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Futuros Contingentes – Tecnopoder y economía política del arte digital

Enviado por Jaime del Val

      

    ABSTRACT

    El poder en las sociedades tardocapitalistas se articula en mecanismos implícitos de contaminación tecnológica. Para conocer estos mecanismos es necesario trascender el marco de análisis de la tecnología como materia y analizarla en tanto que lenguaje y representación, como reproductora de discursos y de formas. Es aquí donde el arte digital ocupa un espacio estratégico en la redefinición radical de lenguajes y representaciones, como resistencia a los mecanismos de estandarización del sistema tardocapitalista.

    Palabras clave:

     · análisis del discurso

     · economía política

     · identidad

     · metateoría

     · posmodernismo

    Las discusiones habituales sobre las relaciones entre arte y tecnología parecen pasar por alto un hecho relevante: que las relaciones implícitas entre la una y la otra van más allá del medio que sirve al fin (la tecnología como medio que sirve al arte) y que las difusas fronteras entre uno y otro término se inscriben en un procesos netamente constitutivos de relaciones de poder: La tecnología es productora y producto de representaciones y lenguajes, de formas y categorías del discurso.

    Si intentamos releer el término griego Technè, en el que parecen estar unidos aspectos de lo que hoy llamamos arte y aspectos de lo que hoy llamamos tecnología, podemos dar un primer paso hacia la recuperación de la relación inmanente que regula esa frontera difusa. Sin embargo para entender más profundamente sus implicaciones no podemos sino sumergirnos en los mecanismos del poder implícito del tardocapitalismo y en su genealogía, que atraviesa lo que Foucault y Negri llaman la sociedad disciplinar y la sociedad de control. Si estamos en las postrimerías de esta última, donde la tecnología, implantada perversamente en todos los cuerpos, puede cómodamente reproducir las formas que sirven al sistema tardocapitalista, la tecnología deviene el mecanismo fundamental (y acaso único) de la estandarización que el sistema necesita: estandarización no ya de ideas, sino de formas, de representaciones, de lenguajes.

    Hay que ir más allá del discurso del software libre y plantear una crítica inmanente de las representaciones y los lenguajes que se articulan en el contexto de la producción tecnológica: ¿qué categorías de la corporalidad se reproducen en el hardware, qué formas de escritura condicionada social y culturalmente se reproducen el la programación, qué representaciones, qué FORMAS aseguran el fortalecimiento del sistema tardocapitalista a expensas de las diferencias?

    Características del sistema:

    • Estatus Implícito del poder: el gran secreto de su éxito, en la medida en que esconde sus mecanismos, impide toda rebelión, no cuestiona la libertad de ideas: controla las formas: el cauce necesario, implícito, apriorístico de toda representación.
    • Estandarización: el requisito indispensable para el buen funcionamiento del sistema, opera en todos los órdenes. Ejemplo arquetípico: el FORUM Barcelona 2004.
    • Despolitización: Consecuencia inevitable y necesaria de la estandarización: Tras el espejismo de una aparente libertad de expresión y pluralidad de pensamiento político se afirma una vacuidad de formas que debe servir al sistema, más allá de cualquier ideología.
    • Neutralización y vacío: Cuando algo se comercializa, se convierte en LOGO, es vaciado de todo sentido: requisito indispensable para el buen funcionamiento del sistema: casi todos creemos estar en posesión de un espacio de libertad, las protestas se hacen, salvo en raras excepciones, redundantes, las luchas se cuestionan de forma implícita. "¿Qué necesidad de luchar en una sociedad democrática en la que cada uno expresa "sus" ideas?". Resbalamos así en las superficies de los logos como niños que juegan en un parque temático: libres de escoger la superficie más resbaladiza.
    • Virtualización y espectacularidad: Requisito para la estandarización: parece que tenemos acceso a la información (a pesar de la censura explícita), pero nos es extrañamente ajena… De esta manera la guerra o el hambre, al tiempo que parecen exponerse a la mirada, se alejan de nosotros misteriosamente. ¿Como, si no, toleraríamos el dantesco espectáculo de los media sin movilizarnos permanentemente?
    • Velocidad y borrado: la tecnología impone sus lenguajes: se implanta cargada de falsas promesas en todos los territorios y cuerpos, borra en cuestión de meses culturas populares enteras, estandariza el planeta: el imperio de la comunicación no verbal: TV, cine, música, ropa, alimentación, software y hardware… ya todos hablamos el mismo idioma… las tradiciones orales han muerto, las escritas han sido asimiladas. La velocidad de la implantación tecnológica y sus carácter implícito aseguran una victoria total del sistema e impiden cualquier forma de sedimentación: te obligan a hablar su lenguaje de la velocidad, del efecto, de la superficie.
    • Capacidad de asimilación: condición de supervivencia del sistema: toda FORMA debe ser asimilada. Cualquier gesto subversivo, apenas se concrete, debe ser incorporado en el espacio corporativo, convertido en un LOGO posible, asimilado al lenguaje de las formas LOGO-centricas. La vida escapa constantemente al sistema y por tanto debe ser constantemente reasimilada, cada vez con mayor velocidad. Citación paródica, performatividad, asimilación, juego de desplazamientos, resignificaciones…

    Unidireccionalidad de la información: pues aun en Internet difícilmente se concretan redes abiertas de la información. En todos los demás ámbitos la unidireccionalidad es regla: tecnología, medios de comunicación, publicidad, mercadotecnia

    Ya no basta con un análisis de los mecanismos explícitos de la mercadotecnia: hay que abordar de lleno los mecanismos implícitos del poder, de la censura, para comprender sus términos. ¿Puede realmente internet ser una plataforma democrática? ¿Porqué se cuestiona ya esta posibilidad? ¿De donde viene la pérdida de Internet como espacio radicalmente democrático? La estandarización de formas y de flujos de información, de representaciones, la contaminación y canalización que se hace desde los núcleos corporativos (estandarización de lenguajes, de interfaces) contaminan el posible flujo horizontal de la comunicación.

    El sistema tardocapitalista es heredero de la sociedad disciplinar y se inscribe en la sociedad de control, pero elabora dinámicas propias, impredecibles, desestabilizado permanentemente por un sinfín de fenómenos parasitarios que lo abren a la entropía. Ya no interesa la preservación de discursos determinados heredados de la biopolítica: la reproducción de los cuerpos, la familia tradicional. Ahora el sistema se adapta a los cambios más sutiles, tiene la ambición de abarcarlo TODO, ninguna FORMA escapa a los tentáculos de la asimilación, de la LOGOTIPACIÓN. Hay que ser un mutante permanente, mantenerse en la frontera de lo pronunciable, desplazarse sobre esa frontera oscilante, para no ser absorbido, para poder tener acaso una posibilidad, una viabilidad, un éxito como enunciado político. La ontología del sujeto político se vuelve así inexistente, no hay sujetos políticos, hay enunciados, estrategias, anticuerpos…

    Las estrategias radicales de la representación y el lenguaje encuentran en los medios digitales un ámbito de desarrollo tan infinito como amenazado: infinito por las posibilidades, amenazado por la industria serializada que impone el lenguaje y la representación: desde el uso de la cámara hasta la producción de instrumentos híbridos, interactivos, transcorporales… Pensemos por un momento en los instrumentos musicales: ¿Cuantos siglos de sedimentación han sido necesarios para el desarrollo de esa tecnología? Pues un instrumento, en tanto que tecnología, no es solamente la materia sino también su escritura, de la misma forma que la tecnología de la pintura no es solamente el pincel sino la tradición sedimentada, la escritura de su uso. La velocidad de la transformación tecnológica asegura una ausencia de lenguajes, un borrado total, una imposibilidad de la sedimentación, y el artista ve impotente cómo sus instrumentos se transforman día a día… se le escapan mientras él cree aferrarse al lenguaje incierto en el que convergen su experiencia en otros medios y los lenguajes de la tecnología.

    Una preocupación por la forma en tanto que materia plantea varios problemas: en primer lugar si en el contexto de la performance, por ejemplo, hacemos referencia al "cuerpo" tenemos que examinar si ese "cuerpo" que damos por descontado, que representamos con medios como el vídeo o la fotografía, que nos es inteligible en la medida en que podemos reconocerlo en el marco de determinadas formas de representación, si ese cuerpo no es el producto y el exceso de un cierta tradición de representación objetivista. ¿Es posible pensar el cuerpo más allá de esa representación? El cuerpo-forma, que asumimos como materia dada nos circunscribe a un terreno preciso de enunciados posibles: el falogocentrismo.

    La tecnología produce lenguajes, son los lenguajes de la industria a la que sirven, no se trata de lenguajes esenciales e inmutables, no se trata de estilos en el sentido tradicional, son lenguajes mutantes que funcionan en términos de estandarización, de ahí su carácter engañoso, su apariencia de pluralidad liberadora. Mal-utilizar la tecnología, los programas, las interfaces… sí, pero vallamos más allá, creemos nuestros instrumentos-lenguajes-cuerpos-interfaces nuestros metacuerpos, nuestro metaware. Es posible, finalmente, sobrepasar el paradigma postmodernos de la parodia sin el retorno a una modernidad: se abre un horizonte incierto: de la morfogénesis del sujeto.

    Si en la performance (metaformance) el énfasis está en la interfaz, si la obra-proceso se articula en una interfaz-cuerpo (y no en una interfaz-lenguaje), si no cuestionamos las representaciones que hacen que esa interfaz sea inteligible en cuanto tal, asumimos el borrado de lenguajes, la violencia de la forma: así la obra es puro efecto: no puede repetirse la interfaz, sin repetir la obra, el efecto más epidérmico de la tecnología se convierte en el todo, la tecnología no como lenguaje y representación (la visión implícita de la tecnología que creo que necesitamos) sino la tecnología como pura materia "bruta". Hagamos un paralelismo banal: si aplicamos este esquema a la tradición musical no se hubiera podido escribir más de un obra para un conjunto musical determinado ya que el mero hecho material del conjunto musical hubiera sido el sentido de la obra y de la musica. Así ¿sería justo decir que todos los compositores no han hecho sino repetirse al escribir machaconamente miles de obras para, por ejemplo, orquesta sinfónica, o para piano? O, ¿no sería más adecuado proponer que hay diferencias radicales entre una forma de escribir para orquesta y otras, entre una forma de "tocar" el piano y otras, o sea que la tecnología del instrumento no es pura "forma material" sino también escritura y lenguaje.

    En la música contemporánea y el arte sonoro, en el cine abstracto, en algunos terrenos de la danza y la performance, al arquitectura y la literatura, encontramos modelos radicales de lenguaje, y por eso marginales.Y encontramos muchos hilos abiertos, sinestesias, asociaciones, aperturas que no es que realicen síntesis de disciplinas y lenguajes, sino que vienen a demostrar que las fronteras son ficticias, contingentes, construidas, que no resisten a un cuestionamiento minucioso. Son formas de pensamiento híbrido que desafían el esquema logocéntrico de la formalización, que se abren al afuera….

    Pero quizás es la metáfora del instrumento la que más poderosamente puede hacernos reconsiderar la interfaz, la prótesis, el cuerpo: como proceso de formación de lenguaje y representación. Este giro radical hacia una metarrepresentación es acaso el único anticuerpo posible para una política de resistencia a la estandarización tecnológica en el tardocapitalismo.

    Un replanteamiento de la educación no debería solamente analizar las consecuencias fatales del uso de tecnologías corporativas que tan perversamente se han instalado en cada hogar y en cada colegio, proponiendo un uso de sistemas de código abierto, sino que debería plantear una crítica inmanente de los procesos de censura implícita que articulan la representación y la posibilidad de reformular radicalmente la tecnología en términos de producción de representaciones y lenguajes, de cuerpos y sujetos posibles.

    Sin embargo esta política difícilmente puede ir más allá de un intento de resistencia hacia el régimen homogeneizador. Los tecnopositivistas que defienden las virtudes de la conectividad quizá podrían plantearse si la conectividad es positiva a priori o si depende radicalmente de su articulación. ¿Es cualquier planteamiento telecrático a priori democrático? Volvemos a los interrogantes del comienzo del artículo…. la respuesta sería clara y resonante: NO.

    Recherche / Busca (del tiempo perdido… del cuerpo…): las tecnologías del cuerpo como proceso de reflexividad, estético y político, como forma radical de articular la particularidad en un contexto de redes abiertas… nos llevaría a un estudio Proustiano de escritura, en el sentido propuesto por Deleuze: los hilos abiertos de la memoria, del aprendizaje de los signos, constituyen el espejismo en el que emerge la imagen del yo: en la medida en que articulemos esa imagen del yo en el marco de su especificidad radical (de su incertidumbre radical), en que nos construyamos como cuerpo-escritura-lenguaje-sujeto posible redibujaremos el horizonte tecnopolítico y la viabilidad de una sociedad "radicalmente" democrática. Sobre la viabilidad de tal proyecto en un mundo que parece tender a la entropía cabría plantearse las posibles mediaciones con un discurso ilustrado, que es al fin y al cabo el sustrato de las propuestas que hacemos ahora. El sujeto-proyecto que describe Vilem Flusser, se abre a nuevas perpectivas posibles de articulación.

    Pero este escrito no debe interpretarse en el sentido pesimista y apocalíptico, al contrario trata de abrir nuevos horizontes en el contexto de paradigmas obsoletos. Un horizonte de producción y resistencia, de existencias paralelas y diversas, de alteridades radicales, de apertura sin fin…

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    Jaime del Val