La Segunda Epístola a los Tesalonicenses fue probablemente escrita en Corinto, Grecia, no muchos meses después que la Primera. Aparentemente la Primera Carta fue malentendida, especialmente respecto a la Segunda Venida de Cristo (Parusía). Los Cristianos de Tesalónica se hicieron la idea que Pablo había mencionado que "el día de Cristo" se venía con prontitud, que su venida estaba a punto de ocurrir. Este error es corregido en 2Tesalonicenses 2:1-1.
A ambas Cartas a los tesalonicenses se las denomina también primicias o primeros escritos, y ambas son de carácter escatológico por su temática, ya que su punto central es la espera en la segunda venida de Cristo. Aunque ni la primera ni la segunda Carta a los Tesalonicenses tienen la misma importancia doctrinal que las Grandes Cartas o las de la Cautividad, al ser ambas los primeros escritos del Nuevo Testamento nos ofrecen una descripción viva de una comunidad cristiana viva y fervorosa, veinte años después de la Resurrección de Jesús.
15.- Primera carta a Timoteo
La primera epístola a Timoteo es una carta pastoral del Nuevo Testamento que forma un grupo homogéneo con la Segunda epístola a Timoteo y la epístola a Tito. Su estilo y vocabulario difieren del de los demás escritos paulinos por lo que la mayoría de los teólogos consideran que no fueron escritas por el apóstol Pablo, o que no fue él mismo quien les dio su forma literaria, sino alguno de sus discípulos.
La primera carta o epístola a Timoteo tiene un enfoque ético, a partir del cual hace recomendaciones prácticas para la vida sana de la Iglesia y de sus integrantes. Además, expresa una preocupación por la palabrería y discusiones sin fin de falsos doctores que se apartan de las palabras de Jesucristo, "están cegados por el orgullo y no saben nada". La carta fundamentalmente es doctrina o enseñanza de las prácticas cristianas. El autor comenta el problema de la falsa ciencia. Por entonces había un grupo de cristianos muy importante, que estaba siendo llevado por la doctrina de los gnósticos.
La fecha de la carta es tema de discusión. Quienes creen que es de autoría paulina, opinan que fue escrita alrededor del año 61 d. C., posiblemente desde Roma, donde Pablo habría salido recientemente de la llamada primera prisión en Roma. Por el contrario, quienes consideran que la carta no está escrita por Pablo, creen que fue escrita por algún discípulo suyo tras su muerte.
16.- Segunda carta a Timoteo
En esta carta Pablo, de forma dramática dice: "a mí ya me sacrifican, y el tiempo de mi partida está cercano". Al borde de ser ejecutado por su fe, el autor declara que de Dios "no se recibe un espíritu de temor o cobardía, sino de fortaleza, de amor y sobriedad". Tras afirmar que "todos" los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones, desea a sus enemigos que "la conversión les haga conocer plenamente la verdad y se liberen del lazo del diablo".
Advierte sobre los egoístas, avaros, fanfarrones y otros que son "más amantes de placeres que de Dios y tienen apariencia de piedad pero niegan su eficacia".
Pablo, consumido por el peso del trabajo y por sus penalidades, antes de morir quiere dejar su testamento espiritual, presente sobre todo en esta segunda Carta a Timoteo. Son normas para que se conserve el sagrado depósito de la fe y para que gobiernen con acierto las Iglesias a su cargo.
Pablo da unos consejos que son el fruto de su experiencia pastoral de Apóstol, con gran mesura y equilibrio, cual corresponde a un hombre maduro y con experiencia; no combatiendo como lo hizo en otros tiempos, sino orientando a sus discípulos.
17.- Carta a Tito
La Epístola a Tito es una breve carta incluida en el Nuevo Testamento de la Biblia. Es una de las tres epístolas pastorales, junto con la primera y la segunda epístola a Timoteo. Estos escritos son a menudo considerados como un conjunto, ya que cada una esclarece la otra.
Aunque lleva el nombre de Pablo de Tarso, hoy en día la mayoría de los críticos y de los teólogos creen que no es de autoría paulina sino que es obra de algún colaborador.
Tanto Timoteo como Tito son colaboradores de Pablo. El primero es delegado de Pablo en Éfeso, mientras que Tito lo es en Creta.
18.- Carta a Filemón
Es una de las siete epístolas menores y, dentro de las menores, la más corta en extensión, con apenas 25 versículos. Los remitentes son Pablo y Timoteo, y el destinatario es Filemón. A pesar de su brevedad tiene importancia por ser una de las epístolas auténticas de Pablo y porque ofrece algunos datos biográficos de interés como la lista final de colaboradores entre los cuales menta a Lucas y Marcos. La epístola es un ruego por Onésimo, colaborador suyo y a quien el apóstol considera como hijo.
Onésimo conoció a Pablo en Roma y éste le convirtió a la fe. Enterado Pablo de la situación de Onésimo y de los motivos de la misma, le hace regresar a Colosas con esta carta para que se la entregue a su amo Filemón. Según la crítica bíblica, este escrito es una obra maestra del arte epistolar.
19.- Carta a los Hebreos
Actualmente existe consenso entre los estudiosos bíblicos en cuanto a que el título que tradicionalmente se le ha venido dando, «Carta de san Pablo a los hebreos», es erróneo pues, según el punto de vista predominante en la actualidad, no fue escrita por Pablo de Tarso; no es una carta, sino más bien una homilía, y no está dirigida a los "hebreos", sino a comunidades cristianas en las que habría cierto número de conversos procedentes del judaísmo.
Se desconoce su verdadero autor. Tampoco puede ser datada con precisión, aunque existe consenso en que fue escrita entre los años 60 y 90 del siglo I. Como los otros libros del Nuevo Testamento, está escrita en griego. Su texto es de una gran densidad teológica y su estilo es solemne, casi litúrgico. El autor parece tener un dominio excepcional del Antiguo Testamento, que cita frecuentemente, acudiendo a la versión griega de la Biblia de los Setenta, la Septuaginta.
La Carta está dirigida a los judeocristianos, quienes añoraban la solemnidad del culto judío. Este escrito enseña que la Ley y el culto cristianos están por encima de la Ley judía y del culto a Moisés. El tema principal de esta carta es el Sacerdocio de Cristo.
El punto central de su parte dogmática o doctrinal es el de presentar a Cristo como Sumo y Eterno Sacerdote, a la vez que Redentor, lo cual el autor hace de manera incomparable.
No puede darse una fecha precisa a esta Carta, y el tema se discute, aunque hay en general acuerdo en cuanto a que fue compuesta en la segunda mitad del siglo I. Los distintos autores interpretan las evidencias de diferentes formas, con lo cual para algunos su redacción data de los años 60 del siglo I, con lo que sería contemporánea de la predicación de Pablo, mientras que para otros la fecha de composición debe atrasarse hasta 80-90.
20.- Carta de Santiago
Una minoría se la atribuye a Santiago el Mayor, pero todo esto es difícil de saber, ya que, se tienen las fechas de muerte de los posibles autores pero no en sí la data de la epístola en disputa. Se dice que el autor más fuertemente probable es Santiago el Justo, el hermano del Señor, ya que Santiago el Mayor que en sí era más importante, pues era discípulo directo de Jesús, murió el año 44 y desde entonces Santiago el Justo tomó el liderazgo de la Iglesia Primitiva siendo "una de las tres columnas", como dijo Pablo, y quedándose en Jerusalén hasta su muerte.
Con todo, la epístola esta dirigida a "todas las tribus de Israel en la dispersión". De hecho, por esta razón se le considera como el Obispo, por que está en la ciudad donde nace el cristianismo, Jerusalén, y le escribe a los dispersos.
A la muerte de Santiago el Mayor, Pablo sólo le llama "Santiago", ya que ya no hay que diferenciarlo como lo hizo en Hechos 12:2 (Santiago hermano de Juan), porque es el único que queda en Jerusalén (Hechos 12:17).
Esta Carta es de tipo práctico y nos recuerda a los Libros Sapienciales del Antiguo Testamento ya que, sin lugar a dudas, su fin es el de instruir y exhortar. Su sencillez evoca la predicación de Jesús, en especial el Sermón de la Montaña. Santiago afirma que la fe, sin obras, está muerta.
Sobre la fecha de composición de esta Carta se supone que fue escrita antes del año 62 d.C., aunque algunos incluso la sitúan en años anteriores. Hay quienes opinan que esta Carta fue escrita por un judío de Jerusalén, pues se nota el espíritu judío y cristiano. Tal vez fue escrita para los judeocristianos, dispersos por todo el territorio grecorromano.
21.- Primera carta de Pedro
La Primera epístola de Pedro es una carta bíblica dirigida a los judíos en la diáspora. El autor aboga por la determinación y la perseverancia en la persecución, los deberes prácticos de la vida santa, cita como ejemplo a Cristo y otros motivos de paciencia y santidad, y concluye con admoniciones para sacerdotes y pueblo. Ha sido definida como «el más denso resumen neotestamentario de la fe cristiana de la conducta que tal fe inspira»
Según testimonio del autor de la carta, ésta fue escrita desde Babilonia, es decir, desde una de las ciudades paganas de la Antigüedad, casi con toda seguridad Roma. Si el autor fuera san Pedro no se puede datar con posterioridad al año 67. Y el uso por parte de los Padres de la Iglesia también confirma su fecha en el siglo I.
Sobre la canonicidad de la carta, ya se manifiesta Ireneo de Lyon (Adversus Haereses, IV, 9:2) y también Clemente de Alejandría (Stromata III, 11:18). No se encuentra en el canon de Muratori. En el siglo III ya es considerado parte del canon (Eusebio de Cesarea, Historia Ecclesiástica 3:25) con excepción de las iglesias siríacas que solo lo incorporan desde el siglo V.
22.- Segunda carta de Pedro
El verso inicial de esta segunda carta identifica al autor como Simeón Pedro, que ha sido identificado con San Pedro, aunque en ningún otro lugar del Nuevo Testamento se le refiere al mismo tiempo como Simeón (forma aramea de Simón) y Pedro. Esto es considerado por algunos como la evidencia de que el texto fue escrito por Pedro mismo, y no con la ayuda de un amanuense. Con todo, hoy prácticamente todos los especialistas admiten que se trata de un pseudónimo, y que la carta se compuso probablemente a mediados del siglo II.
En esta Carta se previene a los cristianos contra los falsos doctores, quienes niegan a Cristo. Los fieles deben esperar, con una vida santa, la venida del Señor. Hay una clara preocupación para que los cristianos se mantengan firmes en la fe que han recibido.
23.- Primera carta de Juan
La primera epístola de Juan es una carta del Nuevo Testamento de la Biblia destinada a las comunidades cristianas del Asia Menor y que se atribuye al apóstol Juan. Declara que "Dios es amor" y articula los temas paralelos que presenta del siguiente modo: Dios es luz (1ª. Jn 1:5), justicia (1ª. Jn 2:29), amor (1ª. Jn 4:7-8) y verdad (1ª. Jn 5:6-10).
O sea que esta Carta puede resumirse en estos términos: Dios es Luz, Santidad y Amor. Para poder participar de la vida divina, los cristianos debemos caminar en la Luz, evitar el pecado y amar a los hermanos. Esta primera Carta es una especie de síntesis de la teología de Juan; es un tesoro que los cristianos deberían consultar frecuentemente.
Esta primera carta se preocupa por el error de algunos que rechazaban el cuerpo y el mundo visible como malo y, en consecuencia, negaban que Cristo haya tenido un cuerpo físico y que fuera hombre (1ª. Juan 4:1-6). Es también una especie de instrucción doctrinal para advertir a los fieles acerca de los herejes cristianos o anticristos, quienes negaban que Jesús es el Cristo y es Dios.
Muestra el nexo entre la condición de lo que él llama hijos de Dios, el amor a los demás y la fidelidad a Jesucristo expresada en la vida práctica. Por su estilo y su doctrina está cerca del evangelio de Juan, por lo cual se considera que procede del mismo autor o del mismo círculo joánico, en la misma época.
Desde antiguo fue considerado un libro canónico sin mayores disputas. En el canon de Muratori se cita un texto de la carta (1ª. Jn 1, 1) y en el canon del Codex Claromontanus también aparece como parte de los libros inspirados, por lo que el testimonio unánime de la tradición siempre lo ha mantenido como parte del Nuevo Testamento.
24.- Segunda Carta de Juan
Se trata de una carta dirigida a "la dama elegida" y cierra con las palabras "Los niños de vuestra elegida hermana les saludan" (2ª. Juan 13). La interpretación más tradicional la hace coincidir con una comunidad o una iglesia: dado que el autor de la carta se refiere a ella en ocasiones en singular y en otras en plural (versículos 6, 8, 10 y 12) se cree que más bien sea una iglesia. Se trata, casi sin dudas, de una ciudad del Asia Menor. La ocasión la dan algunos predicadores externos no cristianos que ponen en peligro la fe de los fieles de esa iglesia. De ahí las recomendaciones a mantener la fe intacta, a practicar las obras de beneficencia entre ellos y huir de tales predicadores.
De los trece versículos que componen esta epístola, siete están contenidos en la primera de Juan. La persona a la que se dirige la carta es encomiada por su piedad y es prevenida contra los falsos maestros.
El lenguaje de esta epístola es excepcionalmente similar al de la tercera de Juan. Por lo tanto, el consenso entre los eruditos es que la misma persona escribió ambas cartas. No obstante, se duda el hecho que sea también el mismo Juan que escribió el evangelio de Juan, la primera de Juan o el libro de Apocalipsis.
25.- Tercera carta de Juan
La carta aparece dirigida a un hombre llamado Cayo (o Gayo) pero no se sabe con exactitud si se trata de la misma persona que vivía en Macedonia y que es citado en Hechos 19:29, o el corintio mencionado en Romanos 16:23, o el que vivía en Derbe, citado en Hechos 20:4.
Fue escrita con el propósito de encomendar a Gayo a un grupo de cristianos liderados por Demetrio, que eran extraños en el lugar donde este vivía, y que tenían la misión de predicar el evangelio. Se les había denegado la hospitalidad por parte de un jefe cristiano del lugar, Diotrefes.
El lenguaje de esta epístola es excepcionalmente similar al de segunda de Juan y es de consenso entre los eruditos que el mismo hombre escribió ambas cartas. Sin embargo, existe un debate sobre si el Juan que escribió estas cartas es el mismo que redactó el Evangelio de Juan, la primera de Juan y el Apocalipsis o Revelación.
26.- Carta de San Judas
El autor de esta carta se identifica como Judas, el hermano de Santiago (Judas 1:1), que podría ser también, por tanto, "hermano de Jesús" (Mateo 13:55). Algunos han afirmado que Judas Tadeo el apóstol había sido el autor. Pero ya en la época de Orígenes (siglo III) había dudas en la Iglesia sobre su autoría y durante la reforma protestante reaparecieron estas dudas.
A partir de principios del siglo XX cada vez más teólogos empezaron a proponer que había sido escrito por otro autor a principios del siglo II. Por las referencias al Antiguo Testamento y otros libros, y por la apropiación del nombre de Judas, la mayoría de los teólogos piensan que la epístola fue escrita en Palestina.
Posiblemente fue escrita por un judeocristiano en lengua griega, dirigida a las Iglesias de Palestina, Siria y Mesopotamia. El autor se identificó con el Apóstol Judas Tadeo, aunque algunos exégetas actualmente difieren de ello. Tampoco hay certeza acerca de la fecha de su composición; unos hablan de los años 60 d.C., otros de los 80 d.C., e incluso hay quien opina que es posterior al año 90 d.C.
Su argumento es un mensaje contra los falsos maestros, quienes corrompen la integridad de la fe enseñando herejías y causando divisiones.
27.- Libro del Apocalipsis
El Apocalipsis quizás sea el escrito más rico en símbolos de toda la Biblia. La cantidad de símbolos, eventos y procesos complica la tarea de interpretar la totalidad del texto y, como tal, ha sido objeto de numerosas investigaciones, interpretaciones y debate a lo largo de la historia. Definitivamente, para poder comprender el texto de este libro es necesario disponer del significado de la simbología del mismo.
Bajo el imperio de Domiciano, Juan es desterrado a la isla de Patmos, en el Mar Egeo. Según los expertos, Juan allí escribió lo que la inspiración divina le dictaba, con gran madurez y experiencia. Profundo místico, Juan escribió sobre la persecución de la Iglesia y el triunfo definitivo de la misma.
El Libro del Apocalipsis es el último Libro del Nuevo Testamento y de toda la Biblia, y su título significa Revelación. Fue escrito con el fin de animar a los cristianos que sufrían persecución, y habla de la lucha de la Iglesia contra sus enemigos; una victoria total y definitiva.
Al igual que los profetas, quienes anunciaban el día de Yahvé, el Apocalipsis vaticina persecuciones y calamidades, que sirven de castigo y de llamada a la conversión, la derrota de sus adversarios y el advenimiento de paz y felicidad para los seguidores de Cristo.
Los entendidos denominan al Apocalipsis el Evangelio de los últimos tiempos, y también el Libro del óptimo cristiano. La novedad de la literatura profética de San Juan es el anuncio de la venida de Cristo para la finalización de este mundo. Con el Apocalipsis se cierra la historia de la humanidad.
El Libro del Apocalipsis contiene fórmulas habituales de las Cartas, y su título, Apocalipsis, se emplea solamente al inicio del Libro (Apocalipsis 1:1). En él, el Espíritu arrebata a Juan y todo le es comunicado en forma de visiones, con la intervención de un ángel. Este Libro es sumamente interesante y de bella lectura, pero es aconsejable toda la orientación y ayuda posibles para su comprensión, como lo es el poder consultar las notas aclaratorias a pie de página en algunas Biblias modernas, en especial la Biblia de Jerusalén.
LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS
Los deuterocanónicos son textos y pasajes del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana que no están incluidos en el Tanaj judío hebreo-arameo, pero que sí se incluyen en la Biblia Griega de los LXX, llamada Septuaginta, datada entre los años 280 y 30 a.C., el texto utilizado por las comunidades judías e israelitas de todo el mundo antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griegas.
Los términos protocanónicos y deuterocanónicos no aparecieron nunca antes de mediados del Siglo XVI. Fueron acuñados en el año de 1563 por Sixto de Siena, teólogo católico de origen judío, para referirse, respectivamente, a los textos propios del llamado Canon Palestinense del Tanaj judío por considerarlo una primera norma o prescripción de textos del Viejo Testamento, y a los textos propios del llamado Canon Alejandrino de la Biblia Griega por considerarlo una segunda norma o prescripción de textos del Viejo Testamento.
Los ocho libros deuterocanónicos incluidos en la Biblia católica son: Tobías, Judit, Ester, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico (también llamado Sirácides) y Baruc.
CONCLUSION
Definitivamente, los autores de los distintos textos bíblicos, sin importar su nombre, fueron instrumentos que plasmaron por escrito lo que escribieron bajo la total inspiración de Dios.
Puede decirse que la Biblia es una obra colectiva; es decir, la obra de todo un pueblo que, a través del tiempo, ha plasmado en ella su tradición. Debido a ello se explica por qué la mayoría de los autores del Antiguo Testamento son anónimos, es decir, desconocidos, con el fin de que se pusiera de manifiesto ese carácter colectivo. Esos autores se basaron en la tradición oral.
Debemos diferenciar y distinguir el fondo de la forma, para así poder asimilar y comprender el mensaje que Dios nos ha querido hacer llegar a cada uno de nosotros en cada uno de los textos bíblicos.
BIBLIOGRAFIA
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Autor:
Agustín Fabra
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