El artículo está tomado del libro: "La inteligencia emocional en la familia, en la educación y en las organizaciones", pendiente de publicación por los autores. En el mismo se analiza el controvertido tema de la interculturalidad y la migración, buscando un enfoque no sólo racional, sino emocional.
En la realidad no es difícil demostrar que lo racional obliga a una convivencia pacífica, pero utilizar sólo estos argumentos implicaría en cierta forma, dejar de lado la adquisición que en realidad nos convierte en verdaderos seres humanos: la inteligencia emocional.
Es por ello que se realiza un análisis que pretende exponer argumentos racionales y emocionales, para demostrar la necesidad de que la interculturalidad se tome en cuenta en la educación de nuestros niños y jóvenes y se busque la concientización de toda la población, a partir de la eliminación de mitos y demagogias.
El ser humano en su crecimiento experimenta sensaciones y sentimientos diversos, ocurriéndole a veces que se encuentra en situaciones tan difíciles, que puede llegar a considerarlas sin salida.
Otros, sin estar sometidos a tanta presión, sienten que algo les falta en sus vidas, que no saben cual es el sentido de las mismas, si es que éste existe.
No son pocas las personas que piensan que la inteligencia juega un papel fundamental para resolver ambas cuestiones, ya que los más inteligentes sostienen, encuentran las salidas y los más inteligentes encuentran también sentido a sus vidas.
Pero personas consideradas incluso como muy inteligentes, han terminado hasta quitándose la vida, por no encontrar solución a los problemas y otros que a veces conocemos bien, se sienten tan desubicados, que casi se pueden considerar espectadores de ellos mismos, pues de hecho no se sienten jugando papel alguno.
Lo anterior es sólo la punta del iceberg de lo que ocurre en realidad y se pueden poner otros muchos ejemplos, que conducen a sentimientos de frustración, de tristeza, de falta de estima y de muchas otras cosas que se traducen en:
- Una vida familiar incompleta.
- Graves dificultades en los estudios.
- Serias deficiencias en la labor gerencial y en los negocios en general.
- Desempeño pobre como profesional y en definitiva un desenvolvimiento laboral débil.
De ahí que resulta necesario encontrar los orígenes de esas situaciones, incorporando la inteligencia emocional para hallar alternativas, más que encontrar recetas.
Lógicamente no basta con encontrar los orígenes, es necesario el deseo de cambiar. Entonces el deseo del cambio y el desarrollo de la inteligencia emocional resultan las fuentes que deben conducir al éxito, tanto en lo personal como en el resto de las actividades que se desarrollen.
En ese sentido, no deberíamos nunca olvidar, que a pesar de las diferencias en el color del pelo, de los ojos, de la piel, de las entonaciones de la voz, de nuestros lenguajes, estamos unidos desde siempre. Algunos creen que por la obra divina, otros por una evolución natural, pero sea por lo que sea la opinión del lector, estamos seguros que coincidirá con nosotros, en que tenemos un mismo origen y unos mismos padres, por lo tanto y con toda razón, somos hermanos.
Entonces es hora ya de que marchemos, como hermanos, unidos para lograr el bienestar de todos, que aceptemos nuestras diferencias y que nos dispongamos de una vez por todas, a ser felices y a procurar hacer felices al resto de nuestros hermanos.
La Interculturalidad es la relación entre varias culturas, dentro de un territorio o entorno. Prácticamente no puede hablarse de un país en el mundo, en el que no cohabiten varias culturas, ya sea por descendencia desde tiempos lejanos o por inmigración.
Años atrás, las culturas se concebían en diferentes espacios geográficos. Se conocían y estudiaban en la escuela, en documentales del cine y la televisión o en revistas especializadas.
En la actualidad conviven culturas diferentes en espacios geográficos muy estrechos, como por ejemplo una ciudad, un pueblo, etc., lo que ha dado lugar a grandes cambios que han provocado que las culturas no sean sólo un motivo de estudio o de investigación, sino sobre todo, un motivo de convivencia, en prácticamente todos los países, aunque muchos aún creen que la interculturalidad se da sólo en países con población indígena originaria.
Aunque era lógico que esto sucediera, tal parece como si este fenómeno de la interculturalidad haya sorprendido a la mayoría de las personas. Hasta hace pocos años, para acercarnos a otras culturas, etnias o religiones, teníamos que ir en su busca, viajar, desplazarnos al lugar de origen. Era más una opción que una necesidad. Hoy en día, acercarse a otras culturas y religiones, a otras cosmovisiones, ya no es algo opcional, sino vital e imprescindible para una convivencia social pacífica.
Ahora, pues, urge que entre todos encontremos unos fundamentos sólidos y lo más universales posibles, para la interculturalidad que vivimos, base necesaria para una convivencia pacífica y enriquecedora, de forma de que todos aprovechemos lo que de positivo tiene la diversidad.
Un grupo de personas, intelectuales, comunicadores y de profesiones diversas, entregaron a la ONU el 22 de abril de 1993, la llamada Carta de la Paz. Este documento estaba dirigido a todos aquellos que tuvieran sensibilidad por la paz y quisieran trabajar por ella. Consta de una introducción, diez puntos, una conclusión y una posdata que señalan unos principios sobre los cuales, se podría fundamentar una paz sólida y realista.
Se presentó públicamente por primera vez en Barcelona (España), continuándose hasta el presente y difundiéndose en más de 80 países de los cinco continentes. La misma plantea en su primer punto, que los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males acaecidos en la Historia, por la sencilla razón de que no existíamos.
De ahí que en el segundo y tercero se establezca: ¿Por qué, pues, debemos tener y alimentar resentimientos unos contra otros si no tenemos ninguna responsabilidad de lo acontecido en la Historia?. Eliminados estos absurdos resentimientos ¿Por qué no ser amigos y así poder trabajar juntos para construir globalmente un mundo más solidario y gratificante para nuestros hijos y nosotros mismos?.
Hay alguna gente que por ignorancia y otros por demagogia, se dedican a atizar fuegos pasados, pero su inconsecuencia hay que ponerla de manifiesto: ¿Son culpables los hijos de lo que hicieron o no hicieron sus antepasados? Incluso, ¿Debemos juzgar a los hijos por lo que hicieron sus padres?.
Hay que ponerle fin a la ignorancia explicando y hay que ponerle fin a la demagogia, poniendo en claro lo que persiguen quienes pretenden continuar dividiendo a la humanidad en grupos y sectores.
En el punto 5 de la Carta mencionada se declara: Los seres humanos, por el mero hecho de existir, pudiendo no haber existido, tenemos una relación fundamental: ser hermanos en la existencia. Si no existiéramos, no podríamos siquiera ser hermanos consanguíneos de nadie. Percibir esta fraternidad primordial en la existencia, nos hará más fácilmente solidarios al abrirnos a la sociedad.
Contemplar a los contemporáneos en sus particularidades y situaciones diversas desde esta fraternidad existencial puede hacer más fácil el encuentro y el diálogo a partir de diferentes formas culturales entre las personas y los pueblos.
Hay que ser consciente de que esta evidencia que señala la Carta de la Paz sólo es un principio, un punto de partida, creemos que uno de los mejores, para iniciar el camino de una convivencia intercultural. El reconocimiento de esta fraternidad existencial no lleva a suposiciones simplistas, de que es fácil convivir con aquellos que tienen otra forma de pensar, otra manera de entender las relaciones humanas, de qué es una familia, de comer o de rezar. El hecho de saberlos hermanos no garantiza la armonía ni la mutua comprensión, pero ofrece muchos elementos para conseguirlas.
Será necesario todo un trabajo propedéutico y fundamentalmente educativo, será necesario acabar con la demagogia imperante en los medios y que estimulan los politiqueros.
En la interculturalidad no se trata de aceptar con un cierto fatalismo el hecho de tener que convivir con personas de otras culturas, sino de que el anuncio de esta convivencia sea fuente de alegría, porque implica ampliar nuestra propia cultura, nuestra identidad.
Lo contrario a esta perspectiva conduce a una sociedad a la defensiva, que busca soluciones basándose en el miedo o en la agresión es decir, en el criterio de la fuerza o del dominio.
Alcanzamos así una falsa convivencia pacífica, porque, cada uno vive al lado del otro, sin embargo, existen entre unos y otros nuevas "fronteras" como: una calle, un barrio o una zona, una ciudad cercana a otra, etc.
Ese tipo de sociedad no genera paz. No podemos olvidar que la paz global se fundamenta en la paz de todos y cada uno de los pueblos.
Si no somos capaces de cimentar la interculturalidad en sustratos reales y sólidos, la convivencia multicultural se convierte en fuente de sufrimiento y de conflicto. Sino trabajamos a fondo, aspectos como la fraternidad real entre las personas, sean de donde sean, vengan de donde vengan, piensen como piensen, pasará que aparentemente todo está en calma, hasta que un día una pequeña chispa, incendia toda la pradera. ¡Cuántos ejemplos han existido y existen en Europa, Asia, África y en todos los continentes!
Parecerá que sabemos convivir, pero de golpe unos resentimientos o prejuicios que teníamos enterrados, brotarán hacia el exterior como la erupción de un volcán y como esta arrasarán con los que tenían prejuicios y con los que no tenían.
Es muy interesante y de gran importancia, el conocer las diversas opiniones que existen sobre el tema. Por que son tan diversas, como diversos somos.
Es lindo, porque basta ya de demagogia, de falsos consensos y de pretender que todos tengan que pensar como uno de nosotros. Basta de gente que va a lugares por estar amenazada y obligada, basta de quienes se mueven sólo por algunos pesos y supuestamente conforman un grupo ideológico, y por supuesto basta también, de quienes se sienten "representantes de todos" y son los que obligan y compran.
Al oír la diversidad de opiniones y analizarlas, podemos reforzar nuestros criterios o simplemente modificarlos. Como el famoso Chavo: "sin querer queriendo", estamos practicando la verdadera democracia que ojalá alguna vez impere en todo el mundo.
Todos debemos conocer lo que nos une, para procurar erradicar los posibles motivos de separación y desconfianza. Será necesario que entre todos, nos demos cuenta que el término: "los que vienen de afuera" bien pudiera referirse a nosotros mismos, si el que habla se ubica en otro lugar.
Hay que desarrollar valores de fraternidad, libertad, justicia, solidaridad, etc., valores que nos permitan edificar una verdadera convivencia pacífica. En ello la educación debe jugar un papel decisivo, así como todos los medios, pero no sólo ellos: es tarea de todos.
¿Quién no ha sido inmigrante alguna vez o quién está seguro de que nunca lo será? Creo que casi todos hemos tenido la sensación de ser extraños en algún lugar, aunque sea temporalmente y es imposible afirmar que, por motivos de trabajo, cambio de vivienda u otras circunstancias, tengamos que serlo alguna vez.
Situaciones de pobreza, de seguridad o de mejora individual y profesional, obligan a muchas personas a dejar su país, su familia y sus afectos. Es un derecho y no un privilegio, el procurar el bienestar y huir de lo malo o agresivo.
La inmigración tiene peligros. Todos conocemos las tristes imágenes de los balseros, los espaldas mojadas, los cabezas negras etc., que se repiten a diario, estimuladas por organizaciones y hasta gobiernos, sin sentido alguno de responsabilidad y que al ser tan cotidianas, no llegan a golpearnos como debieran. Es la insensibilidad con la que casi siempre inconscientemente nos hemos acostumbrado a evadir la realidad.
Parece un hecho irrefutable que la inmigración en esta aldea global, en la que el mundo empieza a convertirse, continuará creciendo. Las sociedades tienden a hacerse cada vez más interculturales, pluriculturales y multiétnicas. No sólo en países con raíces indígenas sino en TODOS los países. España, Francia, Canadá, Suecia y los propios Estados Unidos de Norteamérica confrontan ya esa situación, a pesar de que no poseen poblaciones autóctonas tan grandes, como en otros países.
La educación tiene que jugar un papel líder, dentro de la interculturalidad, para llegar a las familias y a todos los estratos de la sociedad.
En numerosos países surgen grupos nacionalistas, que defienden, dicen ellos, la pureza de la raza, ven en los inmigrantes, sobre todo si son pobres, un peligro de contaminación.
Es el temor al diferente, la discriminación racista más radical, los prejuicios que responden estereotipos anti científicos. No hay excepciones, en todos los países existen personas que consideran a los que viven en otros, en forma muy negativa, en la mayoría de las ocasiones sin elemento objetivo alguno.
Por primera vez en la historia, la utopía de un mundo sin fronteras pudiera materializarse paulatinamente, ya que el intercambio cultural se hace, irremediable pero afortunadamente, imparable, de ahí que sea necesario reconocer la diferencia como elemento de enriquecimiento social, así como defender la libertad para elegir y proteger la propia identidad e intentar conocer al otro, creando más lazos de encuentro. Hay que mostrar y enseñar a quien lo necesite, que el diferente no es un desconocido, por lo que se debe valorar lo positivo de su persona y de su cultura.
Pero la necesidad fundamental pasa por:
- Desarrollar en todos los niveles de la educación, la dimensión intercultural, sin pretensiones demagógicas que se parecen mucho al racismo.
- Motivar a las comunidades, asociaciones de barrio y cuerpos sociales para que a través de actividades de voluntariado, trabajen para reforzar las actitudes de apertura, respeto y acogida, como fruto de un debate social.
- Establecer políticas claras a favor de la integración, teniendo presente que un texto legal nunca es suficiente.
- Llevar a cabo una Propaganda constante por todos los medios de información, que busque el deseo de integrar y de integrarse, de lograr una adaptación mutua en la que nadie pierda. Un intentar ponerse en la piel del otro, en las circunstancias tanto del que llega, como del que está.
Por otro lado, el fenómeno migratorio en apariencia, ha sido una actividad predominantemente masculina, pero hoy la situación ha cambiado: las migraciones tienden a feminizarse, como se feminiza la pobreza en el planeta (el 70% de las personas pobres son mujeres).
Las latinoamericanas, africanas y mujeres de Europa del Este son quienes más dejan sus hogares y sus familias en busca del sueño prometido, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida para ellas mismas y para sus familias. Ese es su derecho.
Tras llegar muchísimas veces en situación de ilegalidad, empiezan a buscar trabajo, bien en el servicio doméstico, en la agricultura o dónde se pueda y en el peor de los casos, en la prostitución. Algunas de ellas tienen formación universitaria, pero son muy pocas las que logran promoción profesional, a pesar de que cuenten con los conocimientos y méritos para ello.
Las discriminaciones de género se repiten en el caso de las mujeres inmigrantes y se convierten en un obstáculo más para afrontar la inmigración, ya de por sí difícil. Paradójicamente, ellas, que componen una fuerza laboral joven y la mayoría de las veces despreciada, tienen hoy en día en sus manos, gran parte de la responsabilidad del hogar y de la compañía de niños y ancianos en los países de Europa y Norteamérica, tareas que las mujeres de esos países, les han ido dejando.
Es contradictorio y doloroso, que el valioso trabajo de llevar un hogar, cuidar a los niños o atender a las personas mayores, socialmente se vea como tarea de segunda categoría que debe dejarse en manos de personas también consideradas de segunda. Esto ocurre también en muchas ocasiones, con las inmigrantes nacionales.
Por otra parte, como mencionan varias investigaciones, al dejar estas responsabilidades en manos de las inmigrantes, las mujeres de estos países han podido ingresar en el mercado laboral y ocupar posiciones sociales.
Es así como la posición y el prestigio social de numerosas mujeres con cierta estabilidad económica en casi todos los países, se hace a costa de otras mujeres: las inmigrantes, sean nacionales o no.
A la ausencia de derechos, a la discriminación, a la precariedad laboral, al reforzamiento de estereotipos y al vacío psicológico que afecta la inmigración, se le suma la actividad inescrupulosa, de delincuentes que aprovechando la oportunidad y la contemplación legal existente, comercian con las mujeres y las introducen en las más increíbles formas de prostitución, como si fueran objetos que se pueden vender, comprar y alquilar, según los criterios de los "dueños". Internet está plagada de ejemplos, como lo están los suburbios de casi todos los países.
Es la regla general que de esa forma acaban los sueños de una vida mejor para ellas y sus familias.
Algo que muchos ignoran, es que la tercera fuente de ingresos en el mundo según datos publicados por la ONU, después del narcotráfico y del tráfico de armas lo constituye la prostitución, fundamentalmente de inmigrantes.
Las mujeres inmigrantes, muchas veces, se encuentran en un verdadero desamparo social y legal, porque las leyes y las políticas de inmigración, que pretenden ser neutrales respecto a las diferencias de género, en la práctica suelen tener efectos desiguales sobre hombres y mujeres.
Una sociedad con niveles dignos de bienestar, pero también de ética, no debería permitir un trato discriminatorio hacia las mujeres, sean o no inmigrantes.
Es necesario garantizar no sólo su igual dignidad, sino la igualdad de oportunidades. Reconocer sus derechos a la libertad y a la realización personal, evitar que las injusticias y discriminaciones globales se sigan reproduciendo en las escalas locales y evitar dejarse llevar por estereotipos y apariencias, generalmente equívocos. La inmigración, nacional o internacional debe tener un carácter más humano y solidario y por supuesto, menos mercantilista.
Una sociedad justa debía hacer una verdadera pedagogía de la acogida, hacia las personas que no son culpables de haber nacido en la situación en la que nacieron y mucho menos, de las circunstancias por las que dejaron sus poblaciones o países. Hay que darles una segunda oportunidad, evitando dejarse llevar por rasgos que no son más que eso, rasgos que sólo delatan diferencias étnicas.
Los contemporáneos, sean los que sean, variados, plurales, son consecuencia de prácticamente los mismos acontecimientos históricos que posibilitaron la existencia de cada uno de nosotros: colonizaciones, avances tecnológicos, guerras mundiales, industrialización en el siglo pasado, etc. Lo bueno, lo malo y lo regular están mezclados y de esa mezcla hemos surgido todos nosotros. Quien lo niegue, estaría negando la historia de la humanidad.
Si uno mismo está contento de existir, estará "ónticamente" contento de aquello que posibilitó su existencia; pero los demás son consecuencia de estos mismos hechos.
Por tanto, es coherente que cada uno esté contento de la existencia de sus contemporáneos, ya que todos tenemos algo en común: el hecho de existir habiendo podido no existir. Solamente así, la convivencia, podrá ser fructífera.
Pero lo intercultural choca también con determinadas tradiciones, usos y costumbres que consideran a un grupo dado o a una nación dada, como más inteligente, sobre valorando sus innegables logros, al punto de hacerlos aparecer como sublimes, cuando se trata de algo parecido a lo logrado por otros muchos pueblos en otros lugares. Es la posición del "aldeano vanidoso" de la que hablaba el gran escritor, poeta y revolucionario americano, José Martí, cuando decía:
"Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos."
Esa vanidad, no se distingue mucho del chovinismo y desgraciadamente, al ser repetida día tras día por políticos y medios de comunicación, no se identifica como tal.
Así se emplean términos en forma ambigua, como el de cultura, alienación, identidad y otros, para "complacer" supuestamente a grandes masas de la población que no han tenido acceso a aprendizajes y desarrollos plenos de su potencial cognitivo y afectivo y que por tanto, lo único que conocen y valoran es su "aldea".
El regionalismo forma parte del conjunto de creencias que generalmente tiene todo ser humano en un momento de su vida. Casi todos valoramos nuestra "aldea", el lugar en donde nos desenvolvemos y que nos parece grato, afectivo, bello y en definitiva el sitio ideal para vivir.
El lugar donde vivimos, más si ahí hemos nacido, constituye generalmente un sitio sin par en nuestra vida. Es que emocionalmente en nuestra "aldea", sentimos seguridad por innumerables factores: está nuestra familia, tenemos amigos, conocemos el medio, etc. Es por ello que cualquier otra parte representa inseguridad o no nos gusta o le encontramos muchos defectos.
Gobiernos chinos aislaron a su población en su "aldea" por centenares de años para impedir agresiones y que les llegaran "males" del exterior. Eso es típico en el "aldeano", los males llegan del "exterior", las virtudes están aquí en su medio.
Efectivamente, quizás no les llegaron los males del exterior, pero tampoco lo bueno y por esa razón el pueblo chino permaneció aislado y con un desarrollo muy por debajo de sus posibilidades. Muchos años después tuvo otra muralla, esta vez ideológica y de nuevo continuaron aislados. Es relativamente reciente que empiezan a surgir, sin "murallas" y los éxitos están a la luz del día.
Es que lo que es válido para una persona, frente a una colectividad, lo es para una "aldea" frente al resto de los países. Se acostumbra a decir que dos cabezas piensan más que una y se puede decir que dos "aldeas" o países unidos tendrán más fuerza que uno solo.
Entonces, aunque ser "aldeano" (regionalista), es casi natural y puede ser muy bueno para la "aldea" (la región), lo único que refleja es debilidad, temor al cambio y desconocimiento de que la verdadera patria de los seres humanos, tiene forma ovoide y gira alrededor del sol junto a otros planetas.
En cualquier parte del mundo, ser regionalista es desconocer la necesidad vital, que tienen los seres humanos de vivir unidos para desarrollar cada día una sociedad más justa y capaz de satisfacer sus necesidades básicas.
Todos tenemos el deber y la obligación, de contribuir a esclarecer todo lo que atañe al regionalismo, así como los valores que se necesitan que posean los seres humanos para vivir en armonía.
Cada vez que resaltamos a una región (aldea) por encima de otra, estamos dando un paso atrás en la evolución, estamos contribuyendo a que surjan incomprensiones, las que pueden provocar nuevas guerras, nuevos atropellos, nuevas violaciones y evidentemente esa no es una postura inteligente.
Cada vez que califiquemos a regiones o países como buenos o malos superficialmente, estaremos contribuyendo a una visión también superficial para llegar a una conclusión errónea de consuelo: sólo nosotros somos buenos.
No será fácil ir contra la demagogia imperante en numerosas publicaciones, en los medios o en el discurso de los gobiernos, como no lo será el fustigar creencias y criterios, surgidos a veces en el medio familiar. Pero, ¿quién dijo que ser animales superiores es fácil?.
Entonces es posible estar de acuerdo con la "aldea" y trabajar unidos para su desarrollo, pero sólo por la "aldea global", donde el aldeano, es el ser humano, ¿no les parece?
La cultura no es algo estático que existe y está dado para toda la vida, al contrario es dinámica y se la va construyendo segundo a segundo. Cultura es aprender otros idiomas, de otros países, cultura es utilizar Internet para comunicarnos con otros profesionales, para intercambiar investigaciones, etc. Eso no siempre se menciona y da la impresión de que sólo valdría lo "nuestro", y lo demás no sirve, pero si nuestro país es muy importante, mucho más importante es la humanidad y el mundo en el que vivimos, luego el regionalismo y el chovinismo resultan no sólo absurdos, sino contrarios al desarrollo de la humanidad. La interculturalidad tiene que valorarse también fuera de nuestras fronteras (que no olvidemos son sólo un trazado artificial, hecho por seres humanos bajo determinadas condiciones sociales, económicas y políticas), de lo contrario, engendraría odios, discriminaciones y toda clase de hechos atentatorios a la paz a la que tenemos derecho todos los seres humanos y por la cual se supone estamos luchando.
La distorsión es pues, flagrante, porque generalmente se contribuye a formar regionalismos que dividen dentro de un marco demagógico y que contribuyen al mito de la necesidad de un perpetuo rescatar algo, que en realidad nunca se perdió, sino que se ha ido transformando, como TODAS las demás culturas del mundo.
A veces para "rescatar" una cultura, se incentiva hacer fogatas y otros actos que atentan contra el medio ambiente, pretendiendo perpetuar tradiciones absurdas cuando no salvajes y buscando proponer la imagen de que todo lo pasado fue mejor, es decir, se pretende hacer que las personas de este siglo en vez de prepararse para el futuro, vivan en el pasado.
Hace un tiempo, unos periodistas entrevistaron a pobladores que pertenecían a una determinada etnia, uno de los cuales, se quejó "amargamente", de que muchos de los miembros de su etnia contraían matrimonio con otros grupos de la población.
Es decir estas personas hacían lo que han hecho todos los seres humanos de forma natural, desde siempre. ¿Se daría cuenta esta persona, que su planteamiento era en esencia racista? ¿Podría comprender que la mezcla de culturas enriquece en general a todas las que se mezclan? ¿Creerá que sólo una raza "pura" es lo correcto?
Y por otro lado ¿Creerá que ellos son "puros" en realidad?. Este tipo de criterios, que en ocasiones se apoya en buenas intenciones, aunque en un desconocimiento total de lo que ha sido, es y será el desarrollo de la humanidad, en realidad mantiene separados a los seres humanos, los margina y desde luego daña al desarrollo pleno de nuestra "etnia" humana.
Los valores de organización, disciplina, constancia en los estudios y el trabajo, solidaridad, superación constante, etc., ¿A qué cultura pertenecen?.
Puede que una determinada cultura en el mundo los tenga más desarrollados, pero eso sí valdría la pena tomarlo y no "rescatar" fogatas y otras barbaridades. ¡Hay que dejar de lado lo que no sirve, lo que no funciona, lo que no es útil, lo que es dañino!. Hay que tomar, ¡de quien sea!, lo positivo, lo que enaltece a las personas, lo que hace dar un paso adelante en la evolución.
Dejar tradiciones, cuesta trabajo, causa dolor a veces, pero ¿para qué queremos tradiciones absurdas?. Mantendremos lo bueno y lo continuaremos desarrollando, porque nada es perfecto.
En otras ocasiones se utiliza la definición de alineación como, "si un grupo (o miembros de él) se asimila y se deja absorber en otro grupo más poderoso con pérdida de la propia identidad.", no para mostrar cuestionables formas de actuación parecidas a una veleta, sino para asustar y detener el progreso.
En esta definición habría que considerar ¿Cuándo un grupo se deja absorber? ¿Será cuando adopta formas de conducta y pensamiento diferentes? Si esto es así, es lo que ha hecho la humanidad desde su surgimiento. Porque los pueblos que surgían como vencedores (generalmente por tener un mayor desarrollo económico y científico) eran imitados por los perdedores o eran obligados a imitarlos. Pero en ninguno de los casos se puede afirmar que hay pérdida de cultura, porque la cultura la siguieron haciendo y adaptando.
Al concluir la invasión francesa a España, quedaron muchas costumbres francesas que no alienaron a los españoles, sino que contribuyeron al desarrollo de su propia cultura. Algunas de estas costumbres llegaron a sus colonias de entonces y enriquecieron a su vez la cultura de estas colonias. Los franceses se llevaron costumbres españolas y enriquecieron la suya. Esto ha sucedido en todos los países.
¿Qué significa perder su identidad? ¿Ser diferente a lo que se era? Entonces esto siempre pasa, porque todo cambia y nadie es el mismo ni siquiera de un día para otro. Pero si lo que significa es que abandonó algunas costumbres o hábitos, pudiéramos preguntar:
¿Qué tiene de raro? Eso también es lo que ha hecho el ser humano desde siempre y gracias a esa actitud de cambio, estamos hoy aquí.
Detrás de esta definición, hay un intento de mantener el estatus quo, de mantener el no cambio, porque si se cambia: ¡Se es un alienado!. Los autores creen que los verdaderos alienados, son quienes piensan así, sin ofrecer prueba alguna y basándose sólo en que siempre fue así.
Los indígenas sacrificaban a personas, ¿Debemos sacrificarlas nosotros para mantener la tradición?. Creían que el sol, la tierra y muchas otras cosas eran como dioses, ¿Debemos nosotros creer en eso? Los eclipses eran cosas malignas, ¿debemos…?
Por favor, el mundo se ha desarrollado desde hace más de 40000 años, ¿Para no ser alienados debemos ser parte del atraso científico, tecnológico y hasta humano de esa época?
Interculturalidad significa: intercambio entre personas aptas y capaces de decidir qué es lo positivo de su cultura para mantenerlo y qué es lo que no sirve, por anacrónico y obsoleto, para erradicarlo. Eso es simetría.
En eso consiste el desarrollo de las culturas. Pero si una o varias poblaciones que pertenecen a una cultura dada y que por razones diversas no han tenido acceso a la educación, no han desarrollado activamente su pensamiento y la capacidad de crítica, difícilmente podrán decidir entre lo beneficioso y lo que no lo es, porque su desarrollo cultural, les impide ver nuevos horizontes, se quedarán con lo bueno que tenían, pero también con lo malo, aunque según la definición ya vista: No serán alienados.
Es absurdo. A partir de la interrelación las personas y los grupos modifican su forma de vestirse, de alimentarse, de vivir. También su forma de hablar, de pensar y hasta de actuar. Eso no es alienación, eso es desarrollar su cultura.
Si un grupo o varios, a pesar de su interrelación se visten como hace cientos de años atrás, mantienen en lo básico sus mismas costumbres, procuran hablar, pensar y actuar igual, puede ser que esos sí estén alienados.
La cultura es desarrollo permanente, el estancamiento es lo contrario. O sea, que según políticos y muchos representantes de los medios, para ser genuinos, habría que vestirse como hace cientos de años atrás, se les pudiera preguntar a los que sostienen eso: ¿Por qué para ser más genuinos todavía, no nos vestimos como Adán y Eva?.
No es broma, dennos una buena razón de porqué una fecha es válida y otra no. Es la misma inconsecuencia de la definición ya comentada.
Por otro lado, si un español que viniera en la actualidad de visita a América, lo hiciera con un mosquete, una armadura y sable, lo tildaríamos de loco, pero craso error, se trata de alguien que no es alienado…
El enfoque multicultural, no demagógico, que se lleve a cabo, debe partir de la base de:
- Desarrollar en todos los niveles de la educación, la dimensión intercultural, sin pretensiones demagógicas que se parecen mucho al racismo relacionándola con la inteligencia emocional.
- Motivar a las comunidades, asociaciones de barrio y grupos sociales para que a través de actividades de voluntariado, trabajen para reforzar las actitudes de apertura, respeto y acogida, como fruto de un debate social.
- Establecer políticas claras a favor de la integración, teniendo presente que la vida ha demostrado que un texto legal nunca es suficiente.
- Llevar a cabo una Propaganda constante por todos los medios de información, que busque el deseo de integrar y de integrarse, de lograr una adaptación mutua en la que nadie pierda. Un intentar de ponerse en la piel del otro, en las circunstancias tanto del que llega como del que está.
En definitiva se busca el desarrollo de personas que:
- Sean críticos y auto críticos.
- Capaces de analizar discursos escritos, orales, visuales o de cualquier tipo y sacar conclusiones científicas.
- Sientan que necesitan a los demás, como los demás lo necesitan a ellos y que por lo tanto estén prestos a escuchar y valorar criterios diferentes vengan de dónde vengan.
- Comprendan que el mundo es la "aldea" de TODOS y que todos los seres humanos son por tanto, parte de ella.
- Acaben de entender y comprender, que se necesita lograr la unidad de cada país, para que posteriormente se logre la unidad del mundo.
Los tiempos cambian, también lo deberíamos hacer todos, aunque nos tilden de alienados, los que no quieren cambiar o peor aún, los que no quieren que otros cambien para que se mantengan en el atraso y así poder manipularlos más fácilmente.
Las fronteras entre países son un hecho artificial. El mundo, aunque aún suene utópico y soñador, es de todos.
Es necesario poner de manifiesto, para ser consecuentes, que tanto los que crean en "Adán y Eva" o supongan una intervención divina en la creación del mundo, como los que no lo hagan, tienen un punto coincidente en el hecho de que la especie, venga de dónde venga, tiene un mismo origen y entonces con toda razón y sin importar el color de la piel, el pelo, los ojos y cualquier otro rasgo, somos hermanos, porque provenimos todos del mismo sitio y tenemos los mismos antepasados.
Padres comunes, dan lugar a hermanos. Luego todos, aunque muchos no quieran reconocerlo o les sea difícil hacerlo, todos, somos hermanos.
¿Cómo matarse entre hermanos?, ¿Cómo perseguir a hermanos por sus ideas?, ¿Cómo acusarse los unos a los otros?, ¿Cómo pretender arrebatarles algo? ¿Cómo expulsarlos?. Muchos precursores han pensado diferentes utopías acerca de la unidad de todos, el amor entre todos, la solidaridad mundial y muchos otros temas, los autores creen que el desarrollo de la inteligencia emocional, puede ayudar a que todos entiendan y comprendan a todos, que se sientan hermanos, de forma que podamos acercar las utopías, para que alguna vez dejen de serlo.
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Datos de los autores:
Elizabeth Rodas Salazar
Graduada de Licenciatura en Pedagogía y del Instituto Superior Normal, culminó psicología, contando con un amplio aval de trabajo en el área docente y en investigaciones. Es autora de numerosos artículos y ponencias siendo catedrática de varias universidades y autora de diferentes libros de texto.
Gustavo Hernández del Forn
Graduado de Ingeniería Electrónica, ha cursado Maestrías en Ciencias Técnicas y Pedagógicas, teniendo Doctorados en Comunicación Educativa y Comunicación Gerencial. Ha publicado numerosos artículos y varios libros, siendo considerado un especialista en el área de la Inteligencia Emocional.
Categoría: Educación.