Altar dedicado a Kong en la Isla de la Calavera
(Del film próximo a estrenarse en marzo de 2017)
El monstruo y las monstruosidades anunciadas
LOS MONSTRUOS DEL CINE y las crisis empezaron a darse la mano desde la década de 1930 y no han parado de aparecer y desaparecer respetando ?a primera vista? los ciclos augurados por el economista Nicolái Kondratiev para el mundo del capitalismo.
Según este autor, la sucesión de momentos de crecimiento y prosperidad generalizada, seguidos inmediatamente por profundas crisis y prolongadas depresiones, constituyen una constante que, de acuerdo con algunos estudiosos del tema, se ha venido dando desde finales de los años "20 del siglo pasado.
Una de cal y otra de arena, diría mi abuela.
Pero a pesar de los debates académicos que esa teoría despertó desde el momento mismo en que fue planteada ?desvelando a muchos especialistas, incluso hoy en día?, hay algo que se advierte al tomar una prudente perspectiva histórica de los hechos: las monstruosidades irrumpen en la pantalla grande (y en la literatura) cuando las cosas no andan bien.
Vampiros, zombis, hombres-lobo, momias y, naturalmente el Rey de los Monstruos ?King Kong? asomaron ?y siguen asomando? sus garras y colmillos en tiempos difíciles.[1] Épocas de desasosiego, pérdida de las fuentes de trabajo, inflación, deflación y desempleo; desesperación y hambre; injusticia social, concentración de la riqueza y apatía de aquellos que están ?o deberían estar? encargados de buscar soluciones a todos esos problemas.
Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo y el zombi
Clásicos monstruos en tiempos difíciles
1933, 1976, 2005 y su prolongación hasta el año 2016, son fechas claves en el proceso de crisis del neoliberalismo y sus consiguientes depresiones.[2] Y no es casual que, en cada una de esas fechas, el monstruoso gorila gigante de la Isla de la Calavera irrumpiera en el imaginario colectivo a través de sendas películas de aventuras que lo tenían de protagonista.
La crisis desatada por la ortodoxia económica impuesta por el imperio de turno, el miedo y Kong vienen en combo. Son los lados de un mismo triángulo. Tres partes de la misma cosa.
La Gran Depresión (1930) vio el estreno de la primera versión cinematográfica.[3] La Crisis Energética (1976) ?producto del aumento del precio del petróleo y del inicio del desmantelamiento del Modelo Keynesiano? fue testigo de la primera remake que se hiciera del film original.[4] Finalmente, la vigencia mundial del llamado Capitalismo del Desastre (2005-2016), generó las condiciones para se insistiera por segunda vez con un nuevo film de Kong (2005)[5] y una secuela (producida y filmada este año y próxima a estrenarse en marzo de 2017).[6]
Cual fruto indeseado de una planta trepadora que amenaza con estrujar los vestigios de un edificio abandonado a su propia suerte, sin protección ni cuidados, Kong floreció con cada crisis prometiendo arrasar con todo lo que encontrara a su paso; del mismo modo que el libre mercado, depredador por definición, desestabiliza y destruye los logros de una economía dirigida a conseguir el progreso de las mayorías.
Pocas cosas sobreviven ante su peso y tamaño. La presión ejercida es tan enorme que hasta la tecnología se vuelve en parte inoperante. Nada parece detener el avance del gigantesco gorila. Únicamente el tiempo ?con sus ciclos recurrentes? envía a Kong a un olvido temporario, estacional; sabiendo que ?como McArthur? volverá algún día.
Agazapado, el rey de la Isla de la Calavera, pareciera estar siempre esperando el momento adecuado para dar el golpe; nunca definitivo pues, como en el mito de Sísifo, está condenado a repetirse una y otra vez.
Como si fuera un monarca derrocado y restaurado una y cien veces, la maldición de su eterno retorno vuelve su sombra cada vez más densa y siempre presente.
Kong como metáfora a las profundas crisis del siglo XX
Hubo una época en la que King Kong, aún siendo un personaje de la ficción, era algo palpable. Concreto. Se lo podía tocar. Mover de un lado a otro. Armarlo y desarmarlo como lo que en realidad era: un muñeco.
En el primer film de 1933 los productores utilizaron una compleja figura articulada de apenas unos pocos centímetros de alto, con la cual, gracias a la técnica de stop-motion, se logró que el gorila cobrara vida en la pantalla, con enorme éxito. Los espectadores de entonces quedaron maravillados. Se atemorizaron. Temblaron de terror como lo habían hecho dos años antes en el estreno del Drácula (1931) protagonizado por el gran Bela Lugosi. Pero, en años posteriores ?y tras un par de secuelas mucho menos exitosas (por ejemplo, El Hijo de Kong, 1933, o Konga, 1961)? la sensibilidad de la gente cambió y lo que antes generaba pasmo empezó a producir risa.
Kong dejó de ser verosímil. Sus toscos movimientos dejaron de convencer y las generaciones posteriores a la Gran Depresión tuvieron que esperar más de cuarenta años para volver a sacudirse de asombro frente al gorila hollywoodense. Claro que por entonces ?1976? las claves del éxito pasaban por otro andarivel. Uno en el que el gigantismo y los avances mecánicos ?exitosamente divulgados por Steven Spielberg en su film Tiburón (1975)? reencausaron la capacidad de asombro y verosimilitud de los cinéfilos otra vez hacia el miedo y la sorpresa. Esta vez gracias a un descomunal muñeco animatrónico de 17 metros de altura y 6,5 toneladas de peso.
La mecánica puesta en función de Kong
King Kong de 1933 (primeras dos fotos desde la izquierda)
King Kong de 1976 (tercera y cuarta foto desde la izquierda)
Pero en épocas de cambios cada vez más acelerados, el impacto duró menos que antes. El gigante no mantuvo su corona por mucho tiempo. El desencanto sobrevino rápido y una lluvia de críticas (en mi opinión muchas de ellas injustas) se desplomaron sobre el film del "76.[7]
Los costos habían sido descomunales. Los casi dos millones de dólares que había salido construir al Kong hidráulico debían recuperarse de algún modo. Así, en años posteriores al estreno, el director y los productores decidieron sacar a pasear por el mundo al muñeco animatrónico, alquilándolo a buen precio en shows y ferias de supuesta categoría.
Fue así cómo Kong llegó a la Argentina en 1978, siendo expuesto en el predio de la Sociedad Rural del barrio de Palermo y más tarde, en plena temporada veraniega del año 1979, trasladado a la ciudad balnearia de Mar del Plata donde fue la estrella principal de un espectáculo circense de escasa repercusión.
El Kong digital
King Kong de 2005 (izquierda) – King Kong de 2017 (derecha)
Poco tiempo después, la presencia de Kong se desvaneció casi en el olvido; y aunque nunca dejó de estar, especialmente en algunas series de dibujos animados, logotipos y souvenirs, debieron pasar tres largas décadas hasta que Peter Jackson lo resucitara en 2005. Pero en este tercer retorno a la pantalla grande, Kong ya no era el mismo. Había perdido su condición material. La nueva tecnología, esta vez de la mano de la revolución digital, lo trasladó al universo binario de las computadoras. Y allí se mantiene desde entonces. En un mundo paralelo, sólo visible en una pantalla. Más realista. Muchísimo más realista. Impactante. Casi real, pero evanescente como el humo.
Lo que perdió en materialidad lo ganó en realismo y ferocidad.
Hoy, gracias a la magia de los más avanzados software de animación, Kong regresa como nunca lo había hecho antes, inaugurando un nuevo reinado de terror, sorpresas y maravillas.
La restauración perfecta se ha concretado y, aún sin corona, el gran simio vuelve a ser el insuperable rey de los monstruos en plena crisis.
Hemos dicho de todo sobre King Kong. La crítica no escatimó tinta a la hora de interpretarlo y reinterpretarlo una y otra vez. Las lecturas hechas sobre el personaje y la trama (sencilla) del film son múltiples y variadas. Muchas anacrónicas y exageradas. Otras interesantes, por más que se alejen del objetivos expresado oportunamente por su creador director, Merian C. Cooper, cuando ?poco después del estreno en 1933? sostuvo con vehemencia que lo que había pretendido era únicamente entretener. Sencillo, cortito y al pie. Pero el argumento resultó insuficiente. Y tal vez lo sea. No cualquier personaje de ficción se convierte en ícono, como Kong. Es claro que más allá de la evasión buscada, más allá de la necesidad de distraerse por espacio de una hora y media de los problemas reales, hundiéndose en la butaca de un cine, hay otros resortes que, si proponérselo, Cooper tocó, resumiendo necesidades, temores, deseos, fantasías y sueños de un colectivo enorme. Repito: no es vano King Kong es un ícono que atravesó el siglo XX, internándose con fuerza en el siglo XXI; ni es casual que su reinado sea restaurado de tanto en tanto, como deseando reafirmar y exhibir ciertas ideas recurrentes del imaginario colectivo.
Kong personifica la punta de un iceberg enorme. Similar al que hundió al Titanic en 1912 y echó a pique toda una época de optimismo y progreso indefinido. Él anunció en 1933 que los monstruos no habían sido derrotados por la razón y el positivismo. La bestia se mantenía latente. Tomando fuerza. Lista a destruir de un pisotón todo el andamiaje de seguridad que se había construido y se creía eterno. De alguna manera, Kong fue ?en su primera versión? un reflejo no muy lejano de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y de todas las calamidades desatadas por el conflicto. Nadie volvió a ser el mismo después de 1914. Resultó imposible no reconocer que el salvaje interno todavía anidaba dentro de nosotros. Éramos tan bestias como el monarca de la Isla de la Calavera.
Temible, machista, violento. Sexualmente amenazante. Un rey capaz de engullirse, como el Saturno de Goya, a sus propios hijos. Una figura paterna, adorada y respetada como un Dios que vio la luz el mismo año en el que Adolf Hitler asumía el cargo de canciller y se convertía en el führer de toda Alemania.
El rey Kong también era temido y reverenciado. Producía admiración y respeto. Concentraba en su seno la semilla del desastre que pronto sobrevendría. ¿Profético? Creo que sería decir demasiado. Aunque, considero sintomático que la última versión a estrenarse en marzo de 2017 se presente a sólo dos meses de la asunción de Donald Trump como emperador electo del Imperio Americano.
Saturno devorándose a su hijo (Goya) y Kong haciendo lo propio en el film de 1933
Ya lo hemos dicho: Kong da para todo. Es polisémico. Permite variadas lecturas, en principio todas ellas lógicas. Por tal motivo, coincidiendo con el crítico José A. Cabo, no creemos que la trama del film pueda reducirse a una sencilla ?aunque escabrosa? historia de amor, entre la bella y la bestia.[8]
Siempre me negué a ver en King Kong sólo un culebrón de amor imposible, aunque reconozco la larga tradición mitológica de zoofilia presente en la historia occidental, y de la cual ?tal como lo señalara Alejandro Vignati? Kong es su heredero.[9]
En mi opinión no deja de ser una mirada más sobre el tema. En lo personal, prefiero considerar el film de Kong ?los filmes? como un compendio de intereses de larga duración que, de acuerdo con las épocas, se adapta una y otra vez a las necesidades de cada presente, denunciando grandezas y miserias, deseos prohibidos y pesadillas. Y, como el iceberg antes nombrado, escondiendo más de lo que revela. Convirtiéndose, también, en un símbolo del misterio y del exotismo.
Su Isla de la Calavera lo es. Su muralla, también.[10] Reductos últimos de Terra Incognita, reducida frente al embate de la globalización capitalista.
Pero hay más.
Las parábolas no se agotan con lo antedicho. Son sólo el principio.
Por ejemplo. No faltaron los críticos que establecieron un alambicado paralelismo entre la historia de Kong y la de la esclavizad negra en América.[11]
Como las piezas de Indias (nombre con el que eran conocidos los esclavos negros durante el período colonial), Kong vivía en plena libertad ?en estado de naturaleza? antes de la llegada del hombre blanco, su ciencia y tecnología.[12] El arribo de la "civilización" sería su ruina. Tal como lo muestran las fotos de arriba, las etapas de la trata de esclavos (cacería-captura-traslado en barco-explotación) podrían ser apreciadas a lo largo de la película.
Claro que el impacto imperialista traería (como siempre) consecuencias no deseadas.
Nadie puede esperar que todo se mantenga idéntico después de semejante ingerencia. La rebelión y la resistencia se adosan a la última parte del film, cuando Kong, rompiendo las cadenas que lo sujetaban, genera el caos en el corazón mismo de la metrópoli, imitando lo que en numerosas ocasiones hicieron los negros al convertirse en cimarrones, organizando quilombos y resistiendo activamente la opresión de sus antiguos captores. Pero Kong muere. Como murieron miles de africanos luchando por su libertad. Destino inevitable de los rebeldes en el universo ideológico de escritores y guionistas conservadores.
Kong como representación de las pulsiones inconcientes más primitivas
Aún así, esta lectura política puede ser rebatida y/o complementada por otra de corte psicoanalítico (que, como el lector podrá imaginar, no ha faltado).
Lane Roth[13]semióloga y especialista en teoría psicológica del cine, escribió en 1976 (al momento de estrenarse la primera remake de King Kong) la siguiente interpretación:
"Kong es un tipo de fuerza todo-poderosa y misteriosa en la isla, detenido por una sólida muralla. ( ) En términos freudianos, Kong es claramente una representación del ELLO, oscuros poderes inconcientes reprimidos. ( ) El inconciente sumergido. ( ) Kong atravesando la muralla es una metáfora de pasión que estalla a través de las barreras de la represión. ( ) Kong corriendo enloquecido por la ciudad es el ELLO confrontado al YO, las primitivas necesidades instintivas violentamente controladas por la realidad."[14]
"Él es en gran parte el concepto freudiano de un chico o infante. Su meta se fija en un objeto, debe poseer ese objeto, y cualquier cosa que lo frustre debe ser destruida." [15]
Aterrador.
La naturaleza desatada.
La muerte de toda inhibición. De todo freno.
Un viaje al inconciente humano. Al corazón de las tinieblas del que habló Joseph Conrad. Pero, al mismo tiempo, símbolo de la inseguridad masculina y la misoginia, según otros.
¿En qué quedamos? ¿Con cuál quedarnos? ¿Deberíamos adoptar una mirada ecléctica y cercana a lo que se denomina diversidad de aproximaciones? Tal vez sea el camino más interesante y completo; no sólo para entender el film, sino los diferentes efectos que el film produjo a lo largo del tiempo.
Pero sigue habiendo más.
El crítico de cine José Antonio Cabo rescata un ángulo por demás revelador: el religioso.
Tanto para él como para el filósofo español Gustavo Bueno, "Kong es un animal numinoso". Una manifestación sagrada, concreta, extrahumana.[16] El resabio olvidado de las creencias más antiguas de la humanidad (religiones primarias) en las que la estrecha relación entre el hombre y el animal se mantenían sin escisión, como lo estarían más tarde (a partir del periodo neolítico, en el que se produciría el destronamiento del animal y el fin de su numinosidad).[17]
Protegidos y emparentados con las bestias, los seres humanos habrían sentido ser parte de una antiquísimo linaje totémico en el que las diferentes especies se confundían en una sola especie primigenia, animalesca en esencia.[18]
Si bien en los filmes de King Kong lo antedicho se revela a través de la temerosa adoración desplegada por los aborígenes de la isla hacia el Dios Kong, es bien sabido por los historiadores de las mentalidades, y los especialistas en religiones comparadas, que no fueron los gorilas los que originaron esas prácticas religiosas, sino otro animal enorme, musculoso y feroz: el oso.[19]
Mucho le costó al catolicismo desembarazarse de esa pesada rémora cultural. Fue una lucha son cuartel por quitarlo del medio. Por desnaturalizarlo; convirtiendo ?después de un largo proceso que se dio a lo largo de los 1000 años que duró la Edad Media? al plantígrado en un decadente animal de circo, amaestrado, semi-estúpido y asociado a los gitanos.
Pero el oso fue el primero. La diversificación de las creencias no dejó de prosperar a lo largo del dilatado período paleolítico. Fue así cómo otras bestias ?lobos, ciervos, elefantes, jabalíes, renos, cuervos, lechuzas, águilas, etc? terminaron convertidos en el origen de numerosos linajes étnicos por todo el mundo. Bestias numinosas. Reverenciadas. Temidas. Controladas mágicamente.
¿Será éste el motivo que explique la vigencia de Kong en el imaginario? ¿Se transformó el cine en un medio herético capaz de mantener viva la antigua llama de ligazón que nos unía con los animales? ¿Explica esto las fantasías morbosas que condujeron a millones de espectadores a fantasear con la unión sexual ?imposible por lógica (acá sí el tamaño importa)? entre la mujer raptada y Kong?
Los chistes nunca dejaron de pasar por alto este aspecto, hoy perverso de la psique. Y digo hoy porque ?tal lo dejamos entrever más arriba? en la letra de los más antiguos mitos clásicos (griegos y romanos) las relaciones zoofílicas, capaces de engendrar monstruos y héroes, eran permitidas y hasta "naturales".[20]
Pero el gorila, a diferencia de otros animales (no tanto del oso) participa de semejanzas estructurales con el hombre. Es sabido que compartimos un antepasado común hace por los menos unos 15 millones de años y que el parecido físico ?incluso genético? nos emparienta. Lamentablemente esto alimentó argumentos racistas a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, especialmente después de haberse descubierto el primer gorila vivo en el corazón del Congo africano. Animal que encarnó el sadismo, la violencia y el misterio hasta bien entrada las dos primeras décadas del siglo XX.
Negros y monos entraron a ser parte de un juego peligroso, discriminador y lleno de prejuicios. El morbo detrás del imaginario ?incluso del imaginario científico y de divulgación? se instaló y no faltaron los que pensaron en la posibilidad de crear un híbrido mono-humano en el laboratorio. Los años "20 primero, y la Guerra Fría después, permitió que circularan rumores antisoviéticos que hablaban de un fantasioso plan de Stalin (encomendado al genetista ruso Ilya Ivanov) consistente en crear un ejército de hombres-mono resistentes al hambre, el dolor y el frío. El soldado perfecto. Elucubración que no dejó de aparecer en filmes y series de ciencia ficción de televisión de los años "50 y "60.[21]
La lascivia de Kong y otros gorilas del cine (censurada la mayor parte de las veces)
recuerda las míticas uniones sexuales entre los dioses ?convertidos en animales? y los seres humanos
Kong está una vez más de regreso.
Se anuncia, para el mes de marzo de 2017, un nuevo film que promete ser emocionante (Kong: La Isla de la Calavera).
El gigantón se niega a morir. O tal vez esté dispuesto a morir por cuarta vez, quién sabe.
¿Qué nuevo aporte dará este film? ¿No se ha dicho ya todo sobre Kong?
¿Estaremos de nuevo frente a un mero despliegue de efectos especiales que aletarguen el sentido común, no requerido para disfrutar de este tipo de películas? ¿Será sólo un acto de exhibicionismo técnico o desencadenará otro océano de presuntuosas interpretaciones psicológicas, políticas y sociales?
Cualquiera sea el resultado, lo único cierto es que Kong sigue siendo una figura insoslayable de la cultura pop.
Un termómetro de nuestra época y una muy buena excusa para ir al cine.
Autor:
Fernando Jorge Soto Roland*
Diciembre 2016
[1] Los monstruos cl?sicos de los Estudios Univesal de Hollywood (Dr?cula, Frankenstein, El Hombre Lobo, La Momia y el propio King) fueron filmes destacados en plena crisis del ?30.
[2] V?ase: Klein, Naomi, La Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre, Editorial Paidos, Buenos Aires, edici?n del 2011 (primera edici?n 2007).
[3] T?tulo original: King Kong, 1933 .Duraci?n 100 min. Pa?s?Estados Unidos. Director: Merian C. Cooper,?Ernest B. Schoedsack. Gui?n: James Ashmore Creelman,?Ruth Rose (Idea: Edgar Wallace). M?sica: Max Steiner. Fotograf?a: Eddie Linde,?Vernon L. Walker,?J.O. Taylor (B&W). Reparto: Fay Wray,?Robert Armstrong,?Bruce Cabot,?Noble Johnson,?James Flavin,?Sam Hardy,?Frank Reicher. Productora: RKO Radio Pictures.
[4] T?tulo original: King Kong. A?o: 1976. Duraci?n: 135 min. Pa?s:?Estados Unidos. Director: John Guillermin. Gui?n; Lorenzo Semple Jr. (Idea: Edgar Wallace,?Merian C. Cooper). M?sica: John Barry. Fotograf?a: Richard M. Kline. Reparto: Jeff Bridges,?Jessica Lange,?Charles Grodin,?John Randolph,?Rene Auberjonois,Julius Harris,?Jack O'Halloran,?Denis Fimple. Productora: Paramount Pictures presenta una producci?n Dino de Laurentiis. G?nero: Fant?stico?|?Remake.?Animales.?Simios.
[5] T?tulo original: King Kong. A?o: 2005. Duraci?n: 187 min. Pa?s:?Estados Unidos. Director: Peter Jackson. Gui?n: Peter Jackson,?Frances Walsh,?Philippa Boyens (Historia: Merian C. Cooper,?Edgar Wallace). M?sica: James Newton. Howard. Fotograf?a: Andrew Lesnie. Reparto: Naomi Watts,?Adrien Brody,?Jack Black,?Thomas Kretschmann,?Jamie Bell,?Lobo Chan,?Kyle Chandler,?Colin Hanks,?Evan Parke,?Andy Serkis,?Ray Woolf. Productora: Coproducci?n USA-Nueva Zelanda; Universal Pictures / WingNut Films.
[6] T?tulo original: Kong: Skull Island. A?o: 2017. Pa?s:?Estados Unidos. Director: Jordan Vogt-Roberts. Gui?n: Max Borestein,?John Gatins. Fotograf?a: Larry Fong. Reparto: Tom Hiddleston,?Brie Larson,?Samuel L. Jackson,?John Goodman,?John C. Reilly,Toby Kebbell,?Thomas Mann,?Corey Hawkins,?Jason Mitchell,?Shea Whigham,?John Ortiz,?Eugene Cordero. Productora: Warner Bros. Pictures / Legendary Pictures.
[7] Nota: Yo ten?a apenas 13 a?os de edad cuando la vi en el cine al momento del estreno en Buenos Aires. Convengamos que a esa edad la capacidad de asombro estaba intacta. S?lo m?s tarde sobrevendr?a el ?m?s de lo mismo?.
[8] V?ase: Cabo, Jos? Antonio, Cometarios a King Kong. Disponible en Web: http://www.nodulo.org/ec/2006/n049p17.htm
[9] V?ase: Vignati, Alejandro, King Kong el simio er?tico, Editorial ATE, Barcelona, 1976.
[10] V?ase del autor: La Muralla de Kong. Disponible en Web: http://www.academia.edu/26442640/LA_MURALLA_DE_KING_KONG
[11] V?ase, Cabo, J.A., op.cit.
[12] Cualquier semejanza con la letra de la canci?n El Oso, de Moris (publicada en 1970) ?es pura coincidencia? ?Estar?a Kong d?ndole vuelta en la cabeza al autor del tema? Concientemente, seguro que no. Pero la trama es muy parecida (aunque con final feliz). Cuenta en?primera persona?la historia de un?Oso que viv?a feliz en su?bosque?hasta que lo captura el?hombre. Vive cuatro a?os en un circo?hasta que una noche escapa, regresando a su hogar, donde vuelve a ser feliz como antes. ?Bien por el oso!
[13] Ver curr?culum vitae de la Dra. Roth. Disponible en Web: https://fineartscomm.lamar.edu/communication/faculty/lane-doc-roth.html
[14] Roth, Lane, ?King Kong en el div?n de Freud?, citado por Alejandro Vignati en King Kong el simio er?tico, op.cit. pp. 250 y 251.
[15] Ib?dem, P?g. 249.
[16] V?ase: Bueno, Gustavo, El animal divino, Ediciones Pentalfa, Oviedo, 1996.
[17] V?ase conceptos expresados por G. Bueno en link disponible en Web: http://www.fgbueno.es/gbm/gb1985ad.htm
[18] Nota del autor. Resulta interesante otro comentario realizado por Rom?n Gubern (cr?tico e historiador del cine de terror): ?King Kong es exhibido en el escenario de un teatro, atado con cadenas de acero y en postura de crucifixi?n, cuya connotaci?n religiosa y martirol?gica es muy obvia?. Citado por A. Vignati, op.cit. P?g. 228
[19] V?ase: Pastoureu, Michel, El Oso: historia de un rey destronado, Editorial Paidos, Espa?a, 2008.
[20] V?ase; Vignati, Alejandro, ?El sue?o de los dioses? en op.cit., pp.17-49
[21] Para una entretenida s?ntesis de esta leyenda/rumor v?ase: Los guerreros mono de Stalin. Una producci?n de la serie Monster Quest. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=012QZRoy3V8