- Introducción
- Siete premisas para la participación en la construcción de la nueva Colombia
- Significado y contenido de la participación ciudadana
- Las formas más comunes de participación
- Normas aplicables vigentes
- Bibliografía de consulta
Introducción.
El presente documento tiene el doble propósito de brindar al lector algunas reflexiones que permitan recuperar el verdadero sentido de la participación ciudadana en la construcción de "lo publico", y por otro lado, dar a conocer de manera esquemática, las principales formas de participación previstas en el ordenamiento jurídico Colombiano vigente.
La violencia y la degradación de los derechos humanos han lesionado hoy de manera grave la dignidad de muchos colombianos. Los niveles de autoestima son precarios y ello tiene incidencia directa en el ejercicio de los deberes y de los derechos ciudadanos, uno de los cuales es la participación. Esta circunstancia impone importantes desafíos a la sociedad (que es algo mas que la suma de personas) para construir individuos autónomos, dignos y responsables y ello no es otra cosa que permitir la liberación de las amarras impuestas por las tradiciones y las costumbres autoritarias que inhiben a la persona llegar a ser "ella misma". El descubrimiento de "si mismo", inmediatamente plantea la inquietud de la relación con "el otro", inquietud que propone impresionantes oportunidades para superar la exclusión social, que es la negación absoluta de toda forma de participación… convoca a un nuevo ejercicio político de la ciudadanía.
El primer paso quizá es que esos individuos consientes y autónomos se asocien, que generen organizaciones para potenciar su capacidad de influir e incidir en el diseño y en la marcha del destino colectivo. Una sociedad es capaz de adueñarse de su destino no solo, cuando sabe pensar el futuro, sino cuando se organiza, cuando genera redes sociales para construirlo.
La participación que requiere la democracia esta relacionada con las aspiraciones que abriga la gente acerca del futuro, con sus sueños y sus utopías. La aspiración generalizada es la paz, porque la echamos de menos y nos hace mucha falta. Los sueños y las utopías se refieren a los proyectos individuales y sociales para el bienestar y para hacer viable la felicidad. Son el fundamento de la integración social y de la potenciación del capital humano.
Por eso la participación comunitaria no puede seguir siendo solo un instrumento para legitimar un orden injusto y excluyente, o para resolver problemas coyunturales. Colombia requiere de una participación fundante, es decir, de un nuevo pacto que le dé vida al futuro.
PRIMERA PARTE.
Siete Premisas para la Participación en la Construcción de la Nueva Colombia.
La participación de los diversos estamentos de la sociedad civil en la definición del destino colectivo y de las decisiones públicas, es fundamento de la democracia municipal o de lo que es lo mismo: de la democracia cotidiana. Es por ello que antes de adentrarnos en el conocimiento de los instrumentos y mecanismos de participación ciudadana, es necesario incorporar algunas reflexiones sobre el proceso colombiano actual.
1. ALIANZAS ENTRE RICOS Y POBRES.
En Colombia, especialmente a partir de la Constitución de 1991, se han profundizado los esfuerzos para sistematizar y construir nuevas perspectivas teóricas acerca del tema de la participación.
Pero antes de dicha Constitución, y particularmente en la década de los años sesenta, se produjo un gran movimiento de reflexión sobre las relaciones Estado –Comunidad.
Esa reflexión tenía un eje común que era la generación de escenarios compartidos entre la cultura de la pobreza y la cultura del desarrollo.
Una idea genérica denominada "modernización" quiso funcionar como el cemento articulador entre los intereses que sobre el Estado tenían las clases dirigentes más progresistas, y los intereses que sobre ese mismo Estado tenían las clases más pobres.
Como pasa con toda alianza entre sectores sociales, la fórmula encontró en los grupos dirigentes más retardatarios, tanto por razón de sus ideas como de sus prácticas económicas, la fuerza reactiva que frustró las posibilidades de esa alianza modernizadora.
Algo parecido ocurrió con el maravilloso experimento político del doctor Jorge Eliécer Gaitán y sus huestes liberales y conservadoras de los años 40 y 50.
Sin embargo, existe una diferencia que los historiadores han señalado: mientras la alianza modernizadora liderada por Jorge Eliécer Gaitán tenía como actores principales los intereses, los lenguajes, las potencialidades y los recursos físicos y mentales de los pobres de la ciudad y el campo, la alianza modernizadora de los años sesenta y setenta tenía como actores principales los intereses, las ideas y las potencialidades de un grupo de empresarios, propietarios y profesionales, y como actores secundarios a esos mismos pobres.
La alianza de pobres y empresarios que imaginó Gaitán miraba a la revolución nacionalista, estimulada por una estrategia de restauración moral y de justicia.
La alianza de empresarios y pobres de los años 60 y 70 miraba al desarrollo y la modernización, y tenía como base una propuesta masiva de reformas sociales y económicas.
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