Descargar

Nicolás Avellaneda

Enviado por latiniando


    La presidencia de Nicolás Avellaneda constituyó un período de estímulo y progreso en la agitada historia argentina del siglo XIX. Destacó por su labor conciliadora entre las diversas facciones en que se dividía la vida política del país.

    Nicolás Avellaneda nació en Tucumán el 1 de octubre de 1837. Tras estudiar derecho en Córdoba y Buenos Aires, alternó su labor como profesor de economía en a Universidad de Buenos Aires con la actividad periodística: en 1855 fundó El Eco del Norte y, más tarde, fue director de El Nacional.

    Comenzó su carrera política en 1859, al ser elegido diputado por la provincia de Buenos Aires. Ministro de justicia e intrucción pública durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), Avellaneda trabajó arduamente para mejorar el atrasado sistema educativo del país.

    Elegido presidente en 1874, Avellaneda optó por una política conciliadora entre los diversos partidos, convencido de que sólo así podía hacerse frente a los problemas que aquejaban a la nación. Durante su mandato, estabilizó la precaria economía argentina, reprimió una rebelión en la provincia de Entre Ríos en 1876, fomentó la inmigración y promovió la conquista de la Patagonia.

    Al finalizar su mandato en 1880, Avellaneda siguió desempeñando importantes cargos: fue senador por Tucumán y rector de la Universidad de Buenos Aires. En 1885, emprendió un viaje a Europa y, de regreso a la Argentina, murió en alta mar un día antes de arribar a Montevideo, el 26 de diciembre de ese mismo año. Nicolás Avellaneda escribió varias obras de carácter jurídico, entre las que destacan La asamblea de 1813 y Tierras de dominio público.

    Historia Tercer Curso

    Lladó / Grieco y Bavio

    Lugones – Sessarego / Rossi

    A. ZETA

    Revolución de 1874: rebelión mitrista

    Al promediar la presidencia de Sarmiento las candidaturas de Mitre y Alsina aparecían como las más firmes para sucederle. La condición de porteños de ambos candidatos, despertó resistencia en la provincias. Sarmiento, por su parte, no había ocultado sus simpatías por su ministro de Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda, quien por su condición de provinciano -había nacido en Tucumán- mereció la adhesión de diez provincias. Alsina retiró su nombre y logró completar el binomio con Mariano Acosta del partido Autonomista. Realizada la elección presidencial, la fórmula Avellaneda-Acosta, obtuvo ciento cuarenta y seis electores y la de Mitre-Torrent, setenta y nueve. El partido Nacional no acató el resultado eleccionario y se lanzó a la lucha revolucionaria. La aprobación de los diplomas de los diputados electos el 1 de febrero, fue resistida por los mitristas que tildaron de fraudulentas las elecciones que lo consagraron. Por fin la revolución estalló el 24 de setiembre.

    La rebelión comenzó con la sublevación de la cañonera Paraná al mando del comandante Erasmo Obligado; luego siguió con el pronunciamiento del general Arrendo en Cuyo y culminó con el desembarco de Mitre -que había huido de Buenos Aires- en el sur de la provincia de Buenos Aires, a quien se le unió el general Ignacio Rivas: en total cerca de 8.500 hombres.

    El gobierno nacional tomó energéticas medidas. El coronel José Inocencio Arias venció a Mitre en La Verde (26 de noviembre de 1874) y poco después el jefe de la insurección debió capitular en Junín. Por su parte, el general Julio Argentino Roca fue el encargado de enfrentar a las fuerzas de Arredondo a quien derrotó en Santa Rosa (7 de diciembre), cuando ya se había producido la aunción de Avellaneda a la primera magistratura.

    Presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880)

    El binomio Nicolás Avellaneda – Mariano Acosta asumió el mando el 12 de octubre de 1874.

    Al tomar posesión del cargo, Avellaneda tenía 37 años de edad, no estaban aún resueltas las alternativas de la revolución mitrista por lo que el acto estuvo revestido de tono dramático.

    En el primer gabinete ministerial sobresalía la figura de Adolfo Alsina, a cargo de la cartera de Guerra y Marina y quedó completo con Simón de Iriondo, en Interior; Félix Frías, en Relaciones Exteriores; Santiago Cortínez, en Hacienda; y Onésimo Leguizamón, en Justicia, Culto e Instrucción Pública.

    Crisis económica: la solución es obra del esfuerzo nacional

    El nuevo presidente debió abocarse a resolver una apremiante crisis económica que no tenía precedentes en el país. Los problemas internos habían deteriorado la economía nacional, los títulos argentinos disminuyeron su valor a cifras alarmantes, en tanto que el presupuesto nacional exhibía un déficit de 13.000.000 sobre un total de 16.000.000 de pesos de oro de entradas.

    El presidente comenzó por reducir considerablemente el presupuesto nacional, los sueldos de la administración pública fueron disminuidos en un quince por ciento, en tanto que un alto número de empleados fueron dados de baja.

    Las erogaciones de la deuda externa constituían una carga casi imposible de solventar, a tal punto, que se aconsejó al presidente la transitoria postergación del pago. Avellaneda expresó su pensamiento ante el Congreso diciendo que "la República puede estar dividida hondamente… pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños…". Merced a las fuertes economías, la deuda pública fue pagada puntualmente.

    El repunte económico: el fruto de las exportaciones

    • El incremento de la explotación cerealera produjo un excedente de trigo, iniciándose la exportación hacia Europa. Igualmente otros frutos, provenientes en su mayoría de las colonias agrícolas, tuvieron salida al exterior por primera vez.
    • Un acontecimiento que habría de variar fundamentalmente la fisonomía agropecuaria argentina fue la exportación de los primeros lotes de carne enfriada. En 1876, llegó a Buenos Aires el transporte Le Frigorifique, con un sistema que mantenía la carne a OºC. Un año después arribó otro barco, Le Paraguay, equipado según una nueva técnica que conservaba la carne a – 30ºC, lo cual aseguraba mejor resultado de conservación. El invento fue perfeccionado y aprovechado por los ingleses planteándose una nueva perspectiva: la iniciación de un flamante y grandioso mercado de carne congelada por muchos años base fundamental de la economía argentina.

    Con esta nueva perspectiva, el intercambio comercial argentino acusó los primeros saldos favorables para el país.

    INTERCAMBIO COMERCIAL DURANTE LA PRESIDENCIA DE AVELLANEDA

    Años

    Importación

    Exportación

    Saldo

     

     

     

     

    1875

    57.624.481

    52.009.113

    – 5.615.368

    1880

    45.535.880

    58.380.787

    + 12.844.907

    Exportación de cereales y harinas

    Años

    Trigo

    Maíz

    Lino

    Harinas

     

     

     

     

     

    1876

    21

    8.058

    104

    353

    1877

    200

    9.818

    246

    218

    1878

    2.547

    17.964

    976

    2.919

    1879

    25.669

    29.521

    746

    15.260

    1880

    1.167

    15.032

    1.230

    1.428

    • En materia ferroviaria se continuó el ritmo inciado en las presidencias anteriores. Córdoba y Tucumán quedaron unidas a través de ese medio.
    • Se creó el Departamento general de Inmigración, anotándose la entrada de casi 250.000 inmigrantes amparados en una nueva ley dictada al efecto.

    Avellaneda propicia la conciliación de los partidos

    Luego de los sucesos derivados de la revolución de 1874 los partidos se miraban con profundo recelo. Los mitristas habían proclamado la abstención cívica y la prescindencia en los asuntos oficiales. Avellaneda se dispuso a conseguir la conciliación nacional. A tal fin propuso la amnistía de los revolucionarios del 74 lo cual derivó en el acercamiento de los mitristas. El presidente logró que tanto Adolfo Alsina como Mitre

    -irreconciliables adversarios- se avinieran a la política de conciliación a la que se sumó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Casares.

    La federalización de Buenos Aires: la República ya tiene capital

    La finalización del período presidencial y el consiguiente surgimiento de candidatos reveló la fragilidad de la concordancia. Avellaneda pareció inclinarse por su ministro Julio A. Roca, entanto que los mitristas y alsinistas alzaron el nombre del nuevo gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.

    Los econos políticos llegaron a un punto crítico cuando nuevamente se agitó el problema de la capitalizacion de Buenos Aires, sostenida por el presidente y tenazmente combatida por la instransigencia porteñista.

    En un discurso pronunciado por el gobernador Tejedor hizo alusión a los deberes de las autoridades provinciales "para con su huésped, el presidente de la República".

    Esta calificación enconó más los ánimos: los porteños, basados en su poderío económico y en la hegemonía que ejercía sobre el resto del país, no estaban dispuestos a perder su cuidad y se negaban firmemente a la federalización. Avellaneda, por su parte, estba dispuesto a hacer valer la soberanía de su poder en todo el territorio nacional y haciendo alusión a Buenos Aires expresó que "nada hay en la Nación superior a la Nación misma".

    El gobierno bonaerense comenzó a realizar movilizaciones militares, que provocaron diarias agitaciones y culminaron con el adiestramiento de los ciudadanos en el manejo de las armas. Frente a tal actitud, el gobierno nacional consiguió sancionar una ley que prohibía a las provincias la movilización de sus milicias. Buenos Aires, sin tomar en cuenta las estipulaciones de la ley recientemente sancionada, siguió con sus aprestos bélicos y cuando el gobierno nacional intentó requisar un barco cargado de armas destinado a la provincia, Tejedor enció al coronel Arias quien impidió la maniobra de las fuerzas nacionales.

    La beligerancia entre el gobierno central y la provincia había llegado a su punto culminante. Avellaneda juzgó intolerable la situación y dispuso el retiro de su gobierno de la ciudad y dictó un decreto designado al pueblo de Belgrano como sede transitoria de gobierno. El Senado, la Corte Suprema y la mitad de los diputados, acompañaron al presidente. Avellaneda ordenó la concentración del ejército nacional que sitió la ciudad de Buenos Aires. El desenlace se obtuvo después de sangrientos combates: Puente Alsina, los Corrales y en San José de Flores, en las inmediaciones de la antigua Convalescencia (en Barracas), donde murieron centenares de argentinos de ambas partes hasta producirse la total derrota de los porteños.

    Mitre -que apoyó a los sublevados- ofició de mediador entre Avellaneda y Tejedor. Según las bases del acuerdo suscripto, se dispuso el desarme de las fuerzas provinciales, la renuncia de Tejedor y su reemplazo por el vicegobernador José María Moreno.

    La ley de capitalización

    El Congreso Nacional reunido en Belgrano sancionó una ley disolviendo la legislatura bonaerense. El 24 de agosto, el presidente Avellaneda elevó un proyecto de ley por el cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la República. El 21 de septiembre de 1880, el Congreso aprobó la ley ratificada posteriormente por la legislatura porteña.

    A partir de entonces se puso fin a un largo y difícil litigio, cuyos antecedentes se remontan a los tiempos de Rivadavia, siendo la causa de múltiples conflictos. El año 1880 marca, pues, la iniciación de un período definitivo: la República contará por fin con su capital estable y definitiva

    La Conquista Del Desierto: La Guerra Abienta Contra El Indio

    La campaña bonaerense: el imperio del miedo

    Como ya hemos dicho, la expedición al desierto protagonizada por D. Juan manuel de Rosas, aplacó el furor de los indios durante más de veinte años. No obstante en 1834, la pampa se vio sacudida por la entrada en escena del cacique chileno Calfucurá (Piedra Azul) quien, con su horda, se instaló en la región de Salinas Grandes, después de exterminar a las tribus que estaban allí asentadas. Desde el territorio salinero, denominado Chilié (Pequeño Chile) por Calfucurá, el temible cacique dominó a las demás hordas que, por temor y avidez al botín, se le sometieron.

    Después de la batalla de Caseros (1852) en la etapa de organización nacional, la coalición indígena de Calfucurá -ya erigido en "soberano indiscutido del desierto"- amenazó continuamente la frontera, y los malones arrasaron las poblaciones de la campaña bonaerense. A su vez, las tribus consideradas "amigas" por haber pactado con el gobierno, vivían en zonas aledañas a la línea de la frontera. Desde allí colaboraron con las autoridades nacionales cumpliendo misiones auxiliares en el desierto y lucharon, codo a codo, junto a las milicias de los fortines.

    Los ataques de los indios se habían visto agravados a raíz de los conflictos internos y exteriores que debió afrontar la Nación. Las luchas intestinas -de partido- y la guerra contra el Paraguay desestabilizaron la frontera, ya que los hombres destinados a su salvaguarda estaban comprometidos en otras contiendas. Con la solución de estos conflictos, creció la necesidad de terminar con la furia del salvaje y se planificaron, entonces, diferentes sistemas para su contención.

    En 1873 murió Calfucurá en su aduar de Salinas Grandes. Al año siguiente fue asesinado el cacique Cipriano Catriel, aliado del gobierno y pertinaz enemigo de la barbarie tribal. Su hermano Juan José, cuya ferocidad era manifiesta, se alzó con la jefatura de la horda y violó los tratados ajustados con las utoridades. Namuncurá (Pie de Piedra), hijo y heredero de Calfucurá -tan cruel como su padre- rechizo la confederación pampeana y atrajo en alianza a Juan José y a otros caciques (Renque-Curá, Rumay, Pincén); con ellos, y con 2000 araucanos llegados de Chile, desató nuevamente sus malones sobre las ciudades fronterizas. El terror volvió a adueñarse de la campaña.

    El plan de Alsina

    Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, el ministro de la Guerra, Dr. Adolfo Alsina, propició, en 1876, la construcción de una zanja para contener los malones. Como la clave del éxito de la indiada estaba en el ataque sorpresivo y en la rapidez de la huída, la presencia de la zanja inutilizaría ambos procedimientos e impediría, además, el robo de grandes arreos de ganado. Dicha zanja -medía 3 metros de ancho por 2 metros de profundidad y estaba complementada por un talud- cubriría la frontera desde Bahía Blanca hasta el Sur de Córdoba. El proyecto abarcaba una extensión de más de 600 kilómetros, pero sólo se construyeron 374. La empresa fue muy criticada por los que abogaban por una política ofensiva contra el indio; sin embargo, los resultados fueron relativamente positivos, por cuanto permitió retrasar el ataque y la posterior fuga del malón. Esta obra se integró con la excavación de trincheras, fundación de nuevos fortines y el establecimiento de avanzadas fijas, así como con la celebración de tratados de paz con los indios.

    La muerte de Alsina (1877) interrumpió el proyecto. En su lugar, el nuevo ministro de la Guerra, general Julio A. Roca, llevo adelante su plan inspirado por una política ofensiva y total contra la indiada.

    El Plan De Roca: El "Desierto" Se Rinde

    La empresa de Alsina no brindó los resultados óptimos esperados, porque los indios no respetaron los actos e insistieron es sus depredaciones. Por lo tanto fue necesaria la organización de una campaña punitiva que los desplazase de los campos en donde se habían asentado.

    Menos de medio siglo después de la campaña de Rosas, el general Roca expresaba: "A mi juicio, el mejor sistema de concluir con los indios, ya sea extinguiéndolos o arrollándolos al otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva, que es el mismo seguido por Rosas, quien casi concluyó con ellos". Perseverante con esa idea, el gobierno solicitó -en 1878- del Congreso, la autorización de los fondos necesarios para continuar la conquista del desierto. El proyecto comprendía el sometimiento de los indios y el exterminio de los malones hasta alcanzar los últimos confines del territorio patagónico. El mensaje elevado al Congreso desarrollaba los argumentos esgrimidos por Roca y demostraba la necesidad de esta ofensiva. Se sumaron a aquéllos, la eficacia probada de los fusiles remington -que constituirían el armamento de los veteranos integrantes de la campaña- y las 1500 leguas de tierra por rescatar -que engrosarían el patrimonio de la República-. El proyect, pues, fue convertido en ley el 4 de octubre de ese mismo año.

    Entre 1877 y 1878 se llevaron a cabo los movimientos preliminares de la gran expedición; estas campañas finalizaron con las derrotas de Namuncurá, Catriel y Pincén. Se inició, entonces, la última fase de la ocupación.

    El 16 de abril de 1879 salió el ejército expedicionario, cuyos 5000 efectivos estaban comandados por el general Roca y por los coroneles Nicolás Levalle, Eduardo Racedo, Napoleón Uriburu e Hilario Lagos. El plan militar consistió en la utilización de columnas móviles de infantería y caballería, las que debían efectuar recorridas constantes para la guerra ofensiva contra el indio. Se evitarían, así, el pillaje, los incendios y las matanzas provocados por los malones. Las cinco columnas actuaron con precisión matemática y, en avance simultáneo sometieron los restos de las grandes tribus, para reunirse, como estaba convenido, en las márgenes del Río Negro. El 25 de mayo de 1879, Roca enarboló allí la bandera nacional, como señal de haber hecho efectiva la conquista.

    RESULTADOS:

    • Quedó resuelto el problema del indio.
    • Acabó la amenaza de los malones.
    • Finalizó la erogación que demandaba el mantenimiento de las líneas de frontera.
    • Se fundaron reducciones para los indios sometidos.
    • Se adquirió conocimiento de regiones antes inexploradas.
    • La economía nacional se favoreció con el tendido de vías férreas.
    • Se ganaron 15.000 leguas de tierra para el patrimonio nacional.
    • Se inició la colonización del interior mediante el fomento inmigratorio.
    • Se dedicaron muchas zonas para la agricultura y parala explotación ganadera.

    El Duro Tributo Exigido A Los Conquistadores Del Desierto

    Salvo encuentros de armas de importancia relativa, no hubo batallas campales; los indios dispersos obligaron al fraccionamiento de las fuerzas, pero la documentación histórica consigna la serie de hechos heroicos en los que jefes, oficiales y soldados mantuvieron la tradición del Ejército argentino muriendo con honor. Ello cupo a los menos; hubo algo, en cambio, de lo que no se salvó casi ninguno de los expedicionarios y fue el tributo que el desierto exigió a aquellos hombres que hollaron sus grandes distancias y todos sus parajes, hasta los más recónditos e inaccesibles, en donde no se había asentado jamás la planta humana ni la de los propios indios.

    Nomina de los presidentes de la Nación Argentina ( 1862 – 1890 )

    1862 – Octubre 12= Bartolomé Mitre (de jure)

    1868 – Octubre 12= Domunigo Faustino Sarmiento (de jure)

    1874 – Octubre 12= Nicolás Avellaneda (de jure)

    1880 – Octubre 12= Julio Argentino Roca

    1886 – Octubre 12: Miguel Juarez Celman (de jure)

    El 8 de agosto de 1890, por renuncia de Juárez Celman, asumió la primera magistratura el vicepresidente Carlos Pellegrini.

    1873

    Agosto: Avellaneda renuncia como ministro para lanzar su candidatura a la presidencia, apoyado por la Liga de Gobernadores.

    1874

    12 de abril: Avellaneda triunfa en la elecciones presidenciales.

    24 de septiembre: ante el triunfo de Avellaneda, apoyado por Sarmiento y por Alsina, el candidato perdedor, Mitre acusa de fraude o inicia una revolución contra el gobierno. Mitre es vencido en La Verde y en Junín, pero Avellaneda lo indulta.

    12 de octubre: Avellaneda jura como presidente de la Nación; vice: Mariano Acosta.

    Obra del Gobierno:

    – Se firma la paz definitiva con Paraguay.

    – Se dicta la ley de inmigración y colonización.

    – Se desarrolla la agricultura y otras industrias.

    – Se inicia la exportación de carne congelada.

    – Se concreta la conquista del desierto.

    1878

    4 de enero: Roca es designado ministro de Guerra en reemplazo de Alsina.

    10 de mayo: Carlos Tejedor asume como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

    Agosto: Argentina participa en la exposición Internacional de París.

    Octubre: Ley 947: plan de Roca para la conquista del desierto.

    1879

    Surge el Partido Autonomista Nacional (PAN), oficialista, del cual nace un continuismo o "régimen" que asegurará durante mucho tiempo la elección de personas de ese partido.

    Abril: La legación de Chile en Buenos Aires comunica al gobierno argentino que su país ha declarado la guerra al Perú y a Bolivia.

    Abril 18: Roca parte de Carhué al mando de las tropas expedicionarias al desierto; la campaña durará cuatro meses y aseugará el dominio de 600.000 km2.

    Generales: Roca, Racedo, Uriburu, Levalle y Lagos. Consecuencias: fin de la guerra contra el indio, pacificación del sur, incorporación de tierras para colonización, afirmación de la soberanía nacional en la Patagonia.

    1880

    11 de abril: en las elecciones presidenciales es elegida la fórmula Roca, Julio Argentino-Madero, Francisco.

    Junio: ante el triunfo de Roca, Mitre y el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, inician una revolución contra el gobierno de Avellaneda. El gobierno se traslada a Belgrano. Tejedor ocupa la ciudad (se combate en Riachuelo, Barracas y Puente Alsina). Roca sitia la ciudad y vence a Tejedor, que renuncia a la gobernación.

    Julio a septiembre: debates en el Congreso sobre la federalización de Buenos Aires.

    21 de septiembre: se sanciona la ley que federaliza a Buenos Aires (ciudad) como capital de la nación.

    12 de octubre: Roca asume la presidencia de la nación. Se afirma el "régimen".