Introducción
La Nueva Universidad Cuba (NUC) trae retos tanto para los profesores como para los propios estudiantes. Los primeros son, en su inmensa mayoría, profesionales en activo en diversas ramas del saber y con suficiente experiencia; los segundos, trabajadores tanto de la producción como de los servicios que acceden, gracias a este modelo pedagógico, a estudios de nivel superior.
En este contexto, para unos y para otros debe quedar claro todo lo concerniente a la manera en que deben transmitirse los conocimientos, pues el profesor deviene factor esencial en este proceso donde todos se alejan de formas tradicionalistas.
Ya no se está en un aula, pizarrón y medios audiovisuales de un lado, a viva voz, explicando detalle a detalle cada tema. Se sigue un sistema de actividades previstos para que el estudiante se apropie de esos conocimientos de manera activa, mediante guías de estudio concebidas casi al detalle por el docente para propiciar el interés del alumno y, posteriormente, mediante la clase encuentro, convertir a ese estudiante en verdadero protagonista.
Ahí ellos deben ser capaces de exponer cuanto han sido capaces de buscar en las guías y libros de texto, materiales dispersos en publicaciones periódicas como revistas o diarios impresos, así como materiales digitales, existentes en la Internet, orientados como bibliografía.
Sin embargo, ¿qué evaluar en ese encuentro en el que más que exponer el docente escucha lo investigado, interviene aclarando, puntualizando elementos esenciales? ¿Cómo evaluar?
El presente trabajo no marca pautas en este camino. Del tema mucho se ha escrito; sin embargo, siempre hay elementos esenciales que aportar. Ese es el propósito.
La evaluación del estudiante universitario cubano de hoy
Como un nuevo modelo pedagógico que se asienta en la semipresencialidad, y en el incesante quehacer del profesor para llevar el conocimiento a sus educandos de una manera diferente a como anteriormente se hacía, la Nueva Universidad Cubana ha llegado para quedarse, beneficiadora, como es, de las grandes mayorías, sin distingos de edad, sexo, o lugares de residencia. Aún quienes viven en zonas apartadas o bateyes azucareros la tienen a su disposición.
Pero es, como ya apuntamos, una Nueva Universidad, con métodos y estilos de trabajo que difieren de lo aplicado con anterioridad, aunque sí utilizan, como es lógico, la experiencia acumulada por muchos docentes. Otros, sin formación pedagógica, tienen ante sí el reto de prepararse adecuadamente no sólo para cumplir con las exigencias de la docencia universitaria, sino también para extender su influencia más allá de las Sedes Municipales y abarcar la comunidad toda.
Es en este contexto que al profesor le resulta útil conocer a fondo cómo sus estudiantes adquieren conocimientos, guiar conscientemente ese proceso, incluso cuando los docentes se desempeñan como tutores. He ahí la importancia de asumir la evaluación de los conocimientos desde el proceso de dirección del trabajo independiente, conocido como PDTI.
Como bien se afirma, "el trabajo independiente debe disponerse como un sistema que se estructura de tal manera que el proceso de dirección del mismo contribuye con el desarrollo integral de la personalidad, la formación de habilidades y capacidades de independencia cognoscitiva. En este proceso se incluyen al tutor, al profesor-tutor y al estudiante, los cuales se convierten en determinados momentos en receptores y emisores de información que aprenden a partir de otros y con otros"1
Una de las asignaturas más importantes que el estudiante de Comunicación Social recibe es Comunicación Organizacional2, la cual se vincula con el análisis del quehacer interno de las organizaciones, las interrelaciones existentes entre directivos y subordinados, y cómo la entidad se relaciona con el entorno. Además, cómo ese mundo exterior ejerce su influencia con la entidad objeto de estudio. Esta materia posibilita una valoración de la imagen deseada de una empresa u organismo dado y la que en realidad tiene.
De estos conocimientos se permean los estudiantes de la especialidad Comunicación Social, quienes están aptos para darle continuidad a estas temáticas con otros contenidos, entre los que descuella Cultura Organizacional, conocida en el mundo contemporáneo como Cultura Empresarial, y que se encarga de preparar al estudiante para profundizar en los procesos que caracterizan a la organización y en el liderazgo que allí existe.
En la Cultura Organizacional, por ejemplo, se lleva al estudiante hacia los conceptos fundamentales, hacia la búsqueda de la información de manera independiente, y el profesor ha de asumir la evaluación de la asignatura desde un enfoque acumulativo-cuantitativo a uno cualitativo-integrador, donde lo más importante es el quehacer de los estudiantes que tenemos en nuestras aulas.
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