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La clase media en los inicios de la revolución y la revolución impuesta en Yucatán (página 2)


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A finales de 1909 el grupo de Francisco Madero (grupo anti reeleccionista) se había convertido en el principal grupo opositor dentro del estado mexicano, atrayendo a líderes del Partido Liberal Mexicano (PLM).[13] En esta unión de fuerzas se destacó la labor de Aquiles Serdán como incorporador del radical y proletario PLM, además de grupos moderados y burgueses. De acuerdo con David G. La France, Serdán fue el principal responsable del buen éxito del movimiento maderista en Puebla. Sin embargo, la radical orientación de Serdán hacia la clase trabajadora, indisponía a la clase media del estado como también a algunos moderados de las clases bajas. Este conflicto entre clases afectó al maderismo desde sus comienzos.[14]

A finales de 1910 el movimiento maderista logra el apoyo de la clase media, ya que ésta no pudo seguir desconociendo el poder político de los maderistas.[15] No obstante, la clase media formó su propio grupo de apoyo a Madero. Esto era con el objetivo de mantener alejado y aislado a Serdán y sus partidarios de clase trabajadora. Estas maniobras y actitudes políticas fueron convenciendo a un número cada vez mayor de radicales, de que la única solución posible para la situación política mexicana lo era la revolución violenta.[16] Los sucesos de las elecciones de 1910 y la represión desatada por el régimen de Díaz propiciaron la lucha armada y una "transformación" de la lucha maderista.[17] El movimiento antireeleccionista de Madero llegó a la conclusión de que el único medio de cambiar el sistema era por la revolución. Además, los esfuerzos de Madero y otros por ganar un apoyo infalible de los sectores moderados no rindieron el fruto esperado, lo que obligó a los maderistas a apoyarse en los radicales de clase baja.[18] Sin embargo, a pesar de dicha situación, el rol de la clase media fue relevante en la etapa inicial de la revolución, como se observa en el caso de San Luis de Potosí.

La participación de miembros de las clases media y alta en el movimiento maderista a inicios de la revolución se debió a la particular situación socio-política de San Luis Potosí (cuna del movimiento maderista) y a la relación de Francisco Madero con la clase media. Como en otros lugares de México, desde finales del siglo XIX hasta 1909, el caciquismo y la política porfirista causaron que muchos hacendados y amplios sectores de la clase media fueran excluidos del aparato político.[19] A esta situación se sumaba el estancamiento en el nivel de vida que sufrieron muchos de los miembros de los sectores medios potosinos.

Además de la situación política, las medidas económicas del porfiriato también afectaron a las clases medias.[20] Entre estas políticas, estaba el despojo de las tierras comunales, que afectó a algunos de los propietarios más prósperos que poseían sus tierras en forma de "condueñazgos".[21] Las acciones del gobierno de Díaz y sus políticas de deslinde de tierras produjeron el descontento y la rebelión de muchos ciudadanos, que vieron en el "Plan de San Luis de Potosí" una esperanza de restitución de los terrenos.[22] Sin embargo, de acuerdo con Romana Falcón, las acciones de los grupos armados de campesinos y trabajadores que luchaban contra las "injusticias" del porfiriato fueron dirigidas por miembros de la elite y de la clase media, que se colocaron a la cabeza de un enorme trasfondo de resentimientos e injusticias sociales.[23]

Desde el inicio de la revuelta "maderista" en San Luis de Potosí se notaba la preocupación entre los caudillos revolucionarios de la elite, de que la revuelta no rebasara los parámetros políticos y degenerara en un ataque a las personas y a su propiedad. Esto era así, ya que de acuerdo con Falcón, los caudillos no habían surgido de entre los trabajadores, sino que éstos habían respondido al llamado de las armas, hecho por notables potosinos, que en su mayoría eran hacendados medios.[24] Sin embargo, desde antes del derrocamiento de Porfirio Díaz, los líderes acaudalados impedían a los dirigentes de clase popular ascender a las posiciones directivas del movimiento y les imponían un cierto "sometimiento de clase".[25]

Luego de la caída del gobierno de Díaz y de parte de su personal político y militar, se desataron alteraciones fundamentales en México. En manifestaciones espontáneas el pueblo atacó a la propiedad privada, a los ricos, los administradores y a las fuerzas de la ley. No obstante, el nuevo gobierno de Francisco Madero retuvo en sus funciones a parte del antiguo sistema y por ello, los dirigentes maderistas en conjunto con "los federales" decidieron reprimir a los grupos revolucionarios que no estaban bajo sus órdenes, entiéndase reprimir a las "subversiones populares". El conflicto de clase entre los maderistas se manifestaba nuevamente; las revueltas populares fueron limitadas de tal forma, que en la primera etapa de la revolución, el poder volvió a quedar confinado entre las mismas elites económica y política de antes, excluyendo a la masa campesina y obrera que había apoyado los esfuerzos revolucionarios.[26]

La imposición de la revolución en la región de Yucatán

Una de las características particulares de la Revolución Mexicana lo fue el proceso de imposición de la revolución en diferentes regiones del país. Al hablar de "imponer" la revolución nos referimos al proceso de traer el cambio revolucionario a regiones de México, donde no se había originado la revolución de forma autóctona. Este aspecto de la Revolución Mexicana tiene su explicación en las condiciones geográficas y socioeconómicas de las diferentes regiones de México. La lucha revolucionaria se inició originalmente en el estado norteño de Chihuahua y en el estado sureño de Morelos y luego se fue desplazando a través del territorio. No obstante, hubo estados como Yucatán donde el aislamiento y las condiciones de vida no fomentaron el desarrollo de un movimiento revolucionario propio, a pesar de existir condiciones de opresión. Fue por ello que la revolución es traída o "impuesta" por los líderes revolucionarios que toman el gobierno de Yucatán. En esta segunda parte de este trabajo analizo algunas de las características de la región de Morelos que permitieron surgir allí la lucha revolucionaria zapatista y las contrasto con las condiciones en Yucatán, donde la revolución fue impuesta desde afuera.

La situación socioeconómica del estado de Morelos durante la época del Porfiriato presentaba unas tensiones que hacían inminente un conflicto. De acuerdo con Francisco Pineda Gómez, las clases altas de la región estaban aliadas con los intereses extranjeros y mantenían una explotación de las industrias y la agricultura locales.[27] Sin embargo, el conflicto más poderoso lo era el monopolio de las tierras y el latifundio.[28] Esto engendraba una compleja red de relaciones sociales, donde el sistema de trabajo de los aparceros arraigaba la mano de obra y ajustaba las relaciones de dominación sobre los pueblos.[29] Es en este escenario donde la lucha del "zapatismo" se desarrolla desde 1909, como la forma para que el pueblo campesino recuperara sus tierras y rompiera con la hegemonía de las haciendas.

De acuerdo con Pineda Gómez, los dos puntos claves en la revolución zapatista de Morelos lo fueron la "traición" de Francisco Madero y la promulgación del "Plan de Ayala". Durante el desarrollo de la lucha zapatista se comienzan a manifestar divergencias del maderismo, una autonomía e inclinación hacia la ruptura violenta del orden de las haciendas.[30] Con la presidencia de Madero y sus maniobras hacia el conservadurismo[31]se replantea la lucha zapatista, asumiendo que la liberación, la justicia social y la reconquista de las tierras sería una obra de emancipación propia y no del gobierno.[32] Este carácter del zapatismo se acentuó con la declaración del "Plan de Ayala", donde los zapatistas se distanciaban de las figuras de autoridad, como Madero, y declaraban que serían los pueblos y los ciudadanos los operadores del cambio.[33]

Como se ha planteado, el zapatismo "surge" como un movimiento de lucha originario de Morelos y que responde a las condiciones de expropiación de tierras, a las que fueron sometidos los campesinos. Además, en el transcurso de su lucha el zapatismo se tornó en un movimiento ideológicamente y políticamente "independiente", que basó su lucha en la satisfacción de los reclamos del pueblo campesino. Este carácter original de la revolución en Morelos convirtió a dicho estado en un epicentro revolucionario a partir de 1911.

El caso de Yucatán presenta un marcado contraste, ya que entre 1910 y 1917 dicho estado experimentó la apertura de nuevos espacios y revueltas locales. Sin embargo, mientras en buena parte del resto de México estas conmociones locales desataron la revolución y destruyeron el orden oligárquico tradicional, en Yucatán el antiguo régimen sobrevivió y la revolución mexicana tuvo que imponerse desde afuera.[34] Las explicaciones para dicha situación se encuentran en el contexto socio- económico de Yucatán.

Durante los últimos años del porfiriato el cultivo del henequén, el principal producto de Yucatán, estuvo controlado por una pequeña elite de hacendados que acaparaba el poder económico y político en la región. Durante el porfiriato esta oligarquía fue incorporada a la superestructura nacional.[35] El poder de la elite henequenera era extenso y logró "arrastrar" a los campesinos de Yucatán hacia las haciendas y relativamente aislarlos dentro de ellas.[36] Además, los hacendados manejaron un poderoso sistema de vigilancia y represión que mantenía el control sobre la masa trabajadora.[37] Sin embargo, Joseph Gilbert plantea que si bien la estructura de dominación en Yucatán restringía el potencial de una insurrección auto generada en las haciendas, con frecuencia no pudo evitar que los trabajadores se unieran a los levantamientos que surgieron en la periferia de la zona henequenera durante los primeros años de la revolución.[38] Es en esa zona periférica donde se reclutaron líderes y seguidores de la revolución durante la época maderista.

Entre 1910 y 1915 ocurren varios levantamientos en la región de Yucatán, en los que los líderes rebeldes lograron el apoyo de sectores campesinos.[39] En muchos casos estos levantamientos eran propiciados por elites "disidentes"[40], que resentían la subordinación económica y política de la oligarquía henequenera, por intelectuales de clase media y por individuos que eran cabecillas rurales de la periferia henequenera. De acuerdo con Gilbert, el movimiento nacional de reforma de Madero motivó a las facciones subordinadas de la clase hacendada y los sectores medios a enfrentarse con la oligarquía dominante. Los campesinos que se unieron a estas rebeliones lo hicieron por diversos motivos, sin embargo, a partir de 1912 "las movilizaciones populares locales comenzaron a adquirir vida propia" y a distanciarse de la elite revolucionaria.[41] El distanciamiento sobrevino debido a que el discurso "maderista" adoptado por la elite rebelde de Yucatán era contrario a lo que buscaban los campesinos rebeldes. En el discurso de los maderistas se dejaba entrever un "deseo descomunal de volver al modelo tradicional de poder político del siglo XIX", lo que implicaba un liberalismo que había permitido la usurpación de las tierras comunales.[42] Esto de por sí chocaba con las ideas y motivaciones de los campesinos que giraban en torno a conservar la tierra, la libertad y la dignidad ante las fuerzas que intentaban oprimirlos.

A pesar de los brotes rebeldes, la insurgencia popular en Yucatán no llegó a niveles de rebelión generalizada. Esto se debió a varios factores estructurales y a una variedad de estrategias impulsadas por los hacendados.[43] Entre estos factores se destaca el aislamiento de Yucatán, que impedía la comunicación con los jefes revolucionarios del centro y del norte de México e imposibilitaba la coordinación de esfuerzos comunes.[44] Además de esto, el ya mencionado sistema coercitivo de control social que los hacendados y el estado ejercían en Yucatán contribuía a impedir la colaboración entre los habitantes de los pueblos y los peones. Ello permitía al antiguo orden controlar el descontento crónico y evitar que las rebeliones se propagasen.[45]

Para 1913 la insurgencia popular había alcanzado un nivel de peligrosidad alto para la elite henequenera, lo que obligó a dicho grupo a aliarse con el gobierno del general Victoriano Huerta y buscar una estrategia para desarticular la insurgencia. El gobierno militar de Huerta controló y reprimió las rebeliones populares y logró un acomodo con las elites disidentes. Por otra parte, las sublevaciones populares en Yucatán dieron pie a una serie de reformas por parte de terratenientes progresistas y el otorgamiento de concesiones concretas en algunas haciendas.[46]

Se puede considerar que la Revolución Mexicana "llega" o "comienza a imponerse" en Yucatán cuando Venustiano Carranza envió a Salvador Alvarado a dicho estado, al mando de 7000 soldados constitucionalistas, en 1915. Esta iniciativa de Carranza respondía a sus intenciones de poner orden en las diferentes regiones donde el poder se había desarticulado y las tensiones de los grupos locales habían aumentado. Ello era importante debido a que en Yucatán y en otras regiones el poder del gobierno central era prácticamente ignorado y la riqueza agrícola de la región era necesaria para el proceso de reconstrucción nacional.[47] El gobierno de Alvarado en Yucatán tuvo relativo éxito en combatir los privilegios de la elite, enfrentar la explotación de los trabajadores, aplicar la libertad de enseñanza, la separación de iglesia y estado, así como en regular la actividad civil del clero.[48]

Conclusión

La Revolución Mexicana fue un proceso que transformó la vida y la trayectoria histórica de la nación mexicana. Con el fin del "porfiriato" en y a partir de 1911 el desarrollo de la guerra revolucionaria transformó las experiencias de vida de millones de mexicanos en las diversas regiones del país. Sin embargo, la experiencia y el proceso de la revolución no fueron homogéneos en todo el territorio. Si bien los dos centros revolucionarios (Chihuahua en el norte y Morelos en el sur) unieron sus esfuerzos en la lucha; sus ideas, visiones y motivaciones para la rebelión eran diferentes. Es por ello que la Revolución Mexicana, a pesar de poseer un reclamo común sobre la distribución de la tierra a los campesinos, se nos presenta como una suma de diferentes luchas con diferentes motivaciones, pero con el fin de transformar el status quo impuesto durante el porfiriato.

En la Revolución Mexicana se observa de forma generalizada un papel predominante del sector campesino, ya que a principio del siglo XX México era un país mayormente agrícola. No obstante, en la revolución estuvieron presentes otros sectores sociales. Un caso particular lo representó la gestión de la clase media durante el inicio de la revolución. En el periodo "maderista" de la revolución, Francisco Madero y otros lideres revolucionarios provenientes de las clase media, se pusieron al frente de la lucha por eliminar las injusticias sociales. Es por ello que estos hacendados de clase media encabezaron diversos grupos armados que dieron la batalla frente a las fuerzas federales. Estos grupos rebeldes dirigidos por miembros de la clase media combatieron junto a grupos de origen popular, pero su relación no fue del todo igualitaria. Las diferencias en la visión sobre el curso que debía tomar la revolución generaron conflictos entre los grupos rebeldes, ésto finalmente causó la división entre los sectores revolucionarios de clase media y los revolucionarios de origen popular.

El carácter heterogéneo de la revolución mexicana incluyó el que dicho fenómeno no surgiese de forma autóctona en todas las regiones del país. Esto promovió el que los líderes revolucionarios "impusieran" la revolución en regiones del país donde no había ocurrido. En el estado de Yucatán las condiciones socioeconómicas y geográficas no permitieron el surgimiento de la revolución, por lo que ésta fue impuesta por el gobierno carrancista a partir de 1915.

En Yucatán, el férreo control de la oligarquía henequenera sobre los peones de las haciendas, la falta de un campesinado propietario y el aislamiento geográfico, fueron factores que imposibilitaron una revolución autóctona. Sin embargo, esto no implicó el que en Yucatán y en su periferia no existiesen levantamientos y brotes de rebelión. En muchos casos los levantamientos fueron liderados por hacendados que resentían su subordinación a la elite del henequén y contaron con el apoyo de los peones agrícolas. No obstante, estos levantamientos tuvieron un alcance limitado y no lograron articular un movimiento de rebelión generalizada.

El fenómeno histórico conocido como la Revolución Mexicana es uno rico en matices étnicos, regionales y de clase. El estudio "regional" de la revolución en México rescata un cúmulo de experiencias y particularidades que amplían el conocimiento histórico sobre dicho fenómeno. Es por ello que los estudios sobre los movimientos revolucionarios en los diferentes estados mexicanos nos aportan una visión más abarcadora y compleja sobre el proceso que engendró al México moderno.

Bibliografía

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Martínez Assad, Carlos, "Del fin del porfiriato a la revolución en el sur-sureste de México", Historia Mexicana 171, Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, Vol. XLIII, Núm. 3, enero-marzo 1994.

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Pineda Gómez, Francisco, La Irrupción Zapatista, 1911, México D.F., Ediciones Era, S.A. de C.V., 1997.

 

[1] Benjamin Keen, A History of Latin America, Fourth Edition, Boston, Houghton Mifflin Company, 1992, p.220.

[2] Ibid., p.214. Porfirio Díaz, quien gobernó a México desde 1876 a 1911, llegó al poder con el apoyo de caudillos regionales y militares desencantados con la política del anterior presidente Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876) y contó con el apoyo de propietarios mestizos e indios, que creyeron que Díaz eliminaría las expropiaciones de tierras iniciadas por la “reforma liberal”.

[3] Para un análisis de la historiografía sobre Porfirio Díaz véase, Thomas Benjamín y Marcial E. Ocasio, “Organizing the Memory of Modern México: Porfirian Historiography in Perspectiva: 1880-1980”, Hispanic American Historical Review, 64:2, may 1984.

[4] Keen, op.cit., pp.216-218. Para 1910 el proceso de expropiación de tierras estaba casi completo. Más del 90 % de los poblados indígenas del valle central del país habían perdido sus tierras comunales. De una población rural de 12 millones de habitantes, 9.5 millones eran campesinos sin tierras.

[5] Keen, op.cit., pp.264 y 265. Según Keen, Madero no era un revolucionario, sino un miembro de la elite que temía que el orden político del Porfiriato generaría una revolución social. Era por ello que Madero proponía una política de “modestas” concesiones a los campesinos y trabajadores para reducir las tensiones.

[6] Carlos Martínez Assad, “Del fin del porfiriato a la revolución en el sur-sureste de México”, Historia Mexicana 171, Vol. XLIII, Núm. 3, enero-marzo 1994, p.487.

[7] La Revolución Mexicana incluyó diferentes grupos de variadas ideologías como, anarquistas, socialistas, obreros, indígenas, etc. Pero el movimiento revolucionario en general no se identificó con ninguna ideología, ya que cada sector luchaba por sus propias creencias.

[8] Entre los estudios sobre la historiografía de la Revolución Mexicana se encuentran, David C. Bailey, “Revisionism and the Recent Historiography of the Mexican Revolution”, Hispanic American Historical Review, Vol. 58, No. 1, February 1978 y Michael C. Meyer, “Perspectives on Mexican Revolutionary Historiography”, New Mexico Historical Review, XLIV: 2, 1969.

[9] Romana Falcón, “¿Los orígenes populares de la revolución de 1910?, el caso de San Luis de Potosí”, Historia Mexicana 114, Vol. XXIV, Núm. 2, octubre – diciembre 1979; David G. La France, “Madero, Serdán y los albores del movimiento revolucionario en Puebla”, Historia Mexicana 115, Vol. XXIV, Núm. 3, enero – marzo 1980.

[10] Francisco Pineda Gómez, La Irrupción Zapatista, 1911, México D.F., Ediciones Era, S.A. de C.V., 1997; Martínez Assad, op.cit.; Gilbert M. Joseph y Allen Wells, “Un replanteamiento de la movilización revolucionaria mexicana: los tiempos de sublevación en Yucatán, 1909 – 1915”, Historia Mexicana 171, Vol. XLIV, Núm. 3, enero-marzo 1994.

[11] Falcón, op.cit., pp.197 y 198.

[12] Ibid., p.199; La France, op.cit., p.472. Falcón cita a Jean Meyer, quien señalaba que luego de la caída del gobierno de Porfirio Díaz, en la carrera por la victoria los hacendados enrolaban a sus peones para apoderarse del poder local. La France opina que el apoyo de la clase baja a Madero, obligó a la clase media a elegir entre Madero y la sumisión continua al status quo.

[13] La France, op.cit., pp.473 y 474. El autor señala, que muchos de los primeros activistas no eran atraídos tanto por el contenido político del maderismo sino por la conveniente oportunidad que brindaba para adquirir poder.

[14] Ibid., pp.473, 479 y 481.

[15] Ibid., pp.486 y 487. La clase media no deseaba ser omitida en caso de un arreglo con el gobierno de Díaz, ni en el caso de una victoria anti reeleccionista total.

[16] Ibid., pp.489-490. Los discursos de Madero previos a las elecciones de 1910 reflejan su esfuerzo por remediar la brecha abierta entre los trabajadores y las clases altas. Las propuestas reformistas de Madero eran vagas y moderadas para no afectar los intereses de los sectores privilegiados.

[17] Ibid., pp.491-507.

[18] Ibid., p.495. La France plantea que la clase media, en su afán de llegar a una reconciliación con el régimen, dio la espalda a la clase baja y prefirió apoyar el status quo en vez de aceptar la insurrección armada.

[19] Falcón, op.cit., pp.200-201.

[20] Ibid., pp.202-203. En San Luis Potosí los sectores medios incluían a Buena parte de los 4000 agricultores del lugar.

[21] Ibid., p.207.

[22] Ibid., pp.208-212. Para un análisis sobre las políticas de Francisco Madero sobre la distribución de tierras y los conflictos del Maderismo con otros grupos revolucionarios véase, Moisés González Navarro, “El maderismo y la revolución agraria”, Historia Mexicana 145, Vol. XXXVII, Núm. 1, julio-septiembre, 1987.

[23] Ibid., pp.213-214. Se menciona que la pobreza de los campesinos se acentuó al final del porfiriato, cuando la mayor parte de los salarios agrícolas se mantuvieron constantes y los precios de los alimentos básicos subieron dramáticamente. A esto se sumaban la incidencia de castigos corporales contra los peones y los altos niveles de desempleo entre las clases trabajadoras en el campo y en la ciudad.

[24] Ibid., pp.216-217. Se indica que una Buena parte de esas familias notables, eran movidos por la necesidad de preservar su poderío económico y acrecentar el político, y habían encabezado levantamientos locales en épocas anteriores.

[25] Ibid., pp.221-226. Se menciona que el pueblo reaccionó con entusiasmo alzándose en armas y siguiendo a los cabecillas más privilegiados, pero se existió una distinción de clase en la forma de efectuar las acciones armadas. Se plantea que los grupos dirigidos por miembros de clase alta o media, respetaban las propiedades de los hacendados y mantenían mayor disciplina en sus filas, mientras que las bandas de extracción netamente popular, hacían “justicia” a su modo a manera de “revancha de clase” y en forma destructiva. Ello se convertía en uno de los elementos de crítica de parte de los grupos de clase alta que intentaban imponer su control sobre los de clase baja.

[26] Ibid., pp.229-237.

[27] Pineda Gómez, op.cit., pp.16 y ss.

[28] Ibid., p.30. Al principio del siglo XX, el monopolio de la tierra era tal que la mitad de la extensión territorial de Morelos estaba en manos de las haciendas.

[29] Loc.cit.

[30] Pineda Gómez, pp.34, 35 y 111. Según el autor, el zapatismo real fue un movimiento amplio, pero en Morelos los campesinos fueron la fuerza que direccionó en mayor medida los cambios.

[31] Ibid., pp.187 y ss.

[32] Ibid., p.186.

[33] Ibid., p.193. En el Plan de Ayala, los zapatistas declaraban entre otras cosas, la reivindicación de los sin tierra, la expropiación a los poderosos propietarios y anunciaban la nacionalización de los bienes contra los enemigos de la revolución, para indemnizar a los huérfanos y viudas del movimiento armado.

[34] Joseph y Wells, op.cit., p.506; Martínez Assad, op.cit., p.496.

[35] Joseph y Wells, op.cit., pp.510 y 511. Los autores señalan que un grupo pequeño y cohesionado de 20 a 30 familias (dirigidas por los Molina-Montes) constituían una camarilla oligárquica hegemónica o “casta divina” como se les llamaba. Este grupo colaboraba estrechamente con la International Harvester Company, que era el principal comprador de henequén. La cooperación entre la elite yucatana y dicha compañía logró que miembros de la oligarquía henequenera ocuparan puestos dentro del aparato burocrático del estado.

[36] Ibid., pp.514 y 515. La masa de trabajadores campesinos de Yucatán incluía grupos heterogéneos como jornaleros mayas, indios yaquis deportados e inmigrantes asiáticos.

[37] Ibid., pp.514 y 516. Según el autor, las fuerzas de seguridad se componían de la guardia nacional del estado, batallones federales y del estado y la policía del estado. Los amos blancos de Yucatán vivían siempre con el temor de un levantamiento maya.

[38] Ibid., pp.517-519. Los peones también demostraban su insatisfacción en una variedad de formas, como huir, no presentarse al trabajo y en menor grado la quema de los campos de henequén. Además, cuando las tierras ejidales tradicionales de los pueblos se hallaban en peligro, los campesinos, en bastantes casos, optaron por enfrentarse a las autoridades locales.

[39] Ibid., pp.520 y ss.

[40] Ibid., pp.511 y 512. Estos grupos percibían la actividad política y la rebelión como los únicos medios para lograr una distribución más equitativa del botín proveniente de la economía henequenera.

[41] Ibid., p.525.

[42] Ibid., p.527.

[43] Ibid., pp.528 y 529. Si bien era cierto que los hacendados “disidentes” deseaban derrotar a la oligarquía imperante, la mayoría de ellos temía movilizar una rebelión general de peones indios que subvirtiera los mecanismos de control social que sostenían la industria del henequén.

[44] Martínez Assad, op.cit., p.497; Joseph y Wells, op.cit., p.528. Joseph indica que hasta la Segunda Guerra Mundial no existieron caminos que conectaran a Yucatán con el resto de México.

[45] Joseph y Wells, op.cit., p.529; Martínez Assad, op.cit., p.500. Se señala que la diversidad étnica y social entre el campesinado y la gente de los pueblos hacía difícil que existieran alianzas duraderas en el esfuerzo revolucionario. Además, en la revolución en el centro y norte del país, donde tuvo importancia primordial la cuestión agraria, los campesinos y rancheros fueron protagonistas en la lucha; mientras que en el sureste no existía un campesinado que fuera propietario de sus tierras en forma individual.

[46] Joseph y Wells, op.cit., pp.529-531.Los autores indican que a partir de 1913 los juzgados locales se mostraron más anuentes a tomar en cuenta y hasta rectificar los abusos cometidos contra los peones. En 1914 los trabajadores agrícolas yucatecos lograron la promulgación de un decreto que abolió el peonaje por deudas.

[47] Martínez Assad, op.cit., p.497. Carranza envió a sus colaboradores más próximos a otras regiones del sureste, a Francisco J. Múgica a Tabasco y a Joaquín Mucel a Campeche.

[48] Ibid., pp.497 y 501.

 

 

Autor:

Luis A. Reyes Rodríguez

Diciembre 2006

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