El humano estelar, parte uno
El horizonte del homo sapiens es llegar a una fase superior evolutiva mental y espiritual que llamamos el humano estelar; pero a este nivel no se llega solamente mejorando sus condiciones materiales como se ha hecho hasta ahora. Es importante mejorar su calidad de vida, desde luego, pero además, hace falta mucho todavía por construir en el bienestar material del pueblo, pero esto no es suficiente para la evolución integral del sapiens. Esta es una nueva visión de la vida que tiene en cuenta los tres componentes de aquel: El componente material, que es su cuerpo físico donde se lleva a cabo su experiencia terrenal. El componente espiritual, el que utiliza a la materia de su cuerpo como la vestidura para su relación con los demás. El componente mental, que es la entidad mediadora entre el espíritu y la materia. Un ser humano, consciente de su trascendencia espiritual, trabaja y se construye sobre estos tres niveles de la realidad. Pero a pesar de que son tres naturalezas diferentes, constituyen una realidad única que se solapan e imbrican y conforman al homo sapiens, pues éste participa, en una sola unidad indivisible, de las tres naturalezas.
Con estos diagramas de Ven, se intenta visualizar y esquematizar la realidad humana con fines pedagógicos. El homo sapiens participa de las tres naturalezas del universo, como se aprecia en la parte sombreada.
Por lo tanto, no debe haber un sesgo por ninguno de los tres niveles de esta realidad humana, en consecuencia, se debe buscar una vida altísima, digna y cualitativamente superior en los tres niveles; primero, desde el componente mental donde se direcciona la evolución espiritual y material; segundo, en las condiciones materiales objetivas para el bienestar de su cuerpo físico, además, en la construcción y desarrollo de la inteligencia para fortalecer su mente con el entendimiento de las leyes naturales y tercero, en la búsqueda de la trascendencia espiritual. Cuando el conocimiento de la naturaleza de las cosas se comprende y se siente conscientemente, quien lo vive, experimenta un cambio y transformación en su vida. El conocimiento da poder y además cambia cualitativamente la conciencia de las personas. El conocimiento espiritual se siente y se cultiva permanentemente, es el despertar de su conciencia. El mental o intelectual, se construye y desarrolla, pero este debe ser universal, sin apegos a filosofías o religión alguna. Nuestra relación con el universo se logra por intermedio del componente mental, es decir, toda relación con el mundo está mediado por el pensamiento. Es aquí, donde debe hacerse todo cambio para evolucionar a un nivel cualitativamente superior, para alcanzar la fase del humano estelar. Este es el nuevo horizonte del sapiens. Hemos postulado que nuestro cerebro podría ser un dispositivo biológico mecánico cuántico, que sería el encargado de recibir, procesar y emitir la información del universo, somos la naturaleza misma. Hipotéticamente, nuestro cerebro decodifica la información del holograma universal para transformarla en pensamientos.
La interacción entre nosotros y la naturaleza, que es el holograma universal, se da por el intercambio de la energía y la información. El denominador común ambos es la información o la idea. Hemos visto antes, que el significado a todas las cosas se la atribuye la mente del sapiens, condicionado a su marco de referencia interno. Por tal motivo, la percepción del mundo es una proyección de su mundo interior. Lo que quiere decir que la información del universo es neutra, pues no tiene un a valor intrínseco por lo que es cambiante y variable de acuerdo a las condiciones sociales históricas del homo sapiens. Nada en el mundo, tiene un significado permanente.
Cuando seamos conscientes de que toda esta parafernalia a la que llamamos realidad, comienza con una idea universal, o lo que es lo mismo, es mente o es información pura, entonces, empezaremos a comprender la naturaleza de nuestra realidad, porque comenzaremos a utilizar nuestros mecanismos de la mente, tales como la razón, la intuición de una manera más asertiva tal y conforme los diseñó la naturaleza en nuestra siquis. Entonces, lograremos una percepción integral de la realidad, sin sesgos y no como lo venimos haciendo hasta ahora. Para este propósito, tenemos que empezar por no confiar demasiado en la razón y en los sentidos, si queremos llegar al verdadero conocimiento de las cosas. Hemos visto antes, que el mecanismo de la razón es un arma de dos filos que nos puede llevar a razonamientos paradójicos los cuales nos conducen a comportamientos ambivalentes; todo en esta vida, se puede justificar con un buen razonamiento. A esto lo llamó Kant, las antinomias de la razón.
El hombre moderno se desvió de su ruta y olvidó su verdadera esencia, pues vivió y desarrolló su historia haciendo énfasis en su naturaleza material, en consecuencia, creó un sistema de pensamientos y creencias centradas en su ego, el cual controla y domina a su mente; por consiguiente, esto ha traído como resultado una experiencia y desarrollo desigual en su modelo de sociedad, donde se privilegian las clases sociales y las jerarquías. Un modelo social donde domina el más fuerte y astuto en contra de las masas sometidas, las cuales arrastran todas las cargas perversas de su modelo económico y social. Por tal motivo, el conocimiento de las leyes naturales es la redención del ser individual y social ya que este trasciende la apariencia de las cosas. Este concilia, en la mente del observador, el mundo de la dualidad o las polaridades.
De alguna manera este tema lo trató, hace más de 2.500 años, Platón en el mito de la caverna pues mostró, con ésta alegoría, el engaño en que cae la mente humana, si se apoya solamente en la sensación de los sentidos y si confía plenamente en ellos llega a conclusiones falsas. Afirma, que del mundo real, conocemos solo sombras porque la esencia de él está oculta. Esta metáfora es una verdadera joya para la teoría del conocimiento porque nos pone de relieve varios aspectos en el proceso de cognición.
El mito de la caverna de Platón, ilustra muy bien, esta problemática en la siquis humana. La intuición y los sentidos dan cuenta de las apariencias de las cosas solamente, nunca de la esencia de las mismas. Si fuera así de simple, no sería necesario la investigación y la ciencia. Pues estos perciben las formas físicas, no su verdadera naturaleza.
Los sentidos comunican la sensación de las cosas, en primera instancia, a la inteligencia emocional de las personas y no a la razón de éstas. En esta primera fase se queda la información del mundo de muchas personas; en consecuencia, se percibe el mundo de una manera sesgada e incompleta. La realidad que experimentamos y sentimos en la vida cotidiana nos relaciona solamente con la apariencia y la forma de las cosas. Si tuviéramos en cuenta esta diferencia tan importante y crucial para comprender el mundo, nos ahorraríamos muchos conflictos en la vida; pero el problema está en que pensamos y actuamos como si la apariencia de las cosas y la esencia de las mismas fueran iguales y nos mostraran la verdadera naturaleza de la realidad. Las personas con una mediana o escasa cultura, se guían, hacen juicios y sacan sus propias conclusiones apoyados en la precaria información que le muestran los sentidos. Por eso esta es la mejor cantera de los conspiradores donde tienen éxito las mentiras vestidas de aparentes verdades. En este mundo moderno, ha tenido mucho éxito, lo que los medios de comunicación llaman la post verdad. Es un eufemismo para referirse a la innombrable mentira. La cual consiste en manipular las emociones del pueblo con retazos de verdad.
Los manipuladores de los sentidos, por antonomasia, son los medios de comunicación, los líderes religiosos y los políticos, reforzados en estos tiempos con la informática utilizada en las redes sociales, de ahí nace su gran poder para distorsionar la realidad cuando así lo desean. Con falsos rumores manipulan la voluntad de las personas con una facilidad impresionante porque dirigen sus consignas a las emociones de éstas y bloquean su razonamiento y el buen juicio. Es el caldo de cultivo apropiado para los falsos rumores y teorías conspirativas.
Para llegar a la fase superior del humano estelar, no es necesario abrazar una religión, secta, o filosofía especial. Debemos hacer uso del libre albedrío para adherirnos a esta nueva causa, para lograr esto, lo único requerido es tener una pequeña dosis de buena voluntad para percibir el mundo con los ojos de un nuevo paradigma el cual hemos descrito y explicado en éstas páginas. Aquí no tenemos promesas para el más allá, solo las tenemos para el más acá, donde podemos desplegar y construir a pulso, con mucha disciplina y trabajo, una vida en paz, amor y dicha. Los pensamientos y las emociones del nuevo humano estelar del tercer milenio están soportadas conscientemente en las siguientes creencias y estilo de vida personal.
El humano estelar, no tiene una visión maniquea del mundo, es decir, una visión que divida a la especie de los humanos entre buenos y malos. Estos juicios de valor, son una invención de la mente del ego. Los cuales se han convertido en un pesado lastre que arrastra la inteligencia de los humanos a lo largo de la historia. No hay personas buenas, ni malas en el mundo. Lo que sucede es que, de acuerdo a nuestro marco de referencia interno, es decir, la lente con que las miramos, hacemos valoraciones de los demás y las contrastamos con las nuestras y al no corresponder con ellas, les ponemos un calificativo, de malas. De esa manera, nos instalamos, automáticamente, en la zona de los buenos. A quien calificamos de malo, es una conducta inapropiada y la asume la persona como tal, porque carece del conocimiento de la verdad y no comparte nuestros valores. Si escuchamos a los Sociólogos, la ética y la moral, sustentadas en creencias religiosas son relativas, pues obedecen a un contexto histórico. Aparte de ciertas patologías mentales proclives hacia comportamientos inapropiados de ciertos humanos, toda conducta social se puede reeducar con el conocimiento de ciertos principios y valores solidarios para el bien de la comunidad. Existen comportamientos inadecuados originados en las condiciones materiales objetivas adversas al sapiens, pero no existe una maldad per se en su propia naturaleza. Los comportamientos de maldad o virtuosos son aprendidos del entorno social y familiar. Las creencias religiosas o filosóficas, determinan el estilo de vida de las personas.
Esto me lleva a citar una premisa enunciada por Juan Jacobo Rousseau y muy discutida por los psicólogos: el hombre nace bueno, pero la sociedad lo corrompe. En consecuencia, por encima de cualquier discurso de ética o moral, lo que más enseña a las comunidades humanas, es el ejemplo de sus líderes. El principio de cualquier código natural de comportamiento social es: no hacer al otro, lo que no quisiera que me hicieran a mí. Esta sería una forma elemental de aplicar la relación causa-efecto y la reciprocidad lógica. En términos relativos, todo lo que me aporte felicidad a mí y a la comunidad es bueno, malo si es al contrario. La perspectiva humana es vivir en paz y conquistar la felicidad, sin embargo, el homo sapiens se ha desviado de esta ruta al privilegiar el placer material por encima de los valores del intelecto y del espíritu; pero podemos enderezar el camino de la historia, desde luego, acatando ciertas normas de un Nuevo Contrato Social logrado por consenso. Para esto, debemos revisar los valores acumulados históricamente en lo referente a los conceptos del poder político mancomunado con el religioso. Donde se puedan vivir en libertad y practicar una verdadera democracia que privilegie los tres componentes del ser humano. Por amargas experiencias del pasado, sabemos que el monopolio del poder, de cualquier naturaleza que este sea, despierta la codicia humana y da origen a la corrupción en los gobiernos.
El componente material de la especie sapiens, procede de un átomo primordial en eterna evolución parido en el Big Bang. Lo cual nos llevará conscientemente del homo sapiens al humano estelar. Donde el espíritu y la siquis del ego hacen una sinergia para construir una mente superior cuya cognición trasciende el mundo dual y concilia la ley de los contrarios presente en la vida diaria. No es un ejemplar humano con condiciones físicas o mentales especiales, al contrario, es un hombre promedio pero con un alto desarrollo de su mundo espiritual interior. A diferencia de la evolución biológica, que la impone las condiciones materiales objetivas de la naturaleza, la evolución espiritual no es automática, por lo tanto, hay que construirla con voluntad y propósito. Por tal motivo, cualquier sapiens con una pequeña dosis de buena voluntad puede llevar su vida a los horizontes del humano estelar. Es un paso más avanzado de la evolución de la conciencia. Mientras más crece interiormente, más poderosamente comienza a sentir los diferentes aspectos de su alma simultáneamente.
Por tal motivo, encuentra nuevos significados en las cosas que le rodea, descubre analogías extrañas e inesperadas. Por lo tanto, este será un líder natural con una lógica brillante, con una mente de percepción holográfica, debido a que sabe reconocer la parte en el todo y a ésta en la interacción con el todo; reconoce, además, que todo el universo es mente, una idea, o información pura. El universo del humano estelar es un sistema formado de elementos inseparables, en un movimiento sin cesar y en interacción infinita y del cual el observador es parte integrante.
Este universo refleja una realidad más allá del mundo de la percepción sensorial ordinaria, una realidad que implica dimensiones más elevadas y que transcienden la razón y el lenguaje; tiene una habilidad impresionante para lograr el éxito y extenderlo a los demás. Siempre confía en su inteligencia y está orgulloso de ser objetivo porque concilia en su pensamiento las polaridades del mundo. Busca y reconoce la verdad, venga de donde venga, sin apegos y condicionamientos a ideología alguna. Tiene un sano equilibrio entre lo espiritual y lo material, entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre sus sentimientos y la razón. Su visión de Dios no está contaminada por la percepción del ego. Aspira siempre a vivir una vida altísima, digna y cualitativamente superior en los tres niveles de su Ser: en el espiritual, el mental y en el material. Ve el mundo tal y como es, y sabe cómo lograr sus objetivos. Es una persona líder, creativa y no le teme a los desafíos, inspira a los demás. Su potencial es ilimitado, ¡tiene mucho que darle a este mundo!
Si el sapiens no destruye el planeta antes de medio siglo, ésta será la nueva especie evolucionada del tercer milenio que escribirá un nuevo capítulo de la historia. Donde las diferencias de la naturaleza humana, las cuales nunca faltarán, se resolverán por medio del diálogo dialéctico y argumentado que remplazarán a la guerra.
Autor:
Nestor Jaramillo Hernández
Medellín, 25 de julio de 2017