Indice1. Introducción 2. Incendios Forestales en Argentina 3. Tipos de incendio y sus consecuencias 4. Los incendios forestales 5. Los saldos de los incendios 6. Conclusiones 7. Bibliografía
1. Introducción
En el siguiente trabajo hablaré de la problemática ambiental que son los incendios forestales en la Argentina, fenómeno bastante habitual en nuestro país.
Algunos causados por la naturaleza, pero otros por descuidos del hombre, que no se preocupa por este tipo de problemas. Cada año este fenómeno crece y nadie hace nada para evitarlo, si uno ve las cifras de hectáreas perdidas por los incendios a lo largo de la historia, es de no creer.
En lugares como Bariloche, donde los bosques forman un papel preponderante en la vida de la ciudad, se queman miles y miles de hectáreas cada año y sin parecer que a nadie le importe. La mayoría de las veces los crean la naturaleza y siempre es la naturaleza (la lluvia) quien los apaga.
Además de donde se dan los incendios y conque proporción, hablaré de las diferentes formas con que se tratan de apagar los incendios, y así también la forma de evitarlos, porque es mejor evitarlos, y no esperar a que el fuego crezca de una forma incontrolable, (como sucede siempre) y dejar que lo apague la naturaleza.
Para realizar esta investigación se estuvo buscando información de incendios forestales de los últimos años, como así también opinión de la gente que vive cerca de donde se generan estos incendios, mapas aéreos de las zonas afectados, y estadísticas para darnos cuentas si estos hechos están aumentando o disminuyendo con el pasar de los años.
Este trabajo esta realizado con el objetivo de mostrarle a la gente que el problema de los incendios forestales es serio, y no algo que tiene que pasar desapercibido, y para concientizar a la gente y tratar de educarla, así entre todos poder mitigar este problema.
2. Incendios Forestales en Argentina
Argentina es una nación con un vasto territorio, de aproximadamente 2,750,000 kilómetros cuadrados, que se extiende desde los 21 48‘ S hasta la Antártida, comprendiendo montañas, mesetas y llanuras. Además posee regiones bien diferenciadas, con una mayor parte de clima templado, con una pequeña zona tropical, y una región subtropical. Tiene una variedad de precipitaciones anuales que van de los 4000 mm a los 200 mm . Esto, junto a otros factores, hace que se produzcan incendios forestales y de campo en distintas épocas del año.
Quizás una de las zonas más conocida en el exterior por estar afectada a incendios, es la zona de la Cordillera Andino Patagónica, al sudoeste de Argentina. En esta zona se encuentran algunos parques nacionales, bosques provinciales, los lagos más importantes de Argentina, e innumerables montañas, algunas de ellas permanentemente nevadas. Su abundante vegetación arbórea comprende cohiues, cipreses, radales, lengas, ñires, maitenes y arrayanes, entre otros. Muchos son importantes bosques nativos, con especies centenarias, de difícil acceso.
Es uno de los recursos turísticos más importantes con que se cuenta; además de poseer esta vegetación, en esta zona existe una abundante fauna. También se realizan deportes de invierno, y se practica pesca, senderismo, rafting, cabalgatas, y muchas otras actividades. Su paisaje es de una importancia invalorable, y de una belleza irrecuperable, si no se toman las previsiones necesarias.
Los bosques tienen la particularidad de retener agua. Si no la retuvieran el agua se escurriría tan rápido como las lluvias cesasen. Sin bosques los lagos se secarían rápido, los ríos no mantendrían el caudal durante el verano. Cuidar los bosques y la estepa de los incendios no es solo una cuestión económica o ecológica.
En este país, la historia de la lucha contra incendios forestales data desde hace tiempo, pero ha comenzado a estar organizada bajo la coordinación de un Plan Nacional de Manejo de Fuego desde hace dos años, luego de un incendio que cobró importancia por poner en peligro la ciudad de San Carlos de Bariloche. Anteriormente existieron acciones de lucha contra incendios forestales en todo el país, organizadas por todos aquellos que padecían estos siniestros, y por distintos organismos muchas veces ajenos a ellos.
3. Tipos de incendio y sus consecuencias
Existen varias formas en que la vegetación se quema, y cada una con su consecuencia. Estepa patagónica Los llamados pastizales corresponden a la estepa patagónica, cubierta en su mayoría por pastos secos como el coirón o el neneo, unos matorrales bajos y semiesféricos. A esto se le suman sauces en los cauces de los arroyos y arbustos espinosos desperdigados por el medio de la nada.
Estos pastos no se queman como usualmente se ven en otras partes del país. Los pastos de la estepa se queman a mucha temperatura y producen mucha llama. Cuando el viento está en calma, se queman lentamente, pero cuando el viento sopla, las llamas son llevadas como la espuma de las olas, haciendo que el fuego avance a una velocidad vertiginosa. Ni siquiera los caminos son capaces de detener el avance d e un fuego con viento.
Cuando el fuego ha pasado, no queda nada sobre y debajo del suelo. Si la combustión fue rápida hay una probabilidad de que las raíces hayan sobrevivido, y la planta vuelve a recuperarse en un lapso de dos o tres años. Si no es así le demandará un poco más de tiempo, pero no más de diez años. El problema es que al no haber vegetación el suelo queda expuesto. El viento hace un trabajo erosionador impresionante. En días de viento, a muchos kilómetros de distancia se ven las columnas de polvo elevarse en los cerros. Es ese mismo polvo que se junta formando dunas y ayudando a la desertificación de la Patagonia. Cuando llueve, el panorama no es mucho mejor, ya que el agua se lleva gran parte del suelo expuesto, dejando profundos surcos y causando aluviones de barro que cubren lo que quedó intacto.
Bosques
El incendio de bosques, árboles en general, es más complejo. Pero puede ser reducido a dos aspectos básicos: el fuego de copa y el fuego de sotobosque. El fuego de copa es el más peligroso. Es cuando el viento sopla con furia. Todo el follaje del árbol arde al mismo tiempo en una gigantesca llamarada. El calor generado ronda los 600 a 1000 grados, e incluso puede alcanzar los 1500. Serviría para derretir el hierro. Como en un bosque un árbol no se quema solo, el efecto es abrumador. Esta gran masa incandescente eleva tanto la temperatura del aire que genera su propio microclima, absorbiendo aire y expulsando el aire caliente en una turbulencia que tiende a girar sobre si mismo, generando una especie de tornado al revés.
En esta turbulencia son lanzadas ramas y hojas encendidas en lo que es una verdadera lluvia de fuego, que luego encienden más árboles a cientos de metros de distancia. El sonido que produce este tipo de fuego es ensordecedor. Nadie puede dejar de estremecerse ante el fragor de una tormenta de fuego con llamas que alcanzan el centenar de metros de altura. Es este tipo de fuego que merece el título de "incontrolable".
El segundo tipo de fuego es cuando no hay viento. Los árboles se queman lentamente y las llamas consumen las plantas del sotobosque. Es posible caminar con relativa seguridad al lado del fuego. Es aquí donde los brigadistas pueden trabajar en su lucha por cercar, controlar y apagar el fuego. Mientras que en el fuego de copa el viento a veces hace que un árbol queme sus hojas pero no el tronco (lo que en cierta forma es una ventaja, ya que el árbol no muere y en dos años está brotando de nuevo) en el fuego de sotobosque todo se quema lento y a fondo. Incluso las raíces se queman a varios metros bajo el suelo. Pueden estar quemándose semanas antes de apagarse, y hacer que un fuego rebrote en cualquier momento, en cualquier parte.
Consecuencias
El bosque sube más el paso del fuego, porque tiene más que perder que la estepa. La consecuencia más inmediata es la erosión hídrica, cuando el agua se lleva la tierra, y esto es debido a la característica del suelo andino en sí.
A diferencia de lo que muchos piensan, el bosque se sustenta en una capa de tierra medianamente fértil de unos 60 centímetros de espesor. Debajo de eso hay capas de suelo gredoso, arenoso, pedregoso y muchos más, todos inútiles para que algo crezca encima. Normalmente esta delgada capa fértil es sostenida por las raíces de los árboles, pero cuando se queman ya nada sujeta esta tierra y entonces es erosionada por el viento y el agua. El resultado puede ser una tierra yerma sin capacidad de regeneración a corto y mediano plazo. Mientras que en unos pocos años las plantas y arbustos pueden volver a crecer en terreno arrasado, si no hay tierra sobre la que sustentarse la recuperación se hace muy difícil.
La naturaleza no permanece impávida ante el fuego. Tiene sus mecanismos para recuperarse, pero para esto hay que evitar tocarla, dentro de lo posible. En muchos lugares no es necesario hacer nada. La recuperación se inicia apenas pasa el fuego. Pero donde el daño es mayor se puede requerir la intervención humana para reconstruir lo que la misma mano humana ha destruido. Esto hay que tomarlo con pinzas, ya que es más peligroso hacer mal una recuperación que no tocar el lugar.
En 1987 una tormenta eléctrica descargó rayos que iniciaron uno de los incendios más impresionantes en Bariloche. Durante una semana una fina línea de humo brotaba de una ladera, apenas llamando la atención. Turistas y habitantes pidieron que alguien fuera a apagar ese principio de incendio. El cerro está dentro de jurisdicción de Parques Nacionales, por lo que nadie sin su permiso podía hacer nada. La gente de esta organización dijo que el incendio se apagaría solo. Y así fue, días más tarde y luego que miles de hectáreas de bosque ardieran día y noche sin control hasta que la lluvia apagó el fuego. Hoy, trece años después, se ve un cerro con un incipiente bosque que lucha por crecer.
En 1996 tres grandes incendios sobrepasaron a un reducido grupo de bomberos y solo la lluvia terminó con el desastre. Después de esos incendios se creó el Plan Nacional del Manejo del Fuego, dependiente de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, dirigidos por un grupo de personas bajo el dominio de María Julia Alsogaray. Desde ese año los incendios son cada vez más grandes, más destructivos y más cercanos a la ciudad de San Carlos de Bariloche. Año tras año el presupuesto aumenta y año tras año se quema cada vez más naturaleza.
¿Cómo se esta controlando?
Para tratar estos incendios descontrolados están funcionando solo dos helicópteros que portan los llamados helibaldes, que no son otra cosa que bolsas de plástico de 500 litros de capacidad y que tienen una abertura en la base desde la que se lanza el agua.
Desde hace años que se debería estar utilizando hidroaviones. La firma Canadair hace ya varias décadas diseñó un avión especial para incendios forestales. Son caros, pero terriblemente eficientes. El gobierno no quiere comprarlos, argumentan que son muy caros para que funcionen solo tres meses al año y que su efectividad es relativa.
Los hidroaviones no apagan incendios, y es ahí donde se cree que no sirven. Porque el hidroavión moja alrededor del incendio para que el fuego no se propague. En un ambiente seco un poco de humedad hace una diferencia más que notable. Hace poco más de 15 años funcionaron un par de temporadas un par de aviones que trabajaban en cadena, y casi ningún incendio se descontroló.
En un momento dado el gobierno español había ofrecido alquilar sus hidroaviones. Eran entre 15 y 20 aviones que tenían. Durante su invierno, nuestro verano, estos aviones no están funcionando, por lo que creyeron que sería una buena idea traerlos y repartirlos en todo el país, pero otra vez el gobierno no quiso.
El otro problema de los aviones basados en tierra (como el fumigador) es que requieren de una pista de aterrizaje y de un camión tanque que lo rellene con 2 mil litros de agua entre cada vuelo. Ese avión basado en tierra requiere de un camión con agua que bien podría estar ayudando a la gente en tierra a apagar el incendio.
Si bien los aviones hidrantes son de gran ayuda para controlar incendios, las cosas no se arreglan comprando los aviones ni contratando 20 mil bomberos. Los incendios intencionales hay que evitarlos a toda costa. La mayoría de los incendios son apagados por alguna lluvia milagrosa aunque tardía, luego que la devastación tiene lugar. Entre medio están los bomberos que arriesgaron la vida para salvar lo que pueden, porque es su trabajo defender a la gente y al ambiente, el ambiente que algunos se esmeran en destruir.
Salvo los incendios ocasionados por rayos, todo el resto son ocasionados por la mano del hombre. La mayoría en forma intencional. Todos los fuegos descontrolados se inician con una pequeña llama y una débil columna de humo. Todos los incendios que arrasan con todo se pueden controlar a tiempo. No existe un sistema de respuesta rápido, pero se podría hacer. En 1996 tres grandes incendios simultáneos más cientos de focos e incendios menores barrieron con bosques y pastizales. Los dos años siguientes efectivos del BORA (una división especial de la policía rionegrina) patrullaron las zonas más comprometidas con los incendios. En esos dos años hubo menos incendios que en los últimos dos meses.
Mapa del área circundante al ejido municipal de San Carlos de Bariloche
Estos son los principales incendios de los últimos 12 años. El (1) es el del cerro Capilla, acaecido en Marzo de 1987. Dantesca imagen el de los coihues cayendo encendidos al lago. El (2) es el incendio de Catedral de 1996. Se quemaron unas 580 hectáreas. El (3) fue un incendio ocurrido hace unos 10 años. En aquella ocasión se quemó toda la ladera Este del cerro Carbón. El Club Andino Bariloche convocó a un grupo de voluntarios quienes sobre el filo del Carbón evitaron con éxito que el fuego cruzase al valle del Challhuaco (4). En 1996 aquello que lograron salvar desapareció casi en su totalidad por el incendio que ocurrió casi en simultáneo con el de Catedral. El cerro Carbón hoy día es un pedazo de estepa. El (5) fue un incendio ocurrido en la estancia Tequel Malal, sobre la margen Norte del lago y sobre territorio neuquino. Sucedió en 1997 y fue apagado prontamente por un helicóptero Chinook que estaba siendo presentado ese mismo día, lo que hasta el día de hoy genera muchas suspicacias. El (6) fue el primer incendio de 1999. Se inició en la base del cerro Ventana y en una tarde quemó dos forestaciones y tres casas de un barrio que cruzó casi sin tocarlo. Fue apagado totalmente a fuerza humana, ya que la lluvia llegó un mes más tarde. El (7) es el llamado incendio de la estancia La Paloma, distante a unos 7 kilómetros del Centro Cívico. Se inició en la periferia de la ciudad y por la acción del viento se escapó a la montaña. Este incendio quemó lo que se salvó del primer incendio del cerro Carbón, lo que estaba recuperándose y un par de forestaciones de la estancia. Fue detenido también por los brigadistas, quienes emplearon un contrafuego (es decir, encender un incendio controlado para cortarle el camino al incendio descontrolado) para evitar que se escapara a otro valle. Por último tenemos el último incendio de Catedral (8). Siendo intencional, pareciera que decidieron quemar lo que fue salvado en 1996.
Mapa del área del lago Los Moscos – Cerro Falso Granítico
En rojo el área quemada. Lo más próximo a lo celeste son pedreros de altura. La imagen abarca unos 20 kilómetros a lo ancho. |
En esta zona hubo dos incendios: El primero ocurrió a principios de Enero de 1999 y afectó unas 103 hectáreas. A fines de Febrero se declaró el incendio principal que nació cerca al primero, lo que hizo suponer que se trataba de un rebrote. A diferencia de éste, el segundo contó con el viento para propagarse velozmente. En una tarde ya se había extendido por toda la ladera Norte del cerro Falso Granítico y continuaba con su viaje hacia el valle del río Llodconto y el cerro Padre Laguna. El segundo incendio duró unas tres semanas hasta que pudo ser declarado como extinto. Abarcó un área tan extensa que en un momento dado se calculó que había un bombero forestal por cada 3 hectáreas de incendio, sin contar lo ya quemado y apagado. La superficie total afectada fue de 4210 hectáreas, contando ambos incendios, una superficie equivalente a la quinta parte de la ciudad de Buenos Aires. La cantidad de árboles perdidos ronda los 2 millones.
Area afectada por el incendio de la Estancia San Ramón. Se originó por una tormenta eléctrica entre el aeropuerto y el pueblo de Dina Huapi. Al principio el fuego se extendió hacia el norte hasta cruzar el río Limay. Todos los esfuerzos se concentraron en evitar que el fuego alcanzara a Dina Huapi. Un cambio de viento lo frenó y desvió al Este, donde se propagó sin control hasta llegar al río Pichi Leufu donde fue apagado por la lluvia. El casco de la estancia está a unos 25 Km. al Este de Dina Huapi. El área afectada por este incendio se calcula en unas 22 mil hectáreas (casi la superficie total del ejido municipal de Bariloche o Capital Federal). Marcado con (1) está el incendio de cerro Villegas, originado unos días antes también por una tormenta eléctrica.
5. Los saldos de los incendios
Cuando un incendio ocurre en un bosque y los que mueren son los árboles, entonces las víctimas las podemos contar por miles y tal vez millones. Un cálculo conservador determina unos 2000 a 3000 árboles en un bosque denso. Si hablamos que en el ‘99 se quemaron 5944 hectáreas de bosque de ñire, ciprés y coihue, entonces se puede decir que murieron unos 15 millones de árboles.
En 1999 hubo muchos incendios grandes. Siete, en total, más que en ningún otro momento histórico de la zona aledaña a Bariloche. Los incendios de estepa (Ran Ramón y Villegas) suman más hectáreas porque el fuego se conduce con mayor velocidad, pero la capacidad de recuperación es mayor.
Haciendo un poco de historia Se puede decir que 1996 fue el primer año de los grandes incendios, cuando simultáneamente los incendios de Catedral, Challhuaco y Rincón Grande cubrían gran parte del horizonte barilochense. Ese año se quemaron de bosques 2335 hectáreas, clasificadas según el siguiente cuadro: A fin de mantener una coherencia con el gráfico de 1996 también se discriminó la estepa en esta instancia. Con el cuadro siguiente podemos apreciar cuál es la relación entre la superficie total de bosques quemados en 1996 y 1999. En 1999 hubo más equipo y más brigadas para combatir el fuego que en 1996. Y si este gráfico lo desglosamos en especies… Por una cuestión de lógica matemática el cuadro debería bajar al tener más gente y material dispuesto a apagar incendios, y sin embargo las curvas suben.
Al finalizar este trabajo nos damos cuentas de lo perjudicial y devastadores que son los incendios en la República Argentina, y que casi nadie hace nada para mitigarlos, los que tratan no tienen los recursos y los que tienen los recursos no les importa y no se ocupan. Si esto sigue así, no dentro de mucho tiempo la situación será irreversible y es ahí cuando se van a empezar a preocupar, pero ya será demasiado tarde.
Http://danbat.com.ar/incendios www.greenpeace.or.ar EcoWeb: www.ecoweb-la.com Enciclopedia Microsoft Encarta ’99 Atlas Argentino y Americano, Roberto O. Antonio S.A.C.I., edición 1966, Buenos Aires
Autor:
Alejandro Carreiras