Poemario: Hojas melodiosas atrapadas en cuentos de papel (página 2)
Enviado por RAMON FREYTEZ OLIVEROS
como aviones sin tren de aterrizaje que se fueron al fondo del mar
perdidos, suicidados sin ubicación geográfica
mientras un insólito aparato buscaba a otros más perdidos.
Se hallaron unas amorfas cajas espantosas encerradas en fuego de dragones
levitaron las ilusiones de encontrarse vivos después de la catástrofe,
la maravilla está en la simulación del vuelo
cuando no ha pasado nada
sino que solamente en el cálido espectáculo de los abiertos horizontes
el robot flotaba como lleno de la misma gravedad
inmerso, en una suprema esperanza de encontrarse tan vivo.
ALGODONES DE NODRIZAS
La partera recibió el hermoso regalo
que la vida le obsequió en la síntesis de los recuerdos
continua, pausada, acelerada en la demencia de la sociedad
le imprimió ritmo al trascendental acontecimiento
recibiendo en los dorados brazos y sus inmensas manos
aquel corpulento y soberbio espécimen.
Arrimado a su corpiño pronunció su exhalado grito de nacimiento
rasgando un episodio de la historia humana
pechos preparados, senos blancos y oscuros, cobrizos, rojizos
en la leche sustanciosa de las nodrizas gemelas.
Pezones con olor a madre tierra
que dieron bandera a insomnes libertadoras y libertadores
sueño perdido, sueño extraviado en los amores de siempre
y con suave de blancos algodones flotando en mieles
cuando finos hilos con patas de arañas
subían trepidándose por el humo de la leña ardiendo
como contentos de la portentosa misión cumplida.
De celulosa y glucosa, almibarados de conciertos
se fueron parafraseando a los filósofos por los caminos viejos
tataretos, dando tumbos por cierta borrachera asumida por el licor.
Parece que de los polos confundidos salieron estos diferenciados personajes
barbudos como esfinges asoleadas por desiertos
sed, hambre, aventuras de guerreros improvisados
maletas de recuerdos al dejar la tierra que los vio nacer y crecer
una mirada al pasado sobre el que los zapatos no volverán a transitar
huecos, los huesos desnudos y las carnes discretas
las ropas ajustadas con la grasienta presencia de las horas;
avanza la caravana llevando carros que despiden el hollín adornando pulmones
y canturrean los silvestres animales a lo largo del jungloso lugar
inhóspita se ha vuelto la presencia de guardianes de las sombras,
la inmensa frontera los arropa dejándole al crudo frío
inyectarle el reumatismo que imprime el país vecino a los extraños
la mirada impaciente de los faros recorre la lejanía
divisando la espesa estela de viajeros espumosos.
GENERACIONES OCUPADAS
Atrapadas duramente por las historia durante siglos
han aparecido lucecitas en la tierra
rellenas con galletas de ajonjolí
con cosas elementales y naturales,
la tarde que iba también rellena con la lluvia injertada con la noche
se depositó densa con intensos crepúsculos
irradiada con reflejos realmente asombrosos.
Ha finalizado la faena riesgosa planteada para el hoy,
mañana aparecerá en los sueños apresurados
de generaciones que pasan
y en los ensueños reveladores de las nacientes;
innovadoras de cada incipiente espacio
prometedoras y exigentes, aplicadas e inteligentes.
Crecieron con el trabajo creador
ordeñando el vino de la uva, libando el jugo de la apetitosa naranja
sobre el pastoreo y la dinamización de la ciudad
en la vida productiva y laboriosa, de gente útil y necesaria.
HORMONAS TRAVIESAS DE LA FELICIDAD
Alborada amanecida de truenos y relámpagos
el insólito cuerpo desperezado se lanzó del estirado lecho
y las manos se fueron de lado, dedo a dedo, discurriendo las notas;
salió asustadizo el anciano espejo a delatar el envejecido cráneo
largando su cabello
la enorme cicatriz había desaparecido debajo de los grandes ojos;
dentro, internamente los neurotransmisores se ponían a tono
segregados por glándulas trabajadoras
intensas, en laboratorios impensados.
La bella dama sonrió animándose extraordinariamente
sus finas curvas agilizaron las gradas por donde se desplazaba
al borde de una locura sana inyectada de novedades
había inventado los modos de explotar al mundo pleno de vanidades
impulsada por la felicidad acumulada
sostenida, restringida, aprisionada, doblegada
en el momento las traviesas hormonas están en el tope
en el podio de las reacciones químicas de gran velocidad.
LA SIEMBRA AL LADO DEL VALLE
En la hondonada bajo el duro pensamiento del rigor
bajaron las ideas a llenar el vacío de las horas grises
por los surcos ahondados corrían las semillas ya germinadas
a plantarse de victorias.
Rugieron los huesos del trueno en su vejez de siglos
acompañando a las gotas de lluvia golpeadas duramente en el suelo;
el rayo fulminó con su luz el atardecer descargándose en el riachuelo,
campo, hecho barro con recuerdos aislados
los brazos te abandonaron dejando marchitez
emigraron a la ciudad perdida de valores
y oscuridades se avecinaron para eliminar tu juventud
aquella que aunque sufrida se alimentaba del fruto de la dignidad.
Del valle, sobre la mirada extensa de la profunda angostura
al costado del horizonte hay todavía anhelos
de tiempos nuevos, en vísperas de primaveras
la que florece llena de alma y trabajo
de los que no se rinden, aunque hayan sucedido momentos malos.
VIOLENCIA EN EL MURO
Los cansados pies sediciosos avanzaron en marchas duales
en disparejas filas por sus números pares e impares,
el característico olor húmedo salió levitándose sin esfuerzo
de diferentes marcas, patentadas en el capital
una voluntad asombrosa se les notaba al sostener los cuerpos obesos
que se comían la valerosa calle.
-El muro debe caer- pronunciaban a viva voz los transeúntes
cuando un inerte respiro de los guardias
no pudo contener la fuerza
avasallante, destructora, represada y abultada de un siglo.
El muro sintió los golpes que asestaron los protestantes
gimiendo los pedazos de loza y concreto que separaban pueblos;
derribado, se oyeron las manos estrecharse
abrazos, besos, banderas trepidantes
la sangre que fluye, el amor de hermanos
por un largo rato separados de genocidios y barbarie
ni muros ni barreras, manos de la paz y del deporte.
RUTA DE NAVEGACIÓN
Partimos del puerto, junto al diario escrito, una pauta
en los remos ocurrían las experiencias del esfuerzo
el viaje tenía un marco de tensión originado por las olas
recorriendo el espeso mar, lagrimas golpeadas bajaron por los rostros;
destinos marcados obcecadamente en delirios y aventuras.
Divisamos un cosmos cerrado lleno de avasallantes medusas
adornado de medias lunas, radiantes y anaranjadas
ruido en los astros, infierno, oscuridad y naufragio.
Todo puede pasar en la ruta de navegación
rumbo al nuevo y ansiado mundo,
el profeta que había abordado la nave dio un giro al timón
salvado de las aguas turbulentas
asediado en su gigantesca obra
abrió un espacio, una espera, un amor irreductible
ancló el buque con el símbolo de la nueva era y se esfumó entre sirenas
el agua se abrió y consumió el secreto, lo que hablaron las olas del mar.
OLVIDOS Y RECUERDOS PARA CIEN AÑOS
Cien años han transcurrido sobre el recuerdo de cosas perdidas
mariposas amarillas sobre el olvido de Macondo,
el escritor insigne fue envejeciendo de glorias
se fue a tierras del norte donde le dieran más aliento
soplo, impulso, constancia a través de las naciones que lo inspiraron.
Convocados los pueblos verdes
para lo apoteósico, cuando la unidad cultural nos llama;
agricultura y tierra, extensa lucha sobre el suelo naciente
bosque, conservación del alma amerindia e hispánica.
Los inmigrantes tomaron los libros llegados
sentirse alguna vez extranjero sobre el mismo terruño
desde la fuerza y el ímpetu del Río Grande
hasta la fantástica Patagonia, donde el viajero posiblemente se haya extraviado.
Luces, crecimiento, idioma, gente joven, innovación
el continente prometido en la voz ofrecida por Santiago
de lo anhelado y buscado en los relatos de antaño
creatividad de la historia para hacer o ensayar un mundo mejor.
CAJA DE SOMBREROS
De la magia impresa en los escondidos ojos
la luna sabrá contarlo
del camino hacia donde se va el viento
el sol lo dirá.
Como duendes confundidos llegaron soldaditos de plomo
buscando oro con las sombras
ilícitos, ilegales, perdidos en la selva de las pasiones
los harapos desprendidos de la carne
el abandono de una frontera caliente, novela, acción
la cobardía avanzó desechada por encima de la multitud
que usaba unos sombreros gigantes
envenenados, asoleados, salidos de una caja poliédrica
cerrada, abultada de cosas inventadas
el amor fue cediendo lleno del rojizo mercurio
contaminado, extenuado, repleto de enfermedad y desasosiego.
El sombrero se fue tejiendo en cada cabeza enredada
y la araña intransigente y demoledora, sacó sus finísimas agujas.
El vaivén de la hermosa canción
sabe bien, el paladar se engolosina con el desafío
se ha refugiado una fruta madura en la intensidad del verbo
delirio y grandeza deambulan intermitentes sobre cuerdas
estiradas, presionadas, tensionadas, vibrantes;
el director detectó la textura del público admirador
otro ser humano se desplegó en el escenario
el público golpeó sus extremidades superiores en señal del supremo agrado
de la máxima expresión de la música soberbia
arrojado al espectador oyente, poseído, desdoblado
sumergido en la emoción palpitante de la genuina locución.
Así mismo, va actuando la existencia conforme al teatro
cuales hamacas se mecen en bruscos movimientos del viento
al llegar el sueño, los ojos van cerrando la frágil secuencia de la voz
perdida y desorientada al desconectarse el alma de los cuerpos,
tendidos sobre el espaldar del espectáculo
en la rima o la armonía del canto.
PRIVATIZAR LA FELICIDAD
La sinfonía succiona el quinto vals
que la noche traduce a todos, revolviendo los espíritus
modernidad, consumo desmedido, formalidad
a cada quien según la manera de hacer que el placer o el deber
se instale en la sonrisa socializada
individualizada, sectaria e imponente.
El medio y el fin del proceso, la meta limitada
la suma de lo más ingenuo, de lo más utópico, de lo más soñado
el abrazo, el beso, el extenso y bárbaro mundo en un cariño desmedido.
La búsqueda de la nada cuando se encuentra el todo
insuficiencia de la comprensión, humo y estela, pasión,
la soledad intelectualizada, seda, aguijón de abeja; dulce y amargo
cruel en el estío.
La felicidad, mágico amor de los demonios
se quita, se arrebata, se somete, se compra
lo vale todo, imposible, palabra, poesía guardada y privatizada.
Felicidad, la lucha permanente, posesión de la ternura en las manos del otro.
EXCELENCIA DE UN ANGEL SIN MEMORIA
Al caer el ángel, golpeado a nivel de su extraña cabeza
se sintió abrumado, lleno y vacío, con extraña fuerza y alado
por la dinámica espacial o la acción divina
se ha olvidado de los enormes ojos delirantes, azules, avasallantes.
Y del ángel –no te rindas- cuando suenan sus pasos por las calles
en vano, sus perros le siguen, al travieso enredo de la cruel memoria
y de los cuentos del pueblo no se diga,
de sus libros escríbase una picaresca historia.
El ángel cubierto de horizontes, golpeado y olvidado, sufrido y acechado;
ángel, poeta de tripones y lechones, elocuente naturista
indio sencillo, hombre estirado en la vida misma, ciudadano sin fronteras;
ángel, hermano de patrias y libertades
que no te olvides
que jamás los más sencillos y los más humildes,
jamás por las calles cortas y extraviadas de este indiferente pueblo
ni de tu gran talento,
nunca jamás te olvidaremos.
ESPANTO EN LA CORTE
Volver a la cama a seguir durmiendo
con los pies despiertos, carcomidos por una especie de frío intrínseco
al soplo que lo dejó nacer como fantasma perdido o encantado con sus memorias.
Harapiento el esqueleto sumergido en un color casi amarillento
el rey meditabundo, soñador, aniquilado
su misma penumbra aquejada
la nada es más propicia a la decadencia, al arte de nacer sin piedad
sin mirar el dolor de los otros al padecer la estrecha esclavitud
al soportar la terrible crueldad de los vasallos
miedo, un impresionante terror de lo que se avecina
remordimiento en las fuerzas imperiales
la reina está triste, la princesa llora y el príncipe no quiere adelantarse al parto
de la tierra en su largo peregrinar
de las madres que no les alcanza el pan;
la sombra hizo como un estirón en la sala
los músculos se ilusionaron sobre la cama y se estrecharon con las cobijas
y un extraño y gelatinoso frío invadió el desafortunado lugar.
PRUEBA EXTREMA
Desde el útero, huevo mágico que nos cobijó
sentimos la responsabilidad por el todo
se engaña el ser que no abriga
la sublime misión de estar comprometidos con la existencia y su entorno.
Crecer, suspirar, asumir, hacerse simplemente humanos
nadar a lo largo de la caudalosa sonrisa de otros
para nosotros la sensación de estar viviendo
compartiendo derechos y predicando obligaciones.
Si existimos, ya nos damos por enterado que habríamos pensado
en la manera de practicar con dios la obra de no pretender engañarlo;
si ya estamos, la obra es la práctica que dice que tu dios vive
sino habrás transitado sin comer el pan de un mundo sin diferencias
ni pescar el pez en el naufragio cuando has podido salvarte;
trabajo y corrección, remar en la catástrofe, soltar los remos
sostener las extremidades, alegrarse de haber cumplido
sencillamente palpar la orilla
admirar las bellezas de este mundo, tocar la costa.
Cuando vamos a la escuela,
nunca se deja de ir a ese incomprensible lugar;
sea porque nuestros héroes ya no lo son
o decidimos errar meditabundos porque siempre nos alegrábamos
de encontrar al maestro fuera de ella, de su recinto, de su encierro
atrapado, sin libros, sin carteleras, sin himnos
castrado en su visión del mundo, al revés, al derecho, al cuadrado.
Entonces, cuando el más grande, el más alto, o el de más edad
lleva al niño a ese imperturbable lugar
al cruzar de la calle a la acera suena un inesperado sonajero,
cuando el viento va engalanando sus delgadas piernas
y sus finos huesos se estrellan unos a otros y otros con unos;
expectantes se encuentran asaltados por la soledad, materos y ambiente
abandonados a la ausencia por el trabajo de sus dueños.
El sonajero se nutre del grato sonido que le dan los oídos
del transeúnte, del ser humano de la calle pensante que deambula
intermitente y preocupado por llegar a la cita
de la escuela, de los niños
de la escuela que todos los niños han de querer como al sonajero.
LAS PESADILLAS DE LA MADRE TIERRA
Se han despertado las sirenas de intranquilos carros
que avisan que sobre la formidable cama del planeta
se han movido las cobijas
maltratadas, aniquilada por inconscientes leñadores, depredadores de su corteza.
Del inmenso movimiento huyó diversidad de gente
asustadas, rápidas, sufridas, heridas, con niños acuestas
con la catástrofe en sus carnes, en su éxodo, en su maldita pobreza;
Las viejas casas se fueron al suelo, se desplomaron al abrir de los ojos
sobre la mirada de la tierra recién preñada, trasnochada, dolida y dolorosa;
su asfixiante respirar volcánico, desde la entrañas del germen telúrico
con estertor de siglos, de agonía, de creatividad y defensa;
planeta tierra, geoide; sobre tu caída la deformidad
sobre tu albergue la corrección implacable
por tu amor, la permanencia y ensayo de la vida entera.
LOCOS DE LA PANCARTA
La calle anónima indiferente y ciega
estaba o yacía en el olvido de las generaciones
oscuridad, sombra, abismo, penumbra adormecidas en la indescriptible soledad
la calle trasnochada tras los acontecimientos posteriores a otros insomnios
estuvo agobiada de gente encumbrada o alterada
de gritos de un silencio atroz.
La calle invadida de pancartas asomaba su estatus de persecución
enlodada, llena de un sublime barro impertinente
demacrada por el olor nefasto de los gases.
La calle aquella donde se apaciguaban las ilusiones o las esperanzas
tomó el semáforo de la esquina inerte y la pared final de toda vía truncada
sin aceras, clavada, invertida, sin señales;
al tiempo las pancartas asumieron el control del espacio ingrávido
enormes estructuras psiquiátricas se desvanecieron;
la descomunal protesta bipolar había puesto en el honor
un derecho humano no reconocido
aquel de asumir la locura para llegar a ser inteligentes.
CUENTOS DE PAPEL
Han sonado las doce de cualquier noche de cuentos
los hadas, los duendes, los espantos o los espíritus traviesos
del inverosímil reloj se escaparon los miedos en el roncar de los sueños
tiernos niños, indómitos, inventores de momentos.
Almohadas, cojines, mágicas alfombras y sonoros genios
lámparas y truculentas frases profanadores de conventos.
Magia de novedoso convencimiento, la palabra oportuna, la poesía enésima
la vibración hecha verbo, había una vez un cuento
y colorín coloro, entregamos el corazón al viento.
Zapatillas perdidas de mujeres encantadas, añejadas como el vino tinto
y príncipes tras los cantos de sirenas sin cumplir con mandamientos;
había una vez un tiempo de una poesía melodiosa atrapada en este cuento
papel, papiro, la pluma en el tintero de tanto tinto bueno
de tanto trago amargo, de tanto cuento austero.
Hojas de un papel ligero, de cuentos con niños pasajeros
el colorín de las fábulas y las moralejas atrapadas
en el libro y en el verso de caminantes y viajeros.
TERAPIAS CON ALMENDRAS JABONOSAS
El cuerpo cual esqueleto cubierto con carnes estiradas
se ha envejecido por el juego del tiempo y el movimiento rotatorio
de la tierra, de la luna, del sol o de cualquier cometa travieso
perdido, disperso con los ojos errantes.
La masa toda hecha del soplo de células en torno a un eje céntrico
acoplado y gelatinoso que facilita la atracción entre ellas
inteligentes, amorosas, aglutinadas, espesas
armónicas como la vida sonora, estupendas como el eco de la montaña silente.
La masa o el cuerpo, el cúmulo de mazorcas de maíz o del barro del génesis
se entristeció de repente con surcos de la tierra, hecha vieja, sudorosa
humeante, acalorada, apresurada, incandescente
labrada y tejida sobre la experiencia, sobre las esperanzas y los sueños
en los costos y los engaños
hasta que aparecieron sigilosas las almendras
rellenas, dulces, pomposas, abultadas
flamantes, pechugonas y jabonosas
y sobre el tapiz de los cuerpos en reposo, terapias antigravitatorias.
SUSTO EN EL MEDITERRÁNEO
El maromero escurrió tembloroso sus gotas de sudor de su penúltima travesía
los andamios sonaron al parecer de los frenos presurosos de un auto
traviesos los brazos combinados con atléticas piernas
un estirón de trapos y gomas se apoderó del alma del divertido animador.
Meditó el vanidoso personaje recordando pueblos asediados
explotados, envilecidos, dispersados, sin patrias
y vio sobre el fatídico escenario migraciones descomunales
balsas, barcos, gigantes monstruos, flotas y destructores
como una desgracia humanitaria sin precedentes
la vida sumergida, ahogada, desaparecida, la soberbia crisis.
Y cuando en el mar Mediterráneo, el maromero inició las maniobras
para apaciguar los caldeados ánimos
la plataforma se había rodado tropezando en la herida costa
y al permanecer hincada la inverosímil estructura
un susto cruel se apoderó de pueblos expectantes,
la añoranza por la paz se ha hecho clamor
cuando el maromero recobró la estática del equilibrio.
EN EL HEMISFERIO SUR
Del norte al sur hay solamente una mirada a la brújula
unas estrellas que se ubican relativamente al costado de la tierra
marcan o señalan la odisea o el bambaleo del planeta
arrullo del cosmos, cuna del silencio de la larga noche.
Silbando van pasando los arrieros con sus rebaños de lunas
y sus sombreros eclipsan el enorme pastoreo en torno al horizonte
desviado, curvado por las fuerzas convergentes y divergentes.
A lo lejos, donde la vista ha decidido arquear la esfera
con el propósito de acercar la curiosidad
y descubrir lo nuevo, está el mar burbujeante
agitado, llevando en sus pies, cual preciosa ola
banderas, franjas de lúcidos colores
impactantes, rellenas con principios de unidad.
El sur, así como el norte se desplaza según avanza la medición
y el alma se conforta con la inmensidad
serena, arrebatada, sublime y contradictoria
asimilada en cada hecho geográfico e histórico.
TRIBUTO AL SILENCIO
En el silencio, después de una ráfaga de ruidos
se alcanzó la diminuta ternura al oído cuando bajaron los decibeles
al parecer los órganos se contentaron con la novedad
de sentirse prestos para otras circunstancias más nobles.
Sonatinas, música infantil, el trajinar de las notas musicales trepando instrumentos
de viento, de percusión; sonoros, acústicos, melodiosos y de antaño
subiendo las manos por el organigrama de las canción serena
la nota se redondea, al compás del arte y la palabra.
El silencio necesario y ausente de la ciudad entera
pareciera que al progreso lo delata el fastidioso eco del ruido
trastabillando por las fábricas o las empresas, cayendo violentamente
sobre el asfalto cruel, denso, precipitado, endurecido con el calor aquel
de la ciudad agitada, efervescente, desanimada en el suburbio
animada en el corazón del tumulto, de la ensordecedora algarabía de la gente
trasnochada, borracha, la ebria multitud en el sueño de la gran civilización.
Pero la ciudad como el campo podrán volver al silencio
enamorado de los ruidos útiles, aquellos que nos alertan.
CREACIONES DE MAÍZ Y DEL IDIOMA ESPAÑOL
Para entendernos ha sido indispensable correr por la historia
formar mil palabras y sus regionalismos sobre veintisiete letras
en el crisol de razas con la fuerza maravillosa y pulsante de un continente
de pueblos netos, originarios, asombrosos, creativos
pueblos de barro, maíz y de mucha escritura para el papel
guerreros, civilizados, descubridores, fundadores de estirpe
de valores, indoblegables ante las nefasta crisis
sembrados para la América, de mujeres y hombres que heredaron un idioma
fuerte, dorado como el sol; un idioma de caballeros, de poetas Cervantinos
de resistencia a las invasiones culturales
pueblos expandidos sobre el océano Atlántico en naves de paz
solidarios, comuneros universales, gente de Santiago, el apóstol de España
gente convocada para un verbo de dioses humanamente buenos,
pueblos de Bello, Rubén Darío, Jorge Isaac, Fierro, Neruda, Gabriela Mistral
con una pléyade de inolvidables poetas, creadores, escritores, innovadores
y salvadores de nuestro idioma español.
Honor al poeta, al escritor anónimo, al soldado de la pared con sus buenos versos;
honor al que subyace y hoy se levanta en la grandeza expansiva del idioma
en cada acontecer de su gente laboriosa, alegre, sujeta de ilusiones
con olor a campo, a surco, a tierra rasgada por la lluvia
humedecida en el harapo, reverdecida en el viento, sudorosa en el tiempo.
Honor al que escribe en el alba de cualquier justa trinchera
para un niño alegre, para mujeres y hombres libertadores
multitud de la patria toda, del color de todos, en entera fusión
de amores, de paz, de lealtad a los más insignes valores;
arte, ciencia y humanidad
un idioma romántico y de marco universal
y la eternidad escrita para seres humanos
profundamente hospitalarios.
Autor:
Ramón Cesar Freytez
Ingeniero de Sistemas
Sanare. Estado Lara. Venezuela. Noviembre 2015.
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