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El Zelota como heraldo del mal: Dios ha muerto… y Nietzsche; ¿De qué Murió?

Enviado por Felix Larocca


  1. Prelados que — ¡sorpresa! — Prelados, que son humanos…
  2. ¿Ya basta?
  3. Bibliografía

En una lección anterior (Los Puentes, el Destino, y el Pontífice del Mal: La Teleología, El Agua, y el Narcisismo Patológico — Caminos Abiertos…) se discuten temas que abarcan ciertos aspectos de la ética del ser humano que le permiten al mismo, la facultad de ser antitético en sus creencias y voluble en sus convicciones — sin tener ni una pizca de escrúpulo por ello.

En la ponencia referida se describen los comportamientos de prelados que traicionan sus votos de castidad, que corrompen el sacro deber de nunca revelar lo que, en confesiones reciben y de respetar la dignidad de la vida de todos.

Prelados que — ¡sorpresa! — Prelados, que son humanos…

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Jesse Jackson

En evidencia se destacan los tele-evangelistas norteamericanos que, como Jesse Jackson y Oral Roberts han amasado fortunas enormes, por medio de la propaganda fementida, inflamatorio-religiosa. Fortunas que mantienen encubiertas en cuentas "legítimas", pero que sirven de pantalla para disimular sus transacciones privadas, no del todo piadosas. (Véase: Shakedown: Exposing the Real Jesse Jackson por K. Timmerman).

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Jan Saudek

Hablando de la venalidad homicida del religioso, destacamos el caso reciente del sacerdote argentino cuyo ministerio de almas, culminara en una sentencia a servir, por haber colaborado con la dictadura militar en la eliminación de los enemigos del régimen.

También mencionamos que, en meses recientes, un número creciente de científicos sobresalientes han renunciado un silencio, que guardaban por respeto a las sensibilidades de quienes en Dios creen, para denunciar a quienes creen en Dios. Intelectuales que hoy argumentan, no sólo en contra de la religión como concepto moral, sino que han opuesto el principio de que ésta misma sea enseñada en la casa o la escuela como parte de la educación del ser humano — en cualquier etapa de su desarrollo.

El más prominente de estos representantes de la ciencia es, sin duda, Richard Dawkins, quien en su obra reciente, The God Delusion, censura los desmanes y los crímenes, por humanos — contra humanos — cometidos, desde las cruzadas hasta el triste 9-11 — todo, en el nombre de Dios. (Véase mi ponencia: Yo Tengo mi Dios: Así Habló Nana).

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Pero, antes que Dawkins fuera — ya fueron otros. Originador de la más sobresaliente, sino la más parafraseada de las muletillas; ha sido, sin duda, la locución de Friedrich Nietzsche (1844-1900), que ha pasado a ser inmortal, cuando pronunciando: "Dios ha muerto". Este último, diera, en su lugar, nacimiento a una nueva orientación en el ateísmo y las doctrinas agnósticas.

¡Tamaño logro!

La cuestión es que casi nadie ha poseído la claridad de juicio para hacer la traducción exegética de las palabras del filósofo teutón.

Para el propósito de esta tesis, aquí adaptamos una porción de lo que, al respecto nos ofrece, Wikipedia en Español:

"Para Nietzsche, el nihilismo es un advenimiento de unas repetidas frustraciones en la búsqueda de significado o más precisamente «la desvalorización de los valores supremos». Nihilismo en Nietzsche se refiere al proceso histórico que surge en el reconocimiento de un valor sumo y termina en la asunción o reconocimiento de múltiples cosas valorables al volverse inoperante lo que antes se mostraba como lo supremo. El nihilismo acontece en nuestro tiempo como manifestación de la ausencia de una medida única y al mismo tiempo como la proliferación de múltiples medidas, que en cada caso, pueden aparecer como válidas. Nietzsche ve en el despliegue del nihilismo toda fundación de cultura europea, la que surge como destino necesario de este proceso. La visión religiosa del mundo había sufrido ya un gran número de cambios por perspectivas contrarias, cayendo en el escepticismo filosófico, y en las teorías científicas evolucionistas y heliocéntricas modernas, lo que no hace más que confirmar la desvalorización de los valores supremos. A lo ya señalado, hemos de sumar una creciente presencia de lo democrático, la que se muestra como la afirmación de una individualidad independiente de Dios y acreedora de la igualdad, de la medianía. La democracia, aparece a los ojos de Nietzsche como un momento del despliegue del nihilismo igualmente negador de la vida que los que la antecedieron. Ambas manifestaciones del nihilismo se muestran a Nietzsche como negaciones de la vida en la medida en que niegan u olvidan dimensiones de ella que a su vista aparecen como constitutivas de ella, como inalienables a lo que a él se le aparece como vida. Estas dimensiones negadas de la vida se muestran en ámbitos tan determinantes como el constante darse del devenir y las diferencias entre los hombres.

"Nietzsche, ve esta condición intelectual como un nuevo reto para la cultura europea, lo que se ha extendido a sí mismo más allá de un pequeño punto de no-retorno. Nietzsche conceptualiza esto con su famosa frase, «Dios ha muerto», que aparece en La gaya ciencia y en Así habló Zaratustra. La frase, por una parte señala el fin de eso que antes aparecía como lo imperante y por otra indica un terreno fértil, un terreno inexplorado, en el cual Nietzsche mismo es un colono. A partir de la frase "Dios ha muerto", Nietzsche se refiere tanto a la ceguera del pasado en tanto incapacidad de ver esto, como a la asunción de una nueva posibilidad de relacionarse con lo que es, posibilidad dada por la asunción de dicha muerte."

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M. C. Escher (¿Pueden distinguir los ángeles de los demonios?)

Desafortunadamente, la exposición que, en el párrafo anterior fuese reproducida, no clarifica el asunto para nada. A menos que no sirva para justificar el adagio italiano que así reza: Traduttori traditori

Nietzsche como sabemos murió un inválido a los 44 años, luego de un "colapso mental". El origen exacto y la causa de su muerte son sujetos de especulación irresuelta y perenne.

Muchos consideran que el filósofo padecía de neurosífilis, condición de mucha prevalencia en la era pre-antibiótica. Mientras que yo suscribo a que sufría de la anemia de Addison-Biermer — perniciosa o megaloblástica. (Véase mi artículo: La Locura Megaloblástica en monografías.com).

Dawkins en su libro, declina disculparse por declarar que las creencias en un ser supremo son letales para el pensamiento humano.

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Multiplication is the name of the game that each generation plays the same…

En su tesis el distinguido don de Oxford University, demuestra, como harto hemos visto, que la religión alimenta el espíritu de las guerras, fomenta la intolerancia fanática y, en muchos casos, conduce al abuso sexual y moral de los niños. (Véanse mis artículos acerca de Las Parafilias y del Celibato en monografías.com).

No importa si uno no está del todo convencido con su filosofía, Dawkins nos inspira, si a nada más, a querer aprender y a investigar.

En otro libro consultado, que en su contenido y sustancia, linda en el estudio de la religión desde un ángulo, diferente quizás. Matt Ridley autor del famoso libro, por nosotros, frecuentemente citado, The Red Queen. En su obra The Origins of Virtue nos enseña que, sin tener necesidad de creer en un Ser Supremo, podemos vivir y alcanzar niveles de moralidad muy elevados sin trabas o conflictos.

Otros científicos, como seguiremos viendo más adelante, han continuado en sus investigaciones, tratando de clarificar sí, de veras existe un gen de Dios, como propuso Dean Hamer. (Véanse mis artículos: La Teología y de la Relatividad y Pájaro en monografías.com).

Esta última teoría propone que algunos seres humanos. Transportan un gen que les confiere una predisposición a la revelación mística — por tanto, el "gen de Dios".

Hamer escribió un libro al respecto, The God Gene: How Faith is Harwired in our Genes, que cae muy corto de la marca requerida para sustentar su hipótesis.

Pero, en un esfuerzo denodado en establecer una base neurocientífica a nuestra idea y creencia en la divinidad, muchos han concluido, como lo hacen Andrew Newberg, Eugene D"Aquill y Vince Rause en su libro Brain Science and the Biology of Belief: Why God Won"t Go Away, que ellos, por vía de la tomografía computarizada, han establecido que, el misticismo y la religión revelada despiertan actividades en áreas determinadas del encéfalo que pueden ser interpretadas como evidencia de un sistema que constituye el establecimiento de lo que llamaríamos, una experiencia de amor o de la presencia de un dios.

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"Dios"

Estas conclusiones tentativas, permanecen en espera de ser corroboradas por el método y la evidencia científica.

Pero, hay más. Si algunos científicos se contentan con atacar la religiosidad y las creencias por eones establecidas y que, como tal han servido nuestra especie de modos invaluables, otros se empecinan en lograr precisamente lo opuesto.

Andrew Newberg (mencionado en un párrafo anterior) y Mark R. Waldman nos obsequian otro tratado en la neurobiología del crédulo y del incrédulo, ya que tratan algo nuevo: La síntesis neurocientífica del cerebro de un ateo. (El libro, por estos autores escrito es: Why We Believe What We Believe: Uncovering Our Biological Need for Meaning, Spirituality and Truth).

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Ahora es nuestro turno para analizar, en serio, los argumentos que, hasta ahora, se proponen en contra de ser religiosos y de creer en Dios. (Véase mi artículo: Las disfunciones sexuales y la neurociencia aplicada).

Empezaremos con una ponencia importante de Richard Dawkins, en ésta él nos muestra el camino lógico que nos conduce de las creencias religiosas a la consumación de actos siniestros

Este autor tornado filósofo, cree que muchos de los males que hoy nos afectan son resultado de nuestras convicciones religiosas y de nuestras creencias en Dios.

Dawkins, propone, en su tesis, que la religión en su efecto, cambia para quienes la refrendan, la definición de lo que es bueno y de lo que no lo es.

Por ejemplo, se acepta que los ateístas y los humanistas tienden a definir el bien y el mal en términos de los beneficios y sufrimientos que a otros causan.

Homicidio, tortura, y la crueldad son malos porque causan dolor. La mayoría de las personas que son religiosas creen asimismo que éstas son cosas malas. Pero, algunas sectas, como el talibán, las sancionan bajo ciertas condiciones — lo que, por supuesto, no es bueno.

Para la mayoría de las personas que no son religiosas, lo que adultos por mutuo consentimiento; hacen en la discreción de sus alcobas, es asunto propio — algo, que nunca puede ser dañino, a menos que no cause sufrimiento a otros — como pudiera ser la disolución de un matrimonio feliz. Pero, sin embargo, muchas religiones se reservan el derecho de determinar que ciertas formas de comportamiento sexual son malas, aun si éstas a nadie causan daño.

Por ejemplo, la oposición insana y ridícula, del catolicismo, a la contracepción para control de la superpoblación mundial. (Véase mi artículo: El Hambre y sus Paradojas en monografías.com).

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Salvador Dalí

Por ende, tomemos las acciones del talibán. Su acoso a la mujer, su odio mojigato de todo lo que signifique placer; que sumados, los incita a la violencia moralista. Actitud que es tan imbuida por lo malo, como nada más puede aproximársele.

Los diecinueve hombres que protagonizaran el 9/11. Habiendo bañado, afeitado, y perfumado sus cuerpos; en preparación para entrar en el paraíso de los mártires — Esa fatídica mañana, creían estar cumpliendo el más elevado de sus deberes religiosos. Por el criterio de sus creencias, ellos estarían consumando una misión, por Dios mismo, ordenada.

¿Podemos creer que Dios ordenara la tragedia del 9/11?

Los perpetradores no eran pobres, oprimidos, desahuciados o psicóticos. Por el contrario, eran personas bien educadas, cuerdas y bien balanceadas.

Pero, ellos eran religiosos lo que les proveyera toda la justificación necesaria para destruir, hacer el mal y mutilar. (Véase mi artículo: ¡Médico! en monografías.com).

Las madrassas y sus mullas les habían inculcado buenas razones para que ellos creyeran que estaban en línea rápida, para entrar al paraíso divino sin dilación.

Las encuestas sugieren que un 13% de los musulmanes británicos consideran los 7/7 terroristas como si fueran personas nobles, cuyo único propósito fuera el de detonar explosivos en metros y autobuses, causando muerte y dolor, para servir la causa de Alá — algo muy difícil de comprender.

Es difícil comprenderlo, porque nos parece absurdo tratar de influenciar a una persona sensible y racional, por medio de maniobras irracionales e ilógicas, para que haga cosas abominables.

Pero no es la realidad. Es relativamente fácil corromper al más noble de entre nosotros, como hemos visto a tantos prelados que así sucumben. (Véanse: Obedience to Authority por S. Milgram y The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil por P. Zimbardo).

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Laboratorio de Milgram

Sin embargo, la lista y el surtido de los actos malignos que se perpetran cada día por todos los ungidos del mundo, de ser publicada, causaría espanto universal.

Aquí vale reproducir las palabras del físico Steven Weinberg, ganador del Premio Nobel en Física, 1979:

"Con o sin religión hay gentes buenas haciendo cosas buenas y gentes malas haciendo cosas malas. Pero, para gentes buenas hacer cosas malas, se necesita la religión".

Hace un siglo y medio que el Papa Pío IX publicara su Sílabo de Errores. Una revisión retórica de los pecados del mundo. Lo que nunca ha ocurrido a los Papas es la idea de publicar un Sílabo semejante de sus propios pecados y abusos contra toda la ética y moralidad humana.

Llamemos, como ejemplo, a colación, tres de los iconos de la Iglesia Católica Apostólica y etc.

  • El Papa Alejandro VI — Rodrigo Borja. Paragón de perversiones insólitas. (Véase: The Borgias por I. Cloulas).

  • Santo Domingo de Guzmán, arquitecto de la Inquisición y responsable por la tortura y muerte de miles y miles de inocentes.

  • La Madre Teresa, descrita, y, aptamente expuesta por C. Hitchens como el fraude que siempre fuese.

Todos, Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Sam Harris, y Daniel Dennett entre otros intelectuales lúcidos, consideran la religión una pamplina inconsecuente y dañina.

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El éxtasis de Santa Teresa por L. Bernini

La culpa, por supuesto, la tienen los curas y sus coetáneos.

Freud, resumiría sus propias ideas en su obra magistral: The Future of an Illusion.

Algunos de los proponentes y consagrantes del dogma, como fueran Santo Domingo de Guzmán y Juan Calvino eran verdugos sádicos que torturaban y mataban, obviamente, por el gusto de hacerlo — como hoy, asimismo se empecina en demostrarlo, en su insignificante persona: George Bush II — cuyas dos glorias consisten: 1. en gobernar el estado de Texas durante el período mayor de ejecuciones de presos y 2. de ser arquitecto de la sangrienta guerra de Irak.

Pero, si Hamer pudiera localizar, para nuestra satisfacción, el gen de Dios. Quizás, de paso, lograría identificar el gen responsable por nuestra afinidad, demostrada, por la sangre derramada — que de las venas de otros proviene.

La misma Biblia. Es un panegírico al tráfico humano, la limpieza étnica, la esclavitud, el trueque de consortes y de la masacre indiscriminada.

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Mano de Dios por A. Rodin

¿Ya basta?

Ahora, tenemos el deber de concluir esta jornada intelectual sin ofender a nadie.

No podemos adoptar la posición de que si no nos consola, debamos creer en un Dios que está basado en falsas premisas. O que si podemos evocar sentimientos exaltados que modifican la actividad neuronal del cerebro que eso nos hace fanáticos.

Nosotros debemos ser libres de creer en lo que nos conforma y compartirlo, sin imponerlo, con quienes nos escuchen o que de nosotros dependan.

El problema es cuando la religión y la política se mezclan donde el potencial hacia lo destructivo emerge.

Muchas de las iglesias más exitosas, lograron su preeminencia por ser gobernadas por zelotas militantes, intolerantes y sanguinarios.

A todo esto, nos preguntamos: ¿Dónde estaba Dios, cuando en su nombre lo hicieran?

Nietzsche escribió Su epitafio, mientras que otros han concluido que está muy vivo. Pero que no desea que lo entendamos muy bien… (Véase: History of God por K. Armstrong y Prometheus Bound por P. Vellacott).

Porque es que Dios, está: bien gracias — gracias a Dios.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca