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El drama de Argentina Díaz Lozano en 1944 (página 2)

Enviado por Ariel Batres V.


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37 38 39 40 28 Lo que vi en El Salvador Henos aquí en esta hermana y ahora libre Guatemala, adonde hemos llegado los Quijotes del ideal libertario; los que poseídos de sublime locura osamos levantar los brazos con las manos vacías en gesto de rebelión y protesta ante los dictadores centroamericanos armados hasta los dientes y rodeados de esbirros y asesinos. 37 Cinco meses hemos pasado los hondureños que decididamente hemos acuerpado la lucha por la libertad en Centroamérica, cinco meses en El Salvador, refugio que también tuvimos que dejar cuando la fuerza bruta y la sin razón se impusieron de nuevo en aquella tierra generosamente regada con sangre de mártires. Y son de tal trascendencia para la sagrada lucha por la democracia de nuestro Istmo, los acontecimientos que allá presenciamos, que pospongo por ahora el drama doloroso de mi Honduras 38 para referirme únicamente en este artículo, a lo que vi en San Salvador después de que Osmín Aguirre y Salinas 39 realizara con éxito su «atraco» al poder. El ocho de diciembre próximo pasado, durante el tiroteo que alarmó a la capital y en el que heroicos estudiantes y jóvenes profesionales le disputaron a los soldados de la guardia y policía, la posesión de una oficina telegráfica; fue ultimada a balas de «Solotur» la jovencita Altagracia Kalil, quien en su carrito particular se dirigía a recoger a su madre que se encontraba en casa de unos amigos. Así, sin piedad para la juventud y la belleza, y después de un perentorio «pare» tendieron sus armas hacia la aterrorizada muchacha y la ultimaron. Horas después fui a conocerla en su cámara mortuoria; desangrada, casi transparente en su palidez de virgen sacrificada por las balas. Por la tarde noche de ese día, se llenaron las embajadas y legaciones con los perseguidos que lograron escapar de la criminal diligencia de los gendarmes. Y vino lo increíble: la violación de dos legaciones. En el corredor de la de Francia fue gravemente herido por un policía uno de los asilados, que escapando de un pelotón había conseguido llegar hasta allí. A un amigo mío, prominente salvadoreño perseguido que fue a buscar allí asilo, le contestó el ministro 40 con gran desaliento en la voz y en el gesto: «Ya esta legación no es asilo seguro, doctor, vaya a otra. Acaban de herir a uno de mis asilados». A este atropello sin precedentes siguió el cometido en la legación del Perú. Con alarde de atrevimiento, penetraron allí los «agentes Nótese que habla en plural de los dictadores de Centroamérica. Aunque Jorge Ubico había caído meses antes en Guatemala, todavía continuaban en el poder los de Honduras (Tiburcio Carías) y Nicaragua (Anastasio Somoza), y en El Salvador se perfilaba una nueva dictadura. Observe el lector que para febrero ya había iniciado la redacción de su relato sobre el drama que junto con su esposo y otros exiliados hondureños en El Salvador, habían vivido en Honduras. Seguramente consideró necesario escribir el presente artículo, a manera de ?preámbulo? previo a contar dicho drama. Osmín Aguirre y Salinas (1889-1977). Presidente Provisional de El Salvador del 21 de octubre de 1944 al 1 de marzo de 1945, en sustitución de Andrés Ignacio Menéndez a quien derrocó. Por ?ministro? se refiere al embajador.

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41 29 del orden» (del de Osmín), y violentamente sacaron la veintena de refugiados sin prestar la menor consideración ni al ministro ni a su esposa, a quien apartaron de un empellón. Cuando tales hechos me fueron referidos, no los creí. «No puede ser…. no es posible» — pensé—, «indudablemente son exageraciones de la oposición». Pero al siguiente día tuve oportunidad de conversar con un diplomático amigo, y él me confirmó los hechos en detallada narración. —¿Qué actitud asumirá el cuerpo diplomático? —pregunté esperanzada. —Nos hemos reunido ya dos veces —me repuso con aire de suficiencia y reto— y le aseguro a usted que el señor ministro de relaciones exteriores no está pasando un buen rato. —Entonces… tratan de arreglar lo que sólo tiene un arreglo. Pero amigo mío… cosas semejantes no pueden quedarse así. Sin embargo, las cosas se quedaron así. Entre el cuerpo diplomático y el ministro de relaciones exteriores del gobierno asaltante, se entablaron pláticas y papeleos. Y el incidente terminó tranquilamente con la devolución de los refugiados a la legación del Perú. Envalentonados y más atrevidos que nunca, siguieron actuando los esbirros de Aguirre y Salinas, a pesar de los inútiles pero heroicos actos de rebeldía del pueblo desarmado; hasta culminar, unos pocos días antes de mi viaje a ésta, con el asesinato de la señorita Suncín, hermana del doctor Suncín, a quien acribillaron a balazos en el portón de su propia casa en los momentos en que capturaban a su hermano. Con ella cayó también una sirvienta de la casa y su pequeño hijo. Todos estos recuerdos han acudido a mi mente con motivo de la conferencia de cancilleres, próxima a reunirse en México. Para nadie es un secreto el conflicto. Los Estados Unidos de Norteamérica han deseado que el gobierno de El Salvador esté representado en tales conferencias. El régimen de Osmín Aguirre y Salinas no ha sido reconocido más que por dos dictadores centroamericanos. 41 El resto de los gobiernos de América han negado su reconocimiento a un gobierno surgido del asalto a mano armada; Tiburcio Carías de Honduras, y Anastasio Somoza de Nicaragua. El gobierno de Guatemala, representado por la Junta Revolucionaria del 20 de octubre de 1944 al 15 de marzo de 1945, nunca reconoció a Osmín Aguirre, según declaró el ministro de relaciones exteriores, Enrique Muñoz Meany, y sobre su sucesor el general Salvador Castaneda Castro estaba evaluando la situación: ?Por la sencilla razón de que ese régimen es absolutamente impopular, antidemocrático y es una amenaza para los regímenes democráticos, puesto que representa el empleo del terror en contra de las legítimas aspiraciones del pueblo. Además, se considera […] que, incluso para el general Castaneda Castro, era un peligro, pues bien podría, a favor de esa situación, dar un nuevo golpe que anulara la formalidad que al menos se ha llenado de celebrar elecciones presidenciales.? En el caso del posible reconocimiento a Castaneda Castro agregó: ?No tenemos prejuicios ningunos, pues nada sabemos de un régimen que aún no comienza a actuar.? El Imparcial; Guatemala como un país democrático no reconoció a Aguirre y rompió con Franco. Guatemala : edición del sábado 3 de marzo de 1945. Páginas 1 y 10. Ver texto completo en Anexo I.

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42 30 inclusive los Estados Unidos de Norteamérica, naturalmente, ya que tal poderosa nación se desangra y se sacrifica ahora por sostener en el mundo las cuatro libertades. 42 Antes esta «intentona» de reconocimiento hacia el régimen de Aguirre, nos preguntamos alarmados y con nuestra fe vacilante: ¿Es que nosotros, los que hemos nacido y vivimos en esta morena y sufrida Centroamérica somos excluidos de ese mundo justo y libre del futuro, por el que nuestros amigos del norte se baten con tanto heroísmo?… ¿Es que se nos negará hasta el apoyo moral en nuestra lucha santa?… ¿Es que a los centroamericanos se nos niega el derecho a romper las cadenas de las dictaduras típicamente fascistas, que nos oprimen? ¡No!, no puede ser. Todavía queremos creer. El reconocimiento del régimen de Osmín Aguirre y Salinas, o del candidato que descaradamente impuso, sería un tremendo bofetón a la naciente libertad de nuestro istmo. Esperamos que ese golpe nos sea ahorrado, y que en el futuro no existan los tales convenios internacionales que protejan a los dictadores y tiranos, a cuya merced se nos deja. Tales convenios sólo tienen razón de existir entre gobiernos surgidos del pueblo y apoyados por el pueblo. Para febrero de 1945 cuando Díaz Lozano publica este artículo, ya se habían realizado elecciones en El Salvador (en enero) y en marzo asumiría el poder Castaneda Castro. Sin embargo, cuando se efectuó la Conferencia de Chapultepec todavía existían dudas respecto a si el régimen de este último era o no democrático. El poeta y cuentista Francisco Méndez puso el dedo en la llaga al llamar la atención sobre si el régimen de Castaneda Castro era una imposición de Osmín Aguirre o bien se trataba de un fantoche en manos de los militares salvadoreños, en su columna ?Cabeza de viento? donde efectúa Una mirada sobre el osminismo, diciendo al respecto: ?Desde que el gobierno de Castaneda Castro se instauró en El Salvador y sus representantes se sentaron a la mesa de las conferencias de Chapultepec, con el consenso de las democracias americanas, surgió la confusión en todos los países que se pusieron en franca pugna contra el régimen de Osmín Aguirrre y Salinas, Guatemala a la cabeza de ellos; la confusión venía de no poder contestar de manera rotunda ninguna de las dos fases de esta pregunta: ¿Castaneda Castro es o no es producto —imposición— del osminismo?? Méndez, Francisco; Una mirada sobre el osminismo. Guatemala : El Imparcial, edición del martes 14 de agosto de 1945. Página 3. Ver texto completo en Anexo I.

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31 2. Nuestro Drama (1944) -Preliminares Nuestro Drama corresponde a una serie de artículos donde Argentina Díaz Lozano explica cómo con su familia tuvo que huir de Honduras de la dictadura de Tiburcio Carías, trasladándose a El Salvador y de este país a Guatemala. La serie está integrada en catorce partes, aunque hay un número duplicado y uno faltante – quizá por error del editor– publicadas en las ediciones de ?El Imparcial? 1945, correspondientes a: febrero 24 (I), 27 (II), y 28 (III); y marzo 1 (IV), 2 (V), 5 (VI), 6 (VI), 7 (VII), 8 (VIII), 10 (IX), 12 (X), 14 (XI), 15 (XII), y 17 (XIV). Lo que especificó que sería una novela sobre lo ocurrido en Honduras y El Salvador, es precisamente el tema de la colección de artículos que empieza a publicar en dicho periódico, siendo los primeros donde cuenta precisamente su propio calvario como emigrada en El Salvador, cómo llegó a dicho país y lo que ahí vivió y observó en materia

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43 43 44 32 de represión política, que le hizo salir volando hacia Guatemala. Finaliza la serie con el número XIV, donde colofón el editor anota:

?(Con este artículo damos fin a la publicación del extracto de algunos capítulos, tomados del libro próximo a publicarse Nuestro Drama, y del cual es autora la escritora hondureña Argentina Díaz Lozano. Los derechos de reproducción de estos artículos, están prohibidos).? 44

No obstante que a partir del artículo número V, editado por ?El Imparcial? el 2 de marzo de 1945, aparece al final la expresión: ??Prohibida la reproducción?, lo cual es indicativo de que sí tenía la intención de publicar los artículos en forma de libro, y se anticipa a evitar alguna posible copia por parte de un tercero, la obra anunciada con el título Nuestro Drama nunca llegó a editarse como compendio. No se saben las razones aunque pudiera ser que la autora en 1945 no haya obtenido financiamiento para editarlo o bien que considerara que era suficiente que estuviera en un periódico como ?El Imparcial?.

Sabido de la advertencia que el 17 de marzo de 1945 indicó ?El Imparcial?, respecto a que ?Los derechos de reproducción de estos artículos, están prohibidos?, el autor del presente ensayo se atreve a compendiarlos y publicarlos pasados 70 años de su edición original, a sabiendas también que en los artículos 43 y 48 de la ?Ley de derecho de autor y derechos conexos? (Decreto No. 33-98 del Congreso de la República de Guatemala) se prohíbe la violación de los derechos de propiedad intelectual y estos se protegen hasta por 75 años. Empero, como el presente documento no se edita con fines comerciales sino únicamente para difundir dos escritos de Argentina Díaz Lozano que no aparecen en los libros que en vida ella publicó, se considera que no se están violando sus derechos sino particularmente dando a conocer parte de su producción literaria en fuentes periódicas.

Díaz Lozano, Argentina; Lo que vi en El Salvador. Guatemala : El Imparcial, edición del martes 20 de febrero de 1945. Página 3. Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) I. Guatemala : El Imparcial, edición del sábado 24 de febrero de 1945. Suplemento. Páginas 1 y 6. Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) XIV. Guatemala : El Imparcial, edición del sábado 17 de marzo de 1945. Suplemento. Página 1.

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45 46 47 48 33 3. Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) I 45 Fue una luminosa mañana de agosto de 1944, que dejamos el suelo de Honduras, 46 y nos remontamos en un plateado avión con dirección hacia la vecina república de El Salvador. El rugir de los motores, el atravesar nubes deslumbrantes de blancura, el mirar allá abajo paisajes en miniatura; eran pruebas reales, elocuentes, de que llegaríamos al refugio seguro donde podríamos estar libres de temor. Mientras así pensaba, miraba a los míos, 47 con quienes iba en busca de la libertad que el pueblo salvadoreño con tan grandioso gesto de cohesión, valor y entereza, acababa de conquistar. 48 A mi lado una negra, pasillo de por medio, contemplaba las montañas en fuga; sonriente, gorda y tranquila. Se volvió hacia mí y elevando un poco la voz para lograr ser oída me dijo: ?¿Para San Salvador? ?Sí… ?¿Emigrados? Otra vez afirmé con un gesto de la cabeza y ella volvió a hablar: ?¡Qué cosas tan tremendas me han contado en Tegucigalpa! Sólo he estado allí dos días pues soy de Belice. Gracias a Dios que han logrado salir. Y dirigiéndome una última sonrisa alentadora, se quitó el sombrero, recostó su cabeza sobre el espaldar del asiento y cerró los ojos para dormitar. La «stewardess», muy elegante y bonita en su traje sastre, me ofreció «chiclets». Mis niños ya masticaban el suyo, encantados. Yo dejé vagar mi pensamiento, me puse a repasar los amargos días pasados como prisioneros en nuestra propia casa, bajo los ojos vigilantes de un agente de policía que no se separaba de nuestra puerta y que no dejaba salir y entrar más que a nuestra cocinera. Me parecía sentir de nuevo el terror de que, de un momento a otro vinieran a llevarse a mi esposo otra vez para la penitenciaría donde había pasado siete meses. Me indignaba de nuevo al recordar que, cuando por la noche salía a mi corredor a pasearme para hacer algún ejercicio, la lámpara de mano del policía me seguía constante en mis idas Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) I. Guatemala : El Imparcial, edición del sábado 24 de febrero de 1945. Suplemento. Páginas 1 y 6. Exactamente el 5 de agosto de 1944. Se refiere a su esposo Porfirio Díaz Lozano, su hijo Walter y sus dos primeras hijas, Mimí y Ruby; la tercera hija, Trinidad, nacería en Guatemala. El 9 de mayo de 1944 el dictador Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966) se vio obligado a renunciar, después de haber ocupado el poder durante el período 1931-1944; curiosamente, en iguales años estuvo Jorge Ubico como presidente de Guatemala; ambos tiranos eran muy amigos y los dos tuvieron que renunciar debido a la presión por medio de huelgas y manifestaciones populares y estudiantiles.

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49 50 34 y venidas. Y sentía estrujárseme el corazón al pensar en mi madre querida que allá solita, se había quedado cuidando de mi casa. Y mi pena se agrandaba hasta hacérseme insoportable al considerar que cientos de mis compatriotas estaban viviendo los mismos dolores… Campos muy cultivados, laguna Ilopango sobre cuyas aguas me pareció que íbamos a caer, tal el rápido descenso del avión, y un minuto después, aterrizaje sobre una tierra de donde ya el tirano Martínez había sido expulsado. Se ensanchó mi corazón y junto a los míos pasé a la oficina donde deberían llevarse a cabo las formalidades de regla. —¿Emigrados hondureños? —sonrió el empleado al preguntar. —Sí señor. Tal afirmación hizo más amplias las sonrisas. Un hombre de unos cuarenta y cinco años que revisaba los pasaportes, emitió la frase que no olvidaré nunca: «Los hondureños son nuestros hermanos, como tales son tratados en El Salvador». Los niños se movían impacientes. Porf 49 me dirigía miradas furtivas de gozosa animación mientras ayudaba en el breve registro de nuestro equipaje. Luego, rauda carrera de automóvil, hacia la capital que unos cuatro meses antes había sido teatro de la demostración más viril, más unánime, de un pueblo contra su opresor. Calles asfaltadas hirvientes de tráfico, mucha gente en las aceras. —¿Adónde?— pregunté a mi esposo. Nos hospedaremos en el mejor hotel siquiera por dos días. Después… ya veremos—. Y su voz animosa y optimista me hizo admitir callada su no muy prudente decisión. En las calles y plazoletas movimiento de gente, reventar de cohetes, revuelo de campanas. Entonces, nos acordamos. Las tradicionales fiestas agostinas ponían una nota de alegría más, en la capital de la pequeña gran república. Se notaba en los rostros el goce de vivir, el desparpajo que da la libertad, esa libertad conquistada recientemente en una revolución y desobediencia civil, que hiciera temblar a los dictadores de la sufrida Centroamérica, y que lograra derrocar a su tirano de trece años para proclamar a todos los vientos la conquista de la auténtica democracia. 50 A lo largo del texto llama cariñosamente Porf, a su esposo Porfirio Díaz Lozano. Se refiere a Maximiliano Hernández Martínez, dictador durante trece años de 1931 a 1944, al igual que Jorge Ubico Castañeda, quien gobernó Guatemala del 14 de febrero de 1931 al 1 de julio de 1944. Respecto a este, véase del autor del presente trabajo, los siguientes ensayos: Jorge Ubico redivivo 8 de octubre de 2010 * http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/jorge-ubico-redivivo/jorge-ubico- redivivo 11 de noviembre de 2012 * http://elmundodefacundo.wordpress.com/2012/11/11/jorge-ubico-redivivo- ensayo-de-ariel-batres-villagran/ 21 de septiembre de 2010 * http://ca-bi.com/blackbox/?p=4221

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51 35 En el hotel rostros amigos nos dieron jubilosa bienvenida. Más de cincuenta compatriotas inmigrados desfilaron por nuestro lado saludándonos, en menos de una hora. Todos igualmente ansiosos por saber de sus familias. Por ellos nos informamos que en San Salvador y ciudades vecinas, ascendía a más de mil el número de hondureños que sufrían exilio por el mismo delito que nosotros: el de rebelarnos contra un régimen ilegal y despótico. Sevilla, culto redactor de La Tribuna se acercó deferente: —Mucha honra saludarles. Y nos presentó también a otro periodista. —Sabemos, señora, que usted y otras damas de Tegucigalpa, organizaron el movimiento de oposición en su país. ¿Quiere contarnos algo de eso? —Las mujeres salvadoreñas nos mostraron el camino a seguir. Y las hondureñas lo tomamos sin vacilar, con verdadero espíritu de sacrificio. Antonia Collier, Irene Santamaría y humildes mujeres del pueblo fueron muertas a metralla por los esbirros de la dictadura, durante una manifestación en la ciudad de San Pedro Sula. Ellas son símbolos de nuestra justísima rebelión. Han sido admirables las mujeres de mi patria… En Tegucigalpa, el día lunes veintinueve de mayo nos organizamos en la primera manifestación, pidiendo la libertad de los reos políticos, suceso trascendental, que fue la iniciación de la abierta oposición que se desarrolló después. La encabezaron damas como doña Emma v. de Bonilla, doña Adela de Callejas y doña Carlota v. de Valladares. Pocas veces me he sentido tan emocionada como ese día. Figúrense ustedes, el primer gesto de rebeldía en once años de terror y servilismo, el primero, y realizado por más de quinientas mujeres, a quienes durante el trayecto que media entre nuestra Catedral y el Palacio presidencial se fueron añadiendo cientos de hombres. 51 26 de septiembre de 2010 * http://diariodelgallo.wordpress.com/2010/09/26/jorge-ubico-redivivo-por-ariel- batres-villagran/ Tiempos de Jorge Ubico en Guatemala y el mundo –Reseña de libro– 30 de agosto de 2013 * http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/2-tiempos-jorge-ubico-guatemala-y- mundo-a-resena-libro/2-tiempos-jorge-ubico-guatemala-y-mundo-a-resena-libro 2 de septiembre de 2013 * http://elmundodefacundo.wordpress.com/2013/09/02/tiempos-de-jorge-ubico-en- guatemala-y-el-mundo-resena-por-ariel-batres-villagran/ 28 de agosto de 2013 * http://ca-bi.com/blackbox/?m=20130828 A semejanza de lo que empezaba a ocurrir en Guatemala contra el gobierno despótico de Jorge Ubico Castañeda (1878-1946), el 29 de mayo de 1944, junto con Emma viuda de Bonilla, Visitación Padilla y Carlota de Valladares, participa en Honduras en una manifestación pública, a la cual se unieron cientos de mujeres, para demostrar al régimen dictatorial del general Tiburcio Carías Andino que su presencia en el poder no era grata, además de pedir ?libertad para los presos políticos?, leyenda escrita en una manta que portaban. Dicha manifestación sería reseñada por la revista ?Time?, señalando que Díaz Lozano iba a la cabeza de la mano de doña Emma, viuda del expresidente hondureño Policarpo Bonilla. Sobre la ?manta? véase: Villars, Rina; Para la casa más que para el mundo: Sufragismo y Feminismo en la Historia de Honduras. Honduras : Editorial Guaymuras, 2001. Página 310. Acerca de la publicación de la

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52 53 36 —Supimos que su esposo estuvo preso últimamente?… —Sí, según dice el general Carías, es un rebelde «incorregible». Lo sacó hace un mes, con otros cuatro o cinco prisioneros conocidos, unos días después de nuestra primera manifestación, 52 sin duda para ver si aplacaba el movimiento revolucionario que continuaba por medio de hojas sueltas escritas a máquina, cartelones puestos en las paredes durante altas horas de la noche, y la preparación silenciosa pero decidida de una próxima manifestación que se anunciaba formidable como en realidad lo fue. Pero después de los acontecimientos del cuatro de julio, día en que todo el mundo se lanzó a la calle [en Tegucigalpa] portando banderas de los Estados Unidos de Norteamérica y demás naciones aliadas para pedirle al dictador su renuncia, y reclamar a voces las cuatro libertades, 53 los sostenedores de la dictadura montaron en furia. Decretaron algo así como ley marcial, se llenaron las cárceles de gente sin excluir a las mujeres, se flagelaron estudiantes etcétera. Pelotones de esbirros encabezados por el tristemente célebre Tomás Martínez y Calixto Carías, sembraban el terror entre los estudiantes y jóvenes profesionales que intentaban organizar una huelga. Seguimos hablando sobre la dolorosa situación de mi patria, me horroricé con los demás ante dos de las víctimas del ametrallamiento de San Pedro Sula, que vinieron también a saludarnos. Eran ellos un joven de apellido Matute, con el brazo cercenado por la metralla, convertido en un muñón vendado con gasa y algodones; y un obrero con un balazo en un hombro, quien nos enseñó el vendaje sujeto con cinta adherente. Los dos lograron escapar. El obrero huyendo a través de montañas, el muchacho por medio de un consulado con otros refugiados. Por ellos me enteré de que un primo mío, el doctor Tulio Bueso había sido también víctima del ametrallamiento, pues estaba herido por balas de metralla en las dos piernas. Allende los mares, Hitler se acercaba a su fin, la heroica Francia sería pronto liberada, morían miles por la justicia y la libertad, se iniciaba el canto triunfal de la inmortal Marsellesa, pero… de ese mundo justo del futuro, de esa libertad sagrada para todo ser revista ?Time?, véase: Echeverría, Amílcar; Argentina Díaz Lozano –Estudio Biográfico Literario–. Guatemala : Editorial Landívar, 1982. Páginas 19 a 20. Qué extraño; ?hace un mes? quiere decir que salió en libertad en julio de 1944, pues a San Salvador el matrimonio llega el 5 de agosto, y la primera manifestación indicada ocurrió el 29 de mayo en tanto que la segunda el 4 de julio; quizá se confundió pues en Capítulo VII la autora indica que su ?esposo [que] estuvo preso diez meses en 1940 y siete en 1943?. Se trata de las ?cuatro libertades? preconizadas por Franklin D. Roosevelt el 6 de Enero de l941: 1. Libertad de Palabra y Expresión. 2. Libertad de cada persona para adorar a Dios a su propia manera. 3. Estar libres de necesidades (convenios económicos que aseguren a cada nación una vida saludable y pacífica para sus habitantes. 4. Estar libres del temor (reducir mundialmente los armamentos en tal grado y en forma tan completa, que ninguna Nación pueda cometer un acto de agresión contra ningún vecino).

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54 55 56 57 58 37 humano digno, estábamos excluidos los centroamericanos de tres repúblicas. Nada podíamos con nuestras voces y las manos vacías, ante los dictadores poderosos. La fuerza del espíritu y de la razón hallábase momentáneamente en derrota. II 54 —He encontrado en casa de una buena familia, alojamiento y alimentación por precio razonable— me dijo Porf, dos días después. Y optimistas, con la visión de tranquilo porvenir, metimos en un auto nuestras valijas y con ellas, atravesamos unas doce cuadras en distintas direcciones hasta que el chófer con su voz convencional anunció: «Aquí es». ¡Cómo sentí oprimírseme el corazón al notar lo desnudo aunque muy limpio y ordenado de nuestras dos habitaciones!… ¡Cómo suspiré por la casita querida que en mi patria escarnecida esperaba nuestro regreso! Protestaron los niños a quienes hice callar recomendándoles la mayor compostura, pues estábamos en «casa ajena». La niña, 55 resignada, sentóse sobre una cama y con mirada desolada quedó examinando la habitación. El niño 56 arremangó la nariz en gesto despectivo para decir: —Aquí no me gusta, ¿por qué no nos quedamos en el hotel? Porf y yo nos echamos a reír, mientras tratábamos de explicar a nuestros hijos algo sobre la economía y la previsión. Les hice ver lo confortable de las camas con blancas colchas, lo antiguo del tocador con chapas de acero ornamentales, la brillantez del piso desnudo de alfombras y enfrente, corredor de por medio, el pequeño cuadrado patio donde florecía espléndida una enredadera de jazmines, algunas rosas y dos pequeñas palmeras tropicales. Era ya la hora del almuerzo. Entramos al comedor rodeado de ventanales con vidrios y donde en cuatro o cinco mesas largas, comían ya unas diez personas, quienes discutían animadamente el tópico del día: la política. Cuatro meses hacía que El Salvador se había liberado de la tiranía martinista, 57 y estaban ahora sus habitantes en la lucha electoral. Cinco candidatos se disputaban la mayoría de adeptos, pero indudablemente, el más popular y admirado, era el doctor Arturo Romero, a quien con orgullo proclamaban como «el hombre símbolo». 58 Porque este hombre de mirada mansa y suave sonrisa, fue el Díaz Lozano, Argentina; Nuestro drama (un relato de su lucha y su exilio) II. Guatemala : El Imparcial, edición del martes 27 de febrero de 1945. Página 3. No especifica quién de las dos hijas expresó dicho malestar a través de su mirada: Mimí o Ruby. Se trata de su hijo Walter. El 9 de mayo de 1944. Siendo ?el más popular y admirado? según Díaz Lozano, en las elecciones del 14 de enero de 1945 obtuvo apenas 55 votos, equivalente al 0.02 % del total de 313.694; el resto se distribuyó entre los otros cuatro candidatos, así: Salvador Castaneda Castro –PUSD– 99.70%; Osmín Aguirre y Salinas –PDS– 0.22%; Antonio Claramount Lucero –FFP– 0.05%; y, Napoleón Viera Altamirano –FRS– 0.01%.

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59 60 61 62 38 valiente que se irguió magnífico contra la tiranía de Martínez. Y con él estuvieron todos los hombres dignos y valerosos de su patria, en conspiración silenciosa durante dos años para culminar con los acontecimientos del dos de abril, grito de libertad acogido por todo el pueblo salvadoreño 59 y sostenido heroicamente con la huelga después del fracaso del movimiento armado. 60 Todo esto lo había leído yo en los diarios, y ahora escuchaba con sumo interés la conversación de los otros comensales. No hay nada tan digno de observación y análisis como el rostro humano. 61 Y obedeciendo a mi manía, me puse a estudiar con disimulo aquellas tan diferentes fisonomías. En la mesa de enfrente, una rubia bonita masticaba de una manera que indicaba a las claras la existencia de algunos dientes postizos, mientras de vez en cuando emitía su opinión o dirigía a su hermana (que lo era indudablemente, pues el aire de familia era inconfundible) algunas frases en voz baja. Era ésta, delgada hasta el extremo, usaba lentes para corregir su miopía e incipiente estrabismo. Lo único bello en aquel semblante rosado eran la piel suave y la sonrisa. Silenciosa, muy ocupada en masticar despacio, la otra hermana (después averigüé que también lo era) solo sonreía levemente al posar la mirada en su madre, una monumental señora de unos cincuenta y cinco años que con ellas almorzaba y que era la más acalorada en la discusión. Otra de las mesas estaba ocupada por una mujer de rostro corriente, pero muy correctamente vestida y de modales distinguidos. Me saludó con una silenciosa sonrisa que me hizo descubrir la bondad de su alma. Tenía todo el aire de maestra de escuela, algo de tímido y convencional en sus maneras y modo de vestir, lo indicaba así. 62 A su lado comía un jovenzuelo insignificante de rubio bigotillo, muy hablador y nervioso… y luego en la mesa a nuestra izquierda, me acogió con gesto de cordialidad una muchacha simpática de rasgos irregulares, excepto su boca, que era roja, pequeña y bien formada. Cuando se levantó diciendo el «con permiso» de rigor, noté la esbeltez de su cuerpo espléndido y la elegancia de su bien cortado traje semi sastre. Se acercó a nuestra mesa para preguntar en voz baja: —¿Hondureños?… ya he leído mucho de usted, señora. El dos de abril de 1944 hubo un intento de golpe de estado contra Martínez, dirigido por dos militares sublevados, quienes fueron vencidos y fusilados el 4 de ese mes. La huelga inició el 26 de abril y fue total en el campo de la producción y servicios, obligando a la renuncia de Martínez el 9 de mayo. Analizar el rostro humano forma parte del tener idea acerca de la psicología de las personas, que como manía también Díaz Lozano realizaba constantemente. De Tiburcio Carías en capítulo VII dice que su psicología lo reflejaba como una persona ?complicada, morbosa?. En capítulo IX refiere que como no conocía al director de la policía salvadoreña, previo a su entrevista con él, le preguntó al amigo que la acompañaba que se lo describiera, seguramente para saber con quién iba a tratar. Pudiera ser que la autora estuviera pensando en su señora madre, a quien describió de esa manera en Peregrinaje (1944), una novela autobiográfica.

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63 64 65 39 —Refugiados hondureños— repuse, sonriendo. —Yo también soy hondureña, curso aquí en la universidad salvadoreña mi cuarto año de medicina. Me tienen a sus órdenes… ya saben, en lo que pueda servirles. 63 Yo di las gracias, Porf emitió también una frase de agradecimiento y continuamos nuestro almuerzo en silencio. Los dueños de casa eran familia numerosa. La señora, viuda desde hacía unos siete años, era una dama de aire tranquilo y respetable, voz suave y gestos comprensivos, con ese aire indulgente de quien ha vivido y sufrido mucho. Su hija, una mujercita de edad indefinible, divorciada y con un aire de melancólica resignación. El hijo mayor, joven abogado de bigotito hitleriano, de regular estatura y casado con una muchacha sumamente delgada y madre de tres lindos y bulliciosos niños. Lo extraordinario en ella era la sonrisa. Sonrisa casi constante que hacía más grande su boca de dientes blancos y bien formados. Sonrisa buena y cordial, pródiga, gesto inherente de aquel rostro joven de buena esposa y madre. Poco a poco, con ese maravillo don de adaptación que Dios ha concedido a los humanos, nos fuimos acostumbrando a nuestra vida en aquella casa para familias, cuyos dueños según averiguamos después, eran de ascendencia honorabilísima, gente muy apreciable y respetada. Mis hijos 64 habían hecho amistad con los niños de la casa y un perrito juguetón. Entre risas y juegos olvidaban en parte, el pesar del hogar abandonado, de la cariñosa abuelita que allá quedó esperándonos. El pensamiento de que cientos de hogares hondureños estaban truncos como el nuestro, ya por la muerte, prisión o huida de alguno de sus miembros, nos daba fuerzas para resignarnos y continuar nuestra lucha al lado de nuestros compatriotas, por alcanzar el derrocamiento de un régimen vergonzoso para la Centroamérica de 1944, año de victorias para las democracias. Poníamos nuestra modesta contribución en lo que podíamos. Porf cooperando con sus compañeros de exilio, yo escribiendo en los diarios 65 o consiguiendo entrevistas para las víctimas que más habían sufrido. Con el pasar de los días fui averiguando los dramas y comedias que había en las vidas de los demás, de aquellos cuya existencia compartíamos transitoriamente. Sí, todos llevaban su drama… como nosotros quijotes buscadores de la libertad, como la esbelta estudiante de medicina, como la plácida joven esposa de la eterna sonrisa. Cómo vamos A esta muchacha vuelve a mencionarla hasta en capítulo XI. Después de esta mención sobre sus hijos, volverá a referirse a ellos hasta en capítulo X. Cabría efectuar una incursión en la Biblioteca Nacional de El Salvador o Biblioteca Nacional Francisco Gavidia, espacio Hemeroteca Nacional -Sección de periódicos, para ubicar los diarios donde durante el período agosto-diciembre de 1944 o enero de 1945 haya publicado Argentina Díaz Lozano sus artículos de apoyo a sus conterráneos hondureños.

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