Perspectiva sociológica de la novela "Managua Salsa City: Devórame otra vez" de Franz Galich (página 2)
Enviado por Luissiani Cruz C.
Una de las interrogantes viables para ahondar en la extensa temática de la Construcción Social, bajo los supracitadas premisas, es ¿cómo el ser humano construye la realidad social, a través de una realidad social objetiva? Esta premisa se ve reflejada, por ejemplo, en cada uno de los personajes que Galich crea y que son el producto de procesos de socialización muy característicos de estratos sociales bajos, que de manera explícita son el reflejo de una sociedad nicaragüense perturbada por acontecimientos bélicos y beligerantes, y por los recónditos lugares de una Managua a la que no pueden escapar las personas y son arrastrados por la vida nocturna sin importar la edad, color, sexo y raza, pues como dice el autor, ".no se saben de donde salen los diablos y diablas que invaden las zonas rojas y comienza el diario trajín de delincuencia, placer y depravación.
Consumidos por esa menesterosa situación, a los personajes no les queda otra alternativa que dejarse llevar por ese ambiente al amparo de las oscuridades de la noche. El contexto sobre el cual se desarrolla esta novela nos revela, uno de esos meandros de la capital nicaragüense; sus protagonistas pertenecen, como lo ha señalado el propio autor, "al fondo del barril". Sus apodos, son una muestra de toda esta mezcolanza y lo dicen todo: Pancho Rana, Perrarrenca, Mandrake, Paila'epato, la Guajira.[5] Son personajes con rasgos bien tipificados conforme a la condición social a la que pertenecen; y en sus vidas van cargando el pasado que les ha tocado vivir y evidenciándose la trágica historia de una Nicaragua trasgredida, tras la guerra de los años ochenta.
Otra interrogante ¿cómo esa construcción contribuye a erigir una sociedad cada vez más compleja y exigente, pero qué no escapa de las aversiones de una sociedad latinoamericana en un estado decadente? El trasfondo sociocultural de la novela se ve reflejado en un inconmensurable ambiente social, del cual no se puede obviar los elementos, que conforman el discurso de Managua, Salsa City (¡Devórame otra vez!), como sexo desenfrenado fundado en relaciones extramatrimoniales y prostitución, asaltos, muerte y desesperación y droga como la marihuana, cocaína y alcohol, crímenes producto del hampa. Imbuidos en una realidad de la sociedad nicaragüense de la guerra de la revolución y la contrarrevolución en donde los exmilitares parecen doblegarse para convertirse en enemigos de la sociedad.
Lo anterior es el resultado de una habituación que se hace constante en Mangua, donde los personajes van centrados a destruirse el uno con el otro a través de mecanismos de agresión, aprendidos en la escuela militar, siendo ello un mundo verdaderamente real del que no se puede escapar. Como se puede notar el militarismo forma parte de la realidad que vive la sociedad nicaragüense, principalmente en los hombres, José María Vigil[6]dice que: "Después de finalizada la guerra en los años 80 decenas de miles de hombres sabían usar las armas, centenares permanecen rearmados y una mayoría mantiene la filosofía de la guerra incrustada en su conciencia." La latente agresividad, la tendencia al uso de drogas, la delincuencia, etc., son consecuencias que se sedimenta como "traumas de guerra", ya que ha quedado demostrado que los enfrentamientos bélicos además de provocar severos daños a la economía de un país también perjudican la salud mental y conductual de la población. A esto se refiere el autor cuando dice: "Es difícil regenerar gente. Muchos son producto de esa guerra y hoy sólo sirven para matar, robar, violar y por supuesto puede suceder en cualquier país de la postguerra."
Estas consecuencias no solamente son efectos de la guerra, sino que también de las políticas neoliberales que han reforzado la exclusión social y la marginación de las personas. Además han establecido el predominio de la economía financiera y comercial sobre la productiva que ha generado una cultura de consumo. Eduardo Galeano dice: ".que la sociedad de consumo deslumbra al marginado y que cada asaltante quiere tener lo que su víctima tiene para ser lo que su víctima es. Esto explica porque Pancho Rana aprovecha que sus patrones están fuera del país para despojarlos y porque él y la Guajira se convierten en víctimas de otros delincuentes.
Otro elemento fundamentalmente importante dentro de la novela es el que gira substancialmente en entorno a la masculinidad[7]producto de una sociedad machista, donde la condición de la mujer queda en un plano inferior. Vista desde la perspectiva de la sexualidad la mujer se convierte en un objeto al servicio del hombre, situación que se ve refleja en la imagen generalizada que tienen los hombres sobre las mujeres al convertirlas en objeto sexual y se confirma con las valoraciones que hace los personajes masculino sobre el cuerpo, seducción y la coquetería de la Guajira. Según la sociedad ser mujer consiste en tener como misión y obligación, la concepción únicamente. Galich se refiere, en reiteradas ocasiones, a la temática de la sexualidad, de la siguiente manera: ".ái viene, ha de traer el peluchito mojadadito porque ni papel higiénico ha de cargar, pero ni modo, la afincamos macizo para que sepa lo que es rico (.)" ".ojala que estos majes me estén fildeando porque si nos perdemos, además de este maje me va a pegar una cogida que no es jugando (.)" ".está cree que me va a matizar con esa historia tan babosa. Está más cogida que las gallinas y lo que anda buscando es que yo le dé reales por el polvito, pero lo que no sabe es que me la voy a coger sólo así y ái nos vimos (.)"
Sin embargo, al ocupar la Guajira una posición de poder al ser la jefa de la banda, ello no implica que por esa condición se establezca un verdadero "empoderamiento"[8]. Pero aún así, ese aspecto no se ve potenciado en toda su totalidad por existir una idea de inferioridad y delicadeza de la Guajira, que para lo único que sirve es para enganchar los asaltos y por tanto la prostitución es vital para concretizar sus delitos.
En tanto existan sentimientos de machismo bien sedimentados en la mente de los hombres, serán más visibles en la sociedad, trayendo como producto un incremento de la violencia domestica, situación de la que no escapan todas las sociedades de América. Y lo paradójico del caso, que ese machismo arraigado no se menciona de manera explícita dentro del discurso de la novela. Pero si cabe afirmar, que toda la novela gira entorno de actividades socialmente construidas atribuibles al "hombre macho", por ejemplo, la prostitución, que se ejerce en función de las necesidades de los hombres, el asalto violento, la violación, las riñas y balaceras, los desplantes machistas exteriorizados a través del uso violento del vehículo, la percepción de seguridad que la Guajira encuentra en Pancho Rana. Vgr., el autor hace referencia a ello, a través del siguiente extracto: ".aquí estoy yo una mujer pobre que tiene la suerte de ser bonita y atractiva pero que en el fondo soy una auténtica mierda, que no sirvió para mayor cosa, más que para culiar y vivir de la riña (.)" ".muchos viejos me ofrecieron llevarme a su casa como su mujer. pero a mi me gusta la independencia, mi propio negocio, no depender de ningún hijo de puta hombre que por unos centavos te quiere tener de querida, sirvienta, esposa y mamá(.)"
Por otro lado, hablando de sexualidad, las violaciones sexuales en particular aparecen dentro de esta obra demostrando la elasticidad del tema en torno a ello. Esas violaciones se consideran parte integral del ideal masculino ya antes mencionado y sin consternación alguna, parece ser que todos los personajes expresan su asentimiento hacia este tipo de embate. Galich, nos muestra un panorama amplio acerca de este fenómeno social, visto desde el punto de vista de la prostitución y la explotación de jovencitas menores de edad, a través del siguiente extractos: ".se quedaron viendo el show de una muchachita de quince años a quien todavía se le veían los huesos tiernos, pero que ya se comportaba como una profesional (.)" y otro ejemplo sería ".desde que tenía como 14 años me desvirgaron y como soy bonita, y con un buen culito, me tire a la pega (.)" Asimismo la violación sexual, bajo este contexto tan libidinoso, resulta ser la máxima expresión de agresividad de la masculinidad, al mismo modo en que se expresa la aceptación de la muerte como una vía de solución de conflictos. La novela no recrea un esbozo, de la siguiente manera: ".el disparo que le cortaba la vida, le permitía ubicar la posición del francotirador, como a mi, ahora, que ya bien pegado no podré llevarme a la mujer linda que me había conseguido, ¡puta!, no me mataron en la guerra y ahora aquí, cazado como tonto, como un auténtico perro, pero por lo menos me tengo que llevar por delante a mi verdugo (.)" La violencia litúrgica varonil que se evidencia con estas acciones no se da en el vacío. Es valido y plausible, siguiendo las construcciones sociales de los personajes, afirmar que es la guerra la que ha abierto este espacio para que este tipo de violencia crezca dentro de la referida cultura machista, que inmersa en una realidad objetiva es posible y aceptada.
Como bien se mencionó anteriormente, la guerra puede postergarse y finiquitarse, sin embargo las secuelas quedan afincadas en la mente de quienes las vivieron. Cuando las conductas están bien sedimentadas, como es el caso de los exmilitares de la guerra y postguerra, difícilmente podrían alterarse los comportamientos. Reafirma Galich, lo siguiente: ".el amor y las drogas lo van venciendo, y poco a poco, va cayendo en un abismal sueño. era la guerra en toda su crudeza –sonaba Pancho Rana. Ya no era la guerra de guerrillas o clásica, era una guerra donde los métodos, las tácticas y la estrategia se combinan con la crueldad. los cañones de 35 milímetros, la artillería reactiva, lo helicópteros, las ametralladoras, los lanza granadas, ofrecerían su concierto sangriento mortal, que pasarían años sin que pudieran ser borrados de su mente, si sobrevivía (.)" De esa de esa manera, esquemas mentales, como por ejemplo, el considerar las armas de fuego como símbolos de poder que forman parte de la identidad masculina, es decir, el solo ello de poseerlas los hace sentirse y reconocerse como hombres de verdad, bajo los ideales de independientes, seguridad, fortaleza, decisión; estableciéndose así la condición de género propia.
Según Berger & Luckmann la objetivación de la realidad social está estrictamente relacionada con la creación humana de signos. De ese modo un ".signo es considerado como punto de inflexión en la evolución social de la especie humana: el lenguaje" No obstante, "el lenguaje, que aquí podemos definir como un sistema de signos vocales, es el sistema de signos más importante de la sociedad humana" Siendo además un signo "capaz de trascender por completo la realidad de la vida cotidiana." Siguiendo de cerca esta propuesta, en Managua, Salsa City (¡Devórame otra vez!) los universos simbólicos desempeñan un papel muy importante, en cuanto a la creación de signos que permitan una legitimación de los actos humanos, y es por ello que la lengua es la que da cognición al individuo para que pueda pertenecer a un grupo social, ya que esta determina la coherencia de grupo.[9] Galich, hace referencia a estos universos simbólicos, donde impera la reificación, a través de las siguientes extractos: ".que –joden– estas – hijuelascienmil gran playos, no, mejor estas mil hijas de playo putas gran–des, o grandes playos de pares de putas en mil. al rato regreso. ¡Ajá!, y que vis–cocho. Ai"stán, se están tirando unas bichas, y el men la esta cuentiando. brodercito, le dijo al portero, fijate que sólo voy a entrar a buscar a un broder que entro con su jaña, una mujer tronco"e culo (.) estos y muchos ejemplos más, determinan el tipo de lenguaje que utilizan los personajes de la novela, que al parecer proceden de estratos sociales bajos. Por lo general el lenguaje resulta muy incomprensible, los lectores tenemos que hacer un esfuerzo por descubrir y descifrar ese universo de significaciones que son deformadas por el contexto sociocultural, o sea cosificadas.
A través de este recorrido sociológico hemos podido determinar los elementos sine quo non de la construcción social, bajo la óptica de la novela Managua, Salsa City (¡Devórame otra vez!). Si partimos de los procesos socialización, incorporados implícitamente por Berger & Luckmann, cabria decir que, dentro de ellos, las acciones crean hábitos, estos a su vez generan la institucionalización, que luego se internalizan en la conciencia, y se sedimentan; en otros palabras, la persona es producto de su entorno, pues lo aprehende objetiva y subjetivamente, vgr., podríamos indicar que los personajes provienen de familias disfuncionales y estratos sociales bajo, sumidas en un estado de miseria y carencias materiales; el lenguaje, los comportamientos utilizados, pueden evidenciar esa situación. Por otro lado, la internalizar submundos se evidenciada en la manera en como los personajes crea su realidad social a través de instituciones sociales como la guerra y militarismo, prostitución y delincuencia; lo paradójico del caso es que estos institutos sociales tiende tergiversar esa realidad al convertirse en mecanismo para agravar aún más la crisis social de un país que se desborona y ve sus otras instituciones desplomarse con él.
Por supuesto que, son las costumbres las nos llevan a esa institucionalización. En ese sentido, Berger & Luckmann hacen referencia al tema, diciendo: ".toda actividad está sujeta a la habituación. Todo acto que se repite con frecuencia, crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos y que ipso facto es aprehendida como pauta por el que la ejecuta" Por supuesto, que esto no sería posible sin la presencia de un universo simbólico –lenguaje– que contribuya a que esa construcción social sea más fluido y consistente. Por medio del lenguaje el ser humano comienza sedimentar todas las acciones, y por tanto contribuye a que todas esas actuaciones se vuelvan reflejo de toda esa sedimentación, configurándose de ese modo nuestra realidad inmediata. Es a través del lenguaje que se obtiene los diferentes niveles para legitimizar una acción. Por otro lado, reconociendo la importancia del elemento de la historicidad de esa realidad objetiva, la persona va a construir un carácter individual y de paso su cotidianidad.
Los "roles" son complemento de la institucionalización. Son muy evidentes dentro del discurso de la novela. Se puede percibir roles como: la prostituta, la jefa, el delincuente, el exmilitar, el simple ladronzuelo de barrio, el cantinero, el chofer temerario, el estafador, el violador, típicos de una ciudad de mil demonios, a la que Dios le apaga la llama, y le suela una mano al diablo.
Cabe reconocer la crudeza y la frialdad de este relato, que más allá de su contenido ficcional, parece ilustrar una problemática no muy lejana una realidad palpable. Los escenarios, las esferas espaciales y los ambientes sociales son verdaderos campos de interacción. Y cuando hago referencia al cercanía de esta novela a la realidad inmediata, me refiero a que día con día eventos como: homicidios, robos, estafas, atropellos, violaciones llenan las páginas de sucesos de los diarios y de los noticieros de la televisión. Y como dice el autor, la noche en la que se desarrolla la novela, que es una de las tantas en Managua, demuestra el círculo constante de prolongación de esa realidad, que parece no sucumbir.
Franz Galich Mazariegos, nacido en Guatemala en 1951, murió el 3 de febrero de 2007 en Managua donde residió desde 1980 cuando abandono Guatemala tras un atentado contra su vida. Galich publicó cinco libros, entre los que se cuenta dos colecciones de cuento: Ficcionario Inédito (1979) y La princesa de Onix y otros relatos (1989); y tres novelas: Huracán, Corazón del cielo (1995), la que aquí se reseña, e Y te diré quien éres (Mariposa traicionera) (2006). Managua Salsa City, ¡Devórame otra vez! es la novela con la que ganó el Premio permanente Centroamericano Rogelio Sinán en 1999-2000.
Autor:
Eduardo Briceño Cruz
cc. Luissiani Cruz C.
30 octubre, 2009
[1] La construcción social de la realidad es una de las obras teóricas más importantes e influyentes de la sociología contemporánea. Escrita por los sociólogos Peter L. Berger -norteamericano- y Thomas Luckmann -alemán-, se publicó por primera vez en 1966. En ella, ambos autores proponían una fundamentación teórica para una sociología del conocimiento, inspirándose en buena medida en la fenomenología de Alfred Schütz. Wikipedia, la Enciclopedia Libre.
[2] A las instituciones además de corresponderles la tarea de objetivar la realidad, también les atañe la capacidad de sedimentar intersubjetivamente los sistemas de signos como consecuencia de la reiteración de su función social. Es la sedimentación, por tanto, la facultad que permite a las instituciones superar las barreras espacio temporales y que las experiencias transmiten de una generación a otra. Aunque, también, como puntualizan Berger y Luckmann: "toda transmisión de significados institucionales entraña, evidentemente, procedimientos de control y legitimación, anexos a las instituciones mismas y administrados por el personal transmisor". Berger y Luckmann "La Construcción Social de la Realidad" (1966), Ediciones Amorrortu, pág. 93.
[3] Por este motivo, es necesario resaltar la importancia de la interacción social en este proceso de socialización. Para ello, se debe de tomar en cuenta que existen dos tipos de socialización, a saber, la primaria y la secundaria. La socialización primaria representa las primeras experiencias de vida del ser humano y es donde el niño internaliza una realidad ajena a él y representa toda la construcción que hace dentro de su núcleo familiar. La socialización secundaria implica la internalización de submundos institucionales o basados sobre instituciones.
[4] La socialización es vista por los sociólogos como el proceso mediante el cual se inculca la cultura a los miembros de la sociedad, a través de él, la cultura se va transmitiendo de generación en generación, los individuos aprenden conocimientos específicos, desarrollan sus potencialidades y habilidades necesarias para la participación adecuada en la vida social y se adaptan a las formas de comportamiento organizado característico de su sociedad.
[5] Cualquier acercamiento a los orígenes de los sistemas de conocimiento, no debe pasar por alto que para el correcto funcionamiento de una institución resulta básica la existencia de un conjunto de "roles" que desempeñen reiteradamente una labor prescrita o planeada. Y tal es la importancia de estos "roles" que incluso algunos, en su rutina, llegan a ser capaces de representar simbólicamente y en su totalidad el orden institucional. Situación que lleva a detener la mirada en la capacidad de reificación del mundo institucional. Llegados a este punto ambos autores, en su trabajo sitúan en la reificación una de las tesis fundamentales de su estudio de la construcción institucionalizada del conocimiento (Berger y Luckmann, op cit., pág. 116): De nuestro anterior análisis de la objetivación surge claramente que el momento mismo en que se establece un mundo social objetivo, no está lejos la posibilidad de la reificación. La objetividad del mundo social significa que enfrenta al hombre como algo exterior a él mismo. La cuestión decisiva es saber si el hombre conserva conciencia de que le mundo social, aún objetivado, fue hecho por los hombres, y de que éstos, por consiguiente, pueden rehacerlo.
[6] José María Vigil (Zaragoza, 22 de agosto de 1946) es un teólogo de la liberación. Claretiano desde 1964 y sacerdote católico desde 1971. Se naturalizó en Nicaragua y vive actualmente en Panamá. Es conocido por su actividad cibernética, sus servicios a la Asociación de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo y por su teología del pluralismo religioso.
[7] Se entiende por masculinidad un conjunto de atributos asociados al rol tradicional de la categoría hombre. Algunos ejemplos de esos atributos son la fuerza, la valentía, la virilidad, el triunfo, la competición, la seguridad, el no mostrar afectividad etc. De manera que a lo largo de la historia de (al menos) los países occidentales, y todavía hoy día, las personas consideradas hombres han sufrido una gran presión social para responder delante las demás con comportamientos asociados a esos atributos. De la misma manera, los atributos de la feminidad deben ser asociados sólo a las mujeres, y, por tanto, nunca hasta hoy día, en que empieza a haber cierta permisividad y apertura de miras, ha sido bien considerado que un "hombre" tuviera actitudes asociadas con la feminidad. Lo cierto es que tanto las personas que entran dentro de la categoría "hombre" como las que entran dentro de la categoría "mujer", suelen tener (si no es que sufren una presión social muy fuerte) actitudes diversas que no tienen porqué encajar dentro del binomio masculinidad y feminidad. De esta manera, por presión y reiteración de actitudes y roles, el binomio ha contribuido a generar desigualdades de género y discriminaciones a personas. Wikipedia, la Enciclopedia Libre.
[8] Frecuentemente se utiliza el concepto de empoderamiento específicamente en referencia a la mujer. Los programas de empoderamiento se orientan frecuentemente a permitir el acceso de las mujeres a los recursos y a la toma de decisiones, tanto individuales como colectivas y conseguir que ellas se perciban a sí mismas capaces y legítimas para ocupar un espacio en la toma de decisiones. El empoderamiento se incentiva cuando se fomentan la autoconfianza, seguridad en sí misma y asertividad; el poder para tener autoridad para tomar decisiones, realizar cambios y resolver problemas, y la capacidad de organizarse con otras personas para alcanzar una meta común. DICCIONARIO DE LA RAE.
[9] El universo simbólico también ordena la historia y ubica todos los acontecimientos colectivos dentro de una unidad coherente que incluye el pasado, el presente y el futuro (.) Todos los miembros de una sociedad pueden ahora concebirse ellos mismos como pertenecientes a un universo significativo, que ya existía antes de que ellos nacieran y seguirá existiendo después de su muerte. La comunidad empírica es traspuesta a un plano cósmico y se la vuelve majestuosamente independiente de las vicisitudes de la existencia individual. (Berger y Luckmann, op. cit., pág. 131)
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