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Análisis sobre Crisis Asiática (página 2)

Enviado por salvador aparicio


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El último trimestre del año 1997 el déficit alcanzaba los US$ 3.700 millones, lo que equivalía a un 5% del PIB. A estos niveles de déficits externos respecto a sus productos internos las economías asiáticas habían entrado en agudas crisis; hecho que no dejaba de poner nerviosas, con razón, a las autoridades nacionales.

En cuanto al sector fiscal, éste había mostrado durante toda la década un comportamiento muy consistente, con un superávit de alrededor del 2% del PIB. No era el Fisco entonces un factor que preocupara a las autoridades monetarias, frente a la inflación o al desequilibrio de las cuentas externas. Por el contrario, el superávit fiscal actuaba como un factor contractivo del gasto total de la economía.

Medidas de las autoridades antes la crisis

Hasta el mes de diciembre de 1997 las autoridades monetarias observaron la situación pero no tomaron medidas especiales. Resulta sugerente que el día 10 de diciembre de ese año se hayan efectuado elecciones parlamentarias. Parece que internacionalmente es una práctica común tomar medidas después de las elecciones. Posterior a esa fecha, el Banco Central se puso rápidamente en acción y tomó dos medidas importantes:

  • aumentó fuertemente la tasa de interés.

  • redujo drásticamente las reservas internacionales.

Los valores de estas variables se muestran en las figuras 22 y 23.

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Figura N° 22: Tasa de interés Real.

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Figura N° 23: Reservas internacionales del Banco Central (Millones de US$).

La racionalidad de las medidas adoptadas por la autoridad monetaria estuvo basada en el diagnóstico que hicieron de la situación de la economía chilena y su relación con el entorno mundial en ese momento.

En el pensamiento del Banco Central se estimó que el déficit de la cuenta corriente era el resultado de un exceso de gasto de la economía respecto del Producto; el que tendría forzosamente como consecuencia un deterioro de la solvencia internacional del país y, en algún momento, un rebrote inflacionario. En consecuencia, había que reducir rápidamente esa brecha de gasto. Dado que no era posible políticamente hacerlo por la vía de política fiscal: sea por aumento de impuestos ahorrados por el Fisco o disminución del gasto del Estado, se optó por una batería de políticas monetaria más cambiaria.

Las medidas del Banco Central llevaron el costo del dinero desde menos de un 9% en noviembre de 1997 a un máximo de 19% como promedio mensual en septiembre del año 1998. Paralelamente a usar los instrumentos monetarios para hacer subir la tasa de interés, como consecuencia del deterioro en la cuenta corriente se redujeron drásticamente las reservas internacionales. Entre diciembre de 1997 y enero de 1998 las reservas se redujeron en US$ 2 mil millones, y entre mayo y julio del año 1998 se redujeron en US$ 2 mil millones adicionales. El nuevo nivel de US$ 15 mil millones alcanzado a mediados de 1998 es prácticamente el mismo existente hoy día, lo que significa que las reservas liquidadas para hacer frente a la crisis no se han recuperado. El objetivo de liquidar reservas no puede haber sido otro que impedir que se al alza el tipo de cambio, en circunstancias de agudo déficit de las cuentas externas.Los resultados de estas dos medidas del Banco Central son bastante conocidas. La economía experimentó una súbita desaceleración que tuvo su impacto máximo en el año 1999 cuando el PIB cayó en un 1,5%. La tasa de cesantía del 5% subió al 11% dejando a 600.000 chilenos sin empleo. Había terminado abruptamente la década de oro de la economía Chilena.

El alza de las tasas de interés trajo una drástica disminución de la demanda por dinero, haciendo caer dicha demanda en un 8% a finales de 1998, en circunstancias que en el trienio anterior había estado creciendo consistentemente por sobre el 15% anual. Las expectativas a la baja del ingreso permanente de las personas trajo con un rezago de 6 meses, una caída en la demanda por importaciones, que desde US$ 21 mil millones anuales en julio de 1998 cayeron a sólo US$ 15 mil millones en noviembre de 1999. Las exportaciones también cayeron, pero en menor medida, desde un nivel de estabilidad de los dos años anteriores en el nivel de US$ 16 mil millones anuales a US$ 15 mil millones a finales de 1999. El resultado del sector externo de intercambio de bienes y servicios es que la balanza comercial pasó rápidamente de un déficit máximo de más de US$ 5 mil millones anuales a mediados de 1998, a tener un equilibrio a partir de finales de 1999. Cabe destacar que el efecto de los precios internacionales es muy relevante en este periodo, ya que la caída de los términos de intercambio significó, según estadísticas del Banco Central, menores ingresos por alrededor de US$ 2.500 millones. La cuenta corriente, que mostró un déficit máximo de US$ 5.500 millones anuales a mediados de 1998, bajó este déficit a alrededor US$ 1.000 millones a partir de mediados del 2000.

Si miramos la actuación del Banco Central desde el punto de vista de hacer desaparecer el déficit de las cuentas externas del país, el resultado de ellas puede calificarse de exitoso: transcurrido un año y medio de la adopción de las medidas, la cuenta corriente se había equilibrado. Ahora, si las miramos desde el punto de vista del costo social que el país pagó, surge una pregunta: ¿No había una manera menos costosa de lograr el equilibrio de esas cuentas?.

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Figura N° 24: Indicadores económicos de países asiáticos y Chile.

Conclusiones

La crisis provocó efectos sobre el crecimiento mundial y sobre los países desarrollados en particular, mediante los aumentos esperados de las importaciones que tienen como origen a estos países y del aumento de las exportaciones dirigidas a los mismos.

La mayor importancia que tenía para el Comercio de los Estados Unidos sus relaciones con el Sudeste Asiático, con unas exportaciones-importaciones que suponían el 12% del total, mientras que para la Unión Europea apenas alcanzaban el 3.5% de sus intercambios comerciales.

La economía europea fue mucho más abierta que la americana y el papel que jugaron las exportaciones o importaciones en la determinación del PIB fue 4 veces superior. En consecuencia no es correcto afirmar que los efectos de la crisis fueron superiores en Estados Unidos que en Europa

El otro campo donde se desarrolló la crisis, diferente al de los intercambios de mercancías y su impacto directo sobre el crecimiento, fue el de los mercados financieros, que también generó efectos recesivos a través de la caída de expectativas.

Europa se vio afectada por la crisis, pero los países de Alemania y Holanda fueron los más afectados por sus volúmenes de inversión, mientras que para el resto, incluida España, la importancia o impacto fue bastante menos significativa.

Los problemas y los riesgos potenciales se generaron por el hecho de que una caída de expectativas y del crecimiento, originada por fuertes pérdidas en los activos de empresas pertenecientes a países de la envergadura de Estados Unidos, pudieron contagiar a terceros países en un efecto dominó, todo lo cual fue el desencadenante de una desaceleración generalizada en las economías desarrolladas.

En conclusión los efectos de la crisis en Asia se pueden traducir en una recesión económica importante sobre los países occidentales.

Lecciones de la Crisis Asiática para tener en consideración

  • La crisis de los países de Asia ha demostrado la importancia que tiene el mejorar la transparencia y rendición de cuentas por parte de las instituciones financieras, fortalecer la infraestructura del mercado y fomentar la incorporación del sector privado en la tarea desprevención y solución de las crisis financieras. Por efecto de la elevada movilidad de capitales a nivel global la crisis en los países asiáticos tuvo efectos más allá de sus fronteras, afectando el crecimiento de la economía mundial. En un mundo altamente interdependiente es necesaria la adopción de principios internacionales para la supervisión del sistema bancario y de mercados de valores. Esto fue reconocido en la reunión de noviembre de 1998 de presidentes de países miembros de APEC.

  • La regulación de la transparencia de las operaciones de las instituciones financieras y la regulación que responsabilice a sus directivos de la veracidad de la información de las instituciones que dirigen, son elementos cruciales de una estrategia para contener los riesgos de las instituciones. Esta regulación tiene que complementarse con la regulación prudencial (mínimos de capital, liquidez, etc.). En los países asiáticos analizados ambos tipos de regulación y en especial su aplicación fueron deficientes. Para garantizar una adecuada supervisión por parte de las autoridades es indispensable que éstas tengan la capacidad necesaria, que exista una rendición de cuentas estricta de la autoridad de supervisión y que su operación sea plenamente transparente para las instituciones que supervisan y para la sociedad.

  • En las experiencias analizadas los gobiernos terminaron garantizando a los depositantes aún en los casos en que no existía un seguro de depósitos explícito. Los esquemas de garantías implícitos subsidian a las instituciones financieras más riesgosas, esta situación contribuye a que el sistema financiero asuma riesgos excesivos. Este problema no se resuelve con seguros de depósito explícitos en los que las primas del seguro de depósito no se ajustan adecuadamente por el riesgo que asumen las entidades aseguradoras el cual depende del estado de salud de los distintos bancos. Con un seguro de depósitos explícito se debe eliminar el subsidio cruzado que comúnmente existe en estos sistemas de las instituciones financieras mejor administradas y menos riesgosas a las peor administradas y más riesgosas. Para lograr lo anterior consideramos que la regulación de las entidades que presten el servicio de seguro de depósitos deben sujetarse a los siguientes principios:

1) prohibir a dichos aseguradores fijar primas que impliquen subsidios cruzados entre bancos. Para ello es indispensable dar a los seguros de depósito flexibilidad para cobrar primas diferenciadas.

2) contar con una base de capital propio suficiente para garantizar el pago a los depositantes.

3) estar sujetas a un régimen de supervisión que verifique adecuadamente la inexistencia de subsidios.

4) estar sujetas a regulación tarifaria en la medida que no exista una competencia efectiva entre entidades aseguradoras de depósitos. Además, se debe establecer que las aseguradoras de depósitos que inyecten recursos para solventar las obligaciones que los bancos han contraído con los depositantes que sean acreedores de máxima prelación de los mismos. Esto es con el fin de no retrasar la inyección de recursos por parte de las aseguradoras, pues ello puede dar lugar a corridas bancarias no deseadas.

  • Las agencias calificadoras cumplen dos funciones. Evalúan el riesgo soberano de los países y el riesgo de las instituciones financieras. En relación a la evaluación de riesgo soberano son las políticas de deuda de los gobiernos de los países los que son calificados por estas agencias. Desde el punto de vista de la prevención de crisis bancarias y para el sano desarrollo del sistema financiero es importante el desarrollo de sistemas de calificación de las instituciones financieras. Una adecuada calificación inhibe la toma de riesgos excesiva y por tanto la probabilidad de crisis futuras. Para que las calificadoras puedan cumplir con estas funciones es necesario que la regulación contemple la obligatoriedad de que las instituciones financieras sean calificadas periódicamente y que dicha calificación sea publicada sin retraso. La calificación de los bancos y la publicación de la información que sirvió de base para emitir tal calificación facilita la determinación de primas actuarialmente justas para el seguro de depósitos y permite a inversionistas, consumidores de servicios financieros y a otras instituciones financieras obtener mejores estimaciones de los riesgos que corren al realizar transacciones con las instituciones financieras calificadas. La supervisión realizada por las calificadoras reforzaría la supervisión de las entidades aseguradoras, los depositantes, los inversionistas y la realizada por las propias autoridades de supervisión. La calificación periódica facilitaría que las instituciones de seguro de depósitos fijaran primas sin subsidios propiciando la viabilidad de dichas instituciones en el largo plazo.

  • La falta de un adecuado control interno de riesgos en los bancos causa problemas de concentración de créditos, un alto grado de créditos relacionados, e incluso la existencia de prácticas fraudulentas. Para la prevención de crisis futuras es preciso que las instituciones financieras adopten mecanismos de control que impidan una toma de riesgos desmedida y que los directivos de dichas instituciones sean responsables de la implantación de dichos controles. Las instituciones deben publicar los niveles de riesgo a que están expuestas y sus directivos deben responsabilizarse por la exactitud de dicha información.

  • En los países estudiados se observó una deficiencia en las leyes de quiebras y en su aplicación. Por lo general, estas leyes impiden una eficiente reasignación de activos y encarecen la resolución de las crisis financieras. La reforma de las leyes de quiebras ha sido una prioridad para acelerar el proceso resolutorio y acotar el costo de crisis futuras; actualmente dichas leyes están en un proceso de revisión en algunos de los países analizados.

Bibliografía

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Autor:

Salvador Aparicio Matamala

Ingeniero Comercial

Noviembre 2015

Partes: 1, 2
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