3. El Conocimiento
Gorgias de Leontino (filósofo de la antigüedad) aporta tres tesis: 1° Nada existe. 2° Si existe algo, no lo podemos conocer. 3° Supuesto que existiera algo y lo pudiéramos conocer, no lo podríamos comunicar a los otros. Indirectamente, estas tesis de Gorgias invitan al hombre a reflexionar. Aunque, para quien aceptara estas tesis Gorgianas, desaparecería para él toda seriedad de vida, todo sería pura ilusión y engaño. Después de Gorgias, dos mil años después, aparece un nuevo pensador sobre la forma del conocimiento: René Descartes. Según Descartes, los sentidos engañan con mucha frecuencia al hombre. Entonces, parece ser que todo lo que lo rodea puede ser una ilusión o un sueño.
Algunos afirman que los sentidos pueden engañarlo, más la razón, nunca lo hará. Pero se encuentra con la realidad de que, incluso sus cálculos, pueden salir erróneos. Por lo tanto, la razón podría engañarlo lo mismo que los sentidos. ¿Puede haber algo, entonces, que yo no pueda poner en duda? Esta pregunta la planteó Descartes, y él afirmó lo siguiente: "Si me engaño, tengo también que existir, pues para pensar tengo que existir", "cogito, ergo sum". Por medio de esta duda, puede también, demostrar que las cosas existen. Aunque, Bochénski y otros filósofos critican a Descartes diciendo que él se confundió en dos cosas distintas: el contenido del pensamiento y el pensante mismo. Para que pueda haber conocimiento, debe haber un objeto por conocer, y un sujeto que conoce.
El hombre supone que existen cosas, y que las puede conocer, pero esto se pone en duda, como lo harían los escépticos (Gorgias, por ejemplo). Pero hay tres soluciones a este tipo de filósofos: En primer lugar, hay que ver si el escéptico no se contradice, si se contradice, no diría nada inteligible, y por ende, no diría nada en absoluto. En segundo lugar, se les pediría que verifiquen sus hipótesis. Y en tercer lugar, se puede ver si estas tres cosas que Gorgias niega son evidentes.
Ahora bien, se puede afirmar que si algo se puede conocer, es porque existe. Bochénski supone que hay realmente cosas y que podemos de algún modo conocerlas. Entonces, habría una diferencia entre la realidad y la apariencia, porque mientras que la realidad es ordenada, la apariencia no está regida por orden alguno. Para el escéptico, todo es apariencia, aunque ésta se presente en orden. Pero, es más sencillo admitir que todo es realidad. En efecto, Bochénski plantea tres antítesis respecto al pensamiento de Gorgias: conocemos con certeza que existe algo, podemos con certeza conocer algo de lo que existe, y que podemos comunicar a los otros lo que conocemos.
Con base a esta certeza de que existen las cosas, no se tiene la certeza de que exista una realidad por fuera de la conciencia. Aquí también hay una distinción entre realidad y apariencia. Es más, hay con toda certeza muchas más cosas de las que se conocen, y se conocen más de lo que se puede comunicar.
Hay también algunos pensadores, que en oposición a lo anteriormente dicho afirman que, lo único cierto que existe es la propia existencia, opinión no compartida por Bochénski, pues según él, primero es necesario aprehender algo del mundo, para luego comprender la existencia. También, Juan Duns Scotus piensa que la existencia del mundo y de sus cosas, no pueden alcanzarse por mero conocimiento, sino que es indispensable las experiencias emocionales.
También se debe tener en cuenta que, la mayor parte del conocimiento es sólo probabilidad. La posición adecuada no es la del escéptico que afirma que nada existe y que nada puede conocer, ni tampoco la del que cree que lo sabe todo completamente y que todo lo puede comunicar.
4. La Verdad
¿Qué es la verdad? Pues bien, se define que algo es verdadero cuando se da en la realidad, cuando sucede o se cumple. Este cumplimiento puede verificarse en una doble dirección: en primer lugar, en el sentido de que la verificación corresponde a si una cosa corresponde a una idea; ésta es llamada "verdad ontológica". El segundo sentido corresponde a que una idea, juicio o proposición es verdadero si corresponde a la cosa; ésta es llamada como "verdad lógica". Aunque se debe tener en cuenta que, si se dice que una proposición es verdadera, es porque debe ser verdadera absolutamente para todos los hombres y para todos los tiempos.
Ante esta característica, hoy se ha llegado a pensar que la verdad puede ser relativa. Pero, para establecer si una proposición es falsa o verdadera, primero se debe formular plenamente la frase en cuestión y decir claramente lo que se quiere decir, para ver si es posible hablar de relativismo en la proposición dada. La verdad es pues, absolutamente verdadera para todos los hombres y todos los tiempos. La dificultad en esta cuestión de defender unas supuestas verdades relativista, es que se formulan insuficientemente las proposiciones. En este caso, es necesario aclarar en qué sistema o pensamiento se está verificando la proposición. Entonces, se encuentra un problema: hay que definir cuál sistema es el verdadero.
La respuesta es que el sistema o proposición es verdadera, en la medida en que nos son útiles. En este momento, y con esta afirmación, se caería en un pragmatismo de la verdad, propuesto por William James. Ante este pragmatismo de la verdad, cabe anotar lo siguiente: en primer lugar, en este caso no sabemos si la proposición es verdadera o falsa. En segundo lugar, éstas, aun tratándose de la utilidad, no podemos menos que conocer siquiera algunas de las proposiciones verdaderas. Todos aceptan (aun el pragmático) que existen algunas proposiciones verdaderas.
Cambiando de dirección, ahora nos preguntamos por lo siguiente: ¿qué es ese algo con el que ha de coincidir la proposición para ser verdadera? Según esta pregunta, lo importante no es que coincida nuestra proposición con la cosa exterior, pues esta situación no existe. Para comprender esto, surge un pensamiento denominado "Idealismo Epistemológico", que afirma la existencia de las cosas y su calidad de verdaderas, pero éstas sólo existen dentro de nosotros mismos. Afirmación similar a la propuesta por los idealistas, quienes dicen que todo lo que conocemos es un producto del pensamiento, y algunos de estos objetos son producidos según leyes. Es decir, lo que nos rodea es real, en la medida en que los pensemos conforme a las leyes. Ante éste pensamiento, surgen dos interpretaciones de la realidad: una idealista y otra realista. Según el idealismo, el conocimiento es el que crea los objetos. También, lo conocido ha de estar en el conocimiento, y no fuera del mismo. El realismo, por su parte, afirma que el objeto está ahí en la realidad, y que el hombre simplemente, cuando conoce, aprehende al objeto. Además, afirman éste, que el hombre no percibe las cosas en sí mismas, sino su acción sobre el hombre. Pero Bochénski, se inclina más bien por la corriente del realismo, pues él dice que hay que entender el conocimiento humano como un aprehender un objeto.
5. El Pensamiento
Gracias al pensamiento, el hombre ha llegado a poderosas conquistas de la ciencia. Pero, ¿qué es el pensar? Se le llama pensamiento a todo movimiento de ideas, imaginaciones, conceptos y demás. Pero vale la pena aclarar, que el pensamiento científico es un pensamiento serio, disciplinado, que organiza rigurosamente las ideas en torno a un fin, donde el fin es el saber. El objeto que se quiere conocer está presente, ha sido dado. En este caso, simplemente es necesario abrir los ojos para observarlo. Es necesario además, interrogarse en torno al objeto dado. El objeto que es dado, nunca es del todo simple, está compuesto por caras, aspectos, propiedades…, y para conocer bien el objeto, es necesario mirarlo desde muchos puntos de vista. Aristóteles fue un gran maestro que empleó esta forma de pensar. Edmund Husserl aclaró y describió notablemente este procedimiento, que le dio el nombre de fenomenología, que consiste en un procedimiento que trata de comprender la naturaleza de un objeto dado por un análisis.
En las ciencias naturales, la cosa es distinta. El interés está centrado en comprender el objeto no dado, el objeto ausente. A esto se le llama conclusión. Entonces, existen dos posibilidades del pensamiento: si el objeto es dado, hay que verlo y describirlo, pero si el objeto no es dado, hay que deducir o concluir sobre él.
La conclusión o deducción presenta diversos problemas: El primero consiste en cómo es absolutamente posible conocer un objeto por la conclusión. Bochénski asegura solo una cosa: que por la deducción se puede saber algo. La conclusión se realiza porque ciertos juicios o proposiciones son admitidos y porque existe una regla lógica para sacra una conclusión. Ésta regla es llamada por los lógicos "modus ponendo ponens" , y que enuncia así: "si se tiene una frase condicional, una frase que comienza por <<sí>>, también su premisa, puede sacarse su conclusión". Estas reglas son estudiadas por la lógica formal. Ahora bien, existen dos clases de reglas: las reglas infalibles, donde el resultado es del todo cierto, y las reglas que no son infalibles.
Las ciencias de la naturaleza proceden con reglas no infalibles, es decir, las teorías científico-naturales son probables. La mayor parte de las leyes de la física son probables, pero estas leyes sobre la probabilidad son a su vez probables, evidentemente, en otro sentido. Por eso, el hombre puede tomar una actitud frente a la ciencia, fundada en estos principios: Primero, la ciencia es sumamente útil. Segundo, la ciencia ofrece sólo enunciados probables. Tercero, cuando el hombre tropieza con una autoridad humana, ha de decidirse por la ciencia contra la autoridad humana. Cuarto, la ciencia no es infalible, se pueden sacar evidencias contra las teorías científicas. Quinto, la ciencia sólo es competente en su propio terreno. Basado en lo anterior, Bochénski afirma que los filósofos le ayudan a la sociedad a estar precavida ante una ilusión o un falso pensamiento.
6. El Valor
Goethe ha hablado despectivamente de la teoría y de la especulación. Bochénski, apoyando el pensamiento de Goethe, afirma que él tiene razón en defenderse del pensar teorético, pues el hombre no se enfrenta sólo contemplativamente con la realidad, sino que la carga con cierta valoración o estima. Pero Bochénski opina que también es necesario algunos momentos de pura teoría. Es pues que, la teoría y la valoración hacen parte fundamental de la vida humana. En este momento, se analizará los valores desde el método fenomenológico, para descubrir los elementos implícitos en la valoración: Primero, el imperativo en una valoración se presenta como una cosa dada, como un objeto del mundo que está en frente de nosotros, como un ente ideal. Segundo, esta proposición o imperativo dice lo que debe ser. Tercero, Kant afirma que este imperativo es de orden categórico, es decir, no tiene sentido preguntar por qué se debe obrar así, y exige sin respecto a un fin. Cuarto, el imperativo o proposición obra inmediatamente sobre la persona, y está determinada por el objeto y su evidencia.
Ahora, hablando de los valores propiamente, hay que diferenciar: el objeto o sujeto del valor, el valor mismo, y la actitud humana ante el valor. Existen básicamente tres grupos de valores: los valores estéticos, los valores morales, y los valores religiosos. Lo característico en ellos es su imperativo de acción, contienen un deber-hacer y un deber-ser. Los valores estéticos tienen la característica de que ellos tienen un deber-ser y no un deber-hacer. Por otra parte, los valores religiosos producen en la persona un sentimiento de horror, y al mismo tiempo, de atracción, unido a una cantidad de reacciones estéticas y morales. Pero no parecen pertenecer a los valores morales y estéticos. Aquí se trabajarán propiamente los valores morales. Lo primero en reflexionar es en torno al cambio y variedad de las valoraciones. Los valores son muy distintos en diversos tiempos y en diversas civilizaciones, parecen ser relativos. Ante este problema, surgen dos respuestas: los positivistas y los idealistas. Los positivistas afirman que la relatividad y la variación de los valores se explican por la relatividad y la variación de los valores mismos, y que estos valores son cosas reales, es decir, actitudes determinadas en el hombre. Los idealistas por su parte, están de acuerdo con que nuestras estimaciones varían, que para lo que nosotros es bueno, para otras partes es malo. También, una valoración es del todo distinta del valor. Las estimaciones son variables, mientras que los valores en sí son inmutables. Esta doctrina procede de Platón, y ha sido desarrollada fundamentalmente por Max Scheler. Siguiendo con el estudio de los valores, se descubre que el hombre sólo puede ver fragmentariamente un valor, es decir, no hay dos hombres que tengan la misma visión de un valor, aunque, la visión de los valores no depende únicamente de la inteligencia, sino sobretodo, de la voluntad.
Finalizando, Bochénski opina que el positivismo no es sostenible, pues confunde la valoración con el valor, y que todo lo que afirman los positivistas puede ser explicado también por los idealistas. También, el autor ve los valores como algo ideal, entendiendo que estos valores tienen consistencia en el espíritu, y que estos valores están fundados en las relaciones entre el hombre y las cosas. Ahora el autor pregunta: ¿los valores son variables? Sí, en cuanto el hombre es mutable. Y no, en cuanto su constitución es fundamentalmente constante.
7. El Hombre
¿Qué es el hombre? Se puede decir que el hombre es un animal, y que es un animal único. Es un animal, porque es un organismo, tiene órganos sensibles, crece, se nutre y se mueve, porque posee numerosos instintos. Si comparamos al hombre con los otros animales, vemos con certeza que forma una especie entre las otras especies de animales. Pero también, es un animal raro, porque tiene muchas cosas que no las hallamos en los otros animales. Si se hablara biológicamente, el hombre es un animal mal dotado, que no tendría derecho a vivir, pues hace tiempo, la selección natural lo hubiera eliminado. Pero no es así, el hombre es el dueño de toda la naturaleza, porque la ha llegado a dominar por medio de la razón, por medio de la cual todo lo cambia, trasforma e inventa. El hombre por ende, posee una serie de cualidades completamente particulares:
1° La técnica, por la que el hombre se sirve de ciertos instrumentos producidos por él mismo. 2° La tradición, que le ayuda al hombre ser un se progresivo, que se transmite todo lo que ha aprendido de generación en generación, para que vayan evolucionando constantemente. 3° El progreso, un progreso que no está determinado por la evolución biológica. 4° La capacidad de pensar de modo totalmente distinto que los otros animales, que lo hace un ser abstractivo y universal. 5° La reflexión, que lo hace capaz de pensar en sí mismo, cuestiona el sentido de su propia vida.
Platón va a afirmar precisamente que el hombre es un algo distinto de toda la naturaleza, que lo que lo compone (la psique, el alma, el espíritu) está en el mundo, pero no pertenece al mundo. Ante el problema de cómo un cuerpo físico está unido a una espíritu, la antropología responde lo siguiente: 1° Una solución del materialismo riguroso, la cual niega que en el hombre hay algo más que cuerpo y movimientos mecánicos. Ante esta solución, Leibniz afirma que, en el cerebro humano no existen pensamientos, simplemente hay movimientos de distintos cuerpos. 2° Una solución dada por el materialismo moderado, según el cual existe una cierta conciencia, pero que está en función del cuerpo. 3° Una solución dada por Aristóteles, que según él, el hombre es un todo que posee diversas funciones. También Aristóteles, juntamente con Platón, ven en las funciones espirituales del hombre algo particular que no se da en los otros animales. 4° Los platónicos estrictos afirman que el hombre es un espíritu que pone en movimiento un mecanismo, siendo este espíritu algo diferente al mundo.
También, Descartes y otros filósofos existencialistas dicen que el hombre no es el todo, sino simplemente el espíritu. Con todo lo que se dijo anteriormente, se puede concluir de que el hombre es un ser distinto de los otros animales, pero el hombre es también, algo incompleto e inquieto. Ante este problema, el hombre se crea constantemente nuevas necesidades, y jamás estará conforme. Parece ser que lo infinito es lo único que lo puede satisfacer. Pero el hombre a sus vez posee conciencia de que es un ser mortal. Para esto, se han dado varias soluciones: 1° Difundida en el siglo XIX, que dice que la necesidad de infinito se satisface identificando el hombre con algo más amplio que él mismo. No importa si el ser humano sufra o fracase, la humanidad sigue su curso. 2° Es una solución dada por los existencialistas, que afirman radicalmente que el hombre no tiene sentido alguno. Se encuentra aquí, por ejemplo, el pensamiento de Sartre. 3° Filósofos apoyados en Platón, que dicen que la solución está en la posibilidad del hombre de alcanzar eso infinito, pero no le es posible lograrlo en esta vida. El hombre va a tener su sentido y su fin en el más allá. Pero, la cuestión no es esclarecida totalmente. Es un problema largo y complejo, que hasta el mismo Platón dice que la respuesta última a esta cuestión solo la puede dar un dios.
8. El Ser
Cuando se habla del ser, se está hablando de lo ontológico, lo relativo a lo que es, al ente. Bochénski hablará con el término "ser", sino que éste será reemplazado por el de "ente". Existen dos tradiciones que niegan en absoluto una ontología. Estas tradiciones son: Positivismo y el Idealismo Epistemológico. El Idealismo Epistemológico dice que todo lo que pueda decirse sobre el ente se dice por las ciencias particulares, y que la filosofía simplemente se encarga de esclarecer cómo se da el conocimiento en las ciencias. También, tienden a reducir el ente al pensamiento. Ante esta visión, los ontólogos responden que ninguna ciencia particular puede tratar cuestiones como la de la posibilidad en general, y que el pensamiento al que ha de reducirse el ente, es también un ente.
En conclusión, el Idealismo Epistemológico es una ontología primitiva. Los Positivistas, a su manera, van a decir que si se afirma una cosa, esa cosa ha sido dicha con sentido científico, pero si afirmamos que esa cosa es una substancia, no estamos diciendo nada de la realidad. La ontología ha de reducirse –según los positivistas- ha una gramática general. Los ontólogos responden a esta corriente, que no es claro por qué ha de ser lícito generalizar las ideas hasta determinado límite y no más allá. Ahora bien, Bochénski trata de responder a esta cuestión de si es posible hablar de ontología y de sus problemas. Surge en primer lugar, un problema sobre la nada. Todo lo que es, es un ente, por eso, fuera del ente no hay nada y al darse la nada, de algún modo esta nada es algo que existe; ésto es apoyado y formulado por Sartre. Para los filósofos existencialistas, la nada existe de algún modo.
Otros filósofos afirman que la nada sólo es pensada, pero no existe. Bochénski aclara que es necesario distinguir entre el ente real y el ente ideal. Así pues, la nada es un ente ideal, y de una idea de falta o carencia de algo. Y Bochénski prosigue, afirmando que una falta o carencia puede ser algo real. Es por eso necesario, admitir esa forma de no-ser.
Luego, en segundo lugar, surge el problema de la posibilidad. Se puede pensar que la posibilidad es algo meramente pensado, y que en la realidad sólo hay cosas que son ya; ésto es apoyado por Aristóteles. Pero primero es necesario distinguir entre lo que es efectivamente real y lo real posible. En esta proposición, no todos los filósofos están de acuerdo, por ejemplo, Parménides, los Megáricos, Nocolai Hartmann y Sartre afirman que lo real y lo posible son en el fono lo mismo. En tercer lugar, surge el problema de las categorías, en el cual se dice que el mundo está constituido por determinadas cosas, que se distinguen a su vez por cualidades y por las relaciones. Se debe distinguir del mundo tres aspectos diferentes del ente: las substancias, las cualidades, y las relaciones, y éstas se dan por supuestas en la práctica del pensamiento. Todas las categorías pueden ser reales como posibles, materiales o espirituales. La cualidad es muy difícil de comprender.
Ante este problema, surgen respuestas de muchos filósofos. Leibnitz, por ejemplo, construyó un sistema en que no se dan relaciones reales entre las cosas. Hegel construye un sistema en el que sólo se pueden establecer relaciones. Y otros, como Aristóteles, admiten las tres categorías fundamentales.
Bochénski cita otros dos problemas fundamentales de la ontología: la esencia y las relaciones internas. En cuanto a la esencia, el hombre posee notas características que lo diferencian de los demás seres. En cuanto a las relaciones internas, Hegel atestigua que todas las relaciones de una cosa son internas a ella en el sentido de que sin ellas no pueden consistir. En pocas palabras, una cosa es lo que es por sus relaciones. Ante esto, surgen pensamientos de muchos filósofos, diciendo que hay relaciones necesarias, pero a la vez, surgen otras que son relaciones accidentales, que no constituyen la esencia del objeto.
Se puede seguir hablando de los problemas tratados por la ontología, pues surgen cuestiones como las de los grados del ser, el comportamiento del ser ideal y el real, entre muchos otros.
9. La Sociedad
Cuando Bochénski se refiere a la sociedad, se está entendiendo a la sociedad en el sentido corriente y diario de la palabra. Al tener esto en cuenta, parece que se está trabajando una temática que nada tiene que ver con la filosofía. Pero, las formas de gobierno y las estructuras han de ser juzgadas en gran parte desde el punto de vista de la oportunidad, de las circunstancias.
Pero no basta simplemente conocer las circunstancias para decidir sobre las cuestiones sociales. Los que dicen que todos los asuntos sociales han de estimarse por su oportunidad o finalidad dan por supuesto que existe u orden y un fin, y que el fin es justamente el poder del estado. Surge entonces un problema para la llamada la "filosofía social", el problema de ¿qué es en la sociedad lo real, lo efectivo, y en qué grado? Para empezar a abordar este tema, es necesario plantear que todo el mundo se da cuenta de que, en la sociedad, se enfrenta con un poder al que se puede amar o rechazar, pero del que no es posible escapar, así se quiere o no, es obligación a adaptarse a un sistema que se llama sociedad.
La sociedad está determinada por un factor esencial, que es el lenguaje, que por medio de él, se transmite lo que se ha recibido de la sociedad.
A continuación Bochénski plantea que la sociedad parece ser un poder real, que existe. Pero, no es del todo cierta esta afirmación, pues si se mira el mundo, solo se encuentran individuos en la sociedad. Por ende, la humanidad parece ser un conjunto de individuos. Esta afirmación ha sido la base para los filósofos individualistas, quienes dicen que la sociedad es para ficción. En la realidad sólo existen individuos, y a la agrupación de éstos se les puede llamar sociedad, pero el título de sociedad no pasa de ahí, del nombre. Hay por tanto un hecho significativo, que es la presión ejercida por la sociedad sobre el individuo. Los individualistas dicen que esta presión procede de la acción mutua de los individuos, entendiendo esta acción como algo irreal, pues si los individualistas consideran estas acciones como reales, efectivamente, la sociedad no consta exclusivamente de individuos.
También, los individualistas van a decir que lo único real en el mundo son las substancias. Pero si se piensa así, en que el individuo es el único ser real, se cae en un individualismo ético-social. Otros filósofos han elaborado una teoría opuesta a este individualismo. Desde la ontología, esta nueva teoría toma dos formas: 1° Opina que solo las substancias son reales. 2° Afirma que los hombres están constituidos por relaciones. Siendo esta teoría así, se considera a la sociedad como el verdadero todo.
El hombre, constituido por las relaciones sociales, aparece como algo inferior a la sociedad. Hegel, por ejemplo, sostiene que el hombre es un componente dialéctico de la sociedad. Se presenta un problema: si la sociedad es lo único, y el hombre sólo es una parte de ella, el hombre no puede tener derechos propios. El hombre ingenuo, le parece claro que el hombre particular tiene derechos propios, pero no es menos claro que tiene deberes para con la sociedad. Aristóteles, ha propuesto una teoría fundada en las categorías, que son reales, tanto las substancias como las relaciones. Dos consecuencias de ésta afirmación: Lo primero, es que la única plena realidad en la sociedad son los individuos. En segundo lugar, la sociedad es más que la suma de los individuos, pues la sociedad contiene las relaciones reales entre los hombres y para un fin común. 3° Se encuentra otra doctrina fundamental, basada en el individuo mismo, y estos individuos están relacionados entre sí por la búsqueda de un bien común.
El individuo es siempre el fin último de todo obrar social. Éste está fundado en un bien particular, y la sociedad sigue siendo un instrumento para la realización del destino individual. Para Bochénski, el individualismo ha dejado de ser hoy doctrina importante.
10. Lo Absoluto
Lo absoluto es el nombre que los filósofos le dan a lo infinito, a Dios. Pero, para llegar a hablar de Dios, encontramos dos caminos: el camino de la religión y el camino de la filosofía. En este en estos caminos se va a encontrar una dificultad: el separa la fe y la razón para evitar que el pensamiento esté condicionado por la religión. Tanto que Whitehead afirma que el único que puedo hablar de Dios separado de su religión fue Aristóteles, por medio de la metafísica. Vale la pena aclarar –dice Bochénski-, que la existencia de Dios nunca fue puesta en tela de juicio por los grandes pensadores. Se tiene algo claro para hablar de lo absoluto, y es que no se duda la existencia de éste. La cuestión no es tanto si hay un Dios, sino cómo hay que pensarlo (una persona o un espíritu). Ahora, los filósofos se pueden dividir en dos clases dependiendo del método que usen para explicar la existencia de Dios. Bochénski los llama Intuicionistas e Ilacionistas. Según los Intuicionistas, Dios, lo absoluto, es dado directamente, y se puede encontrar a lo absoluto en la experiencia. Por ejemplo, Bergson afirmó que esa experiencia se ha dado en los místicos. Los intuicionistas puros, como Max Scheler o Karl Jaspers, afirman que hay una experiencia de Dios, pero, el hombre no la experimenta en sí mismo, sino en un ente finito. También, para Jaspers, la existencia humana es lo que se relaciona consigo mismo y con lo trascendental del hombre. Es un aprehender lo infinito, indirectamente en su propio ser. Por su parte, los ilacionistas se dividen en dos: por una parte, se encuentran filósofos como San Anselmo de Cantorbery, Descartes, Espinosa, y Hegel, donde opinan que se puede concluir la existencia de Dios por medio de un método a priori. Pero, santo Tomás de Aquino y luego Kant, replantean este método para conocer a Dios. Muchos filósofos han afirmado que es posible conocer a Dios por medio de la experiencia.
Surgen así, varias pruebas que van a ayudar a explicar la existencia de Dios, como las de Whitehead, quien opina que hay que suponer que existe una fuerza impulsadora del mundo, y comienzan a surgir numerosos interrogantes. Así pues, según él, el filósofo tiene el derecho y el deber de preguntarse siempre ¿por qué? Por medio de estas preguntas llegó a la conclusión de que debe haber un Dios que determina la marcha del mundo, un "principio de concretización".
Por otro lado, Sartre, que es un existencialista y posee rasgos de metafísico, se ha preguntado por la existencia absoluta de un solo mundo, llegando a comprender la no necesidad de los objetos en el mundo. Según él, nada debe existir, y sin embargo existe. Solamente, lo real y lo óntico del mundo se puede explicar por medio de Dios. Sartre no quiere hallar explicaciones en un trascedente, llevándolo a un sin sentido del hombre, a un absurdo. El profesar lo absurdo trae muchas dificultades, por eso, el filósofo puede admitir la existencia de un absoluto. Dios es para el filósofo un objeto de pensamiento. Surgen pues, unas dificultades: lo primero es que Dios es absolutamente distinto a lo real, tiene que ser al mismo tiempo real, y tiene elementos de lo ideal. También, debe ser eterno, supra temporal y supra espacial, y sin embargo, es individual. También, o decimos que Dios es como los otros entes, sólo que infinitamente por encima de ellos, o simplemente, no es posible conocer algo sobre Dios. Pero Dios no puede ser como los otros entes. La segunda dificultad la hallamos en la relación de Dios con el mundo, pues sería atribuirle una conciencia a Dios, trayendo como consecuencia que lo que se hace y su quiere hacer está de antemano determinado por Dios. Tampoco Dios es un ente junto a las otras cosas del mundo, es otro ser y otro obrar. Ahora, queda el problema si el Dios de los Cristianos es el mismo del de los filósofos. Bochénski afirma que no se da un puente entre la fe y el pensamiento acerca de Dios. Según esto, el Dios d e la metafísica es otra cosa al Dios de la fe. Aunque, la religión dice más de Dios que la filosofía. El contraste no radica en el objeto, sino en la actitud que se toma frente al problema de Dios. El filósofo mira a Dios como una explicación racional del mundo. La religión, no rechazará el concepto del filósofo de religión, sino que lo hace más vivo y pleno, porque la filosofía no es más que la razón humana, encaminada a buscar la comprensión del universo.
Autor:
Juan David Arias Ibarra
Área:
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA I
Docente:
PBRO. JORGE IVÁN ÁLVAREZ
Filósofo
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
MEDELLÍN
2008
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