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José Antonio Páez y su duro exilio (página 2)

Enviado por Rubén Contreras


Partes: 1, 2

Este fue un mal momento del general Páez ante la historia, ya que fue acusado como instigador. Pero si revisamos su acción o ejecutoria, entendemos que privó en él, el orden y las decisiones mal tomadas, hirieron su orgullo y el de sus seguidores que no aceptaron la baja dada al general y respondieron con orgullo patrio para devolver al general a su sitial, y ante la enmienda de la presidencia de la Gran Colombia, el caldo de cultivo empezó a horadar el surco de la unidad.

A pesar de esta disonancia, el general Páez mantuvo una actitud apegada a sus principios y a la legalidad constitucional y eso se aprecia cuando El Libertador Simón Bolívar viene a su patria en 1827 y reconoce al general Páez, como máxima autoridad en el departamento de Venezuela, y este también reconoce la autoridad del genio libertador como el conductor de la gran Colombia. Pero el mal ya estaba hecho, por lo que pudiéramos decir entonces que este escarceo es el primer traspiés en la vida política del centauro.

Un exilio a la fuerza

Luego en 1848, estando en funciones de presidente de Venezuela el general José Tadeo Monagas, el mismo que se había levantado en armas contra la república en 1831, 1833 y 1835 con la mal llamada revolución de las reformas, que depuso del solio presidencial al sabio José María Vargas, se produce el hecho lamentable del asesinato en el congreso del honorable diputado Santos Michelena, el 24 de enero, circunstancia que se produce por pretender desconocer la legalidad parlamentaria por parte del presidente Monagas, ante lo cual la mayoría de los integrantes del parlamento, con criterios contrapuestos a los del presidente deciden trasladar sus sesiones a la ciudad de Puerto Cabello, cuestión que no es aceptada por el ejecutivo y ordena el envío de tropas para el congreso.

Con esta acción se va a producir el rompimiento definitivo entre los dos caudillos y nos permite ver a un Páez recriminando a Monagas por esa actitud tumultuosa, exigiéndole que actúe con el decoro y la prestancia del magistrado conductor de la patria. Aquí observamos que el general Monagas, a pesar de haber sido propuesto y apoyado por Páez en su candidatura para la presidencia, todavía actuaba como resentido por su tardía escogencia al solio presidencial y suponemos que no le perdonaba a Páez, esa demora.

Lucubramos nosotros entonces que, conociendo Páez las virtudes y desempeño en sus acciones de quienes habían sido los protagonistas de la lucha libertaria y de sus ideas, apoyó en sus justas aspiraciones a José maría Vargas, el sabio civilista transformador de los estudios universitarios y proponente del desarrollo de la patria por medio de La Sociedad Económica de Amigos del País y de la gratuidad y obligatoriedad de la educación y al militar virtuoso y garante de la legalidad, al General Carlos Soublette.

No cesó el centauro en sus reclamos para orientar el camino democrático, pero no fue escuchado por Monagas, quien volcó su pasión hacia los adversarios políticos del centauro y se desató una confrontación en la cual resultó ofendido nuestro biografiado, quien a partir de ese momento sufrió los mas crueles desmanes y vejámenes por parte del presidente, quien actuando sin apego al respeto de la institucionalidad y de la investidura y del honor, mandó a Páez a los calabozos del castillo de San Antonio de su Eminencia en Cumaná.

Esta fue una dura prueba para el centauro, quien vio burlada su confianza y empezó a palpar en carne propia el desmoronamiento de la institucionalidad republicana.

Sale nuevamente en 1850 al duro exilio y tiene que afrontar la soledad del caído en desgracia, pero el orgullo de ser uno de los constructores de la patria, le mantiene erguido y a través del intercambio epistolar mantiene viva la llama de la restauración institucional el país, no cesa de escribir a sus amigos, civiles y militares, en la necesidad de recuperar el sendero del orden y del progreso que se había instaurado desde 1830 hasta 1847, cuando se sucedieron los gobiernos que actuaron bajo la egida de la constitución de 1830. En cambio en esos momentos se apreciaba como la ambición personal de un proyecto familiar, aderezado por unos demagogos incendiarios como Antonio Leocadio Guzmán y Ezequiel Zamora, quienes entre otros, despedazaban el andamiaje constitucional construido con tanto esfuerzo.

Por esas circunstancias nos atrevemos a extraer una cita del manifiesto escrito por Páez el 1 de agosto de 1848, antes de ser encarcelado, en el cual expone entre varias cosas, lo siguiente:

"Al orden legal que ha regido en Venezuela, ha sucedido un orden de violencia y de opresión, un cambio con antecedentes tan funestos, que puede vaticinarse como inminente el riesgo que amenaza a una parte de la sociedad, que en la carrera de la independencia y de la libertad, no ha excusado sacrificios (…) El magistrado a quien mi desventurada patria encargó de sus destinos en el año último se ha convertido en su encarnizado enemigo. El general José Tadeo Monagas ha reasumido el ejercicio de un poder arbitrario y para sostenerlo, ha excitado las más feroces pasiones de una parte de la sociedad contra la otra, y llamado a su alrededor a los hombres más señalados por sus crímenes o por su complicidad en las distintas conspiraciones que han agitado a Venezuela". (1)

Este testimonio nos deja entrever que a pesar de la buena voluntad de muchos de los hijos de la patria, siempre hay quien revestido de piel de cordero, antepone su ambición en contra de la razón para lograr sus fines personales, ocasionándole un rudo golpe al progreso y al orden establecido.

Ese golpe que va a sentir el general Páez, lo va a atormentar durante el resto de su vida, y va a sufrir en carne propia en el exilio, falto de recursos, de amigos, de su familia en la soledad desconocida sin la mano amiga y su acto de buena fe, pero el indómito llanero, como potro cerrero, templado por la faena dura del campo, auguraba un nuevo amanecer y se alimentaba con la esperanza para seguir cumpliendo con su vivencia y anhelo de la patria grande, y después de un largo exilio vuelve a su lar a tratar de recomponer lo destrozado y ante la insurgencia de los mal llamados federales, asume circunstancialmente la conducción del país en 1860 hasta 1863, cuando se firma el tratado de Coche y queda Venezuela bajo la conducción de Juan Crisóstomo Falcón, quien al promulgar la constitución de 1864 va a crear el departamento Vargas en honor al sabio guayreño, en reconocimiento al talento y al constructor de políticas en Pro del desarrollo del país.

Con la firma del Tratado de Coche entiende el general Páez, que a pesar de su esfuerzo, amor, desprendimiento, por restituir el sendero de la normalidad constitucional, debe ceder los espacios, los tiempos cambian, insurgen nuevos actores con proyectos diferentes, adecuados a los nuevos paradigmas y formas de actuar a las que estaba acostumbrado, y empieza un nuevo periplo por tierras que le cobijaron desde las Antillas hasta Nueva York, con un breve tránsito hasta Buenos Aires.

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1.-José Antonio Páez, Repertorio Documental. Pág. 55.

Otro exilio para no regresar

Estos nuevos tiempos agobian su preocupación, la unidad familiar no se va a recomponer, la querencia estimulada por las reminiscencias y añoranzas de los seres queridos alimenta el sentimiento de la paternidad y aviva el deseo de estar con los suyos, y como no puede estar físicamente con ellos, el intercambio a través de las cartas se hace más continuo, más exigente y aprovecha a cualquier viajero para enviar el recado, así como también angustiado por las exigencias de la vida diaria y ante la falta de recursos económicos, utiliza todos los argumentos a fin de que le sean restituidos sus sueldos para costear su estadía en tierras lejanas, en Nueva York, tal como lo apreciamos a continuación en carta a Federico Hellmund:

"Aquí todo está sumamente caro; la guerra no da esperanzas de concluirse y no hay como ganar ni la mantención, por eso es que estoy pensando en Santomas en donde si no puedo hacer mucho, pero estaré más cerca de mi familia a quien si no puedo ver, alguna parte de ella podrá venir a verme y acompañarme en caso de alguna enfermedad" (2).

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2.- José Antonio Páez, Repertorio Documental. Pág. 65.

Pero no desmaya y continúa en su suplica, exigiendo sus reivindicaciones a todos los niveles como lo apreciamos en otra carta a su amigo Federico Hellmund, encargado de tramitarle sus acreencias ante el gobierno venezolano:

"Le incluyo una carta para el general Falcón(…) que en ella le digo como usted vera, que se entienda con usted respecto a los modos de pagarme mis sueldos, yo pienso que el mejor modo es que usted arregle con el gobierno, exigiéndole a éste una orden para que la casa Boulton me de aquí la cantidad que me corresponda y le entregue allá a usted y que Boulton se pague por los derechos que ha de exhibir por sus introducciones en La Guayra y para conseguir eso quiero que usted hable en persona con Falcón" (3).

En 1864 va a tener un alivio en su estrechez económica dado que por gestiones de Guzmán logra un pago de sus sueldos, pero esto no es suficiente y hasta piensa en poner un negocio basado en la venta de café y papelón para lograr su subsistencia, tal como lo expresa en una de sus cartas a Hellmund, en 1865:

"Estoy haciendo un ensayo aquí con dulce de papelón, que creo puede ser una especulación productiva, y por esa razón deseo saber si se podrían conseguir allá cuatro o cinco mil papelones a la vez de la misma calidad de los que llevó mencionados"…(4)

Ese deseo emprendedor asoma la posibilidad de comerciar con otros artículos como el café y hasta medicamentos, y solicita más remisiones de productos criollos para la venta.

Todo esto nos indica que cuando una persona actúa basado en sus principios y valores, con rectitud apegado a sus costumbres no cesa en procurarse una vida digna y así va a seguir actuando el centauro en tierras extrañas, ganándose el aprecio, estima y solidificando el pedestal construido a lo largo de su vida, a costa del esfuerzo y del tesón.

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3.- José Antonio Páez. Repertorio Documental. Pág. 66.

4.- José Antonio Páez. Ob. Cit. Pág. 69.

Ese es el ejemplo a seguir, el del hombre que a pesar de las vicisitudes vividas no claudicó en sus anhelos y principios, y aunque tuvo que saborear el cáliz amargo del destierro, lejos de sus seres queridos y de sus amigos, nunca despotricó de su patria, sino que mantuvo su altivez y querencia por la siembra realizada en provecho de los demás.

Así actúo y vivió el centauro de los llanos, conocido como el taita Páez, o como el hombre que supo aprovechar los tiempos vividos y el solaz para cultivarse y escribir su autobiografía que es una obra referencial para el estudio de la guerra de independencia, así como también para conocer los años iniciales en cuanto a la construcción de la república venezolana, pero también sacó tiempo al tiempo para estudiar la teoría y el solfeo y deleitar a diversos escenarios del mundo ejecutando con maestría las teclas del piano para sacarle ritma y armonía.

Señoras, Señores, amigas, amigos, muchas gracias.

Palabras pronunciadas el 13 de junio de 2009, en ASOPREDI, en Catia La Mar, Municipio Vargas, en ocasión de celebrarse el 219 aniversario del natalicio el General José Antonio Páez.

 

 

 

Autor:

Rubén Contreras

Historiador

Partes: 1, 2
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