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La eutanasia y el aborto desde el principio bioético (página 2)


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Los principios atributivos con que contamos son aquellos que parten de las relaciones de la vida humana (o de la persona humana) con otras personas en general, y con el grupo de referencia en particular. Quienes justifican el aborto, por ejemplo, en el supuesto de que el desarrollo del feto ponga en peligro la vida de la madre, están de hecho situados en una perspectiva atributiva, la que relaciona, por enfrentamiento dialéctico, la vida de la madre con la del hijo. Se planteará entonces la cuestión del aborto en el contexto de la lucha por la vida, de la «defensa propia», &c., en el supuesto de que sea preciso elegir entre la vida de la madre y la vida del feto. Desde esta perspectiva caben, sin embargo, dos resoluciones totalmente enfrentadas: la de quienes optan por la vida del feto, en cuanto persona más débil y desprotegida -al menos en la etapa anterior a una ley del aborto que le protegiera- o los que optan por la vida de la madre en cuanto actualmente es una vida más valiosa que la de una simple promesa o la de una vida potencial. Más en general, la de quienes saludan con gozo a los futuros organismos que renuevan la vida y la de quienes ven en ellos advenedizos invasores que entran en competencia con la suya propia. Y esta diferencia de perspectiva no obedece únicamente a motivos psicológicos: en una sociedad que dispone, por conquista o por cualquier otro motivo, de tierras cultivables abundantes, de mares o ríos explotables, la venida de los hijos será percibida como una bendición de Dios, que envía nuevos brazos para trabajar; en una sociedad adaptada a unas tierras pobres, sin futuro, los hijos que llegan y, sobre todo las hijas, serán bioéticamente percibidos como enemigos, cuyo avance será preciso frenar mediante procedimientos tan expeditivos como pueda serlo el infanticidio de las hembras («diez varones y una mujer, un hijo al año; diez mujeres y un varón, diez hijos al año»).

La perspectiva materialista, en tanto que subraya la pluralidad en la estructura de cualquier tipo de materia, se inclinará abiertamente por los principios que tengan un significado atributivo. Por ejemplo, rechazará la concepción del embrión (o del feto) como «parte exclusiva del cuerpo de la madre» (como si la vida del embrión o del feto no hubiera requerido también el concurso del varón, y como si esa vida no interesase también al grupo, por ejemplo, a través del derecho de herencia o de cualquier otra circunstancia).

En cambio considerará secundaria la distinción entre estado potencial y estado actual de un organismo biológico humano (en virtud de la especificidad de su ADN, pongamos por caso), cuando el estado potencial se define de modo positivo. Y la razón es que un estado potencial, aunque sólo alcance su significado en función del acto ulterior, sin embargo, en un campo biológico, y en particular humano, en el cual las fases del desarrollo de los organismos han de considerarse como momentos internos ontogenéticos del propio organismo, los estados potenciales antecedentes alcanzan una realidad por lo menos del mismo rango que los estados posteriores. Sólo mediante la atención a las crías, a los embriones, &c., es posible el curso de la vida; de otro modo, crías o embriones son sin duda tratados, desde una perspectiva proléptica, como seres potenciales; pero la perspectiva proléptica es tal que ha de contar con la realidad futura actual; que es la que confiere sentido, por lo que es impertinente la apelación a su estado potencial. A veces se argumenta alegando la probabilidad de que un embrión sea potencialmente un genio, por lo que habría que protegerlo aún más que a un adulto sea persona en acto, pero no genial. Tan solo puede comenzar a ser pertinente la consideración del estado potencial del embrión desde una perspectiva negativa o limitativa, a saber, cuando se cree saber con certeza que un embrión malformado tiene limitadas sus potencialidades.

Desde estas coordenadas, la decisión acerca de la viabilidad bioética de un aborto, no se harán depender de principios solemnes que, aunque tengan que ver con la «dignidad de la vida», o de la «persona» que va a nacer, o con la presencia o ausencia en su organismo de un alma espiritual, sean meramente declarativos, sino que se hará depender de principios que tienen que ver con el conflicto dialéctico entre las personas vivientes, con los principios de la lucha por la vida, ya se encuentren los contendientes en estado potencial o en estado actual. Conflictos dialécticos que se plantean sin menoscabo de la dignidad (cuando alguien, en defensa propia, no se detiene a matar a su agresor, no ha esperado a que el agresor haya perdido su dignidad; aun reconociéndola, la vida que la soporta será un objetivo de nuestra pistola o de nuestro puñal).

En líneas generales, el aborto quedará bioéticamente justificado (en nombre de la misma vida humana) en todas aquellas situaciones en las cuales la continuidad del embrión ponga en peligro la continuidad de la vida de la madre o la del grupo social (en general: el control de la natalidad, que incluye la destrucción de los bancos de gametos que puedan existir). Nos encontramos entonces en el conflicto entre la generosidad y la firmeza, como virtudes éticas fundamentales. La generosidad ante el embrión indefenso (en función de su futuro) cederá ante la firmeza debida a la madre; si esta firmeza está comprometida por el embarazo, sea a través de la misma vida orgánica, sea a través de la vida ulterior (por ejemplo si el feto está malformado o si es fruto de una violación de la que pueda asegurarse que dará lugar a la presencia en el hijo de rasgos fenotípicos indeseables del padre).

Cuando una madre ve comprometida su vida por el hijo que depende de ella, lo abortará «bioéticamente» no porque sea parte de su cuerpo, ni porque no tenga aún la dignidad de persona, sino simplemente porque es su enemigo en la lucha por la vida (otra cosa es que lo sea realmente). Mutatis mutandis daremos análogos juicios en lo que concierne al control de la natalidad. Si una proliferación excesiva de embriones pusiera en peligro no ya la vida de las madres, sino la vida del grupo social, este tendría que defenderse de sus futuros competidores en nombre de su propia vida.

En cualquier caso, desde los principios del materialismo bioético, cabe derivar un juicio condenatorio contra la práctica incondicional del aborto de embriones o de fetos bien formados, fundada en la simple premisa de no haber sido deseado el embarazo». Quien sostiene haber partido de esta premisa, debiera también haber conocido los procedimientos de control de la natalidad de los cuales nuestro presente dispone; y el no haberlos utilizado implicará en principio una gran negligencia, de efectos potenciales o actuales muy graves (riesgo de la vida, despilfarro de quirófanos, atenciones hospitalarias, &c.) que habría que imputar a la madre que propició el aborto y que, en consecuencia, debería compensar con una pena proporcionada (fuerte multa, prisión, &c.) al ordenamiento jurídico.

Desarrollo

El aborto provocado es, probablemente, el método más antiguo y polémico de regulación de la fecundidad. No existe otro procedimiento quirúrgico electivo que haya sido tan debatido, haya generado tanta controversia emocional y ética, y que haya recibido tanta y tan constante atención pública a través del tiempo. En casi todo el mundo, mujeres de diversos sectores sociales, han recurrido al aborto, independientemente del código legal, las sanciones religiosas y los peligros que representa el aborto para la salud..

Poco se sabe sobre la práctica del aborto en la América precolombina. Sin embargo, gran número de mujeres que han decidido interrumpir su embarazo utilizan medicinas tradicionales —de dudosa eficacia— cuyo origen se remonta

a la época prehispánica. Existen evidencias de que en el siglo XVI las mujeres recurrían ocasionalmente al aborto provocado, sin embargo, es poco probable que esa práctica fuera considerada un fenómeno de importancia.

La estricta prohibición del aborto en España, el pronunciamiento de la iglesia católica, las pobres condiciones sociales, la elevada tasa de mortalidad, la escasez de mano de obra, los grandes territorios despoblados, aunque potencialmente productivos, fueron factores que hicieron que en los códigos penales de los países recién independizados se determinara que el aborto provocado era un crimen punible, con el encarcelamiento de quienes practicaran el aborto. Después de la fundación de la Asociación Médica Americana en 1847, se iniciaron movimientos organizados para profesionalizar la enseñanza médica y consecutivamente se incluyeron campañas contra el aborto. Gradualmente, se aceptó el concepto de que la interrupción del embarazo en cualquier momento era un crimen por lo que en 1900, el aborto se declaró ilegal en todas las colonias norteamericanas. A partir de 1920 algunos países liberalizaron las leyes del aborto. En los últimos años alrededor de 50 países han legislado a favor del aborto, cifra que representa aproximadamente el 76% de la población mundial. Así, alrededor de 980 millones de mujeres en edad fértil en el mundo están en posibilidad de optar por el aborto legalizado en diferentes condiciones.

Las situaciones que han llevado a defender el derecho a abortar son:

. Si el embarazo es producto de una violación.

. Si el nacimiento de otro niño pudiese exacerbar desequilibrios en el entorno familiar, estar insertos en un contexto social irregular, madre soltera, alcoholismo o drogas: aborto por indicación social.

. Si el embarazo causara sufrimiento o patología a la mujer, o si el conceptus presentara malformaciones tan severas que su vida fuera anormalmente breve o penosamente discapacitante: aborto terapéutico.

. Si el embarazo no es deseado y está en fases iniciales: derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.

. Consideraciones de medicina preventiva y de orden demográfico.

Durante los últimos 40 años han ocurrido una serie de cambios socioculturales en todo el mundo que necesariamente han influido en el pensamiento del ser humano con respecto al aborto. La legislación del aborto en el mundo fue enfocada en forma restrictiva hasta el primer cuarto del siglo XX; tal vez un ejemplo de esta afirmación es la legislación francesa que en 1939 castigaba el aborto con la guillotina. 4.

En Cuba, el aborto es legal desde 1965 por razones sociales, socio-médicas, de salud de la mujer, violación, incesto e indicaciones fetales. Las diferencias en el desarrollo histórico, cultural e ideológico, han producido legislaciones muy

variadas; por ejemplo en 1920 la antigua Unión Soviética se convirtió en el primer país del mundo en legalizar el aborto, practicado en el hospital por solicitud de la madre, durante el primer trimestre del embarazo; sin embargo en 1936 pasó a ser una ofensa criminal. En Islandia, Dinamarca y Suecia, los conceptos médico-sociales y socioeconómicos –como razón para practicar el aborto— se expusieron por primera vez durante el decenio de los años treinta.5.

En los pocos más de 50 años transcurridos, desde que Japón adoptó la Ley de Protección Eugenésica en 1948, permitiendo la práctica del aborto por una amplia variedad de razones, las legislaciones sobre el aborto se han flexibilizado en la mayor parte del mundo. Hacia junio de 1990 en el ámbito mundial la situación del aborto legal variaba entre la completa prohibición y el procedimiento electivo. Las estimaciones indican que el 63% de los aproximadamente seis mil millones de habitantes del mundo, viven en países donde la interrupción del embarazo por personas no capacitadas, han sido reemplazadas por el aborto legal, practicado por personal capacitado en hospitales, clínicas y a un costo relativamente bajo. Muchos embarazos no deseados se resuelven en abortos.

Alrededor de 50 millones de abortos son realizados cada año en el mundo. En países en desarrollo muchos embarazos se efectúan clandestinamente o en condiciones inseguras; el estimado anual de abortos inseguros en el mundo es de 21 millones. Al menos 180 mujeres

mueren diariamente por abortos inseguros.

Cuba, clasifica entre los países que notifican actualmente tasas más altas de abortos legales. Con la práctica de la medicina familiar y cumpliendo con el programa materno infantil —en Cuba— se enfatiza el trabajo sistemático en las mujeres en edad fértil con el objetivo de ofrecer un control periódico en esta etapa de la vida. Aunque en nuestro país el aborto es legal, siempre se han tenido en cuenta los riesgos que la práctica del aborto puede ocasionar en las pacientes.

Los médicos deben colaborar en la preparación, la supervisión y evaluación de actividades para la regulación de la fecundidad (planificación familiar) e influir en la conducta que se siga al respecto en su comunidad. El participar en la educación y entrenamiento del personal de salud dedicado a estas tareas son una tarea ineludible de los médicos de familia.

Problemática del adolescente

Es difícil de conocer con exactitud la problemática real de los abortos en la adolescencia en nuestra región, ya que en la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños este proceder es ilegal o tiene serias restricciones, por lo que se realizan gran cantidad de abortos ilegales que dificultan una recolección fidedigna de estos datos. Sólo Cuba, Puerto Rico, Canadá y los Estados Unidos cuentan con estadísticas confiables, ya que el aborto es un proceder no penalizado. Pese a las prohibiciones, en América Latina se estiman en varios millones el número de mujeres que abortan ilegalmente. Sin embargo, no hay forma de medir exactamente la prevalencia del aborto ilegal, y mucho menos conocer qué proporción de éstos ocurre en adolescentes.

En los países de Latinoamérica se estima que la proporción total de las adolescentes que abortan es igual a la proporción de las que tienen hijos. En Cuba, uno de cada cuatro abortos tiene lugar en mujeres menores de veinte años (Peláez, 1997a y 2003; Peláez et al., 1999), proporción similar a la de todos los nacimientos vivos que ocurren entre las adolescentes. En Brasil, Colombia y Perú se reporta que una de cada diez mujeres que ingresan con una complicación de aborto ilegal es adolescente; en comparación, uno de cada siete nacimientos se produce de madres adolescentes. Estudios estadísticos que toman en cuenta datos indirectos, consideran que en Latinoamérica se produce cada año alrededor de un millón de abortos en mujeres menores de veinte años (Peláez, 2003; Ruoti, 1997).

Por último, queremos comentar que en la adolescencia hay un elemento que incrementa las posibilidades de complicaciones relacionadas con el aborto: la mayor frecuencia de solicitud del mismo en un período avanzado del embarazo. Esto pude relacionarse con que, por su corta edad, poseen poca experiencia para reconocer los síntomas del embarazo, con la renuencia a aceptar la realidad de su situación, la ambivalencia respecto al embarazo, la ignorancia respecto a dónde acudir para obtener orientación y ayuda, y la vacilación en confiar en los adultos. Se describe incluso que durante la crisis de identidad del adolescente, los jóvenes presentan con relativa frecuencia rechazo a los padres, los desidealizan y por lo general se apoyan en sus grupos de pares, lo que dificulta la comunicación y la solicitud de ayuda al sospechar un embarazo. En los países donde el aborto es ilegal, estos factores tienen más fuerza y retrasan aún más el momento en que las adolescentes deciden interrumpir el embarazo.

Morbimortalidad del aborto

La morbimortalidad relacionada con el aborto, impacta mayormente en la salud materna. Las opciones más efectivas para la disminución de esta morbimortalidad están dadas por la prevención de los embarazos no deseados, que se logra a través del desarrollo del acceso a la información y servicios de planificación familiar, así como por la disponibilidad de servicios en los que se practique el aborto en las mejores condiciones y con poco tiempo de embarazo.

En los países en que el acceso al aborto se halla restringido, este proceder es efectuado mayoritariamente por personal no entrenado y en condiciones antihigiénicas que explican los motivos de sus complicaciones, que constituyen la causa de al menos 20 % de las muertes maternas. Se estima que un tercio de todas las muertes maternas ocurridas en Bolivia entre 1971 y 1988 se relacionaron con el aborto; en Bangladesh, un cuarto de todas las muertes maternas se asociaron también a este proceder (Kapil, Ginneken y Razzaque, 2005). En el mundo se realizan entre cincuenta a sesenta millones de abortos cada año; de éstos, más de la mitad tienen lugar en los países en desarrollo y se realizan en su gran mayoría en condiciones inseguras. De aquí se desprende que de los veinticinco a cuarenta millones de abortos que se realizan en los países en desarrollo, alrededor de las dos terceras partes son ilegales o por lo menos tienen lugar fuera de las unidades de los sistemas de salud (Fondo de Población, 2005a y 2005b; Peláez, 2003).

Las complicaciones asociadas con el aborto son más frecuentes cuando éste se realiza en condiciones de riesgo (ilegales). Estas complicaciones pueden clasificarse en tres categorías.

. Heridas causadas por el procedimiento: incluyen la perforación uterina, así como las heridas a otros órganos internos, laceraciones cervicales y hemorragia.

. Infecciones y pérdida de sangre: asociadas al aborto incompleto, así como a la introducción de bacterias dentro de la cavidad uterina durante el proceder del aborto, lo que se reporta con más frecuencia cuando el aborto no se realiza por personal entrenado.

. Complicaciones asociadas al proceder anestésico: En no pocas ocasiones el útero lesionado debe ser extirpado; para quienes sobreviven las complicaciones de un aborto, se presenta entonces toda una serie de afecciones a mediano y largo plazo, entre las que se destacan una mayor incidencia de embarazo ectópico, infección pélvica crónica e infertilidad.

Papel de la familia en la génesis del aborto

Para nadie es un secreto que el hecho de haber tenido padres adolescentes y, sobre todo, haber nacido de una mujer adolescente, constituye un elemento o factor de riesgo elevado de iniciación sexual precoz y de embarazo a edades tempranas. El aborto no escapa de estos riesgos, lo que coincide con varios estudios revisados en los que alrededor de 34 % de las adolescentes que abortan tienen el antecedente de haber nacido de una pareja de adolescentes, y más de 51 % son hijas de madres adolescentes.

Otro aspecto que pone de manifiesto la influencia de la familia en la génesis del aborto, está dado por la alta frecuencia de hijos de padres divorciados encontrada entre las adolescentes que abortan. Otros factores que se reportan con elevada frecuencia en las adolescentes que solicitan un aborto, son el no convivir con sus dos padres, e incluso con ninguno, al igual que la disfunción familiar, el inicio sexual precoz y la desorientación en aspectos relativos a la sexualidad. Todas estas características están estrechamente relacionadas con el fenómeno «aborto» durante la adolescencia.

Otro elemento de interés identificado por diversos autores es el rechazo de las adolescentes a acudir a los padres ante la sospecha de estar embarazadas, lo que pone de manifiesto las malas relaciones entre los jóvenes y sus progenitores. Este hecho se comporta como factor de riesgo adicional para la solicitud tardía de la interrupción, ya que en muchas ocasiones acuden a sus pares en busca de orientación, quienes en la mayoría de los casos son también adolescentes con similares temores, tabúes y falta de información, por lo que resultan de poca ayuda.

Conclusiones

La aparición de la Bioética como expresión de la necesidad de enriquecer estas concepciones a la luz de las nuevas condiciones históricas donde el desarrollo científico-técnico, en el marco de un mundo preñado de contradicciones y conflictos, es utilizado en muchos casos en contra de los intereses de la humanidad, poniendo en peligro la propia existencia del hombre.

El aborto es, probablemente, el método más antiguo y polémico que haya generado tanta controversia emocional y ética, y que haya recibido tanta y tan constante atención pública a través del tiempo, este ofrece un «escenario» significativo para hacer jugar los principios bioéticos,.

El aborto en la adolescencia constituye un elemento fundamental que afecta la salud reproductiva de este sector de la sociedad, el cual trae grandes afectaciones desde el punto de vista biosicosocial y donde la familia juega un papel importante en la génesis del mismo.

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Autoras:

Lic. Ana Margarita Escobar Vázquez

Dra. Mercy Perera Martínez

Cuba, 2009

Partes: 1, 2
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