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Dormirse al volante (página 2)

Enviado por Juan D. Rodríguez


Partes: 1, 2

Hace pocos años, miles de personas pudieron ver en la TV cómo un piloto de línea aérea se dormía en pleno vuelo ¡mientras un inspector lo controlaba en la cabina y había una cámara filmándolo! Un caso peor ocurrió en 2008. El 13 de febrero el vuelo 1002 de Go! Airlines con 40 pasajeros decoló de Honolulú, Hawai, para un viaje de 30 minutos hasta el aeropuerto Hilo, en Isla Grande. Pero tras 45 minutos en el aire, los azorados pasajeros y una azafata vieron que pasaban sobre el destino y seguían de largo. Cuando la azafata entró a la cabina, escuchó los llamados de los controladores de tierra y de otro avión de Go! que los seguía… ¡¡los dos pilotos estaban dormidos y no oían ni el griterío a todo volumen en la radio!!

Razones para dormirse

Sobre el primer caso y en el mismo informativo se explicó que, para protegerse, el cerebro "se desconecta" del mundo exterior en ciertas situaciones. No hubo comentarios sobre el segundo incidente, salvo la aclaración -tras la investigación oficial- de que la línea Go! coordinaba sus servicios para que los tripulantes pudieran dormir y descansar lo necesario. O sea que su trabajo no estaba recargado y no sufrían la "fatiga de vuelo" que, en la 2a. Guerra, mató a tantos pilotos de combate. Los aviadores fueron suspendidos por seis meses y luego despedidos. Tiempo después, a uno de ellos se le diagnosticó "Apnea del Sueño".

Eso nos lleva a una causa de accidentes que se ha mencionado mucho en los últimos tiempos: la Apnea Obstructiva del Sueño. Un estudio encontró que 7% de los conductores accidentados de distintos vehículos, como automóviles, buses, trenes, etc., tenían este problema, mientras que otro informe lo culpa por el 25% de los accidentes producidos. Todos sufrirían una dificultad respiratoria por la cual, aunque uno duerma muchas horas, no llega a descansar lo suficiente. Si se escribe en Google conductor + accidente + "apnea del sueño", puede encontrarse mucha información sobre este tema. El artículo "Incidencia de Apnea del Sueño en accidentes de tránsito" es muy ilustrativo para quienes teman sufrir de apnea sobre todo si tienen sobrepeso, que es un factor de riesgo. Tiene muchos datos de CONASET, Chile, e incluye la Escala de Somnolencia Epworth que brinda una excelente orientación.

Aclaro que la apnea no provocó mi accidente en 1980: con mis 65 kilos no tengo ni el factor de riesgo mencionado. Simplemente, dormí sólo 4 horas tras dos semanas de duro esfuerzo en EEUU y luego de un cansador vuelo nocturno en clase turista Miami, Río, Montevideo.

Pero para todos los casos, incluyendo el mío, resulta aplicable lo que informó la revista Journal of Neuroscience en mayo de 2008. El estudio que el Dr. Michael Chee, de la Universidad Nacional de Singapur, le hizo a un grupo de personas mediante resonancia magnética mostró las consecuencias de la falta de sueño sobre el cerebro y la atención. La investigación evidenció que en las personas privadas del sueño, aunque sea por una noche, su cerebro tiene un funcionamiento casi normal. Pero fatalmente sufre "apagones", o interrupciones intermitentes de la atención y el procesamiento visual, y cae en un estado similar al sueño. (En Google: "El cerebro privado de sueño sufre apagones")

El famoso médico chileno Dr. Fernando Mönckeberg Barros, creador de la Fundación CONIN y artífice del "milagro chileno", muestra -sin relación con esto- la importancia del sueño. Dice que "El cerebro no descansa y su actividad se mantiene tanto durante la vigilia como durante el sueño. Más aún, durante el sueño mantiene su mayor actividad de síntesis proteica. Algo que aún no está claro es por qué el sueño es indispensable. Las ratas que se mantienen permanentemente despiertas, mueren a los pocos días."

Todos sabemos que el cerebro hasta inventa tretas para preservar nuestro descanso. ¿Quién no soñó alguna vez que lo llamaban por teléfono cuando, en realidad,  era el despertador el que seguía sonando? Algunos expertos llaman a esto "ensueño", una especie de truco para que sigamos descansando. Mientras dormimos, nuestro cerebro únicamente se libera de las tareas que decidimos ejecutar en estado consciente: pero sigue monitoreando todas las funciones que nos mantienen vivos.

Una investigación liderada por el doctor Alexandros N. Vgontzax, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Penn State y del Centro Médico Hershey en Pennsylvania, divulgada por CNN y publicada hoy por Diario El País, confirma en forma dramática la incidencia de la falta de sueño en la salud humana. El informe, -que motivó la ampliación de este artículo-, dice entre otras cosas lo siguiente:

"El insomnio mata. Ese es el hallazgo central de un vasto estudio realizado a un grupo de hombres aquejados de insomnio crónico y que dormían menos de seis horas por noche. La investigación comprobó que los varones con esta patología y otras enfermedades crónicas cuentan con un 7% más de probabilidades de morir que el resto. Un riesgo que no afecta a las mujeres, en las que no se reportó mayor tasa de mortandad por problemas de sueño.

De los hombres que dormían menos de seis horas por noche, el 50% murió en un periodo de 14 años. De este modo, los que padecían insomnio fueron cuatro veces más propensos a morir que los que dormían bien durante el estudio, publicado el miércoles por la revista Sleep."

………..………….

"La investigación contempló factores como la edad, el índice de masa corporal, si eran fumadores, si bebían alcohol, si sufrían depresión y si tenían síndrome de apnea durante el sueño.

Entre los hombres que dormían bien, murió el 9%. De los que dijeron tener insomnio, pero dormían más de seis horas, murió el 13%. Y entre los que padecían insomnio y dormían menos de seis horas, murió el 51%." ("El insomnio crónico es mortal para los hombres si duermen menos de 6 horas", elpais.com.uy)

¿Por qué yo me duermo mirando la TV? Porque me resisto a usar siempre anteojos y sólo los empleo para leer o para escribir en el PC. Por eso, debido a que tengo menos visión en uno de los ojos, -igual que mucha gente-, obligo a mi cerebro a un continuo esfuerzo para corregir el desfasaje y procesar una imagen correcta. Es como cuando la TV de aire, -no por cable-, muestra una imagen doble: hay que pararse para mover la antena. Aquí el cerebro debe hacer todo el trabajo él solo: dentro de la cabeza nadie puede ayudarlo. Así es como se cansa, "se desconecta" y uno cae dormido. Esto lo compruebo cuando quiero ver todo el informativo de medianoche: me tapo un ojo con la mano y sigo sin "dormirme" hasta el final. Quizás muchos accidentes se evitarían si los conductores, -además de descansar lo necesario-, supieran que tienen este problema y usaran los anteojos adecuados.

Qué sucede al "dormirse"

En mi caso hace unos años se juntaban el poco descanso, el problema de la vista, la costumbre de seguir planificando o redactando mentalmente durante las comidas y mi habitual baja presión arterial, para "mandarme a dormir" antes de levantarme de la mesa. Siempre fue sin testigos pues termino solo por mi lentitud para comer. Entonces, cuando iba a tomar el último trago… ¡zás!, saltaba hacia atrás por el ruido del vaso que volcaba y el líquido que caía sobre mis piernas.

Hasta hoy no podía precisar si llegaba a sujetar y mover el vaso o lo empujaba por falta de control: el último acto consciente era fijar la atención visual en el vaso para iniciar la acción de aprehenderlo. Ahora, revisando en la memoria los hechos, deduje que siempre llegué a agarrar el vaso con la mano y a inclinarlo hacia mi lado: por eso el líquido se volcaba hacia mí y no hacia el lado de enfrente, como sucedería si lo empujaba en el intento. Es obvio también que no llegaba a elevarlo dejándolo caer en el trayecto: nunca rompí el plato que estaba frente a mí y siempre, al "despertarme", veía al vaso caído en su sitio original y muchas veces con mi mano rodeándolo.   

Todo este análisis parecería pueril e innecesario, pero puede resultar de utilidad para determinar qué intentaba hacer un conductor en el momento en que, como dice la prensa,  se inició la "pérdida de control" y sobrevino el accidente.

Por ejemplo, cuando en 2006 se accidentó Darío Silva, el prestigioso ex futbolista uruguayo, dijo que se distrajo por alcanzar otra porción del alimento que venía consumiendo aquella madrugada. Pero, ¿realmente habrá descuidado el control por esa causa? ¿no habrá sido que, por la falta de sueño, el intentar una acción adicional le provocó un "apagón cerebral" que le hizo perder el control y chocar a la columna que cayó, le destrozó la pierna y obligó a cortársela?

Cuando intento leer en la cama, sosteniendo el diario en el aire y abierto, casi nunca me "duermo" totalmente pues reacciono cuando el diario se escapa de mis manos. Muchas veces "me despierta" antes el deslizamiento hacia abajo del pliego que estoy leyendo: es porque se afloja el pulgar que lo aprieta mientras las manos aún están levantadas. He podido comprobar que antes de llegar a este punto, debo retroceder y releer las mismas frases porque no las entiendo o no las recuerdo en relación con lo que sigue. (A veces "me salva" mi esposa, que puede leer toda la noche: ella ve que estoy esforzándome y me dice que es mejor que deje de leer)

Un estudio franco-americano divulgado en octubre de 2009 por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, es muy aplicable al tema que tratamos. Los científicos del Centro de Investigación del Cerebro y de la Cognición de Francia y los de la Universidad de Harvard, probaron que la atención visual no es como un reflector que ilumina continuamente un objeto o una escena para que el cerebro los procese. Funciona como un faro rotativo, o como el instrumento llamado estroboscopio. ("La atención visual es un proceso discontinuo", axxon.com.ar)

El estudio comprobó que aún siendo sólo uno el punto de atención visual, tampoco ésta es fija o continuada sino que enfoca el objeto a un ritmo de 7 veces por segundo: como si en ese lapso debiéramos parpadear siete veces. Igual sucede si a la escena la forman diferentes puntos: algo similar a lo que muestra la TV cuando la pantalla de un radar, según el giro de su antena, "ilumina" a diversos puntitos (o aviones) que se mueven con distintas velocidades, direcciones, alturas y distancias.

Cuando conducimos un vehículo, nuestro fantástico cerebro debe procesar todo un enorme caudal de datos a la velocidad de la luz. Tiene que decidir y coordinar lo que hacen los pies y las manos con la dirección, los cambios, el acelerador, los frenos, las luces y hasta la bocina muchas veces, además de prestar atención a los indicadores del tablero y al espejo retrovisor entre otras cosas. Y no contabilizo el celular, la radio, el DVD y el GPS. Si conducimos por una carretera angosta, con tráfico en los dos sentidos y sin separaciones físicas, -donde son más comunes los choques por "dormirse"-, nuestro cerebro debe leer y cumplir las señales y órdenes de la ruta, el movimiento de los vehículos que van en igual sentido y, más que nada, la distancia, el tamaño, la velocidad y las señales de todos los móviles que viajan en sentido contrario con los que nos cruzamos.

Si ambos móviles se desplazan a 90 kilómetros por hora, cada uno está avanzando hacia el otro a razón de 25 metros por segundo y se van a cruzar a 180 k/h ó 50  m/s. Quiere decir que en cada 1/7 de segundo en que la atención visual de cada conductor enfoque al otro móvil y retorne al cerebro emisor, -igual que en el radar-, tendrá que ajustar su juicio previo porque ambos estarán ya 7,14 metros más cerca. ¡No se le puede reprochar al cerebro cansado de alguien que no durmió lo necesario si "se desconecta" o "se apaga" algunas veces!

En base a todo lo anterior, mi deducción es que "el apagón" sobreviene cuando "se carga" al cerebro cansado con una orden más: como sucede en una computadora con disco duro chico, microprocesador lento y poca memoria que está llena de archivos y programas.

Creo que eso me sucedió cuando enfrenté la curva en el año 80 o cada vez que volqué el vaso luego de la comida. "Creo que me dormí" declaré al Banco de Seguros, pero a mis allegados siempre les dije que fue como un desvanecimiento brusco y breve lo que me sucedió.

Causas de un accidente grave

Por todo lo explicado, estoy convencido de que fue un "apagón cerebral" lo que el 26/11/06 provocó el accidente que registra la foto. Creo que la aparición del autobús en el campo visual del infortunado camionero podría haber sido el hecho originador de la tragedia. Según la crónica del accidente, luego de una curva a la derecha y ya en un tramo recto, despejado y con buena visibilidad, el camión se cruzó a la senda contraria y chocó el frente derecho -según muestra la foto- del autobús que venía de Argentina. Murieron el camionero, el chofer, el guarda y una pasajera del bus donde, además, otras nueve personas resultaron heridas. Según el diario "el camión cambió de carril (se desvió a la izquierda) metros después de pasar una curva". Como el guarda y el chofer del ómnibus murieron, no sabemos si éste maniobró para evitar el choque… si es que tuvo tiempo. ("Cuatro muertos y nueve heridos en un accidente", elpais.com.uy, 06/11/26)

En base a la foto y a la crónica periodística, -y sin haber visto el informe técnico-, podemos suponer que cuando estaba saliendo de la curva, -quizás preparándose para subir un cambio-, el camionero ve al bus que viene en sentido contrario y decide bajar las luces o hacer señas con ellas. Pero "se duerme", o sufre un "apagón cerebral" al intentarlo, y abandona el control del camión que empieza a derivar hacia la izquierda sin dejar de avanzar. El chofer del bus, que aún no tenía razón para alarmarse, quizás hizo las señales luminosas normales y prosiguió tranquilamente su marcha. Si al seguir acercándose apreció que el camión se iba a cruzar en su camino, seguramente hizo desesperadas señas con las luces sin lograr respuesta ni corrección del rumbo. Ya sin tiempo, se enfrentó a un dilema terrible: no podía frenar y salir marcha atrás, no podía salir de la carretera por la derecha y hacia el campo y, mucho menos, podía pensar en pasarse al carril contrario intentando que el camión pasara por su derecha. Quizás en el último instante vio que el Sr. García estaba dormido o inconsciente sobre el volante y, en un instintivo acto de sobrevivencia, giró la dirección hacia la izquierda queriendo sacar su cuerpo de la línea de muerte. (Esto también pudo suceder al revés si el camionero reaccionó en el último instante)

Creo que únicamente quien haya pasado por un trance así y siga vivo, puede imaginar qué siente quien ve que su vida va a terminar de esa manera. Sólo puedo pensar en los aviones secuestrados volando hacia las Torres Gemelas de Nueva York, lo que millones de nosotros vimos desde lejos y a salvo. Dentro de las trágicas Torres, muy pocos de los 2.700 muertos pudieron ver, horrorizados, cómo del paisaje espectacular del que hasta ese momento disfrutaban surgía y crecía la muerte inevitable que volaba hacia ellos. Algo así debió sentir el infortunado Daniel Udave, chofer del autobús, como cada una de las víctimas que se enfrentan a un conductor dormido que avanza contra ellos.

En este punto no puedo dejar de señalar la incidencia de la suerte, el destino, o lo que sea, en estas situaciones. Con mi amigo taxista salimos ilesos por no cruzarnos con nadie cuando nos dormimos. Los ocupantes del ómnibus tendrían que haber estado mucho tiempo antes en la ciudad de Rivera, Uruguay, a donde se dirigían. Pero tuvieron la desgracia de cruzarse con el camión fuera de control porque un grupo sedicioso argentino, -según los cataloga la Constitución de ese país-, les impidió cumplir su itinerario y los obligó a prolongar el viaje.

Cómo sobreviene el "apagón"

No es posible simular o reproducir lo que sucede con nuestro cuerpo cuando sobreviene un "apagón" cerebral: ya relaté cómo los músculos se aflojan y el diario se cae cuando me duermo. Sólo me viene a la mente un ejemplo aplicable, -aunque por una causa distinta-, de mi época de piloto militar: es de mediados de los años 60 cuando un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea Uruguaya comenzábamos el entrenamiento en los viejos T-33 a reacción.

Para que reconociéramos qué sucede cuando empieza a faltarnos el oxígeno a causa de la altura, nos llevaron a la Cámara de Altitud de la Base El Palomar de la Fuerza Aérea Argentina. "Subimos" hasta una altura que requiere cabina presurizada, –como la de las aerolíneas-, o máscara de oxígeno como las que se ven en las películas y debíamos usar. Luego nos redujeron el oxígeno a todos para que reconociéramos los síntomas: algunos sentimos picazón en el antebrazo y otros en la frente. Después nos dieron un papel y un lápiz para la prueba individual. Entonces, de a uno, nos ordenaron escribir los números de 100 hacia atrás y nos cortaron el oxígeno para que todos viéramos lo que nos sucedía. Creo que nadie llegó a la decena del ochenta, pues mucho antes empezamos a divagar y a escribir disparates. Sólo Walter, un Teniente más joven que era muy tenaz, siguió porfiadamente hasta el noventa… ¡y cayó como fulminado sobre la mesa!

O sea que primero la mente se obnubila y luego los músculos se aflojan.

Para tener una idea de lo que acarrea la pérdida de control, el lector puede ejecutar un pequeño ejercicio. Necesita un revólver de juguete, o uno de verdad DESCARGADO -si no hay niños-, o un cepillo de dientes o el puño cerrado con el dedo índice extendido como el cañón de un arma. Debe pararse a buena distancia de una llave de la luz, por ejemplo, elegir en ella un botón o tornillo y apuntarle bien: como el cazador frente a una perdiz. Cuando esté bien seguro, debe cerrar los ojos y contar lentamente 1 – 2 – 3 antes de abrirlos nuevamente: verá entonces que "su arma" se ha desviado del blanco. Si realmente hubiera disparado -a mayor distancia, claro está- habría errado el tiro.

Si quien hace esta prueba no practicó tiro, como quien escribe, difícilmente va a poner los pies, el brazo y todo el cuerpo correctamente alineados en relación al blanco. Tanto cuando se cierran los ojos como en el instante de un disparo real, se afloja el control consciente del arma que se apunta. Y si el tirador está mal parado, los músculos y todo el esqueleto -que estaban forzados- tironean cada cual para su lado y sacan el arma del punto en que uno, "a forcep", la tenía apuntada.

Lo dramático es si la pérdida del control muscular se produce cuando vamos manejando un vehículo. El simple "pestañeo", -como muchos accidentados describen al "apagón cerebral"-, deja al vehículo en poder de la inercia, del empuje del motor y de las ruedas propulsoras. Es sabido que al doblar en una esquina no hay necesidad de mantener el volante controlado hasta completar los 90 grados del viraje: si uno lo suelta luego de enfrentar la nueva calle, el tren delantero se endereza y el giro se completa.

Cuando el cerebro abandona el control de los músculos y el volante se suelta, las ruedas delanteras se van a alinear enseguida con las traseras impulsoras en la dirección que traía el móvil cuando cesó el control humano. Si es entrando o saliendo de una curva a la derecha, como en mi caso, el vehículo apuntará para la izquierda y cruzará la vía contraria. Si sucede en una curva a la izquierda, es casi seguro que se irá fuera de la carretera por el lado derecho. Si el conductor reacciona o "se despierta" pronto, como me pasó a mí, pero hace una corrección violenta por la sorpresa es muy probable que termine volcando: como muestran las huellas de los neumáticos en muchos accidentes.

¿Puede prevenirse el "apagón"?

Lo primero que se siente, en casos como el mío, es cansancio en los ojos: paré el auto aquel martes para mojarme la cara en un charquito dejado por la lluvia. No recuerdo si el proceso fue el mismo que cuando me duermo después de comer, porque ignoro lo que me sucedió antes del "apagón": igual que el bombero-taxista. Lo que he notado en estos casos es que la mente comienza a divagar y surgen ideas o recuerdos sueltos, incoherentes, sin relación alguna con los temas en que estamos pensando o los movimientos que queremos hacer: como sucede con los sueños. Es muy similar a lo que nos pasó en el simulacro de vuelo cuando nos cortaron el oxígeno: uno empieza a escribir disparates y, si insiste en seguir, el cerebro se "desconecta" y uno cae inconsciente. Lo malo es que, cuando vamos conduciendo, no sucede como en una computadora vieja y pobre cuando le exigimos mucho en CorelDRAW. Aquí no surge un recuadro amarillo diciendo "el programa se ha vuelto inestable: guarde los archivos abiertos, cierre el programa y apague el equipo", ni "estacione el automóvil y póngase a dormir" como sería el aviso al conductor cansado.

Lo peor de todo es que conduciendo no vamos a caer sobre la mesa sino sobre el volante, por lo que en el segundo siguiente no habrá un instructor para darnos oxígeno: como a Walter. Tampoco va a caer un chorro de agua para despertarnos como me pasa a mí. Así que quizás no podamos salir nunca de ese sueño.

Por todo lo anterior y al ver que estas noticias son más frecuentes cada día, sentí que debía hacer algo para buscar respuestas que superan las limitaciones de este redactor. Talvez las autoridades y los expertos en seguridad vial, las compañías aseguradoras, la ciencia médica, la industria automotriz, los protagonistas que sobrevivieron a estos accidentes y todos los conductores que lean esto, puedan contribuir con su experiencia, su información o sus ideas.

Algunas interrogantes

¿Qué puede hacer un conductor "dormido" al despertar?

Siempre dependerá de la situación general en que se encuentre y si dispone de tiempo para intentar alguna solución. Sólo puedo contar lo que yo hice por las razones que cité y porque creo que, gracias a Dios, reaccioné cuando el tren delantero se salió de la ruta: eso me dio una fracción mayor de tiempo. También, porque ya estaba afuera de la carretera y no vi vehículos ni personas en mi camino.

Nunca supe a qué velocidad iba en ese momento, pero pensé que si "volanteaba" para la derecha iba a volcar sobre los bloques de la izquierda: corregí sólo un poco para darme de costado contra ellos. Decidí no frenar pues no sabía hacia dónde derivaría el auto: hice uno o dos "rebajes", -no puedo precisarlo-, para reducir con el motor. Me afirmé sobre la dirección tensando los brazos y, enseguida del impacto y antes de empezar a descender, apagué el contacto para reducir el riesgo de incendio. Seguí conduciendo mientras pude y hasta que la pendiente del breve terraplén curvo, que bajé transversalmente, me hizo volcar suavemente en el terreno plano.

En cuanto llegaron los vecinos dimos vuelta el coche: fue para reducir el riesgo de que algún derrame de combustible entrara en contacto con el motor caliente.

¿Qué puede intentar quien se enfrenta a un conductor dormido?

No puedo aportar ninguna idea: siempre dependerá de su posición, su velocidad y su distancia.

¿Por qué hay HOY tantos "somnolientos"?

La causa primaria y principal, sin ninguna duda, es la falta de sueño. Además de lo que dice el SEPAR de España, creo que hay ahora más causas de cansancio visual (TV, videos, computadora, juegos, mensajes de texto, etc.) y mental, como el GPS y los celulares "manos libres" en ruta. Las carreteras son más "monótonas" por su trazado y también por su mejor estado, ya que el "ronroneo" de los neumáticos contribuye a inducir el sueño. En invierno, la calefacción funciona como la apnea del sueño: al aumentar la temperatura del habitáculo el aire se empobrece y recibimos mucho menos oxígeno, lo que se suma al efecto adormecedor del agradable calorcito ambiental. Todo esto se potencia si el viaje, aunque breve, es al regreso de una fiesta en que hemos ingerido algo de alcohol: mucho menos que el límite legal.

Pero los conductores se duermen también en las ciudades y continuamente hay casos nuevos. Hace tiempo que leí entrevistas a dos mujeres conocidas, una uruguaya y otra argentina, que pasaron por esta situación en plena ciudad con distinto protagonismo y graves consecuencias: las dos dijeron que "fue un pestañeo". La segunda, que guiaba su auto, lo sufrió una madrugada cuando llegaba a su casa y se preparaba para doblar hacia el garaje: un clásico "apagón cerebral" en mi concepto.

¿Por qué ahora tantas personas sufren apnea del sueño?

No me considero un desinformado, pero me enteré de que existía este problema hace muy pocos años por la televisión. Parece ser algo nuevo, pero no tengo claro si se diagnostica en todo el mundo o es propio de los países más desarrollados. Si fuera así, podría pensarse que es por la mayor contaminación del aire, -por su actividad industrial y vehicular-, a lo que se agregaría el aire acondicionado en que trabajan, se trasladan y duermen.

Si la dolencia ya es mundial, cabría pensar que la culpa es del aumento creciente del dióxido de carbono, CO2, en el aire que respiramos, -en detrimento del oxígeno-, como consecuencia de los cambios climáticos.

¿Qué puede hacerse para evitar que más gente se duerma?

Creo que todos los interesados en la seguridad y la salud, públicos y privados, deberían organizar una campaña similar a la que se hace para que no beba alcohol quien debe conducir un vehículo. Si se logra concientizar a todos de la vital importancia del sueño, posiblemente podamos reducir la incidencia de este factor de riesgo en calles y carreteras.

¿Qué puede hacerse para alertar a quien "se duerme"?

Si no fuera por el mundo en que vivimos hoy, ésta sería una pregunta para ciencia-ficción. Pero si ya hay automóviles sin chofer circulando a prueba; computadoras que se manejan con los ojos; científicos totalmente incapacitados que hablan y escriben libros a través de una máquina; sistemas para ver las palabras formadas en el cerebro de quienes no pueden expresarse, y tantas cosas más, no parece imposible diseñar un sistema que detecte si el conductor está dormido o inconsciente. Mucho antes, podría determinar que sus manos comienzan a abandonar el control del volante.

Pienso en una suerte actualizada –y con distinto efecto- del "hombre muerto" que ya traían las viejas locomotoras: podría ser un sensor sofisticado, instantáneo, poderoso y versátil para instalar en el volante. Debería poder disparar fuertes señales luminosas y acústicas, y hasta pequeñas y despertadoras descargas eléctricas, como forma de hacer reaccionar al conductor que está por dormirse.

Como no se puede parar un vehículo en medio del tráfico, en el futuro el mismo sistema inteligente que hoy está en prueba podría hacerse cargo del manejo: algo semejante a lo que hace en los aviones el piloto automático. Quizás ya se está diseñando, en algún lado, un sistema con esta capacidad para otra finalidad.

¿Cómo puede alertarse a otros conductores?

Si lo anterior se logra, el mismo dispositivo podría hacer funcionar una alarma múltiple: de esas que encienden las luces y hacen sonar silbatos y bocinas. Esto serviría para alertar a todos los conductores y peatones próximos al vehículo fuera de control.

¿Cómo pueden ayudar quienes lean este artículo?

Enviando un relato de las experiencias similares, -propias o de personas allegadas-, y toda la información útil que posean sobre los puntos tratados a los portales o páginas web en que estas ideas puedan publicarse.

 

 

Autor:

Juan José da Silva

El autor es Teniente 1º. Aviador, retirado, de la Fuerza Aérea Uruguaya, investigador en el área alimentos e inventor.

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