Puede que este mismo proceso haya tenido lugar con relación a ciertos insectos que han resultado inmunes a venenos que se han empleado contra ellos. O los venenos mataron a los insectos contra los cuales se usaron, o no fueron eficaces. Los insectos que fueron matados no podían desarrollar resistencia, puesto que estaban muertos. La supervivencia de otros pudiera significar que habían sido inmunes desde el principio. Tal inmunidad es un factor genético que aparece en unos insectos y no en otros. Sea como sea, los insectos siguieron siendo insectos del mismo tipo o género. No estaban evolucionando para llegar a ser otra clase de organismo.
[La sagrada escritura indica que los seres vivos fueron creados] "según sus géneros". El mensaje, una vez más confirmado por las mutaciones, es la fórmula del capítulo 1 de Génesis: Los organismos vivos se reproducen sólo "según sus géneros". La razón para esto es que el código genético impide que una planta o un animal se aleje demasiado de la condición media. Puede haber gran variedad (como se puede ver, por ejemplo, entre los humanos, entre los gatos y entre los perros), pero no tanta que una forma de vida pudiera transformarse en otra. Todo experimento que se ha conducido con mutaciones prueba esto. También está probada la ley de biogénesis, que significa que la vida viene sólo de vida preexistente, y que el organismo progenitor y su prole son del mismo tipo o "género".
Los experimentos de crianza también confirman esto. Los científicos han tratado de seguir cambiando indefinidamente a varios animales y plantas mediante el entrecruzamiento. Han deseado ver si, con el tiempo, pudieran desarrollar nuevos organismos. ¿Y qué resultado ha habido? On Call (De guardia) informa: "Lo que usualmente descubren los criadores es que tras de unas cuantas generaciones se alcanza un punto óptimo después del cual es imposible lograr mejora, y no se han formado nuevas especies […] Por tanto, parecería que los procedimientos de cría refutan la evolución, más bien que apoyarla".
Más o menos lo mismo se dice en la revista Science: "Las especies sí tienen la capacidad de experimentar modificaciones menores en sus características físicas y de otras índoles, pero esto es limitado, y si se trabaja con una perspectiva de más tiempo, este hecho se refleja en una oscilación alrededor de un medio [o promedio]". Por tanto, lo que los organismos vivos heredan no es la posibilidad de cambio continuo, sino, más bien 1) estabilidad y 2) alcances limitados de variación.
Por eso, el libro Molecules to Living Cells (De moléculas a células vivas) declara: "Las células de una zanahoria o del hígado de un ratón retienen consecuentemente sus identidades respectivas de tejido y de organismo después de incontables ciclos de reproducción". Y Symbiosis in Cell Evolution (La simbiosis en la evolución celular) dice: "Toda vida […] se reproduce con increíble fidelidad". Scientific American también declara: "Los organismos vivos manifiestan enorme diversidad de forma, pero la forma es notablemente constante dentro de cualquier línea dada de descendencia: los cerdos siguen siendo cerdos y los robles siguen siendo robles generación tras generación". Y un escritor sobre asuntos científicos comentó: "Los rosales siempre florecen con rosas, nunca con camelias. Y las cabras tienen cabritos, nunca corderos". Llegó a la conclusión de que las mutaciones "no pueden dar cuenta de la evolución en general… de por qué hay peces, reptiles, aves y mamíferos".
El asunto de la variación dentro de un mismo género o tipo de organismo explica algo que ejerció influencia en el pensamiento original de Darwin acerca de la evolución. Cuando él se halló en las islas Galápagos, observó cierto tipo de pájaro llamado pinzón. Estas aves procedían del mismo antepasado común hallado en el continente sudamericano, de donde aparentemente habían emigrado. Pero había diferencias curiosas, tales como respecto a la forma de sus picos. Darwin interpretó esto como evolución en progreso. Pero esto en realidad no era nada sino otro ejemplo de variedad dentro de una clase o género de animal, algo permitido por la composición genética de la criatura. Los pinzones todavía eran pinzones. No se estaban convirtiendo en otra forma de animal, y nunca lo harían.
Así, lo que Génesis dice está en plena armonía con la realidad científica. Cuando uno planta semillas, éstas producen sólo "según sus géneros", de modo que uno puede sembrar un jardín con confianza en lo seguro de esa ley. Cuando los gatos tienen cría, su prole consiste siempre en gatos. Cuando los humanos llegan a ser padres, sus hijos son siempre humanos. Hay variación en color, tamaño y forma, pero siempre dentro de los límites del género de organismo. ¿Ha visto usted alguna vez, personalmente, un caso que no fuera así? Tampoco lo ha visto ninguna otra persona.
No [hay] base para [la] evolución. La conclusión es clara. Ninguna cantidad de cambio genético accidental puede hacer que un género de organismo vivo se convierta en otro. Como dijo una vez el biólogo francés Jean Rostand: "No; decididamente no puedo obligarme a pensar que estos "deslices" en la herencia hayan podido, ni con la cooperación de la selección natural, ni con la ventaja de los inmensos espacios de tiempo durante los cuales la evolución trabaja en la vida, edificar el mundo entero, con su prodigalidad estructural y sus refinamientos, sus asombrosas "adaptaciones"".
De manera similar, el genetista C. H. Waddington declaró lo siguiente en cuanto a la creencia respecto a las mutaciones: "Ésta en realidad es la teoría de que si uno empieza con cualesquiera catorce líneas de inglés coherente y va cambiando eso letra por letra, reteniendo sólo lo que todavía tiene sentido, con el tiempo termina teniendo uno de los sonetos de Shakespeare. […] eso me parece una lógica de tipo lunático, y creo que deberíamos poder razonar mejor".
La verdad es como lo que declaró el profesor John Moore: "Después de examen y análisis riguroso, cualquier afirmación dogmática […] de que las mutaciones genéticas son la materia prima para cualquier proceso evolutivo que implique selección natural es expresar un mito".
¿Cuál [explicación] encaja con los hechos? Después de leer [lo anterior], es apropiado preguntar: ¿Cuál de los dos conceptos encaja bien con los hechos?, ¿el de evolución, o el de creación?… Cuando comparamos lo que se ha hallado en el mundo real con lo que por la evolución se predeciría y con lo que por la creación se predeciría, ¿no se manifiesta claramente cuál modelo encaja con los hechos, y cuál está en conflicto con ellos? La prueba que sale del mundo de los organismos vivos que nos rodea, y del registro fósil de organismos que vivieron hace mucho tiempo, da testimonio a favor de la misma conclusión: La vida fue creada; no evolucionó.
No; la vida no comenzó en alguna desconocida "sopa" de tiempos primitivos. Los humanos no llegaron a existir mediante antecesores simiescos. En vez de eso, los organismos vivos fueron creados en abundancia como tipos familiares distintos unos de otros. Cada uno podía multiplicarse con gran variedad dentro de su propio tipo de organismo o "género", pero no podía cruzar el límite que separaba a los diferentes géneros. Ese límite, como se puede observar claramente en los organismos vivos, es mantenido en vigor por la esterilidad. Y la distinción entre los géneros está protegida por la singular maquinaria genética de cada uno. Sin embargo, muchas otras cosas dan testimonio de la existencia de un Creador además de sólo el que los hechos encajen con las predicciones del modelo de la creación. Considere los diseños y complejidades asombrosos que se hallan en la Tierra, sí, por todo el universo. Estos, también, dan testimonio de la existencia de una Inteligencia Suprema».
Al no avalar a la teoría evolucionista, las mutaciones tampoco prestan sostén al árbol filogenético.
Pues, como ya se ha comentado, dicho árbol asienta sus fundamentos o premisas en la teoría evolutiva.
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