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Dios – Proseminario teológico


Partes: 1, 2

    1. La Cuestión de Dios
    2. ¿Cómo se plantea el problema hoy, en nuestros días?
    3. La aporía_ de la Teología frente al ateísmo
    4. Conocimiento y experiencia de Dios
    5. La propuesta final
    6. Conclusión
    7. Bibliografía

    Introducción

    Olegario González de Cardenal se hace preguntas al plantearse el tema, como la conciencia moderna ha pasado de la facticidad a preguntar por el fundamento de posibilidad: ¿Cómo tiene que ser Dios para que la revelación, encarnación, crucifixión, y donación del Espíritu puedan ser reales? ¿Cómo tiene que estar constituido el hombre para que pueda acoger la revelación y para que su humanidad pueda ser humanidad de Dios?, ¿cómo tiene que estar estructurada la historia para que sea también historia de Dios? ¿Cómo es Dios alteridad absoluta y absolutamente fundadora?[1]

    El presente trabajo intenta presentar la problemática de la cuestión sobre Dios, analizando la obra de Walter Kasper y ofreciendo la propuesta que tiene para dicho planteo. Se ha intentado comparar, poner en diálogo las posturas de otros teólogos al respecto, ya sea para confirmar la línea o disentir de ella. EL trabajo de nuestro autor es un inmenso valor para quien pretenda adentrarse en el tema y ofrece un panorama general para ubicarse. Como se vio más arriba, con las preguntas de González de Cardedal, esta cuestión es actualísima y es insoslayable.

    La Cuestión de Dios

    Así comienza Kasper el primer capítulo de su libro: La confesión de la fe que une desde los primeros siglos cristianos hasta hoy a todas las grandes iglesias de Oriente y Occidente comienza con la frase: "Credo in umum Deum".

    Este ha sido el primer y fundamental artículo de toda fe, de ahí que Dios es y ha sido el único tema de la teología y el que le proporciona unidad. Agustín definía la teología como de divinitate ratio sive sermo; es un hablar responsable, racional sobre Dios. He aquí el problema planteado por Kurt Tucholsky, que tiene plena vigencia y resulta ser ineludible: "¿Pero qué es eso de Dios?"

    Antes de preguntar por la existencia de Dios y de responder afirmativa o negativamente, es preciso saber qué se entiende bajo la ambigua, polisémica palabra: "Dios"[2]. La tarea no puede ser emprendida con una actitud neutral, sin presupuestos, una especie de epojé husseriliano; pues el que intenta demostrar algo, debe tener una cierta precomprensión de lo preguntado; lo mismo ocurre con la cuestión de "Dios". En otras palabras y en terreno de la teoría del conocimiento sabemos que no existe un conocimiento sin presupuestos.

    Nuestro autor empieza citando a Tomás de Aquino para retrotraerse a Anselmo de Canterbury citando su célebre frase, id quo maius cogitari nequit. Confronta la misma con la noción de Lutero y luego menciona algunos intentos modernos: P. Tillich, R. Bultmann, G. Ebeling, y K. Rahner. Todas las definiciones tienen algo en común: "Dios" no es la respuesta a uno de tantos problemas, sino es más bien la respuesta a la pregunta latente en todas las preguntas, incluyendo la problematicidad del hombre y del universo. "Dios" es así la respuesta que abarca y trasciende toda otra respuesta[3]

    Esta cuestión afecta a la situación fundamental del hombre, porque éste es el único ser que se puede aburrir, que puede estar descontento y puede ser infeliz. Abierto a la totalidad del mundo, solo alcanza su plenitud si da con una respuesta al sentido de su ser y al sentido de la realidad general. Por ser "Dios" no una cuestión categorial sino una cuestión trascendental en el doble sentido, es susceptible de ser puesto en cuestión.

    Ya Tomás de Aquino en su ST introduce la cuestión "¿Existe Dios?" con dos objeciones que siguen siendo muy actuales: la existencia del mal y la posibilidad de explicar el mundo de modo puramente racional inmanente. Para el Aquinate, nunca "Dios" fue una simple evidencia y hablar de él no era una ocupación estética solamente. Así se comprende más por qué la fe era para la tradición clásica fides quaerens intellectus. La fe solo se da cuando hay un hombre que escucha, entiende, asiente y pregunta.

    ¿Cómo se plantea el problema hoy, en nuestros días?

    Dios nunca ha sido una pura evidencia; el contexto en que se produce el discurso sobre Dios sufre una profunda transformación desde la edad moderna, y a finales del siglo XX lo único evidente para el hombre es lo que puede ser perceptible por los sentidos. Luego la realidad de Dios queda bajo sospecha de ser un simple reflejo del mundo, pura ideología, etc.

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