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Vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz como expresión del barroco hispanoamericano (página 2)


Partes: 1, 2

En dos partes dividida

tengo el alma en confusión:

una, esclava a la pasión,

y otra, a la razón medida.

Guerra civil, encendida,

aflige el pecho importuna:

quiere vencer cada una,

y entre fortunas tan varias,

morirán ambas contrarias

pero vencerá ninguna.

Cuando fuera, Amor, te vía,

no merecí de ti palma;

y hoy, que estás dentro del alma,

es resistir valentía.

Córrase, pues, tu porfía,

de los triunfos que te gano:

pues cuando ocupas, tirano,

el alma, sin resistillo,

tienes vencido el Castillo

e invencible el Castellano.

Invicta razón alienta

armas contra tu vil saña,

y el pecho es corta campaña

a batalla tan sangrienta.

Y así, Amor, en vano intenta

tu esfuerzo loco ofenderme:

pues podré decir, al verme

expirar sin entregarme,

que conseguiste matarme

mas no pudiste vencerme.

 

COGIÓME SIN PREVENCIÓN

Cogióme sin prevención

Amor, astuto y tirano:

con capa de cortesano

se me entró en el corazón.

Descuidada la razón

y sin armas los sentidos,

dieron puerta inadvertidos;

y él, por lograr sus enojos,

mientras suspendió los ojos

me salteó los oídos.

Disfrazado entró y mañoso;

mas ya que dentro se vio

del Paladión, salió

de aquel disfraz engañoso;

y, con ánimo furioso,

tomando las armas luego,

se descubrió astuto Griego

que, iras brotando y furores,

matando los defensores,

puso a toda el Alma fuego.

Y buscando sus violencias

en ella al príamo fuerte,

dio al Entendimiento muerte,

que era Rey de las potencias;

y sin hacer diferencias

de real o plebeya grey,

haciendo general ley

murieron a sus puñales

los discursos racionales

porque eran hijos del Rey.

A Casandra su fiereza

buscó, y con modos tiranos,

ató a la Razón las manos,

que era del Alma princesa.

En prisiones su bellezad

e soldados atrevidos,

lamenta los no creídos

desastres que adivinó,

pues por más voces que dio

no la oyeron los sentidos.

Todo el palacio abrasado

se ve, todo destruido;

Deifobo allí mal herido,

aquí Paris maltratado.

Prende también su cuidado

la modestia en Polixena;

y en medio de tanta pena,

tanta muerte y confusión,

a la ilícita afición

sólo reserva en Elena.

Ya la Ciudad, que vecina

fue al Cielo, con tanto arder,

sólo guarda de su ser

vestigios, en su ruina.

Todo el amor lo extermina;

y con ardiente furor,

sólo se oye, entre el rumor

con que su crueldad apoya:

"Aquí yace un Alma Troya

¡Victoria por el Amor!"

 

ESTE AMOROSO TORMENTO

Este amoroso tormento

que en mi corazón se ve,

se que lo siento y no se

la causa porque lo siento

Siento una grave agonía

por lograr un devaneo,

que empieza como deseo

y para en melancolía.

y cuando con mas terneza

mi infeliz estado lloro

se que estoy triste e ignoro

la causa de mi tristeza.

" Siento un anhelo tirano

por la ocasión a que aspiro,

y cuando cerca la miro

yo misma aparto la mano.

Porque si acaso se ofrece,

después de tanto desvelo

la desazona el recelo

o el susto la desvanece.

Y si alguna vez sin susto

consigo tal posesión

(cualquiera) leve ocasión

me malogra todo el gusto.

Siento mal del mismo bien

con receloso temor

y me obliga el mismo amo

tal vez a mostrar desdén.

 

VERDE EMBELESO

Verde embeleso de la vida humana,

loca esperanza, frenesí dorado,

sueño de los despiertos intrincado,

como de sueños, de tesoros vana;

alma del mundo, senectud lozana,

decrépito verdor imaginado;

el hoy de los dichosos esperado,

y de los desdichados el mañana:

sigan tu sombra en busca de tu díalos que,

con verdes vidrios por anteojos,

todo lo ven pintado a su deseo;

que yo, más cuerda en la fortuna mía,

tengo en entrambas manos ambos ojos

y solamente lo que toco veo.

La Sentencia del JustoFirma Pilatos

la que juzga ajenaSentencia, y es la suya.

¡Oh caso fuerte!¿Quién creerá que firmando ajena muerte

el mismo juez en ella se condena?

La ambición de sí tanto le enajena

Que con el vil temor ciego no advierte

Que carga sobre sí la infausta suerte,

Quien al Justo sentencia a injusta pena.

Jueces del mundo, detened la mano,

Aún no firméis, mirad si son violencias

Las que os pueden mover de odio inhumano;

Examinad primero las conciencias,

Mirad no haga el Juez recto y soberano

Que en la ajena firméis vuestras sentencias

 

A una Rosa

Rosa divina, que en gentil cultura

Eres con tu fragante sutileza

Magisterio purpúreo en la belleza,

Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,

Ejemplo de la vana gentileza,

En cuyo ser unió naturaleza

La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumidasoberbia,

el riesgo de morir desdeñas,

y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!

Con que con docta muerte y necia vida,

Viviendo engañas y muriendo enseñas.

 

Sentimientos de Ausente

Amado dueño mío,

Escucha un rato mis cansadas quejas,

Pues del viento las fío,

Que breve las conduzca a tus orejas,

Si no se desvanece el triste acento

Como mis esperanzas en el viento.

Óyeme con los ojos,

Ya que están tan distantes los oídos,

Y de ausentes enojos

En ecos de mi pluma mis gemidos;

Y ya que a ti no llega mi voz ruda,

Óyeme sordo, pues me quejo muda.

Si del campo te agradas,

Goza de sus frescuras venturosas

Sin que aquestas cansadas

Lágrimas te detengan enfadosas;

Que en él verás, si atento te entretienes

Ejemplo de mis males y mis bienes.

Si al arroyo parlero

Ves, galán de las flores en el prado,

Que amante y lisonjero

A cuantas mira intima su cuidado,

En su corriente mi dolor te avisa

Que a costa de mi llanto tiene risa.

Si ves que triste llora

Su esperanza marchita, en ramo verde,

Tórtola gemidora,

En él y en ella mi dolor te acuerde,

Que imitan con verdor y con lamento,

Él mi esperanza y ella mi tormento.

Si la flor delicada,

Si la peña, que altiva no consiente

Del tiempo ser hollada,

Ambas me imitan, aunque variamente,

Ya con fragilidad, ya con dureza,

Mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.

Si ves el ciervo herido

Que baja por el monte, acelerado

Buscando dolorido

Alivio del mal en un arroyo helado,

Y sediento al cristal se precipita,

No en el alivio en el dolor me imita,

Si la liebre encogida

Huye medrosa de los galgos fieros,

Y por salvar la vida

No deja estampa de los pies ligeros,

Tal mi esperanza en dudas y recelos

Se ve acosa de villanos celos.

Si ves el cielo claro,

Tal es la sencillez del alma mía;

Y si, de luz avaro,

De tinieblas emboza el claro día,

es con su oscuridad y su inclemencia,

imagen de mi vida en esta ausencia.

Así que, Fabio amado

Saber puede mis males sin costarte

La noticia cuidado,

Pues puedes de los campos informarte;

Y pues yo a todo mi dolor ajusto,

Saber mi pena sin dejar tu gusto.

Mas ¿cuándo ¡ay gloria mía!

Mereceré gozar tu luz serena?

¿Cuándo llegará el día

que pongas dulce fin a tanta pena?

¿cuándo veré tus ojos, dulce encanto,

y de los míos quitarás el llanto?

¿Cuándo tu voz sonora

herirá mis oídos delicada,

y el alma que te adora,

de inundación de gozos anegada,

a recibirte con amante prisa

saldrá a los ojos desatada en risa?

¿Cuándo tu luz hermosa

revestirá de gloria mis sentidos?

¿y cuándo yo dichosa,

mis suspiros daré por bien perdidos,

teniendo en poco el precio de mi llanto?

Que tanto ha de penar quien goza tanto.

¿Cuándo de tu apacible rostro

alegre veré el semblante afable,

y aquel bien indecible

a toda humana pluma inexplicable?

Que mal se ceñirá a lo definido

Lo que no cabe en todo lo sentido.

Ven, pues, mi prenda amada,

Que ya fallece mi cansada vida

De esta ausencia pesada;

Ven, pues, que mientras tarda tu venida,

Aunque me cueste su verdor enojos,

Regaré mi esperanza con mis ojos.

 

Excusándose de un Silencio…

Pedirte, señora, quiero

De mi silencio perdón,

Si lo que ha sido atención,

Le hace parecer grosero.

Y no me podrás culpar

Si hasta aquí mi proceder,

Por ocuparse en querer

Se ha olvidado de explicar.

Que en mi amorosa pasión

No fue descuido ni mengua

Quitar el uso a la lengua

Por dárselo al corazón.

Ni de explicarme dejaba,

Que como la pasión mía

Acá en el alma te hablaba

Y en esta idea notable

Dichosamente vivía;

Porque en mi mano tenía

El fingirte favorable.

Con traza tan peregrina

Vivió mi esperanza vana

Pues te puedo hacer humana

Concibiéndote divina.

¡Oh, cuan loco llegué a verme

en tus dichosos amores,

que aun fingidos tus favores

pudieron enloquecerme!

¡Oh, cuán loco llegué a verme

en tus dichosos amores,

que aun fingidos tus favores

pudieron enloquecerme!¡

Oh, cómo en tu Sol hermoso

mi ardiente afecto encendido,

por cebarse en lo lúcido,

olvidó lo peligroso!

Perdona, si atrevimiento

Fue atreverme a tu ardor puro;

Que no hay Sagrado seguro

De culpas de pensamiento.

De esta manera engañaba

La loca esperanza mía,

Y dentro de mí tenía

Todo el bien que deseaba.

Mas ya tu precepto grave

Rompe mi silencio mudo;

Que él solamente ser pudo

De mi respeto la llave.

Y aunque el amar tu belleza

Es delito sin disculpa,

Castíguense la culpa

Primero que la tibieza.

No quieras, pues, rigurosa,

Que estando ya declarada,

Sea de veras desdichada

Quien fue de burlas dichosa.

Si culpas mi desacato,

Culpa también tu licencia;

Que si es mala mi obediencia,

No fue justo tu mandato.

Y si es culpable mi intento,

Será mi afecto preciso;

Porque es amarte un delito

De que nunca me arrepiento.

Esto en mis afectos halló,

Y más, que explicar no sé;

Mas tú, de lo que callé,

Inferirás lo que callo.

 

Teme que su Afecto Parezca…

Señora, si la belleza

Que en vos llego a contemplar

Es bastante a conquistar

La más inculta dureza,

¿Por qué hacéis que el sacrificio

Que debo a vuestra luz pura

Debiéndose a la hermosura

Se atribuya al beneficio?

Cuando es bien que glorias cante,

De ser vos, quien me ha rendido,

¿Queréis que lo agradecido

Se equivoque con lo amante?

Vuestro favor me condena

A otra especie de desdicha,

Pues me quitáis con la dicha

El mérito de la pena.

Si no es que dais a entender

Que favor tan singular,

Aunque se puede lograr,

No se puede merecer.

Con razón, pues la hermosura

Aun llegada a poseerse,

Si llega a merecerse,

Dejara de ser ventura.

Que estar un digno cuidado

Con razón correspondido,

Es premio de lo servido,

Y no dicha de lo amado.

Que dicha se ha de llamar

Sólo la que, a mi entender,

Ni se puede merecer,

Ni se pretende alcanzar.

Ya que este favor excede

Tanto a todos, al lograrse,

Que no sólo no pagarse,

Mas ni agradecer se puede.

Pues desde el dichoso día

Que vuestra belleza vi,

Tal del todo me rendí,

Que no me quedó acción mía.

Con lo cual, señora, muestro,

y a decir mi amor se atreve,

Que nadie pagaros debe,

Que vos honréis lo que es vuestro.

Bien se que es atrevimiento

Pero el amor es testigo

Que no se lo que me digo

Por saber lo que me siento.

Y en fin, perdonad por Dios,

Señora, que os hable así,

Que si yo estuviera en mí

No estuvierais en mí vos.

Sólo quiero suplicaros

Que de mí recibáis hoy,

No sólo el alma que os doy,

Mas la que quisiera daros.

 

Amor Importuno

Dos dudas en que escoger

Tengo, y no se a cual prefiera,

Pues vos sentís que no quiera

Y yo sintiera querer.

Con que si a cualquiera lado

Quiero inclinarme, es forzoso

Quedando el uno gustoso

Que otro quede disgustado.

Si daros gusto me ordena

La obligación, es injusto

Que por daros a vos gusto

Haya yo de tener pena.

Y no juzgo que habrá quien

Apruebe sentencia tal,

Como que me trate mal

Por trataros a vos bien.

Mas por otra parte siento

Que es también mucho rigor

Que lo que os debo en amor

Pague en aborrecimiento.

Y aun irracional parece

Este rigor, pues se infiere,

Si aborrezco a quien me quiere

¿qué haré con quien aborrezco?

No se como despacharos,

Pues hallo al determinarme

Que amaros es disgustarme

Y no amaros disgustaros;

Pero dar un medio justo

En estas dudas pretendo,

Pues no queriendo, os ofendo,

Y queriéndoos me disgusto.

Y sea esta la sentencia,

Porque no os podáis quejar,

Que entre aborrecer y amar

Se parta la diferencia,

De modo que entre el rigor

Y el llegar a querer bien,

Ni vos encontréis desdén

Ni yo pueda encontrar amor.

Esto el discurso aconseja,

Pues con esta conveniencia

Ni yo quedo con violencia

Ni vos os partís con queja.

Y que estaremos infiero

Gustosos con lo que ofrezco;

Vos de ver que no aborrezco,

Yo de saber que no quiero.

Sólo este medio es bastante

A ajustarnos, si os contenta,

Que vos me logréis atenta

Sin que yo pase a lo amante,

Y así quedo en mi entender

Esta vez bien con los dos;

Con agradecer, con vos;

Conmigo, con no querer.

Que aunque a nadie llega a darse

En este gusto cumplido,

Ver que es igual el partido

Servirá de resignarse.

 

Oración Traducida del Latín

Ante tus ojos benditos

Las culpas manifestamos,

Y las heridas mostramos,

Que hicieron nuestros delitos.

Si el mal, que hemos cometido,

Viene a ser considerado,

Menor es lo tolerado,

Mayor es lo merecido.

La conciencia nos condena,

No hallando en ella disculpa,

Que respecto de la culpa,

Es muy liviana la pena.

Del pecado el duro azar

Sentimos, que padecemos

Y nunca enmendar queremos

La costumbre de pecar.

Cuando en tus azotes suda

Sangre la naturaleza,

Se rinde nuestra flaqueza,

Y la maldad no se muda.

Cuando el pecado mancilla

La mente con fiera herida,

Padece el alma afligida,

Y la cerviz no se humilla.

La vida suelta la rienda

En su acostumbrado error,

Suspira por el dolor,

Y en el obrar no se enmienda.

Puestos entre dos extremos,

En cualquiera peligramos;

Si esperas, no la enmendamos;

Si te vengas, nos perdemos.

De la aflicción el quebranto

Nos obliga a la contricción

Y en pasando la aflicción,

Se olvida también el llanto.

Cuando tu castigo empieza

Promete el temor humano;

Y en suspendiendo la mano,

No se cumple la promesa.

Cuando nos hieres, clamamos

Que el perdón nos des, que puedes,

Y así que nos lo concedes.

Otra vez te provocamos.

Tienes a la humana gente

Convicta en su confesión,

Que si no le das perdón,

la acabarás justamente.

Concede al humilde ruego

Sin mérito a quien criaste,

Tú que de nada formas

A quien te rogará luego.

 

Nacimiento de Cristo

De la más fragante rosa

Nació la abeja más bella,

A quien el limpio rocío

Dio purísima materia.

Nace, pues, y apenas nace,

Cuando en la misma moneda,

Lo que en perlas recibió

Empieza a pagar en perlas.

Que llora el alba, no es mucho

Que es costumbre en su belleza;

Mas ¿quién hay que no se admire

De que el sol lágrimas vierta?

Si es por secundar la rosa,

Es ociosa diligencia,

Pues no es menester rocío

Después de nacer la abeja.

Y más cuando en la clausura

De su virginal pureza

Ni antecedente haber pudo,

Ni puede haber quien suceda,

¿Pues a que fin es el llanto,

que dulcemente riega?

Quien no puede dar más fruto

¿qué importa que estéril sea?

Mas ay, que la abeja tiene

Tan íntima dependencia

Siempre con la rosa,

que Depende su vida de ella;

Pues dándole néctar puro,

Que sus fragancias engendran,

No sólo antes le concibe

Pero después le alimenta.

Hijo y madre, en tan divinas

Peregrinas competencias,

Ninguno queda deudor,

Y ambos obligados quedan.

La abeja paga el rocío

De que la rosa la engendra,

Y ella vuelve a retornarle con

Lo mismo que la engendra.

Ayudando el uno al otro

Con mutua correspondencia,

La abeja a la flor fecunda,

Y ella a la abeja sustenta.

Pues si por eso es el llanto,

Llore Jesús, norabuena,

Que lo que expende en rocío

Cobrará después en néctar.

 

Ante la Ausencia

Divino dueño mío,

si al tiempo de partirmetiene

mi amante pechoalientos de quejarse,

oye mis penas, mira mis males.

Aliéntese el dolor,

si puede lamentarse,

y a la vista de perderte

mi corazón exhale

llanto a la tierra, quejas al aire.

Apenas tus favoresquisieron coronarme,

dichoso más que todos,felices como nadie,

cuando los gustos fueron pesares.

Sin duda el ser dichoso

es la culpa más grave,

pues mi fortuna adversa

dispone que la pague

con que a mis ojos tus luces falten,

¡Ay, dura ley de ausencia!

¿quién podrá derogarte,

si a donde yo no quiero

me llevas, sin llevarme,

con alma muerta, vivo cadáver?

¿Será de tus favoressólo el corazón cárcel

por ser aun el silenciosi quiero que los guarde,

custodio indigno, sigilo frágil?

Y puesto que me ausento,

por el último valete prometo

rendidomi amor y fe constante,

siempre quererte, nunca olvidarte.

 

Expresa los Efectos del Amor Divino

Traigo conmigo un cuidadoy tan esquivo

que creoque aunque se sentirlo tanto,

aun yo misma no lo siento.

Es amor, pero es amorque faltándole lo ciego,

los ojos que tiene sonpara darle más tormento.

El término no es a quo,

que causa el pesar, que veo,

que siendo el término el bien

todo el dolor es el medio.

Si es lícito y aun debido

este cariño que tengo

¿por qué me han de dar castigo

porque pago lo que debo?

¡Oh cuánta fineza, oh cuántos cariños he visto tiernos!

que amor que se tiene en Dios

es calidad sin opuestos.

De lo lícito no puede hacer contrarios conceptos

con que es amor que al olvidono puede vivir expuesto.

Yo me acuerdo ¡oh nunca fuera!

que he querido en otro tiempo

lo que pasó de locura

y lo que excedió de extremo.

Más como era amor bastardo

y de contrarios compuesto,

fue fácil desvanecerse

de achaque de su ser mesmo.

Mas ahora ¡ay de mi!

está tan en su natural centro,

que la virtud y razón

son quien aviva su incendio.

Quien tal oyere dirá

que si es así ¿por qué peno?

Más mi corazón ansioso

dirá que por eso mesmo.

¡Oh humana flaqueza nuestra,

adonde el más puro afecto

aun no sabe desnudarse

del natural sentimiento!

Tan precisa es la apetencia

que a ser amados tenemos,

que aun sabiendo que no sirve

nunca dejarla sabemos.

Que corresponda a mi amor

nada añade, mas no puedo

por más que lo solicito

dejar yo de apetecerlo.

Si es delito, ya lo digo;

si es culpa, ya lo confieso,

mas no puedo arrepentirme

por más que hacerlo pretendo.

Bien ha visto quien penetra

lo interior de mis secretos

que yo misma estoy formando

los dolores que padezco.

Bien sabe que soy yo misma

verdugo de mis deseos,

pues muertos entre mis ansias,

tienen sepulcro en mi pecho.

Muero ¿quién lo creerá?

a manosde la cosa que más quiero,

y el motivo de matarme

es el amor que le tengo.

Así alimentando triste

la vida con el veneno,

la misma muerte que vivo,

es la vida con que muero.

Pero, valor, corazón,

porque en tan dulce tormento,

en medio de cualquier suerte

no dejar de amar protesto.

II

Mientras la gracia me excita

por elevarse a la esfera,

más me abate a lo profundo

el peso de mis miserias.

La virtud y la costumbre

en el corazón pelean

y el corazón agoniza

en tanto que lidian ellas.

Y aunque es la virtud tan fuerte,

temo que tal vez la venzan.

que es muy grande la costumbre

y está la virtud muy tierna.

Obscurécense el discurso

entre confusas tinieblas

pues ¿quién podrá darme luz

si está la razón a ciegas?

De mí misma soy verdugo

y soy cárcel de mí mesma.

¿quién vio que pena y penante

una propia cosa sean?

Hago disgusto a lo mismo

que más agradar quisiera;

y del disgusto que doy,

en mí resulta la pena.

Amo a Dios y siento en Dios,

y hace mi voluntad mesma

de lo que es alivio, cruz;

del mismo puerto, tormenta.

Padezca, pues Dios lo manda,

mas de tal manera

seaque si son penas las culpas,

que no sean culpas las penas.

 

Día de Comunión

Amante dulce del alma,

bien soberano a que aspiro,

tú que sabes las ofensas

castigar a beneficios;

divino imán en que adoro

hoy que tan propicio os miro

que me animás a la osadía

de poder llamaros mío;

hoy, que en unión amorosa,

pareció a vuestro cariño,

que si no estabais en mí

era poco estar conmigo;

hoy, que para examinar

el afecto con que os sirvo,

al corazón en persona

habéis entrado vos mismo,

pregunto ¿es amor o celos

tan cuidadoso escrutinio?

que quien lo registra todo

da de sospechar indicios.

Mas ¡ay, bárbara ignorante,

y que de errores he dicho,

como si el estorbo humano

obstara al lince divino!

Para ver los corazones

no es menester asistirlos;

que para vos son patentes

las entrañas del abismo.

Con una intuición presente

tenéis en vuestro registro,

el infinito pasado,

hasta el presente finito;

luego no necesitabais,

para ver el pecho mío,

si lo estáis mirando sabio,

entrar a mirarlo fino;

luego es amor, no celos,

lo que en vos miro.

 

Letras Para Cantar

Hirió blandamente el aire

Con su dulce voz Narcisa,

Y él le repitió los ecos

Por boca de las heridas.

De los celestiales Ejes

El rápido curso fija,

Y en los Elementos cesa

la discordia nunca unida.

Al dulce imán de su voz

Quisieran, por asistirla,

Firmamento ser el Móvil,

El Sol ser estrella fija.

Tan bella, sobre canora,

Que el amor dudoso admira,

Si se deben sus arpones

A sus ecos, o a su vista.

Porque tan confusamente

Hiere, que no se averigua,

si está en la voz la hermosura,

O en los ojos la armonía.

Homicidas sus facciones

El mortal cambio ejercitan;

Voces, que alteran los ojos

Rayos que el labio fulmina.

Quién podrá vivir seguro,

si su hermosura Divina

Con los ojos y las voces

Duplicadas armas vibra.

El Mar la admira Sirena,

Y con sus marinas Ninfas

Le da en lenguas de las Aguas

Alabanzas cristalinas:

Pero Fabio que es el blanco

Adonde las flecha tira,

Así le dijo, culpando

De superfluas sus heridas:

No dupliques las armas,

Bella homicida,

que está ociosa la muerte

Donde no hay vida.

AGRADECIMIENTOS.

Agradecemos a todos los que de una forma u otra han colaborado en la elaboración de este trabajo y principalmente a:

RECOMENDACIONES.

Que los estudiantes en próximas investigaciones continúen profundizando sobre la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz.

 

 

Autor:

Yoanki Fernández Arias.

Idalmis Espino Rodríguez.

Ana Isa Chávez Suárez.

Maryoris Alfonso Yanez

Profesora: Mari Victoria Gregorio Castellanos.

Partes: 1, 2
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