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El cultivo del frambueso

Enviado por lexquilax


    (Rubus idaeus L.)

    1. Resumen
    2. Origen de la frambuesa
    3. Caracteres botánicos
    4. Características de la planta y hábitos de producción
    5. Variedades
    6. Utilización de la frambuesa
    7. Medio ambiente
    8. Cosecha
    9. Plagas y enfermedades
    10. Bibliografía

    RESUMEN

    El presente trabajo es una revisión sobre los aspectos de más importancia del sistema de producción del cultivo del frambueso, haciendo énfasis sobre las plagas y enfermedades que atacan a este cultivo.

    Palabras claves: frambuesa, Sistemas de producción, Frutales, plagas y enfermedades.

    INTRODUCCIÓN

    La frambuesa roja (Rubus idaeus L.), se cultiva intensamente en algunos países de Europa y de Norteamérica y en menor grado en Australia y Nueva Zelanda. En México era prácticamente desconocida, debido a que por mucho tiempo se creyó que no se adaptaría a las necesidades climáticas del país. En estudios climáticos se observó que el país si tiene condiciones favorables para el desarrollo de la frambuesa, además de ser éste cultivo una buena fuente de trabajo rural, pudiera tener buenas perspectivas de exportación por su época de cosecha más temprana aquí que en la mayoría de los países exportadores. Al mercado interno, la frambuesa agregaría un fruto sabroso y nutritivo que además se ha señalado que su consumo puede inhibir el cáncer.

    Este cultivo, por su rapidez para entrar en producción (un año las productoras de otoño y dos las de verano), permite al fruticultor evaluar su potencial económico y decidir sobre su explotación, sin incurrir en una gran inversión inicial (Rodríguez, 1984).

    En México, la frambuesa está aumentando el área cubierta, encontrándose en el Estado de México, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Puebla, Tlaxcala.

    Debido a algunas ventajas que puede presentar el cultivo de la frambuesa en México, entre las cuales están: mercados compradores de la fruta, excelente respuesta de algunas variedades productoras de otoño en diferentes regiones de climas templados y subtropicales que permiten obtener cosechas en forma escalonada, impidiendo los indeseados picos de producción en una sola temporada, pudiendo ofrecer fruta los 12 meses del año; la rápida entrada a producción (4-6 meses) que estimula a los productores generar empleo permanente, entre otras.

    Por lo tanto es necesario el estudio de los factores, tanto del ambiente como de manejo del cultivo, que influyen en la producción. Es conveniente explotar al máximo el potencial productivo de la especie y para lograrlo es indispensable darle a las plantas las condiciones edafoclimáticas y prácticas culturales más adecuadas a sus necesidades específicas.

    ORIGEN DE LA FRAMBUESA

    Se consideran dos centros de origen, uno de ellos es el este de Asia de donde proviene el subgénero Idaeobatis que tiene 195 especies reconocidas, dentro de las cuales están las más conocidas por sus frutos comestibles: Frambuesas europeas (R. idaeus L.) var. vulgatus, y las frambuesas americanas (R. occidentalis L.) y R. idaeus L. var. strigosus (frambuesa roja) y otras. El otro centro considerado es Norteamérica, del cual es originaria la frambuesa roja (R. idaeus L.) var. strigosus que no tiene subespecies identificadas debido a que presenta amplia variabilidad.

    La especie R. idaeus es el denominado frambuesa Europeo de frutos generalmente rojos pero que también pueden ser claros o de color amarillo, esta especie crece espontáneamente en el antiguo continente y la leyenda dice que es originaria del monte Ida (Isla de Creta) y del que Lineo adoptó su nombre específico (idaeus), encontrándose también en estado natural en Asia menor (Paglietta, 1984).

    CARACTERES BOTÁNICOS

    El frambueso es un arbusto de la gran familia de las Rosáseas, perteneciente al género Rubus. Las especies más conocidas del género Rubus son: Rubus idaeus, R. strigosus y R. occidentalis.

    El Rubus idaeus es el denominado frambueso europeo. De manera general es un arbusto en forma de mata con sus ramas inicialmente erectas en el primer período vegetativo y después encorvadas bajo el peso de la vegetación. Las ramas del frambueso son bienales. Contrariamente a la parte aérea, las raíces son perennes, dotadas de una densa cabellera radicular; se encuentran preferentemente en la parte más superficial (aproximadamente en los primeros 25 cm.), pero a veces pueden profundizar si encuentran un substrato suficientemente suelto.

    Cada año y a partir de las raíces, emerge un número variable de vigorosos retoños que, junto con las ramas nacidas de la corona llevarán los frutos en la siguiente estación vegetativa (variedades "uniferas") o bien en el mismo año de su formación como en el siguiente (variedades "bíferas"). Los retoños pueden alcanzar una altura máxima de 3-4 m., pero en muchas variedades esta altura es menor, dependiendo también de su vigor, así como de que las condiciones ambientales y nutricionales bajo las cuales se desarrollen, sean más o menos favorables para ello. Al final del segundo período vegetativo, después de la fructificación, los tallos se secan. En la mayoría de los casos, la corteza de los retoños está provista de numerosas y pequeñas espinas que son de diferente rigidez según la variedad. Las espinas del frambueso no son tan punzantes que limiten el manejo del cultivo, lo más que llegan a ocasionar son ligeros arañazos. No obstante existen variedades que son glabras, las cuales son preferidas en las pequeñas plantaciones de carácter familiar (Paglietta, 1984).

    El color, la forma y la longitud de las espinas y su densidad, pueden constituir elementos útiles para el reconocimiento varietal, junto con el color de la corteza y la presencia de puvina.

    Las hojas son compuestas, de borde aserrado, provistas de un largo pedúnculo y pueden tener 3 a 5 foliolos (generalmente 5). El color de las hojas es verde intenso en el haz y verde grisáceo en el envés; el limbo esta surcado por venación muy conspicua que hacen su superficie más o menos arrugada; también este es un carácter varietal distintivo.

    Sobre los brotes fructíferos se cuentan 4-5 hojas , de las más grandes son las basales: en su axila se desarrollan los racimos florales, pero sólo los del ápice del brote están suficientemente desarrollados y producen los mejores frutos.

    Las flores tienen una corola compuesta por 5 pequeños pétalos caducos, provistos de un grueso cáliz en forma de estrella que permanece soldado al receptáculo floral. El androceo está formado por unos cincuenta de estambres y el gineceo de 50 a 100 pistilos. A partir del ovario, de cada pistilo, fecundado se originará una pequeña drupa y todas estas drupeolas reunidas en el receptáculo y agregadas entre sí, darán forma a una mora (fruto agregado), llamada comúnmente frambuesa.

    La floración es escalonada, su duración es aproximadamente de 4 semanas y varía según los cultivares.

    La maduración de los frutos, al igual que la floración se produce escalonadamente y tiene una duración de un mes aproximadamente, una vez que la fruta alcanza su madurez, se desprende fácilmente del receptáculo mediante una ligera tracción (Paglietta, 1984).

    CARACTERÍSTICAS DE LA PLANTA Y HÁBITOS DE PRODUCCIÓN

    Hay variedades de hábito de crecimiento rastrero, semierecto y erecto. La planta de frambuesa denominada productora de verano es de hábito bienal, crece durante un año y fructifica al siguiente. La caña fructificante muere después de haber terminado su producción y para entonces la caña vegetativa ya ha crecido para estar en condiciones de producir al año siguiente. Los frutos se producen en inflorescencias, que cuando presentan alargamiento y hojas se les denomina laterales; las flores son perfectas (hermafroditas) y dependen en alto grado de la polinización por abejas para producir frutos bien formados y de valor comercial. Las inflorescencias brotan de yemas axilares.

    Las frambuesas denominadas productoras de otoño, presentan un comportamiento algo diferente, en que los brotes vegetativos en el primer año dan la primera cosecha en la parte terminal de la caña, de octubre a noviembre y las yemas axilares subapicales producen una segunda cosecha de mayo a julio del año siguiente.

    VARIEDADES

    HERITAGE: Planta vigorosa, espinosa, de porte erecto. Los frutos son de tamaño medio al principio de la fructificación y después decididamente pequeños, redondos, de buena consistencia y dulzura pero poco aromáticos. Con buena calidad y conservación.

    La producción sobre tallos viejos comienza a principios de julio pero no es muy importante, es más interesante la que se produce sobre brotes anticipados, que ya comienza a mediados de agosto y dura casi un mes. Los brotes laterales son a veces excesivamente largos y pueden sufrir daños en zonas de vientos fuertes (Paglietta, 1984).

    La porción de la caña que producirá en la primavera aún no se ha logrado aprovecharla totalmente ya que sus necesidades de frío, en las actuales áreas productoras no se satisfacen totalmente. En México se le cultiva sin espalderas. Es el cultivar productor de otoño más extendido en el mundo. Esta variedad es señalada como susceptible al ataque de araña roja, así como a la pudrición gris.

    UTILIZACIÓN DE LA FRAMBUESA

    Las frambuesas han dejado de ser simplemente unos frutos silvestres y en algunos casos exóticos poco consumidos, para pasar a ocupar el lugar que les corresponde en atención a su delicioso sabor y aroma que les hace muy agradables.

    Esta frutilla (polidrupa) es de consistencia suave, delicado y muy perecedero; el consumo en fresco está antecedido y apoyado por grandes cuidados técnicos que permiten llevar el fruto de la planta a la mesa del consumidor. Existen varias opciones para aprovechar la fruta que no se consume en fresco, como lo es la producción de pulpas concentradas para la elaboración de yogurt, helados, jugos, mermeladas, congelados, licores, jarabes, esencia, etc. En los países compradores de esta frutilla, el consumo de frutos congelados ocupa la segunda posición después del consumo en fresco.

    MEDIO AMBIENTE

    CLIMA

    El frambueso es bastante resistente a las bajas temperaturas invernales y también puede soportar fuertes calores estivales.

    Las condiciones favorables para esta planta son las de inviernos con bajas temperaturas constantes, pero no excesivas y verano relativamente fresco, caracterizado por una oscilación térmica entre el día y la noche.

    Necesita por lo menos de 700 a 900 mm anuales de lluvia, si las precipitaciones son muy abundantes en el período invernal, no perjudican al frambueso, siempre que no se produzcan encharcamientos en la superficie; por otra parte si se producen lluvias en las épocas próximas a la madurez de los frutos, estos se ponen demasiado blandos, se deterioran rápidamente una vez recogidos y se pueden enmohecer (Paglietta, 1984).

    La frambuesa roja es una especie de clima templado, que en general requiere de 700 a 1700 horas abajo de 7° C; Sin embargo algunas variedades desarrollan bajo condiciones de inviernos benignos (Rodríguez, 1984). Descensos fuertes de temperatura a comienzos del otoño pueden dañar las partes apicales de los rebrotes más vigorosos, aún no lignificados, aunque los daños de los brotes se eliminan en la poda de invierno.

    Son más perjudiciales las heladas que se producen durante el reposo de la planta, las yemas son muy sensibles al frío y un descenso brusco de la temperatura puede necrosarlas. Las heladas primaverales pueden dañar a veces los tiernos brotes (Paglietta, 1984).

    Se considera que en lugares con inviernos más fríos la planta podría desarrollar mejor y sin riesgos grandes daños por heladas, ya que brota tarde y las flores aparecen después del alargamiento lateral, la cual soporta bajas temperaturas (Rodríguez, 1984).

    Existe un límite de altitud de 1000 a 1200 msnm, debido tanto al excesivo frío invernal como a la insuficiente cantidad de calor en verano. Sin embargo no existe límite en el sentido inverso y se pueden encontrar cultivos de frambueso próximos al mar, en zonas protegidas de vientos salinos.

    Con relación al viento conviene advertir que tanto los retoños como los tallos fructíferos, pueden ser dañados. Cuando el viento es constante puede provocar una excesiva deshidratación de los tejidos herbáceos con la consiguiente marchites, cuando sopla con violencia puede producir la caída de los frutos maduros o la ruptura de los brotes fructíferos en el punto de inserción sobre el tallo (Paglietta, 1984).

    La protección contra el viento es un factor muy importante, por que si la plantación no tiene espalderas para mantener las cañas firmes, puede haber ruptura de laterales y de las plantas a nivel de cuello. El uso de espalderas es imprescindible para sostener las plantas si se usan variedades rastreras o semierectas (Rodríguez, 1984).

    SUELO

    El factor suelo representa un papel muy importante en el cultivo del frambueso, ante todo es necesario que no sea compacto, ya que el sistema radical de esta planta no soporta los estancamientos de agua. El tipo de suelo óptimo debe ser rico en materia orgánica, con elevada capacidad de retención de humedad, profundo y suelto. Las raíces del frambueso no exigen un suelo profundo, ya que son preferentemente superficiales y ocupan una capa de suelo de 25 cm de espesor, sin embargo pueden darse raíces de gran geotropismo positivo que llegan a alcanzar 1.8 m de profundidad y son las que sirven para el mantenimiento de la planta en períodos críticos de sequía.

    Existen cultivares que se pueden adaptar a terrenos arcillosos, sin embargo hay que evitar dicho tipo de terreno, ya que al cabo de los años pueden producirse muertes por asfixia radical, debido a la compactación del suelo, producida por el paso de maquinaria.

    Tampoco son recomendables los suelos demasiado sueltos, con elevados porcentajes de arena, ya que requieren riegos muy frecuentes (Paglietta, 1984).

    La frambuesa requiere de suelos profundos (0.60 a 1.20 m), de textura franca o franco arcillosa, pero es fundamental un buen drenaje, para que la plantación pueda permanecer productiva por un período de 10 años o más. El pH en el cual este frutal prospera varía de 5.5 a 7.0 y no tolera excesos de cloro o sodio

    También son limitantes los suelos ricos en calcio, puesto que pueden presentarse deficiencias de hierro, de manganeso o de ambos y en consecuencia los rendimientos bajan fuertemente (Rodríguez, 1984).

    ESTABLECIMIENTO DE VIVEROS

    La frambuesa roja (R. idaeus), es una especie que comercialmente se propaga por medio de hijuelos provenientes de yemas adventicias de raíz, o bien utilizando partes o estacas de la misma, obteniendo de esta manera plantas completas a partir de yemas adventicias. Sin embargo, las plantas propagadas de ésta manera son susceptibles de contraer enfermedades existentes en el suelo como la conocida "agalla de la corona", entre otras.

    Para tener un buen éxito en la plantación, es esencial el uso de plantas libres de plagas y enfermedades. Si no se dispone de material certificado, se recomienda establecer viveros con plantas que tengan buen desarrollo y frutos bien formados.

    La propagación puede hacerse por hijuelos provenientes de la raíz o bien por estacas de raíz. La mejor época para establecer el vivero es la segunda quincena de febrero.

    Los hijuelos (cañas), que se van a utilizar para la propagación se extraen antes de reiniciarse el crecimiento es decir en el invierno. Se manejan a raíz desnuda y pueden almacenarse bajo refrigeración dentro de bolsas de polietileno hasta que se les vaya a plantar. La temperatura del refrigerador debe oscilar entre -2 y +2° C y es recomendable sumergir las raíces de las plantas en un fungicida, para evitar el desarrollo de hongos. Se pueden dejar algunas plantas en el vivero para generar nuevas plantas.

    Al preparar el terreno se recomienda una buena labor de limpieza para tener luego menos problemas con el combate de malas hierbas. Asimismo, es conveniente hacer un análisis fitopatológico del suelo y en caso de encontrar nemátodos, realizar una fumigación con Telone (1, 3-dicloro propeno), en las dosis recomendadas por el fabricante. Es importante usar estiércol si el suelo tiene un contenido bajo de materia orgánica, a razón de 40 ton/ha, incorporándolas bien con el arado, junto con 300 kg de P2O5 y 300 de K2O por hectárea, previos a la plantación.

    Cuando se usan hijuelos se manejan con una porción de tallo y se colocan cada 50 cm, en surcos separados de 92 a 100 cm, procurando que las yemas adventicias queden a una profundidad de 4 a 8 cm, para asegurar una buena emergencia de las nuevas plantas. Aproximadamente 15 a 20 días después de emerger los hijuelos, los tocones de la planta original se cortan al ras del suelo. Para hacer viveros e incluso plantaciones, usando estacas de raíz, pueden utilizarse las raíces que quedan en el terreno después de las plantas que se usarán para establecer la plantación o más viveros. Se toman las raíces de mayor diámetro en porciones de 5 a 8 cm y se cubren con una delgada capa de suelo (5 cm) en el fondo del surco. Se pueden utilizar los distanciamientos especificados para el uso de hijuelos.

    Es importante que en el vivero no se dejen plantas con frutos, ya que las semillas que éstos producen caen al suelo y pueden dar origen a plantas de características diferentes a las variedades manejadas, debido a cruzamientos entre ellas.

    ESTABLECIMIENTO DE LA PLANTACIÓN

    La preparación del terreno y la plantación de los materiales siguen las indicaciones descritas para el establecimiento de viveros, cuidando que las plantas se coloquen en el fondo del surco, para que sobre éste se apliquen los riegos y fertilizante.

    El sistema de plantación es otro aspecto importante que hay que considerar. Se recomienda el sistema de setos y si se va a utilizar maquinaria, dejar los espaciamientos adecuados entre setos o hileras de plantas para su funcionamiento adecuado.

    Si se pretende hacer uso intensivo del terreno, se recomienda el empleo de tractores pequeños para incrementar la cantidad de setos por hectárea. Bajo este sistema, la separación entre setos puede ser de 1.5 m, estableciendo una caña cada 50 cm, para contar desde el primer año con una buena cantidad de plantas y así obtener una cosecha inicial aceptable. Cada año producirá otras nuevas y esta proliferación permitirá obtener la densidad deseada en los años posteriores.

    En caso de utilizar variedades rastreras o semierectas, es indispensable el uso de espalderas para el sostén de las plantas. Variedades erectas como Citadel y Heritage tienen un tallo fuerte que les permite sostenerse por sí solas.

    Los postes a usar deben ser lo suficientemente fuertes como para sostener el alambre que permite mantener erectas y separadas las cañas. Pueden ser de cualquier material; pero en caso de que se use madera y se traten con algunos protectores (P. ej. pentaclorofenol), deben dejarse reposar durante algún tiempo antes de usarlos, puesto que los gases de estos productos pueden causar daños a las plantas.

    MANEJO DE LA PLANTACIÓN

    Productoras de verano. En éstas de realizan dos tipos básicos de poda: de aclareo y de invierno. Las de aclareo se practican en dos épocas diferentes. La primera, durante el período de crecimiento y tiene como finalidad suprimir todas las cañas que aparecen hasta el mes de abril, debido a que hay emisión continua durante la primavera y el verano. Se eliminan las que han alcanzado 20 cm de altura, lo cual puede hacerse mecánicamente o con productos químicos como Dinoseb (2-sec-butil-4, 6-dinitrofenol) y Citrolina en dosis de 500 y 700 cc en 100 litros de agua, respectivamente.

    Después del 1º de abril sólo se eliminan las cañas que haya en exceso, recomendándose dejar de 20 a 24 por cada 2 m de seto para tener una densidad de 65 75,000 cañas por hectárea (con separación de 1.5 m entre setos). También puede utilizarse una separación de 15 a 20 cm entre cañas dentro del seto.

    Con las densidades mencionadas se pueden obtener altos rendimientos de fruto por unidad de superficie, ya que una caña de la variedad Malling Exploit puede producir de 200 a 300 g en promedio.

    La segunda poda de aclareo se realiza después de la cosecha (otoño-invierno) y consiste en cortar al ras del suelo inmediatamente después de terminada la cosecha aquellas cañas que fructificaron, para evitar problemas de plagas y enfermedades. Además, deben suprimirse las plantas débiles (menores de 0.8 m de altura y de diámetro reducido), dañadas o enfermas.

    La poda de invierno (despunte) se realiza en la segunda quincena de febrero y tiene como finalidad promover la brotación más uniforme de las yemas laterales de la caña, al evitar los efectos de dominancia apical, que causan que las primeras floraciones se produzcan por lo general en las yemas apicales, debido a que requieren de una menor cantidad de frío para salir del reposo invernal. Cuando brotan únicamente las yemas terminales se reduce el rendimiento del fruto y la maduración es más temprana. Con base en experimentación realizada se recomienda podar un 15% de la longitud total de las cañas o bien dejarlas a una longitud uniforme de 0.8 m. Si hubiera muy altas deficiencias de frío, será necesario realizar despuntes más fuertes, de hasta un 40% de la longitud de las cañas (en caso de no aplicar productos compensadores de frío), siempre y cuando éstas no sean de portes menores de 0.8 m, pues entonces el despunte podría causar mermas muy serias del rendimiento.

    Productoras de otoño. En éstas la poda difiere un poco, las cañas que aparecen desde el inicio del período de crecimiento se dejan desarrollar, eliminando únicamente los excesos, puesto que se ha determinado que 35 cañas por cada 2 m de seto es una buena densidad para la producción de otoño. En el invierno se despuntan las plantas que fructificaron durante el otoño anterior y se aclara dejando un promedio de 15 cañas por cada 2 m de seto, con el fin de obtener tanto la cosecha de otoño como la de primavera-verano aprovechando de esta manera el potencial que presentan estas variedades. En algunos países estas frambuesas son manejadas exclusivamente para producir en otoño, ya que al término de la cosecha se cortan las cañas al ras del suelo, lo que representa ciertas ventajas de manejo mecanizado.

    En los ensayos realizados con la variedad Citadel, se han obtenido alrededor de 4 ton/ ha en la cosecha en otoño y 4.6 t/ha en la de primavera-verano, de la misma plantación.

    PODA

    Investigaciones hechas con la variedad Malling exploit, revelaron que:

    – Hay una tendencia a incrementar la producción por caña

    – La calidad del fruto y el calendario de cosecha no se ve afectado por los tratamientos de poda y densidad.

    – La densidad de población afecta la longitud de las laterales fructificantes (Rodríguez, 1978).

    APLICADORES DE COMPENSADORES DE FRÍO

    La frambuesa roja bajo las condiciones de invierno benigno y subtropical, presenta escasa brotación de laterales, dominancia apical, brotación retrasada y prolongada y por lo tanto bajos rendimientos. Para evitar estos problemas se recomienda aplicar 4% de Citrolina + 0.12% de DNSBP (dinitro-ortho-sec-butil fenol, comercialmente Hormox) + 2% de un agente emulsivo; esta formulación debe aplicarse unos 15 días antes del inicio de las primeras brotaciones de yemas, lo cual generalmente ocurre del 1º al 15 de marzo. Para la aplicación puede usarse una bomba aspersora o una brocha, dependiendo de la cantidad de plantas que se tenga, procurando mojar uniformemente todas las yemas, debido a que la emulsión tiene un efecto localizado.

    APLICACIÓN DE ÁCIDO GIBERELICO

    La variedad Citadel, productora de verano, requiere de la aplicación de ácido giberélico para obtener la producción de otoño. Se recomienda usar una dosis de 50 ppm y hacer la aplicación con bomba aspersora, del 1 al 4 de julio, para forzar el alargamiento de la yema terminal. Si se quiere adelantar la producción para evitar daños por heladas tempranas, será necesario hacer una segunda aplicación 15 días después. Las otras variedades productoras de otoño no requieren aplicaciones de giberelinas, pues la producción se presenta en forma natural en esa época del año.

    FERTILIZACIÓN

    El elemento que más requiere este cultivo es el nitrógeno, con una dosis de 100 a 120 kg/ha de nitrógeno por año, las plantas se desarrollan bien y se obtienen buenos rendimientos. Además se recomienda aplicar fósforo y potasio, en dosis de 70 a 90 kg/ha, respectivamente. El nitrógeno puede aplicarse en tres partes: 1/3 del total al inicio del crecimiento, 1/3 a mediados de mayo y el resto después de la cosecha. El fósforo y el potasio pueden aplicarse durante la época de lluvias, a lo largo de los setos. La fertilización en combinación con otras prácticas como la eliminación del exceso de cañas, combate de plagas y riego adecuado, tiene por objeto obtener cañas más vigorosas y productivas.

    RIEGO

    Es indispensable regar inmediatamente después de realizada la plantación. Posteriormente la frecuencia de los riegos dependerá del tipo de suelo y de la cantidad de lluvia, fluctuando entre cada 8 a 10 días durante la época de brotación, floración y cosecha y de 15 a 21 días durante el invierno. Debido a que el sistema radical de la frambuesa es superficial, conviene observar constantemente los niveles de humedad del suelo y procurar que el agua moje hasta una profundidad de 30 cm. En la época de lluvias generalmente no se requiere de agua adicional. El riego durante el invierno provoca la brotación de yemas y no hay peligro de que éstas puedan ser dañadas por heladas; pero se recalca que sí es necesario regar en lugares donde no llueva en esta temporada. La sequía durante el invierno puede provocar una brotación más temprana de laterales, pero estas son más pequeñas y en menor número.

    COMBATE DE MALAS HIERBAS

    Para el combate de zacates y plántulas de hoja ancha se recomienda aplicar 3.4 l/ha de Gesatop (Simazina). Si las malezas están muy desarrolladas, conviene adicionar de 5.5 a 11 l/ ha de Gramoxone (Paraquat). La aplicación de Dinozeb ayuda al control de malezas siempre y cuando éstas tengan de 8 a 15 cm de altura, además de eliminar los primeros brotes de cañas. Se recomienda aplicar 1.9 l/ha de Citrolina + 450 cc de un agente emulsivo en 375 l/ha de agua. Esta mezcla debe usarse únicamente en plantaciones con cañas vigorosas. Cuando ya existen cañas vegetativas definitivas y brotación o ambas, debe suspenderse la aplicación de herbicidas y hacer el control de malezas manualmente. Para ello pueden utilizarse azadones tipo "fresero", los cuales son prácticos y no lastiman la base de las cañas.

    COSECHA

    Se inicia a mediados de mayo y termina a principios de julio, presentándose ligeras diferencias de de precocidad de acuerdo con las variedades.

    Se deben cosechar sólo aquellos frutos maduros que se desprendan fácilmente y enteros, tomándolos individualmente y depositándolos de inmediato en recipientes pequeños sin rebordes en las paredes, para evitar el deterioro de la calidad. Se recomienda hacer la recolección cada tres días, de preferencia por la mañana y suspendiéndola cuando el sol esté fuerte, para evitar el deterioro del producto.

    Para la cosecha se requiere de 8 a 10 personas por hectárea durante el inicio y final del período productivo y de 24 a 30 cuando se presenta el máximo de producción. Se ha calculado que una persona puede cosechar aproximadamente 45 kg en 6 horas. Comercialmente la frambuesa rara vez se almacena. Si la producción va a destinarse al consumo en fresco es necesario llevarla lo más pronto posible al centro distribuidor o directamente al mercado. Si fuere necesario almacenarla, deberá mantenerse a temperatura de -0.5 a 0° C y humedad relativa del 90 al 95%, lo que requerirá de instalaciones especiales.

    PLAGAS Y ENFERMEDADES

    La frambuesa, al igual que otras plantas, es atacada por diversas plagas y enfermedades siendo las principales plagas que atacan al cultivo en México: Araña roja (Tetranychus urticae Kotch.) y frailecillo (Macrodacty1us mexicanus).

    Dentro de las enfermedades se puede mencionar, que es atacada por virus, hongos y bacterias.

    Entre las enfermedades ocasionadas por hongos destacan la pudrición del fruto (Botrytis cinerea Pers. ex Fries.) y el tizón de la caña (Didymella applanata [Niess] Sacc.).

    Las enfermedades virosas no son muy comunes (Rodríguez y Avitia, 1984) y hasta ahora no representan un problema de consideración.

    Las bacterias fitopatógenas se han conocido desde 1882; y son el grupo más grande de procariontes, causan varios síntomas de enfermedad en las plantas. Muchas especies de todas las familias principales de plantas superiores pueden ser atacadas por una o varias bacterias que tengan diversos hospedantes.

    Desde el punto de vista fitosanitario, todos los cultivos de explotación económica están sometidos a los insectos y enfermedades, factores naturales contra los que tiene que luchar el agricultor dedicado a cualquier cultivo. En el caso de la frambuesa en México, es atacada por las siguientes plagas y enfermedades:

    PLAGAS

    Áfidos

    Aparecen sobre los brotes tiernos numerosas colonias de áfidos, que se denotan sobre todo por el ir y venir de hormigas y por las gotas de sus secreciones melosas. Estos parásitos se localizan generalmente en el envés de las hojas apicales que se enrollan como consecuencia de las picaduras.

    Estos insectos se nutren de la savia de las plantas y su daño directo no es muy grave; sin embargo pueden causar daños bastante graves ya que son portadores de innumerables enfermedades virosas. Cabe señalar entre las especies más peligrosas a Amphorophora rubi. El ataque se puede producir en cualquier momento durante el verano, por nuevas infestaciones de individuos alados procedentes de zarzamoras silvestres.

    Mediante pulverizaciones a base de sulfato de nicotina pueden lograrse algunos resultados pero no en forma definitiva; son bastante más eficaces los insecticidas sistémicos, que se incorporan a la circulación de la savia de la planta y de esta forma atacan a los parásitos que se alimentan de ella. Los productos sistémicos tienen una acción de corta duración, por lo que es necesario repetir los tratamientos, con el consiguiente elevado costo; además en la época de recolección se deben suspender las pulverizaciones por lo menos 15 días antes, para evitar que los frutos contengan residuos nocivos para los consumidores. También se recomienda eliminar las zarzas silvestres que crezcan en las cercanías del cultivo.

    Agallas del tallo Lasioptera rubi

    A lo largo del tallo se pueden observar frecuentemente vistosas agallas, del tamaño a veces de una nuez, originadas por la larva de un insecto cecidómico (Lasioptera rubi). El adulto, un pequeño mosquito de negro de alas blancas, de una longitud de 2 mm pone numerosos huevecillos sobre los brotes jóvenes en el mes de mayo. Cada larva forma una agalla y permanece en su interior hasta la primavera siguiente; la nudosidad que se forma obstaculiza la circulación de la savia y el tallo está expuesto a romperse fácilmente si se le deja fructificar al año siguiente.

    Como medida de control es suficiente eliminar en la poda invernal los rebrotes atacados si la agalla está en posición basal, o bien cortarlo por debajo de la nudosidad si ésta se encuentra en posición apical. Las ramas que tengan agallas deberán quemarse.

    Gusanos de los frutos Byturus tomentosus y Byturus fumatus

    Dos pequeños coleópteros pueden ser causa de graves daños en los frutos, haciéndolos no comercializables.

    Las dos especies son diferentes entre sí: el adulto de la primera especie tiene una longitud de 3-4 mm, de color oscuro; mientras que el de la segunda es ligeramente mayor y de color gris-amarillento.

    Los adultos ponen un sólo huevo por flor, en plena floración; al cabo de 40 días salen larvas amarillentas, que se nutren del receptáculo del fruto, perforándolo con numerosas galerías. También se pueden alimentar de algunas drupeolas, y antes de la maduración del fruto, bajan y se entierran al pie de las plantas donde pasan el invierno en estado adulto.

    El control debe hacerse antes de que los adultos ovipositen; los tratamientos hechos antes de abril, cuando los botones florales están aún bien cerrados. Se pueden emplear inidistintamente productos a base de Sevin o Diazinon o Guthion (éste último es el más tóxico para el hombre).

    Escarabajo de mayo y junio Phyllophaga spp. y Colaspis sp

    Incluyen diferentes especies que se alimentan de las raíces de las especies del género Rubus, entre otras plantas; se pueden reducir las poblaciones con la utilización de hongos entomopatógenos como Beauveria bassiana y nemátodos entomófagos del género Steinernema.

    Ácaros Tetranychus urticae Kotch.

    Son de las plagas más severas en frambuesa, por lo que aún utilizando un amplio espectro de acaricidas, no se logra un control totalmente satisfactorio, por lo que en los cultivos establecidos se puede seguir la recomendación de las casas de productos químicos comerciales contra esta plaga, pero tomando las precauciones necesarias si se está en cosecha. En Chile y Nueva Zelanda se aplican los productos registrados oficialmente por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, ya que el 50% de su exportación es para ese país. Dicofol es uno de ellos, pero no tiene un control adecuado. Es recomendable hacer microaspersiones con agua para lavar el envés de las hojas.

    Araña roja Tetranychus urticae

    Se alimenta en el envés de las hojas y durante períodos secos y calientes se incrementa tan rápidamente que provoca amarillamiento de las hojas, reduciendo los rendimientos, especialmente si la infestación ocurre en una etapa temprana del desarrollo de las plantas. Este ácaro debe combatirse desde la brotación, pues más tarde la estructura misma de la hoja hace difícil el control, aunado a esto la resistencia que la plaga presenta a ciertos acaricidas. El uso de compensadores de frío ayuda a controlar la plaga, pero de cualquier manera deben aplicarse otros productos como Akar (clorobencilato) y Kelthane (dicofenol) en dosis de 120 a 150 cc por cada 100 litros de agua.

    Frailecillo Macrodactylus spp.

    Conocido como "burro" o "frailecillo", es un escarabajo que provoca daños severos al follaje, flor y fruto, la incidencia es de finales de mayo a septiembre. La infestación ocurre de un momento a otro y en gran cantidad durante el período de lluvias, por lo cual es muy importante mantener una estrecha vigilancia en este aspecto. Su control físico es difícil y hasta ahora los productores se inclinan por el químico Para el combate se puede utilizar Malatión en dosis de 123 a 200 cc por 100 litros de agua, ya que coincide su ataque en presencia de fruto verde y maduro).

    Existen feromonas o atrayentes que confunden a los machos del "frailecillo" y reduce la localización y la fecundación de las hembras; otra técnica es el uso del hongo Beauveria bassiana en formulación aceitosa que asperjada abate la población del escarabajo y del complejo de chinches que atacan a las especies del género Rubus.

    ENFERMEDADES

    Chancro del tallo Didymella applanata [Niess.] Sacc.

    Los síntomas se pueden observar todo el año, tanto en las ramas como en los rebrotes jóvenes. La enfermedad se manifiesta en la base de los rebrotes nuevo: en torno a las yemas, en la zona del nudo, se observan manchas violáceas que poco a poco se alargan, mientras que las hojas situadas en el nudo afectado amarillean y caen dejando el pedúnculo unido al tallo. A veces el hongo ataca primero a las hojas, que muestran un oscurecimiento a lo largo del nervio principal ensanchándose en forma de V hacia el ápice.

    Las manchas del tallo pueden a veces confluir entre sí; durante el invierno la corteza se puede hendir longitudinalmente. Al inicio de la primavera siguiente las zonas afectadas adquieren un color gris claro y sobre ellas se observan pequeñas pústulas negras que son las fructificaciones sexuales del hongo. Al parecer los cultivares con rebrotes de epidermis "rugosa" son más sensibles que los de superficie lisa, por que retienen durante más tiempo la humedad. También en terrenos con alto contenido de nitrógeno o muy ácidos aumentan la sensibilidad de las plantas a este hongo.

    Como medida preventiva, se aconseja en las nuevas plantaciones la eliminación con tijeras de la parte de la planta recién instalada que quede fuera de la tierra, cuando empiezan a despuntar los nuevos rebrotes, con objeto de eliminar una posible fuente de infección. El control químico se debe seguir bajo el siguiente esquema:

    – Período invernal: Tratamiento con polisulfuro de bario.

    – Período de actividad vegetativa: Tratamiento a base de Captan o productos similares, cuando las flores están en botón (y los rebrotes tienen unos 25 a 30 cm de altura) debe repetirse 15 días más tarde e inmediatamente después de realizar la recolección.

    En México se le ha dado el nombre común de Tizón de la caña, dándole el siguiente manejo: Una forma de prevenir la enfermedad es evitar tanto el exceso de cañas en el seto como el uso excesivo de nitrógeno. También es recomendable la poda inmediata de las cañas que hayan terminado de producir. Para su control se puede utilizar Caldo bordelés 10-10-100 o captan al 0.1% al inicio de las lluvias.

    Antracnosis Elsinoe veneta

    La antracnosis es reconocible por las manchas redondeadas, primeramente violáceas y después grises, a lo largo del tallo, especialmente en el lado expuesto al sol. Cuando la planta está fuertemente atacada, la corteza se desprende durante el invierno. A la primavera siguiente sobre la corteza se forman las esporas que son diseminadas por la lluvia sobre la nueva vegetación

    Cuando la infección es bastante grave, se produce la muerte de los rebrotes o su ruptura; se pueden manifestar pequeñas lesiones sobre el pedúnculo del fruto que impiden a éste madurar.

    A veces las frambuesas procedentes de plantas atacadas de antracnosis tienen sabor amargo y presentan drupeólas con distinto grado de maduración sobre el mismo fruto.

    Para su control se recomienda hacer el mismo que para Didymella .

    Las pudriciones radicales son comunes en la frambuesa, principalmente las causadas por especies de hongos de los géneros Phytophthora, Pythium, Ryzoctonia, Verticillium y Fusarium. El problema se agrava cuando el suelo tiene mal drenaje, lo que provoca marchitamiento y muerte del tallo o la planta entera en casos severos. La medida de control más indicado sería la resistencia genética; el uso de fungicidas como Benlate o Tecto-60 y Aliette combinados han dado buenos resultados (Muratalla, 1993).

    Verticilosis Verticillium alboatrum

    Los daños se manifiestan de modo particular cuando se efectúan plantaciones en terrenos donde se han cultivado con anterioridad (inclusive 3-4 años) especies de la familia Solanáceas o también plantas de cerezo o albaricoquero. A mediados del verano se manifiestan los síntomas de la enfermedad: las plantas afectadas dejan de crecer, las hojas se marchitan y amarillean o se vuelven de color oscuro. El tallo de los rebrotes se torna de color azul oscuro.

    No se conoce un método de control eficaz, una vez que la enfermedad se haya manifestado, se puede recurrir a fumigaciones del suelo algunos meses antes de la plantación, utilizando productos a base de Vapam, Telone, Cloropicrina o Metilbromida. Tales productos, aunque no son de una eficacia segura contra este hongo, si lo son contra nemátodos.

    Podredumbre gris de los frutos Botrytis cinerea

    La mayor o menor actividad de este hongo depende en gran parte de las condiciones meteorológicas en las proximidades de la época de cosecha: si la estación transcurre seca no se manifiesta ningún daño, mientras que si se producen precipitaciones se pueden producir ataques incluso masivos.

    En la época de maduración se manifiesta una pequeña mancha blanco-amarillenta sobre el fruto; en poco tiempo el moho se extiende a todo el fruto y contamina también a los vecinos. En la recolección es preciso descartar los frutos que tengan incluso una pequeña mancha grisácea, por que si se ponen en contacto con los frutos sanos pueden rápidamente infectarlos.

    Para el control es necesario intervenir inmediatamente después del final de la floración se recomienda aplicar Captan al final de la floración y repetir las aplicaciones antes de la recolección de la fruta (Paglietta, 1986). Se ha utilizado Captan, con resultados satisfactorios, siendo además el menos peligroso para el hombre.

    Se han hecho aplicaciones durante la floración con fungicidas, tales como Promyl (Benomyl) en dosis de 50 a 80 g por 100 litros de agua. Puede ser necesario hacer varias aplicaciones, debido a que las lluvias favorecen el desarrollo de estos microorganismos.

    Oidio o mal blanco Sphaerotheca humuli

    Las hojas afectadas quedan más pequeñas que las otras, arrugadas y descoloridas y podrían parecer afectadas por virosis si las esporas blancas no revelaran la presencia del hongo.

    En general los ataques de oidio son esporádicos; cuando se manifiesta es necesario intervenir rápidamente y evitar el número de brotes para la estación siguiente quede muy reducido.

    Los tratamientos a base de azufre en polvo o en suspensión acuosa no resultan eficaces, en su lugar se pueden aconsejar pulverizaciones con Karathane a partir del comienzo de la apertura de las flores hasta que los frutos estén formados, con intervalos semanales. Los tratamientos se deben suspender al menos una decena de días antes de la recolección.

    Agallas de las raíces Agrobacterium tumefaciens y cuello Agrobacterium rubi

    Las plantas de la frambuesa son susceptibles de contraer enfermedades existentes en el suelo, como la agalla de la corona causada por la bacteria Agrobacterium tumefaciens (Sm Tw) Conn. Esta bacteria ataca al nivel del cuello de la planta, causando tumores (agallas) y deformaciones en las raíces por un crecimiento anormal, además puede diseminarse fácil y rápidamente e infectar a toda la plantación o el vivero e incluso a plantaciones de otros cultivos susceptibles como el manzano, cereza, durazno, entre otros, que se encuentren cerca.

    La bacteria Agrobacterium tumefaciens causante de la agalla de la corona es un patógeno que ataca plantas dicotiledóneas tanto leñosas como herbáceas tan variadas y diferentes que se agrupan en 61 familias botánicas. Entre los hospedantes que destacan están las rosáceas, vid, remolacha, hortalizas, ornamentales y forestales. Las plantas monocotiledóneas son inmunes al ataque de esta bacteria.

    La agalla de la corona es una enfermedad que ataca a nivel del cuello de la planta, causando tumores (agallas) y deformaciones en las raíces por un crecimiento anormal y puede diseminarse fácil y rápidamente e infectar a toda la plantación o el vivero e incluso a plantaciones de otros cultivos susceptibles como manzano, cereza, durazno, entre otros, que se encuentren cerca.

    El tumor que aparece en las plantas infectadas por A. tumefaciens se debe a la capacidad de la bacteria para transferir una parte de su plásmido Ti al núcleo de la célula vegetal. El ADN transferido se conoce como ADN-T el cual se integra en el ADN cromosómico de la planta, acaba con el sistema de regulación hormonal de la división celular e induce una proliferación desordenada de células para formar un tumor.

    La agalla de la corona causada por Agrobacterium tumefaciens que induce la formación de tumores en la raíz y el cuello de las especies de Rubus, entre otros géneros, puede disminuir el vigor de la planta si en el sistema radical y la corona se forman agallas profusas. Esto normalmente no ocurre, pero es conveniente el recomendar establecer las plantaciones en áreas sanas y con plantas vigorosas, sanas y libres de enfermedades. En un terreno con presencia de esta bacteria, la planta será infestada vía daños ocasionados por las escoriaciones hechas al cuello y raíz por la herramienta de trabajo o por los ataques de gallina ciega, larvas de "frailecillo" o por hongos.

    El mejor método de control contra la agalla es el de plantar plantas sanas en suelo libre del patógeno. Agrios (1996), y otros autores mencionan la posibilidad del uso de bacterias antagónicas, sin embargo se ha encontrado que la acción de A. radiobacter sobre A. tumefaciens no es permanente. El uso de antibióticos como Agrimicin dirigido al pie de la planta reduce la expresión de los tumores o agallas, pero no hay control total. El cultivar Willamette de frambuesa tiene algo de resistencia a esta enfermedad (Muratalla et al., 1993).

    Las especies de mayor importancia agrícola en éste género son: A. tumefaciens, A. radiobacter, A. rubi, A. rhizogenes.

    A excepción de la especie A. radiobacter, un habitante no patogénico del suelo, las especies de Agrobacterium inducen hipertrofias en sus plantas huésped. La división en especies del género se ha basado principalmente en características de patogenicidad: A. radiobacter, no patógeno; A. tumefaciens, causante de tumores; A. rhizogenes, rizogénico, causante de la enfermedad de raíces filiformes, y A. rubi, que causa tumores y se describió originalmente sobre especies de Rubus. Sin embargo, hoy se sabe que la patogenicidad de las agrobacterias está determinada por plásmidos, que pueden transferirse con facilidad a otras agrobacterias virulentas o avirulentas y que por tanto, no pueden utilizarse como base para la taxonomía.

    A. tumefaciens es la causante de la enfermedad conocida como "agalla de la corona" que también se conoce como "cáncer de los vegetales" por analogía con los tumores malignos de los animales.

    Ha sido encontrada atacando a más de 170 especies diferentes de plantas. Es una de las afecciones bacterianas más importantes en arboricultura ornamental.

    La importancia de está enfermedad radica en el gran número de especies de plantas que ataca y su amplia distribución geográfica. Sin embargo, el grado en que afecta a los cultivos y en que se presenta no ha sido evaluado debidamente. En algunos cultivos de frutales si puede establecerse su importancia económica, por atacar a las plantas en los almácigos o en los viveros, siendo necesario desechar aquellas plantas atacadas y que en algunos casos se cuentan por miles. También es de considerarse el ataque en los injertos de árboles frutales y en el cultivo de la vid, por ser cultivos de alto valor unitario.

    Los efectos del cáncer bacteriano en el vigor, producción y duración de la planta, depende de su localización, tamaño, así como del número de tumores y de la edad de la planta en el momento de la infección.

    A. tumefaciens ataca tanto plantas leñosas como herbáceas, en la literatura se señala que plantas incluidas en 61 Familias botánicas, son atacadas por el mencionado patógeno, por lo que se puede decir que su distribución es cosmopolita.

    Entre los hospedantes que destacan están las rosáceas con todas sus tribus; vid, remolacha, forestales, plantas ornamentales (azaleas, dalia y crisantemo) causa también daño a la grosella. Las gramíneas constituyen una de las pocas Familias resistentes.

    La penetración de este patógeno en sus hospedantes tiene lugar a través de las heridas, la bacteria una vez instalada, estimula la división anárquica de todas las células.

    La transmisión del patógeno a larga distancia y en áreas no infestadas, normalmente se lleva a cabo con material vegetal de propagación, contaminado; en la diseminación a corta distancia la lluvia y el agua de riego o del suelo son muy importantes. La bacteria también se dispersa por medio del suelo, de insectos del suelo, de animales y del hombre, así como por herramientas y maquinaria utilizada en las prácticas culturales. Para que una infección tenga éxito parece ser indispensable que haya heridas recientes debidas a prácticas culturales, injerto, insectos, granizo, heladas, daños hechos con herramientas.

    A.tumefaciens inverna principalmente en tumores y en el suelo. La bacteria se considera en general como un verdadero habitante del suelo ya que en el, puede persistir indefinidamente.

    La bacteria (A. tumefaciens) , agente causal de la agalla de la corona, se observa al microscopio en forma de un pequeño bastón de 2 a 4 micras de largo, provistas de cuatro flagelos los que le aseguran una gran movilidad en medio líquido. Se conserva en el suelo o en los tumores.

    La propiedad más característica de esta bacteria es su capacidad para transformar, en cortos períodos de tiempo las células vegetales normales a células tumorosas. Una vez que se han transformado en células tumorosas, dichas células se hacen independientes de la bacteria y continúan creciendo y dividiéndose anormalmente aún en ausencia del patógeno (Agrios, 1996).

    La agalla de la corona se caracteriza por la formación de tumores o agallas, que varían considerablemente en forma y tamaño. En las raíces, generalmente, son mucho más pequeños que el cuello de la corona. En los tallos leñosos son siempre duros.

    Esta es una enfermedad del parénquima que se inicia atacando al tejido meristemático, causando una rápida proliferación de células; lo que da lugar a la formación de tumores o agallas, que es el síntoma típico que le da nombre a la enfermedad; produce mermas en la producción; achaparramientos, amarillamientos o debilitamiento parcial o total; al principio del desarrollo de las agallas, cuando se puede confundir éstas con los daños de algunos pulgones y nemátodos, así como con cicatrices de heridas.

    La enfermedad aparece al principio en forma de pequeños crecimientos excesivos del tallo y de las raíces de la planta, particularmente a nivel de la superficie del suelo. En las primeras etapas de su desarrollo los tumores son casi esféricos, blancos o de colores vivos y bastante blandos. Debido a que se originan de heridas que al principio no pueden distinguirse de una callosidad. Sin embargo, a menudo se desarrollan más rápidamente que un callo. Conforme crecen, sus superficies se hacen más o menos irregulares (rugosos); con el tiempo, los tejidos de su superficie se vuelven pardo-obscuros o negros, debido a la muerte o pudrición de las células periféricas. En cuanto al tamaño, varían según la dimensión y el vigor del órgano en que se localiza, variando desde el tamaño de un grano de frijol (1.5 cm) hasta los 15 cm de diámetro (Agrios, 1996).

    De acuerdo con su ubicación, según se ha visto, los tumores más comunes son los subterráneos cerca de la superficie del suelo y en la base del tallo (corona) , pero los puede haber también aéreos, en los tallos y ramas, y aún en las hojas.

    En ocasiones no hay indicio para distinguir los límites entre el tumor y el tejido normal de la planta, presentándose como un hinchamiento irregular de los tejidos en torno al tallo o la raíz. La estructura o consistencia del tumor depende de la planta donde se encuentre; así, pueden ser blandas en las plantas herbáceas, donde crecen rápidamente (crisantemo, zanahoria, betabel) y duras o leñosas; en hospedantes perennes (manzano, durazno, etc.) donde crecen muy lentamente, pero por mucho tiempo, es en estas especies donde llegan a adquirir sus mayores volúmenes.

    Otro síntoma es un crecimiento excesivo de raíces, tallos y ramas. Eventualmente viene la marchites de la planta, normalmente solo plantas jóvenes o herbáceas mueren por el efecto de la enfermedad.

    Las bacterias se encuentran intercelularmente en la periferia del tumor y no en la parte central. La degradación de los tejidos tumorosos periféricos libera en el suelo a las bacterias que pueden ser transportadas por el agua e infectan a otras plantas.

    La enfermedad es más frecuente en los árboles, en los que puede llegar a producir graves daños, especialmente en aquellos en que el injerto se realiza a nivel del suelo, quedando predispuesto a la penetración de la bacteria a través de las heridas. Cabe recalcar que los mayores daños se producen en los viveros, en los cuales las plantas no pueden ser vendidas o trasplantadas a los huertos o jardines, debido a que el patógeno puede permanecer latente en dicha planta.

    En cuanto a las plantas adultas resulta una enfermedad de tipo crónico, ésta se caracteriza porque sus efectos aparecen a medida que pasa el tiempo. Estas plantas resisten mejor el ataque en comparación con las plantas jóvenes.

    Ellis et al., (1991) señala que la agalla de la corona es una enfermedad muy común y destructiva en todas las especies del género Rubus, puede ser un factor limitante para la producción de plantas frambuesas y zarzamoras en vivero. La enfermedad produce agallas que pueden estar localizadas en la corona de la planta o justamente abajo de la superficie del suelo; las agallas pueden ocurrir en otras partes de la planta incluyendo raíces y cañas.

    El mismo autor indica que el impacto de la enfermedad en el crecimiento y producción de las plantas puede presentar un efecto no aparente de muerte en las mismas. El daño es más grande cuando las plantas jóvenes son infectadas durante el año en que fueron plantadas.

    Las plantas que presentan un número considerable de agallas se debilitan, achaparran y pueden ser improductivas. La proliferación anormal de tejido en las plantas da como resultado la formación de agallas que provocan trastornos en el transporte de agua y nutrimentos en la planta.

    En caso de ataques muy graves los daños pueden ser notables, en tanto que tiene obstaculizada la circulación de la savia en la planta; éstas pueden morir o permanecer débiles y escasamente productivas.

    A. tumefaciens es una bacteria que penetra únicamente a través de heridas recientes, se ubica principalmente a nivel intercelular y estimula a las células circundantes a que se dividan. En la corteza o en la capa del cambium aparecen uno o varios grupos o verticilos de células hipertróficas e hiperplásicas, dependiendo de la profundidad de la herida por donde ocurrió la penetración. Los grupos de células se dividen con gran rapidez, produciendo células que no muestran orientación ni diferenciación, y al cabo de 10-15 días de la penetración pueden observarse a simple vista las pequeñas hinchazones, conforme la división y el crecimiento irregular de las células continúa, la hinchazón se agranda y se desarrolla un tumor.

    Conforme aumenta el tamaño y la cantidad de las células tumorosas, se ejerce presión sobre los tejidos circundantes y subyacentes, los cuales pueden aplastarse y deformarse. Al comprimirse los vasos xilemáticos, se disminuye la afluencia del agua y nutrientes hacia la parte superior.

    Los tumores jóvenes, blandos y lisos, con mucha facilidad son atacados y dañados por los insectos y microorganismos saprófitos que producen su descomposición, causando liberación de bacterias al suelo, que posteriormente son transportados por el agua e infectan a otras plantas (Agrios, 1996).

    A. tumefaciens es una bacteria que es muy favorecida por los excesos de humedad, pues es diseminada principalmente por el agua, siendo además muy sensible a la luz y al aire seco. Las temperaturas cardinales para la bacteria en cultivo son 10, 22 y 34 ° C; experimentalmente se ha determinado que las temperaturas óptimas para el desarrollo de la enfermedad por ella causada, se encuentran entre los 20 y 25 ° C, siendo la máxima de 30 ° C.

    Tanto la bacteria como el desarrollo de la enfermedad son afectadas por el pH, la bacteria pierde virulencia; se ha visto que la resistencia de algunas plantas depende de la acidez de sus jugos celulares.

    PAPEL DE LAS FITOHORMONAS EN LA AGALLA DE LA CORONA

    El primer tipo de fitohormonas implicado en la agalla de la corona fueron las auxinas. En A. tumefaciens se detectan auxinas de tipo ácido indol-acético (IAA), que tienen por efecto estimular la división celular, por ejemplo: la formación de callos. Cuando el patógeno entra en contacto con su hospedante produce o sintetiza IAA, después de cierto tiempo la bacteria induce a que la planta lo produzca en más cantidad de lo normal.

    La acción estimulante de la auxina se confirmó al cultivar tejidos estériles de tumor con niveles de IAA capaces de promover el crecimiento y la división de la célula, en ausencia de la bacteria y que la tumorogénesis de la agalla de la corona resulta de la producción de auxinas y de factores de la división celular por las células del tumor.

    CONTROL

    El control de la agalla de la corona se basa principalmente en ciertos métodos de cultivos y medidas sanitarias:

    – Las plantas susceptibles de los viveros no deben plantarse en campos infestados por el patógeno. En lugar de ello, dichos campos deben sembrarse con maíz u otras gramíneas durante varios años antes de que sean plantados con plantas del vivero.

    – Debido a que las bacterias sólo penetran a través de heridas relativamente frescas, debe evitarse el producir heridas en las y raíces de las plantas durante el cultivo (Agrios, 1996).

    – Destruir las plantas atacadas.

    – Desinfectar los útiles en el momento de los injertos o sumergirlos en una solución de alcohol o de formol. Cuando en la plantación ya adulta se encuentran algunas plantas afectadas, conviene eliminar las plantas infectadas desinfectando las tijeras, después de cada corte, con una solución acuosa al 10% de lejía común (hipoclorito de sodio).

    – Evitar el establecer la plantación de material vegetal ya infectado (prestando atención a eliminar las plantas en que las agallas resulten evidentes) o bien no efectuar la plantación en terrenos anteriormente cultivados de frutales o de vivero, donde es probable que esta bacteria se encuentre en abundancia.

    – Desinfectar el suelo.

    – Proteger los injertos realizados al nivel o cerca del suelo con la ayuda de bandas adhesivas.

    – Suprimir los tumores, luego raspar y aplicar sobre las heridas una solución compuesta de una mezcla de alcohol y de dinitrocresilato de sodio.

    – Hacer control de las plagas del suelo (gallina ciega, larvas de frailecillo), que favorecen (por las heridas que causan) la penetración del agente patógeno.

    – Donde se haya detectado la enfermedad se deberán evitar los riegos pesados, especialmente tratándose de suelos arcillosos.

    – Es muy recomendable el acidificar el suelo mediante mejoradores como el azufre y con fertilizantes de residuo ácido.

    CONTROL BIOLÓGICO

    Hasta ahora, un método de control biológico desarrollado por primera vez en Australia, ofrece el control más prometedor de la agalla de la corona. De acuerdo con esto, se obtiene un control excelente de la enfermedad al sumergir las plántulas o los injertos de los viveros en una suspensión de alguna cepa en particular (la número 84) de Agrobacterium radiobacter, que es antagónica a la mayoría de las cepas de A. tumefaciens (Agrios, 1996).

    El mecanismo de acción de A. radiobacter es la producción de una sustancia antibiótico: la agrocina, que juega el papel de barrera impidiendo la penetración del patógeno en los tejidos.

    El producto comercial Galeina A, se presenta en una caja de petri que contiene el cultivo bacteriano en líquido gelosado. Bajo esta condición, las bacterias se pueden conservar durante un mes, a una temperatura de 4-12 ° C. El contenido de una caja, mezclado con el agua, permite la preparación de un litro de una suspensión asegura la protección, por absorción, de alrededor de 400 plantas.

    Se recomienda tratar las raíces de las plantas jóvenes, sobre todo los órganos utilizados en multiplicación vegetativa. La aplicación de esta suspensión debe hacerse imperativamente en los órganos sanos, ya que la acción de la bacteria es únicamente preventiva. También es posible la aplicación en el suelo por riego.

    Burr et al., (1993) trabajando en la estación experimental agrícola del estado de Nueva York con plantas de frambuesa de diversa procedencia encontró que el control de A. tumefaciens por A. radiobacter (K-84) fue muy errático, lo que comprobó con pruebas de laboratorio donde la Galeina A no fue capaz de inhibir el crecimiento de A. tumefaciens.

    CONTROL QUÍMICO

    El método anterior, ha dado resultados satisfactorios, pero parece tener desventajas en su efectividad, ya que el frío, la sequía y el calor son factores que reducen considerablemente la eficacia del tratamiento, destruyendo la película bacteriana "depositada en los órganos vegetativos", por lo que se propone como control químico lo siguiente:

    – Regar el suelo con una solución a la dosis de 160 g. de metan-sodio.

    – Agregar al medio acuoso en el momento del garapiñado o de trasplante.

    ENFERMEDADES NO PARASITARIAS

    Las plantas del frambuesa manifiestan a veces síntomas que pueden interpretarse erróneamente como consecuencia de ataques de parásitos, cuando en realidad dependen de causas de otra naturaleza, como adversidades atmosféricas, mala composición del suelo etc.

    DAÑOS POR FRÍO

    La frambuesa roja es de todos los Rubus cultivados el más resistente a las bajas temperaturas invernales; a pesar de ello puede sufrir daños por el frío desde finales de otoño hasta bien avanzada la primavera.

    Los daños producidos por el frío se notan especialmente al principio de la brotación, observándose numerosas yemas que permanecen cerradas y de color oscuro, especialmente las de la parte apical de los brotes. Los brotes fructíferos son débiles y en menor número de lo normal; la vegetación de los tallos es en conjunto pobre y como consecuencia final se produce una gran merma en la producción. Como precaución, en zonas con fuertes fríos invernales o con heladas tardías es aconsejable hacer un despunte de los tallos una vez iniciada la primavera; de esta manera se puede valorar mejor los daños por hielo y remediarlos en parte mediante una poda más larga (Paglietta, 1984).

    ASFIXIA RADICULAR

    El sistema radicular de la frambuesa es particularmente sensible a un exceso de humedad en el terreno. En el caso de una completa sumersión durante un período superior a 24 horas las raíces mueren por asfixia, con los consiguientes fenómenos de amarillamiento de las hojas, marchites y desecación de los brotes fructíferos. Es por ello muy importante, un buen drenaje del terreno especialmente si es de naturaleza compacta, evitar de forma absoluta su plantación en aquellos terrenos donde sean frecuentes los estancamientos de agua.

    DAÑOS POR VIENTO

    En zonas expuestas a vientos fuertes se pueden producir daños a veces graves. Además de la ruptura de los brotes fructíferos o las manchas obscuras en la corteza debidas al rozamiento recíproco de los brotes, también puede producir la rotura parcial de los rebrotes en su base, bajo tierra, ya que el punto de inserción en las raíces es frágil. Por esta razón la planta puede amarillear o marchitarse, con unos síntomas que pueden confundirse con los producidos por enfermedades virosas, daños por hielo o ataque de insectos radicales. En zonas donde hay mucho viento es aconsejable siempre el atar los rebrotes en alambres a medida que van creciendo, para evitar estos posibles daños.

    DESGRANAMIENTO DE FRUTOS

    En plantas aparentemente sanas, cuando llegan a la madurez algunas de las drupeólas que forman la frambuesa, tienden a separarse. No se conoce todavía la causa de este fenómeno; se piensa que este desgranamiento está relacionado en la mayor parte de los casos con la presencia de algún virus desconocido, aunque a veces puede depender también de las condiciones climáticas o de desequilibrios nutricionales (Paglietta, 1984).

    BIBLIOGRAFÍA

    Agrios George N. 1996. Fitopatología. Ed. LIMUSA. México, D.F.

    Ellis, Michael A. 1991. Compendium of reaspberry and blackberry diseases and insects. The American Phytopathological Society. USA.

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    Ríos Martínez Y. 1996. Efecto de Agrobacterium tumefaciens (Sm. Tw.) Conn, sobre el desarrollo radicular de frambuesa roja. Tesis de Licenciatura. Depto. de Parasitología.

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    MC. Luis López Pérez

    Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales de la

    Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo