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Algunos Borges de Jorge Luis Borges

Enviado por pacarreno


     

    "Sol de medio día. Algunas personas entran al cementerio de Plaimpalais, Ginebra, acompañando el cajón donde está el cuerpo de un mito llamado Jorge

    Luis Borges. Él quedará cerca de una sepultura que, se supone, pertenece a Calvino. El cementerio se destina solamente a las grandes personalidades, pero todo es simple, conforme el deseo del escritor". Así, el diario O Estado de Sao Paulo, del jueves 19 de junio de 1986, iniciaba la noticia "Jorge Luis Borges: punto final", sobre el entierro del escritor argentino, realizado el día anterior. Esto es periodismo, "aunque el periodismo se parece peligrosamente a la literatura", ha dicho Borges (2). Pero ¿existe Borges? ¿existió? No el otro, ¿Borges? El Mercurio de Santiago del domingo 5 de diciembre de 1999, publica el artículo "El Inexistente", firmado por Leonardo Sciascia, escritor siciliano que muere en Palermo en 1986, y cuya última novela publicada en 1990 fue Una historia sencilla: "En cierto sentido –en un sentido propiamente borgiano- Borges lo ha querido. Su insistencia en el olvido, la inexistencia, el deseo de ser olvidado, el no querer ser ya Borges, de alguna manera y con los aires que soplan en el periodismo, no podía sino generar la noticia de que Borges no existe. Y he aquí como la recoge Le Monde: ‘Según la revista argentina de derecha Cabildo, José Luis Borges no existe. En su último número la publicación afirma que en realidad Borges ha sido enteramente creado por un grupo de escritores entre los cuales están Leopoldo Marechal (muerto), Adolfo Bioy Casares y Manuel Mujica Lainez, quienes para dar vida a su personaje han tomado a su servicio a un actor de segunda, Aquiles Scatamacchia. Y este actor, afirma el redactor de la revista, es quien encarna al inexistente Borges para los mass media. La impostura, que habría sido descubierta por la Academia Real de Suecia encargada de la concesión del Nobel, ha impedido que el falso Borges fuese premiado, señala la revista argentina, que hace de Ajar sin saberlo. Pero, ¿con qué fin?"

    No, no se preocupen, Borges sí existió. Yo estuve con él y les puedo asegurar que no era ningún Aquiles Scatamacchia. Mejor dicho, estuve con los dos. También estuve con el otro. Dejo a la curiosidad de ustedes el contenido de este artículo que es, en verdad, una parodia al estilo borgiano.

    Quiero detenerme en el nombre. Borges fue muchos nombres y, aunque no lo crean, también fue ninguno. A partir de este momento, mi presentación tendrá esta orientación: conversarles acerca de estos ‘Borges aparecidos’ en tantos diarios y revistas que fueron moldeando su comprensión de la literatura como una literatura universal. Pues bien, con el nombre de José Luis Borges aparece en la legendaria revista Grecia, del 20 de enero de 1920, el texto "Paréntesis Pasional". Su final está tan lejos del tiempo, los laberintos y espejos, que no deja de sorprendernos: ‘Ahora mi paladar es rojo yugo que unce la llama roja de tu lengua… La oscuridad se llena de auroras. Ahora tu cuerpo, deliciosamente, como una estrella, tiembla en mis brazos… Ya todas las tinieblas se han dormido" (3).

    El propio Borges reconoce que ‘todo el mundo me llama José Luis. A la larga seré José Luis. Y está bien, creo que es más eufónico" (4). Pero Borges fue también Francisco Isidoro. Más aún, fue bautizado como Jorge Francisco Isidoro Luis Borges. Cuando Roberto Alifano le preguntó por qué no usaba su nombre completo, Borges le respondió "que eran demasiado para un solo hombre". Por último, ‘José’ es el nombre que Borges usa en lugar de ‘Jorge’ en la biografía apócrifa que es el epílogo de sus Obras Completas. (5)

    José Tuntar es un nombre importante en la biografía literaria de Borges. En alemán ‘tun’ significa ‘hacer’. Recordemos aquí que el libro que, en definitiva, va a significar la consolidación de la poética borgiana es, precisamente, El Hacedor, de 1960. Con este seudónimo, Borges escribirá cuatro textos en la "Revista Multicolor de los Sábados" del diario Crítica (6). En este punto resulta interesantísimo el trabajo de la profesora Irma Zangara en el libro editado por Atlántida, 1995, Borges en Revista Multicolor, con la venia, claro está, de la viuda del escritor, María Kodama. Nosotros, por razones de tiempo y espacio no nos referiremos a él.

    Otro de los nombres que utiliza Borges en la mencionada revista es el de Andrés Corthis. El cuento que escribe Corthis se llama "Hermanos enemigos" (7). La historia se desarrolla en las costas de Barcelona y trata de dos hermanos mellizos que, ante el temor del castigo divino de matarse el uno al otro, deciden quemar a la mujer en el rancho que ambos incendian. La importancia de esta historia es evidente y ustedes ya están pensando en "La intrusa", el cuento que, en 1966, Borges agrega a la sexta edición de El Aleph, es decir, 33 años después. Cuatro años más tarde, Borges incluirá este cuento en El informe de Brodie. Pero "Hermanos enemigos", no es solo el génesis de "La intrusa". Recordemos aquí también la clásica "Milonga de dos hermanos":

    "Cuando Juan Ibarra vio

    Que el menor lo aventajaba,

    La paciencia se le acaba

    Y le fue tendiendo un lazo

    Le dio muerte de un balazo,

    Allá por la Costa Brava.

    Así de manera fiel

    Conté la historia hasta el fin;

    Es la historia de Caín

    Que sigue matando a Abel" (8).

    Ser uno y varios al mismo tiempo, es uno de los temas transversales de la obra de Jorge Luis Borges. Es la visión panteísta que se constituye como uno de los temas fundamentales de esta poética. Ser uno y ser otro al mismo tiempo es una inquietud estético-literaria que se inicia prácticamente con el joven Borges. Entre 1924 y 1926 Borges escribe "Boletín de una noche toda". Se trata de un ‘texto manuscrito’ de un cuaderno de notas que el autor entregó al profesor Donald A. Yates. Cito textualmente el final del artículo: "El Tiempo –maquinaria incansable- sigue funcionando, o quizá fluyendo de mí. Soy limosnero de recuerdos un rato ¿largo, breve? que los relojes no gobiernan y que se ancha casi en eternidad. Después, voy despojándome de mi nombre, de mi pasado, de mi conjetural porvenir. Soy cualquier otro. Ya me dejó la visión, luego el escuchar, el soñar, el tacto. Soy casi nadie: soy como las plantas (negras de oscuridad en negro jardín) que no despertará el pleno día. Pero no en día, sino en tenebrosidad soy yacente. Soy tullido, ciego, desaforado, terrible en mi cotidiano desaparecer. Soy nadie" (9).

    Antes, en 1923, en el prólogo de Fervor de Buenos Aires, leemos: "Si en las siguientes páginas hay algún verso logrado, perdóneme el lector el atrevimiento de haberlo compuesto yo antes que él. Todos somos unos; poco difieren nuestras naderías, y tanto influyen en las almas las circunstancias, que es casi una casualidad esto de ser tú el leyente y yo el escribidor –el desconfiado y fervoroso escribidor- de mis versos" (10).

    Pero es en la primera publicación de Borges donde larvariamente se encuentra el inicio de esta búsqueda estético-filosófica que representa esta visión panteísta de su literatura. Se trata de "Himno del mar", publicado en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919. Cito la última estrofa del poema:

    Oh mar! oh mito! oh largo lecho!

    Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos.

    Que ambos nos conocemos desde siglos.

    Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió la aurora de la Vida.

    (En la ceniza de una tarde terciaria vibré por primera vez en tu seno).

    Oh proteico, yo he salido de ti.

    ¡Ambos encadenados y nómadas;

    Ambos con un sed intensa de estrellas;

    Ambos con esperanzas y desengaños;

    Ambos, aire, luz, fuerza, obscuridades;

    Ambos con nuestro vasto deseo y ambos con nuestra grande miseria! (11)

    De este modo Borges va construyendo, como buen hacedor que es, su literatura. Una literatura que es esencialmente lúdica, y que tiene en el lector, en el otro, uno de sus valores trascendentales. Es la búsqueda permanente del ser y, el ser borgiano, este que hemos vislumbrado a través de estos primeros ejercicios poéticos, tiene en la configuración del otro, una de las clave de su interpretación literaria. Desde siempre Borges ha sido muchos nombres, muchos otros. Fue Alex Ander, Benjamín Beltrán, Pascual Guida, Bernardo Haedo, Ortelli y Gasset (12). Creo que, como Shakespeare, se cansó de ser muchos y ninguno. El último párrafo del texto "Everything and nothing" dedicado al poeta inglés es bellamente definitivo: "La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estás tú, que como yo eres muchos y nadie" (13). Más de alguna vez he llegado a pesar que Borges se regaló este texto a sí mismo. Pero Borges no podía dejar pasar esta oportunidad. La historia agrega que, después que Dios le respondió lo que ustedes han oído, le preguntó:

    "¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza de

    De polvo y tiempo y sueño y agonía? (14)

    La obra de Borges es, como dice el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal, por definición, inagotable. Siempre el acercamiento que emprendamos será parcial. Una lectura nos lleva a otra y esta a otra y así hasta el infinito. Pero no debemos sentirnos mal por eso. La semana pasada hablábamos con Roberto Alifano que, en relación a Borges no somos más que eternos aprendices que jugamos su juego y eso, ¿por qué no decirlo?, es una forma también de justificar nuestra existencia. La obra de Borges es un libro abierto pero difícil de leer; somos como escolares felices cuando conseguimos dar un paso más en su lectura. Después de todo, ni el propio Borges pudo con el otro. Borges, el hombre que camina por Buenos Aires, el hombre que yo conocí, al que le gusta la prosa de Stevenson y el sabor del café ‘fue poco a poco cediéndole todo’ al otro. Dice: "Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy, pero me reconozco menos en sus libros que en mucho otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

    No sé cuál de los dos escribe esta página" (15).

    Pero nuestro tiempo no es eterno y ustedes ya deben estar cansados de este juego. He querido de un modo lúdico mostrarles uno de los caminos hallados por nuestro autor para escribir su literatura, y puesto de manifiesto en sus primeros trabajos literarios en diferentes revistas. He querido también proyectarlos en el tiempo, en su tiempo, por medio de algunas lecturas del escritor ya consagrado, y observar el hilo creativo que los une. Ojalá que se hayan cumplido estos objetivos. De cualquier manera, las notas y bibliografía abrirán puertas mayores al que desee abrirlas.

    "Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita" (16). Esto es literatura.

    Notas y Bibliografía

    1. Conferencia dictada en el Tercer Congreso Periodismo y Literatura, en enero de 2002, en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (Uniacc), bajo el título "Mi sepultura será el aire insondable". Con esta frase del cuento "La biblioteca de Babel", Ficciones, 1944, el periodista Léo Gílson Ribeiro escribe un artículo sobre la obra de Jorge Luis Borges en el diario O Estado de Sao Paulo del 15 de junio de 1986. Es un homenaje al gran escritor.
    2. Alifano, Roberto. El humor de Borges, Ediciones Proa, Buenos Aires, 2000, pág. 44. Unas líneas más arriba, ante la pregunta de otro periodista acerca del límite entre el escritor y el periodista, Borges responde: "Bueno, yo no sé si el periodismo debe ser celebrado; yo creo que no. Ya sé que decir algo así es una herejía. Pero bueno, tengamos paciencia, quizá algún día desaparezca el periodismo –Borges ríe y luego se disculpa-. Es mejor que eso no ocurra en seguida, ya que ustedes se quedarían sin trabajo".
    3. Grecia, Sevilla, Año 3, N.38, 20 de enero de 1920. Nosotros citamos por Jorge Luis Borges: Textos Recobrados (1919-1929), Emecé Editores, Barcelona, 1927, pág. 29.
    4. Alifano, Roberto. Ob. cit., pág. 175.
    5. Obras Completas, Emecé Editores, Buenos Aires, 1974. Dice el autor: "Borges, José Francisco Isidoro Luis: Autor y autodidacta, nacido en la ciudad de Buenos Aires, a la sazón capital de la Argentina, en 1899. La fecha de su muerte se ignora, ya que los periódicos, género literario de la época, desaparecieron durante los magnos conflictos que los historiadores locales ahora compendian", pág. 1143.

      Es importante resaltar que en el prólogo, María Kodama, la viuda de Borges, refiriéndose al famoso poema "instantes" dice: "Lo más notable es comprobar que esa misma gente que no aprueba la publicación de las tres obras mencionadas, frente al poema ‘Instantes’ o ‘Momentos’ de la escritora norteamericana Nadine Stair, atribuido falsamente –quiero creer que por ignorancia- a Borges, esa gente, repito, nada dijo ni del estilo ni del contenido de esos versos. Aunque resulte infantil el lenguaje empleado y totalmente contradictorio el mensaje transmitido por el poema, con respecto a los principios que Borges sustentó hasta el final de su vida". Las obras a las cuales alude María Kodama son: El tamaño de mi esperanza, 1926, reeditado en 1993; El idioma de los argentinos, 1928 e Inquisiciones, 1925. Los dos últimos fueron reeditados en 1994.

    6. Los textos que Borges publica con este seudónimo son: "El lento suicidio de Diocleciano", "Ovidio en el país de las flechas", "Espías en la Roma imperial" y "Las grandes orgías romanas". Nosotros trabajamos con el texto Borges en Revista Multicolor, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1995. La "Revista Multicolor de los Sábados formaba parte del diario Crítica, que Borges llamaba ‘a yellow –press daily’. Se trataba de un suplemento literario que, de acuerdo con el deseo del director del periódico, Natalio Botana, debía competir con los suplementos literarios de La Prensa y La Nación. Se funda en 1933 y sus directores son Ulyses Petit de Murat y Jorge Luis Borges.
    7. Corthis, Andrés. Ver: Borges en Revista Multicolor, Ob. cit., págs. 105 a 113.
    8. Borges, Jorge Luis. Para las seis cuerdas, Emecé Editores, Buenos Aires, 1965. Es la segunda milonga.
    9. El texto completo se encuentra en la ya citada obra Jorge Luis Borges: Textos Recobrados, ("Textos Recobrados" a partir de ahora) págs. 185 y 186. De acuerdo con el profesor Yates, en un artículo titulado "Behind Borges and I", publicado en Modern Fiction Studies, volumen 19, N.3, West Lafayette, Indiana, "este sería uno de los primeros textos de Borges en el que reflexiona sobre su propio yo". Dice Yates que "Boletín de una noche toda" fue probablemente escrito en la casa de Quintana 222, donde vivió la familia del escritor al volver de Europa por segunda vez. El texto figura en una lista manuscrita de títulos que Borges consideró para publicar en El tamaño de mi esperanza en 1926. Sin embargo, la primera mención de este juvenil trabajo borgiano, la hace Emir Rodríguez Monegal en 1978, versión en inglés de Jorge Luis Borges. A Literary Biography, E.P.Dutton, Nueva York. Nosotros trabajamos con la versión en español Borges, una biografía total, Fondo de Cultura Económica, México, primera reimpresión, 1993. El texto se encuentra citado en la pág. 252 bajo el título "Boletín de una noche".
    10. El prólogo completo se encuentra en el citado "Textos Recobrados" entre las páginas 162 y 164. El autor excluyó este prólogo en las sucesivas reediciones. Para la reedición de sus Poemas, en 1943, Borges reescribió este párrafo y lo incluyó bajo el título "A quien leyere" en la primera página de Fervor de Buenos Aires. De hecho, en las Obras Completas, Volumen I, Emecé Editores, Barcelona, 1996, leemos: "Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor".
    11. La versión completa del poema se encuentra en "Textos Recobrados" entre las páginas 24 y 26, pero fue publicado por primera vez en Grecia, Revista Quincenal de Literatura, Sevilla, Año 2, N.37, 31 de diciembre de 1919. En su obra La literariedad en la obra de Jorge Luis Borges, Impresos Esperanza, Santiago,1995, el profesor Alejandro Carreño cita el libro de Carlos Meneses, Poesía juvenil de Jorge Luis Borges Olañeta, Barcelona, Palma de Mallorca, 1978, págs. 57 y 58. "Himno del mar" es importante no solo por ser el primer poema escrito por Borges. También lo es porque él formaría parte de uno de los dos libros destruidos por el autor: Los salmos rojos o Los ritmos rojos o Los himnos rojos. El otro fue Los naipes del tahúr. En el cuento "El otro" incluido en El libro de arena, Emecé Editores, Buenos Aires, 1975, Borges alude al primero de los libros destruidos: "Le pregunté qué estaba escribiendo y me dijo que preparaba un libro de versos que se titularía Los himnos rojos. También había pensado en Los ritmos rojos", págs. 15 y 16.

      -¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió". Cito por la edición de Emecé Editores, Buenos Aires, 1957, pág. 70.

    12. Borges escribió con todos estos seudónimos en "La Revista Multicolor de los Sábados", menos el de Ortelli y Gasset que lo usó junto con Carlos Mastronardi en la revista Martín Fierro. Ambos escriben un texto respuesta titulado "A un meridiano encontrao en una fiambrería". Según Mastronardi se trata de una "respuesta humorística a una nota asaz española que La Gaceta Literaria publicó bajo el título de "Madrid, meridiano intelectual de Hispano-América". Ver "Textos Recobrados", pág. 305. Pero también no usó ningún nombre. Literalmente fue ninguno. Así escribió "El dragón" y "Los elfos", que volverán a ser tratados en el Manual de zoología fantástica en colaboración con Margarita Guerrero y en la segunda versión de la obra El libro de los seres imaginarios. En "La Revista Multicolor de los Sábados", el final de "El dragón" anticipa el famoso cuento "La casa de Asterión": "Alguna vez sólo se trata de esperar unos siglos, el predestinado acero del héroe -Sigurd o San Jorge o Tristán- penetrará en la sórdida cueva y lo acometerá, lo herirá de muerte y lo salvará". Mientras tanto, en el cuento que forma parte de El Aleph, leemos: "El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
    13. Borges, Jorge Luis. El hacedor, Alianza Editorial, Madrid, 1972, pág. 61. Innumerables son los trabajos borgianos donde se plantea el tema de la identidad y pluralidad del ser. Quiero citar aquí uno prácticamente desconocido. Se trata del ensayo "Sentirse en muerte" que forma parte del libro El idioma de los argentinos, M. Gleizer Editor, Buenos Aires, 1928, uno de los tres que, como ya vimos, fueron reeditados por María Kodama. En este ensayo Borges comenta la experiencia, su experiencia, de una noche ‘en mil novecientos y tantos…’: "Esa pura representación de los hechos homogéneos –noche en serenidad, parecita límpida, olor provinciano de la madreselva, barro fundamental- no es meramente idéntica a la que hubo en esa esquina hace tantos años; es, sin parecidos ni repeticiones, la misma. El tiempo, si podemos intuir francamente esa identidad, es una delusión: la indisolubilidad de un momento de su aparente ayer y otro de su aparente hoy, basta para desordenarlo", pág. 150.
    14. "Ajedrez II" en El Hacedor, Ob. cit., pág. 81.
    15. "Borges y yo" en El hacedor, Ob. cit., pág. 70.
    16. "La biblioteca de Babel" en Ficciones, que integra las Obras Completas, Volumen I, ya citado, pág. 467.

     

     

    Alejandro Carreño T.