gerentes, economistas y contadores que se encuentran en puestos directivos de la unidad productiva.
No debe confundirse la habilidad empresarial con el empresario ya que este generalmente es el dueño de la empresa o negocio, en cambio la habilidad empresarial debe desarrollarse y se puede adquirir a través del estudio sistematizado del proceso productivo y de su organización, lo cual se puede hacer por medio de estudios universitarios, cursillos, conferencias, etcétera.
Relaciones entre factores
Para realizar la producción es necesario combinar los factores económicos y es precisamente la persona que desarrolla su habilidad empresarial la encargada de dicha combinación, y puede ser el gerente, el administrador, etcétera.
Solo las actividades que utilizan recursos naturales provenientes de la tierra, como minerales, petróleo o productos agrícolas, realizan una combinación de los cuatro factores productivos, porque incluye la tierra.
Algunas actividades de producción como la producción industrial y el comercio utilizan el trabajo, el capital y la habilidad empresarial en forma más intensiva; los recursos naturales que provienen de la tierra se usan poco en estas actividades.
La forma en que se combinan los diferentes factores de la producción recibe el nombre de relaciones técnicas de producción que dependen del grado de técnica alcanzado por una sociedad en un momento determinado y de la habilidad empresarial que se aplique en una unidad económica dada.
Las relaciones técnicas de producción se llevan a cabo durante el proceso de producción que es el conjunto de procesos específicos de trabajo.
" realizados concientemente y con fines vinculados entre si para producir un bien determinado, o sea, un producto."
Es el hombre el elemento cohesionado e integrador de todos los factores productivos, por que el es el que posee toda la fuerza de trabajo que aplica en forma hábil para obtener de la naturaleza todos aquellos elementos que combinados en forma adecuada nos llevan a la obtención de bienes.
Es por ello en la combinación de factores de producción encontramos a las relaciones sociales de producción como un elemento fundamental.
Las materias primas se utilizadas en la industria ya no se consideran parte de la naturaleza porque ya han sido transformadas aunque no satisfagan necesidades finales. A las materias primas se les considera parte del capital.
Las relaciones sociales de producción son aquellas que se establecen entre los hombres durante el proceso productivo y que no dependen de su voluntad.
Unidad II
Objetivo educacional: Comprenderá la teoría de la oferta y la demanda como determinantes del precio en un mercado libre.
Actividades de aprendizaje.-
Investigar los conceptos de: oferta, demanda y precio.
Resolver problemas relacionados con la oferta y la demanda para determinarle precio de equilibrio y los efectos producidos por cambios en una de las variables.
Resolver problemas de los diferentes tipos de elasticidad, aplicando las formulas respectivas.
LA TEORIA DE LA ESCASEZ
El de escasez es un concepto relativo. Un recurso natural es abundante o escaso comparado o en función de algo. La relativa abundancia o escasez de recursos naturales implica definir disponibilidades físicas de los elementos existentes en la tierra en función de sus posibilidades de utilización. La sociedad es indiferente a la relativa abundancia física de un elemento existente en la corteza terrestre que no tiene uso actual ni potencial. Es la capacidad para satisfacer necesidades y la comparación entre la magnitud de las necesidades a satisfacer y la disponibilidad física de recursos la que definirá el grado de su escasez.
Esto supone que la escasez no es puramente un término físico. Si así fuera, el problema se reduciría a encontrar una forma adecuada para medir su magnitud. Sin embargo, hay un componente socioeconómico, definido por la necesidad del bien, que es función de su esencialidad: el grado de escasez estará determinado por la esencialidad del bien para satisfacer necesidades en relación con su disponibilidad física. Un elemento cuya disponibilidad física es muy reducida, pero que no tiene utilización alguna, es obvio que no puede calificarse de escaso.
El debate sobre la escasez ha tenido dos enfoques fundamentales. Uno de ellos es el que examina exclusivamente su aspecto físico, en término de una existencia fija e invariable de recursos, y lo relaciona con exigencias cuantitativas futuras mediante extrapolaciones de tendencias observadas históricamente, prescindiendo de consideraciones adicionales que puedan alterar tales tendencias. El otro enfoque es el que examina el problema en términos económicos, y aquí el problema de la escasez viene asociado a un desajuste entre oferta y demanda.
Lo anterior lleva a establecer una clara distinción entre lo que podría denominarse una escasez física –susceptible de mediciones físicas de diverso tipo– y una escasez socioeconómica, definida por consideraciones respecto a la esencialidad del recurso. Este último, siendo un concepto claramente social, varía de acuerdo con los cambios en las estructuras sociales, sus valores y patrones de consumo, los problemas estratégicos de seguridad militar, etc., es decir, la escasez tiene que examinarse en un contexto dinámico. Lo que es escaso hoy puede no serlo mañana, y viceversa.
Existe la esencialidad absoluta de ciertos recursos cuando su disponibilidad es condición sine qua non para la vida humana y su ausencia implica la imposibilidad de vida. El aire y el agua son, por definición, recursos esenciales.
En términos económicos, un recurso natural o un material es esencial si tiene demanda aun a precios arbitrariamente elevados1 y si su carencia es causa de importantes desajustes económicos, sociales y políticos. En el límite, un recurso es esencial económicamente si la producción de un bien de consumo final o de una materia para el proceso productivo es cero en ausencia de dicho recurso natural.
En economía, son las características de la demanda las que contribuyen a definir la esencialidad de un recurso. Su escasez no está definida por las cantidades relativas de elementos existentes en la corteza terrestre, sino que responde a una situación en que la demanda futura esperada supera la oferta prevista. Tal desajuste implica que los precios del bien en cuestión aumentan hasta que la oferta y la demanda logran un nuevo nivel de equilibrio. Por lo tanto, las fluctuaciones de precios serían indicadores de escaseces relativas. La esencialidad de un recurso se da entonces en términos económicos cuando la elasticidad de la demanda a corto plazo es cercana a cero. Una situación de escasez se produce cuando una baja elasticidad de demanda se asocia a una elasticidad precio de la oferta también cercana a cero. La superación de esta situación dependerá de las posibilidades de sustituir el producto o de encontrar fuentes alternativas capaces de responder rápidamente al incremento de la demanda. En ambos casos las posibilidades descansan en las capacidades científico-tecnológicas de la sociedad y en las facilidades para su aplicación práctica. Por ejemplo, la escasez de energía está determinada por los problemas asociados a una fuente energética como el petróleo –en que se basa la civilización industrial–, y por las dificultades de desarrollar alternativas energéticas a corto plazo.
Un ejemplo adicional podría ser el cobre. Su escasez está definida por las magnitudes de reservas de leyes económicamente explotables con la tecnología vigente, y por las posibilidades de sustituirlo con otros productos —aluminio, plásticos, maderas, fibra óptica etc.– capaces de ejercer las mismas funciones. Si las condiciones económicas y tecnológicas permiten la explotación de minerales de leyes inferiores y/o un proceso de sustitución automática o casi automática por otros materiales, el grado de esencialidad y escasez del cobre se verá inmediatamente alterado.
Por lo tanto, la noción de escasez tiene una dimensión temporal. En el largo plazo es siempre posible alterar patrones de consumo, encontrar fuentes alternativas a un producto o desarrollar procesos y tecnologías capaces de producir bienes para sustituirlo.
Así pues, la elasticidad de sustitución es elemento fundamental en la definición de escasez. Tal elasticidad está determinada en gran medida por el conocimiento tecnológico y sus posibilidades de aplicación práctica.
Lo que cabe preguntarse es en función de qué estímulos, señales o motivaciones se desata la acción social orientada a la búsqueda de soluciones para la situación de escasez, y cuál es el nivel crítico que pone en marcha el mecanismo social que acelera el proceso de innovación tecnológico dirigido hacia la sustitución o hacia la búsqueda de alternativas para superar la coyuntura. La tradición económica estima que el mecanismo del mercado –y más específicamente el sistema de precios– proporciona las señales requeridas y al mismo tiempo orienta la acción económica que permite superar el problema de escasez.
En un trabajo ya mencionado se recurre al costo unitario de extracción por unidad de recurso como medida adecuada de escasez. El argumento –arraigado en la tradición ricardiana– es que, si la escasez es básicamente un desajuste entre demanda y oferta, resultante de una demanda futura superior a la oferta prevista, el proceso de ajuste se traducirá entonces en costos crecientes por producciones crecientes de recursos solamente asequibles con cantidades también crecientes de capital y trabajo que se requieren para compensar la menor calidad y las localizaciones desfavorables de los recursos marginales que se incorporan a la producción.
La evidencia empírica del trabajo de Barnett y Morse pone de manifiesto que el índice seleccionado –el costo unitario de extracción– ha mostrado tendencias decrecientes, es decir, la experiencia histórica desmiente la premisa malthusiana de escasez creciente de recursos naturales. El examen que han hecho algunos autores de estos índices revela ciertas deficiencias que en principio afectarían las conclusiones del estudio de Barnett y Morse. Es claro que algunos elementos esenciales en la determinación de los costos sociales de extracción de recursos naturales han sido ignorados, y entre ellos cabría citar los costos indirectos, los costos externos –por ejemplo, los ambientales– y sus efectos sobre los llamados bienes libres.
Estos costos no han sufrido reducciones similares a los reflejados por los precios de mercado. Más aún, algunos de ellos –en especial los ambientales– han ido en aumento constante. Sin embargo, esa tendencia no ha sido suficientemente acentuada como para alterar la de los costos monetarios, o simplemente –dadas las características del sistema económico imperante– ha sido ignorada.
Además, como Fisher hace notar, la medida en términos de costo unitario presenta algunos problemas de orden teórico y práctico. Así, por ejemplo, es perfectamente factible que los costos de extracción de un recurso natural se mantengan constantes a medida que se agota el recurso. Por otro lado, es también muy posible –y la experiencia histórica lo demuestra– que a medida que la explotación de ciertos recursos, básicamente mineros, avanza, a veces a costos crecientes, se descubren nuevos recursos o se descubre que la magnitud del recurso era superior a la hasta entonces conocida. Ambos casos demuestran que un índice de costo unitario de extracción no necesariamente refleja escaseces futuras de recursos.
La segunda objeción de Fisher reside en el hecho de que el índice de costo unitario está construido a partir de series históricas de insumos de mano de obra y capital utilizados en la producción de materiales extractivos, y este proceso adolece de todos aquellos defectos típicos de la agregación, de la forma en que ésta se ha llevado a cabo y de la representatividad que tiene.
Así, entonces, los costos de extracción, medidos en términos monetarios, están socialmente subvaluados y no reflejan el costo real para la sociedad del producto obtenido. Esta subvaluación –más el hecho de que los costos de extracción no necesariamente reflejan o anticipan la escasez, pues no siempre aumentan a medida que el recurso se extingue, y aun puede darse el caso de que incluso disminuyan– hace que el índice no anticipe la futura escasez del recurso y, por lo tanto, su empleo como indicador tiene que complementarse con otras medidas.
El trabajo de Kerry Smith señala que diferentes factores han influido en los movimientos de precios entre 1900 y 1973 y que, sin una teoría adicional, es difícil establecer un juicio sumario de las tendencias generales. Así pues, parece prudente concluir que los juicios concernientes a la escasez de los recursos naturales no pueden calcularse exclusivamente sobre la base de dichos datos y que la cuestión de la escasez debe mantenerse como una discusión abierta.
Por su parte, Fisher examina en el estudio mencionado otros posibles indicadores de escasez, que serían el precio de mercado ordinario y lo que denomina una «renta pura de escasez» (pure scarcity rent), es decir, el valor del recurso in the ground es decir, antes de su extracción. En términos generales, los tres indicadores –costos, precios y renta– tienen un comportamiento contrario a la magnitud del recurso, es decir, mientras más pequeña sea la cantidad de recurso, mayores serán los precios, los costos y las rentas. Sin embargo, Fisher hace notar que difiere ampliamente la sensibilidad de precios, costos y rentas frente a un proceso de agotamiento.
Nótese que Fisher se refiere generalmente a existencias de recursos, es decir, examina las variaciones en los tres indicadores señalados en función de una existencia dada de recursos. El análisis se lleva a cabo utilizando una función de producción extractiva, en la cual la producción extractiva (Y) es función de un índice de trabajo y capital, que denomina esfuerzo dedicado a la extracción (E) y de una existencia X de recursos, en un periodo T de tiempo:
Y : f (E, X, T).
Esta función de producción se ve afectada por un efecto de existencia, que Fisher –al igual que otros autores– supone positivo. En otras palabras, este efecto establece que una cantidad de producción mayor se obtiene de una existencia mayor con un mismo esfuerzo, y también por un incremento de tal esfuerzo. Ese efecto de existencia elevaría los costos, y Fisher se plantea en este punto algunas preguntas: en primer lugar, ¿qué es lo que se considera como recursos naturales? ¿Aquellos que están en la corteza terrestre, o los ya extraídos y convertidos en materias primas? Si nos referimos a estos últimos, con base en las observaciones que se han hecho, los costos serían indicadores inadecuados de escasez y los precios constituirían el indicador más apropiado. En cambio, si se consideran recursos naturales sólo los elementos existentes en la corteza terrestre, antes de su proceso de extracción, entonces –según Brown y Field–7 la renta sería la medida adecuada de escasez. Tal opción es objetada por Fisher, quien demuestra que las rentas de los recursos naturales pueden disminuir, y eventualmente llegar a cero, cuando esos recursos se agotan.
La conclusión de Fisher es que los precios de mercado son los indicadores más adecuados de escasez, en función de su correlación positiva con una existencia dada de recursos, aumentando a medida que los recursos se agotan y reduciéndose a medida que aumenta la existencia de recursos. No sucede lo mismo con los costos y las rentas, que tienen un comportamiento errático. Así, por ejemplo, puede suceder que para ciertos depósitos, si no hay efectos de existencias, los costos no aumentan a medida que el recurso se agota, pero sí puede incrementarse la renta. El problema está lejos de ser solucionado y sin duda no puede examinarse exclusivamente en función de magnitudes económicas y de su comportamiento en el mercado, desde el momento en que tales magnitudes y comportamientos ignoran efectos indirectos de orden social y ambiental. Al mismo tiempo, no permiten la consideración explícita de aspectos concernientes a las tecnologías de extracción y explotación de productos, ni el hecho de que los tres indicadores se ven afectados por el carácter heterogéneo de los recursos. En tal sentido, Fisher afirma que una medida de escasez de recursos naturales debería reflejar claramente los sacrificios directos e indirectos que se hacen para obtener una unidad de recursos, y que al mismo tiempo debería permitir relacionar las variaciones en su existencia.
Las observaciones mencionadas sobre efectos indirectos, no perceptibles directamente o no cuantificables, afectan la primera parte de este indicador, mientras que otros factores de orden tecnológico y la heterogeneidad de los recursos dificultan la elaboración de la segunda parte del indicador sugerido por Fisher.
2.2 DETERMINACION DE LA OFERTA Y LA DEMANDA
Oferta: se define como la cantidad de bienes o servicios que los productores están dispuestos a ofrecer a un precio y condiciones dadas, en un determinado momento.
Los principales elementos que determinan la oferta de un producto llamados determinantes de la oferta son:
Costo de producción
Nivel tecnológico
Precio del bien
Matemáticamente la oferta puede ser expresada como una función así:
O = (c, t, p)
Demanda: se define como la cantidad y calidad de bienes y servicios que pueden ser adquiridos a los diferentes precios del mercado por un consumidor (demanda individual) o por el conjunto de consumidores (demanda total o de mercado)
Desde el punto de vista de la demanda individual, la función de demanda de un satisfactor es la relación que existe entre las diversas cantidades del satisfactor que puedan ser compradas:
Los precios posibles del satisfactor
Los ingresos de los compradores
Los gastos de los compradores
Los precios de los bienes complementarios y los sustitutos
Formula matemática:
La demanda es la cantidad de mercancías que pueden ser compradas a los diferentes precios por un individuo o por el conjunto de individuos de una sociedad. Es por ello que hablamos de demanda individual y demanda total.
La demanda puede ser expresada en una tabla de demanda o en una curva de demanda; en ambos casos se habla de la función de demanda.
Desde el punto de vista de la demanda individual, la función de demanda de un satisfactor es la relación que existe entre las diversas cantidades del satisfactor que pueden ser compradas y:
Los precios posibles del satisfactor
Los ingresos de los comprador
Los gastos de los compradores
Los precios de los bienes complementarios (pc) y los sustitutos
Matemáticamente la demanda individual puede ser expresada de la siguiente forma:
D = (P, g, y, pc, ps)
Puntos | Precio | Cantidad |
a | 100 | 10 |
b | 90 | 20 |
c | 80 | 30 |
d | 70 | 40 |
e | 60 | 50 |
| 50 | 60 |
2.2.1 DETERMINACION DEL PRECIO DEL EQUILIBRIO
Página siguiente |