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Transparencia y corrupción

Enviado por gumucio


    Otra vez sale el informe anual de Transparencia Internacional (TI) y nuevamente aparece Bolivia como uno de los país más corruptos de nuestra región. Otra vez en las calles los que leen periódicos y escuchan radios comentarán: "ya ves, estamos entre los más corruptos".

    o uno de los país más corruptos de nuestra región. Otra vez en las calles los que leen periódicos y escuchan radios comentarán: "ya ves, estamos entre los más corruptos".

    Sin embargo, lo que los medios de información de Bolivia esconden, es que el índice de corrupción de Transparencia Internacional, está basado solamente en percepciones.  ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir  hace encuestas y pregunta a determinadas personas si su país es muy corrupto o poco corrupto, y son esas respuestas las que determinan el lugar que ocupamos en la tabla de la corrupción. Lo grave es que en la metodología de Transparencia Internacional, según se puede leer en su propio website, las preguntas no se hacen a la población en general, sino a "empresarios y analistas", algunos de los cuales ni siquiera viven en sus países. O sea, son los "empresarios bolivianos" los que califican al país de corrupto, quizás basándose en su propia experiencia con la doble contabilidad.

    Esto no lo dicen los medios de información tradicionales, que deforman las noticias y son incapaces de hacer análisis.  Los diarios, lamentablemente, carecen de capacidad analítica. Los periodistas escriben de memoria, no tienen la formación necesaria como para analizar los hechos, no investigan, simplemente describen, a medias, las cosas. Los que hacen análisis, a veces, son los columnistas invitados.

    Si los propios medios masivos no entienden cómo se establece el índice de corrupción, menos aún el común de los lectores, que cree ciegamente en todo lo que ve escrito en los diarios o dicho en la radio y la TV. Alguien debería explicarles que Transparencia Internacional no tiene ninguna maquinita mágica para medir la corrupción, de modo que se limita a medir la percepción sobre ella, y le pide opinión nada menos que a "empresarios"  y "analistas".  Sería excelente, como tema de periodismo investigativo, obtener la lista de esos empresarios y analistas que cada año llenan las encuestas que les hace llegar TI. ¿Quiénes son los "analistas"? Ya sabemos que un "analista" es cualquiera al que le hacen una pregunta en la televisión.  CNN, por ejemplo, se especializa en elevar a la condición de analistas a una punta de mediocres que viven en Miami y creen que pueden pontificar sobre América Latina.

    Otra cosa que no dicen los diarios cuando publican los índices de Transparencia Internacional, es que esa organización se ocupa solamente de las percepciones de corrupción en el sector público. Es decir, se ocupan de criticar al Estado, pero la empresa privada, bien gracias. A la empresa privada no la tocan, peor aún, piden su opinión sobre el Estado a los empresarios privados, asumiendo que estos no son corruptos.

    Ya es hora de empezar a cuestionar desde un punto de vista ético las encuestas de Transparencia Internacional y de interrogarse sobre sus motivaciones reales. Este tipo de organizaciones son las que fueron montadas para debilitar a los Estados nacionales, en apoyo a las privatizaciones, al "libre comercio" y al fortalecimiento del sector privado. 

    Ahora bien, por supuesto que hay corrupción en Bolivia, en muchos niveles, empezando por los ociosos que calientan sillas en el Congreso, ganando jugosas dietas sin asistir a las sesiones y ejerciendo día a día el tráfico de influencias para mejorar sus empresas privadas.  Hay corrupción en todos los niveles de la sociedad, no solamente en el Estado, sino en las empresas privadas que falsean sistemáticamente su contabilidad para pagar menos impuestos. Son también corruptos los llamados "comerciantes minoristas", que compran y venden productos de contrabando, y que tampoco pagan impuestos, así como los grandes importadores que no pagan aranceles adecuados, ya sea porque sub-facturan los productos o porque pasan coimas a los aduaneros. Son corruptos todos los ciudadanos que no exigen o no entregan facturas en las transacciones comerciales. Son corruptos los burócratas de ínfima categoría que traban los trámites de pobres campesinos hasta que les pasan unos billetes. Son corruptos los jueces, que hacen desaparecer legajos de los juicios según quien les pague mejor. En suma, todos los bolivianos somos corruptos o cómplices de corrupción en algún grado.

    Pero el hecho de que Bolivia aparezca en la lista de países corruptos detrás de México, por ejemplo, solamente indica una cosa: los empresarios mexicanos perciben que la corrupción en su país no es tan grave. Para cualquiera que haya vivido en México, está claro que la corrupción campea. Los dirigentes sindicales se hacen millonarios con lo que roban.  Cada cambio se sexenio, los burócratas se llevan a sus casas hasta los muebles que usaban en los ministerios. La policía de tránsito es uno de los ejemplos flagrantes, y por supuesto el narcotráfico. Cada día toman presos a policías activos hundidos hasta la cintura en la suciedad del narcotráfico, protegiendo a los capos. Los bancos están metidos hasta el cuello en el blanqueo de dólares. Hasta la iglesia católica mexicana reconoce que recibe dinero de los narcos, pero "purifica" esas contribuciones con agua bendita.

    Ahora que he tenido oportunidad de vivir un año y medio en Brasil, puedo afirmar también que la corrupción en este país tiene proporciones enormes. El tráfico de influencias en Brasilia es la ley de todos los días, y esto involucra tanto al Estado como a la empresa privada que se beneficia. Los diputados y senadores bolivianos son niños de teta, meros aprendices, en comparación a la corrupción de los parlamentarios brasileños. A uno de ellos lo agarraron en un aeropuerto con más de cien mil dólares en sus calzones… Pero igual que en México, la percepción de los empresarios y "analistas" brasileños sobre la corrupción en su país parece que no es tan drástica. Tienen una mejor imagen de sí mismos.  Mejor de lo que son en realidad.

    Los resultados de Transparencia Internacional llevan a reflexionar en dos sentidos.  Por una parte, hay que empezar a cuestionar el carácter "científico" de estas encuestas de Transparencia Internacional. ¿Quien las hace en cada país? ¿Quiénes son los "empresarios" y "analistas" consultados? ¿Cómo se controla el proceso de aplicación de las encuestas? Ya sabemos que las encuestan pueden ser manipuladas, ya sea por error y omisión, o por mala fe. Por ejemplo, si hiciéramos una encuesta de percepción sobre las encuestas, ¿qué diría la gente? Mucho más interesante que Transparencia Internacional me parece la organización PROBIDAD, que opera en América Central, y que se ocupa de casos concretos de corrupción, no solamente de percepciones.

    La otra reflexión que hago tiene que ver con nuestra permanente auto-imagen de víctimas. Los bolivianos nos damos duro con el látigo, nos flagelamos voluntariamente, sin previo análisis.  "Todo es una mierda", decimos, pero seguimos viviendo igualito que antes, no hacemos nada por cambiar, ni siquiera nuestro entorno más cercano, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestras malas costumbres.

    Si fuéramos más objetivos quizás apreciaríamos los avances que se han hecho en la lucha contra la corrupción.  Aunque no podamos hablar de grandes éxitos, no cabe duda que con la creación del cargo a nivel ministerial de Delegado Anti-Corrupción durante la gestión de Carlos Mesa, se sentó un precedente importante y se envió un mensaje a los corruptos. Entre los logros de esa repartición que dependía directamente de la Presidencia de la República, está el haber logrado de varias decenas de instituciones del Estado, acepten poner en línea, en Internet, todos sus documentos internos. Este ejemplo de transparencia, lamentablemente, no fue seguido por otras reparticiones del Estado y menos por las empresas privadas. Alguna gente critica a Lupe Cajías porque esperaba que ella personalmente vaya a tomar presos a los corruptos, por encima del Poder Judicial. Eso es obviamente, una pachotada que sale de cabezas sin seso. Lo que hay que ver es cómo a través del delegado Anti-Corrupción, se fueron sentando las bases institucionales para prevenir, a través de una mayor transparencia, que la corrupción siga haciendo de las suyas. Por ejemplo, se frenó la designación de algunos embajadores que tenían cuentas pendientes con el Estado, se llamó la atención sobre contratos que no cumplían todos los requisitos legales, y muchas otras cosas que figuran en los informes de la Delegada Anti-Corrupción.

    ¿Queremos perpetuarnos en la lista de vapuleados por Transparencia Internacional? ¿O queremos que los esfuerzos por combatir la corrupción sean motivo de orgullo en el país?  Eso será posible solamente con una toma de conciencia de todos los bolivianos, enemigos de la corrupción de boca para afuera, pero que viven confortablemente rodeados de ella.

    Alfonso Gumucio D.

    www.bolpress.com