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Educación inicial. Lenguaje oral y escrito

Enviado por Carla Santaella


    PRESENTACION

    El lenguaje se considera un instrumento del pensamiento, un medio de comunicación que abarca tanto los procesos productivos de la lengua (hablar y escribir) como los receptivos (escuchar y leer).

    Por ello, la adquisición del lenguaje tiene una especial importancia en la Educación Inicial. No obstante, la lectura y la escritura son causales de muchas interrogantes e inquietudes en aquellos adultos significativos que acompañan a los niños y niñas entre 0 y 6 años en este proceso de construcción y práctica social.

    En el currículo de Educación Inicial se incluyen elementos teóricos y prácticos para el abordaje de la lectura y la escritura con un enfoque constructivista social, en contraposición de una práctica educativa mecanicista y conductista que se viene dando en ambientes convencionales y no convencionales, favoreciendo el interés y exigencias de padres y representantes porque sus hijos(as) aprendan a leer y escribir a través de planas y lecturas fragmentadas.

    Es por ello, que el propósito de este fascículo es orientar las acciones mediadoras que contribuirán a que niños y niñas, cuenten con las capacidades y destrezas necesarias, para la continuidad de su proceso de construcción de la lengua escrita, cuando ingrese al primer grado, haciendo de él o ella un ser humano capaz de aprender durante toda la vida.

    ""Leer ayuda a vivir en plenitud, contribuye a hacer la vida mas hermosa, mas amplia, mas generosa "".

    " Luis Beltrán Prieto Figueroa "

    I. FUNCIÓN SOCIAL DEL LENGUAJE

    El lenguaje es uno de los logros fundamentales del género humano, su papel en la apropiación de la cultura e incorporación del individuo a la sociedad, constituye un instrumento clave del proceso educativo. Su esencia es expresar ideas, necesidades, experiencias y sentimientos por medio de la palabra hablada y escrita, los gestos, las actitudes y los comportamientos.

    Es precisamente a través del lenguaje que el niño y la niña se insertan en el mundo y se diferencian de él, ya que en su desarrollo van pasando de una función afectiva e individual, a cumplir una función eminentemente cognitiva y social. A través del lenguaje tanto oral como escrito, el niño y la niña pueden expresar sus sentimientos y explicar sus reacciones a los demás, conocer distintos puntos de vista y aprender valores y normas. También pueden dirigir y reorganizar su pensamiento, controlar su conducta, favoreciendo de esta manera un aprendizaje cada vez más consciente.

    El desarrollo del lenguaje se inicia en los primeros contactos de la madre con el/la bebé en su vientre; cuando le canta o le habla, éste(a) comienza a relacionar la palabra con situaciones placenteras. Una vez nacido(a) y durante sus primeros meses, comienza a producir una serie de sonidos expresivos y gestos, producto de sus interacciones con el entorno. Es por ello que progresivamente, en los primeros años de vida, el niño y la niña se comunican realizando juegos vocales, balbuceos, combinando sonidos en sucesión de sílabas y produciendo sus primeras palabras.

    La práctica del lenguaje en diversas situaciones y contextos, en sus manifestaciones verbales y no verbales, comienza a tener intencionalidad en los intercambios comunicativos; niños y niñas se van haciendo más activos (as), bajo la influencia cultural de su entorno, su vocabulario aumenta y su dominio avanza considerablemente. Hacen sus primeras relaciones de palabras, sonidos, nombres, estructurando de esta manera su lenguaje; por lo que se sostiene el lenguaje del niño y la niña es aprendido en un contexto social y cultural a través de las relaciones con adultos y niños(as).

    II. LA LECTURA Y LA ESCRITURA EN LA EDUCACIÓN INICIAL

    En la sociedad actual de manera permanente se observan, textos escritos, como: periódicos, revistas, libros, comiquitas, cuentos, envases de alimentos y de otros productos, propagandas en la calle y en la televisión. Los niños(as) establecen contacto permanente con este ambiente alfabetizador, no son indiferentes ante las escrituras que aparecen en todas partes, los ven, preguntan sobre ellos, observan cómo los adultos o hermanos(as) mayores leen o escriben; reflexionan sobre los material portadores de texto y construyen hipótesis en torno a ellos.

    Al respecto Goodman (1992) refiriéndose a las raíces del aprendizaje de la lectura y la escritura, argumenta que en una sociedad orientada hacia lo impreso sus miembros, independientemente del estrato de donde provengan, usan la lectura y escritura a diario desde temprana edad, interactúan con el significado de los textos escritos que encuentran en las etiquetas de los productos para la casa, la alimentación, los juguetes, en los carteles, otros. Es así como los niños y niñas comienzan a comprender las funciones particulares que la lectura y la escritura tienen en su grupo social tomando conciencia de que el lenguaje escrito presenta formas diferentes cuando sirve para funciones distintas, distinguen entre un programa televisivo, un anuncio en la calle o un cuento.

    En esta misma línea, Camps y Kauffman citadas por Gillanders (2001), sostienen que la adquisición de la lectura y la escritura se da a partir de los contextos en los que aparezca en forma evidente para niños y niñas el valor funcional de la lengua escrita.

    Por ello, en Educación Inicial se promueve esta relación con el mundo del lenguaje escrito, se continúa profundizando en su desarrollo de manera intencional desde que el niño y la niña ingresan a espacios educativos convencionales y no convencionales.

    Este proceso de aprendizaje se produce cuando los niños y las niñas avanzan de un escritura no convencional (palitos, bolitas, signos, líneas rectas y curvas, a una escritura cada vez más convencional. En la medida que se les permita hacerlo de manera natural y cometiendo errores, a través de estas acciones obtendrá sus propias experiencias y conocimientos acerca de lo escrito, confrontándolas con lo impreso y con las escrituras de otros. De allí que el/la docente como mediador (a) debe involucrarse en todas las actividades desarrolladas por niños y niñas, de esta forma servirá de modelo en estos procesos cuando realice actos de lectura y de escritura.

    III. DIDÁCTICA DE LA LECTURA Y LA ESCRITURA

    En estos últimos años los aportes de investigadores de la lingüística coinciden en señalar que los métodos utilizados para el abordaje de los procesos de lectura y escritura, no responden a la concepción que actualmente se tiene de los mismos, ni a la reconstrucción que hacen los niños y las niñas al plantearse hipótesis acerca de la naturaleza de los objetos que le rodean. (Linuesa, 1999). Muchos de ellos sostienen que la lectura y la escritura son procesos que se inician desde el hogar, mucho antes del ingreso a la Educación Inicial, a través de las interacciones con la familia, comunidad o vecindario.

    Igualmente rechazan la idea, del uso de un texto único, la práctica de ejercicios de apresto para la adquisición de habilidades y destrezas motoras para escribir; al igual que las tareas tediosas y sin sentido; no es la forma más adecuada y así lo expresan para que niños y niñas se apropien de este conocimiento.

    Los cambios en la concepción del aprendizaje de la lectura y la escritura se traducen en el "APRENDER HACIENDO", proceso activo, inteligente, de resolución de problemas por parte del o la que aprende.

    El aprendizaje de la lectura y la escritura se logra a través del contacto con materiales variados tales como: cuentos, periódicos, fotos, libros de recetas, diccionarios, y con la práctica social en forma activa, en situaciones reales significativas, en un entorno informal y lúdico que favorezca la exploración, experimentación, la comunicación y los intercambios de saberes con sus pares y adultos.

    Los niños y las niñas al tener contacto activo con los materiales que les ofrece el entorno, y al enfrentarse a diversos y variados géneros, comienzan a explorar, expresar emociones y sensaciones; a partir de esta experiencia toman conciencia y construyen nuevos saberes, esta exploración les permite apropiarse del lenguaje, en forma creativa. El niño y la niña que aún no leen ni escriben de manera convencional, en su interacción con los textos, observan la presencia de tipos de letras, longitud de las palabras, letras mayúsculas y minúsculas, símbolos, otros.

    Los símbolos o signos observados, por su diversidad, son portadores de información, ya que el niño y la niña van descubriendo de que se trata (una carta, un cuento, una revista, una receta, otros). Ante esta diversidad formulan hipótesis sobre la propiedad del texto, lo cual van verificando en la medida que se apropian de la lectura y la escritura convencional.

    Otro elemento primordial de la interacción con los textos son las imágenes, los/las niños(as) en un principio, anticipan para comentar con otros lo que están leyendo o conversan con los/las compañeros(as) o adultos intercambiando con éstos(as) acerca del texto que encontraron.

    Por estas razones, los/las docentes de Educación Inicial tendrán la responsabilidad de crear situaciones que permitan al niño (a) apropiarse de la lectura y escritura, desarrollar su capacidad comunicativa, con la finalidad de propiciar el inicio de estos procesos con disfrute, interés, curiosidad y de manera constructiva.

    Los niños y niñas como seres activos, necesitan de la mediación del adulto para favorecer sus intercambios orales, en un clima de confianza, de respeto, que sea receptivo de sus experiencias propias, de su cultura, de su lenguaje y que cree situaciones de aprendizaje acordes con su entorno real.

    Los adultos que acompañan los procesos de lectura y escritura deben tener presente que el niño y la niña tienen que ser tratados desde temprana edad como lectores y escritores, aunque todavía no lo hagan de manera convencional. A través de sus acciones y la presentación de situaciones problemáticas, el y ella se apropian de estos conocimientos; en algunos casos aprenden a leer y escribir en situaciones concretas, ante la presencia de verdaderos ambientes comunicativos, donde se realicen actos de conversación, de lectura y escritura; así como también, a través de la práctica e intercambios sociales del lenguaje y en sus diversas expresiones de comunicación (gestual, oral, escrita, gráfica).

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