- Siglo XVIII mundial
- Siglo XVIII en el Perú
- La Sociedad amantes del país y el Mercurio peruano
- Discusión o comparación de ideas
- Bibliografía
- Conclusiones
¿QUE SIGNIFICA EL SIGLO XVIII?
El siglo XVIII, es el nacimiento de ideas y el deseo de voluntad por ser aplicados al país colonizado con la finalidad de levantamiento en su desarrollo.
Tiempo donde marca fin del gobierno de Carlos II y la reformas borbónicas hacia España, como también el tiempo que duro la guerra de sucesión española y los países que pensaron tener su dominio .La esencia de personajes ilustrados que ayudaron en esa época para que todo el proceso u estructura que se tenía como iniciativa llevarla a cabo y poder dejar todo lo negativo de las articulaciones que en ese entonces existían del país.
En esta investigación también damos a conocer parte de los sucesos económicos- sociales que se desarrollaron y como eran las formas políticas de gobierno déspota que se aplicaban; como también se dice que marca fin los términos de la revolución Francesa y La revolución Inglesa que como países dominantes y cuya base era poder dar a conocer todo sus ideas a los países bajo su denominación todo lo aquello que a ellos les ayudo a poder gobernar en este siglo.
Siglo XVIII, en el Perú nace por el surgimiento de u grupo político que no dudo en formar una sociedad bajo sus reglamentos respectivos , teniendo como escudo la formación de el periódico"EL MERCURIO PERUANO",leido por el país colonial España y a países de América .
En el MECURIO PEUANO se dan a conocer todos los sucesos que se daban en el otro mundo y las ideas de que nacen como revolución y de como el país debería de aplicarlas.
En la presente damos a conocer el desarrollo de todo lo que se tomo en cuenta para esta investigación y desarrollo del trabajo.
1.1 LA ILUSTRACION
Es la salida del hombre de su auto culpable minoría de edad .La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro. Uno mismo es el culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por si mismo de el sin la guía de otro.
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1.2 CARACTERISTICAS
Racionalismo: la razón se considera la única base del saber. Este hecho favorecerá el desarrollo del pensamiento científico.
Empirismo: frente a cualquier forma de imposición intelectual que pretendiera estar en posesión de la verdad, los ilustrados contrapusieron su fe en la experimentación para poder conocer el mundo y conseguir el progreso.
Criticismo: el ilustrado aspira a someter a crítica racional todo el conocimiento anterior.
Deseo de conocimiento: el ilustrado siente un enorme deseo de conocer por completo el mundo donde habita, de iluminarlo (de ahí el nombre de Ilustración), pero también siente la necesidad de dar a conocer lo aprendido. Esto último explica la aparición de uno de los grandes proyectos de la época: la Enciclopedia Francesa.
Utopismo: se cree que la aplicación de la razón a todos los aspectos de la vida humana permitirá una mejora constante de la sociedad y un progreso económico y cultural ilimitado.
Progreso y felicidad: Deriva y es la causa del carácter anterior. El ilustrado a lo que aspira como objetivo prioritario es a conseguir la felicidad en este mundo.
Reformismo: para lograr el objetivo de conseguir el progreso del ser humano, los ilustrados proponen modernizar la sociedad mediante lentas reformas que serán llevadas a cabo por reyes y gobiernos de carácter absolutista.
Este movimiento se extiende por la totalidad del Siglo XVIII y penetra en el XIX. Como parece lógico, en él pueden establecerse una serie de etapas:
1.3 ETAPAS DE LA ILUSTRACION
Reformismo
Durante la mayoría del Siglo XVIII se desarrolla el pensamiento ilustrado y se intenta la aplicación práctica de algunos de sus principios. Esto se hace de acuerdo con los poderes establecidos, prácticamente todos ellos de corte absolutista.
. En los últimos años del Siglo XVIII el panorama de la Ilustración cambia bastante. De momento aparece en el pensamiento europeo una mayor valoración de los sentimientos, incluso por encima de la razón. Por otro lado, muchos de los pensadores ilustrados del Siglo XVIII habían reflexionado sobre cuestiones políticas y sociales que se convertirán en la base de dos importantes movimientos revolucionarios: la Revolución Norteamericana y la Revolución Francesa. Estos movimientos se dice comúnmente que suponen el final de la Ilustración.
Cuando nos enfrentamos al Siglo XVIII español la primera operación que debemos acometer es el intento de establecer particiones o etapas en el mismo.
En primer lugar te propongo una periodización cronológica basada en el desarrollo de las ideas ilustradas en nuestro país. Según esto, debemos señalar tres momentos que se siguen cronológicamente.
1.4 La Ilustración en España
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De 1700 a 1758.
Al instaurarse la dinastía borbónica francesa se comienzan a introducir las ideas ilustradas, que en principio chocan con los gustos del público, fiel al estilo barroco.
De 1758 a 1788.
La llegada al trono de Carlos III y su gobierno impulsa la propagación de las ideas reformistas e ilustradas.
De 1789 a 1808.
Los acontecimientos de la Revolución Francesa traen como consecuencia un retroceso en las reformas ilustradas
1.5 LOS PAISES DE LA ILUSTRACION
La Ilustración fue un fenómeno cultural que se desarrolló a lo largo de toda la geografía europea y americana (en esta época bajo dominio de diferentes imperios coloniales europeos), afectando a la práctica totalidad de las parcelas sociales, políticas y culturales del mundo del siglo XVIII.
Es evidente que este movimiento no tuvo la misma importancia en todas las naciones europeas, comportándose algunas naciones como aportadoras constantes de nuevas ideas, mientras que otras se limitaban a seguir, de cerca o de lejos, las innovaciones que se iban produciendo en esos países. Si tuviésemos que establecer una clasificación de los países "más ilustrados", a la cabeza de la misma se encontrarían, por diversos motivos: Francia, Alemania e Inglaterra.
.GUERRA DE SUCESION ESPAÑOLA (1700-1713)
La muerte de Carlos II, último rey de España de la Casa de Habsburgo, después de una larga convalecencia, el 1 de noviembre de 1700 en Madrid, crea un grave conflicto sucesorio a falta de herederos directos. Un mes antes había firmado su testamento a favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y, en tanto que llegaba, ocupa la regencia el cardenal Portocarrero.
El 18 de febrero de 1701, después de pasar unos días en Irún esperando a que la reina Mariana de Newburgo, viuda de Carlos II, abandone la Corte, Felipe de Anjou llega a Madrid acompañado de una cohorte de súbditos franceses, agentes de Luis XIV. Su recibimiento es multitudinario: el entusiasmo se desborda en la Puerta de Alcalá, donde muchas personas mueren atropelladas, asfixiadas y pisoteadas. El monarca se dirige a Nuestra Señora de Atocha y desde allí al palacio del Buen Retiro. El apoteósico recibimiento popular se tornó en causa de conflicto debido al desencadenamiento de la guerra que enfrentó a la Casa Borbón con la rama imperial alemana de la Dinastía de los Austria.
La declaración de Luis XIV de que Felipe V, ya nombrado rey de España, conserva sus derechos a la Corona de Francia y el incumplimiento del Tratado de Partición por parte de Francia, provocan el resurgir de la gran alianza entre el Imperio, Holanda e Inglaterra en septiembre de 1701, dando pie a la declaración formal de guerra entre ambos bloques. Las primeras acciones militares fueron protagonizadas por la escuadra anglo-holandesa que, tras saquear los puertos gaditanos de Rota y Santa María el 15 de agosto de 1702, obliga a la flota de Indias a refugiarse en el puerto de Vigo.
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Animado por las victorias de sus aliados el archiduque Carlos de Austria, tras proclamarse rey de España en Viena, llega a la Península Ibérica y desembarca en Lisboa en mayo de 1704, donde es recibido como legítimo rey de España por Pedro II de Portugal, con el nombre de Carlos III. Recibe el apoyo de parte de la nobleza castellana y ofrece una amnistía a aquellos que abandonen la causa borbónica cuando él entre en territorio español. El avance de la flota aliada hacia el Estrecho de Gibraltar originó la pérdida del Peñón de Gibraltar el 2 de agosto de 1704: una escuadra anglo-holandesa compuesta por 100 barcos, 1.000 cañones y varios miles de soldados, desembarca en la plaza de Gibraltar, donde sólo debe enfrentarse a una pequeña guarnición militar. La oposición de los gibraltareños no es suficiente para su defensa y, tras un intenso bombardeo, el gobernador de la plaza, Salinas, presenta su capitulación a cambio de que se respetasen los bienes y la religión de sus habitantes. Una escuadra francesa integrada por 52 buques mayores y algunas galeras españolas bajo las órdenes del conde de Toulouse se enfrenta, sin éxito, a la escuadra anglo-holandesa del almirante Rocke, quien toma la plaza en nombre del archiduque Carlos el 3 de agosto de 1704.
Ante la marcha de las tropas aliadas, Barcelona proclama rey al archiduque Carlos: las tropas aliadas del Habsburgo al mando del conde de Peterborough y la sublevación popular obligan al virrey de Cataluña a capitular el 9 de octubre de 1705. A la capitulación de Barcelona sigue la de todo el Principado. A los pocos días y tras su entrada triunfal en Barcelona, el archiduque Carlos, es proclamado rey en esta ciudad el 7 de noviembre de 1705, jurando las leyes del Principado en las Cortes de Cataluña. Durante el verano anterior, Cataluña, tras haber firmado el Pacto de Génova con Inglaterra, se había comprometido a contribuir con 6.000 hombres para ayudar a tomar Barcelona, garantizando el apoyo de sus instituciones a la causa del archiduque Carlos de Austria a cambio del respeto a las libertades y privilegios catalanes. De igual manera, el archiduque es proclamado rey de España tras la llegada de las fuerzas anglo-portugués aliadas a Madrid, al mando del conde de Galloway y del marqués de las Minas, obligando a Felipe V y su Corte a abandonar la ciudad e instalarse en Fuencarral el 20 de junio de 1706. A los pocos días, las tropas del archiduque Carlos ocupan el Alcázar de la ciudad y numerosos nobles y funcionarios acceden a darle obediencia, proclamándole rey de España como Carlos III. La proclamación tiene lugar en un balcón de la Casa de la Panadería el 26 de junio de 1706. Los madrileños, fieles a Felipe V, reciben con poco entusiasmo este nombramiento, produciéndose enfrentamientos con las tropas aliadas. Inmediatamente, el archiduque reúne a los consejos y tribunales, mandando acuñar moneda con su nombre; empero, la ciudad de Madrid no le acepta: el 4 de agosto de 1706, partidarios de Felipe V entran en Madrid y se hacen dueños de la Villa. En la Plaza Mayor el archiduque es rechazado públicamente como rey de España.
La suerte militar se inclina a favor de las fuerzas felipistas, que el 25 de abril de 1707, al mando del duque de Berwick y del conde de Pinto, consiguen la victoria sobre las tropas aliadas de Carlos mandadas por lord Galloway, en Almansa. En la confrontación participan aproximadamente 25.000 hombres por bando y las bajas se cifran en unos 5.000 muertos. La derrota aliada es decisiva para el desarrollo de la guerra, porque permite a los felipistas acceder a los reinos de Valencia y Aragón, donde Felipe V decreta abolidos los fueros de Aragón e implanta los primeros Decretos de Nueva Planta el 29 de junio de 1707. Como reacción, las tropas anglo-holandesas aliadas del archiduque Carlos, al mando del general Stanhope, desembarcan en la isla y obligan a la capitulación de Menorca el 30 de mayo de 1708. Los ingleses incautan los bienes de los felipistas y permanecen en la isla durante casi todo el siglo XVIII.
La retirada de parte de las tropas francesas por orden de Luis XIV de Francia obliga a Felipe V a reorganizar el ejército español, gracias a la plata que ha llegado de los territorios americanos, quedando éstas bajo el mando del marqués de Villadarias y del propio rey. Estos cambios permitieron a los aliados del archiduque Carlos atacar desde Cataluña y derrotar a las tropas felipistas en Almenara el 13 de junio de 1710. Los borbónicos retroceden a Zaragoza, con lo que el camino hacia Madrid queda libre para los aliados, que aprovechan la ausencia de Felipe V (que había trasladado su Corte a Valladolid) y el 28 de septiembre de 1710 el archiduque entra en Madrid. Carlos, después de orar ante Nuestra Señora de Atocha, se dirige al Alcázar acompañado por 2.000 hombres a caballo. Las calles están desiertas y ante el frío recibimiento, muy contrariado, el archiduque decide volverse al llegar a la Puerta de Guadalajara y salir por la de Alcalá.
Desde Valladolid, Felipe V reorganiza su ejército con hombres procedentes de Extremadura, Andalucía y las dos Castillas a partir de octubre de 1710 e impide con esta acción que las tropas del archiduque se pongan en contacto con las aliadas, procedentes de Portugal.
Las decisivas victorias que los felipistas obtuvieron en Brihuega y Villaviciosa de Tajuña (diciembre de 1710), permiten a Felipe V preparar la campaña de Cataluña, único foco de resistencia antiborbónica en estos momentos. Con la colaboración de las tropas del duque de Noailles, que traspasan los Pirineos y penetran en el Principado, ponen sitio a la ciudad de Gerona que, finalmente, se rinde el 25 de enero de 1711 y con ella toda la provincia. La muerte del Emperador José I, hermano del archiduque, obliga al pretendiente Carlos a abandonar Barcelona el 27 de noviembre de 1711 para hacerse cargo del trono imperial alemán. A partir de entonces Felipe V no encuentra obstáculos para afianzarse como rey de España, pese a que el archiduque había dejado a su esposa, Isabel Cristina de Brunswick, como regente. Cataluña se resistió a reconocer al nuevo rey, pero el 9 de julio de 1713 los Brazos Generales de Cataluña, la Diputación, el Consejo de Ciento y el brazo militar deciden mantener la guerra contra Felipe V y el centralismo borbónico para defender las constituciones, privilegios y prerrogativas que durante tantas centurias han conservado los catalanes. Días después, el 13 de julio de 1713, tiene lugar la firma del tratado de Utrecht que puso definitivamente fin a la Guerra de Sucesión española. En éste tratado se llegó a los siguientes acuerdos:
– Felipe V es reconocido rey de España y de las colonias americanas, a condición de que las coronas española y francesa nunca puedan unirse.
– Los territorios europeos de la monarquía española pasan a Austria, mientras que Inglaterra obtiene Gibraltar y Menorca.
En definitiva, el tratado ratifica la entronización de los Borbones en España, pero rompe la integridad territorial, ya que Felipe V sólo es rey de los territorios propiamente españoles y de las Indias.
1.7) HECHOS ECONOMICOS-SOCIALES
Si Carlos I y Felipe II se ocuparon personalmente de los asuntos de Estado y del fortalecimiento de su autoridad, los monarcas del siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) delegaron sus funciones de gobierno en manos de validos (personas que gobernaban en nombre del rey por deseo de éste) que encaminaron la monarquía hacia una pérdida de poder y un desprestigio creciente.
En política exterior, el siglo XVI supuso el momento de máximo poder y hegemonía mundial; sin embargo, en el siglo XVII, tras la Guerra de los Treinta Años, España quedó relegada a un segundo plano internacional. A la crisis política se le añadió una profunda depresión económica y un notable descenso demográfico hasta 1680, fecha en la que comienzan a aparecer síntomas de recuperación.
Sólo en el plano cultural, la España del Barroco mantuvo y aumentó el nivel alcanzado durante el siglo XVI, lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro de las artes y las letras para la mayor parte de los siglos XVI y XVII.
1.7.1.- LA CRISIS DEL SIGLO XVII
1.71.1.- CRISIS DEMOGRÁFICA
Desde 1580 puede observarse un descenso del crecimiento demográfico, debido a diversos factores: las grandes epidemias de peste que afectaron a Europa y a España, la expulsión de los moriscos de 1609 que perjudicó sobre todo a Valencia y Aragón, la emigración a las Indias, crisis agraria y las continuas guerras.
El descenso demográfico no afectó por igual a todos los territorios peninsulares, viéndose más perjudicado el centro y sur peninsular; y, aunque a finales de siglo se habían recuperado los niveles de población de sus inicios, la distribución de ésta se había alterado: el interior se despobló en beneficio de la periferia y se produjo una reducción de la población urbana en favor de la rural.
1.7.1.2.- CRISIS ECONÓMICA
Desde el punto de vista económico, las principales dificultades se produjeron en Castilla. Las manifestaciones más claras de la depresión económica son:
- La caída de la producción agraria, debida a la disminución de la mano de obra campesina por el receso demográfico (guerras, peste y emigración) y a las malas cosechas. Además, teníamos el problema de las propiedades amortizadas (pertenecientes a instituciones religiosas y civiles, que no se podían comprar ni vender, dividir o modificar).
- La reducción de la ganadería ovina, en especial la trashumante de la Mesta.
- La crisis de la industria textil castellana que, tras su etapa de prosperidad en el siglo XVI, disminuye su producción, incapaz de competir con los tejidos fabricados en el extranjero.
- La drástica disminución de las cantidades de oro y plata que venían de América.
- Los apuros de la Hacienda del rey, que resuelve con emisiones de moneda de baja calidad.
1.7.1.3.- LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS
Las consecuencias de la crisis que conmocionó a la sociedad española del siglo XVII se dejaron sentir a nivel económico y social:
- Los grupos sociales relacionados con la producción fueron los más duramente atacados por la crisis (artesanos, campesinos y comerciantes), empujándoles a la mendicidad y a la delincuencia. Mientras que la riqueza se concentra en la alta nobleza.
- La depresión económica estuvo ligada a un reforzamiento del régimen señorial, que presiona sobre el campesinado. Los grupos más poderosos, que vivían de las rentas de la tierra, aguantaron mejor la crisis, lo que explica que el modelo de prestigio social en Castilla fuera el del noble que vivía de sus rentas.
- La escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus beneficios en tierras, e incluso en la adquisición de un título nobiliario
1.7.1.4.- LA RECUPERACIÓN DE FINALES DE SIGLO
La crisis demográfica y económica del siglo XVII se puede considerar finalizada hacia 1680. Se asiste a un aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que en el interior, y también se aprecia una lenta recuperación de la producción y el comercio.
Los territorios de la Corona de Aragón fueron los primeros en presentar signos de mejoría. En Cataluña la economía se vio estimulada por la exportación de vinos a Holanda e Inglaterra. Valencia asistió a la repoblación de las tierras que habían sido cultivadas por los moriscos expulsados en 1609, donde se introdujeron nuevos cultivos intensivos. Por otra parte, Castilla se recuperó más lentamente y de modo desigual, siendo el País Vasco el que antes relanza su economía basándose en la explotación de las minas de hierro y en la renovación de las actividades navales.
- REINADO DE FELIPE III (1598-1621)
Felipe III comenzó a reinar con una política de pacificación, tras el cansancio y desgaste económico de Castilla por las costosas guerras del siglo XVI. A nivel interno los hechos más destacados fueron la expulsión de los moriscos y la aparición de los validos.
1.7.2.1.- POLÍTICA INTERIOR
1.7.2.1.1.- EL GOBIERNO DE LOS VALIDOS
Felipe III inauguró la corriente política de delegar el ejercicio del poder en manos de un hombre de confianza, un valido o favorito, con el que el rey mantenía una estrecha relación de amistad, al conceder el control de la política al duque de Lerma. El valido carecía de cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un auténtico primer ministro y concentraba en sus manos los principales mecanismos del poder político del Estado.
La aparición de la figura del valido no se debió sólo al desinterés por el poder ni a la debilidad del carácter de los últimos Austrias, sino que intervinieron otros factores: como la creciente complejidad de las tareas del gobierno y la complicada maquinaria administrativa que hacía imposible que el monarca se ocupara personalmente de todos los asuntos.
El duque de Lerma aprovechó su posición para retirar a todas las personalidades relevantes y colocar a sus parientes y amigos en los principales cargos. Además, trasladó temporalmente la capital del reino de Madrid a Valladolid en 1600, donde permaneció seis años, hasta que retornó a Madrid tras el ofrecimiento de una importante suma de dinero por parte de su ayuntamiento.
La oposición al valido y a su abuso de poder llevó a Felipe III, en 1618, a prescindir de Lerma y sustituirlo por su hijo, el duque de Uceda, aunque con poderes mucho más recortados.
1.7.2.1.2.- PAZ CON FRANCIA
Se firmó un acuerdo de paz en 1598, pero seguiría la guerra subterránea de Francia: apoyando a los holandeses y dificultando las comunicaciones hispanas entre Flandes e Italia.
1.7.2.1.3- LA PAZ CON INGLATERRA
La Paz de Londres de 1604 puso término a una guerra concebida para evitar el apoyo inglés a los rebeldes holandeses, y que se había extendido a lo largo de veinte años.
El fracaso de una expedición española a las costas irlandesas en 1603 y la llegada al trono inglés ese mismo año del rey Jacobo I, tras la muerte de la reina Isabel, propició el fin de las hostilidades. Las negociaciones supusieron la concesión de facilidades al comercio inglés, a cambio de que cortara el suministro de armas a los holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el Atlántico.
1.7.2.1.4.- LA TREGUA DE LOS DOCE AÑOS (1609-1621)
Los holandeses se negaron a reconocer la soberanía del rey, quien envió los tercios españoles (cuerpos especializados de infantería, artillería y caballería) al frente de Ambrosio Spínola que tomaron la ciudad de Ostende. En respuesta, los holandeses destruyeron una flota española en Cádiz. La ruina financiera de la Corona (nueva quiebra o suspensión temporal de pagos a los acreedores en 1607, incluyendo al ejército), los intereses pacificistas de los burgueses holandeses y el cansancio de ambas partes obligó a firmar la Tregua de los Doce Años. Significaba el reconocimiento, aunque no se aceptara formalmente: pues el gobierno español no tenía intención de retirarse de Flandes y en 1616, ante la evidencia de que los regentes no tendrían descendencia, Felipe III se hizo jurar fidelidad. Finalmente la tregua no fue renovada en 1621, por considerar que beneficiaba claramente a Holanda: en ese período estuvo acosando económicamente a España constantemente (en Europa y las colonias).
1.7.3.- EL REINADO DE FELIPE IV (1621-1665)
Felipe IV fue un monarca muy preocupado por la cultura, que ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó el poder a su valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, que tenía los títulos de Conde de Olivares y duque de Sanlúcar la Mayor, cuyo programa político combinó la recuperación del prestigio de la monarquía hispánica con la reforma interior.
1.7.3.1.- LA POLÍTICA EXTERIOR: LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS
La política exterior de Felipe IV tiene como escenario principal la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El objetivo español era recuperar el poderío en Europa, lo que provocó el enfrentamiento con otras potencias como Francia, Holanda, Inglaterra y Suecia.
Esa guerra comienza como un conflicto alemán y religioso: los príncipes protestantes de Alemania se habían rebelado contra el emperador Fernando II, católico intransigente, de la dinastía de los Habsburgo. Pero ese conflicto local acabó siendo general, porque las naciones europeas se alinearon con uno u otro bando, buscando la hegemonía política.
La monarquía hispánica se implicó en la guerra por dos motivos: la defensa de la religión católica y el mantenimiento de la hegemonía de la casa de los Habsburgo a través de sus dos líneas emparentadas (la española y la austriaca). Pero tuvo que luchar en demasiados frentes de batalla: (hasta con Dinamarca y Suecia).
Debido a la Guerra de los Treinta Años se reanuda en 1621 el conflicto con Holanda. Animados por las victorias militares conseguidas en los primeros momentos de ese conflicto, los españoles inician una pugna por frenar el crecimiento económico y marítimo holandés, potenciado durante la Tregua de los Doce Años.
En una primera fase, la guerra fue terrestre con grandes éxitos de los tercios españoles, dirigidos por Ambrosio Spínola, quien tomó la ciudad de Breda en 1625. La segunda fase tuvo un carácter naval y comercial, en un intento por quebrar el poderío marítimo holandés.
En 1635 Luis XIII de Francia declara la guerra a España y manifiesta su apoyo a Holanda, basándose en la política agresiva española en Europa, que hace peligrar su integridad territorial. Aunque las primeras campañas resultaron favorables a los españoles, finalmente el esfuerzo resultó excesivo para las posibilidades de la monarquía española, y la derrota de Rocroi (1643) acabó con la fama de invencibles que tenían los tercios españoles.
Todo ello obligó a la firma de la Paz de Westfalia en 1648, por la que se reconocía la independencia de Holanda y se certificaba la pérdida de la hegemonía española en Europa.
La lucha contra Francia se prolongó algunos años más, pues Inglaterra apoyó a los galos. Hasta que se firma la Paz de los Pirineos en 1659, que sancionó el predominio de Francia en Europa, de Inglaterra y Holanda en el mar, y supuso la cesión española a Francia del Rosellón y la Cerdaña.
1.7.3.2- LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS Y ECONÓMICAS
Olivares planteó, a través de la Junta Grande de Reformación, estas propuestas:
- Reducción de oficios y empleos cortesanos, para recortar los excesivos gastos de la Corte.
- Protección de tipo mercantilista de las actividades artesanales y de comercio nacionales. Para lo que se hacen obras para hacer navegables los principales ríos (como el Tajo) y la supresión de aduanas.
- Creación de una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la banca extranjera. Los erarios actuarían como bancos concediendo préstamos a la Corona, que obtendría la ayuda de sus súbditos a través de sus depósitos en dinero.
- Medidas para aumentar la población, como las exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran número de hijos.
Las resistencias a estas nuevas reformas fueron múltiples en toda la monarquía. Hubo motines contra la nueva fiscalidad y las Cortes se negaron a aprobar la propuesta de creación de los erarios y la introducción de un sistema tributario nuevo y unitario.
1.7.4.- EL FINAL DE LA DINASTÍA: CARLOS II (1665-1700)
A la muerte de Felipe IV heredó el trono Carlos II, un monarca débil y enfermizo que sólo tenía cuatro años de edad; bajo la regencia de su madre, Mariana de Austria, durante 10 años. La regente depositó su confianza en el jesuita austriaco Everard Nithard, su confesor, que actuó como un verdadero valido. Éste fue sustituido por Fernando de Valenzuela y, ya con Carlos II, los hombres fuertes se sucedieron en el poder (don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa) en un clima creciente de inestabilidad política que se agudizó al final del reinado, cuando se planteó el problema sucesorio.
Durante el reinado de Carlos II, hacia 1680, se asiste a una recuperación demográfica y económica que pone fin a las crisis del siglo XVII.
1.7.4.1.- EL PROBLEMA SUCESORIO
Carlos II se casó dos veces, pero no tuvo descendencia en ninguna de ellas. Aunque su esterilidad parecía evidente, se le practicó un exorcismo, porque se pensó que podría estar hechizado. Ante la necesidad de elegir un sucesor para el trono español, se fueron perfilando dos candidatos:
- El archiduque Carlos de Austria, de la línea austriaca de los Habsburgo.
- Felipe de Anjou, de la casa de Borbón y nieto del rey francés Luis XIV.
Carlos II, antes de morir, nombró heredero a Felipe de Anjou, con la intención de asegurar a la monarquía española el apoyo de Francia, cuya hegemonía en Europa era indiscutible, y evitar así su desmembramiento territorial.
El temor de Inglaterra y Austria a la formación de un bloque hispano-francés provocó, tras la muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión española (1700-1713), el primer gran conflicto europeo del siglo XVIII, convertido a la vez, en guerra civil y guerra europea.
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