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El tratamiento médico del Síndrome de Down (página 2)


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El oxígeno es esencial para la vida. Sin embargo, el oxígeno puede también ser una substancia dañina en nuestro cuerpo. Puede convertirse en un radical libre y causar daño celular y tisular a través de un proceso conocido como oxidación (Sinet 1992). La oxidación ocurre por ejemplo cuando una manzana expuesta al aire se pone café y cuando los carros desarrollan óxido por la exposición al aire y al agua. En el cuerpo, el oxígeno puede convertirse en peróxido de hidrógeno, el cual es también un poderoso oxidante. Una enzima llamada superóxido dismutasa es responsable de la generación de peróxido de hidrógeno. El gene para la superóxido dismutasa se localiza en el cromosoma 21 y se ha demostrado que la actividad de la enzima superóxido dismutasa se eleva en el Síndrome de Down (Sinet et al. 1975). De esta manera en los individuos con Síndrome de Down, la actividad excesiva de la superóxido dismutasa puede ser muy dañina. Para protegernos contra el daño causado por los radicales libres, son muy importantes los antioxidantes. Estos antioxidantes pueden proteger a nuestras células y tejidos del daño al destruir a los radicales libres. La vitamina C, el betacaroteno, la vitamina E, el selenio y el glutatión, todos son nutrientes antioxidantes.

En un estudio reciente realizado con neuronas fetales cultivadas de individuos con el Síndrome de Down, se demostró que las especies de oxígeno reactivo contribuyen a la apoptosis, un proceso donde la célula se programa a morir (Busciglio and Yanker 1995). Los antioxidantes previnieron esta degeneración de las neuronas en el Síndrome de Down. Estos resultados sugieren que el daño oxidativo puede jugar un papel importante en el Síndrome de Down. Sin embargo, se deben de interpretar con precaución. Las neuronas fueron retiradas del cuerpo y luego se llevaron a cabo los experimentos. El efecto directo de los radicales libres y los antioxidantes en el cuerpo debe de ser investigado detenidamente. Este estudio iniciará una investigación posterior para delinear el papel del daño oxidativo en el proceso del envejecimiento y en la degeneración del cerebro, especialmente en la enfermedad de Alzheimer (Harman 1981). Esto es particularmente relevante ya que todos los individuos con Síndrome de Down arriba de los 35 años, desarrollan una neuropatología parecida a la enfermedad de Alzheimer y entre el 15 al 40 % desarrollan completamente la enfermedad de Alzheimer (Wismiewski and Rabe 1985).

El metabolismo del monocarbono es vital para una variedad de procesos bioquímicos (Rawn 1989). Algunos de los compuestos cuya síntesis es dependiente del metabolismo de un carbono, incluyen: la adrenalina, la colina (como la acetilcolina, un neurotransmisor y como en fosfatidilcolina, un componente esencial de las membranas celulares y componentes del RNA y del DNA. El metabolismo del monocarbono involucra la transferencia de unidades de un carbono sobre transportadores que como su nombre lo indica, transportan las unidades de un carbono a otros compuestos.

Las unidades de un carbono son derivadas de componentes dietéticos comunes, serina, glicina, metionina y colina. Los transportadores para los monocarbonos, incluyen: THFA (ácido tetrahidrofólico del folato), S-adenosil-metionina (derivado del aminoácido esencial metionina) y la vitamina B-12 ligada a una enzima (Rawn 1989). La deficiencia dietética de estos componentes puede hacer surgir alteraciones en el metabolismo de un carbono. Tan importante es el metabolismo del monocarbono para la célula que ciertos antibióticos y agentes anticancerosos actúan sobre este proceso. El Dr. Lejeune, el Dr. Peeters y sus colegas identificaron varios defectos en el metabolismo del monocarbono en la gente con Síndrome de Down. Esta investigación fue conducida a través del análisis de los aminoácidos en orina y en el plasma, experimentos con metionina y folato complementarios y el análisis de sensibilidades a drogas.

Como ya lo describí, se están haciendo avances en el área de la nutrición y el Síndrome de Down particularmente en las áreas del metabolismo del monocarbono y la oxidación celular. Se requiere investigar más profundo para comprender completamente el papel de los nutrientes y su beneficio potencial en las gentes con Síndrome de Down.

Estamos en tiempos que se caracterizan por el surgimiento de nuevos paradigmas. El caso del Síndrome de Down no es la excepción. El viejo paradigma nos dice que estos niños nacen mentalmente retrasados, que el Síndrome de Down es una condición fija y cerrada de nacimiento, lo cual, supuestamente significa que no progresa con el tiempo. Muchos médicos creemos que ambas visiones están equivocadas. Esta nueva concepción es compartida por varios miles de médicos e investigadores en todo el mundo.

Lamentablemente, los que vemos al Síndrome de Down dentro de este nuevo paradigma científico tan distinto, somos a veces malinterpretados. Como cualquier otra persona, estamos conscientes de que los niños nacen un cromosoma extra y por eso, tienen esta enfermedad al nacer. Los que creemos en este nuevo paradigma no pensamos, como otros han afirmado, que los niños se hacen del Síndrome de Down. Sin embargo, sí creemos que no se ha demostrado que el retraso mental esté presente a la hora del nacimiento y que los mecanismos bioquímicos que llevan al retraso mental en los pacientes con Síndrome de Down se hacen progresivamente peores con el tiempo, si permanecen sin ser tratados.

Aunque pocos estudios clínicos han demostrado un complemento neuronal menor en pequeñas áreas del cerebro en los fetos en los períodos tempranos de la gestación, los estudios en niños más grandes con Síndrome de Down (previos a un año de vida) demuestran que el cerebro está virtualmente normal en tamaño y estructura durante al menos unos pocos meses después del nacimiento. Podemos decir que estos estudios clínicos están confirmados por las siguientes 3 cosas: estudios clínicos que demuestran que los bebés con Síndrome de Down se desarrollan normalmente, cognoscitivamente al menos durante los primeros meses de vida; muchísimos reportes anecdotales casi universales de padres y terapeutas y de médicos tratantes con relación a que estos niños, de verdad, se desarrollan normalmente al menos cognoscitivamente durante el primer medio año de vida (y en algunos casos hasta más tiempo).; y estudios clínicos con Resonancia Magnética Nuclear que demuestran que los cambios estructurales en los cerebros de los bebés con Síndrome de Down no toman lugar sino hasta muchos meses después del nacimiento.

Los pequeños cambios en los patrones neuronales y aún en el número de neuronas presentes no significan que los niños con Síndrome de Down estén retrasados – particularmente puesto que los mismos cambios pueden a veces ser vistos en los cerebros de niños que fueron usados como controles en aquellos estudios y que no tenían Síndrome de Down ni ninguna otra anormalidad física o mental, fuera lo que fuera.

Ahora parece obvio que los niños con Síndrome de Down se hacen retrasados principalmente por la sobre-expresión del gen para la enzima superóxido dismutasa. El resultado de esta sobre-expresión es la producción en exceso de H2O2, una conocida toxina celular que causa daño celular progresivo. Es ampliamente aceptado que una desorganización mayor del sistema de defensa corporal contra los radicales libres resulta en una producción en exceso de potentes radicales libres, tales como el H2O2 causando un daño celular progresivo generalizado que al final genera una incapacidad física y mental. Esto no significa que la enfermedad no tenga esperanzas, sino todo lo contrario. Estos absolutos bioquímicos nos dicen algo diferente: que aplicando la lógica a la región crítica del cromosoma 21 puede producir resultados deseados.

Durante el embarazo, el sistema de defensa de la madre contra los radicales libres provee mucha protección para el feto en desarrollo. Después del nacimiento, cuando el bebé debe de respirar y comer solo, su sistema de defensa defectuoso contra los radicales libres empieza a fallar. El uso de antioxidantes exógenos, la vitamina C, la vitamina E, la vitamina A, el zinc, etc. puede protegernos contra el daño y prevenir literalmente mucho de la discapacidad que se esperaría como resultado de él. Prevenir este daño puede de verdad significar que un niño sea más saludable, crezca a una tasa más normal y que tenga una función mental más elevada.

Muchos médicos creemos que al usar los medios nutricionales, podemos manipular la sobre-expresión de ciertos genes en pacientes con Síndrome de Down, lo cual puede producir un brinco en el Coeficiente Intelectual del rango de lo retrasado a lo poco bajo e inclusive llegar al rango normal. Cada vez son más los científicos que miran detenidamente a los aspectos bioquímicos de este Síndrome y al potencial de la intervención terapéutica. Esto es algo relativamente nuevo.

En realidad, se han publicado muchísimos artículos sobre las dificultades bioquímicas de este síndrome y la mayoría de los autores concuerdan en que ciertos micronutrientes, minerales y aminoácidos pueden aliviar a sus síntomas asociados. Inclusive el Dr. Henry Turkel publicó un libro donde habla de los cientos de pacientes que trató con Síndrome de Down con acercamiento nutricional, por allá en los años 40.

En los últimos 2 años, miles de pacientes con Síndrome de Down de todo el mundo han recibido una terapia llamada Intervención Nutricional Enfocada (TNI). Los reportes han sido consistentes. La mayoría de los niños que usan esta forma de terapia son más sanos, crecen más normalmente y parece que se desarrollan a una tasa más normal a la que se desarrollan los niños que no son tratados. No hay duda de que los pacientes con Síndrome de Down están bajo un estrés oxidativo superior.

En la actualidad, la medicina ortodoxa no le ofrece mucho a aquellos que sufren de ciertas enfermedades genéticas. Por otro lado, la terapia bioquímica nutricional es tal vez más poderosa que nunca cuando se utiliza para prevenir el desarrollo de las enfermedades.

Un caso muy interesante, por ejemplo, fue que Lucille Hurley encontró que cuando se hacían deficientes en manganeso a ratonas embarazadas, tenían productos con ataxia. En alguna ocasión tuvo un grupo de ratones que eran congénitamente atáxicos. Se le ocurrió administrarle a las ratonas embarazadas grandes cantidades de manganeso. El resultado de esto fue que la descendencia no fue atáxica. Con este experimento se pudo demostrar que un defecto genético (el cual es un defecto enzimático) no necesariamente se va a manifestar. Para lograrlo, debemos de manipular el medio ambiente nutricional para compensar ese defecto. La historia hecha película con relación a una enfermedad genética rara llamada adrenoleucodistrofia también nos confirma este hecho.

Las concentraciones en ayunas de aminoácidos tanto en plasma como en orina, se estudiaron bajo condiciones cuidadosamente controladas en 22 niños con Síndrome de Down (Heggarty HJ; Ball R., Smith M.; Henderson MJ. Aminoacid profile in Down´s Syndrome. York District Hospital, York. Arch. Dis. Child 1996 April; 74(4); 347-9) y en controles de la misma edad. La única diferencia significativa entre los grupos fue una concentración media más alta de lisina plasmática en los pacientes con Síndrome de Down comparada con los controles. El estudio del Dr. Heggarty confirmó los hallazgos del Dr. Lejeune sólo con respecto a las concentraciones elevadas de lisina en el Síndrome de Down.

El Dr. Lejeune y sus colaboradores encontraron varios diferentes ejemplos de desequilibrios enzimáticos en el Síndrome de Down. El Dr. Peeters y colaboradores reportaron que algunos sujetos con Síndrome de Down fueron particularmente sensibles a la 6-mercaptopurina y al metrotexate, los cuales involucran al metabolismo del folato.

El objetivo del Dr. Lejeune era enlazar las consecuencias metabólicas del material cromosómico adicional con una base patofisiológica del retraso mental.  Su teoría era que el desequilibrio enzimático puede estar relacionado con la anormalidad cromosómica primaria y que la mejoría intelectual podría tal vez venir después de la corrección nutricional de estos desequilibrios bioquímicos.

El estudio del Dr. Heggarty no confirmó los hallazgos del Dr. Lejeune tal vez porque los niños tienen un perfil de aminoácidos diferente de los adultos. El estudio de Lejeune tenía adultos. El estudio clínico del Dr. Lejeune tenía pacientes adultos y el del Dr. Heggarty sólo niños.

Por otra parte se hizo un estudio clínico con 26 niños con Síndrome de Down entre los 3 meses y los 12 años quienes recibieron triptófano solo y luego la combinación de triptófano y piracetam. Los niños fueron entonces evaluados basados en su tono muscular, su desarrollo motor, su desarrollo mental, el habla, desarrollo afectivo-social, rendimiento escolar y trazos del electroencefalógrafo. El autor J. Fialmo concluyó que la combinación de estos 2 compuestos produce una mejoría en todos los aspectos, especialmente en el habla. No se reportaron efectos colaterales.

Los principales problemas de salud de los niños con Síndrome de Down son los siguientes:

a)      Los problemas esqueléticos también se encuentran con una frecuencia más alta en los niños con Síndrome de Down.

b)      Del 40 al 45 % de los niños con Síndrome de Down tienen una enfermedad cardíaca congénita.

c)      Las alteraciones tiroideas son más comunes en los niños con Síndrome de Down que en los niños normales. Entre el 15 y el 20 % sufren de hipotiroidismo.

d)      Del 60 al 80 % de los niños con Síndrome de Down tienen un déficit en la audición. Por eso, están indicadas las valoraciones audiológicas a una edad temprana con seguimiento.

e)      Las anormalidades intestinales de igual forma ocurren a una frecuencia más alta en los niños con Síndrome de Down.

f)       Otro asunto importante se relaciona con los aspectos nutricionales. La obesidad se encuentra en los adolescentes con este problema.

g)      Los niños con Síndrome de Down frecuentemente tienen más problemas oculares que otros niños que no tienen este problema cromosómico.

h)      Hay otros padecimientos que se encuentran con una alta incidencia en este tipo de pacientes, como leucemia, enfermedad de Alzheimer, crisis epilépticas, problemas inmunológicos, apnea durante el sueño y problemas de la piel.

 

 

 

 

Autor:

Dr. Héctor E. Solórzano, M.D., D.Sc.

Presidente de la Sociedad de Retroalimentación Biológica de Guadalajara

Coordinador de Medicina Ortomolecular y Acupuntura en el Centro de Estudios de Medicina Integradora de la Universidad Autónoma de Guadalajara

Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones Enzimáticas, A.C.

Presidente de la Asociación Mexicana de Microscopía, A.C.

Presidente de la Sociedad de Investigación de Acupuntura y Medicina Oriental, A.C.

Profesor de Farmacología del CUCS de la Universidad de Guadalajara

URL: http://www.hector.solorzano.com/

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