Persisten aún en la actualidad otras clasificaciones de las llamadas razas entre las que se encuentran los indios (pieles rojas) y loa amarillos del Asia a los cuales también se refirió Martí.
En 1877, cuando aún no ha concluido la primera guerra, el joven Martí ya está decidido a ayudar a la causa siendo un cronista de ella – sin pensar, que sería el artífice de la futura guerra – . Así publica en El Progreso, Guatemala, " Los códigos nuevos " un artículo que inicia con un sincero reconocimiento a la civilización aborigen americana que quedó trunca por la llegada de los europeos, como seres humanos que transitaban solos por el sendero de su desarrollo – en él precisa:
"interrumpido por la conquista la obra natural y majestuosa de la civilización americana, se creó con el advenimiento de los europeos un pueblo extraño, no español, porque la savia nueva rechaza el europeo viejo; no indígena, porque se ha sufrido la injerencia de una civilización devastadora, dos palabras que siendo un antagonismo, constituyen un proceso; se creó un pueblo mestizo en la forma que con la reconquista de su libertad desenvuelve y restaura su alma propia." [6]
Es en esta primera valoración de la civilización americana donde quisiera se detuvieran a pensar, aunque atrasados en relación con la Europa, reconoce que era una civilización que desarrollaba su propio derrotero.
No es este el único momento en que reconoce y respeta a los indios, ya en el citado trabajo en honor a Darwin está presente el indio fueguino en el que marca los sentimientos como esencia del saber:
"Y poco como divinidades del pantano, los fueguinos asoman, fangosa la materia, listado el rostro de blanco y encarnado, de piel guanaco amparada la espalda, desnudo el pardo cuerpo. Más a poco se les mira surge de aquella bestia el hombre.
Golpean en el pecho a sus visitantes, como para decirles que confían en ellos, y les ofrecen su pecho luego; a que los visitantes golpeen en él (…) Saben de amor y agradecer, que es saber bastante… " [7]
En su descripción se descubre un atraso abismal entre los indios fueguinos y la civilización de su época; sin embargo reconoce en ellos al hombre y a la sabiduría por su capacidad de amar y agradecer.
Estas ideas que matizan con mayor claridad la concepción de Martí en relación con la raza, superan los marcos de la Revolución del 95, puesto que la antecede, la acompaña en sus planes y nos llega como legado puro para con todos los hombres, no solo negros y blancos. Sino todos los hombres.
Existe otro campo del ideario martiano que nos permite posarnos en la verdadera raíz sentimental de este asunto, precisamente cuando él se preguntó ¿Qué enseñar a los niños? ¿Qué mensaje nítido y lleno de ternura se les puede dar como tesoro? Fue en la revista La Edad de Oro donde regaló para los niños: "Un paseo por la tierra de los anamitas" donde descubre hombres que incluso puede que no parezcan hermosos, pero sobre todas las cosas resalta sus virtudes de pueblo, su historia, sus problemas y aspiraciones de una tierra tan lejana como el Asia:
"…No nos parecen de cuerpo hermoso, ni nosotros le parecemos hermosos a ellos: (…) ellos dicen que el hombre no necesita ser de espaldas fuertes (…) y que la mirada no debe ser azul (…) y que los hombres no deben llevar barba (…) Y para que necesitamos tener los ojos más grandes (…) ni más juntos a la nariz (…) somos amarillos, chatos, canejos y feos; pero trabajamos a la vez el bronce y la seda: y cuando los franceses nos han venido a quitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de palacios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de barcos de junco (…) todavía con estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles el camino." [8]
Es esta concepción de Martí de aceptar a todos los hombres como una sola raza sin importar sus rasgos físicos o su nivel de desarrollo, lo que le permite en la hora sublime de la patria llamar a todos al sacrificio justo, breve, necesario y generoso:
"Y al negro le diremos – porque no hay injuria en decir negro como lo hay de decir blanco (…) No nos levantaremos, no, de la mesa del banquete porque se va a sentar un negro a ella; sino que aplicando a la ley de la política, la ley del amor, de que la nuestra suma y constante la naturaleza, le diremos lo que me decía Tomás Estrada Palma hablándome de su negro Fernando: ¡Era mi hijo!, lo que en la majestad de su tienda de campaña decía Ignacio Agramante de su mulato Ramón Agüero: "Este era mi hermano". [9]
En una idea como esta dicha en el discurso pronunciado en el Liceo Cubano, Tampa, el 26 de noviembre de 1891 nos dice:
"… ¿Le tendremos miedo al negro, al negro generoso, al hermano negro, que en los cubanos que murieron por él ha perdonado para siempre a los cubanos que todavía lo maltratan? Pues yo sé de manos de negro que están más dentro de la virtud que las de blanco alguno que conozco: yo sé del amor negro a la libertad sensata, que solo en la intensidad mayor y natural y útil se diferencia del amor a la libertad del cubano blanco: yo sé que el negro ha erguido el cuerpo noble, y está poniéndose de columna firme de las libertades patrias. Otros le teman: yo los amo…" [10]
Y en ese mismo discurso conocido como " Con todos y para el bien de todos " o como " Por Cuba y Para Cuba" se refiere al amor entre cubanos por encima de cualquier diferencia, por grande que esta sea, y en ellas no incluye el color porque eso no lo considera ni siquiera una diferencia:
"¡Se dice cubano, y una dulzura como suave hermandad se aparece por nuestras entrañas, y se abre sola la caja de nuestros ahorros, y nos apretamos para hacer un puesto más en la mesa, y echa las alas el corazón enamorado para amparar al que nació en la misma tierra que nosotros, aunque el pecado lo trastorne, o la ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo ensangriente el crimen! …" [11]
Es conocida la posición revolucionaria de Martí en relación con la raza fundamentalmente por su extraordinaria y pública labor de unir a negros y blancos en el deseo sublime de la independencia y cómo trató de ampliar el análisis que permita justificar la pureza de este proceso teniendo en cuenta que desde siempre para él existió una sola raza, el hombre. Es en esta convicción propia el antecedente que le otorga el derecho de ser el sol que ilumine por igual a todos los hombres dignos que deseen la independencia.
BIBLIOGRAFÍA
1.- CASTRO RUZ, FIDEL: "Unas palabras a modo de introducción", en Obras Completas de José Martí. La Habana, Edición Crítica, Centro de Estudios Martianos / Casa de Las Américas, 1983. T. 1
2.- MARTÍ, JOSÉ: "Con todos y para el bien de todos", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975, T. 4
3.- MARTI, JOSE: "Darwin ha muerto", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 15
4.- MARTI, JOSE: "Discurso por el 10 de octubre", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 4
5.- MARTI, JOSE: "La verdad sobre Estados Unidos", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 26
6.- MARTÍ, JOSE: "Los códigos nuevos", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 2
7.- MARTI, JOSE: "Mi raza", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 2
8.- MARTI, JOSE: "Un paseo por la tierra de las anamitas", en Obras Completas. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975. T. 18
Autor:
Prof. Asist. Cecilia Olivia Ledo Valcárcel
Cargo que desempeña Profesora de Español y Jefe de Carrera de 5to año
UCP "Frank País García". Facultad de Profesores Generales Integrales de S/B.
[1] José Martí: “Mi Raza “, en Obras Completas. T. 2 p. 298
[2] Ibidem: p. 299
[3] . Ibidem: p. 299
[4] José Martí: “ La verdad sobre Estados Unidos “, en Obras Completas, T. 28 p. 290 5 José Martí: “ Darwin ha muerto “, en Obras Completas, T. 15 p. 372
[5]
[6] José Martí: “ Los códigos nuevos “, en Obras Completas, T. 7 p. 98 7José Martí: “Darwin ha muerto “, en Obras Completas, T. 15 p.p. 378 – 379
[7]
[8] José Martí: “ Un paseo por la tierra de los anamitas”, en Obras Completas T. 18 p.p. 461 – 462
[9] José Martí: “ Discurso por el 10 de octubre”, en Obras Completas T. 2 P. 231
[10] José Martí: “ Con todos y para el bien de todos”, en Obras Completas T. 4 p.p. 276 – 277
[11] Ibidem: p. 271
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