Inserción laboral de la mujer: Introduciendo cambios socioculturales y económicos
Enviado por Verónica Mella
Este ensayo fue desarrollado en el marco de la asignatura Investigación – Acción de la Carrera de Trabajo Social de la Universidad San Sebastián ( Valdivia) y los insumos son parte del análisis del libro, Culturas de Mercado, rutinas de vida de Guillermo Davinson y Lucy Ketterer, (2006) Temuco : Ediciones Universidad de La Frontera)
El libro en sí, da cuenta de los distintos actores, vida cotidiana, contexto socioeconómico y cultural de la Feria Pinto de la ciudad de Temuco. Todos estos elementos fueron obtenidos a través del trabajo de campo realizado, en dicha localidad, en conjunto con estudiantes de educación superior, los cuales fueron cuidadosamente articulados y analizados para posteriormente plasmarlos en los diez capítulos que componen este libro, dando cuenta de tres aspectos importantes; el primero relacionado al panorama de la región de la Araucanía; el segundo el acceso de la mujer al mundo del trabajo; y el tercero a las actividades en riesgo de extinción.
De estos aspectos destacados se tratará el tema del acceso de la mujer al mundo del trabajo y la diferenciación salarial por género, y posteriormente se realizará una reflexión de un capítulo en particular, el cual corresponde a ‘‘Tres mujeres de la feria practicando la sororidad’’
El trabajo desempeñado por las mujeres ha tenido una importancia vital desde la prehistoria, aunque su contribución a la economía ha variado según la estructura, las necesidades, las costumbres y los valores sociales. Esto desde la prehistoria, hasta los días de hoy.
Aunque las mujeres representan una gran parte de la fuerza laboral mundial, su trabajo se sigue limitando a ciertos campos profesionales en los que no se requiere una alta preparación y que suelen ser actividades mal remuneradas.
Sin embargo, según los datos de la Organización Internacional del Trabajo, a medida que los países se van industrializando las mujeres mejoran su categoría profesional.
En casi todos los países industrializados existe una legislación relativa a la igualdad de oportunidades y a la protección de la mujer en el trabajo.
De acuerdo a la información recopilada, en Chile, la creciente incorporación de las mujeres al sector es muestra de las nuevas oportunidades que éste ofrece ya que la participación femenina se duplicó en diez años y obedece en gran parte a su demanda por recursos humanos calificados, en un contexto de modernización, modificaciones en la organización del trabajo e introducción de nuevas tecnologías informáticas.
El reconocimiento del rol de las mujeres en el ámbito laboral, ha significado poner de manifiesto las discriminaciones y exclusiones que éstas han venido sufriendo. Desigualdades que no sólo se deben a las exigencias y restricciones propias del mercado laboral, sino también y sobretodo a prácticas culturales, mitos y modelos sociales que afectan desfavorablemente a las mujeres. Prácticas que las han dejado atadas a roles tradicionales y domésticos, que invisibilizan su aporte e influyen fuertemente al momento de valorar su trabajo.
Según la CEPAL, considerando que el trabajo es precisamente uno de los vehículos privilegiados para que las mujeres alcancen autonomía económica y mayor presencia e influencia social y política, es tarea del Estado y especialmente del SERNAM, enfrentar toda discriminación laboral contra éstas. Esto implica, entre otras medidas, erradicar las desigualdades en las contrataciones, enfrentar las diferencias salariales, la segmentación y segregación laboral, así como también, equilibrar las responsabilidades asociadas a la maternidad y cuidado de hijos.
En Chile, el proceso de industrialización y la migración desde zonas rurales a las grandes ciudades del país, desencadena que la mujer comience a incorporarse a la vida pública en los años veinte, observándose en ese entonces una tasa de participación femenina de un 20%, la que se mantuvo, con pequeñas variaciones, hasta la década del cuarenta. Fue en ese período donde la mujer comienza a acceder en forma importante a la educación media y en la década del setenta a la educación universitaria; lo que comenzó a aminorar las diferencias educacionales entre los sexos y a incrementar la probabilidad de acceder a nuevas fuentes laborales de mayor status.
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