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Historias del jugador de ajedrez


  1. 1957 Año geodésico internacional
  2. El comienzo…
  3. Mi regalo de navidad
  4. La partida inolvidable

1957 Año geodésico internacional

Este año, marcó mi vida para siempre, aprendí a leer y a escribir, vi por primera vez la televisión, y se despertó la curiosidad por todo lo que me rodeaba; en otras palabras, supe que tenia consciencia.

También este año, aprendí a jugar ajedrez y este "juego", pasó a formar parte importante en mi vida, es más, durante los próximos 17 años, mi vida giró alrededor de este "juego"; durante este tiempo y a tiempo completo, fuí un jugador de ajedrez (chessplayer); viaje mucho, conocí lugares, muchos jugadores, aprendí idiomas, y como siempre viaje sólo, creó que madure como persona prematuramente; mi mayor ventaja como jugador se fundamentaba en mi corta edad y una prodigiosa memoria fotográfica que recordaba todo lo aprendido en el momento preciso.

Uno de los momentos más duros que recuerdo, fue, cuando tome la decisión de renunciar a seguir siendo un "chessplayer", ya que estaba renunciando a mi gran sueño de niño prodigio ser "gran Maestro Internacional de Ajedrez".

En mi vida, nunca e dejado de leer todo lo relacionado con el ajedrez, a nivel nacional e internacional, practicando esporádicamente cuando tengo oportunidad, y creo que he logrado mantener un nivel aceptable de juego. De vez en cuando, me acerco a los torneos para saludar a viejos amigos y las veces, que he conocido jugadores fuera de serie, he tratado de ayudarlos con todos los medios a mi alcance; y solamente, en contadas ocasiones me he dedicado a enseñarles las técnicas aprendidas en el largo camino como "chessplayer".

En el camino he visto jugadores que desperdiciaron su vida, jugando ajedrez, tratando de demostrar durante toda su vida lo buenos que son como jugadores de ajedrez, dejando de lado su desarrollo como persona, en el campo familiar, escolar y profesional. Pero como no todo es tristeza, decidí escribir estas anécdotas, que espero sirvan para reflexionar, a todos los amantes del juego ciencia.

El comienzo…

Casi todos los días, veía a un vecino, sentado frente a una mesa, casi no se movía, pasaba así el día entero, en absoluto silencio, un día, un hijo de él, 4 años mayor que yo, al ver mi interés; trajo un tablero con cuadros negros y blancos. Y un poco de piezas también negras y blancas; me explicó de que se trataba todo. El juego se llamaba ajedrez, me enseñó las reglas del juego; y me contó historias sobre su padre, que me parecieron fantásticas y me hice la idea, que yo podía superarlo.

Aprendí rápido, y al poco tiempo ya estaba practicando en torneos; era la sensación, tenia 3 años, era muy pequeño y muy precoz. Desde ese momento, toda mi vida a girado sobre este tablero, ya que gracias a el:

-aprendí a aprender

-aprendí paciencia

-aprendí a observar

-aprendí a poner atención

-aprendí a no desesperarme nunca

-aprendí e ver y estudiar las múltiples oportunidades de una situación

-aprendí a sacar provecho de todas las situaciones (de la vida)

-aprendí a esperar el momento preciso para cada situación.

-aprendí a enfrentar las situaciones

-aprendí a estudiar los problemas y sus múltiples caras.

-aprendí a resolver los problemas y sus múltiples caras con decisiones acertados y cuando no fueron las mas acertadas también aprendí.

Y lo más importante

-aprendí a hacer amigos

-y aprendí que el ajedrez no es un juego, "el ajedrez" es la vida misma.

Ah, olvidaba mencionar el nombre del personaje que veía estudiar partidas de ajedrez, frente a una mesa, estático, era Atilio Mujica, varias veces campeón Centroamericano y del Caribe de ajedrez. Gloria del Ajedrez Salvadoreño.

Mi regalo de navidad

1957, mi primer recuerdo de un regalo de navidad es de este año; había aprendido a jugar ajedrez, y lo hacia muy bien, y emocionado le pedí al niño Jesús: un juego de ajedrez profesional (un bello juego Staunton, en marfil y ébano). Por la poca difusión de este juego en esa época, el regalo que recibí fue un bello juego de Backgamon & dog house, el cual por mi curiosidad natural fué un acontecimiento, ya que no lo conocía, traía las reglas escritas (en Ingles, por supuesto); con el tiempo me hice un experto.

1958, repito mi petición del año anterior, un juego de ajedrez profesional, ya que seguía practicando este juego con gran habilidad. Este año mi sorpresa fue mayor, ya que me trajo un estuche con varios juegos (ludo, damas, damas chinas, dominós, dados etc.).

En corto tiempo me hice un experto en todos los juegos.

1959 esperaba que esta navidad me fuera cumplido mi sueño, un juego de ajedrez profesional. Mi sorpresa fue, aun mayor; ya que mi regalo fue: un estuche de casino profesional (ruletas, dados, cartas de póker, fichas, etc.), y, ni modo, al poco tiempo me hice un experto jugando póker, blackjack, dados, ruletas, etc.

1960, Como soy un poco testarudo, volví a pedir un juego de ajedrez profesional. Mi familia, conociendo lo que ansiaba este regalo, me jugaron una broma: Me colocaron un estuche de vaquero, que era una novedad en esa época, eran unas pistolas de vaqueros (pecos Bill) de fulminantes, sombreros, chalecos, cinturón, estrellas de sheriff y varias cajas de fulminantes, y en el fondo bien disimulado, un estuche con el esperado juego de ajedrez profesional staunton 6, de marfil y ébano.

Esta de sobra, contarles mi infinita alegría, el juego de ajedrez me acompañó por 15 años, todos los días, pero los regalos erróneos, recibidos en años anteriores, me servirían en distintas épocas de mi vida, en las que me tocó, sacar provecho, de los conocimientos de los juegos, aprendidos durante mi niñez.

La partida inolvidable

1970 ya siendo un experimentado jugador de ajedrez, participaba en un torneo juvenil muy importante, jugaba la ultima la ultima partida, por el titulo del torneo con otro joven, mayor que yo, le saqué temprana ventaja; y me sentía muy confiado de mi triunfo, comencé a pararme de la mesa, solamente esperaba que el adversario se rindiera; el no pensaba lo mismo, esperaba que mi exceso de confianza me perdiera; y eso fue lo que al final sucedió, caí en una celada por un descuido, y no me quedo más remedio que declinar el rey, lloré esta partida como dos meses. Y prometí, nunca más cometer el mismo error.

Como me sirvió en la vida, el haber perdido esta partida, cuando iba a realizar algún negocio o empresa que parecía ofrecer solamente ganancias, siempre la recordaba; y analizaba mejor los riesgos de optimismos.

Yo viajaba hacia Venezuela, con escala de Bogotá, Colombia; el vuelo hacia escala en los Archipiélagos de providencia, isla de San Andrés, frentes a las costas Nicaragüenses, el lugar me pareció tan bello que decidí quedarme unos días, había muchos casinos y muchos turistas suecos; sobre todo bellas mujeres; visité los casinos y logré ganarme unos buenos dólares jugando póker y blackjack. Luego de siete de siete días, seguí mi camino. En el avión que me llevaba a Bogotá, iba un personaje estudiando ajedrez, inmediatamente por la posición supe que era una partida de Bobby Fisher, me presenté y me dijo que era maestro Internacional e Ingeniero de telecom; me invitó a su casa; y a que participara en un torneo de maestros, que se realizaría en Bogotá. Acepté, recorrí la ciudad, una de las más bellas de este mundo; se jugaba ajedrez en todos lados, parques, cafetines, clubes, restaurante, etc., conocí una gran cantidad de maestros internacionales, participe en el torneo y logré un honroso séptimo lugar, fue mi ultimo torneo oficial, sin saberlo.

1975 vivía en Valencia, Carabobo, Venezuela, ya retirado del ajedrez de competencia, solamente lo practicaba para hacer y ganar amigos, a menudo iba a Caracas al café mundial y al club Capablanca, para reencontrarme con viejos amigos: Caro, Mauro Quintero, Luis Matos, Tapazto, el GMI Julio Bolbochan, el GMI Herman Pilnik, etc. En esta época teníamos la idea de hacer maestro Internacional a Julio Ostos, lo que lograría en 1976 en Cuenca Ecuador, juntamente con Antonio Palacios y Antonio Fernández, los primeros maestros Internacionales de Venezuela. Con el tiempo Ostos llegaría a ser el mejor jugador de Venezuela, en toda la historia del ajedrez, y solamente su carácter retraído y apático lo apartaría de ser el primer Gran Maestro Internacional, Venezolano. Pero hizo escuela, y muchos de sus alumnos, alcanzaron ser Maestros Internacionales bajo su tutela; Palacios y Fernández optaron por sus carreras profesionales, y familiares. Sólo esporádicamente, mostraban su talento en los tableros.

Un día cualquiera, a finales de los setenta, o principios de los ochenta, asistí al Polideportivo de Valencia, a ver unas partidas de ajedrez, se jugaba el campeonato estadal de 1era categoría.

En la última partida, por el titulo, jugaban dos buenos amigos míos: Juan Emman, campeón juvenil y Carlos Urdaneta, experto nacional y campeón de la categoría; observé a un niño de aproximadamente nueve años, muy atento a la partida, nunca antes lo había visto.

Cuando la partida termino en tablas, en un final interesante, con posibilidades para ambos jugadores; Urdaneta coronó un peón y le pidió tablas al juvenil Emman, ya que según las reglas del torneo, mantenía el titulo. En el momento que declararon tablas le partida; se acerca el niño y les dice: en esa partida hay mate obligado, gana Emman, en diecinueve (19) jugadas, se armó el alboroto, me acerqué y lo ví, explicar a todos los presentes, su intromisión era exacta.

Desde ese momento me convertí en su protector y amigo. Se transformó en el mejor jugador de ajedrez de Venezuela, de su generación, su talento estaba fuera de serie; fue a Cuba a jugar en torneos; y por dos veces ganó premios a las partidas más bellas.

Era tan genial en el tablero, que normalmente finalizaba sus partidas con ataques fulminantes; daba ventaja a los mejores jugadores de su época y los apabullaba, era terrible.

Estudio electricidad en una escuela técnica, daba clases de computación en CORPOVEN, era un triunfador, lograba lo que quería, y sólo tenia 17 años.

Nunca fué el preferido de los dirigentes, ya que siempre reclamaba sus derechos, siempre creyó que lo marginaban por su origen humilde, su familia era muy pobre.

Pasaron los años, como 20, y en un torneo coincidí con Juan Emman y le pregunté por el joven maestro, me refirió que un problema personal, lo había desequilibrado emocionalmente. Le aclaro, que es el karma de todos los genios, lo era, siempre lo sería para mi, el más grande.

Mi muchacho, Elías Paredes.

Cuando decidí retirarme del ajedrez y gracias a mi nuevo círculo de acción profesional, tuve que aprender a jugar dominó, ya que era muy útil para las relaciones profesionales y comerciales. Lo tomé como una empresa más, con pasión estudié sus orígenes, su matemática. Y me pareció, que su exactitud no podía haber sido diseñada al azar; leí de grandes jugadores, el Cumanés, el Tigre de Carayaca, el Dr. Caldera, etc. Había decidido aprender a jugarlo como los mejores. En familia nos reuníamos hasta 16 personas a jugar domino, todos los fines de semana. Para ponerle interés jugábamos dinero, demás esta decir que casi siempre salía ganando. Para probar lo aprendido, me inscribí en un torneo regional, fui presa fácil, aunque di la pelea; mis compañeros jugaban inocentemente y nos tocó unos contrarios que se la sabían todas; nos trancaban y sabían la cantidad de puntos que teníamos; lo que aprendí allí, se los comenté. Y les dije que nos veríamos el próximo año, en ese mismo torneo.

Pase ese año jugando, y estudiando como ganarles a esos expertos.

Terminé diseñando varios sistemas para jugar y ganar al domino; y decidí probarlos en el torneo regional, éramos equipos de 6 jugadores; y para no darles tiempo de estudiar mis sistemas, jugaría cada vez con un compañero distinto. Como los veía jugar con un mismo compañero, estudié todas las señas y triquiñuelas que usaban para jugar, técnicamente jugaban desnudos, a carta abierta, ganamos, ganamos y ganamos, hasta llegar a la final, las apuestas estaban a mi favor, gané un realero perdiendo, hice muchos amigos.

Desde entonces, como era muy locuaz, me invitaban a participar como invitado especial, en toda clase de torneos en los colegios de abogados, ingeniero, médicos, clubes privados, galleras, etc.

Ganaba mucho dinero, jugando los fines de semana; había descubierto que me creían vulnerable, porque de cada tres juegos perdía uno: y tenían la certeza, que les ganaba por suerte, y que la próxima vez les iría mejor. Aparecían frecuentemente jugadores dominicanos, colombianos, cubanos, puertorriqueños, panameños, españoles, profesionales, buscándome para jugar y apostar; todos llegaban con la idea de ganar nombre y renombre al ganarme; siempre terminaban perdiendo y todo se debía a varias causas:

Cuando niño había estudiado bastante el Tzun Tzu (El arte de la guerra), y había aprendido que para todo enfrentamiento:

  • a) Hay que estudiar al contrario, para saber que sabe, y que hace; y como aplica esos conocimientos.

  • b) Que tu debilidad aparente, sea tu fortaleza.

  • c) Que un poco de amedrentamiento ayuda.

  • d) Un paso atrás y dos adelante.

  • e) Hazle creer que tiene chance de ganar y su confianza lo hará perder.

  • f) Etc, etc…

Por otra parte había aprendido que no se debe jugar contra la perfección matemática, sino contra la imperfección de los que la usan; me había dado excelentes resultados en los juegos profesionales de damas, ajedrez, póker, damas chinas, etc. Y había estudiado con detenimiento la condición humana y su circunstancia.

Todos llegaban haciendo alardes de ser los mejores jugadores del mundo y que venían a ganar; yo antes de comenzar a jugar les decía, que era un honor para mi su presencia, pero que lastimosamente habían caminado mucho, para perder con el hombre más sortario del planeta. Desde el comienzo estaban perdidos, ellos jugaban con la presión de que perderían su dinero, yo no tenía esa presión, ya que siempre jugaba con financistas que apostaban su dinero y nos repartíamos las ganancias.

Siempre tenía como norma perder la primera partida, esto servía para estudiar sus fortalezas y debilidades, esto les daba confianza y aumentaban las apuestas, se les pagaba con billetes altos, al darnos el cambio, sabíamos cuanto tiempo podíamos jugar con ellos, al gato y al ratón.

Cuando terminábamos de jugar, los invitábamos a comer y todos se iban contentos, al menos eso aparentaban; preguntándose como pudieron haber perdido, que tal vez tuvieron mala suerte y que la próxima vez que nos encontráramos para jugar seria distinto el resultado.

Por mi parte, había aprendido a dominar los sistemas de domino ortodoxo y el famoso dominó caribe (cacería) y había diseñado varios sistemas de juego:

  • Dominó moderno.

  • Dominó hipermoderno.

  • Dominó plosplòtico.

  • Dominó antiplosplòtico

  • Dominó matemático.

  • Dominó exacto.

Espero tener suficiente tiempo para describir y detallar cada uno de estos sistemas para las generaciones futuras.

Durante muchos años recorrí el país, jugando dominó profesionalmente y mis técnicas me proporcionaron muchos admiradores y amigos.

Con el tiempo, recordé el libro "El jugador" de Fedor Dostoiesky; y decidí retirarme, solamente lo practicaba en reuniones de amigos.

1994, en Puerto la Cruz, estado Anzoátegui, zona turística del oriente de Venezuela, me encontraba jugando una partida de ajedrez, con un amigo de origen judío, que se dedicaba al negocio de las apuestas de caballos, era un jugador profesional; detrás de mi, observaba la partida, uno de los maestros de tahúres mas famosos del país, "el caimán cebado", el no me conocía, sino como maestro de ajedrez, yo si tenia conocimiento exacto de quien era él, una leyenda del dominó y todos los juegos de salón profesionales. En un descanso fuimos a tomar un café, le comente al judío, quien era el caimán cebado. Le propuse que quería probar suerte contra él, el reto le emociono, ya que conocía mis aventuras de juego.

Nos sentamos a jugar ajedrez, y yo comencé a hablar de dominó y el desarrollo de mis sistemas, el tipo se sintió aludido, vio la presa y se presentó; nos invitó a jugar unas partidas de dominó en un Hotel cercano, que le servía de base de operaciones, dijo la cantidad por partida, el judío que era muy rico, dijo que no había problema, yo le dije que estaba bien, ya que no pensaba perder esa noche.

Llegamos al casino del Hotel, saludamos a los parroquianos, que nos veían como otras victimas del caimán cebado; pero alguien en el sitio me reconoció; y le refirió que me había visto jugar, y que él no tendría oportunidad alguna de ganar. Dió varias vueltas, y regresó a decirnos que no había conseguido compañero para jugar contra nosotros; pero que había conseguido un par de jugadores profesionales, y que haría pareja conmigo para jugar contra ellos; el judío se emocionó más, ya que sería un duelo de leones, y ganaría mas apostando a mí por fuera. Pasamos la noche jugando, les ganamos una suma considerable, no le explique ninguno de mis sistemas; jugamos en base a su experiencia, fué fácil. Y, me dijo que buscaría jugadores para los próximos días. Yo le comenté que ya no jugaba profesionalmente, que ese día había hecho una excepción, porque, quería jugar contra él, que era una leyenda; y quería averiguar si yo era tan bueno como creía.

1996, vivía desde hace algún tiempo en Carúpano, bella ciudad costera del oriente del país; un viejo amigo político, me vio jugando dominó en un bar, me comento que tenía unos amigos ricos, que les gustaba jugar dominó, y que se reunían todos los jueves a jugar dominó por dinero y que me invitaría a jugar contra ellos en un torneo; le digo que estoy retirado, y que si lo hago, lo haré por una sola y ultima vez.

Le enseñé mis sistemas y nos fuimos al torneo; ganamos, ganamos y ganamos; y en la gran final. Me tocó la mano decisiva jugar con cinco dobles, los más altos y me tocaba salir; aumentaron las apuestas, todos me daban por perdido; tenia doble seis acompañado por seis tres, el uno blanco, doble cinco, doble cuatro, doble tres y doble dos.

Mi experiencia me había enseñado que es fácil ganar con estas piezas, si se juega con astucia; Salí con el uno blanco, el compañero entendió, en la segunda jugada me tocaba jugar un seis y saque el seis tres, en la tercera, el doble tres, en la cuarta el doble cuatro, en la quinta el doble dos y en la sexta el doble cinco, llegué y terminé la partida con el doble seis; la emoción y los aplausos por doquier, ganamos el torneo y les explique emocionado que era la mejor manera de terminar mi carrera profesional en el dominó, había pasado a ser una leyenda.

1992, recién llegado a Puerto la Cruz, visité los sitios donde se frecuentaba jugar ajedrez, me conseguí con amigos de otras épocas, muchos de ellos los conocí cuando eran jugadores juveniles y compartimos muchas veladas.

Se iba a realizar un torneo y me invitaron a participar, como tenia mucho tiempo sin jugar en torneos, al principio me negué, pero insistieron tanto que al final acepté, comenzamos el torneo y la primera partida me tocó jugar con un viejo amigo que había sido campeón nacional juvenil y la partida se desarrolló así:

  • 1. e4- e5, 2. Cgf3- Cc6, 3. Ab5 – a6, 4.a4.

Abandona después de esta jugada, se quedó pensando, hasta que casi se le agotaba el tiempo y abandonó, le pregunté las razones y me dijo con furia mal disimulada "Tu no te vas a lucir conmigo"; Le pregunté la causa, y me dijo que jamás había visto ese sacrificio de pieza, se lo explique, y nos hicimos mejores amigos.

Jugando en otro torneo, me correspondió el primer juego con un jugador parlanchín que creía que jugaba mucho; y le comento a todo el mundo, que el había tenido suerte de jugar la primera partida con un viejo desconocido y que ganaría fácil; comenzó el juego y solamente duró 17 jugadas, le hice una combinación fulminante, cuando vio el mate inminente, dio un manotazo al reloj y abandonó apenado, la sala de juego.

No era la primera vez que me ocurría esta situación, jugando partidas amistosas, suelo dar muchas ventajas a mis oponentes, para conocer sus habilidades y muchos se confunden al verme jugar; y creen que es fácil ganarme una partida, hasta que les corresponde enfrentarme, ya que suplo mis carencias, con mucha experiencia. Y con amplios conocimientos de medio juego y finales de ajedrez, por supuesto pagan caras sus falsas apreciaciones.

1994, Paseo Colon de Puerto la Cruz, teníamos 20 mesas para jugar ajedrez, como siempre he jugado para hacer amigos, jugaba con todo el mundo; un día apareció un capitán de barco, filipino, joven, me invita a jugar, yo lo dejaba jugar y ganar, nos hicimos buenos amigos; cada vez que tocaba puerto me invitaba a jugar, llevaba a todos sus oficiales con comida y bebida de la mejor, para que lo vieran ganar al campeón del patio.

Un día, decidí castigarlo y no dejarlo ganar ni una partida. En todas las partidas, yo le daba ventaja y el creía que tenia oportunidad de ganar y se regodeaba con sus oficiales, le retomaba las partidas con combinaciones letales que los oficiales celebraron con emoción, al ver la cara de sorpresa del capitán.

Ese día, le comenté que yo entendía muy bien el idioma Tagalo. Que yo sabía ,todo lo que les decía a sus oficiales, cuando se sentía con ventaja.

Nos hicimos mejores amigos.

2008, Copa Gobernador, Edo. Monagas, asisto esa tarde a ver unas partidas de ajedrez y saludar amigos de todo el país, que participaban en el torneo todos los años, ya que era uno de los torneos de mayor prestigio realizados en el país y los mejores jugadores venían por los premios en metálico.

Este año, por primera vez participaba la selección nacional de ajedrez con deficiencia visual (ciegos). Al verlos, vino a mi mente la pintura del renacimiento "La Parábola de los ciegos", por la variedad de tipos de ceguera que padecían; eran seis los integrantes y eran seis tipos de ceguera.

Decidí estudiarlos y veía todas sus partidas, el penúltimo día en la mesa principal jugaba uno de los ciegos contra un maestro internacional cubano; la partida llego a finales con oportunidad para ambos contendientes, el maestro cubano presionaba y el maestro ciego se sonreía y respondía a cada jugada con otra más brillante, lo ví, realizar doce jugadas de alta sutileza, preocupando sobremanera al maestro cubano, se hacia tarde y debía retirarme sin ver el final, pero para mi, lo visto fue suficiente, había visto algo increíble, lloré de la alegría, y me dije "Dios existe".

2009, Maturín, como es costumbre, asistía frecuentemente a jugar ajedrez; pero lo hacia con la única intención de conocer gente y hacer amigos; jugaba con todo el mundo y los dejaba jugar y ganar; como siempre ocurre aparecen jugadores que juegan mejor que otros y se creen los reyes del patio; había un profesor jubilado, muy atorrante, con un juego muy seguro, había participado en torneos nacionales y le había ido muy bien; uno de esos días, decidí darle una lección que no olvidaría fácilmente. Comenzamos a jugar y le dije: hoy no te voy a dejar ganar ninguna partida, se burló y comenzó a llamar espectadores. Cuando le había ganado las primeras seis partidas, me dijo vamos a jugar la revancha, le gané todas las partidas; me pidió jugar el desquite y cuando le había ganado otras cinco (iban 17). Le dije; quieres ganar una, te la voy a dar, el escore final fue 17 a 1. Paso bastante tiempo sin invitarme a jugar, por que todo el mundo se burló de él.

02/07/09, en una temporada de vacaciones en Caracas, asistí durante dos semanas a Sabana Grande, sitio donde se acostumbra jugar al ajedrez, desde hace mucho tiempo; y donde regularmente acuden jugadores del interior del país, a compartir y jugar unas partidas, me reencontré con un sin número de viejos conocidos, que ahora viven en caracas y juegan a diario ahí.

Yo andaba de viaje con un amigo, Luís Sifontes, que le justaba jugar mucho al ajedrez, aunque su fuerza de juego no era mucha, él lo disfrutaba bastante y yo me dedicaba a verlo jugar y a hacer amigos.

Los jugadores profesionales se la pasan de cacería, buscando jugadores que no los conozcan y se atrevan a apostar dinero en unas partidas; muchos me invitaban a jugar y yo los rehuía, ya que estoy retirado del juego profesional desde hace más de cuarenta años, pero nunca he dejado de leer y estudiar a los grandes jugadores de la actualidad; en otras palabras, estoy al día en las corrientes modernas del juego; y hasta creo haber mejorado mi fuerza de juego, con respecto a mi juventud. Y el día de regresar a casa, decidí darles una pequeña muestra de mi juego.

En complicidad con el propietario de las mesas de juego, que tenia idea de quien era yo como jugador; porque había preguntado a viejos maestros que me habían saludado con afecto, ya que éramos amigos desde jóvenes; le pedí que me presentara al mejor de los jugadores que asistían al local.

Se presentó como a las tres de la tarde, el casero lo llevo a mi mesa y le dijo que jugara unas partidas conmigo, me vió con lastima, me dijo que él, era el que ganaba todos los torneos realizados allí y que era el campeón del patio.

Le pregunté si estudiaba ajedrez, me dijo que si; era un joven estudiante universitario que jugaba ajedrez profesionalmente y técnicamente campeón de Sabana Grande; le comenté que lo había visto jugar y que sería un placer para mi, practicar unos mates con él, se sonrió, le puso precio a las partidas y le dije que no le quitaría su dinero, pero que le pagaría si perdía con él, comenzamos a jugar, la primera partida la gané muy rápido, la segunda, la tercera y la cuarta, lo dejé jugar un poco más, pero lo derroté fácilmente, cuando perdió la quinta partida, no podía creerlo; se levanto fué a comprar dos cafés, me dio uno y me dijo, ahora si vamos a jugar ajedrez; cada vez, se ponía mas nervioso, perdió la sexta, séptima, octava y la novena, no había podido hacer nada para evitarlo; yo le daba ventaja material de piezas y me ofrecía tablas, yo le decía estas en red de mate inevitable; la mesa se rodeo de curiosos, que no podían creer lo que veían, y gozaban burlándose de él; cuando le gané la décima, le dije que ya era suficiente y que no subestimara ningún jugador desconocido; me presenté; y le dije que no se sintiera mal, no había perdido con uno cualquiera, yo había sido el mejor de mi generación, y que en otra ocasión me gustaría darle la revancha.

 

 

Autor:

Francisco A. Osorio

El Contador

(The accountant chessplayer)