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La puerta del alquimista (página 2)


Partes: 1, 2

Contempló su trofeo con placer: la piedra patagónica estaba en su mano. Se retiró a descansar…mañana sería otro día. Esa noche durmió feliz, contento y realizado.

Dominaba la sabiduría antigua.

Era un mago.

El susto

Al despertar, fue al trabajo y estuvo a punto de renunciar, pero luego lo pensó mejor y decidió que no era bueno cambiar de vida así como así. Podría levantar las sospechas de algún comedido. Además…¿de qué viviría?.

Si bien el dispositivo de teletransportación le podía brindar riquezas sin límites, también era cierto que la maldad, la ambición o el crimen no habían entrado en el alma del joven. No se procuraría dinero o poder con el uso de la puerta. Seguiría trabajando como cualquier hombre normal. Lo que no hizo ese mes fue ir a estudiar a la universidad, quería dedicar tiempo a su obra.

Su próximo paso sería mucho más ambicioso: entraría por la puerta a un lugar importante…o mejor a un lugar concurrido…o tal vez a una iglesia en plena misa.

Empezó a entender esas historias de gente que aparecía y desaparecía en forma inexplicable y sin dejar rastros.

Por lo pronto perfeccionó sus conocimientos en las matemáticas. Conocimientos y saberes que le asegurarían el total control de la situación.

Y así lo hizo.

Estudió, analizó y descifró ecuaciones, cálculos, órbitas, derivadas, matrices, integrales. Su cerebro funcionaba a mil. De la lectura del libro del mago extrajo importantes conclusiones. A la vez, el mago aclaraba que cuanto más avanzaran en su estudio, los iniciados aumentarían sus percepciones y su comprensión del mundo y del universo. Su mente se aclararía y comenzaría a percibir y a entender cosas que antes no podía hacer.

Efectivamente, así era, el joven lo sintió en sí mismo.

Al finalizar el mes, había calculado un viaje al altiplano boliviano. Al Machu Pichu. Decidió que esa práctica le sería útil antes de pasar a algo más grande.

Por lo que en el día y a la hora fijadas según sus cálculos, estaba realizando los ritos previos. La puerta estaba alineada según lo calculado. Sus ecuaciones le preveían 6 minutos de libertad en su viaje por Bolivia antes de que la puerta se cerrase.

A las dos de la madrugada de un miércoles de finales de invierno realizó los ritos necesarios, alineó el dispositivo con un ángulo de 3 grados y 22 minutos. Las notas correspondían a Si, Do y Mi.

Y la puerta se abrió corno el joven habia calculado.

Pero un evento imprevisto lo sobresaltó.

Los cristales de las ventanas de su cuarto estallaron en pedazos

No llegó a destapar el dispositivo de su cubierta de seda negra porque en ese momento, el paño negro voló hacia el otro lado…y un viento fuertísimo estaba pasando por la habitación de su casa hacia Bolivia.

El joven no había previsto que la altura en que se encontraba la zona abierta de Bolivia era mayor que la de su casa que estaba a nivel del mar. La diferencia de presión hacía circular el aire en sentido contrario. Parecía que un huracán entraba por las ventanas de su casa y pasaba por la puerta para el otro lado.

Debía cerrar el dispositivo y pronto, pero antes tenía que recuperar el paño de seda. El joven penetró por la puerta en la oscuridad de la noche, hacia el país del Norte. Vio a unos quince metros una forma más oscura que el resto del entorno. Cuando llegó hacia ella, comprobó que era el paño negro y lo recogió del suelo. Tomó una piedra para llevar de vuelta a su casa como souvenir.

Al levantar la vista se presentó ante él toda la magnificencia de la obra de los incas. La ciudad perdida del Cuzco estaba allí iluminada por la luna llena en un cielo espectacular.

El joven se empezó a sentir mareado. El apunamiento…eso tampoco lo habla previsto. El tiempo seguía pasando inexorable. Recordó las advertencias del mago y se volvió para regresar a su cuarto de trabajo.

Pero al volver no vio nada en la oscuridad salvo la oscuridad misma.

Retornó al punto de donde recogió la piedra para orientarse y volver a su casa. De allí no vió nada más que oscuridad. Buscó en los alrededores y solo había más oscuridad. La puerta no estaba. Un terror indescriptible lo invadió.

La puerta se había cerrado.

El joven se sentó en el suelo y empezó a reveer rápidamente los procedimientos realizados. ¿Qué había hecho mal? Tenía 6 minutos y solo habia estado uno o dos en el otro lado como mucho. ¿Cómo haría para volver a su casa?, ¿Volvería? El frío y el apunamiento eran muy fuertes ¿Quiénes se refugiaría? Había elegido este lugar y esa hora porque precisamente no habria nadie allí. Era un desierto. Un lugar turístico visitado en temporada y de día. Pero ahora era invierno, era de noche y estaba solo. Tal vez moriría ahí y nadie sabría nunca que fue lo que le pasó. Se tomó la cabeza desesperado pero sus pensamientos se interrumpieron al ver luz. Allí delante estaba la puerta otra vez…volvió…no sabía cómo pero ahí estaba.

No esperó más. Con el paño en la mano (olvidó la piedra) corrió a su salvación. El viento que entraba desde su casa hasta donde él, estaba casi le impedía pasar del otro lado. Pero con un gran esfuerzo lo hizo. Estaba en su cuarto. No tardó en girar la puerta 45º y el pasaje se cerró inmediatamente. El viento cesó también de inmediato..

El joven tapó enseguida el dispositivo y lo dejó contra la pared. Olvidó los ritos de cierre. No importa…ya está…no sabía que cosa había pasado pero ya estaba en su casa. Esa noche no pudo dormir. Pensaba y repensaba qué era lo que habia salido mal. Lo que ocurrió fue que la puerta se cerró y luego se abrió nuevamente. Pero…¿porqué? Eso no estaba previsto según las enseñanzas del mago, pero ocurrió.

Decidió que aunque no salió del todo bien, tampoco salió tan mal, así que lo intentaría nuevamente, esta vez con más cuidado. Ese día durmió profundamente.

Al otro día reflexionó sobre el evento que le había ocurrido. Sobre la voladura de vidrios y del paño negro hacia Bolivia. La diferencia de presión entre ambos lugares produjo un evento pequeño. Pero pudo no haber sido así. ¿Qué otras cosas podían pasar?…innumerables. Podía suceder que la puerta se abra en la atmósfera superior, en el espacio vacío y el operador sea tragado por ella y termine muerto y flotando por el espacio. Podía abrirse accidentalmente en la superficie de la Luna y entonces la diferencia de presión chuparía la atmósfera de la Tierra hacia el satélite. Claro que esto ocurriría solo el tiempo breve en que tardaría en desalinearse y cerrarse sola…pero podría pasar. También podía abrirse en el fondo de océano y ahí la presión del agua en sentido contrario penetraría por la puerta destruyendo todo. Podía abrirse en el centro de un volcán, entonces la lava y el calor destruirían al instante al operador. Podría abrirse en el Sol mismo…entonces solo Dios sabe lo que podría pasar.

El mago no hacía en vano incapié en las precauciones que se debían tomar. Los cálculos debían realizarse a la perfección. Un error de sólo una diez milésima de arco podía ser fatal.

Hacia el pasado

Su ansiedad no le daba respiro, no podía esperar a ver como era la experiencia de viajar en el tiempo. La perspectiva de vivir esa experiencia y luego vivir una vida normal era, de por sí, impensable. Pero lo haría. Llevaría su experiencia hasta el límite. Escalaría en la orden de Los Eternos, entidades que, según el mago, serían las que detentarían la potestad de manipular estos poderes y otros aún insospechados…¿acaso estaría enloqueciendo?…se lo preguntó por un momento…pero no le parecía que fuese así…de todas maneras todo lo que él estaba haciendo estaba oculto al resto de los seres vivos…o eso pensaba…como así también pensaba en como era eso de Los Eternos…¿habrían existido en realidad o solo era una metáfora del mago?… ¿sería posible que entidades insospechadas pudieran vivir tanto tiempo que, en si mismos, eran seres eternos?…¿eran el mago o el alquimista que conoció seres eternos?…se rió de sus meditaciones y pensó que ya estaba delirando en serio.

Comenzó estudiando las ecuaciones que le permitirían la apertura de una brecha temporal…un "puente" como lo llamaba el mago. Pero este puente era un puente colgante sobre un mar infinito y tormentoso. Debería extremar las precauciones y cuidar todo al detalle, pues en este caso particular, si ocurría una falla en la manipulación del dispositivo, la muerte sería el menor de los males que podrían sobrevenirle. Si moría ya está, se acabó todo. Pero si ocurría alguna falla y quedaba atrapado en el pasado o en un espacio sin tiempo, un limbo o algo así, sería terrible…era mejor morir. Había que estudiar bien el tema.

Para este viaje en el tiempo, debería anexar al dispositivo una especie de columna que debería tener exactas medidas y fabricada con madera de nogal. Luego debería fijarla de la forma que explicaba el mago al dispositivo. Todo el conjunto debería tener una fuente luminosa propia en la base del mismo, la fuente de luz podía ser orgánica (aceite, petróleo) o química (¿acaso se refería a pilas eléctricas?)…Un imán complementaría el ingenio en concordancia con luces frías de color verde.

No fue difícil armar el dispositivo con las nuevas partes. Solo que le parecía algo raro ese armatoste con una columna de madera tallada con símbolos mágicos. En fin, todo era por realizar la experiencia.

El límite

De manera que se preparó para realizar un viaje a una isla tropical en el siglo diecinueve. Debía de calcular todo bien, no podía abrir la puerta en el mar. Ni en un lugar habitado o peligroso. Así que, por joven, imprudente y tozudo, emprendió su cuarto intento.

Un día y hora prefijados según sus cálculos, realizó los ritos previos, hizo las oraciones, conjuros y alineó la puerta según lo establecido en sus matemáticas. Las notas musicales eran Re, Sol, La y Si.

Y esperó.

A las 19 hs y tres minutos la puerta se abrió nuevamente. Al descorrer el paño negro se presentó ante el joven un paisaje paradisíaco. Un amanecer en una isla de la polinesia. El cambio de hemisferio le aseguró el verano y la hora nocturna de su cuarto fue desplazada por el sol de la mañana en una isla espectacular.

El joven estuvo unos minutos contemplando el paisaje y se preparaba para cruzar del otro lado. Al avanzar hacia la puerta sintió una voz detrás suyo que, suave pero firme, le ordenó:

¡Detente!.

El joven, estupefacto, pensó que había sido descubierto por algún mirón imprevisto, pero al volver vio a dos hombres de traje que lo observaban. Se sintió alarmado. Detrás de ellos había una puerta dimensional abierta hacia otro lugar, o desde otro lugar. Una puerta como la que él había construido.

Lo supo inmediatamente: tenía visitas.

Los guardianes

Durante unos segundos que fueron eternos, el joven y los recién llegados se miraron en silencio, luego, uno de los hombres le habló así:

_Tú no nos conoces directamente, aunque deberías haber previsto nuestra existencia. Nuestros nombres no te dirán nada, así que no tienen importancia. Pero lo que sí importa es que tú has estado incursionando con fuerzas que desconoces y de las cuales no tienes la menor idea del peligro al que te arrastran. Nosotros habíamos detectamos una apertura dimensional en el polo Sur hace un tiempo. Tardamos bastante en ubicar desde donde habia sido realizada, porque jamás pensamos que un simple humano dominaría esta técnica. Por lo que nos abocamos al esfuerzo de localizar el origen de esta apertura dimensional.

_Una vez localizado el origen y sin que lo supieras, te vigilamos un tiempo para ver si eras hostil o si tenías intenciones perversas. Averiguamos todo de ti. Vimos tu pasado íntegramente. Del análisis de la situación no se desprendía la conclusión de que pudieras ser peligroso o de que tus intenciones fuesen oscuras o perversas. Luego, en tu tercer viaje, cuando pasaste a Bolivia, penetramos en tu cuarto. Sí, aquí mismo, sin que tú lo supieses. Y cerramos la entrada que habías abierto a ese país. Fue hecho a modo de advertencia. Creímos que entenderías. Pero fuiste lo suficientemente torpe como para continuar intentándolo.

_Sopesamos luego la posibilidad de eliminarte, pero la crueldad innecesaria no es parte de nuestra naturaleza. Así que decidimos visitarte en persona y hacerte un llamado a la razón, pues después de estudiarte un tiempo creemos que no eres un ser malvado. Por lo que pensamos que entenderás y, por propia convicción, deberás abandonar esta práctica.

_Por un lado, es necesario reconocer que eres inteligente. No cualquiera logra lo que tú.

_Por otra parte, es nuestro deber advertirte que no sólo te has puesto en peligro tú mismo, sino que toda la humanidad pudo acarrear las consecuencias de tu falta de tino. ¿Pensaste acaso que era un juego con lo que te estabas metiendo? Para que reflexiones, te diremos que los gobiernos más poderosos de tu mundo estuvieron siempre detrás de este secreto. Nosotros pensábamos que el último ejemplar de la obra del mago que tú posees había sido destruido hace siglos. No sabíamos que lo tenía el alquimista. Pero igual debíamos estar atentos.

_Eones antes de la aparición de la raza humana, los viajes a través de aberturas dimensionales en el continium espacio tiempo eran cosa corriente en este planeta. Y aun lo siguen siendo, pero no para los humanos. Ustedes, criaturas insignificantes y malvadas que no respetan ni a sus propios congéneres no pueden ni deben tener jamás este secreto. No pudimos aún localizar al Alquimista que te cedió el libro. Pero ya lo haremos y será sancionado.

_Nosotros no usamos la violencia pero te advertimos: renuncia a esta práctica, devuelve el libro y desmantela el dispositivo. Y sobre todo, jamás reveles la experiencia que has tenido…pues el peligro al que deberás enfrentarte no vendrá de nosotros, sino de tus propios hermanos.

_Piensa jovencito…no queda mucho tiempo. La puerta que hemos abierto hacia aquí ya se está por cerrar. Debemos regresar con respuestas satisfactorias para nuestros superiores.

_¿Quienes son ustedes?, preguntó el joven.

_Solo guardianes. No te daremos más explicaciones. Decide ya.

El joven meditó unos instantes y la luz se hizo en su mente. No dudó:

Estaba en peligro.

Debía ser sabio en sus palabras y en sus desiciones o de lo contrario le pesaría.

_Por favor, les ruego que me escuchen. Yo no pensé que esto tendria tales complicaciones. Les doy mi palabra que no lo haré más. Desarmaré el aparato y por favor, llévense el libro ya, no quiero volver a verlo jamás. El joven tomó el libro y lo depositó en las manos de uno de los visitantes.

_Esperemos por tu bien que cumplas con lo que has dicho, le respondió uno de ellos. Te estaremos vigilando.

Los hombres, sin agregar nada más, se volvieron, penetraron en la puerta por la que habían llegado y al instante ésta se cerró. El joven quedó otra vez sólo. En su cuarto todavia resonaban las palabras de los visitantes. Si lo habían encontrado, seguido en secreto y cerrado la puerta de Bolivia sin que él lo haya advertido. Si habían investigado todo su pasado como le habían asegurado (¿Cómo lo habrían hecho?), era obvio que lo que hiciera de ahora en más no podría ocultarlo jamás de esta gente. Lo estarían vigilando. Acaso durante toda su vida. Así que debía dar pruebas de que cumpliría su palabra.

Sin pensarlo más, giró el dispositivo y cerró la puerta que todavia estaba abierta al caribe, tapó el espejo y lo puso contra la pared. No podía conservarlo mas tiempo ¿qué haría?. Se decidió por lo más práctico: fue al exterior, trajo un ladrillo y de un golpe brutal partió el espejo en mil pedazos. Luego fue al cuarto de herramientas, se proveyó de sierras, martillos, serruchos, barretas. A la hora de comenzar ya no quedaba nada del ingenio que había construido.

_Cuanta plata perdida pensó, pero al menos sigo vivo.

Al otro día, tiró todo al contenedor de residuos que estaba en la esquina, salvo los adornos de oro y plata que hizo fundir luego y vendió como metal precioso.

Hoy en día el joven lleva una vida digamos normal. Salvo que no se sorprende cuando se entera que en tal lado una persona desapareció misteriosamente. Seguro se cruzó sin querer con una puerta y vaya a saber donde fue a parar, piensa él. Pero como jamás contó nada de lo sucedido a nadie, nunca fue molestado.

Por lo demás, nunca más volvió a meterse con cosas de ocultismo o magia. Tampoco volvió jamás a la casa del Alquimista. El joven estaba seguro que él nunca podría entender los poderes ni las fuerzas que manipulaban los seres como aquellos a los que conoció.

El Alquimista, Los Guardianes, ¿Quiénes serían en realidad?, ¿Qué secretos guardarían?, ¿A qué intereses responderían?. Pero jamás quiso averiguarlo.

Hay cosas de las que mejor no enterarse. Por las dudas.

 

 

Autor:

Eugenio Martín Ganduglia

 

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