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Educación nutricional y participación del adolescente

Enviado por Sonia Chambi Apaza


  1. Resumen
  2. La adolescencia
  3. Educación nutricional
  4. Educación nutricional y trastornos alimentarios
  5. Referencias

Resumen

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la Salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Uno de los aspectos que van a contribuir a mantener la salud es la alimentación, alterada en la actualidad por la influencia de los nuevos estilos de vida de la sociedad y sólo una correcta educación si no con una educación participativa nutricional en diferentes etapas de la vida y más aún en la adolescencia, podría modificar conductas y actitudes erróneas, con el objetivo de recuperar hábitos saludables que ayuden a mejorar la calidad de vida.

Estos hábitos de alimentación llevados a cabo por la población actual, son en gran medida impuestos por la sociedad, que empuja a su realización por parte de los individuos como criterio para ser reconocido y aceptado por su grupo, penalizando los gestos antisociales y más aún en la adolescencia, que en muchos casos lleva a trastornos de conducta alimentaria grave como es el caso de la Bulimia y Anorexia.

Por tanto, es indispensable intervenir en la propia estructura social, en la jerarquía de sus valores y en las motivaciones y estímulos que potencia, para modificar los hábitos erróneos hacia patrones más saludables.

PALABRAS CLAVE

Educación alimentaria nutricional, adolescencia, educación participativa, trastornos de conducta alimentaria.

CONTENIDO

La adolescencia

  • DEFINICIÓN

La adolescencia es esencialmente una época de cambios. Es la etapa que marca el proceso de transformación del niño en adulto, es un período de transición que tiene características peculiares. Se llama adolescencia, porque sus protagonistas son jóvenes que aún no son adultos pero que ya no son niños. Es una etapa de descubrimiento de la propia identidad (identidad psicológica, identidad sexual…) así como de la de autonomía individual. (Corbella Rogi, 1985)

En el aspecto emocional, la llegada de la adolescencia significa la eclosión de la capacidad afectiva para sentir y desarrollar emociones que se identifican o tiene relación con el amor. El adolescente puede hacer uso de su autonomía y comenzar a elegir a sus amigos y también los alimentos que va a consumir. (Corbella Rogi, 1985)

Pero al llegar a la adolescencia, puede hacer uso de cierta capacidad de elección para poner en marcha uno de los mecanismos más significativos de esta etapa. Llevando implícita la capacidad para discriminar sus afectos: querer de diferente manera a cada persona que le rodea y personalizar sus afectos. Esto debido a la llegada del pensamiento abstracto que le permite desarrollar su capacidad para relativizar. El adolescente esta en un camino medio entre la edad adulta y la infancia, en lo que hace referencia a la vivencia de sus emociones, estando presente una mezcla singular de sus comportamientos. Todavía tiene una forma de manifestar sus deseos mediante una emotividad exacerbada o con la espontaneidad propia de la infancia, pero ya empieza a actuar de una manera sutil en las interacciones, o con una cierta represión relativa de sus emociones, tal como hace el adulto. (Corbella Rogi, 1985)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente, 85 por ciento de ellos viven en países pobres o de ingresos medios, y alrededor de 1,7 millones de ellos mueren al año (Rodriguez Rigual, 2003)

Educación nutricional

  • DEFINICIÓN

La educación nutricional también está pasando a un primer plano. Actualmente se reconoce su valor como catalizador esencial de la repercusión de la nutrición en la seguridad alimentaria, la nutrición comunitaria y las intervenciones en materia de salud. También está demostrada su capacidad de mejorar por sí sola el comportamiento dietético y el estado nutricional. Asimismo, tiene efectos a largo plazo en la actuación independiente de los progenitores y, por medio de estos, en la salud de sus hijos en este caso los adolescentes. A la vez resulta económica, viable y sostenible. (FAO, 2011)

Su alcance es muy extenso. Contribuye a todos los pilares de la seguridad alimentaria y nutricional, pero se centra especialmente en todo lo que puede influir en el consumo de alimentos y las prácticas dietéticas: los hábitos alimentarios y la compra de alimentos, la preparación de estos, su inocuidad y las condiciones ambientales. Gran parte de las causas de una nutrición deficiente son actitudes y prácticas que la educación puede modificar: tabúes alimentarios, hábitos dietéticos y de consumo de refrigerios que están muy arraigados, decisiones con respecto a la producción agrícola, la distribución de alimentos en la familia, ideas sobre la alimentación infantil, publicidad engañosa de alimentos, ignorancia en materia de higiene de los alimentos o actitudes negativas frente a las hortalizas. La educación está pasando a ser indispensable en los países afectados por la globalización y la urbanización cuyos regímenes alimentarios son objeto de una transición peligrosa al consumo de alimentos elaborados baratos con alto contenido de azúcar, grasas y sal. (FAO, 2011)

Como principal organismo de las Naciones Unidas encargado de la producción de alimentos, la nutrición y la inocuidad alimentaria, el mandato constitucional de la FAO comprende la garantía de una nutrición adecuada, la potenciación de la capacidad de acción de productores y consumidores, la difusión de información sobre nutrición, la mejora de la educación relacionada con la nutrición y la difusión del conocimiento público de la ciencia y la práctica nutricionales. En consecuencia, la educación nutricional ocupa un lugar destacado en sus actividades y es un importante elemento de los programas agrícolas a efectos de promover la producción y el consumo de diversos alimentos nutritivos peligrosamente ausentes del régimen alimentario de muchas personas. (FAO, 2011)

  • EDUCACIÓN PARTICIPATIVA

El compromiso de participación significa tomar las medidas apropiadas para que los colegios se transformen en ambientes de aprendizaje seguros y de apoyo. En este sentido es fundamental fortalecer los vínculos entre el sistema educativo, la familia y la comunidad. (UNICEF, 2006)

La participación del adolescente en la educación es fundamental para su reconocimiento como sujeto, en la medida en que es una persona activa frente a su realidad, capaz de contribuir al desarrollo propio, al de su familia y al de su comunidad. La participación apuesta a la construcción de una subjetividad independiente, parte activa de la sociedad, en una escuela con prácticas tradicionalmente basadas en el control, la vigilancia permanente y el silencio.

Participar en la escuela es el camino para participar en la vida. Quien en el proceso educativo haya tenido la oportunidad de opinar, cuestionar o decidir, de expresar sus necesidades y sus sueños, habrá recibido la educación que le permita la realización de su proyecto vital y su participación activa en la comunidad a la cual pertenece

La participación es una condición indispensable de los procesos de aprendizaje. El aprendizaje es un proceso activo en el que la persona se implica y otorga sentido a lo que aprende con base en lo que ya sabe, en sus creencias, emociones y motivaciones. Es un proceso personal (nadie puede aprender por otro) y al mismo tiempo es un proceso social, en un doble sentido, ya que no se aprende sin otros (cercanos o a distancia, reales o virtuales, directos o mediados) y, por otra parte, es la cultura social la que otorga significados y legitima los aprendizajes. El proceso personal de otorgar sentido es por esencia participativo. El proceso social de aprender junto con otros también lo es. Las propuestas de enseñanza que potencien estos procesos posibilitarán que se aprenda más y mejor. (UNICEF, 2006)

  • EDUCACION Y ADOLESCENCIA

Si bien durante años, la familia ha sido el núcleo de formación de los hábitos alimentarios, en la actualidad, además, la conducta alimentaria está determinada por diversos factores, algunos de los cuales no se relacionan directamente con los alimentos: sociales, económicos, publicitarios, culturales, etc. Este hecho, muestra la relevancia de incluir a servicios de restauración colectiva y medios de comunicación en el proceso de educación nutricional de la sociedad, ofreciendo una alimentación equilibrada fuera de casa y proporcionando información real acerca de los diferentes alimentos que se dan a conocer en dichos medios.

Una correcta educación nutricional en la adolescencia podría conseguir la instauración en la sociedad futura correctos hábitos alimentarios que actúen como factores de prevención de enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o diferentes tipos de cáncer de origen alimentario, entre otras, muy frecuentes en la actualidad.

En la etapa de la adolescencia las necesidades nutricionales se asocian directamente con los cambios en la composición corporal. Existen ciertos nutrientes que son críticos a esta etapa y deben formar parte de la alimentación diaria.

A los adolescentes se los debe orientar correctamente en cuanto a la selección de alimentos, la cual debe incluir variedad de los mismos, para no incurrir en carencias.

La educación alimentaria es muy importante, puesto que a esta edad comienzan a jugar un papel fundamental los medios de comunicación que promueven el consumo de la llamada "comida chatarra" y también modelos de imagen corporal que no se adecuan a un real modelo saludable.

Existen a esta edad ciertas tendencias, modas y costumbres que no siempre son las adecuadas.

En relación a la alimentación, los adolescentes suelen tener una mayor tendencia a pasar por alto las comidas; sobre todo el desayuno y la merienda y algunos  el almuerzo, acostumbran a ingerir refrigerios, sobre todo dulces, poseen un consumo inadecuado de comidas rápidas y más que nada en las mujeres hay una predisposición a seguir dietas desequilibradas.

Se los debe aconsejar y planificar con ellos el plan alimentario saludable, tratando que comprendan  cual es la importancia, no para el momento actual, sino para el futuro y el resto de su vida. En esa planificación entran en juego los profesionales pero también la familia responsable de la alimentación.

Los estudios demuestran que los cambios de conducta alimentaria logrados durante esta etapa de la vida, son lo que se pueden llegar a perpetuar en la vida adulta.

  • Recomendaciones de alimentación en la adolescencia

  • Incluir todo tipo de alimentos y preparaciones simples, los condimentos adecuados, pocas frituras y métodos de cocción más saludables(horno, hervido, vapor, a la plancha)

  • Realizar una buena selección de carnes magras (vacuna, pescado, pollo), vegetales y frutas (al menos un plato de vegetales crudos y 2 frutas al día)

  • Evitar la monotonía, ya que puede producir deficiencias nutricionales y también inapetencia por "hastío organoléptico"

  • Lograr un buen aporte diario de calcio y fósforo, mediante leche y derivados (queso, yogur, postres) y de hierro a través de carnes y legumbres, combinados con un cítrico (ej. Tomate).

  • Elegir grasas de buena calidad (aceites, frutos secos) y reducir la saturada (manteca, grasa, crema, lácteos enteros).

  • Limitar en consumo de bebidas gaseosas azucaradas y jugos artificiales, y preferir siempre el agua.

  • Aumentar el consumo de fibra a través de los cereales integrales, frutas enteras con su cascara, vegetales crudos, legumbres, pan o galletitas integrales.

  • Crear buenos hábitos alimentarios desde edades tempranas para que persistan durante toda la vida, mediante educación alimentaria, logrando así prevenir enfermedades.

  • Cuando resulta eficaz la educación nutricional

Actualmente se dispone de una cantidad considerable de conocimientos y experiencias sobre la educación nutricional entre las más importantes es la aplicación de la educación participativa orientada a la acción que funciona.

La práctica, la participación del adolescente y la motivación tienen el mismo valor que la información y el entendimiento.

Algunas estrategias satisfactorias que se mencionan repetidas veces son:

  • La experiencia práctica

  • Los distintos tipos de elaboración de modelos, entre ellos relatos de ficción, ejemplos y casos

  • El aprendizaje basado en la experiencia, el ensayo y el error

  • La duración prolongada de las actividades

  • La participación, el diálogo y los debates

  • La multiplicidad de canales y actividades

  • La colaboración entre múltiples sectores.

Otra estrategia fundamental consiste en crear un entorno propicio. Por ejemplo, en las escuelas pueden transmitirse mensajes tácitos pero poderosos por medio de las mercancías de los vendedores de alimentos, las prácticas de lavado de manos, las comidas escolares, los refrigerios que se traen de casa, los huertos escolares y los hábitos alimentarios de los profesores, así como por medio de las actividades llevadas a cabo en las aulas. A escala más amplia, el gobierno puede esforzarse por crear un entorno propicio, por ejemplo fijando normas para que las comidas escolares sean sanas, insistiendo en que la información y el etiquetado sean precisos e imponiendo restricciones a la publicidad de alimentos destinados a los niños. (FAO, 2011)

El modelo de educación nutricional orientada a la acción todavía se aplica relativamente poco. Un motivo es la falta de capacidad. Pocos países imparten capacitación profesional en este ámbito (cuando no lo desconocen) y, por lo general, se ignoran los enfoques orientados a modificar los comportamientos. El personal que se encarga del desarrollo en el ámbito sanitario y agrícola en los distritos y comunidades suele tener poca capacitación en nutrición y, normalmente, ninguna en educación nutricional. Como consecuencia de ello, cree que su labor consiste exclusivamente en transmitir información y asesoramiento, que es lo que hace, a menudo con escasos resultados. Los propios profesionales de la nutrición no suelen reconocer la necesidad ni de impartir educación nutricional orientada a la acción ni de fomentarla. (FAO, 2011)

Es necesaria una promoción enérgica para implantar con firmeza la educación nutricional en las políticas e instituciones nacionales, y es indispensable contar con capacidad profesional para incorporar la educación nutricional eficaz en la salud, la agricultura, la educación y los servicios comunitarios. (FAO, 2011)

Educación nutricional y trastornos alimentarios

El medio social, ha sido el responsable de muchos de los cambios producidos en los hábitos alimentarios entre ellos los trastornos alimentarios como es la Anorexia y Bulimia, además de favorecer el desarrollo de conductas que nada tienen que ver con las recomendaciones para el mantenimiento de un correcto estado de salud (Aranceta, 1995).

La influencia de los medios de comunicación es más importante en determinados grupos caracterizados por su vulnerabilidad como los niños y los adolescentes. Por ejemplo, esta información mal interpretada lleva en algunos casos a la obsesión por la alimentación desarrollando patologías como los trastornos de conducta alimentaria. Por este motivo, es importante que la educación nutricional se lleve a cabo desde la infancia acentuándose más en la adolescencia donde se fijan los hábitos alimentarios, tratando aspectos como el aumento de la capacidad de análisis para interpretar de forma correcta la información dada a través de los medios y así conseguir que la sociedad sea capaz de criticar dicha información basándose en conocimientos recientes de alimentación y salud. (Lopez, 2004)

El núcleo más adecuado para ejercer la educación nutricional siempre ha sido la familia, dado que el individuo desde que nace comparte la comida con el resto de la familia y existe una relación de proximidad y afecto entre los distintos miembros. Sin embargo, la familia ha evolucionado mucho y en la actualidad comparte este papel con otros sistemas educativos de la sociedad (Lopez, 2004).

Por ejemplo, en muchos casos los adolescentes tras las clases se quedan en el comedor o cafetín, pero esto no debe significar que en casa no se deba continuar la formación con respecto a los hábitos alimentarios, ya que los desayunos, meriendas y cenas se realizan en casa, además de todas las comidas en el fin de semana. Por tanto, es una tarea compartida pero la adquisición de los hábitos alimentarios sigue teniendo lugar mayoritariamente en el hogar.

La familia debe estimular actitudes positivas hacia los alimentos propios de la cultura a la que pertenece el individuo, seguir las recomendaciones de las guías alimentarias controlando las aversiones alimentarias (AH., 1991), respetar las preferencias alimentarias sin caer en la monotonía, promover dietas variadas y equilibradas respetando la calidad y cantidad recomendadas, estimular el sentido de solidaridad (compartir los alimentos entre los miembros de la familia), e implicar a todos los miembros en las actividades relacionadas con la comida (seleccionar y comprar los alimentos, planificar una correcta alimentación, cocinar o conservar los alimentos, haciendo partícipe a toda la familia).

La realización de programas de educación nutricional en adolescentes mejora los conocimientos de éstos acerca de alimentación y salud, pero sin embargo, difícilmente cambian sus hábitos de alimentación dado que generalmente son hábitos que comparten con el resto de la familia. A pesar de que sean conscientes de la importancia de cambiar hábitos erróneos que tengan adquiridos, no son ellos generalmente quienes deciden qué alimentos comprar ni se encargan de planificar la alimentación semanal. Aunque ciertos hábitos sí los pueden cambiar por sí solos como desayunar, tomar postre o beber agua con las comidas, es difícil cuando el resto de la familia mantiene los hábitos y no colabora ni apoya al niño o adolescente.

Para conseguir que los programas de educación nutricional sean realmente efectivos en niños y adolescentes, es importante implicar a los adultos en dichos programas pudiendo así contar con su apoyo y colaboración, facilitando el cambio de hábitos en los más jóvenes.

Para llevar a cabo el cambio de hábitos en los adultos es importante que el educador sepa profundizar en las características de la población para poder trabajar mejor, ya que estas personas se niegan con más frecuencia a cambiar sus hábitos, adquiridos generalmente en la infancia y adolescencia (Lopez, 2004)

Estas conductas, unidas al sedentarismo generalizado en estas edades, están asociadas directamente al desarrollo de obesidad, algo contradictorio al culto al cuerpo existente en la sociedad actual. Por este motivo muchos adolescentes se someten a dietas extremas de adelgazamiento y a la realización de ejercicio excesivo pudiendo dar lugar al desarrollo de Trastornos de conducta alimentaria, como anorexia o bulimia nerviosa. Dado este hecho, la labor de los padres es esencial ya que deben evitar estas conductas limitando las comidas fuera de casa, respetando el horario regular de comidas y la estructura de las mismas (desayuno completo, almuerzo y cena compuestos por un primer y segundo plato, tomar agua en las comidas, etc.) o no recurrir a precocinados y comida rápida. La educación nutricional en estas edades es fundamental para prevenir enfermedades como la obesidad y los Trastornos de conducta alimentaria, disminuyendo este tipo de conductas y mejorando la capacidad crítica y responsabilidad de los adolescentes acerca de la alimentación y sus consecuencias en el estado de salud.

Además es importante introducir en la prevención de estos trastornos la educación nutricional como parte de la enseñanza desde la infancia, dando lugar a la adquisición de conocimientos recientes y fiables acerca de alimentación, nutrición y salud. Trabajando de forma conjunta los temas psicológicos y nutricionales se conseguirán mejorar aspectos como el autoestima, la capacidad de interpretación de la información ofrecida por medios de comunicación así como los conocimientos para la elaboración de una alimentación completa, variada y equilibrada seleccionando alimentos de buena calidad nutricional. (AH., 1991)

Referencias

  • Constitución de la Organización Mundial de la Salud. (1947).

  • AH., M. (1991). Motivación y personalidad. Madrid.

  • Aranceta, J. (1995). Educación Nutricional – Nutrición y salud pública. Barcelona: Masson.

  • Corbella Rogi, J. (1985). Descubrir la psicología. Barcelona: Folio.

  • FAO. (2011). Training needsanalysis in nutrition education, including e- learning. Informe final. Roma.

  • Lopez, C. (2004). Educación nutricional de la población general y de riesgo. Barcelona.

  • Rodriguez Rigual, M. (2003). Adolescencia- necesidad de creaciones de unidades de adolescencia. Barcelona.

  • UNICEF. (2006). Herramientas para la partcipación del adolescente. Uruhuay.

 

 

Autor:

Bach. Sonia Chambi Apaza

Universidad Nacional del Altiplano – Puno

Escuela de Post- grado

Maestría en Nutrición