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La dispersión posbabeliana

Enviado por Jesús Castro


  1. La diversidad lingüística
  2. El origen de las naciones
  3. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada en las Santas Escrituras: ¿Cómo mermó, en la antigüedad posdiluviana, la creencia de que el origen de la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado "Tercer día creativo" del Génesis?

La diversidad lingüística.

El tomo segundo de la obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, páginas 203 a 207, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract en 1991, dice en parte:

«¿Cómo se explica la gran diversidad de idiomas? Según los estudios lingüísticos, en la actualidad se hablan unas 3.000 lenguas por toda la Tierra. Hay idiomas hablados por centenares de millones de personas; otros, por sólo unos cuantos centenares. Aunque las ideas que se expresan y se comunican por este medio sean las mismas, se pueden transmitir de una infinidad de maneras. Sólo la historia bíblica explica el origen de esa extraña diversidad en la comunicación humana.

Después del diluvio universal, toda la humanidad continuó "siendo de un solo lenguaje [literalmente, "labio"] y de un solo conjunto de palabras" durante algún tiempo. La Biblia indica que la lengua que más tarde se llamó Hebreo fue el "un solo lenguaje" original. [Pero] esto no significa que todos los otros idiomas se derivaron del hebreo y que estén relacionados con él, pero el hebreo precedió a todas las demás lenguas.

El relato de Génesis menciona que una parte de la familia humana postdiluviana se unió en un proyecto contrario a la voluntad divina, que se le había dado a conocer a Noé y a sus hijos. En lugar de esparcirse y "llenar la tierra", se propusieron centralizar la sociedad humana, concentrándose en un lugar de la llanura de Sinar (Mesopotamia). Éste también habría de convertirse en un centro religioso, con una torre para esos fines.

El Dios Todopoderoso impidió que llevasen a cabo su presuntuoso proyecto, confundiendo su lengua, lo que imposibilitó que coordinaran el trabajo y los obligó a esparcirse por todas partes de la Tierra. También dificultaría el avance de la humanidad en una dirección equivocada de abierto desafío a Dios, pues limitaría el esfuerzo conjunto, tanto intelectual como físico, en proyectos ambiciosos, y el empleo del conocimiento acumulado por los diferentes grupos lingüísticos, un conocimiento que, por otra parte, no procedía de Dios, sino de la experiencia y la investigación humanas. Por lo tanto, a la vez que significaba un importante factor divisivo en la sociedad humana, la confusión del habla en realidad benefició a la humanidad, pues retrasó la realización de metas peligrosas y dañinas. Sólo hay que analizar las circunstancias actuales, fruto del conocimiento acumulado y el mal uso que el hombre ha hecho del mismo, para darse cuenta de lo que Dios previó que se produciría en poco tiempo de no haber frustrado el proyecto de Babel.

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Normalmente, la Filología, el estudio comparativo de los idiomas, clasifica a éstos en diferentes "familias". La "lengua fundamental común" de cada familia principal aún no se ha identificado; con mu-cha menos razón, por lo tanto, se conoce la "lengua fundamental común" de los miles de idiomas que se hablan en la actualidad. El registro bíblico no dice que todos los idiomas descendieron o se ramificaron del hebreo. En lo que comúnmente se llama "la tabla de las naciones" (Génesis, capítulo 10) están los descendientes de los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet—, y en cada caso están agrupados "según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones". Por tanto, parece ser que cuando Jehová Dios confundió el lenguaje humano de manera milagrosa, no produjo dialectos del hebreo, sino varios idiomas completamente nuevos, con los que se podía expresar toda la gama de sentimientos y pensamientos humanos.

Por lo tanto, después que Dios confundió su lenguaje, los edificadores de Babel carecían de "un solo conjunto de palabras", es decir, un vocabulario común, y no tenían una misma gramática o manera común de expresar la relación entre las palabras. El profesor S.R. Driver escribe: "Sin embargo, las lenguas no sólo difieren en gramática y raíces, sino también […] en cómo se construyen las ideas en la oración. Las diferentes razas no piensan del mismo modo, y, en consecuencia, las formas que adopta la oración en diferentes lenguas no son las mismas" (A Dictionary of the Bible, edición de J. Hastings, 1905, volumen 4, página 791.) Por consiguiente, diferentes idiomas requieren diferentes patrones de pensamiento, lo que dificulta al estudiante de otro idioma "pensar en ese idioma". Por esa razón, una traducción literal bien pudiera parecer ilógica y carente de sentido. En consecuencia, cuando Jehová Dios confundió el habla en Babel, es probable que primero borrara todo recuerdo del lenguaje común anterior, y luego no sólo introdujera en la mente de aquellas personas nuevos vocabularios, sino que además cambiara sus patrones o procesos de pensamiento, y así diera lugar a gramáticas nuevas.

Se da el caso, por ejemplo, de que ciertos idiomas son monosilábicos (compuestos de palabras de una sola sílaba), como el chino. En cambio, los vocabularios de otros idiomas se forman en gran parte por aglutinación, es decir, yuxtaposición de palabras. Por ejemplo, la voz alemana Hausfriedensbruch significa literalmente "casa-de paz-rompimiento", de modo que se podría traducir en algunos casos, a fin de hacerlo más entendible al hispanohablante, por "allanamiento de morada". En algunos idiomas la sintaxis —el orden de las palabras en la oración— es muy importante; en otros, sin embargo, importa poco. Asimismo, algunos idiomas tienen muchas conjugaciones (o formas verbales), mientras que otros, como el chino, no tienen ninguna. Se podrían citar innumerables diferencias; cada una de ellas exige un ajuste de nuestro esquema mental, lo que a menudo exige un gran esfuerzo.

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Parece ser que con el transcurso del tiempo las lenguas originales que resultaron de la acción divina en Babel produjeron dialectos emparentados. Estos dialectos se desarrollaron hasta formar idiomas separados, y su relación con los otros dialectos "hermanos" o con la "lengua fundamental común" se hizo en ocasiones prácticamente imperceptible. Incluso los descendientes de Sem, que al parecer no figuraron entre la muchedumbre de Babel, no sólo hablaron hebreo, sino también arameo, acadio y árabe. Diversos factores han contribuido históricamente al cambio en los idiomas: separación por distancia o barreras geográficas, guerras y conquistas, deterioro de las comunicaciones e inmigración de otros grupos lingüísticos. Debido a estos factores, las principales lenguas de la antigüedad se han fragmentado; algunas se han fusionado parcialmente con otras, mientras que otras lenguas han desaparecido por completo, reemplazadas por las de los pueblos conquistadores.

La investigación lingüística concuerda con la información expuesta. En The New Encyclopædia Britannica (1985, volumen 22, página 567) se hace el siguiente comentario: "Los testimonios más antiguos en lengua escrita —el único registro fósil de escritura con el que el hombre puede contar— datan de no más de unos cuatro mil o cinco mil años". Un artículo publicado en la revista Science Illustrated (julio de 1948, página 63) observa: "Las formas más antiguas de los idiomas que hoy conocemos fueron mucho más difíciles que sus descendientes modernos […], parece que el hombre no comenzó con un habla sencilla que progresivamente se hizo más compleja, sino, más bien, que se valió de un habla sumamente compleja en sus albores y con el tiempo la simplificó hasta las formas modernas". El doctor Mason, lingüista contemporáneo, también señala que "la idea de que los "salvajes" hablan con una serie de gruñidos y no pueden expresar muchos conceptos "civilizados" está muy equivocada", y que "muchos de los idiomas de los pueblos de escasa cultura son bastante más complejos que los idiomas europeos modernos". (Science News Letter, 3 de septiembre de 1955, página 148). Por lo tanto, las pruebas están en contra de un origen "evolutivo" [darwiniano] del habla o de las lenguas antiguas.

Sir Henry Rawlinson, filólogo orientalista, observó lo siguiente sobre el foco desde donde empezaron a esparcirse los lenguajes antiguos: "Si nos hubiésemos de guiar por la mera intersección de sendas lingüísticas, sin depender en absoluto de las referencias al registro de las Escrituras, aún se nos llevaría a fijar en las llanuras de Sinar [(ver NOTA, a continuación)] el foco del que irradiaron las diferentes ramas [lingüísticas]". (The Journal of the Royal Asiatic Society of Great Britain and Ireland, Londres, 1855, volumen 15, página 232).

Entre las "familias" principales que mencionan los filólogos modernos están: la indoeuropea, la chinotibetana, la afroasiática, la japonesa y la coreana, la dravídica, la malayopolinesia y la negroafricana. Hoy día todavía es imposible clasificar muchos idiomas. Dentro de cada una de las familias principales hay muchas subdivisiones o familias más pequeñas. Por ejemplo, la familia indoeuropea incluye ramas como la germánica, la románica, la baltoeslava, la indoirania, la griega, la céltica, la albanesa y la armenia. A su vez, la mayoría de estas familias más pequeñas constan de varios idiomas. Por ejemplo, entre las lenguas románicas están: el francés, el español, el portugués, el italiano y el rumano.

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Abrahán el hebreo no debió tener dificultad alguna en conversar con el pueblo de ascendencia camítica de Canaán, pues no se menciona que en sus contactos hubiese presente un intérprete, aunque lo mismo debe decirse de su visita a Egipto. Es probable que por haber vivido en Ur de los caldeos, Abrahán supiese acadio (asirobabilonio), un idioma que por algún tiempo fue lengua internacional. Es posible que la gente de Canaán fuese hasta cierto punto bilingüe, pues vivía relativamente cerca de las comunidades semíticas de Siria y Arabia. Además, dado que en el alfabeto se aprecian indicios claros de su origen semítico, es posible que este hecho en sí mismo haya contribuido considerablemente a que personas de otros grupos lingüísticos, en particular gobernantes y funcionarios, empleasen también las lenguas de origen semítico.

Al parecer, Jacob tampoco tuvo dificultad alguna en comunicarse con sus parientes arameos, aunque en ocasiones se aprecian diferencias en el empleo de ciertos términos. José, que seguramente aprendió egipcio cuando sirvió de esclavo en la casa de Potifar, se valió de un intérprete la primera vez que habló con sus hermanos hebreos cuando fueron a Egipto. Moisés, educado en la corte faraónica, debió aprender varios idiomas: el hebreo, el egipcio, probablemente el acadio y algunos otros.

Con el tiempo, el acadio dejó de ser la lengua franca o de comunicación internacional y fue sustituido por el arameo, que se llegó a usar incluso en correspondencia oficial con Egipto. Sin embargo, cuando el rey asirio Senaquerib invadió Judá (732 antes de la E.C.), la inmensa mayoría del pueblo de Judá no entendía el arameo (sirio antiguo), si bien sus funcionarios sí lo entendían. De modo semejante, la lengua caldea de los babilonios de origen semita que conquistaron Jerusalén en 607 a. EC les pareció a los judíos como quienes "tartamudean con los labios". Aunque Babilonia, Persia y otras potencias mundiales construyeron grandes imperios y dominaron sobre pueblos de muy diversos idiomas, no pudieron eliminar la barrera divisiva impuesta por las diferencias lingüísticas.

NOTA:

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La Wikipedia, la enciclopedia libre de internet, explica que Sinar (hebreo ?.?!?#?, pecado; Septuaginta ??????? Sinar) fue un escenario geográfico de límites inciertos, en Mesopotamia . El nombre puede ser una corrupción de "Shene Nahar" (Dos ríos), o "Shene" (Dos ciudades), o "Sumer" (La tierra de los señores civilizados, o Tierra natal).

Se ha sugerido que Sinar se ha limitado a la parte norte de Mesopotamia (la planicie de Sinjar, inmediatamente al sur del Monte Judi , y al oeste de Monte Nisir), sobre la base de Los Jubileos 9: 3, que asigna Sinar (o, en el texto etíope, Sadna Sena) a Asur . Sin embargo, Los Jubileos 10: 20 informan que la Torre de Babel fue construida con el betún del mar de Sinar. David Rohl propone la teoría de que la torre se encuentra en realidad en Eridu, en el Golfo Pérsico, donde están las ruinas de un grande y antiguo zigurat trabajado a partir de betún.

La palabra Sinar aparece ocho veces en la Biblia hebrea. En el libro de Génesis 10:10 se dice que el inicio de Nemrod ha sido Babel (Babilonia) y Erech (Uruk) y Acad y Calne, en la tierra de Sinar. El versículo 11: 2 dice que Sinar es la llanura que se convirtió en el sitio de la Torre de Babel después del diluvio universal.

En Génesis 14: 1 y 9, Amrafel se menciona como rey de Sinar. Sinar es más mencionado en Josué 21: 7; Isaías 11: 11; Daniel 1: 2 y Zacarías 5: 11, como un sinónimo general de Babilonia.

Si Sinar abarcaba tanto Babilonia (Babel) como Erec (Uruk), entonces Sinar denota en general el sur de Babilonia. El nombre egipcio de Babilonia es Sngr (Sangara), identificado con el Sanhar de las cartas de Amarna por Sayce.

Después del Gran Diluvio, los hijos de Sem, Cam y Jafet hacen su primera estancia en las montañas de Armenia, y luego reaparecen en Sinar (Vuibert, Historia Antigua, 25).

El tomo 2 de la obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, página 1034, informa que SINAR es el nombre original de la zona situada entre los ríos Tigris y Éufrates, y que más tarde se llamó Babilonia. En este lugar Nemrod se hizo rey de Babel, Erec, Akkad y Calné. Allí mismo se paralizó la construcción del templo-torre de Babel. Tiempo después, el rey de Sinar, Amrafel, fue uno de los confederados que se llevaron cautivo a Lot, el sobrino de Abrahán. En los días de Josué aún se llamaba a este territorio por su nombre original. Los profetas Isaías, Daniel y Zacarías también lo mencionan.

El origen de las naciones.

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El tomo segundo de PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, páginas 455 y 456, dice lo siguiente:

«En sentido amplio, una nación es un conjunto de personas unidas por lazos étnicos, que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. Tal grupo nacional normalmente ocupa un territorio geográfico determinado y está sujeto a alguna forma de gobierno central. El Diccionario Teológico del Antiguo Testamento dice a este respecto: "En hebreo existe una tendencia a emplear ["gohy"] para designar a un pueblo bajo el aspecto político y territorial, de modo que su significado se acerca al de nuestro término "nación". En cambio, ["am" (pueblo)] insiste siempre en la consanguinidad como elemento de unión" (edición de G.J. Botterweck y H. Ringgren, volumen 1, col. 986). Los términos griegos "éthnos" (nación) y "laós" (pueblo) se emplean de manera similar. En las Escrituras, las formas plurales de "gohy" y "éthnos" por lo general se refieren a las naciones gentiles (no judías).

La primera mención de la formación de naciones diferenciadas procede de la época posdiluviana, de cuando se edificaba la Torre de Babel. Los que participaron en el proyecto estaban unidos en su oposición al propósito de Dios. El factor principal que facilitó la acción unida fue que "toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras" (Génesis 11: 1-4). De modo que Jehová confundió su lenguaje y así los "dispersó sobre toda la superficie de la tierra".

Debido a que estaban separados por barreras de comunicación, cada grupo lingüístico desarrolló su propia cultura, arte, costumbres, características y religión; cada uno tuvo su propia manera de hacer las cosas. Al estar alejados de Dios, los diferentes pueblos se hicieron muchos ídolos de sus deidades míticas.

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Hubo tres grandes ramas de estas naciones descendientes de los hijos y nietos de Jafet, Cam y Sem, los tres hijos de Noé. A aquellos hijos y nietos se les reconoció como los fundadores de las respectivas naciones llamadas por sus nombres. La lista del capítulo 10 de Génesis podría por ello considerarse como la tabla más antigua de naciones, setenta en total. Catorce eran jaféticas; treinta, camitas, y veintiséis, semitas.

Por supuesto, con el paso del tiempo se produjeron muchos cambios. Algunas naciones fueron absorbidas por naciones vecinas o desaparecieron completamente debido a enfermedad, guerra o debilidad, mientras que otras surgieron gracias a nuevas migraciones o a aumentos de población. El espíritu de nacionalismo en ocasiones llegó a ser muy fuerte en ciertos grupos, y este espíritu, junto con importantes victorias militares, dio a hombres ambiciosos el ímpetu necesario para forjar imperios mundiales a costa de las naciones más débiles.

Conclusión.

La dispersión de los distintos grupos lingüísticos, a partir de la confusión de las lenguas en Babel, diluyó enormemente el legado cultural patriarcal que atesoraba el relato del Génesis acerca de los Días Creativos, de manera que cada grupo se vio obligado a recurrir a su propia fantasía e inventiva para elaborar doctrinas que explicaran la realidad del mundo y su origen. Esto además se vio agravado por el hecho de que los grupos dispersados que no hablaban el idioma original fueron la inmensa mayoría, a saber, todos salvo uno de ellos: el que no tomó parte en el proyecto de Nemrod y permaneció en el hebreo arcaico o lengua primordial. Por lo tanto, esa mayoría de grupos comenzó su existencia en alejamiento de Dios, de quien recibieron la confusión, y consecuentemente se dispersaron con el engaño y la mentira como parásitos de sus incipientes culturas.

Así, pues, la creencia de que el origen de la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado "Tercer día creativo" del Génesis no tardó en brillar por su ausencia en la memoria cultural de la mayoría de los antiguos grupos nacionales del planeta.

 

 

Autor:

Jesús Castro