b) Una de las causales del bajo rendimiento y la falta de identidad institucional son las inquinas que se generan generalmente en los chismes. Que contribuye a desarrollar un bajo nivel en la calidad administrativa y de gestión; proyectando desánimo, carencia de mística y falta de identidad institucional. En muchas instituciones los chismes se han apoderado de la conducción y toma de decisiones; es decir que las autoridades toman las decisiones no pensando en la generación de valor, sino más basado en lo chismes, que generalmente son distorsionadas y alejados de la verdad; en desmedro de la imagen institucional y la buena conducción. Incluso en contra de sus, muchas veces muy reconocidos antecedentes de gestión, como autoridad. Lo que debe importar a los responsables de la conducción de las unidades operativas, son los resultados obtenidos por tal o cual trabajador o docente; que es, sobre esa base que se genera valor institucional. Contrariamente a esto, estaremos perdiendo la posibilidad histórica, de generar un crecimiento y desarrollo sostenido.
Todo recurso, especialmente el humano, debe ser utilizado a su máxima capacidad, sin mezquindades ni venganzas de tipo personal. Nuestra mira debe ser la generación de valor institucional, dentro del marco de los valores que se plantean en el presente documento.
Las autoridades Universitarias, tienen la gran responsabilidad de renunciar a cualquier apetito de tipo personal y de grupo; y que estén dispuestos a cualquier sacrificio y a cualquier cambio en sus "modus operandi" de administración y de gestión, con tal de hacer de la Universidad Agraria La Molina, uno de los mejores de América Latina. Esto no es cuestión de dinero, ni de bienes materiales de ninguna clase. Es cuestión de DECISIÓN. Autoridades dispuestas a, hacer lo que deben y tienen que hacer ellos mismos, por nuestra institución. Contrariamente podría pensarse que, nuestras autoridades no son conscientes de esa gran responsabilidad que tienen en sus manos.
Aparentemente todas las autoridades están dispuestas a que nuestra Universidad crezca y se desarrolle de manera competitiva, y todos estemos orgullosos de tener esas autoridades. Pero cuando descubren que el proceso empieza por ellos mismos, que deben ser correctos, justos, sin argollas y no deben trasladar sus propias responsabilidades a los docentes y administrativos, entonces empieza las dificultades, muchas autoridades claudican con sus buenas intenciones, y empieza una monotonía sin cambios importante ni estructurales, en algunos casos la decepción completa y por consiguiente un alto costo institucional.
En tal sentido, lo difícil para los Directivos y administrativos, que se ubican en lo más alto de una institución, es entender es que ellos también tienen que aprender, capacitarse y que deben estar solícitos a los necesarios cambios, haciendo uso de sus mejores cuadros humanos y potencialidades físicas. Debemos recordar que un verdadero líder es un hombre de principios y de valores, que no son pura palabra, sino que se maneja con ellos. Sabe guiar, alentar, conducir. Es alguien que no escapa a la responsabilidad; por lo tanto reconoce sus equivocaciones, así como reconoce los méritos ajenos cuando las cosas salen bien, y no se apropia de todo el triunfo para él. Tiene siempre presente el respeto y el bienestar que los demás se merecen. Busca lo mejor que hay en los otros, no es un tecnócrata. Los técnicos son importantes en toda organización, pero se necesita quien los dirija; ellos por sí solos no pueden conjugar hacia un fin común.
c) Otra de las causales del deterioro de la autoridad en los diferentes niveles es la falta de criterio en la solución de los problemas y la escasa capacidad de decisión, esto como consecuencia de la aversión al riesgo o la falta de experiencia, entre otros. La no-solución oportuna de un problema, puede traer consigo desánimo en el personal, como altísimas pérdidas a nuestra institución: Como ya se ha dado por ejemplo en el Instituto de Costa, en la oportunidad que se perdió $40,000.00 como consecuencia de la demora en la decisión de fijar el precio para la venta de semilla de algodón. Que finalmente fue a parar como comida para cerdos.
d) El concepto de Costo de Oportunidad debe manejarse en toda decisión, debido a que en cada decisión que se tome, trate de seleccionarse la mejor alternativa, o el mejor uso alternativo. Para ello, es imprescindible que los decisores tomen conciencia del rol que les corresponde asumir en beneficio de nuestra institución. Empero durante estos últimos tiempos, las decisiones que se han tomado, en muchos casos no han sido las más adecuadas, existiendo desánimos de parte de los docentes y trabajadores. Debe tomarse en cuenta que cada recurso económico (humanos, físicos e intangibles), posee un valor intrínseco de costo de oportunidad, que debe ser utilizado en su mejor uso alternativo, y que en función a ese uso se genera su valor económico. Por ejemplo al poseer terrenos no utilizados y que más bien sirven para amontonar basura o residuos, estamos dejando de ganar su justiprecio, encima tiene un uso cuyo costo de oportunidad actual es negativa, puesto que está dando mal aspecto en prejuicio del ornato que debe existir.
Compromisos de los Jefes de Oficina
Una de las características de las organizaciones modernas es que han incorporado a sus procesos, elementos de gestión que les permitan evaluar sus logros o señalar falencias para aplicar los correctivos necesarios. Estos elementos conocidos como indicadores, se deben establecer desde el instante en que se elabora el plan de desarrollo estratégico y se aplican a éste y al plan operativo, de manera que se conozca el desarrollo en momentos de inspección o en la etapa de evaluación.
Las unidades operativas de la Universidad no han incorporado aún la cultura de la medición en sus procesos. En tal sentido, es responsabilidad de la Alta Dirección y de los Jefes de Oficina ir identificando y cuantificando esos indicadores, que sirvan no sólo para efectuar los diagnósticos, sino también para que éstas en el futuro los analicen, apliquen y los tengan como punto de referencia en sus planes operativos.
Las implicancias de la medición en el mejoramiento de procesos, están relacionadas con la posibilidad de adelantarse a la ocurrencia de las dificultades, identificar con mayor exactitud las oportunidades de mejoramiento con el fin de conocer oportunamente las áreas problemáticas, y conocer los motivos de los bajos rendimientos. La mayor implicancia podría pensarse, está en la posibilidad del conocimiento profundo que se puede tener de los procesos y poder llegar así a las metas de la excelencia propuestas.
En la toma de decisiones la medición es fundamental porque permite recoger y analizar los datos pertinentes, pronosticar los resultados, eliminar las apreciaciones subjetivas como "me parece, yo creo, yo pienso", fomentar la participación en la toma de decisiones al partir de observaciones comunes a todos y evitar discusiones tontas por tener diversos criterios o puntos de vista diametrales, dedicar la dirección o gerencia a lo importante en vez de perderse en lo urgente. Por tanto, la medición en la toma de decisiones no es solamente acumular datos por acumular, ella debe contar con un marco teórico que permita concatenar, caracterizar, clasificar, establecer relaciones, estudiar frecuencias e interpretar los datos con la finalidad de mejorar los procesos de la toma de decisiones.
Los Jefes de Oficina tienen la gran responsabilidad de que todos los engranajes de la administración funcionen adecuadamente y de manera eficiente. Entre los criterios y los valores, bajo el cual se deben desenvolver son las siguientes:
EFICIENCIA: Es la capacidad de reducir al mínimo los recursos usados, para alcanzar los objetivos propuestos. Relaciona los recursos e insumos utilizados con los estimados, haciendo énfasis en la cantidad y no en la calidad; está muy relacionada con la productividad. Podemos resumir diciendo que la eficiencia es el adecuado cumplimiento de las ordenanzas, obligaciones, normas y funciones asignadas, dentro del periodo disponible y el uso óptimo de los recursos asignados.
EFICACIA: Es la capacidad de determinar los objetivos y metas de manera acertadas. Ningún grado de eficiencia puede compensar la falta de eficacia, en tal sentido muchos líderes afirman que la eficacia es la clave del éxito de una organización. Antes de dedicarnos a hacer algo en forma eficiente, tenemos que estar seguros de que hemos encontrado algo acertado para hacer.
PERTINENCIA: Se refiere a la importancia y requerimiento en las decisiones, que deben tener las mediciones, tener claro para qué se hace cada medición y cuál es realmente la utilización de ella. Recordar que el grado de pertinencia debe revisarse periódicamente por la relatividad en el uso de recursos, las capacidades disponibles y la dirección que se tenga en un momento determinado.
EFECTIVIDAD: Mide el impacto de lo que se hace o presta, en términos de satisfacción del cliente, por lo cual está completamente relacionada con la calidad.
De todas maneras es importante resaltar que estos criterios se deben utilizar y analizar en conjunto, integralmente, para obtener una observación objetiva y sistémica. Tiene algo de similitud con la eficacia, sólo que la efectividad se mide a base de resultados.
PRECISIÓN: Todo funcionario debe decidir en el tiempo y espacio con una precisión que debe redundar en una optimización en el uso de los recursos. Debe dar a entender muy claramente el grado en que la medida refleja fielmente la magnitud del hecho que se desea analizar o confirmar. Para ello se debe tener en cuenta una buena definición operativa, donde estén fijadas con claridad las características de las unidades de escala de la medición, el número y la selección de las muestras, el cálculo de las estimaciones, las holguras o tolerancias, un buen instrumento y un aseguramiento de que el dato, dado por el instrumento de medición sea bien registrado por el encargado de hacerlo.
OPORTUNIDAD: Las respuestas a las decisiones tomadas por la Alta Dirección o por cualquier autoridad; así como, las mediciones como información, deben darse en el momento y en el espacio mismo en que se requiere, para que permita corregir y prevenir debilidades en los sistemas, así como diseñar elementos que accedan a mantenerlas dentro de las tolerancias permitidas.
CONFIABILIDAD: Es la característica que debe ofrecer las respuestas a las decisiones tomadas y que ofrezca la seguridad a la Alta Dirección o gerencia, a base de la verdad y un adecuado análisis. Y sea una base adecuada para la toma de decisiones y haga que las mediciones en las organizaciones no se efectúen una sola vez, complementado a esa necesidad periódica de confirmar su validez con auditorías permanentes que permitan detectar deformaciones o faltas administrativas, en resumen, que se confíe en las respuestas y acciones de las unidades operativas.
ECONOMÍA: En toda decisión deberá analizarse la relación beneficio/costo, teniendo presente el costo de oportunidad; es decir, la proporcionalidad entre los beneficios obtenidos y los costos incurridos, deben ser importantes en la toma de decisiones, sin detrimento en un momento dado, de la calidad o la productividad.
RESPONSABILIDAD: La responsabilidad es fácil de detectar en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa (o la irresponsabilidad), la vemos en el ingeniero que no hizo correctamente su trabajo, en el Funcionario que no decidió oportunamente generando costos a la institución, en el joven que tiene bajas calificaciones, en el arquitecto que no ha cumplido con el plan de diseño para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que utiliza los recursos públicos para sus propios intereses.
Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un deber. La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso legal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo. En el caso del gerente de una empresa, tiene que tomar decisiones adecuadas que optimice la labor de sus trabajadores y hacer bien su trabajo. El docente tiene que dejar de hacer aquella ocupación personal o gusto para ir a dictar sus clases o a elaborar sus trabajos de investigación. La responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido origina consecuencias.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? La responsabilidad tiene que ver con la toma de conciencia de que, cuanto más y mejor sirvas al prójimo, mayor será tu valor como persona o como profesional. Prácticamente, aún no somos conscientes que venimos a esta vida para servir a los demás y no para servirnos nosotros mismos. De qué valdría tener los conocimientos si no vamos a aplicarla en el bienestar de los demás (incluido nuestra propia familia). Esto lógicamente se traduce en riqueza económica, dentro de la economía de mercado. En consecuencia gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano familiar, amistoso, profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos dejar de confiar en esa persona. En el plano laboral, aquel trabajador que durante una reunión se compromete a realizar una labor importante en una fecha determinada y llegada la fecha de entrega, incumple con lo ofrecido, por haber preferido irse a divertir; la confianza quedará deshecha, porque el trabajador no tuvo la capacidad de cumplir su promesa establecida. Y es que es fácil caer en la tentación del capricho y del bienestar inmediato. El trabajador puede preferir el gozo inmediato de una diversión, y olvidarse de que a largo plazo, su estabilidad laboral y prestigio es más importante.
El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porque llegó su "compadre" y decidieron tomarse unas cervezas en lugar de ir a cumplir el compromiso de pintar una puerta. El carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo sin importancia que bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), depende de su trabajo.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irresponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad. Empero, no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia y cumplimiento de deberes.
El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero significa perder el trabajo, para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su esposa, para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel.
La responsabilidad es un valor, y nos genera valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y equitativa. Cuantos más responsables seamos, mayor será el valor que nos asigne la sociedad o nuestro entorno. La responsabilidad en su nivel más elemental es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral.
Si prometemos acabar un trabajo en una fecha y no cumplimos, o si una persona nos deja plantada esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquier tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse, el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele dejarnos plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y dependiendo de nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, y afectada negativamente nuestra relación.
Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.
Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuestras relaciones. La responsabilidad vale, porque es difícil de alcanzar.¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra responsabilidad?
El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromiso, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos y somos culpables del destino que nos espera, hacia arriba o hacia abajo, hacia el bien o hacia el mal, hacia el crecimiento y desarrollo o hacia la ineptitud y la desidia; hacia la competitividad o hacia una vida institucional inercial y opaca.
El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros actos correspondan a nuestras promesas. Si prometemos "hacer lo correcto" y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.
El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrededor para que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosas y no comprometerse con nada, dejar que los mandos intermedios realicen bien o mal con sus funciones, no decidir nada trascendental, simplemente seguir viviendo. No castigar al irresponsable, y pecar de benevolente con sus allegados, olvidarse del carpintero sin antes llamarle la atención y conseguir otro, hacer yo mismo el trabajo que había encomendado, despedir al empleado, sin darle la oportunidad de reivindicarse. Empero, este camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más fácil. ¿Qué bien le hemos hecho al carpintero al despedirlo? ¿Realmente romper con la relación era la mejor solución? Incluso podría parecer que es "lo justo" y que estamos haciendo "lo correcto". Sin embargo, hacer eso es caer en la irresponsabilidad de no cumplir nuestro deber y ser iguales al carpintero, al gobernante que hizo mal las cosas o al funcionario que no cumplió sus funciones. ¿Y cuál es ese deber? La responsabilidad de corregir.
El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, es el educar al irresponsable. ¿No vino el carpintero? Entonces, a ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos que cumplirá el trabajo. ¿Y el plomero? Hacer que repare sin costo el desperfecto que no arregló desde la primera vez. ¿Y con la pareja infiel? Hacerle ver la importancia de lo que ha hecho, y todo lo que depende de la relación. ¿Y con el gobernante que no hizo lo que debía? Utilizar los medios de protesta que confiera la ley para que esa persona responda por sus actos.
Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es el corregir a un irresponsable. Sin embargo, nuestro deber es, asegurarnos que todos podemos convivir armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.
¿Qué no es fácil? Si todos hiciéramos un pequeño esfuerzo en vivir y corregir la irresponsabilidad, nuestra Universidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes.
BIEN COMÚN: Todas las decisiones y acciones de los servidores Universitarios (docentes y administrativos) o empleados públicos en general, deben estar dirigidas a la satisfacción de las necesidades e intereses de la sociedad, por encima de los intereses particulares ajenos al bienestar de la colectividad. El servidor público no debe permitir que influyan en sus juicios y conductas, intereses que puedan perjudicar o beneficiar a personas o grupos en detrimento del bienestar de la sociedad.
El compromiso con el bien común implica que el servidor público esté consciente de que el servicio público es un patrimonio que pertenece a todos los peruanos y que representa una misión que sólo adquiere legitimidad cuando busca satisfacer las demandas sociales y no cuando se persiguen beneficios individuales.
INTEGRIDAD: El servidor de la UNALM debe actuar con honestidad y transparencia, atendiendo siempre a la verdad. Conduciéndose de esta manera, el servidor fomentará la credibilidad de la sociedad, en las instituciones públicas y contribuirá a generar una cultura de confianza y de apego a la verdad.
HONRADEZ: Ningún trabajador o servidor público no deberá utilizar su cargo público, para obtener algún provecho o ventaja personal o a favor de terceros. Tampoco deberá buscar o aceptar compensaciones o prestaciones de cualquier persona u organización que puedan comprometer su desempeño como servidor público.
IMPARCIALIDAD: El servidor público actuará sin conceder preferencias o privilegios indebidos a organización o persona alguna.
Su compromiso es tomar decisiones y ejercer sus funciones de manera objetiva, sin prejuicios personales y sin permitir la influencia indebida de otras personas.
JUSTICIA: El servidor público debe conducirse invariablemente con apego a las normas jurídicas inherentes a la función que desempeña, a la razón y a la verdad. Respetar el Estado de Derecho es una responsabilidad que, más que nadie, debe asumir y cumplir todo servidor público.
Para ello, es su obligación conocer, cumplir y hacer cumplir las disposiciones jurídicas que regulen el ejercicio de sus funciones.
TRANSPARENCIA: El servidor público debe permitir y garantizar el acceso a la información gubernamental, sin más límite que el que imponga el interés público y los derechos de privacidad de los particulares establecidos por la ley.
La transparencia en el servicio público también implica que el servidor público haga un uso responsable y claro de los recursos públicos, eliminando cualquier discrecionalidad indebida en su aplicación.
RENDICIÓN DE CUENTAS: Para el servidor público rendir cuentas significa asumir plenamente ante la sociedad, la responsabilidad de desempeñar sus funciones en forma adecuada y sujetarse a la evaluación de la propia sociedad.
Ello lo obliga a realizar sus funciones con eficacia y calidad, así como contar permanentemente con la disposición para desarrollar procesos de mejora continua, de modernización y de optimización de recursos públicos.
Compromisos de los Docentes:
a) Los docentes son la base del cambio. Por ello es imprescindible que, los docentes asuman con responsabilidad sus obligaciones y deberes. Anteponiendo los intereses institucionales a los intereses personales y de grupo. Cumplir fielmente sus programas de los cursos, asumir la puntualidad como base de la responsabilidad, y tengan como objetivo principal transmitir el conocimiento a los alumnos de manera interactiva, amplia, profunda y práctica.
b) Tratar que los estudiantes contacten permanentemente con el entorno, de manera que se imbuyan de su problemática, los analicen y presenten sus resultados, siguiendo un esquema similar a los utilizados en las investigaciones, es decir contengan: Revisión bibliografía, Justificación y Análisis de la Problemática, Materiales y Métodos, Resultados, Conclusiones y Recomendaciones. Que los docentes dejen de dictar como en un colegio, y el Jefe de Prácticas, se transforme en un facilitador o asesor activo de llevar a cabo tales trabajos de grupo. Y estos trabajos deberán de ser sustentados ante el Profesor de Teoría para su calificación. Esta acción, debe realizarse de manera permanente y con mucha visión empresarial. Sólo así estaremos en condiciones de mejorar sustancialmente la calidad de enseñanza.
c) Una de las cosas que todo docente Molinero debe asumir, es la transparencia con nuestra institución. En tal sentido, cualquier trabajo extra académico, remunerado en la que intervengan, deben informar a los Jefes de Departamento; y sea un acuerdo de partes, la cantidad o monto que deben abonar en calidad de donación a nuestra institución. Para así capitalizar un fondo, que sirva para incentivar a los mejores profesores que hayan cumplido sus deberes y obligaciones.
III. NECESIDADES DE MEJORAMIENTO
La Alta Dirección de la UNALM, son los principales responsables de la velocidad o avanzado éxito en nuestra organización o por el contrario del fracaso de su gestión, es por ello que toda la corporación Universitaria, otorgan toda responsabilidad y confianza al Rector y al Consejo Universitario, teniendo en cuenta su capacidad y un buen desempeño como administrador, capaz de resolver cualquier tipo de inconveniente que se pueda presentar y lograr satisfactoriamente el éxito de la institución. Hoy en día, para muchas empresas e instituciones, la palabra calidad representa un factor muy importante para el logro de los objetivos trazados.
Resulta importante mencionar, que para el éxito del proceso de mejoramiento, va a depender directamente del alto grado de respaldo aportado por el equipo que conforma la Alta Dirección, por ello el Sr. Rector, está en el deber de solicitar las opiniones de cada uno de sus miembros del equipo de administración y de los jefes de las unidades estructuradas que conforman nuestra institución.
Los ejecutivos deben comprender que el Sr. Rector, tiene pensado llevar a cabo la implantación de un proceso que beneficie a toda la institución. Y además, pueda proporcionar a los empleados con mejores elementos para el buen desempeño de sus trabajos. Se debe estar claro, que cualesquiera sea el caso, la calidad es responsabilidad de la Alta Dirección.
Antes de la decisión final de implantar un proceso de mejoramiento, es necesario calcular un estimado de los ahorros potenciales. Se inician realizando un examen detallado de las cifras correspondientes a costos de mala calidad o sin proyecto, además, de los ahorros en costos; el proceso de mejoramiento implica un incremento en la productividad, reducción de la inacción y mejoramiento de la moral. Es importante destacar que una producción de mejor calidad en las diferentes unidades, va a reflejar la captura de una mejor imagen institucional y captación de mayor proporción del mercado, en todos los sentidos.
Para el logro de estos ahorros, durante los primeros años, nuestra institución tendrá que invertir un mínimo porcentaje del costo del resultado final, para desarrollar el proceso de mejoramiento; luego de esta inversión, el costo de mantenimiento del programa resultará insignificante.
Por otro lado, para percibir el funcionamiento eficaz del proceso de mejoramiento no sólo es necesario contar con el respaldo del Rectorado y Consejo Universitario, sino con la participación activa de ellos. El Sr. Rector y su Comité Técnico, deberán medir el grado de avance y premiar a todas aquellas personas que de una u otra forma contribuyan notablemente, y realizar observaciones a quienes no contribuyan con el éxito del proceso.
Una manera muy eficaz de determinar si el equipo en general de administradores considera la necesidad de mejorar, consiste en llevar a cabo un sondeo de opiniones entre ellos. La elaboración del sondeo va a ayudar a detectar cómo el grupo gerencial considera a la institución y cuánto piensan que debe mejorar. Se pueden realizar interrogantes:
¿Qué tan buena es la cooperación de las personas?
¿Qué tan buena es la cooperación de los departamentos?
¿Qué tanto preocupa a la dirección la calidad de trabajo?, entre otras.
Sin embargo, pueden incluirse temas como: la comunicación, la organización y la productividad; tomando en consideración que el valor del sondeo va a depender exclusivamente de la honestidad de las respuestas por parte de los miembros.
IV. POLÍTICA DE CALIDAD
La base del éxito del proceso de mejoramiento es el establecimiento adecuado de una buena política de calidad, que pueda definir con precisión lo esperado de los docentes y empleados; así como también de los bienes o servicios que sean brindados a los clientes. De dicha política es responsable el Consejo Universitario y el Sr. Rector.
La política de calidad debe ser redactada con la finalidad de que pueda ser aplicada a las actividades de cualquier docente y empleado, igualmente podrá aplicarse a la calidad de los bienes o servicios que ofrece nuestra institución. También es necesario establecer claramente los estándares de calidad, y así poder cubrir todos los aspectos relacionados al sistema de calidad.
Para dar efecto a la implantación de esta política, es necesario que los empleados tengan los conocimientos requeridos para conocer las exigencias de los clientes, y de esta manera poder lograr ofrecerles excelentes bienes o servicios que puedan satisfacer o exceder las expectativas de los clientes.
V. RECOMENDACIÓN
Se dé a conocer el presente documento a la comunidad Universitaria para su conocimiento y discusión.
Autor:
Ing. M. A. Armenio F. Galíndez O.
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