Pero ¡qué hermoso poder ayudarlos y ponerles un nombre y reparar el pecado de sus padres o de quienes los hayan asesinado! San Pablo decía: Me alegro de mis padecimientos por vosotros y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia (Col 1, 24). Sobre la necesidad de reparación, veamos lo que dice santa Faustina Kowalska: Un día me dijo Jesús que iba a mandar un castigo sobre la ciudad más bella de nuestra patria (Varsovia). Vi la gran cólera de Dios y un escalofrío me sacudió y me traspasó el corazón. Yo oré en silencio[34]Y Dios libró a su ciudad en virtud de sus oraciones.
Muchas veces Jesús le pedía sufrir para reparar por los pecados del aborto. Dice: Hoy (16 de setiembre de 1937) he sentido unos dolores tan intensos que he debido acostarme. He estado retorciéndome con estos dolores durante tres horas. Ningún remedio me ayudaba y todo lo vomitaba. Jesús me ha hecho entender que lo había permitido en reparación de los pecados cometidos contra los niños asesinados en el vientre de las malas madres. Jesús me ha hecho conocer cuánto le agrada la oración reparadora y me ha dicho: La oración de un alma humilde aplaca la ira de mi Padre y atrae un mar de bendiciones.
Es grande el poder de la oración ante Dios. En el capítulo 18 del libro del Génesis se nos dice que Dios le habló a Abraham como a un amigo, diciéndole que había decidido destruir a Sodoma por sus pecados; especialmente, por el pecado de sodomía (práctica homosexual). Y Abraham intercede ante Dios y le pregunta: Si hubiera 50 justos, en atención a esos 50, ¿también la destruirías? ¿Y si faltaran cinco a estos cincuenta? ¿Y si hubiera cuarenta? ¿Y si hubiera treinta? ¿Y si hubiera veinte? Y contestó Dios: no la destruiría por los veinte. Y Abraham dijo: No se incomode mi Señor. ¿Y si se hallasen diez justos? Y le contestó Dios: Por los diez no la destruiría. Pero no había ni siquiera diez justos que orasen y reparasen por los demás y Dios la destruyó.
La conclusión es clara: Nosotros debemos orar y reparar por estos pecados para que Dios perdone a los que los han cometido y puedan ser sanadas las consecuencias de estos pecados en sus descendientes; especialmente, en estos niños muertos sin bautismo, sin nombre y sin amor.
Nosotros podemos darles ese amor que nunca han tenido, ponerles un nombre, ofrecerlos a Dios en una misa, en una comunión, bautizarlos espiritualmente, consagrarlos a Jesús por María o simplemente orar por ellos.
Pensemos en esos niños que han sido concebidos en un laboratorio como tantos miles y miles. Nadie lo ha amado. Sus padres biológicos ni saben que existen. Los científicos, que los han creado, lo han hecho por rutina para que sean sus esclavos, pues miles de estos niños son producidos para sacarles sus células madre con el fin de hacer experimentos. Muchos miles son congelados y son propiedad de laboratorios privados o estatales. Son los nuevos esclavos del siglo XXI, que nunca han sabido lo que es amor y han sido asesinados en nombre de la ciencia.
Imaginemos algo peor. Niños que son concebidos por padres de sectas satánicas o que recién nacidos son comprados o raptados, y son ofrecidos a Satanás en sus reuniones. Cada año, según la Organización Childwatch, son más de 4.000 los niños sacrificados a Satanás. Pensemos en estos niños pequeñitos, ¿podrían ir al cielo de inmediato? Dios puede hacerlo. Ellos no tienen culpa, pero Dios actúa normalmente de acuerdo a la ley de solidaridad universal en el bien como en el mal. Y de ahí que sean necesarias muchas almas que reparen los pecados de otros. Y, en este caso, que les den a estos niños el amor que necesitan para que sean de alguna manera bautizados con un bautismo de amor por medio de las oraciones, sacrificios, obras buenas y, especialmente, de una misa, que es el mejor medio de liberación. Todo esto puede necesitar un tiempo más o menos largo durante el cual estos niños estarán en el limbo hasta que una mano amiga los ayude a salvarse.
MATERNIDAD ESPIRITUAL
Después de haber visto la necesidad que hay de reparación de estos pecados cometidos con estos niños inocentes, los más pequeños de la familia humana, los más indefensos, es preciso que haya muchas personas que se ofrezcan con amor para adoptar a estos niños como sus hijos espirituales. La maternidad espiritual es algo, no sólo para religiosas, sino para todas las personas buenas que, además, serán enormemente bendecidas por estos niños una vez que vayan al cielo y sean como ángeles o santos de Dios. Veamos ahora algunos ejemplos de maternidad espiritual.
a) Nicolás Cusano
El cardenal Nicolás Cusano (1401-1454) fue un gran reformador de la vida espiritual del clero en el siglo XV y Dios le mostró en un sueño el poder de la oración de las religiosas en el silencio de sus conventos.
Dice: Un día soñé que en una pequeña iglesia, muy antigua, adornada con mosaicos de los primeros siglos, había millares de religiosas orando. Estaban muy recogidas en oración. Estaban de pie con la mirada fija en un punto lejano. Sus brazos estaban abiertos y las manos dirigidas hacia lo alto en señal de ofrecimiento. Pero estas religiosas tenían en sus manos hombres y mujeres, emperadores y reyes, ciudades y países. A veces, sus manos se cerraban sobre una ciudad o país, pero la mayoría sostenía en su mano un solo hermano o hermana. En las manos de una joven religiosa, casi niña, vi al Papa. Su rostro irradiaba alegría y oraba por el Papa. En las manos de una religiosa anciana estaba yo mismo, cardenal de la Iglesia.
De pronto, en compañía de mi guía o ángel, me encontré en la cripta de esa iglesia donde rezaban millares de hermanas. Pero, mientras en la anterior visión las religiosas tenían a las personas en sus manos, estas de la cripta las tenían en sus corazones. Se trataba de almas cuya salvación estaba en peligro.
El ángel me dijo: Así tienen estas hermanas a quienes han dejado de amar. A veces, sucede que se calientan al calor de sus corazones, pero no siempre. En ocasiones pasan de las manos de quienes las quieren salvar a las del juez divino a quien deberán dar cuenta de las oraciones y sacrificios ofrecidos por ellos sin fruto.
Fijé la mirada sobre aquellas almas víctimas. Siempre había sabido de su existencia, pero nunca había tenido claro lo que significaban para la Iglesia, para el mundo o para los pueblos. Sólo ahora comprendía su significado profundo. Y me incliné con reverencia ante aquellas mártires del amor[35]
b) Wilhelm Ketteler
El obispo alemán Wilhelm Ketteler (1811-1877) contaba que, cuando ya había recibido el título de abogado y pensaba dedicarse a esta profesión y fundar una familia, un día tuvo un sueño divino: Cristo estaba sobre mí en una nube de luz y me mostraba su Sagrado Corazón. Delante de él se encontraba de rodillas una monjita que levantaba sus manos en señal de oración. Y Jesús me dijo: "Ella reza por ti ininterrumpidamente". Vi claramente su figura y no pude nunca olvidarme de su rostro.
Esta experiencia fue tan fuerte que me decidí a dejarlo todo y hacerme sacerdote. Y comencé mis estudios de teología a los 30 años. Estoy convencido de que hay alguien que ora por mí y yo rezo para que Dios también bendiga a esa religiosa desconocida.
Pero un día el obispo Ketteler fue a celebrar misa a un convento de religiosas y, al dar la comunión a la última de ellas, se quedó como inmóvil al reconocer a la religiosa de su sueño. Pidió a la Superiora que hiciera venir a todas las religiosas para conversar con ellas. Pero faltaba ella. ¿Por qué? Porque era la última hermana, la que se dedicaba a las tareas de la huerta y de la cocina. Pidió que la hiciera venir y después, pudo conversar con ella a solas. Ella le confesó que todo lo que hacía y sufría lo ofrecía por un alma necesitada. El Señor sabrá a quién le ofrece mis oraciones. Siempre he orado como me enseñaba mi párroco por las personas más necesitadas de oración. El obispo se dio cuenta de que el día de su sueño y de su conversión era exactamente el día del nacimiento de esa religiosa. Dios le había concedido su conversión en virtud de los méritos y oraciones que en su providencia sabía que iba a ofrecer esa religiosa por un alma necesitada y Dios lo escogió a él como beneficiario. El obispo bendijo a la hermana y la animó a seguir orando por esa intención. A ella no le descubrió el secreto. Pero sí a la Madre Priora, a quien dijo que su vocación se la debía a esa pobre religiosa que rezaba todos los días por un alma necesitada. Y el obispo le dijo: Si alguna vez me siento tentado de enorgullecerme de mis obras o de mis éxitos, no quiero olvidarme que todo se debe, no a mis méritos, sino a las oraciones de esa simple hermana que trabaja en la cocina, en el gallinero y en las cosas más humildes del convento. Y esas cosas pequeñas tienen tanto valor ante Dios que han podido dar un obispo a la Iglesia[36]
c) Alexandrina da Costa
La beata Alexandrina da Costa (1904-1955) fue beatificada el 25 de abril del 2004. Vivió los últimos 13 años de su vida sin comer ni beber. Sólo recibía la comunión cada día. Fue sometida a una observación exhaustiva en un hospital de Oporto (Portugal), vigilada las 24 horas del día por testigos imparciales. Y, al final de los 40 días de prueba, ella había mantenido su peso, temperatura y presión arterial. Los médicos no pudieron encontrar explicación científica o médica a estos hechos.
Ella vivió muchos años enferma en cama. Un día de 1941, le escribió a su padre espiritual padre Mariano Pinho que Jesús le había dicho: En Lisboa hay un sacerdote que está en peligro de condenación eterna. Él me ofende gravemente. Llama a tu padre espiritual y pídele permiso para sufrir de modo particular por esa alma.
Recibido el permiso de su director espiritual, Dios le mandó sufrimientos para reparar por aquel sacerdote pecador. Y ella le decía a Jesús: No, que no vaya al infierno. Me ofrezco como holocausto hasta que Tú quieras, Señor. Jesús le reveló el nombre y apellido de aquel sacerdote. Y su director quiso investigar quién era ese sacerdote y le preguntó al cardenal de Lisboa si lo conocía. Y le confirmó que sí lo conocía y que era un sacerdote que le daba muchas preocupaciones por su mal comportamiento.
Poco tiempo después, el padre David de Novais le contó al padre Pinho, director de Alexandrina, que había dado ejercicios espirituales en Fátima y había participado un señor muy reservado, que había tenido un comportamiento ejemplar. La última tarde de los ejercicios tuvo un ataque al corazón, pero hubo tiempo de llamar a un sacerdote, que lo confesó y le dio la comunión. Al poco rato, murió reconciliado con Dios. Y se descubrió que ese señor, vestido de laico, era el sacerdote por el cual tanto había rezado y sufrido Alexandrina[37]
d) Giovanni Salerno
El padre Giovanni Salerno, fundador de la Congregación Siervos de los pobres del tercer mundo, cuenta: Tenía 17 años, cuando tres oftalmólogos de Viterbo, donde estaba cursando el liceo, me dieron su veredicto: "A los 20 años quedarás ciego". El Superior me instó a interrumpir mis estudios (era seminarista de la Orden agustiniana) y a casarme cuanto antes para tener así a mi lado una esposa que pudiera acompañarme en mi ceguera. Pero yo creí firmemente en mi vocación y con lágrimas en los ojos pedía al Señor que viniera a socorrerme. Escribí al monasterio de Casia. En seguida, la abadesa me contestó que una joven hermana se había ofrecido víctima por la salud de mis ojos. Después de algunos días, llegó a Viterbo el padre Hector Selippene. No lo conocía, pero cuando supo mi caso, convenció a mi Superior para que me llevara a Roma con un célebre oftalmólogo, el profesor Lazzantini. Éste me salvó la vista y se despidió de mí, diciéndome: "Debes retomar tus estudios". Resultado: fui ordenado sacerdote un año antes que mis compañeros de curso[38]
¿Hace falta más para poder comprender el poder de la oración y del valor que Dios da a quienes se ofrecen a orar y sacrificarse por los demás? Pues bien, ahí están esos millones de niños que esperan nuestra ayuda y esperan unas manos maternas o paternas que les den amor y los lleven en sus brazos al cielo, desde donde los bendecirán más de lo que pueden imaginar.
La mística María Simma dice: Conocí a una enfermera que trabajaba en un hospital. Ella no dejaba de bautizar a los niños abortados o nacidos muertos. Cuando estaba para morir, exclamó: "Oh, he aquí a todos mis niños en el cielo. ¡Cuántos niños!". Y aquellos niños a quienes había bautizado después de muertos, agradecidos, la acompañaron al paraíso donde ya vivían[39]
Hace pocos años murió una religiosa en un convento de Alemania. Cuando estaba agonizando, su rostro se iluminó y mirando a lo lejos, maravillada, exclamó: ¡Oh, tantos niños negritos, tantos niños negritos, me están buscando para llevarme al cielo! Las otras hermanas, que presenciaron el hecho, no vieron nada, pero después recordaron que la ancianita tenía la costumbre de echar todas las noches antes de acostarse el agua bendita a los niños negritos de África para bautizarlos. Ahora vinieron estos niños bautizados desde lejos a buscar a su bienhechora (www.catholicprayers.com).
El padre James Manjackal, famoso predicador carismático con un fuerte ministerio de sanación, que viaja por todo el mundo, me escribió una carta y varios mails. En uno de estos me decía literalmente:
Yo he oído a muchas personas que me han dicho que han visto a los niños muertos sin bautismo como ángeles y santos después de haberlos bautizado espiritualmente. Algunos de ellos me dicen que, cuando necesitan algo, lo piden a Dios por intercesión de estos niños ya salvados.
Normalmente, cuando las personas que han abortado vienen a hablar conmigo con sentimiento de culpa y de tristeza, les digo que les pidan perdón y que los bauticen en la fe y en el amor en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Algunas madres han tenido la experiencia de verlos o de sentir su perdón y consuelo.
Yo, personalmente, rezo por estos niños y los bautizo espiritualmente. Y tengo maravillosas experiencias de su entrada en el cielo y sus oraciones son de gran ayuda para mi ministerio.
Una religiosa contemplativa me escribió el 25 de marzo del 2001 sobre su experiencia. Uno de sus familiares le contó que una persona muy querida había atravesado una situación difícil y había abortado. Ella sintió una fuerza poderosa de Dios para encomendar a ese niño. Le puso por nombre Giusi-Mar (Giusi de Giuseppe y Mar de Maria). Ella me escribió:
Lo único que puedo decir es que me ha venido como un impulso de hacer algo por esa criatura que, de cierto, está viva. Y le digo al Señor: "Jesús, tu amor divino viene a mi corazón en la santa comunión. Nutre a este niño con tu pan de vida cada día en nuestro encuentro eucarístico. ¿Te he pedido demasiado? Perdóname, pero ya me siento madre de esa criatura. Soy feliz como una joven madre, aunque tengo ya ochenta años. Pero sé que no cuentan los años a los ojos de tu amor omnipotente".
En otra carta del 21 de mayo del 2002 me decía: Continúo pensando en él en la comunión de cada día y lo siento muy cerquita de mí y me ayuda en tantas pequeñas dificultades. Me basta llamarlo para que venga en mi ayuda. ¡Si supieras cuánto me ayuda espiritualmente esta tarea de sentirme mamá de Giusi-Mar! Siempre he querido ser madre de una inmensa multitud de hijos. Por eso, los adoptaré a esos niños y los nutriré con el pan de vida de la Eucaristía en unión con María, la madre del cielo, que también es Madre de todos ellos.
Me escribo con muchas religiosas que me han dicho que ellas aprendieron a bautizar espiritualmente a estos niños y a orar por ellos todos los días, teniéndolos como hijos espirituales. Algunas recibieron esta enseñanza de algún sacerdote, pero otras lo hacían por intuición o inspiración de Dios.
Algo muy importante para estos niños es ponerles un nombre para que no sean unos desconocidos N.N., sino seres humanos con dignidad, con nombre y con derechos propios en el más allá. Por supuesto que millones de estos niños son concebidos de modo totalmente frío y mecánico en un laboratorio y son esclavizados por empresas o laboratorios que los consideran de su propiedad y los congelan o los asesinan para extraerles sus células madre o sus órganos útiles. Pero ante Dios son tan seres humanos como cualquiera.
Por otra parte, no olvidemos que, como dicen algunos investigadores, como la doctora Elizabeth Kübler-Ross o el siquiatra Kenneth McAll, también tienen sus ángeles custodios. No por ser tan pequeñitos dejan de ser tan humanos y necesitados como nosotros. Estos niños, como se ha demostrado científicamente en pruebas de ultrasonido también sufren en el vientre de su madre, especialmente en el momento en que sienten su vida amenazada por el aborto. Ellos sienten, oyen, viven y necesitan amor. Pero ¡qué tristeza para ellos al sentirse rechazados por su misma madre! ¡Qué tristeza no tener nombre, porque son excluidos hasta de su propia familia! Ellos también necesitan sentirse queridos y ser parte de una familia. Y, si sus padres los han rechazado, al menos desean que alguien los quiera y los ame y los adopte como parte de su familia.
El padre John Hampsch nos transmite el testimonio de un hombre que le dijo: Entre 1958 y 1963 mi mujer tuvo cinco abortos. Yo tenía un gran sentimiento de culpa. Ayer, cuando Ud. dijo que debíamos poder un nombre a estos niños, nosotros nos sentamos y lo hicimos. Mi esposa puso nombre a tres y yo a dos. Durante la misa (en visión interior) vi a Jesús delante de mí y me dijo que no me preocupara, que no me sintiera mal, porque ya esos cinco niños estaban en sus brazos y a salvo en el cielo. A partir de ese día, nuestro amor mutuo ha crecido inmensamente[40]
La doctora Elisabeth Kübler-Ross, doctora honoris causa por 20 universidades y que ha estudiado 20.000 casos de personas que han sido dadas por muertas dice: En el umbral de la muerte, nuestros guías espirituales, nuestros ángeles de la guarda y los seres queridos que se fueron antes que nosotros, estarán cerca de nosotros y nos ayudarán. Esto nos ha sido confirmado siempre, así que ya no dudamos nunca de esta afirmación. ¡Notad bien que hago esta afirmación como un hecho científico![41].
El siquiatra Kenneth McAll afirma: He sido testigo de más de 600 casos de niños fallecidos, que habían continuado creciendo al mismo ritmo que lo hubieran hecho de haber seguido con vida. Cada uno llevaba al lado a su propio ángel de la guarda, esperando ese momento de amor y de consagración a Dios; y en esos casos, el ángel de la guarda tiene permiso para actuar[42]
Todos los seres humanos tienen un ángel puesto por Dios para ayudarlos. El ángel de estos niños los acompañará en el estado de limbo temporal en el más allá hasta que alguien los pueda liberar con sus oraciones y puedan ir al cielo. Seguramente que su ángel intervendrá para que cuanto antes alguien pueda rezar por ellos o interceder ante Dios para que les aplique las oraciones que alguien ofrece por su salvación de modo general.
Estos niños, ya en el cielo, serán como ángeles que intercederán por sus padres espirituales y les obtendrán inmensas bendiciones de Dios.
Carlo Carretto en su libro Un camino sin fin escribe: He viajado mucho durante mi vida. Lo que voy a contar podría haber sucedido en Nueva York, en Tokio o en Río de Janeiro. No me preguntes los detalles. No soy policía. Sé que me encontraba en las proximidades de un hospital. Había salido de una iglesia, en la que había pasado la noche con unos amigos, adorando a Jesús Eucaristía. Hacía bastante frío y la aurora comenzaba a despuntar. Vi la masa gris de un gran contenedor galvanizado y cerrado con dos escotillones redondos…
Un amigo enfermero me dijo: "Ven. Te voy a enseñar lo que sucede en nuestros días. Es triste, tristísimo, pero es así". Se acercó al contenedor, abrió la tapa como si fuera técnico en la materia, sacó la linterna del bolsillo y con el bastón que llevo siempre, comenzó a revolver el contenido del contenedor. "Mira", me dijo. "Tenía interés en que lo vieras. Son los abortos realizados hoy en el hospital". Miré y, a la pálida luz de la linterna, descubrí entre vendas sanguinolentas y sucias, un trozo de carne rosácea en la posición característica de los fetos humanos.
Las palabras se negaban a salir de mi boca. No tenía ganas de decir nada. Era como si el inverosímil horror del mal con cara de normalidad banal se hubiera derrumbado sobre mí…
Abrí la Biblia y leí: "Cuando naciste, el día en que viniste al mundo, no se te cortó el cordón, no se te lavó con agua para limpiarte, no se te frotó con sal ni se te envolvió en pañales. Nadie se apiadó de ti para brindarte alguno de esos menesteres por compasión a ti, sino que, como un ser despreciable, fuiste expuesta en pleno campo el día de tu nacimiento. Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu sangre, y te dije, cuando estabas en tu sangre: ¡Vive! Y te hice crecer como la hierba de los campos" (Ez 16, 4-7).
En aquel instante, vi con claridad que sobre mi rodilla había un angelito, y aquel angelito era precisamente el que yo había visto en el contenedor del hospital. Y nos pusimos a conversar como viejos amigos…
Me dijo: "Por las noticias que tengo, mi padre es un pobre hombre, un irresponsable. Puede servirle como atenuante todo lo que ve cada día en la televisión. ¿Mi madre? Siento una ternura profunda por mi madre… No estoy solo ¿sabes? Si supieras lo numerosos que somos. Ni siquiera cabemos en la catedral…. Ahora voy a la catedral. Debo recitar las preces matinales con todos aquellos que han sido asesinados como yo en estas noches".
Dime una cosa. ¿Qué nombre tienes, cómo te llamas?
De momento, me llamo Nonato (no nacido). Es un nombre genérico. Lo llevo hasta que mi madre me dé un nombre, tan pronto como tome conciencia de mí. Cierto que me recordará…
La catedral era un hervidero de vida y de luz… Tomó la palabra uno de aquellos abortos clandestinos, ocasionado por un alfilerazo dado por una "bruja". Y dijo:
Nosotros somos víctimas de egoísmos infinitos, pero no podemos acusar a nadie. No estamos aquí para eso. Yo no me atrevo a acusar a mi madre, que era tan pobre. La quiero y, pensando en ella, me siento en paz. Nos hemos reunido aquí en esta catedral para orar y, sobre todo, para amar a quienes nos han hecho daño… La asamblea terminó sus trabajos con un canto muy armonioso que parecía el eco del juramento de Siquén: "Serviremos sólo al Señor, nuestro Dios, y seremos testigos de la vida y obedeceremos su voz" (Jos 24, 24).
Y aquellos pequeñines cansados se durmieron en paz[43]
Aunque aquí podamos ver mucho de la fantasía del autor, lo cierto es que estos niños necesitan amor, necesitan un nombre y necesitan ser parte de una familia que los ame.
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Su voluntad es que no se pierda ninguno de estos pequeñitos (Mt 18, 14). Esto quiere decir que tenemos esperanza firme de que estos niños muertos sin bautismo se van a salvar. Ahora bien, sus vidas desde su concepción están vacías de amor. En primer lugar, tienen el pecado original. ¿Qué es el pecado original? Es el vacío de Dios en su alma. Cuando Dios decidió crear a Adán y Eva quiso crearlos inmaculados como a la Virgen María. Su alma estaba llena de Dios y de amor desde el primer instante de su existencia. Eran puros, bellos e inmaculados espiritualmente. Su alma irradiaba la luz de Dios por todo su ser. Pero pecaron, desobedecieron a Dios y sus consecuencias las estamos sufriendo hasta ahora. Todos los sufrimientos de todos los hombres de todos los tiempos tienen su origen en el pecado de Adán y Eva.
Pero Cristo nos salvó con su pasión y muerte y nos concedió la salvación que habíamos pedido. Sin embargo, quedaron las consecuencias. Perdimos los dones preternaturales. Éramos inmortales, impasibles, con ciencia infusa y con un equilibrio interior que hemos perdido. Ahora, cuando somos concebidos en el seno de nuestra madre, estamos sin luz y sin amor. Nuestra alma está vacía, a oscuras, sin la presencia de Dios y sin su amor. Para recuperar esto es preciso el bautismo, aunque sea de sangre o de deseo.
Estos niños muertos sin bautismo antes del uso de razón, si es que no han sido consagrados a Dios por sus padres siguen en la oscuridad y necesitan amor para llegar a la luz de Dios y a la felicidad plena del cielo. Es por esto que algunos santos, como hemos visto y otras personas inspiradas por Dios, recomiendan mandar celebrar una misa por ellos, bautizarlos espiritualmente o consagrarlos conscientemente a Jesús por María. De esta manera, podrían ir al cielo.
Estoy pensando en este momento en muchos niños nacidos muertos, pero cuyas madres han comulgado o rezado mucho por ellos o los han consagrado a Dios antes de nacer. En este caso, en virtud de la fe de sus padres o de su familia, pueden ir directamente al cielo. Pero, en la mayoría de los casos, especialmente de abortos provocados y de tantos millones de niños asesinados en sectas satánicas o en investigaciones científicas, necesitan un tiempo de espera hasta que alguien rece por ellos y los ofrezca con fe y con amor a Dios.
Necesitan ser bautizados por el amor, recibir un bautismo de amor, o dicho con otras palabras, necesitan del amor de alguien para ser liberados de la esclavitud de la oscuridad y del vacío en que los han abandonado sus padres.
Es por esto que hemos dicho desde el principio que estos niños necesitan ayuda y ojalá que hubiera muchas almas con corazón materno que quieran recibirlos como hijos adoptivos y conseguirles cuanto antes la salvación eterna. Vale la pena amarlos y salvarlos. Vale la pena echarles una mano. Vale la pena adoptarlos como hijos.
Estos niños son seres humanos pequeñitos en cuanto al cuerpo, pero de alma grande. No han sido queridos por nadie, han sido maltratados y asesinados sin piedad en muchísimos casos, pero valió la pena haber sido concebidos; porque, al final, en virtud de la misericordia de Dios, que es más grande que todos los pecados del mundo entero, y en virtud de los méritos de Jesucristo, serán salvados y serán eternamente felices.
Una religiosa me escribía: Mi gran deseo es abrazar a todos los niños del mundo, incluso antes de nacer, y bautizarlos con el bautismo de deseo y presentárselos a Dios como mis hijos. Me siento madre de todos, pero especialmente de los que están por nacer. A todos los acaricio y abrazo bajo mi manto maternal y los lleno del amor de Dios. ¡Qué alegría! Me siento la madre más dichosa del mundo y esto significa mucha responsabilidad de orar y trabajar por ellos. ¿No puedes tú hacer lo mismo? ¿No quieres ser un padre o una madre para ellos? Ellos te tienden su corazón hambriento de amor. ¿Qué les responderás?
De vez en cuando, sería bueno mandar celebrar una misa por todos los niños muertos sin bautismo de la propia familia o de otras conocidas. O mandar celebrar una misa por todos los difuntos de la familia. O también mandar celebrar una misa en honor de todos los ángeles custodios de la familia. Estos pequeños detalles nos traerán muchas bendiciones, porque las oraciones por los difuntos nunca quedan vacías y ellos son agradecidos. De la misma manera, los ángeles custodios, aunque no necesitan ayuda, se sentirán contentos de que les agradezcamos su ayuda y nos obtendrán más bendiciones de Dios.
Recordemos que formamos una familia en la tierra y en el cielo. La familia humana permanecerá por toda la eternidad. Porque lo que Dios unió no lo puede separar el hombre. Pero también formamos parte de otra familia espiritual, cuyos lazos pueden ser más fuertes que los de la carne. Y en esta familia espiritual están quienes nos han ayudado a crecer espiritualmente y aquellos a quienes nosotros hemos ayudado con nuestras oraciones y sacrificios en su camino hacia Dios.
Después de haber visto de un modo panorámico el tema de los niños muertos sin bautismo, podemos esperar que estos niños no estarán definitivamente y eternamente en el limbo, sino que un día serán salvados en virtud de los méritos de Cristo, y por la misericordia de Dios y la fe de la Iglesia.
Son millones los niños que son abortados o que mueren antes de nacer o que mueren antes del uso de razón sin que hayan sido queridos verdaderamente por nadie y es por ello que se encuentran tristes y en la oscuridad. Y necesitan de nuestra ayuda para que sientan que alguien los ama y, al sentirse amados y acogidos como hijos dentro de una familia espiritual, puedan despertar las capacidades que tienen dentro de sí y Dios les devuelva la luz, la alegría y el amor que no tenían por el pecado original.
Tú y yo podemos ser sus padres espirituales. Tú y yo podemos ayudarlos a salvarse cuanto antes. Tú y yo podemos sentirnos orgullosos de estos hijos pequeñitos, pero que tienen un alma grande.
Que Dios los bendiga y que no se olviden de encomendar todos los días en sus oraciones a estos niños tan queridos de Dios.
Que Jesús te bendiga por María. Saludos de mi ángel y saludos a tu ángel. Tu hermano y amigo del Perú para siempre.
P. Ángel Peña O.A.R.
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Salerno Giovanni, Misión andina con Dios, segunda edición, Edibesa, Madrid, 2004.
Pueden leer todos los libros del autor en
www.libroscatolicos.org
Nihil Obstat
P. Ignacio Reinares
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto
Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)
ÁNGEL PEÑA O.A.R.
LIMA – PERÚ
Enviado por:
Carolina Correa Gutierrez
LIMA – PERÚ
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