Descargar

La Batalla de la Trinidad en la vida politica y militar de Francisco Morazan


  1. Introducción
  2. El telón de fondo
  3. Los actores
  4. El hecho de armas de la trinidad visto y descrito por sus participantes e historiadores contemporáneos
  5. Hecho de armas
  6. Apreciaciones post facto y enseñanzas que recogemos de este acontecimiento

Introducción

En la fresca y brumosa madrugada del 11 de noviembre de 1827, dos cuerpos de hombres armados se dirigían desde rumbos opuestos hacia un lugar equidistante entre Tegucigalpa y Choluteca, un sitio llamado La Trinidad en jurisdicción del municipio de Sabanagrande. Topográficamente es una meseta o altiplano en forma de cañada, rodeada de pequeños cerros de tierra caliza cubiertos de pinos, se podría decir que es un sitio típico del centro de Honduras, que entonces -como ahora- tenía escasos habitantes, dedicados a la ganadería y agricultura en pequeña escala.

Los hados que juegan con el destino de los hombres quisieron que en esa pequeña meseta se escenificara una lucha, un encuentro armado que visto a escala mundial, incluso nacional, no llena los requerimientos usuales para ser considerada una "batalla". Sumadas ambas fuerzas, no llegaban a 1,500 hombres. Además las distancias que habían recorrido y la velocidad con que se habían

desplazado, no les había permitido presentarse con la artillería que -bajo otras circunstancias- habrían utilizado.

Analizada militarmente se podría decir que el suceso fue un combate de bajo nivel o escasa importancia…Pero la historia, con su visión imperturbable y esa valoración que se aquilata con el paso del tiempo, nos dice que no juzguemos este hecho en forma superficial, porque si en el orden militar estamos frente a un acontecimiento de escasa dimensión, en el orden político y social de Honduras y de Centro América es un instante de cambio, un eje histórico que todavía influencia la visión de cómo podría ser nuestra presencia frente al mundo; es parte de ese cúmulo de sueños, esperanzas y anhelos que sociológica y sicológicamente constituye la Patria Grande, y que en el futuro debería cambiar la vida y destino de los centroamericanos.

La razón de lo aquí planteado es fácil de reconocer: como resultado de esta lucha se definen las posiciones que eran significativas entonces y lo siguen siendo ahora entre despotismo y participación popular, entre centralismo

y autonomía estatal, entre entreguismo y soberanía nacional y regional, en fin lo que distingue al colonialismo y a la monarquía, de la democracia republicana y representativa.

Este episodio es también coyuntural porque a través de él surge en el ámbito centroamericano un nuevo líder, un maestro y apóstol de la unión y adalid de la soberanía e integridad centroamericana: el Héroe, Francisco Morazán.

*Ensayo leído por el autor previo a su incorporación como miembro del Instituto Morazánico de Honduras.

El telón de fondo

Ortega y Gasset lo expresó categóricamente: el hombre es él y sus circunstancias. Es por ello que no se puede apreciar ni comprender a persona alguna –especialmente a los héroes- si desconocemos las circunstancias, o sea el entorno histórico, geopolítico, social y cultural en que se desenvolvió durante su existencia terrenal.

Para entender mejor este planteamiento debemos adentrarnos -aunque sea someramente- en el momento y este entorno que llamaremos el "telón de fondo".

Centroamérica, después de tres siglos de vida colonial, había obtenido sin gran derramamiento de sangre, su independencia política de España y posteriormente –del tristemente célebre Imperio de Iturbide de México-; pero las estructuras, las fuerzas políticas y normas sociales de la colonia: leyes, tradiciones, costumbres, influencias, hábitos, canonjías, etc.; la mayoría basadas en la creencia que el poder de los gobernantes -llámense emperadores o reyes- era de origen divino y por delegación, lo era también el que ejercían los virreyes, gobernadores, adelantados y demás funcionarios de esos gobiernos; esas creencias y sus derivaciones, persistían, estaban vivas …

Frente a esa herencia, esa muralla todavía palpitante de resabios históricos y coloniales, muchos hombres en toda América y a través del Istmo, visionarios, estudiosos, y patriotas, alzaron sus voces, trabajaron y lucharon… en imprentas, pulpitos, gabinetes, clubes, logias, periódicos… Hombres como José Cecilio del Valle, Pedro Molina, José Francisco Barrundía, Mariano Gálvez, José Matías Delgado, Dionisio de Herrera, Juan y Joaquín Mora Fernández, influenciados a sus vez por filósofos y enciclopedistas como Voltaire, Rousseau, Diderot, Montesquieu, D"Alembert; así como las revoluciones norteamericana y francesa, forjaron el ambiente político y social que permitió el primer ensayo republicano y federalista en Centro América.

Lastimosamente nuestra patria grande no estaba social y políticamente lista para introducir un cambio de esa magnitud y naturaleza. Esta realidad se vio pronto reflejada en diversos acontecimientos.

Uno de los más sobresalientes fue el haber impedido que el Sabio José Cecilio del Valle ocupara la primera presidencia de Centroamérica después de haberla ganado en las urnas, magistratura que fue entregada a Manuel José Arce, quien en su juventud y como político se había distinguido como un beligerante liberal, pero las poderosas familias representativas de las estructuras e ideas coloniales, lo consideraban más fácil de influenciar que a Valle. Este personaje -efectivamente- pronto olvido los principios y filosofía del concepto federativo, a través de la centralización del poder y el desconocimiento de la autonomía e independencia de los estados que componían la República Federal de Centro América.

Esa política centralista lo llevó a intervenir en Nicaragua, realizar ataques armados a El Salvador y la invasión a Honduras –con la infantil excusa de proteger los tabacos que existían almacenados en la Villa de los Llanos de Santa Rosa (Copán)-, tarea que le fue encomendada al Teniente Coronel José Justo Milla, quien además de hondureño era vice jefe de Honduras.

La realidad era que Arce había decidido apoyar las actividades disociadoras encaminadas a mantener las propiedades, diezmos, exenciones y canonjías que había tenido la Iglesia durante la Colonia, subversión encabezada en Honduras por el Presbítero Nicolás Irías y que incluía en sus planes retirar del poder al gobernante Contreras. Esta realidad la comprobó el mismo Morazán después de la Batalla de la Trinidad al encontrar en la correspondencia abandonada por Milla, una nota reservada de Arce en ese sentido y firmada por el Jefe de su Estado Mayor, coronel Manuel Montufar.

Los actores

Es conveniente que antes de adentrarnos en los acontecimientos del 11 de Noviembre de 1827, conozcamos a sus actores principales.

Manuel José Arce. Primer presidente de la República Federal de Centroamérica. Militar de carrera, había llegado a ocupar la más alta magistratura de ese nuevo estado después de presentarse como opositor del ilustre José Cecilio del Valle, en los comicios para elegir presidente de esa novel federación. Es indiscutible que la forma en que las fuerzas opositoras a Valle le inhibieron a ocupar la presidencia de C.A. constituye uno de los primeros baldones en la vida política institucional centroamericana y aunque no vamos a entrar en los detalles de este acontecimiento, si procederemos a aclarar por qué las fuerzas conservadoras centroamericanas (y posiblemente extranjeras) decidieron apoyar al candidato de tradición liberal y no al que tenía fama y antecedentes de conservador moderado. Para esto lo mejor es citar textualmente a un ciudadano extranjero que observó directamente y comentó en forma imparcial estos acontecimientos cuando sucedieron, el Sr. Jacobo Haefkens, Cónsul de Los Países Bajos para Centroamérica:

"Todas las circunstancias que se referían a este suceso demuestran que el mismo fue el resultado de intrigas. Y en efecto, es cosa conocida que las familias nobles habían puesto en juego todas sus influencias, aunque de manera muy disimulada, ya que si bien el Sr. Arce se consideraba como un liberal más ferviente que el Sr. Valle, mucho más temían la hostilidad de este último, dándose cuenta de que con mucha mayor facilidad podrían apoderarse de aquel que de éste. Harto demostró el resultado la exactitud de sus cálculos". (El subrayado es del Autor).

La verdad es que las diferencias entre Arce y Valle eran anteriores a este suceso y se manifestaron cuando ambos actuaron como miembros del Gobierno Provisional, que en forma de Triunvirato se organizó previo a la emisión a la Constitución que dio vida a esta nueva república.

Durante esta relación y co-gobierno, Arce presentó su renuncia argumentando que Valle tenía: "El arte de exasperar, que no sufre opinión distinta, y que sus nervios se exaltan cuando se le contradice; y no siendo yo ni pudiendo ser un ciego subscriptor de sus opiniones porque me juzgaría indigno de mí mismo y no hubiera entrado al gobierno si no pudiera hacerlo, son varias las ocasiones en que me he visto comprometido a causa de su preponderancia de genio…".[1]

Sobre el mismo asunto leamos los conceptos vertidos sobre la personalidad de Arce, por el Sr. Haefkens, en la obra citada: " Es oriundo de San Salvador, también hijo de gente pudiente. Su mayor mérito consistió en pertenecer a los que ya en 1811 habían iniciado los movimientos para obtener la independencia y en haber encabezado, en tiempos de Filísola, a los defensores de San Salvador. El triunfo del general mexicano había hecho que abandonara su país y pasara un par de años en los Estados Unidos de América. Su valor personal es generalmente admitido y sus buenas intenciones no son puestas en duda, pero en lo que respecta a la cultura general esta escasamente provisto de ella y, por supuesto, no podía poseer una experiencia política. Por lo demás es protegido de su tío, el obispo o párroco Delgado, hombre que en San Salvador ha ejercido gran influencia y del cual más adelante tendremos ocasión de hablar." [2]

Por su parte, José Justo Milla, era nativo de la ciudad de Gracias en la provincia de Honduras y realizado estudios militares en Guatemala. Cuando actuó en La Trinidad era un hombre joven con reconocida prestancia política, como lo demuestra el hecho de haber sido electo vicejefe del nuevo estado de Honduras en 1824, por la primera Asamblea Nacional Constituyente celebrada en el mineral de Cedros, la que también eligió a Herrera como Jefe de Estado. Milla renunció a su cargo y se trasladó a Guatemala para servir en el gobierno de Arce.

Como aliados de Morazán se destacan: el Coronel Cleto Ordoñes, militar especializado en el arma de artillería y granadino de origen. Este singular personaje era enemigo de Arce, había derrocado al vice jefe Arguello y auxilió a Morazán con 135 hombres adictos al régimen depuesto.

Los coroneles: Díaz, hondureño, concuño de Morazán; Valladares (o Balladares), Miguel Pacheco, nicaragüense y militar de carrera, posteriormente adversario de Morazán.

Tuvieron una menor actuación: José María Gutiérrez y Osejo que con Francisco Ferrera, futuro adversario del Héroe y presidente de Honduras, comandaban la retaguardia. José Antonio Márquez que por enfermedad se había quedado en Pespire, tuvo posteriormente una relevante carrera militar y política en que se distinguió como seguidor de Morazán y defensor de los principios liberales.

Como se mencionó anteriormente, de la acción de la Trinidad surge Morazán como el Héroe epónimo y por antonomasia de Centroamérica. Pero ¿que debemos entender por héroe?

Para Tomas Carlyle, héroe es sinónimo de "Grande Hombre": "Es la fuerza concentrada de la vida, en oposición a toda dispersión o limitación; él descubre los pensamientos ocultos de la existencia y de los tiempos, y los comunica a los demás hombres por la palabra o por la acción, impulsando así el progreso." [3]

En el caso de Morazán no creo que exista una mejor presentación de su calidad de héroe que la plasmada por Álvaro Contreras en su discurso en la inauguración de su monumento en San Salvador:

"Desde que Morazán entra en escena deja de ser un hombre para convertirse en una misión.

Su figura gigantesca no se puede medir por la talla de los caudillos, porque ha venido de lo ignorado con la fuerza prodigiosa de un destino que deslumbra, que se impone para realizar una gran idea, para ser el alma de un sistema, para luchar y morir por la transfiguración de un pueblo." Mas adelante agregó: "Sin la acción del héroe desaparece el drama en nuestra vida nacional.

Sin ella no es posible hallar clave de filosófica explicación a la biografía de la familia centroamericana…"

El hecho de armas de la trinidad visto y descrito por sus participantes e historiadores contemporáneos

Aunque existen muchas versiones sobre lo acontecido en la Trinidad, consideramos lógico que en primer lugar cedamos el espacio a la versión escrita por su principal protagonista, Francisco Morazán, (Se mantiene la ortografía original ).

"Después de haber sufrido veintitrés días una estrecha y penosa prisión, pude burlar la vigilancia de mis carceleros, y retirarme a la ciudad de San Miguel, De allí pasé á la de León en busca de ausilio para volver sobre Honduras.

En mi tránsito por el Puerto de la Unión, hablé por la primera vez con el ciudadano Mariano Vidaurre, que como Comisionado del Gobierno del Estado del Salvador pasaba al de Nicaragua con

el objeto de procurar un avenimiento entre el Jefe y Vice jefe de aquel Estado, que mutuamente hacían la guerra. Viduarre se interesó mucho para que se me auxiliase por éste último. Entre tanto, el coronel Ordones, que llegó preso a Leon, pudo formar una revolución contra el Vice Jefe Arguello, que tuvo por resultado la deposición de este funcionario, y el ausilio que se me dio de los militares que le eran mas adictos.

Ciento treinta y cinco, entre jefes y oficiales componían mi pequeña fuerza. Su fidelidad al Gobierno á que habían pertenecido me inspiraba la mayor seguridad, y la fundada esperanza de reunir los descontentos hondureños, que produjeron las persecuciones de Milla y sus agentes, ponian de nuestra parte todas las posibilidades de triunfo.

En la Villa de Choluteca, con el ausilio que mandó el Gobierno del Salvador, pude organizar una considerable División, y en el campo de la Trinidad, acreditar á los hondureños que era llegada la hora de romper sus cadenas. Milla fue alli completamente batido, dejando en nuestro poder los

elementos de guerra, que había acumulado, y la correspondencia oficial de que ya he hecho mérito.[4] La vanguardia sola, consiguió este triunfo, en la que se distinguieron Pacheco, Balladares y Diaz. A los de igual clase, Marquez, que habia quedado malo en Pespire, Gutiérrez, que en union de Osejo y el capitan Ferrera, conducian la retaguardia, no les fue posible encontrarse en la acción." [5]

Por su parte, Milla siempre quiso restarle importancia a esta acción de armas cuyo resultado adverso había servido a sus enemigos para desacreditarlo frente a su jefe Arce. Reportó que la acción no había durado más que hora y media, que de parte de los enemigos habían intervenido unos 600 hombres, mientras que él solo contaba con 120. Este número de soldados era correcta si sólo se contabilizaban los sobrevivientes del Batallón Federal No. 1 y que le acompañaban desde Guatemala, pero no los recientemente incorporados para reforzar su columna, incluyendo a los de Olancho y Tegucigalpa vecinos de la Plazuela. La estimación más conservadora es que contaba de 570 a 600 hombres.

Lo que podemos señalar -sin ser doctos en la materia– es que Milla cometió muchos errores tácticos, siendo el principal haber abandonado una zona alta (Cerro de Hula) para descender en la madrugada y en forma apresurada al pequeño altiplano de La Trinidad, donde Morazán y sus fuerzas ya se encontraban atrincheradas en los cerros de La Trinidad y el Guapinol. Otra falla fue comprometer de inmediato tropas cansadas por la caminata y desde un cerro al otro lado del camino real del Sur, que ahora se conoce como el "Cerro de Milla".

En lo militar esta acción fue un grave error de Milla especialmente si contaba con pocas fuerzas y la mayoría reclutas bisoños y sin experiencia. Solo podemos entender lo acontecido si le atribuimos a Milla una desproporcionada suficiencia, insuflada tal vez por sus anteriores triunfos frente a Herrera y sus comandantes.

Así lo estimo Don Joaquín Rodas M.

"Milla quien era el que comandaba tales fuerzas, sentía aún el desvanecimiento que alcanzó sobre Zepeda en la sangrienta batalla de Sabanagrande el 28 de Septiembre de aquel año, cuando este por su parte venía a socorrer a Honduras". [6]

Por eso es comprensible que sólo fuera necesaria la vanguardia de Morazán, para derrotar a Milla y su batallón. Otro aspecto que estimo necesario plantear y aclarar aquí es la razón por la cual se le acredita a Morazán la dirección y triunfo en este encuentro armado, siendo que anteriormente su actuación había sido casi exclusivamente en el orden civil. Uno de los primeros historiadores que con mayor detalle se ocupa de esta página de historia patria es el distinguido hombre de letras y de estado Ramón Rosa.

De acuerdo a Rosa el responsable de conducir las fuerzas que se habían desplazado desde Nicaragua era el Coronel Remigio Díaz, y lo narra en la siguiente forma: "El Coronel Díaz Comandante General de Honduras organizó la División y nombró como segundo jefe al Coronel Pacheco. De acuerdo con Morazán dispuso marchar con toda la fuerza a Tegucigalpa.

La división tomó camino de Nacaome en cuya ciudad se unió con el auxilio salvadoreño de 200 hombres mandados por el coronel Rosco; y reunidas todas las fuerzas la división continuó su marcha para enfrentarse al enemigo, doquiera que lo encontrase distante seis leguas de Tegucigalpa.

Más adelante continua: " El 10 de Noviembre, al caer la tarde, ocupó la fuerza libertadora de Honduras, el punto ." llamado "La Trinidad", …El jefe de la fuerza vencedora era como queda dicho el Comandante General del Estado Coronel Don Remigio Díaz; pero refieren los contemporáneos, algunos de los cuales estuvieron en la acción, que Díaz, militar de alma grande, tan rico en valor y patriotismo como falto de ambición y envidia, dijo a Morazán en el campo de "La Trinidad", después de haber observado su inteligencia y denuedo:

"Eres más a propósito que yo para el mando en jefe. ¿Lo aceptas? Morazán respondió: Acepto el mando". A continuación el Coronel Díaz dio a conocer Morazán como General en Jefe del Ejército Libertador de Honduras."

Hecho de armas

Independientemente del somero relato que Morazán hace del combate de La Trinidad, considero que el historiador que hasta hoy ha investigado con mayor profundidad la materia y que además tuvo incluso la oportunidad de platicar con sobrevivientes a este hecho de armas, fue Ramón Rosa y es por ello que tomaremos otro fragmento de su libro anteriormente citado los aspectos medulares de este hecho de armas:

"Al amanecer del día 11 de Noviembre las fuerzas enemigas estuvieron a la vista, y sin demora se hizo por ambas partes un nutrido fuego. Díaz, Morazán, Bosco y Pacheco, con las cuatro compañías de vanguardia cargaron sobre el enemigo. A poco el Coronel Balladares, en cumplimiento de órdenes, dejó la altura que ocupaba flanqueando por la izquierda con dos compañías a las fuerzas guatemaltecas que empezaban a desorganizarse. Notado esto por Díaz y Morazán dieron un soberbio y decisivo ataque general que no pudieron resistir los guatemaltecos, quienes con su jefe Milla y con sus Jefes y Oficiales huyeron en todas direcciones, yendo a parar muchos de los vencidos hasta el distante pueblo de Esquipulas, perteneciente al Estado de Guatemala. Hubo algunos heridos y entre ellos muchos hondureños y considerable pérdidas entre muertos y heridos de parte de los guatemaltecos. En el campo se recogieron un cañón con todos sus útiles, parque de todas clases y quinientos fusiles."

Apreciaciones post facto y enseñanzas que recogemos de este acontecimiento

Reconozco que muchas personas que tengan contacto con este ensayo no estarán de acuerdo con lo que diré a continuación, pero creo que ni el mismo Morazán reconoció ipso facto la trascendencia que tendría en la vida de los centroamericanos y en su propio destino el combate y triunfo de la Trinidad.

Su vida pública y privada cambió diametralmente. De un servidor público en el orden civil, en un Estado con poca influencia, se convirtió en el porta estandarte del ideal de una Patria Grande. La espada que anteriormente solo había blandido en situaciones extremas, se convirtió en su compañera cotidiana. Morazán antes de La Trinidad fue un hombre, después… Un Héroe.

Creo que muchos los historiadores imparciales apoyan este planteamiento, pero dejaré que sean las palabras ilustradas de Ramón Rosa y la inspiración de Álvaro Contreras que pongan punto final a esta exposición.

"El triunfo de La Trinidad fue como el despertar del genio militar de Morazán, dejó libre a Honduras de las fuerzas intrusas que hollaron su dignidad y sus derechos. Honduras había dado una terrible lección a los usurpadores y empezado a castigar al Presidente Arce por sus desafueros y golpes de estado. Honduras, antes postrada y escarnecida se levantaba como Antínoo, más grande después de sus caídas. Honduras no era ya un motivo de desconsuelo, era una esperanza que sonreía, era un estímulo que alentaba al partido liberal de Centro-América. ¡Raros fenómenos los que ofrece la historia! ¿Por qué tan súbita y extraordinaria transformación? ¿Por qué los conservadores, vencedores y poderosos ayer estaban en completa derrota? ¿Quién preparó el triunfo espléndido de La Trinidad? ¿Quién hizo aparecer el genio de Morazán, radiante de gloria y de promesas? ¿Quién entregó su nombre a la historia, a las futuras generaciones? ¿Quién con aquel genio, con aquel nombre cambio los destinos de Centro-América? Fue el Coronel Milla con su deslealtad. Si Milla hubiera guardado la fe de su palabra, Morazán habría vivido vida patriarcal en el pequeño y pobre pueblo de Ojojona: no habría ido en busca de auxilios al Estado de Nicaragua, no se habría organizado la división victoriosa y no habría aparecido el guerrero que dio las batallas de La Trinidad, de Gualcho, de las Charcas y que entró a la Capital de

Guatemala el año 29 tremolando la hermosa bandera de los libres.". [7]

Marco Aurelio Soto expresó que el testamento de Morazán debería ser la cartilla en que debían de aprender a leer todos los hondureños.

A esta cartilla agregaría el citado discurso de Álvaro Contreras ya que en el mismo dejó plasmado en forma lapidaria y sintética las ideas que he tenido el placer de transmitirles:

"El último disparo del triunfo en el campo de la Trinidad, al sur de Honduras, le proclama por decreto de la providencia, el más eximio representante de la patria en sus ardientes impulsos de la civilización y libertad".

***

 

 

Autor:

Marcial Cerrato Sandoval

 

[1] Carta de renuncia enviada por Arce a la Asamblea Nacional Constituyente. 13 de Agosto de 1824. Medardo Mejía. Historia de Honduras, Tomo II, Pág.98.

[2] Jacobo Haefkens. Viaje a Guatemala y Centroamérica, Págs. 154,155.

[3] Thomas Carlyle, 1795-1881. Tomado de Mil Libros, Pág. 299.

[4] Se refiere a una nota enviada por Arce a Milla y firmada por su Jefe de Estado Mayor, el coronel Manuel Montufar en la que le ordena: “que ponga término a los males que causa el Jefe Herrera en Honduras, haciendo uso de las armas, y que proteja a los que este persiga” Págs. 30-31, O Cit.

[5] Memorias escritas en David, Panamá en 1840. Edición de la Corte Suprema de Justicia, San Salvador, Sept. 1992. Págs. 38-39.

[6] Morazánida, Joaquín M. Rodas, Pág. 22.

[7] Ramón Rosa. Historia del Benemérito Gral. Don Francisco Morazán, ex Presidente de la República de Centro-América. Págs. 119,120, 121