La visión económica antiimperialista en la obra de José Martí
Cuando hablamos de Imperialismo en un país en construcción del socialismo lo más correcto es hacer referencia al político devenido filósofo Vladímir Ilich Lenin cuando expresó que el imperialismo había surgido como continuación directa del desarrollo de las propiedades del capitalismo en general, de esta forma lo explica:
"El capitalismo se trocó en Imperialismo Capitalista únicamente al llegar a un grado muy alto de su desarrollo cuando algunas de las características fundamentales del capitalismo comenzaron a convertirse en su antítesis lo mas fundamental en este proceso desde el punto de vista económico, es la sustitución de la libre competencia capitalista por los monopolios capitalistas."[1]
Esto se explica claramente pues la libre competencia es la característica fundamental del capitalismo pre-monopolista y el monopolio es todo lo contrario, al desplazar la gran producción por otra aun mayor y con más ganancias de por medio entre menos personas. V.I Lenin expresa de una forma muy básica la diferenciación del imperialismo:
"El imperialismo es la fase monopolista del capitalismo" –posteriormente la explica– por una parte, el capitalismo financiero es el capitalismo bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundidos con el capitalismo de los grupos industriales y por otra parte el reposo del mundo es el tránsito de la política colonial, que se extiende sin obstáculos a las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista."[2]
Si traspolamos estas ideas al continente americano, específicamente a Cuba podemos observar que la condición de colonia aun no apropiada por ninguna potencia capitalista, se da en nuestro país antes de 1898 con la intervención norteamericana en el conflicto hispano–cubano, la misma intromisión que se quiso evitar por tantos pensadores independentistas y antianexionistas entre los que podemos colocar como principal figura del período posterior a la guerra de independencia de 1868–1878 a José Martí Pérez.
Partiendo como base del análisis del fenómeno imperialista por parte del pensamiento antiimperialista martiano, vemos que con visión de buen estadista previó lo que las antillas pudieran representar en el fututo político y económica de la América hispana y el peligro que existía para la libertad de sus pueblos si se habría el istmo de Panamá y se apoderará de las islas de Cuba y Puerto Rico, de esta última idea se puede hacer constar mediante su escrito, "El tercer año del Partido Revolucionario Cubano". El alma de la revolución y el deber de Cuba en América publicado en Nueva York el 17 de abril de 1894 en el periódico Patria.
"En el fiel de las Américas están las Antillas, que serían, si esclavas, mero portón de la guerra de una republica imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder -mero fortín de la Roma americana- y si libres y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora –servirían en el continente la garantía del equilibrio, la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del norte que en desarrollo de su territorio hallará mas segura su grandeza que la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orden por el predominio del mundo.[3]
Incluso en La revista Ilustrada de Nueva York en mayo de 1891 publica su artículo "La conferencia monetaria de las republicas de América" donde plasma su opinión sobre las pretensiones de los EE.UU de ingerenciar la política económica y monetaria de los pueblos de América a su favor, por lo que avisa sobre los peligros que esto puede significar:
"Si dos naciones no tienen intereses comunes, no pueden juntarse. Si se juntan, chocan. Los pueblos menores que están aun en periodo de gestación, no pueden unirse sin peligro con los que buscan un remedio al exceso de productos de una población compacta y agresiva y un desagüe a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores".[4]
Más tarde enfatiza esta idea ligada a la voluntad de los Estados Unidos de extenderse mediante concesiones que pueden entretener a las naciones americanas, ocultando el verdadero sentido, el dominio del comercio y la economía americana.
"Dos cóndores, o dos corderos, se unen sin tanto peligro como un cóndor y un cordero. Los mismos cóndores jóvenes, entretenidos en los juegos fogosos y peleas fanfarronas de la primera edad, no defenderían bien; o no acudirían a tiempo y juntas a defender la prensa que les arrebatarse el cóndor adulto. Prever es la cualidad esencial, en la constitución y gobierno de los pueblos."[5]
Si seguimos remontándonos al surgimiento del pensamiento antiimperialista del Apóstol es de obligatoria condición referenciar la carta enviada a La Nación el 18 de abril de 1890 con respecto a la conferencia de Washington donde se opone al plan de arbitraje del los Estados Unidos que "pretenden convertirse en el alcaide ejecutor de todos los pueblos del Centro y Sur de América."[6]
Más aun se ve su labor previsora en la carta del 2 de noviembre de 1889 a la misma revista – Esta vez escrita desde Nueva York donde denuncia los intereses imperiales yanquis de establecer el control sobre el comercio de Latinoamérica para convertir a sus países en proveedores de materias primas y consumidores de sus productos manufacturados.
"Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, y obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repleto de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menor poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia".[7]
En estos momentos podría caber una pregunta ¿Por qué productos invendibles si está en la época de la libre competencia? Pues en los años que vivió Martí en los Estados Unidos era precisamente cuando el capitalismo entraba en su fase monopolista por lo que pudo conocer la forma injusta en que se gestaba la sociedad norteamericana; donde los grupos monopolistas controlaban la manufactura y comercio de los productos.
Las medidas proteccionistas utilizadas por estos frenaba la entrada de riquezas a la totalidad de la población. De esta manera anota en su trabajo La América, Nueva York, septiembre de 1883:
"A nadie daña tanto el sistema proteccionista, como a los trabajadores. La protección ahoga la industria, hincha los talleres de productos inútiles, altera y descalabra las leyes de comercio, amenaza con una tremenda crisis de hambre y de ira, a los países en que se mantienen. Solo la libertad trae consigo la paz y la riqueza. "[8]
Pero no se puede confundir esta protección con las medidas proteccionistas, que implantan los países para liberarse de la ingerencia comercial de los países monopolistas, pues de la que estamos hablando es la que usaban estos monopolistas incipientes para eliminar la libre competencia y extender su poder por todo el país hasta convertirse en exportadoras de su propia función capitalista. A este proteccionismo se refiere Martí en el articulo: "En comercio, proteger es destruir" publicado en marzo de ese año en la ya citada revista.
"En cada caso ha sido demostrado por los abogados de la fe librecambista la injusticia moral y el daño pecuniario de obligar a una nación tan basta como esta a vivir estrechamente y a gran costo, por el mero beneficio del escaso número de capitalistas y trabajadores que se ocupan de la producción en territorio nacional a precios altos, del artículos imperfectos, que toda la nación podría comprar perfecto a precios bajos, traídos del exterior. En cada caso se ha demostrado que no debe mantenerse a un pueblo de elementos tan robustos, vehementes y heterogéneos como este en el cultivo de una industria que, a pesar de oprimir el pase con sus grandes privilegios, no pueden mantenerse por si propias " [9]
Hemos dado un recorrido inverso por la obra económica antiimperialista de Martí hasta llegar casi a la base de la misma, demostrado que fue un proceso progresivo que concatenadamente interrelaciona sus escritos en la lucha y criticas contra el imperialismo hasta concluir en su carta a Manuel Mercado escrita el 18 de mayo de 1895. "Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extienda por las antillas los Estados Unidos y caiga, con esa fuerza mas sobre nuestras tierras de América "
Ni aun así, escribiendo tan solo a un día de que llegara su hora final, nuestro apóstol se equivocada, tan solo casi tres años después, la independencia de Cuba quedaba – verdaderamente – interrumpida por la intervención norteamericana en el conflicto y el fin de la guerra con España.
Autor:
Daysel Pimentel Martínez
Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas
2 Año Lic. Historia
2010
Evento Juvenil Martiano
[1] V.I Lenin. Obras escogidas. Progreso, Mosc?, 1961. TI. P?g. 765.
[2] Ibidem.
[3] En las entra?as del monstruo, Ciencias Sociales, 1984, P?g. 450.
[4] Ibidem. P?g. 413
[5] Ibidem. P?g. 414
[6] Ibidem. P?g. 580
[7] Ibidem. P?g. 353
[8] Ibidem. P?g. 88
[9] Ibidem. P?g. 75