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La hembra y el pene: Freud y Darwin revisitados (página 2)

Enviado por Felix Larocca

Partes: 1, 2

Volviendo a Pompeya. En la casa de Vettii se descubre un vomitorio en condición perfecta y cuya función no era el que le asignarían las bulímicas de nuestros días. Pero, que, en sus usos prácticos, serviría para desembuchar lo ingerido en exceso — para seguir comiendo, en exceso.

Dejando la morada de Vettii para explorar los alrededores, y, destino hacia el anfiteatro, se discurre muy pronto en lo que hoy conoceríamos como el Distrito de las Luces Rojas de Ámsterdam. En las calzadas, símbolos fálicos apuntan la dirección de los burdeles para los caminantes, aunque el arte erótico más explícito ornamenta residencias privadas y paredes por doquier.

Los habitantes de Pompeya no eran ni puritanos ni hipócritas.

El puritanismo nacería más tarde con las religiones institucionalizadas logrando su apogeo, con los preceptos de la Era Victoriana.

Pero, ésta no sería signo de depravación en una cultura agonizante, como de antaño creyéramos fuera la romana. El interés en el arte erótico — y en el pene, en particular — encuentra su expresión a través de muchas y diversas sociedades primitivas tan distantes como son la melanesia, la aborigen australiana y aun la caribeña, lo que indica una cierta tendencia universal, y no aleatoria.

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Príapo

El pene, con sus atributos variables, que lo transforman de un órgano arrugado a un miembro trepidante, despierta la curiosidad más temprana del niño más inocente y del adulto más sincero.

Como niños, los varones lo examinan y admiran mutuamente, midiendo sus destrezas personales en concursos informales donde la distancia que viaja el caño de orina se considera proeza digna del mayor aplauso.

La hembra — supuso Freud — se pregunta si es que a ella algo le falta por haber nacido sin un pene — órgano de apariencias tan formidables. A este fenómeno, le dio el nombre debatido de la "envidia del pene".

Para confundirlo todo, aun más, la diferencia anatómica hace que en algunas culturas, la hembra se sienta inferior, ya que una familia — en nuestro medio — nunca se siente completa a menos que se haya perfeccionado con el nacimiento del, siempre, anhelado, hijo varón.

Las locuciones clásicas y vulgares hacen del tamaño del pene un elemento de importancia por el cual — dice el folklore — mujeres insatisfechas y sexualmente frustradas, abandonan al hombre, pobremente dotado o impotente, como lo hiciera Lady Chatterley, en la famosa novela epónima de D. H. Lawrence, por su jardinero amante.

No se limita el interés en el pene, en particular, a las culturas mencionadas, sino que se encuentra encastrado — algunos objetarán al uso de este último término — en la teoría del psicoanálisis freudiano.

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Ritual fálico

A Freud se le atribuye la expresión: "Anatomía es destino", que a su vez él atribuyera a Napoleón.

Es siempre buena idea culpar a los demás por lo que pueda causarnos problemas.

Se entiende, que por así decirlo, Freud, quería conminar a la mujer a aceptar su condición de "macho castrada". Pero, aún, no contento con incurrir en ese temerario disparate, el padre del psicoanálisis procedió a formular el concepto de la envidia del pene, el cual, acompañado por la del "simbolismo universal" — de donde provienen muchas nociones derivadas — probaría que, por lo menos, en este respecto, engendró un fiasco insensato. Porque mezcló, sin advertirlo, conceptos que son, esencialmente incompatibles.

Pero como sucede con tantas equivocaciones, la idea sobrevivió y prosperó — me refiero aquí, a la noción de la envidia del pene.

Desde entonces, para muchos, todo lo que es grande, erguido, costoso, o que protruye, es expresión fálica.

El contraste de la erguida Torre de Eiffel y la inclinada de Pisa.

La mitología

Cuenta la leyenda griega que Afrodita esperaba un hijo de Zeus. Hera, la esposa y hermana del último, en represalia, tocó el vientre de la amante del dios, provocando el nacimiento de Príapo, un niño deforme, con un enorme falo erecto.

Afrodita avergonzada, de inmediato, abandonó su bebé, en un monte, donde el niño fue recogido y criado por campesinos benévolos.

Príapo, por nada distinguido, excepto por la enormidad de su órgano, fue un dios rústico, asociado a la fecundidad y que forma parte de los tantos ritos antiguos de origen falo-céntricos y patriarcales.

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Sin palabras.

Gran cantidad de ceremonias religiosas, acompañadas de danzas y ritos, certifican la importancia que los pueblos primitivos daban a la función del pene, como símbolo y expresión del de poder de la masculinidad.

¡Noticias! La atracción de lo fálico conmueve a la nación dominicana

Hace unos diez años que un desventurado campesino se convirtió en celebridad local instantánea cuando apareció en un hospital público con un caso de priapismo.

El priapismo es una erección dolorosa e incontenible.

El sensacionalismo de una erección persistente, sin la asistencia del Viagra, fue un episodio sensacional digno de la atención de tantos hombres que la deseaban, sin poder obtenerla, a pesar de arriesgar sus vidas para lograrlo, y de mujeres curiosas, casadas y frustradas, que ansiaban certificar, visual y directamente, su — para ellas — inverosímil existencia. Lo que lograrían hacer, por medio de la publicación en algunos medios, del rígido miembro.

Hasta la actualidad, perdura la creencia popular de que tener un pene grande es motivo de la hegemonía sexual. Todavía la gran mayoría asocia su gran tamaño con una potencia y virilidad portentosa, por parte del hombre afortunado que lo posee.

¿De dónde proviene esta creencia?

Tiene raíces muy antiguas, las cuales se remontan a los orígenes de la humanidad.

Nosotros, como seres capaces de hacer las abstracciones necesarias para deducir causa-y-efecto, aunque éstas puedan ser erróneas. Nos imaginamos que un pene de considerable tamaño aseguraba la admiración de la mujer, en la actividad privada del acto sexual, característica de nuestro género.

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DSM-IV 302.4

Hay que recalcar que el pene en los primates, incluyéndonos a nosotros, no es un órgano de exhibición, ya que su tamaño erecto, es muy susceptible a desaparecer con facilidad singular — "¿es todo lo que tienes?" proveniente de los labios de una amante — puede causar serios problemas y cuentas con el sexólogo local, que el seguro médico no quisiera saldar.

En un libro anónimo se aconseja a la prostituta a admirar el miembro del cliente para inducir agradecimiento y mayor remuneración. Especialmente si éste no es de ninguna manera singular en envergadura y tamaño — la palabra "envergadura" parece derivar etimológicamente de la contracción: "verga dura", lo que no he logrado constatar.

Marcel Saghir, experto en la homosexualidad de ambos sexos de la Washington University, compartía en sus impresiones anecdóticas, que la impotencia genital era resultado, en muchos casos, de un hombre haber escuchado comentarios negativos, hechos por su amante, acerca del tamaño de su pene.

¡El poder de la palabra!

En otro, en un caso de un joven acostumbrado a la exposición indecente, la "cura" gratuita provino de una mujer que le informara, mientras reía a carcajadas: "si es todo cuanto cargas, no lo muestres".

Retornando a los aspectos técnicos de esta lección.

Freud, no pudo haber entendido más de lo que se conocía en la época en que viviera, cuya moralidad era victoriana.

Tampoco tuvo acceso a los conocimientos que nos avanzaran Alfred Kinsey y más adelante Masters and Johnson.

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Narcisismo fálico

Pero otros analistas mantuvieron una preocupación, aunque discreta, con el tamaño del pene.

Adler, al distanciarse de Freud, usó la metáfora dinámica de la inferioridad orgánica. La cual, leyéndose con un sesgo freudiano, se convierte fácilmente en un déficit orgánico de naturaleza fálica narcisista.

Es inevitable que así sea, ya que el libro El Tercer Chimpancé, como nos llama Jared Diamond, en su epónimo libro, nuestro género se distingue por lo que porta entre sus piernas.

Hoy sabemos que la especie de simio que goza el mayor desarrollo del órgano sexual es la nuestra, hecho que, de modo impensado y característico, los antropólogos siempre nos recuerdan, cuando nos reiteran que un gorila pesando 500 libras posee un pene insignificante, comparado con el nuestro.

Pero, no son sólo los hombres quienes desean alterar las dimensiones de las partes más ostensibles y, a veces desagradables de su anatomía. Los cirujanos plásticos viven de estirar, ampliar, reducir, eliminar y de hacer toda clase de procedimiento que, presuntamente, pacificarán egos atormentados por las apariencias externas de sus propietarios.

Muy pocos — que sepamos — procuran hacer reducciones fálicas.

Nuestros conocimientos, avanzados por las investigaciones de tantos expertos nos indican que, en realidad, los instintos y sus direcciones nos conducen siempre en trayectorias individuales. No todos somos idénticos, por ello es que tenemos trastornos del comer y disfunciones sexuales.

Queremos el cuerpo que no poseemos, con los atributos innatos que, la naturaleza nos negara.

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Voyerismo DSM-IV 308.82

No es envidia de pene ni inferioridad orgánica. Es un déficit en la regulación de la autoestima, que el tamaño nunca podrá balancear — aunque, en el período post operatorio así se crea.

La conclusión de la mayoría de los sexólogos es idéntica: no es, simplemente, el tamaño. Es, asimismo lo que rodea el acto sexual que promueve la satisfacción final de la pareja — especialmente la de la mujer.

Lo que aún necesitamos, y no tenemos, es un estudio del porcentaje de hombres que preferirían la microcaulia a un pene de envergadura considerable.

Podemos proseguir con el resto de esta lección, reiterando: Que sí, que el tamaño del pene es importante, por lo menos, lo es, para quien es su dueño.

Entra Freud

Freud, en su concepción del simbolismo universal para la interpretación de los sueños, no escatimó órgano o material proveniente del cuerpo para asociarlo, como Jung hiciera, a las funciones psíquicas.

El pene se distinguió como representante de todos los símbolos, tamaño, riquezas y poder.

Hoy, usando las mismas doctrinas, y aplicando otro término freudiano, podemos decir que la mujer moderna es "fálica narcisista", porque aspira y obtiene las mismas prerrogativas simbólicas del macho.

Lo que significa, que esta nueva mujer moderna, puede seleccionar compartir el tálamo amatorio con un golfista billonario, aplicando la selección sexual y el simbolismo freudiano.

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Tiger Woods

Entonces, la conmoción causada por las aventuras recientes de Tiger Woods, puede que no sean más que un caso de envidia del pene.

En resumen

Hemos presentado una elaboración persuasiva de la creencia generalizada de que el tamaño del pene puede ser importante — para su dueño — aunque no sea esencial para la función sexual.

Creemos, que el tamaño de la fortuna es importante, si se contrasta a Tiger Woods con Silvio Berlusconi y el entrenador de nuestro gimnasio.

Que debido a que nosotros tenemos una inversión emocional, sino narcisista, en nuestro cuerpo, y que todos los factores que lo distorsionan, disminuyen o afectan de cualquier manera, acarrean repercusiones de índoles mentales.

Que, aunque sepamos que el tamaño del pene no es de importancia fisiológica, que para algunos hombres, el temer que su pareja lo desfavorezca por no estar bien dotado, puede causar impotencia genital.

Pero, de acuerdo con Darwin, si una mujer tiene que decidir entre el tamaño del pene y el de la fortuna personal del hombre que la corteja, que el tamaño de la última hace de la decisión algo muy simple.

Bibliografía

  • Larocca, F: (2008) La presidencia como símbolo del narcisismo fálico: Una exegesis en monografías.com

  • Larocca, F: (2008) Las cirugías plásticas: Belleza enlatada para aliviar nuestras faltas repudiadas en psikis.cl

  • Diamond, J: (1992) The Third Chimpanzee: The Evolution and Future of the Human Animal Harper Collins

 

 

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

f.larocca[arroba]codetel.net.do

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