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Vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz como expresión del barroco hispanoamericano


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Introducción

Nuestro trabajo transita hacia una verdad irreversible y profunda. Sor Juana Inés de la Cruz, digna exponente de la literatura barroca hispanoamericana del siglo XVII. Estilo artístico que se desarrolla durante los siglos XVI y XVII, aplicado a la cultura de esta época y al propio periodo literario comprendido entre el 1600 al 1650 pudiendo ampliarse hasta el 1681 (muerte de Calderón); y hasta 1695 muerte de Sor Juana Inés de la Cruz para Hispanoamérica.

Considerada una mujer única en su siglo esta grande del barroco da muestras en toda la generalidad de su variada obra, de características muy peculiares con las cuales se identifico plenamente aportándole a este movimiento creatividad y grandeza. Conózcase que amaba el saber y su mas hondo anhelo era ser independiente y no tener otra obligación que la de los libros, por entre cuyas líneas aspiraba siempre a sorprender la verdad, ignorando que el drama de su vida seria entre su afán de sabiduría y los antagonismos externos e internos que no vaciló nunca en confesar y que por demás tuvo que encarar en la sociedad en que vivió. Se piensa que probablemente, la poetisa haya leído mucho a Góngora, a Gracián, a Calderón y posible a Quevedo de los que aprovechó todo lo relacionado al sistema de metáforas, traslaciones imaginativas así como las grandes sutilezas y afiladuras de ingenio de los mismos para su manifiesta originalidad con el estilo que desarrolló en su obra de la cual hemos seleccionado algunos fragmentos de sus poemas mas representativos en los que se definen rasgos esenciales y matices que dan claro convencimiento de la altura que cobro su poesía para que fuera catalogada como la Fénix de América.

Objetivos.

Argumentar con ejemplos concretos que Sor Juana Inés de la Cruz tuvo una vida tan próspera como contradictoria.

Demostrar a través de ejemplos concretos de su obra que Sor Juana Inés de la Cruz es la máxima exponente de la literatura barroca Hispanoamericana.

Desarrollo

Sor Juana Inés de la Cruz nació en un pueblito del Estado de México, Nepantla, el 12 de noviembre de 1648. Sus padres fueron Pedro Manuel de Asbaje e Isabel Ramírez. En la carta "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz", Sor Juana narra cómo aprendió a leer a los tres años: A escondidas de su madre, acompañaba a su hermana mayor a sus clases, y surgió en ella un deseo tan grande de aprender a leer que le mintió a la maestra diciéndole que su madre ordenaba que también a ella le diese la lección. La pequeña Juana aprendió rápidamente y a partir de entonces desarrolló un enorme gusto por el estudio. Juana Inés vivió un tiempo en Panoaya, con su abuelo Pedro Ramírez y, además de correr por el campo y jugar con los animales, se pasaba horas enteras disfrutando la lectura de los libros del abuelo, a pesar de los constantes castigos que por esto recibió. En este lugar también aprendió a hablar náhuatl, de tanto que le agradaba platicar con los indígenas.Juana llegó a la ciudad de México en el año de 1660, se estableció con unos parientes de su madre quienes la mandaron a estudiar latín. En sólo 20 lecciones aprendió esta lengua, lo que le permitió leer los libros de filosofía y ciencia, que en esa época se escribían en latín. Cuenta Sor Juana que se fijaba un límite de tiempo para aprender algo, y si no lo lograba se iba recortando el pelo, pues no le parecía "…que estuviese vestida de cabellos, cabeza que estaba tan desnuda de noticias…" Su gran esfuerzo fue recompensado, pues empezó a sobresalir por sus grandes conocimientos y su memoria. Cuando tenía apenas trece años, Juana Inés fue llamada a la corte virreinal para servir como dama de la virreina doña Leonor Carreto, Marquesa de Mancera, quien era una dama muy culta y sentía un gran amor por las letras. El ambiente de la corte influyó definitivamente en la formación de Juana Inés, pues los virreyes protegieron a Sor Juana de manera decidida. Un buen día, el virrey don Sebastián de Toledo, admirado ante la variedad de conocimientos que la joven demostraba, dispuso que fuera examinada en público ante cuarenta sabios. Juana Inés salió airosa y la admiración que despertaba aumentó, prodigándose los honores a su persona.

Poco antes de cumplir los 16 años, Juana Inés toma una importante decisión: en lugar del matrimonio decide ingresar al convento de San José de las Carmelitas Descalzas, ya que este camino era la única opción que tenía una mujer para poder dedicarse al estudio. Apenas tres meses después de su ingreso, se vio forzada a abandonar el convento, pues la severa disciplina de la orden hizo grandes estragos en su salud.

Un año y medio permaneció en Palacio y después regresó a la vida de religiosa, esta vez en el convento de San Jerónimo. El 24 de febrero de 1669 tomó los votos definitivos y se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz.

Dentro del convento Juana fue una monja devota y rigurosa con sus obligaciones, sin embargo, el estudio de la ciencia y las letras fueron siempre para Sor Juana "su mayor delicia". Esto le trajo constantes regaños por parte de su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, quien pensaba que esto no era correcto para una monja. En el convento, Sor Juana desempeñó los cargos de bibliotecaria y encargada de la contaduría. En 1674, el virrey marqués de Mancera y su esposa regresaron a España. El 8 de mayo de 1680 se designa el nuevo virrey, el marqués de la Laguna. El y su esposa, María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga llegaron a admirar también la obra de Sor Juana. La marquesa procuró la amistad de la monja y la protegió siempre. Fue precisamente durante este periodo que Sor Juana produjo la mayor parte de su obra. De 1669 hasta 1693 Sor Juana vivió en el convento. Gracias a la protección de los virreyes, sus poemas fueron bien recibidos para los festejos y ceremonia oficiales, lo que le trajo beneficios económicos, influencia y prestigio. Su fama se extendió por toda España y América del Sur. El convento se convirtió, gracias a ella, en un salón donde se hablaba toda clase de asuntos: literarios, teológicos y filosóficos. Sor Juana poseía una gran cantidad de libros, se dice que tenía 4,000 volúmenes; además, poseía instrumentos científicos y musicales. Su celda era una especie de apartamento con varias piezas espaciosas, de altos techos, en donde cómodamente podía dedicarse a la lectura y el estudio.

Sor Juana escribe su obra hacia finales del siglo XVII, y es estilo que regía el arte en ese tiempo era el barroco. Las características más importantes de este estilo son el uso constante de los adjetivos, el gusto por las imágenes opuestas y las metáforas exageradas. Sor Juana Inés de la Cruz y don Carlos de Sigüenza y Góngora son los representantes más sobresalientes del barroco mexicano. Dentro de la obra de Sor Juana existen tres géneros distintos: la poesía, el teatro y la prosa. La poesía lírica de Sor Juana comprende más de doscientas piezas que pueden ser clasificadas según la rima y la métrica en sonetos, romances, décimas, redondillas, villancicos, liras y otras. Gran parte de sus versos están dedicados al tema amoroso. Se piensa que pudo enamorarse antes de entrar al convento, aunque también se habla del amor y la devoción a Dios. También otra parte de sus obras fue escrita por encargo para ocasiones especiales y un gran número de ellos fueron escritos para los marqueses de la Laguna. Uno de sus poemas más importante es la obra "Primero Sueño", que ha sido objeto de numerosos estudios. El cual compuso con una clara imitación a Góngora artífice de los recursos literarios utilizados por la autora.                                                          Ej:                                            

Piramidad funesta de la tierra                                           

 nacida sombra al cielo encaminado                                            

de vanos obeliscos punta activa                                            

escalando pretendiendo las estrellas                                            

si bien sus luces bellas                                            

–exentas siempre relevantes–                                          

 la tenebrosa guerra

Detente sombra es una muestra activa de su estilo. Soneto considerado una de las piezas más célebres de la lírica de Sor Juana Inés de la Cruz, donde se aborda un tema de la poesía amorosa de su época. Temer al fantasma, la voz poética que apela a la imagen de su amor que vive en ella en ausencia de ser querido real y mortal. Soneto que además contiene una fantasía contenta, con amor decente donde se percibe la utilización de adjetivos en demasía, traslaciones imaginativas así como el uso de metáforas lo que hace al poema ampuloso, adornado y recargado pero donde se respira buena poesía.

 

         DETENTE SOMBRADetente, sombra de mi bien esquivo,imagen del hechizo que más quiero,bella ilusión por quien alegre muero,dulce ficción por quien penosa vivo.Si al imán de tus gracias, atractivo,sirve mi pecho de obediente acero,¿para qué me enamoras lisonjerosi has de burlarme luego fugitivo?Mas blasonar no puedes, satisfecho,de que triunfa de mí tu tiranía:que aunque dejas burlado el lazo estrechoque tu forma fantástica ceñía,poco importa burlar brazos y pechosi te labra prisión mi fantasía.

Retomamos también una estrofa del poema Sátira filosófica.

                                     "Opinión ninguna gana                                           

 pues la que más se recata                                            

si no os admite, es ingrata                                            

y si os admite, es liviana…

"Estos versos tomados de su poema Sátira filosófica dan una visión de la influencia barroquiana en su obra, manifestando la forma ampulosa y retorcida de expresar ideas las que calan al ser humano en una arista donde se ven reflejadas en la dimensión mas exacta de su sensibilidad, donde lo satírico adquiere relieve y valor literario sobre todo en el manejo de lo que expresa, lo que imprime a la composición un indiscutible fondo ideológico donde utiliza un rejuego de conceptos elevándolo entre la literatura típicamente barroca. Escribió cinco obras de teatro: dos comedias y tres autos sacramentales. La más famosa de sus obras es: Los empeños de una casa, representada por primera vez el 4 de octubre de 1683. Los autos sacramentales son piezas teatrales realizadas en un acto y se representaban en la fiesta de Corpus Cristi. En estas creaciones se combinaban elementos precolombinos con la tradición religiosa cristiana, con un gran contenido simbólico y complejo, muy característico de la época barroca. Los autos sacramentales que escribió Sor Juana fueron: El divino Narciso, El mártir del Sacramento y El cetro de José.

De las obras en prosa de Sor Juana sólo algunas han llegado a nuestros días. Las más conocidas son la Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. En la Carta Atenagórica Sor Juana analiza un sermón del jesuita Antonio Vieira, y de una manera muy sutil señala los errores teológicos de dicho sermón. El obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz publica la carta incluyendo una reprimenda para la monja firmada con el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz. El problema fue que al llegar a manos del arzobispo de México fue tan grande su enojo que le exigió a Sor Juana sumisión y renuncia a sus intereses intelectuales. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Sor Juana defiende su gusto por el conocimiento y también su posición de mujer, ella no se arrepiente de lo que es ni de lo que ha sido.

En 1694, cuando la monja celebró sus 25 años de vida religiosa, sus superiores presionan a Sor Juana, quien "en pago al tiempo que había dedicado a las actividades mundanas" se desprende de sus cosas, de lo que más quería en la vida: sus libros.

Regaló sus instrumentos musicales y todas sus pertenencias; donó algunos de sus libros y otros se vendieron. La monja, incluso abandonó sus habitaciones, pues no soportaba mirar sus altas paredes sin sus amados objetos.

Un año más tarde, en 1695, apareció una epidemia de peste en la ciudad de México, y en pocos días penetró al convento de las jerónimas. En ese tiempo no había curación posible para esa enfermedad. Sor Juana se dedicó a cuidar a las monjas enfermas y desafortunadamente se contagió. Murió el 17 de abril de 1695, a las tres de la mañana. A pesar de las críticas y de las envidias que tuvo que padecer, sus contemporáneos reconocieron en Sor Juana su digna rebeldía y su incomparable talento. Le dieron el nombre de "Décima musa" y "Fénix de América".

Conclusiones

Argumentar con ejemplos concretos que Sor Juana Inés de la Cruz tuvo una vida tan próspera como contradictoria,

Demostrar a través de ejemplos concretos de su obra que Sor Juana Inés de la Cruz es la máxima exponente de la literatura barroca Hispanoamericana.

 Podríamos ilustrar nuestro trabajo con otro de sus poemas que siguen definiendo su línea, pero creemos que con el análisis hecho a los textos poéticos expuestos anteriormente se refleja de manera objetiva y precisa donde reina el talento de una mujer sensible, que vivió y sufrió los prejuicios de una época que la hizo expirar sin remedio.Por lo que se deslinda con infinita claridad que la característica esencial de esta poetisa fue la precocidad considerada entonces la voz más preclara de la literatura barroca hispanoamericana. Su obra alcanza una gran significación tanto por los temas que aborda como por la calidad formal que manifiesta, simbolizando así la rebeldía contra los rígidos y absurdos convencionalismos sociales de la época.

Bibliografía

CUBA, MINISTERIO DE EDUCACIÓN: LITERATURA UNIVERSAL, FOC II LA HABANA, PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN 1988.CRUZ SOR JUANA INES DE: PAGINAS ESCOGIDAS, LA HABANA, EDIT. CASA DE LAS AMERICAS.ENCICLOPEDIA AUTODIDÁCTICA INTERACTIVA, BARCELONA ESPAÑA EDITORIAL S.A. MILANESA. 2003.

BORGES LUIS JORGE: GRIJALBO. GRAN DICIONERIO ENCICLOPEDICO ILUSTRADO, 1-ED-BARCELONA. 2003.

 UNIVERSITAS, ENCICLOPEDIA DE INICIACIÓN CULTURAL: 1-ED- BARCELONA, SALVAT EDITORS, S.A. 1959.

  Sor Juana Juana Inés de la Cruz – Wikipedia, la enciclopedia libre.htm

 Sor Juana poemas de Sor Juana Ines de la Cruz.htm

Sor Juana poesías de Sor Juana.htm

 Sor Juana primero Sueño.htm

 Sor Juana primero Sueño.htm

Poemario.

 DETENTE SOMBRA

Detente, sombra de mi bien esquivo,imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,

sirve mi pecho de obediente acero,

¿para qué me enamoras lisonjero

si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,

de que triunfa de mí tu tiranía:

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía.

 

REDONDILLAS

Hombres necios que acusáis

a la mujer, sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáispara prentendida,

Thais,y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro

que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo

y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén

tenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáisq

ue, con desigual nivel,

a una culpáis por cruel

y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada

la que vuestro amor pretende?,

¿si la que es ingrata ofende,

y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,

aunque cualquiera mal haga;

la que peca por la paga

o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.

 

FINJAMOS QUE SOY FELIZ

Finjamos que soy feliz,

triste pensamiento, un rato;

quizá prodréis persuadirme,

aunque yo sé lo contrario,

que pues sólo en la aprehensión

dicen que estriban los daños,

si os imagináis dichoso

no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento

alguna vez de descanso,

y no siempre esté el ingenio

con el provecho encontrado.

Todo el mundo es opiniones

de pareceres tan varios,

que lo que el uno que es negro

el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo

lo que otro concibe enfado;

y lo que éste por alivio,

aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura

al alegre de liviano;

y el que esta alegre se burla

de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos

bien esta verdad probaron:

pues lo que en el uno risa,

causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición

ha sido por siglos tantos,

sin que cuál acertó,

esté hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas

el mundo todo alistado,

conforme el humor le dicta,

sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa

sólo es digno el mundo vario;

y otro, que sus infortunios

son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba

y razón en qué fundarlo;

y no hay razón para nada,

de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;

y siendo iguales y varios,

no hay quien pueda decidir

cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,

¿por qué pensáis, vos, errado,

que os cometió Dios a vos

la decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,

severamente inhumano,

entre lo amargo y lo dulce,

queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,

¿por qué siempre he de encontrarlo

tan torpe para el alivio,

tan agudo para el daño?

El discurso es un acero

que sirve para ambos cabos:

de dar muerte, por la punta,

por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro

queréis por la punta usarlo,

¿qué culpa tiene el acero

del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer

discursos sutiles, vanos;

que el saber consiste

sóloen elegir lo más sano.

Especular las desdichas

y examinar los presagios,

sólo sirve de que el mal

crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,

la atención, sutilizando,

más formidable que el riesgo

suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia

del que, indoctamente sabio,

halla de lo que padece,

en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros

vuelos del ingenio osados,

que buscan trono en el fuego

y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,

que si no se va atajando,

cuando menos se conoce

es más nocivo el estrago;

y si el vuelo no le abaten,

en sutilezas cebado,

por cuidar de lo curioso

olvida lo necesario.

Si culta mano no impide

crecer al árbol copado,

quita la sustancia al fruto

la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera

no estorba lastre pesado,

sirve el vuelo de que sea

el precipicio más alto.

En amenidad inútil,

¿qué importa al florido campo,

si no halla fruto el otoño,

que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio

el producir muchos partos,

si a la multitud se sigue

el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza

ha de seguirse el fracaso

de quedar el que produce,

si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,

que, con la materia ingrato,

tanto la consume más

cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor

tan rebelado vasallo,

que convierte en sus ofensas

las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,

este duro afán pesado,

a los ojos de los hombres

dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva

de nosotros olvidados?

Si es para vivir tan poco,

¿de qué sirve saber tanto?

¡Oh, si como hay de saber,

hubiera algún seminario

o escuela donde a ignorar

se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera

el que, flojamente cauto,

burlara las amenazas

del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,

pensamiento, pues hallamos

que cuanto añado al discurso,

tanto le usurpo a los años.

 

PUES ESTOY CONDENADA

Pues estoy condenada,Fabio,

a la muerte, por decreto tuyo,

y la sentencia airadani la apelo,

resisto ni la huyo,

óyeme, que no hay reo tan culpado

a quien el confesar le sea negado.

Porque te han informado,dices,

de que mi pecho te ha ofendido,

me has, fiero, condenado.

¿Y pueden, en tu pecho endurecido

más la noticia incierta,

que no es ciencia,que de tantas verdades la experiencia?

Si a otros crédito has dado,Fabio,

¿por qué a tus ojos se lo niegas,

y el sentido trocadode la ley,

al cordel mi cuello entregas,

pues liberal me amplías los rigores

y avaro me restringes los favores?

Si a otros ojos he visto,mátenme, Fabio,

tus airados ojos;si a otro cariño asisto,

asístanme implacables tus enojos;

y si otro amor del tuyo me divierte,

tú, que has sido mi vida, me des muerte.

Si a otro, alegre, he mirado,

nunca alegre me mires ni te vea;

si le hablé con agrado,

eterno desagrado en ti posea;

y si otro amor inquieta mi sentido,

sáqueseme el alma tú, que mi alma has sido.

Mas, supuesto que muero,

sin resistir a mi infeliz suerte,

que me des sólo quierolicencia

de que escoja yo mi muerte;

deja la muerte a mi elección medida,

pues en la tuya pongo yo la vida.

 

ESTA TARDE MI BIEN

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía:

pues entre el llanto, que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste:

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu inquietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.

 

ESTOS VERSOS LECTOR MÍO

Estos versos, lector mío,

que a tu deleite consagro,

y sólo tienen de buenos

conocer yo que son malos,

ni disputártelos quiero,

ni quiero recomendarlos,

porque eso fuera querer

hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:

pues no debes, bien mirado,

estimar lo que yo nunca

juzgué que fuera a tus manos.

En tu libertad te pongo,

si quisieres censurarlos;

pues de que, al cabo,

te estásen ella, estoy muy al cabo.

No hay cosa más libre

que el entendimiento humano;

pues lo que Dios no violenta,

por qué yo he de violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,

que, cuanto más inhumano

me los mordieres, entonces

me quedas más obligado,

pues le debes a mi musa

el más sazonado plato

(que es el murmurar), según

un adagio cortesano.

Y siempre te sirvo, pues,

o te agrado, o no te agrado:s

i te agrado, te diviertes;

murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirte

por disculpa, que no ha dado

lugar para corregirlos

la priesa de los traslados;

que van de diversas letras,

y que algunos, de muchachos,

matan de suerte el sentido

que es cadáver el vocablo;

y que, cuando los he hecho,

ha sido en el corto espacio

que ferian al ocio

lasprecisiones de mi estado;

que tengo poca saludy continuos embarazos,

tales, que aun diciendo esto,

llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,

pues pensarás que me jacto

de que quizá fueran buenos

a haberlos hecho despacio;

y no quiero que tal creas,

sino sólo que es el darlosa la luz,

tan sólo porobedecer un mandato.

Esto es, si gustas creerlo,

que sobre eso no me mato,

pues al cabo harás

lo quese te pusiere en los cascos.

Y adiós, que esto no es más

dedarte la muestra del paño:

si no te agrada la pieza,

no desenvuelvas el fardo.

 

YA QUE PARA DESPEDIRME

Ya que para despedirme,

dulce idolatrado dueño,

ni me da licencia el llanto

ni me da lugar el tiempo,

háblente los tristes rasgos,

entre lastimosos ecos,

de mi triste pluma, nunca

con más justa causa negros.

Y aun ésta te hablará torpe

con las lágrimas que vierto,

porque va borrando el agua

lo que va dictando el fuego.

Hablar me impiden mis ojos;

y es que se anticipan ellos,

viendo lo que he de decirte,

a decírtelo primero.

Oye la elocuencia muda

que hay en mi dolor, sirviendo

los suspiros, de palabras,

las lágrimas, de conceptos.

Mira la fiera borrasca

que pasa en el mar del pecho,

donde zozobran, turbados,

mis confusos pensamientos.

Mira cómo ya el vivir

me sirve de afán grosero;

que se avergüenza la vida

de durarme tanto tiempo.

Mira la muerte, que esquiva

huye porque la deseo;

que aun la muerte, si es buscada,

se quiere subir de precio.

Mira cómo el cuerpo amante,

rendido a tanto tormento,

siendo en lo demás cadáver,

sólo en el sentir es cuerpo.

Mira cómo el alma misma

aun teme, en su ser exento,

que quiera el dolor violar

la inmunidad de lo eterno.

En lágrimas y suspirosalma

y corazón a un tiempo,

aquél se convierte en agua,

y ésta se resuelve en viento.

Ya no me sirve de vida

esta vida que poseo,

sino de condición sola

necesaria al sentimiento.

Mas, por qué gasto razones

en contar mi pena y dejo

de decir lo que es preciso,

por decir lo que estás viendo?

En fin, te vas, ay de mi!

Dudosamente lo pienso:

pues si es verdad, no estoy viva,

y si viva, no lo creo.

Posible es que ha de haber

díatan infausto, funesto,

en que sin ver yo las tuyas

esparza sus luces Febo?

Posible es que ha de llegar

el rigor a tan severo,

que no ha de darle tu vista

a mis pesares aliento?

Ay, mi bien, ay prenda mía,

dulce fin de mis deseos!

Por qué me llevas el alma,

dejándome el sentimiento?

Mira que es contradicción

que no cabe en un sujeto,

tanta muerte en una vida,

tanto dolor en un muerto.

Mas ya que es preciso, ay triste!,

en mi infeliz suceso,

ni vivir con la esperanza,

ni morir con el tormento,

dame algún consuelo tú

en el dolor que padezco;

y quien en el suyo muere,

viva siquiera en tu pecho.

No te olvides que te adoro,

y sírvante de recuerdo

las finezas que me debes,

si no las prendas que tengo.

Acuérdate que mi amor,

haciendo gala de riesgo,

sólo por atropellarlo

se alegraba de tenerlo.

Y si mi amor no es bastante,

el tuyo mismo te acuerdo,

que no es poco empeño haber

empezado ya en empeño.

Acuérdate, señor mío,

de tus nobles juramentos;

y lo que juró la boca

no lo desmientan tus hechos.

Y perdona si en temer

mi agravio, mi bien, te ofendo,

que no es dolor, el dolor

que se contiene atento.

Y adiós; que con el ahogo

que me embarga los alientos,

ni sé ya lo que te digo

ni lo que te escribo leo.

 

DIME VENCEDOR RAPAZ

Dime vencedor Rapaz,

vencido de mi constancia,

¿Qué ha sacado tu arrogancia

de alterar mi firme paz?

Que aunque de vencer capaz

es la punta de tu arpón,

¿qué importa el tiro violento,

si a pesar del vencimiento

queda viva la razón?

Tienes grande señorío;

pero tu jurisdicción

domina la inclinación,

mas no pasa el albedrío.

Y así librarme confío

de tu loco atrevimiento,

pues aunque rendida siento

y presa la libertad,

se rinde la voluntad

pero no el consentimiento.

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