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Codependencia? ¡Nunca más!? El caso de Miriam (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Las codependencias

Son situaciones, condiciones, o estados psicológicos en los cuales una persona es controlada o manipulada por otra que sufre de un trastorno emocional discreto. Éste puede ser una adicción al alcohol, al juego, al sexo o a cualquier otra sustancia o su equivalente.

La persona codependiente, puede igualmente ser víctima de un trastorno físico que la hace sujeta a la atención y el cuidado de otros.

Codependientes pueden ser el esposo de quien lo es, el amante, un hijo, padre, hermano, hermana, colaborador de trabajo, o amigo.

¿Qué propósito sirve la codependencia?

La codependencia:

  • Le permite a la persona continuar, sin preocupaciones, comportamientos destructivos para sí misma
  • La sujeta a sacar, a la otra persona, de situaciones desagradables
  • La obliga a proporcionar soporte emocional a la otra persona que, ésta, de otros no obtiene
  • Le permite negar que la otra persona la perjudica

Los codependientes son habilitadores en los roles siguientes:

  • Rescatadores. Evita a la otra persona situaciones poco placenteras, como sosteniendo un alcohólico que se emborracha habitualmente hasta costarle problemas
  • Cuidador. Les facilita soporte y simpatía en todo lo que hacen que los demás censuran
  • Justificador. Racionaliza que el comportamiento de la otra persona es apropiado, porque lo tolera y porque puede participar activamente en los mismos hábitos
  • Vocero. Se convierte en el defensor de la otra persona, para defenderle la imagen
  • Devoto. Provee a la otra persona con un modelo de alguien cuyo cariño fervoroso nunca cesará, pase lo que pase
  • Víctima. Porque se inmola en aras de la otra persona narcisismos.

La mayoría de quienes son codependientes, no admiten que lo son. Éstos dedican más energía mental a las acciones y las necesidades de su alter ego que a las propias.

Consideraciones generales

La codependencia puede ser definida como una enfermedad, cuya característica principal es la falta de identidad propia. El codependiente pierde la conexión con lo que siente, necesita y desea. Si es dulce y agradable aunque no lo sienta, es porque busca aceptación. Cree que su valor como persona depende de la opinión de los demás. Da más importancia a los demás que a sí mismo. Se crea una falsa identidad, pues en realidad no está consciente de quién es y está tan desconectado de sus propios sentimientos, que asume la responsabilidad por las acciones del resto. Se avergüenza por lo que hacen otras personas y toma las cosas de una manera personal. Invirtiendo una enorme cantidad de energía psíquica en mantener una imagen para impresionar a los otros, porque su autoestima es baja, ya que depende del valor que los demás le confieren.

La codependencia se origina en familias disfuncionales y convierte a los miembros de esas familias en personas sobre-vigilantes. Al estar el ambiente familiar tan lleno de estrés debido a la violencia, la adicción al alcohol, a las drogas, o a las enfermedades emocionales de sus miembros; la persona codependiente orienta su atención hacia su entorno para defenderse de algún peligro real o imaginario. Este estado de alerta común, es una defensa psicológica, algo paliativo que ayuda a protegerlos en momentos de peligro. Pero cuando ese estado se vuelve crónico, la persona pierde el contacto con sus reacciones internas, ya que todo el tiempo su atención se enfoca lejos de sí misma.

Cuando jóvenes, los niños necesitan seguridad y tener modelos saludables para imitar y para poder descifrar sus propias sensaciones internas. También necesitan aprender a separar los sentimientos de los pensamientos y a generar autoestima desde sí mismos. Si el niño pierde el contacto con sus sentimientos, tratará de llenar sus necesidades con estímulos externos y se convertirá en un adulto codependiente.

Aplicaciones prácticas

Cuando una persona vive su vida a través de las de los demás y a costa de sus legítimas necesidades, esa persona va más allá de lo que constituye la madurez genuina. Esa persona se consume y se destruye, para complacer al otro, hasta el punto de la disipación psicológica.

Todo afecto que no produce paz, sino angustia o culpa, está contaminado de codependencia. Ese tipo de apego patológico, de obsesión, es sumamente destructivo. Al no producir paz interior ni crecimiento espiritual, no lleva a la felicidad.

La codependencia crea amargura, angustia, enojo y culpabilidad irracional. El fruto de una relación verdadera debe ser la paz y la alegría. Si no es así, algo no está bien.

La codependencia nace de un hambre nociva por aceptación, quizás provocada por un ambiente familiar en el cual uno no se sentía bienvenido o aceptado.

El dolor en la codependencia es siempre mayor que el afecto que se recibe.

Una de las características de la persona codependiente es que no confía en la otra persona a la que trata de influir. Esto lo demuestra persiguiéndola, tratando de controlarla, diciéndole lo que tiene que hacer, celándola y procurando avasallarla con sus demandas infantiles.

La sobreprotección, signo de codependencia, a veces nace de la situación de una persona que ha perdido a su esposo, o de un hijo que ha perdido a su padre.

Hay, asimismo, padres que usan a sus hijos para llenar un vacío.

Existen igualmente seres humanos que usan al cónyuge o al amante para mantener viva en el presente, una relación que en el pasado permaneciera irresuelta, aunque la otra persona haya muerto.

El codependiente no sabe quién es, lo que siente, ni cuáles son sus necesidades emocionales. El codependiente vive como un ser vacío.

El codependiente, a menudo sufre del fenómeno de la anhedonia. Estudiado en previas lecciones.

El amor maduro promueve el crecimiento mutuo. El fin de todo ser humano no es complacer siempre al otro, o ser lo que el otro espera, sino ser el reflejo de su individualidad propia para los demás y para sí mismo. El sentirse autónomo e independiente de todos los demás.

La codependencia aparenta ser devoción, pero es egoísmo, mutua destrucción, miedo, control, relación condicionada: "Te amo si cambias". "Si no haces lo que digo, te recrimino, te persigo, me siento tu víctima." En la codependencia hay una gran cantidad de manipulación. Es una relación descontrolada: "hagamos todo lo que sea para que esa persona se acomode a mí y a mis demandas de ella".

En momentos de frustración, la codependencia es abusiva o demuestra asimismo enorme tolerancia a ser víctima del abuso. La persona codependiente permite tanto dolor, que no reconoce la explotación cuando lo sufre. Ha llegado a tener una autoestima tan baja, que ya no se da cuenta de que están aprovechándose de ella.

El codependiente necesita dar continuamente para no sufrir culpabilidad, ansiedad, enojo, miedo, o temor. Necesita dar, sentirse necesario para tener autoestima. Está dominado por sentimientos enfermizos y no por la razón.

El amor humano debe ajustarse al principio de la realidad. Los codependientes se dejan gobernar solamente por sus sentimientos. Sus autoestimas dependen del comportamiento o de la reacción de quienes dicen querer.

El codependiente necesita ayuda profesional, de lo contrario sus actividades destructivas se perpetuarán. (El libro aquí que recomendamos es: Codependent No More, por M. Beattie).

Consideraciones adicionales

  • El codependiente mantiene su propio estilo de vida y su modo de relacionarse con otros debido a su baja autoestima.
  • Su enfoque es siempre en los demás y no en sí mismo.
  • La persona codependiente no sabe recrearse porque toma la vida demasiado en serio.
  • Se le dificulta lograr intimidad con otras personas porque teme ser herida por ellas.
  • Necesita desesperadamente la aprobación de los otros y por ello busca complacer a todo el mundo.
  • Siente ansiedad cuando tiene que tomar decisiones porque teme equivocarse.
  • Niega sus propios sentimientos.
  • Es titubeante y emocionalmente indecisa.

El punto de vista psicoanalítico

La pauta, que con frecuencia muchos siguen, para entender la patología del ego del codependiente es la del modelo provisto por las adicciones. Lo que es erróneo.

Primero es el caso de que la adicción es un fenómeno tan físico como lo es psicológico.

En las adicciones, una vez que los circuitos reflejos, donde los centros del placer se originan, se establecen; éstos se mantienen por medio de reacciones químicas basadas en el metabolismo de ciertos neurotransmisores.

Desde ese mismo instante, el ejercicio y el poder de la voluntad se desvanecen.

En la codependencia, es esencial que la persona en su desarrollo psicosexual, haya logrado, haber establecido la capacidad de formar relaciones íntimas, aunque éstas sean primitivas e infantiles en sus esencias.

Esta capacidad de relacionarse con otros, no es madura, porque está matizada con los tonos emocionales característicos de conflictos pasados e irresueltos.

El drogadicto no necesita para, la perpetuación de su enfermedad, la reciprocidad de relaciones humanas que son características del codependiente. El que de las drogas depende, se conforma con su dosis o pinchazo y ahí concluye toda su ansiedad.

Para el codependiente, la "droga" es aquella relación pasada, distorsionada y abrumadora, que aunque ya muerta, hace sentir su presencia catastrófica en el presente dinámico de quien la padece.

Esta "droga" es disimulada en sus apariencias, y oculta en sus manifestaciones. Nadie la ve, si no sabe como buscarla. Sin embargo, la "droga" invisible, estableciendo su control sobre el ego y sus mecanismos de defensa, inhabilita a la persona en su capacidad de interpretar las realidades externas, las que distorsiona; respondiendo a situaciones presentes como si estuviera viviendo en su pasado remoto. En otras palabras, el amante de hoy es el padre de ayer — como si hoy, todavía fuera ayer.

La codependencia puede ser resumida como una muerte que no fue lamentada.

La terapia

La terapia debe de enfocar en los problemas de sentir en el presente, por medio de la transferencia, el dolor de la pérdida pasada; para que, entonces, el ego se libere de la carga pesarosa de una angustia interminable.

En el caso de Miriam; nuestra paciente necesitó sepultar y revivir el duelo inconcluso de memorias, que aunque se sintieran vivas, ya estaban muertas.

Ahora vamos a explorar algo más insidioso, dramático y aterrador para una mujer estupefacta…

El caso de Maripili y su sonrisa sardónica

Todo sucedió como nunca se esperara.

Maripili se unió al crucero en Cancún donde había estado visitando con amigas de su colegio, cuyos padres tenían una villa en el puerto.

Estaba en la cumbre de su felicidad. Alta, delgada, de constitución firme y de rasgos armoniosos que le proporcionaban una belleza excepcional y serena.

Sólo había cumplido diecisiete años, pero por todos se consideraba mayor. Sus relaciones eran generalmente, con personas maduras y sus proclividades eran leer, tocar la música barroca, y pintar. Como pintora, sus acuarelas le habían ganado fama bien merecida ya que había hecho buen dinero con la venta de sus paisajes.

En el buque conoció un amigo, que la fascinaría. Era un antropólogo joven que había pasado meses con los yanomami en el Amazonas. Fotógrafo consumado, Mario, su amigo reciente, le estaba ayudando a Maripili con el asunto de su propia técnica y composición.

Comenzarían un romance platónico, ya que ambos sabían que la relación no duraría más allá del fin de la jornada.

Fue una mañana, cuando la temperatura era fresca, el cielo despejado y la cubierta del buque desierta, cuando Maripili y Mario se encontraran para comenzar el jogging acostumbrado.

Repentinamente, nuestra heroína en esta historia, se sintió incapaz de mover los músculos de su cara, lágrimas chorreaban de su ojo derecho y le atacó un dolor de cabeza repentino enorme.

Su cara aparecería desfigurada. Su bella sonrisa, contorsionada.

Maripili, cuando el ataque comenzara

El diagnóstico: Parálisis de Bell

Éste es un trastorno causado por un trastorno funcional en el séptimo nervio craneal, que produce flaccidez súbita facial y disminución en la capacidad para mover los labios.

La parálisis de Bell es una neuropatía limitada al nervio craneal VII, consistiendo en una de las formas más comunes de las llamadas neuropatías periféricas.

Esta condición afecta 2 en cada 10,000 personas.

Esta enfermedad es una mononeuropatía (compromiso de un solo nervio) que afecta el par craneal facial VII, nervio que controla el movimiento de los músculos de la cara.

Se desconoce el origen de este trastorno, sin embargo la infección por herpes se ha involucrado en la patogénesis del mismo.

Se presume que este trastorno está relacionado con la inflamación del nervio facial, cuando pasa por los huesos del cráneo.

Síntomas:

  • Dolor:
    • detrás o frente a la oreja
    • el dolor puede preceder la debilidad en los músculos faciales durante uno o dos días
  • Disminución del sentido del gusto
  • Sensibilidad al sonido en el lado afectado
  • Dolor de cabeza
  • La cara se siente tensa y tirante en el lado de la lesión
  • Aparecen dificultades para tragar alimentos o bebidas
  • Cambios en la apariencia de la cara
    • ésta luce fláccida
    • existen dificultades para las expresiones faciales, hacer muecas, por ejemplo
  • Parálisis facial unilateral, con
    • dificultad para cerrar el ojo
    • dificultad para realizar movimientos delicados causado por la incapacidad de controlar los músculos faciales
    • sequedad en los ojos, secundaria a la incapacidad de cerrar los párpados adecuadamente

Tratamiento:

En el caso de Maripili, como es común en la mayoría de estos casos, la situación se resolvió espontáneamente.

En casos complicados el paciente debe de ser referido a un neurólogo.

Encorvadura de la cara y caída del párpado

Existe una forma de parálisis facial congénita. Esta forma afecta al recién nacido, y es irreversible.

Inervación facial VII

Así son los casos cuando son difíciles.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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